Balcones

El líder Darvenwish disfrutaba del frescor del balcón acompañado de una pequeña copa de vino que de vez en cuando se llevaba a los labios.

En silencio, cerca de la baranda, observaba el paisaje a su alrededor, siguiendo la línea del horizonte más allá de las montañas. Como siempre, tenía demasiadas cosas en las que pensar, pero una de ellas se alzaba sobre el resto cada poco tiempo, invadiendo sus preocupaciones. Entornó los ojos y miró la copa, antes de volver a beber otro sorbo -algo más largo-.

Apoyó la mano enguantada en la baranda, acercándose un paso más. Pensó en el tiempo que llevaba rondando Brontë y en cómo eran las cosas cuando había pisado el palacio por primera vez. Recordaba la primera noche con suma nitidez, conociendo o reencontrándose con aquellos que serían sus compañeros en aquella alocada empresa. ¿Cuánto había puesto en juego en favor de Brontë entonces ahora que lo pensaba? Y en aquel momento hace tres años no se habría imaginado, ni por un instante, que ahora mismo estaría en su situación actual, con el semblante serio y duro. Se preguntó si tantas cosas habían pasado en aquellos tres años. Si tanto había reflexionado él, convirtiéndose en lo que su padre tanto había deseado, lejos de todo su cinismo y su frivolidad. Miró de nuevo la copa durante un momento, viendo los surcos que iban manchando el cristal con el movimiento circular.

Todos los hombres cambian, pero él seguía siendo el mismo y no su padre. Y ahora tenía una mejor forma de probarlo.

Miró de nuevo al paisaje, más allá de las montañas. Al final la vida le daba la razón. Por qué no ser caprichoso y egoísta, si el primer capricho lo trae el destino. Dio un largo trago a su copa hasta acabarla y la apoyó en la baranda. Todavía no había visto al piscis que había mandado llamar, pero ahora sabía que podía cuidarse solo.

*se queda*

El líder Darvenwish se giró ligeramente al escuchar al muchacho acercarse y se tensó levemente en cuanto este lo estrechó de aquella forma, mirando de nuevo al frente. Hinchó el pecho y dejó salir el aire con calma, como respuesta a sus manos sobre su pecho. En cuanto el chico estuvo junto a él, habló.

—Sabes que debes cerciorarte de que no hay gente para hacer ese tipo de cosas —remarcó, serio, mirando todavía al horizonte. Bajó un momento la vista hacia los árboles cercanos, luego se giró hacia al muchacho.

—Espero que hayas aprovechado bien el tiempo. Saltez me ha dicho que has aprendido mucho. En breves tendré sus informes. Sabes que ahora se te exigirá mucho más, ¿verdad? Hasta ahora has hecho un buen trabajo, pero ten cuidado —Indicó con tono monocorde y más bien bajo. Luego se relajó algo más. Miró a los lados por un instante.

—¿Qué tal tu regreso a Brontë? —.

El líder Darvenwish escuchó al muchacho, asintiendo a sus respuestas para mostrar conformidad. El chiquillo había estado haciendo un buen trabajo a fin de cuentas y apenas un año antes era un karnikarsh desbocado del que parecía no sacarse nada. Sin duda había un gran progreso, pero eso no era sorprendente: su equipo era lo mejor de lo mejor.

Por otra parte, un guerrero nuevo. Se preguntaba si se refería al aether que había llegado montando revuelo y que ni siquiera había escuchado la llamada. Al menos si aceptaba ser un peón frente a lo que les deparaba, sería algo útil.

Se tomó un momento de silencio, volviendo a mirar al frente, hasta que el piscis se dirigió de nuevo a él con una pregunta. Se giró para mirarlo con extrañeza, frunciendo ligeramente el ceño. Sin duda tenía la cabeza en otra parte.

—Oh, no, no, por supuesto. No te preocupes, no has hecho nada malo. Por un a vez —Se atrevió a bromear, haciendo emanar una leve sonrisa hacia el muchacho.

—Las cosas a veces se vuelven algo más complejas de la esperado, Silvanus. Pero no hay nada que no se pueda solucionar —Aclaró, recuperando parte de su sonrisa habitual, colocando su mano sobre el hombro del muchacho.

Lo miró mientras tanto y se fijó en sus rasgos, entornando los ojos. Sus facciones habían cambiado un poco y su gesto se había vuelto más adulto. Sin duda había crecido. Su carne rellenaba su piel ahora suave de nuevo, rellenando lo que antes eran huesos marcados. Subió desde su hombro hacia su cara, acariciando su quijada y su mentón. ¿Desde cuándo conocía a aquel chiquillo? Apenas era un enclenque de ojos saltones cuando se había rebanado la oreja izquierda y cuando él mismo lo había marcado con el látigo. Le repasó la cicatriz de la cara con el pulgar y luego pasó un mechón de pelo tras su oreja afectada, acariciando el trozo que faltaba. Por una vez se preguntó cómo podría haber sido la vida de aquel muchacho si no se hubiese hecho con él; si no hubiese querido devorar cada trozo de su dignidad e ingenuidad. Pese a todo siempre había considerado que lo había salvado. Si no hubiera sido él, habría sido otro. Otro que no llegase a tener piedad.

Se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos con una presión algo inusual. Aquella imagen del muchacho era cuanto él había construido a fin de cuentas.

—Silvanus... Ahora eres fuerte y sin embargo sigo viéndote enormemente susceptible. ¿Cuál es esa cualidad inherente en los seres como tú? —Susurró junto al muchacho. Pensó que, sin duda, algo estaba cambiado demasiado en sí mismo y aunque no le agradase hasta cierto punto, sentía una determinación desconocida.

El líder caeruleus atendió a las palabras del piscis nuevamente, sin añadir comentarios. Sin duda en su habla era más que notoria la existencia de sus lecciones. No dijo nada, se limitó a mirarlo con una sonrisa curiosa. No le parecía un comentario demasiado acertado, pero tampoco veía necesario el aclararlo.

En cuanto el muchacho comenzó a hablar, respondiendo a su pregunta, el líder confirmó que no quería realmente una respuesta, ya que ninguna iba a satisfacerlo si no se trataba de una deducción propia. El chico hablaba de adornos y belleza, pues no podía ver más allá, por supuesto. Él no se refería a aquello, era perfectamente consciente de su vida y su situación y, por mucho que el muchacho lo creyese, las cosas no eran tan sencillas como podían parecer la mayor parte de las veces. A fin de cuentas el piscis no dejada de ser un chiquillo encandilado y así debía mantenerse.

En cuanto acabó de hablar, el líder sonrió divertido y besó su frente.

—Me alegro de que desarrolles tus propias conclusiones, Silvanus. Lo más que puedes hacer por mí es continuar siendo de esta forma. No hay nada que deba decir, ni nada que tenga que ser escuchado. Los tiempo nos exigen y debemos aprovechar los momentos de descanso —Levantó su mentón, observándolo de nuevo, y acercó la nariz a su cuello para aspirar su aroma. Luego fue estrechando la piel entre sus labios hasta dar con el mentón. Sus manos acariciaron su espalda hasta sus caderas y movió su cuerpo para girarlos a ambos y apoyar al muchacho contra la baranda.

—Debemos aprovechar lo que nos brinda el presente, Silvanus. Esa es la belleza del mundo. Efímera y escurridiza —Mencionó, apretándose contra él y acercándose hasta rozar la mejilla del chico con su nariz.

El líder caeruleus amplió su sonrisa ladeada ante el gesto del muchacho. Seguían sin agradarle sus ligerezas, pero el gesto le había resultado entretenido.

—Todavía eres un novato para decir algo como eso. Te advierto que no deberías retarme tanto o te acabarás quedando con las ganas —Comentó con un tono apacible, pero sin un ápice de de duda o chiste.

Sintió al muchacho contra su cadera y respondió a la presión de forma automática, apretando también contra él. Bajó las manos un poco más, acariciando el cuerpo del muchacho hasta su trasero, hasta donde sus propias piernas le permitían llegar. ¿Qué era aquello?, pensó. ¿Qué eran aquel tipo de relación donde no se podía sacar ningún tipo de finalidad además del puro desahogo carnal. El placer por el placer. ¿Por qué le resultaba tan estimulante al hombre realizar un acto inútil a nivel especie? Apretó su carne un momento antes de ascender de nuevo ligeramente y sus pulgares perfilaron el borde del pantalón del piscis. El líder se acercó a su oreja y repasó la zona cortada con los labios.

Ascendió su mano derecha por el pecho del chico, mirando todavía al paisaje que estaba frente a ellos y le repasó los labios con el corazón.

—Sostenme esto —Indicó, apoyando su dedo en el centro de su labio interior para que le retirase el guante de la mano de los dientes.

Una vez tuvo su mano desguantada la volvió a bajar hasta la cintura del muchacho, introduciéndola bajo su camisa para acariciar su piel. Surcó su cuerpo ahora más relleno y fibroso y volvió a apoyarse en el borde de su pantalón.

—Sí que has mejorado mucho en estos meses —Comentó con una risilla suave. Luego introdujo la mano bajo su pantalón, sobre el muslo, acariciando el lateral de su pierna. —Esto es otra cosa... —Comentó entretenido. Apoyó su ceño en la cabeza del muchacho y aspiró su perfume.

El muchacho no tardó en reaccionar a las caricias del líder. Acarició su muslo durante un rato, sintiendo cómo la presión del pantalón aflojaba un poco en cuanto el chico se desabrochó la prenda. Deslizó la mano por su piel hasta su trasero, tirando de él.

—Ah, no, no, eso es una nueva regla... —Llevó su otra mano a la mano del muchacho donde sostenía el guante y se lo acercó a la boca, para que lo sostuviese de nuevo en la boca.

Luego bajó suavemente el pantalón del muchacho, dejando menos de la primera mitad de su trasero a disposición de la brisa, bajo la chaqueta del muchacho. Su cuerpo y ropa cubría al muchacho desde atrás con lo que la situación resultaba muy entretenida a su parecer.

Acarició con su diestra sin guante el fin de la espalda del chico, en un recorrido vertical ascendente y descendente.

Miró un momento hacia atrás, confirmando que nadie venía por el momento, ampliando su sonrisa.

Fdr: pausado

El líder disfruto del pequeño juego con el muchacho, ahondando a cada poco unos centímetros más bajo su ropa, sintiendo como su cuerpo iba disponiéndose de forma sutil y paulatina.

Su otra mano se coló también bajo la ropa del muchacho, acariciando con su guante su torso hasta su pecho y acariciando suavemente su cúspide sin frenar el recorrido de su mano desnuda sobre la piel del chico.

—Como te he dicho, debemos aprovechar aquello que la vida nos ofrece en cada momento. Tras la calma, vendrá la tormenta, con lo que no estará mal cederte algo de tiempo durante esta calma. Será una recompensa por tus esfuerzos —Su mano se coló bajo su pantalón hasta zonas más ocultas y se arrimó al muchacho para besar suavemente su cuello.

—Di, ¿quieres venir conmigo? —Preguntó con una sonrisa suave, con su cabeza todavía cerca del cuello del muchacho.

Sin duda todo lo ocurrido en Ignis me tiene sumamente preocupada y hoy, que tengo tiempo y teniendo en cuenta la hora que es, no estará de más que vaya a hablar con el líder Darvenwish para hablar largo y tendido sobre el tema. Al fin y al cabo, yo soy la representante de ese continente en este lugar y no quiero problemas de ningún tipo.

Le siento cerca de la balconada este, por lo que rápidamente y sin pensarlo mucho, desaparezco para hacerlo en la puerta del balcón. He notado otra presencia cerca, pero no le doy mucha importancia.

Error.

A los pocos segundos de aparecer, abro extremadamente los ojos y alzo las manos para darme rápidamente la vuelta, tan azorada como revuelta en ira.

FDR:

Spoiler:

-¡SINVERGÜENZAS!- chillo aún dada la espalda, con las manos tapándome los laterales de la cara, sin caber en mi de indignación.- ¡DEGENERADOS! - Chillo de nuevo, esta vez alzando las manos.- ¡VÍSTANSE AHORA MISMO!- Ordeno, rabiosa y roja como un tomate.


Se me ha olvidado todo lo que venía a hacer aquí.