Tejados

Rais asintió con un leve cabeceo al escuchar su nombre.

-Sí, Rais. -dijo mientras se alisaba los pliegues de la túnica- y no, aqui no parece que pase nunca nada nuevo. Todo está condenadamente tranquilo, empiezo a plantearme seriamente el empezar a lanzar bolas de fuego aleatoriamente para "caldear" el ambiente. - añadió, en tono de broma, aunque la media sonrisa que apareció en su rostro dejaba el espacio a la duda de si realmente se había planteado o no el emprender dicha acción.

Me hizo gracia su comentario aunque la sonrisa me hizo dudar un poco de si realmente lo iba a hacer... Reí un poco para aliviar la tensión.- bueno yo tampoco he visto nada nuevo...- Opté por omitir la parte de que directamente no había visto prácticamente nada que no fuera la sala de entrenamiento.- Pero supongo que es bueno...- Observé fijamente el bosque de Brontë.- Ya sabes, cuanto más se sepa más se acerca la batalla...- Decidí sentarme ya que tenía los miembros agarrotados por el entrenamiento y la escalada. Una vez acomodada estiré las alas y me acosté a admirar el cielo tranquilamente.

-Bueno, no se tú, pero yo he venido aqui por la batalla. Veo esto como una oportunidad de mejorar mis habilidades, nada más- comentó mientras él mismo se apollaba en la barandilla para echar un vistazo a los alrededores. - Lo que no puedo soportar es esta sensación de estar tirando el tiempo de forma tan banal.

Rais suspiró mientras continuaba mirando el paisaje, no es que lo estuviese apreciando de veras, pero tampoco tenía mucho más que hacer y la conversación calmaría un poco su hastío.

Fruncí el ceño ante su respuesta.- Pues yo no lo veo así... No debería haber batallas. - Me incorporé y lo miré fijamente.-
Si estoy aquí es para proteger lo que me importa y para conseguir que
el mundo sea un lugar tranquilo. Me da exactamente igual mejorar mis
habilidades con tal de que mis flechas maten al adversario y finalicen
con esto.- No podía entender como una persona quería entrar en una batalla, simplemente era una situación absurda.- Los enfrentamientos solo ocasionan muertes y destrucción... Cómo puedes querer ir ahí?- Le pregunté.

FdR: Lo siento pero voy a tener que irme y tardaré sobre una hora o así que mis padres quieren ir a comer fuera... u.u

-¿Que no debería haber batallas? - Rais negó con la cabeza, con media sonrisa - vivir es conflicto, ni siquiera podemos vivir sin eliminar otras formas de vida en el proceso. Nos alimentamos de vida y de destrucción, este hecho está visceralmente unido a nuestra existencia.

Rais se recostó con los brazos sobre la barandilla y se giró un poco para poder mirar a Thamerlein antes de continuar con su respuesta.

- La vida es conflicto - reiteró - sólo mejoramos por mediación del conflicto, a más intensidad y cantidad de este, mayor mejoría y, por supuesto, mayor posibilidad de ser destruido. El truco está en saber calcular las posibilidades de supervivencia y medir la ganancia posible. Además de eso... ¿Cómo puedo querer ir ahí? Bien, eso es simple. - hizo una breve pausa antes de continuar - dices que estás aquí para proteger, pero la protección que puedas ejercer sólo es efectiva en la medida en que tu propio poder y tus propias habilidades lo son, así pues, ¿Cómo no querer ir ahí? Si en el campo de batalla nuestras habilidades mejoran y nuestras habilidades es lo que empleamos para cumplir lo que anhelamos, la pregunta es, una vez más, ¿Cómo no querer ir ahí? - volvió a mirar los alrededores, acabado su cínico discurso, con media sonrisa de suficiencia asomando en su boca.

Miré mi pie derecho.- Sé perfectamente que no podemos sobrevivir sin matar algunas vidas.- Levanté la mirada.- Pero lo hacemos porque es necesario. Porque sino mueres, pero ¿a caso es necesario luchar? Me parece que estás equivocado Rais.- Le dije firmemente.- Es obvio que hay conflictos en el mundo y que no van a desaparecer, el ser humano crea conflictos porque no todos somos iguales, pero aún así no tienen por qué llegar hasta el punto de una guerra.- Me levanté.- Aunque surjan conflictos, se pueden solucionar sin recurrir a la guerra.- Levanté el brazo derecho y señalé todos los terrenos de Brontë.- Todo esto, ¿en serio vale la pena perderlo por un estúpido conflicto? Yo creo que no. Estoy segura de que no. La vida consiste en ser feliz, no en ser poderoso. Y eso es algo que muchas pesonas tendrían que aprender.

Apreté los puños cuando volvió a decirme que quería ir a la batalla.- ¿Pero cómo puedes desear eso? ¿Cómo puedes arriesgar tu vida y la de los demás simplemente por "mejorar habilidades"? Es cruel. Las personas sólo deberían luchar si es necesario.- Poco a poco fui levantando la voz sin darme cuenta.- ¡Y ahora es necesario! Yo no estoy aquí por gusto. Si pudiera me quedaría en casa, pero simplemente no puedo quedarme sentada viendo como la gente muere. Y si voy a luchar es porque tengo algo por lo que hacerlo, por un mundo mejor. Si muero en la batalla, quiero que sea por algo importante. No pienso arriesgar mi vida ni la de mis compañeros por algo tan banal como el progreso. - Cerré los ojos.- Las batallas...- Bajé la voz a mi tono normal.- Las muertes... no deberían tomarse a risa.- Abrí los ojos.- Y si eso no eres capaz de entenderlo creo que esta conversación no tiene sentido.- Empecé a caminar hacia Rais y cuando llegué a la barandilla, me apollé con mi mano derecha en ella y me puse en cuclillas sobre ella.- Ojalá algún día lo comprendas...- Murmuré. Desplegué las alas y salté al vacío.

*Se va*

FdR: Siento irme así pero creo que es un buen momento y como llevamos un par de días y hoy tampoco voy a poder pasarme...

Rais la siguió con la mirada mientras desaparecía en la caída, tras eso, volvió a mirar hacia el horizonte, no es que tuviera nada mejor que hacer.

*se queda*

Rais se giró al notar que alguien le tocaba. Frunció el entrecejo al ver que se trataba del Piscis y, acto seguido volvió a mirar hacia los terrenos de Palacio, retirando la mirada del Piscis.

- ¿Por qué iba a cansarme? Hay buenas vistas y hasta donde sé, no es que haya anda mejor que hacer por aquí. -comentó ensimismado mientras seguía mirando los terrenos que se extendían ante él. - Lo más probable es que vaya pronto de la biblioteca y me atrinchere allí hasta que haya algo de acción por aquí, pero visto lo visto, estaré en la biblioteca ad eternum... -Negó con la cabeza, desaprobador. Por alguna razón hoy no se sentía especialmente misántropo, sólo hastiado a secas.

-No entiendo el porque de esa necesidad de diversión. Además, no me gusta el agua, los líderes no me interesan en lo absoluto a no ser que alguno de ellos muestre interés por enseñar magia de forma totalmente desinteresada y todo lo demás que has dicho, exceptuando comer, que es algo necesario para seguir viviendo, me parece una completa estupidez infantil.

Rais siguió viendo hacia los terrenos, con la misma expresión inmutable en el rostro. Ni siquiera se inmutó cuando notaba que le tiraba de la manga.

-En cuanto a la biblioteca, en la biblioteca hay conocimiento y el conocimiento es poder. -dijo de forma mecánica, como si esas palabras "El conocimiento es poder" fuesen una suerte de oración para él.- No, no iré al lago, odio los lugares húmedos.

Ante su respuesta seca y desinteresada por ser mi amigo, suelot su manga con fuerza. - ERES UN IMBÉCIL- digo enfadado y dándome la vuelta ofuscado. -Cuando quieras ser mi amigo, no querré serlo de ti. Te vas a quedar solo porque eres un tonto y un borde. Si no quieres venir, me lo dices con buenas palabras - digo mordiéndome el labio inferior con rabia intentando aguantarme las ganas de llorar.

- Pues yo me voy.- sentencio enfadado. - Si te interesa, estaré en el lago, aunque no creo que quieras verme allí.

Me voy corriendo antes de empezar a llorar. Todo el mundo me trata como un tonto, y a veces, me dan arrebatos de furia y hoy, Rais, ha sido la víctima de mi rabia.

*se va*

FdR. LOOOOOL pobre silvio que tonto es por el amor de dios xDDDDDDDDDD jaja

Rais contempló indiferente como el Piscis se largaba corriendo. Después de desaparecer de su vista siguió viendo un par de segundos más antes de volver a ver hacia los terrenos.

-... -Siguió mirando a los terrenos.- ... - continuó así durante cinco minutos.

-¿Qué demonios ha sido eso?- dijo sin apartar la mirada del paisaje.

El chrysos subió a los tejados pasando por una de las ventanas que daban al exterior. Había estado encerrado en la biblioteca desde que se había despertado (hacia un par de horas, más o menos) y, tras haber leído diferentes libros que versaban sobre el tipo de gobierno de Ventus, había decidido salir a los tejados a tomar el aire.

Le gustaba ese sitio. Desde pequeño le habían gustado los lugares altos desde los que podía ver el pueblo o algún río o mar y con el paso del tiempo no había cambiado su gusto por esos lugares. Además, los tejados le parecían un sitio lo suficientemente tranquilo como para poder estar a solas en caso de que quisiese.

Nada más poner un pie en una de las tejas, sus ojos, que estaban ligeramente iluminados, se encontraron con una figura que no había visto antes: un hombre encapuchado que estaba situado a unos escasos centímetros del borde del tejado. El chrysos lo observó desde lejos, con la curiosidad en la cara, mientras se preguntaba quién sería. Dedujo que debía de haber llegado hacia relativamente poco porque no lo había visto antes y, al clavar sus ojos en su perfil, descubrió que el encapuchado se trataba de un flamma. Se preguntó, antes de alzar la voz, si sería parecido al estúpido de Rick Dehnel.

—Buenas noches... — murmuró, sin acercarse al extraño y con los brazos cruzados.

FdR. Ahora mismo Lyam tiene el pelo negro... xDU

Rais continuo un rato más mirando hacia los exteriores de Palacio, así llevaba todo el día, rememorando sucesos de su vida como si se tratase de un vídeo. Normalmente combatía esta situación mediante el estudio meticuloso o simplemente manteniéndose ocupado, pero hoy le invadía una suerte de melancolía extraña, que le provocaba un cansancio y hastío muy particulares. Había escuchado las palabras, pero las imágenes surcaban sus ojos, nada atentos al paisaje a gran velocidad y recordaba las conversaciones que en otras ocasiones preferiría poder olvidar en una especie de auto-tortura.

Finalmente, se giro un poco para mirar al recién llegado, le dedicó una mirada vacía, pues los recuerdos seguían llenándolo y su atención seguía puesta en ellos. Hizo una reverencia con perfecta etiqueta, que junto con la filigrana de su túnica evidenciaban su procedencia de una familia posiblemente acudalada en la que había recibido una educación envidiable.

-Buenas noches, caballero. - Dijo mientras inclinaba muy levemente la cabeza ante el recién llegado.

El chrysos arqueó las cejas al ver cómo el flamma le dedicaba una reverencia. Evidentemente, no le devolvió el gesto: nunca había sido (y nunca sería) un chico que respetase las normas de etiqueta. Prácticamente no las conocía (aunque sí sabía, por ejemplo, lo que era una reverencia y eso de que uno no puede poner los codos en la mesa porque queda feo) y él no era alguien de una familia educada, como si parecía serlo el flamma. Además, el encapuchado no era un líder o un noble, así que no veía necesidad de saludarle de una forma tan elegante. Lo que sí que hizo, sin embargo, fue dedicarle un gesto con la cabeza y una sonrisa torcida cuando el flamma terminó de hablar.

—Caballero me suena muy pomposo — murmuró con un deje jocoso en la voz —. Prefiero chico o algo así. Me pega más. — Ensanchó la sonrisa —. O al menos eso creo.

Dio un par de pasos hacia delante y se acercó al extraño, sin dejar de observarle. Hacia bastante que no hablaba con alguien nuevo (porque, definitivamente, lo que había pasado en el lago con aquel tipo no podía considerarse una conversación. O al menos una en condiciones), así que sentía una extraña curiosidad recorriéndole. ¿Cómo se llamaba? ¿Por qué había ido a Brontë? ¿Llevaba mucho tiempo allí? ¿Con quiénes se había encontrado? Demasiadas preguntas, pensó mientras miraba de reojo el borde de los tejados. Luego alzó la vista y la clavó en el encapuchado

—Bonita noche, ¿huh? — dijo. Sonrió —. Soy Lyam, por cierto — Ensanchó la sonrisa —. Y, eh... ¿Puedo saber con quién tengo el placer de hablar?

-Lyam, ¿eh? He oído hablar de ti. -dijo en tono de voz neutro mientras se giraba para encarar frontalmente al recién llegado. Ni su actitud ni su rostro habían cambiado. Sentía mucha curiosidad por Alehyss, pero este no era un momento en el que él estuviese siendo el mismo, los recuerdos seguían flotando en su mente y él les estaba prestando la mayor parte de su atención. En otra ocasión lo más probable es que interrogase al sujeto que tenía ante él con mucho tiento y sutileza, tratando de vislumbrar los hilos que conformaban su voluntad, pero en el momento actual Rais estaba mentalmente agotado, así que le prestaría atención y trataría de sacarle algo para poder luego tener algo sobre lo que trabajar, pero poco más.

-Mi nombre es Rais, soy un erudito que ha llegado hace relativamente poco a Palacio, es un placer conoceros - dijo mientras miraba al Chrysos, analizándolo mientras extraía conclusiones de cada gesto y palabra pronunciada. Que no le dedicase toda su atención no quería decir que no le dedicase una parte de la misma y a Rais se le daba bien hacer varias cosas a la vez, al menos, en lo que a procesos cognitivos respecta.

Respiraba con mucha lentitud y transmitía una sensación de calma, pues exteriormente, eso es lo que se apreciaba: Calma y neutralidad. Interiormente, Rais encontraba un sentimiento un tanto más angustioso, pero no es que fuese a contárselo a nadie.

Las primeras palabras del flamma hicieron que, durante unos segundos, su sonrisa se difuminase. ¿Había oído hablar de él? ¿Por qué? ¿Por quién? No le gustaba que el encapuchado hubiese sabido de su existencia antes que él de la suya. Y le gustaba aún menos que no hubiese dicho quién le había hablado de él. Su relación con los diferentes miembros de Palacio variaba demasiado dependiendo de la persona, así que la visión que el flamma tendría de él podría ser o bien la de alguien como Alexander, con el que compartía un odio casi irracional, o la de alguien como Hewina, con la que, por lo general, tenía una relación bastante agradable y amigable.

—¿Has oído hablar de mí? ¿En serio? — preguntó, recuperando la sonrisa que hasta hacia unos segundos había adornado su rostro —. Menuda sorpresa. No esperaba que fuese tan popular...

Y sabía a ciencia cierta que no era tan popular, así que tenía un motivo más para saber quién demonios le había hablado al flamma de su existencia. A pesar de esto, decidió que podría dejar el tema aparte durante unos segundos cuando volvió a escuchar la voz del encapuchado de nombre Rais. No era que fuese olvidarse del tema (porque quería saber quién demonios había sido), pero podía prestar un poco de atención a un tema que no iba con él.

Esbozó una enorme sonrisa.

—Erudito, ¿huh? ¡Qué interesante! — exclamó, mirando al flamma de reojo —. Es la primera vez que me encuentro con alguien que se define a sí mismo como un erudito, así que supongo que tu nivel de conocimientos será amplisimo — Rió —. ¿Hay algún campo que te interese más que otro o cómo va eso? Yo, por mi parte, apenas sé cosas— Se encogió de hombros —, pero me interesa la historia — Asintió un par de veces —. Me parece interesante, no sé muy bien por qué.

Eso último era, por supuesto y sin ninguna duda, mentira. A pesar de que estuviese leyendo libros de historia todos los días, la historia le aburría, no le parecía interesante.

A Rais no se le escapó el cambio de expresión en el rostro de su interlocutor. De hecho, eso era exactamente lo que buscaba en su rostro cuando mencionó que había oido hablar de él.

Los recuerdos seguían llenando su alma de ese sentimiento extraño que le hacía sentir vacío, como si fuese un cascarón. Las imágenes, las palabras, perdían fuerza cuanta más atención dedicaba a su interlocutor, pero él no quería perder ese sentimiento. No era algo que le hiciese sentir bien, pero era algo que le hacía sentir su propia existencia, justificarla, así que se aferró a ello a pesar de dedicarle su interés al Chrysos.

-Sí, Alehyss te mencionó en un par de ocasiones. Se ve que tienes interesada a esa muchacha -Dijo esperando, con un poco de suerte, leer un nuevo cambio en el rostro de su interlocutor. Sin embargo, no dió muestras de ello, soltó la oración con aire despreocupado, como si el asunto no fuera con él y no le diese mayor atención. Rais consideraba que cada ser vivo con el que se había topado tenía todo un conjunto de hilos que, si uno era lo suficiente perspicaz para vislumbrar, podría tirar de ellos. Eso era el poder reducido a su esencia, mediante la voluntad individual forjar las oportunidades que uno podría aprovechar a posteriori o a priori, según la ocasión.

-Sí, soy un erudito, trato de adquirir todo conocimiento útil que pueda. Pero me interesan especialmente los campos de la magia, la física y la metafísica. -explicó mientras se alisaba los pliegues de la túnica, disimulando un poco el nivel de atención que prestaba al rostro de su interlocutor.

Al escuchar las palabras del flamma, el chrysos parpadeó y alzó las cejas, para luego soltar una sonora carcajada. No se esperaba que fuese a decirle con quién había estado hablando de él tan rápido. Sin duda, eso le cogió un poco por sorpresa porque se esperaba otra cosa. Lo que no le cogió tanto por sorpresa fue que fuese Alehyss la que lo hubiese mencionado delante del flamma. Por un lado, la respuesta era bastante obvia teniendo en cuenta que, de alguna forma, la chrysos y él eran bastante parecidos (al menos en el terreno de la desconfianza). Pero por otro, uno más pequeño, no se había parado a pensar que el flamma hubiese estado hablando con Alehyss. Había esperado (ni sabía el motivo ni quería saberlo) que la chrysos no iría hablando de él por el primero que pasase. A fin de cuentas, él no le había hecho ninguna pregunta impertinente y...

—¿Alehyss? ¡Vaya! — Clavó sus ojos en los del flamma, centrándose en su conversación, y esbozó una amplia sonrisa —. No esperaba que estuviese tan interesada en mí — Suspiró y se encogió de hombros —. Aunque, bueno, no es que sea la primera vez que me pasa... — Rió —. Ya sabes...

Sonaba estúpidamente egocéntrico. Lo sabía y tenía asumido que el encapuchado acabaría pensando que tenía un ego enorme, pero no le importó demasiado. A fin de cuentas, él no se había definido como erudito y no había nada más egocéntrico (en su opinión) que describirse como erudito.

—Deduzco, entonces, que eres un mago, ¿no? — preguntó —. Si estás interesado en la magia, dudo que seas un guerrero. Aunque, ¡quién sabe!, a lo mejor eres un guerrero que quiere aprender magia.

Se encogió de hombros y sonrió.

-Lo cierto es que cuando era joven recibí instrucción militar, pero era demasiado manazas para ello. Aprendí lo básico y lo cierto es que no llegué a progresar mucho más allá en lo que a armas cuerpo a cuerpo respecta, además, nunca fue un campo que me interesase demasiado. -comentó despreocupado. - Pero sí, lo que me interesa de verdad es la magia, aunque me resulta problemático encontrar el conocimiento que busco al respecto.

Rais sacó sus propias conclusiones de las reacciones de su interlocutor, el mantuvo la calma y la neutralidad en su expresión. Decidió dejar el tema de Alehyss, que hablase él de ello si tenía interés, y, si lo tenía, él lo tendría en cuenta.

El chrysos asintió un par de veces mientras escuchó con atención las palabras del flamma. Tal y como había supuesto, el interés del encapuchado se centraba en la magia y no era un gran guerrero. Más bien, parecía casi todo lo contrario: según sus palabras, sabía lo justo y necesario a pesar de que había acudido a una escuela especializada donde, en principio, debía haber tomado nociones más amplias en lo que a combate armado se refería.

—¿Qué clase de conocimiento buscas? — inquirió, con una no tan fingida curiosidad como la que había empleado en su anterior pregunta —. ¿Hay alguna rama de la magia que te interese más que otra o es que, en general, apenas hay datos de ella?

Aquel pequeño dato que había dado casi al final de su respuesta había despertado la curiosidad el chrysos. Él no entendía demasiado de magia, pero aquello podía resultar interesante. Quién sabía, a lo mejor la llegada del flamma a Brontë estaba ligada con su deseo de conocer más sobre alguna rama mágica particular. Y, en caso de que no estuviese relacionado, aquello siempre servía para conocer mejor a los alumnos que era, en principio, una de las cosas que él debería hacer.

-Lo que busco probablemente esté prohibido, nadie lo haya estudiado y documentado o, más probablemente, sería imposible de realizar. Además, no pretendo aburrirte con las sutilezas de mi Arte, - dijo, mintiendo descaradamente habida cuenta la explicación que vendría a continuación.- pero para que lo entiendas, pretendo mediante el estudio de la esencia mágica alcanzar conocimiento práctico sobre la trascendencia y la relación que esta guarda con la realización de procesos de conversión de la misma aplicados sobre un medio tangible o material con el objetivo de subvertir la realidad bajo la voluntad individual alterando la esencia de los procesos vitales de los individuos objetivo mediante la canalización de energía creando rutinas de autoalimentación y soporte autómatas con capacidad de procesamiento atados mediante un vínculo de Psique unidireccional que permita la variación de las subrutinas de comportamiento, siendo el objetivo un ente previamente trascental que a posteriori se degradó a un estado material con posibilidad de alteración.

Lo dijo todo manteniendo el mismo tono de voz, pero sus ojos brillaron con el fuego de la determinación mientras hablaba de aquello que captaba su más profundo interés y mientras hablaba sus recuerdos recorrían vertiginosamente su mente y notaba como la magia bullía en su interior, con la imperiosa necesidad de liberarse. Se había esfumado ese sentimiento de vacío, ahora estaba lleno, hablar de ello siempre le llenaba. ¡Cuánto lo ansiaba! "Es cuestión de tiempo" se repetía a sí mismo, mientras ahora, en su mente repasaba todos los libros sobre las artes arcanas que había leído hasta la actualidad. Casi notaba como su puño se cerraba ante el conocimiento que tanto ansiaba. Casi... pero tal vez fuese imposible, tal vez ni siquiera existiese...

Rais se había olvidado por completo de Alehyss.

El chrysos observó al flamma mientras este hablaba. Se esforzó por mantener la atención centrada en las palabras del encapuchado y, pese a que sí que consiguió (con esfuerzo, eso sí) escucharle durante todo ese tiempo (sin pararse un segundo a pensar en lo alto que estaban o algo así), no entendió casi nada de lo que había dicho. Sí que captó, no obstante, cómo se refería a la magia como las sutilezas de su arte y que ya había presupuesto que no iba a entender nada, además de que todo aquello parecía complicado, raro y poco legal.

El chrysos alzó ambas cejas y forzó una sonrisa.

—Eso suena poco legal y parece que si quisieses dominar el mundo, o algo así... — Rió —. Aunque, bueno, en caso de que ese sea tu objetivo, no me extraña que no haya nada en los libros — Clavó sus ojos en los del flamma —. ¿Mi interpretación ha sido correcta o se ha acercado o me he equivocado mucho...?

Lo más probable era lo segundo porque no había entendido nada de nada, pero, ¡quién sabía!, a lo mejor el flamma se lo decía de una forma más clara si se lo preguntaba.

-No, no. Dominar el mundo no, al menos no en un contexto político -dijo en tono didáctico, repentinamente- Dominar el mundo, desde un punto de vista metafísico, sí, esto es, imponer mi voluntad sobre el paradigma de la existencia para alterar el balance factorial de los sucesos en una configuración manipulable de beneficio directo, esto es, por ejemplo, esto.


Rais abrió la palma de una mano y dijo "Flagrare" apareciendo sobre su palma abierta una perfecta esfera de fuego, que iluminó su rostro repentinamente, la Luz podía resultar violenta debido a su aparición tan repentina, el Flamma entrecerró los ojos hasta convertirlos en dos rendijas que apenas dejaban colarse la Luz, tras esto, lanzó la espera hacia la bóveda celeste.

-En este caso, he hecho aparecer una esfera ígnea en mi mano, el control elemental del fuego parece intrínsecamente ligado a mi raza, sin embargo, de lo que yo hablo es de manipular la esencia de la magia con un mayor grado de maestría para poder alterar la realidad a voluntad de forma conveniente y con un mucho mayor grado de libertad y posibilidades, es decir, por ejemplo, manufacturar un bloque de piedra para convertirlo en una mesa, variar la estructura mental de alguien, alterando sus pensamientos. Vislumbrar lugares espacialmente alejados sin necesidad de emplear los ojos, torcer el tejido de la realidad uniendo dos puntos del espacio entre sí sin importar la distancia que los separe... Etcétera.

-Si me lo preguntas a mí, sí, esto supone "dominar el mundo" al menos a efectos prácticos. Mi intención es poder materializar cualquier idea o pensamiento que cruce mi mente y estoy bastante seguro de que mis capacidades son más que suficientes para obrar estos prodigios, sin embargo mi acceso a datos de estudio adecuados para que mi avance en estas lides sea uno con el que yo esté satisfecho parece altamente limitado por la ignorancia de mis colegas. - comentó esto último con tono de fastidio.

-En cuanto a si es o no legal... -Rais se encogió se hombros- Atravesar a un hombre con una espada no lo es, pero en la guerra nadie te pregunta si se lo haces al otro bando, así que creo que es totalmente indiferente este aspecto. Por eso he venido aquí.