Tejados

- AJAJAJJAJAJAJA DEBERRRÍAS HABERR VISTO TU CARRA AJAJAJAJAJAJA

Me limpio una lágrima y sigo riendo. Un minuto después, tras conseguir mediocalmarme, una sonrisa asoma bajo mi barba.

- Buenas tarrdes jeje Lyam Je... Je. ¿Cómo te encuentrras?

Forzó una sonrisa al escuchar las risas del jefe parvus. Se imaginaba la cara que había puesto y no le hacia gracia. Ni una pizca.

Guardó las manos en los bolsillos de su chaqueta y se alejó del borde de los tejados. Luego, cuando estuvo a una distancia prudencial de allí, miró al líder parvus, que parecía sonreír.

—Pues... La verdad es que bastante bien — Torció una sonrisa. Si no hubiese sido por el susto que le había dado, estaría mucho mejor —. Aunque, señor, si le soy sincero, creo que estaría mejor si no hubiese estado a punto de caerme. — Permaneció unos segundos en silencio. Luego se animó a preguntar —: ¿Y usted, señor? ¿Cómo se encuentra?

- Jejeje...

Limpio una última lágrima y, ahora ya sí, le preto atención.

- No te prreocupes que te hubierrra cogido en brrazos como a toda una prrincesa antes de perrrmitirr morrrir a un guerrrero de mi bando.

Lo escruto sonriente, esperando ver alguna reacción digna de investigar. Pronto su pregunta me hace elevar ambas cejas.

- Yo estoy bien, grracias. Algo aburrrido, perro menos grrracias a ti. Estaba tomándome un descansillo.

Torció aún más la sonrisa y asintió.

—Me alivia saber eso, señor — dijo, con los ojos clavados en los del líder. Luego dejó escapar una suave carcajada —. Aunque intentaré no caerme ni nada parecido si vuelve a... — Chasqueó la lengua —... Sorprenderme de esta forma...

Dejó la frase en el aire y escrutó al parvus. No había tratado mucho con él (de hecho, esta era la segunda vez que lo veía), pero le parecía bastante cabrón. Sonriente y aparentemente agradable, pero cabrón. Cuando respondió a su pregunta, alzó ambas cejas y esbozó una amplia y falsa sonrisa.

—Oh, me alegra que gracias a mí ya no esté tan aburrido, señor. — Ensanchó la sonrisa —. Supongo que, como líder que es, debe de estar bastante ajetreado investigando, lo cual, imagino, debe ser bastante tedioso... Así que... — Chasqueó la lengua —. Supongo... que es un placer que haya decidido acompañarme para... Entretenerse...

Frunció ligeramente el ceño. ¿Aquello que acababa de decir tenía algún tipo de cohesión...? Ni tan siquiera sabía cómo dirigirse al líder...

Lo miro apacible.

- No te lo tomes a mal ajajaja. Simplemente me ha hecho grrracia, perro ha sido una chiquillada. No te lo tomes tan a pecho. Si uno hace brromas toda su vida no se marrrchita.

Me vuelvo hacia el borde de los tejados y miro hacia abajo con cuidadito. Un escalofrío me recorre.

- Odio las alturras, Lyam. Me hacen sentirrme más pequeño y me dan mucho miedo.

Me vuelvo hacia él, entusiasta, y sonrío.

Suspiró y asintió al escuchar el primer comentario del parvus. No dijo nada más, porque no quería seguir con el tema, y lo observó en silencio. No sabía ni qué decirle, ni cómo dirigirse a él, así que esperó a que él hiciese algún comentario. Cuando lo hizo, alzó ambas cejas. La confesión del líder le había tomado por sorpresa. Si odiaba las alturas, ¿qué hacía en los tejados?

Avanzó hacia el borde y, una vez allí, flexionó el tronco para observar, de nuevo, la distancia que le separaba del suelo. Esbozó una sonrisa jocosa y, tras erguirse, miró al jefe parvus de soslayo, antes de escrutar el paisaje.

—Me sorprende lo que me dice, señor. Cualquiera lo diría teniendo en cuenta que se encuentra aquí, en los tejados...

Dejó la frase a medias y frunció ligeramente el ceño al ver a Alehyss Lester sola en los jardines. Esbozó una amplia sonrisa y, tras pensarlo durante unos segundos, decidió que podía llamarla para que subiese. Si estaba sola... ¿por qué no hacerlo?

—A... ¡¡Alehyss!! ¡¿Qué haces ahí, sola, en los jardines?! — exclamó, sonriente —. ¡¿Por qué no subes?! ¡Hay unas vistas geniales y, además...!

Calló de pronto. En los jardines acababa de aparecer, de entre todas las personas del Palacio, Silvanus Kettleburn. Tragó saliva. Dejó escapar una risa nerviosa. Maldijo por lo bajo. ¿Por qué, de entre todos los alumnos, tuvo que aparecer la única persona a la que le había dicho, cometiendo un grave error, que tenía miedo a las alturas? ¡¿Por qué?! Se pasó una mano por la nuca, y volvió a tragar saliva. A lo mejor no se acordaba... Y si no se acordaba, no tenía que decirle a Alehyss Lester que le había mentido... ...

¿Pero y si se acordaba...?

—Mierda... — murmuró, para sí.

Me asomo junto a Lyam al ver que llama animadamente a Alehyss Lester. Mi barba tiembla un poco del miedo al verse tan cerca del abismo, pero la curiosidad me puede. Sin embargo, la llamada del chrysos cesa cuando aparece Silvanus Kettleburn, otro agradable muchacho, y lo miro curioso. ¿Odia al chico o hay algo más?

Varío mi punto de vista, mirando a Lyam y a Lester junto con Kettleburn alternadamente.

- ¿Qué pasa? ¿Ella te gusta o es que odias al piscis?

Sonrío.

¿O hay algo más?

Frunció el ceño y se acercó un poco más al borde, como si pensase que, haciendo eso, podría escuchar algo de la conversación entre ambos. Evidentemente, no podía escuchar nada (y eso ya lo sabía), pero, aún así, permaneció en esa posición durante un buen rato. ¿De qué estarían hablando? ¿Estarían hablando? ¿Sí? ¿No? ¿Se acordaría el piscis? Se pasó ambas manos por la frente y se echó el flequillo hacia atrás.

Miró entonces al jefe parvus, que acababa de hablar, de soslayo.

—¿Qué...? — Frunció el ceño. ¿Esas eran las dos únicas opciones que le daba? Negó con la cabeza —. No... A... A ver... Es sólo que... Tengo que... Explicarle... Una cosa... Porque creo que... — Chasqueó la lengua —. Hay un malentendido... Creo, porque no puedo escuchar lo que dicen. — Resopló —. A ver... Es sólo que... Creo que tengo que explicarle algo a la chica, a Alehyss... Porque, verá, creo que el piscis y yo hemos tenido un malentendido...

Tomó aire. Volvió a clavar su vista en el piscis y en la chrysos. Por Mithos... ¿Y si le decía que era un mentiroso pensaría ella de él? Ya le llegaba con que Alexander lo creyese...

—¡¡PUEDO EXPLICARLO!! — gritó —. ¡¡En serio!! ¡Ha sido un malentendido! ¡¡Sea lo que sea que crees, Alehyss, es un malentendido!! ¡¡Y lo mismo para ti, Kettlenburn!!

Se llevó las manos a la cara. Suspiró. Podía explicarlo, pero no podía hacerlo si ellos seguían en los jardines y él en los tejados. Miró al jefe parvus. Esbozó una torpe sonrisa.

—Señor, ha sido muy agradable estar con usted durante este tiempo, pero tengo que solucionar unos asuntos. Espero, de verdad, que podamos volver a hablar otro día, en otro lugar que le agrade más. Ahora, si me disculpa, voy a... Hablar con ellos.

Se despidió con un gesto de la cabeza y, después, abandonó, con prisas, los tejados.

*se va XDDDDD*

FdR. mi reputación muriendo O___O *run bitch run*

Enarco las cejas. ¿Qué estará pasando? Observo al chrysos irse y suspiro. Parece que nadie me lo va a querer explicar.

- Yo soy un hombrrre muy currioso, ¿sabes? -digo cuando ya nadie puede oírlo.

Ya sea mal de amores o algo más...

*desaparece*

Subo a los tejados para tomar un poco el aire. Cierro los ojos en cuanto llego, sintiendo la brisa moverme el pelo. Es agradable. Dedico entonces un par de minutos a mirar a mi alrededor, esperando ver a Silvanus en algún punto del horizonte, de forma que pueda hablar con él, pero no tengo esa suerte. Finalmente me siento sobre las tejas y me apoyo sobre las manos para mirar hacia el cielo.

- Debería hablar con Jager...-digo para mí.

Tras unos segundos de silencio me recuesto y cierro los ojos. Debo, además de ver a Silvanus, conocer al tal Zacharyas para zanjar el asunto que me comentó Lyam.

*se queda*

Subió a los tejados para tomar el aire. Se había pasado la mañana en la biblioteca, por lo que había decidido que no sería mala idea alejarse un rato de los libros. Al llegar, dio un par de pasos, acercándose así al borde, y se encontró con Alehyss. La observó en silencio durante unos segundos, pensando en qué debería decirle. ¿Seguiría enfadada o no...?

—Buenas tardes... — murmuró.

Abro los ojos al oír su voz. Ni siquiera hago un esfuerzo por levantarme; solo muevo un poco la cabeza hacia arriba para poder mirarlo sin incorporarme en absoluto y guardo silencio unos segundos.

- Qué casualidad... -digo al fin-. ¿Qué haces tú por aquí?

Preferiría que fuera Silvanus, porque al piscis SÍ tengo algo que preguntarle.

Esperó a que la chica contestase, con la vista clavada en las tejas. Cuando lo hizo, clavó sus ojos en la figura de la chrysos y se encogió de hombros.

—Pues tomar el aire... — Se pasó una mano por el pelo y chasqueó la lengua —. Supongo que tú haces lo mismo... ¿No?

Guardó las manos en los bolsillos y dio un par de pasos hacia el lugar donde estaba tumbada la chica. La miró.

Me tomo mi tiempo para responder, no vaya a ser que crea que me lo paso en grande o tengo tremendas ansias por seguir.

- Pues, la verdad... -comienzo- es que estaba pensando. Me gusta más hacerlo al aire libre, a veces. El aire me despeja, y con suerte nadie me molesta.

Lo miro de reojo y luego devuelvo mis ojos al cielo. Las nubes parecen poco interesantes hoy.

Suspiró. La chrysos estaba tan borde como la última vez que se habían visto, tomándose su tiempo para responder y enfatizando sutilmente su deseo de soledad.

Chasqueó la lengua y se pasó una mano por el cuello. ¿Le había escuchado cuando se había disculpado con ella o, por el contrario, no había llegado a oírlo? Sea como fuere, podía aprovechar que estaban solos para disculparse. Y luego ya se iría. Había un montón de sitios en Palacio donde tomar el aire.

Se acercó a la chica y la miró a los ojos.

—Mira... Siento mucho, mucho haberte gritado el otro día — murmuró —. No quería hacerlo, en serio... Ni tan siquiera sé por qué me tomé tan mal tu comentario. No tenía motivos para gritarte... — Chasqueó la lengua de nuevo —. Lo siento. En serio. Siento haberme comportado como un borde estúpido...

Desvió la vista. Con lo que le costaba a él disculparse... Y ya lo había hecho dos, DOS veces por el mismo motivo.

Lo miro de reojo. Es cierto que estoy molesta con él, pero dudo seriamente que él sepa la razón, pues no es culpa suya. No directamente, al menos. Lo que me molesta de él es que me cae bien, y no debe ser así.

Me yergo un poco, sentándome.

- No es necesario que pidas perdón con tanta facilidad. No somos una pareja que deba excusarse por todos los problemas causados, por ínfimos que sean.

Muevo un poco los hombros, alternando entre uno y otro, notando el crujir de alguno de mis huesos.

- Así que no te preocupes, no voy a guardarte rencor por un par de gritos.

Estoy siendo parcialmente sincera. Debería agradecérmelo.

Observó cómo la chica se sentaba y escuchó en silencio sus palabras, con las manos aún guardadas en los bolsillos.

Cuando terminó de hablar, reprimió una risa. Pedir perdón con tanta facilidad... Si ella supiese lo que le costaba pedirle perdón a la gente... Pero, claro, no podía saberlo porque, curiosamente, con ella se había disculpado ya dos veces (tres contando la vez que "discutieron" en el observatorio). Si no le cayese bien (y si no le siguiese pareciendo interesante), no se hubiese disculpado.

—Me alegra que no me guardes rencor — murmuró, con un deje jocoso en la voz —. Con lo que me cuesta pedir perdón... — Sonrió —. ¿Quieres que me vaya ahora...?

Demasiado caballeroso. No me gusta tanto que sea caballeroso; lo prefiero más interesante y menos Dehnel... Aunque lo que yo prefiera tampoco importa, porque todo el roce a mayores que pudiéramos tener lo hemos tenido ya.

- Quédate si quieres. Estás tomando el aire, ¿no? Pues quédate.

Inspiro profundamente. Ojalá me hubiera encontrado a Silvanus, que tengo demasiado trabajo como para dedicarme al "ocio".

Sonrió jocoso y se encogió de hombros.

—Pues me quedo entonces...

Le dio la espalda a la chica y se acercó al borde del tejado, todavía con las manos en los bolsillos. Flexionó ligeramente el tronco y observó el espacio que le separaba del suelo (y, con ello, el suelo también). Luego torció el cuello y miró a la chica, sonriente.

—¿Qué tal has estado...?

- Bien -respondo seca.

Parece que ya empezamos con las conversaciones cordiales que solo pretenden llenar silencios incómodos. Me niego en rotundo a empezar a hablar del tiempo o algo peor...

- He estado ocupada estos últimos días, así que no me he aburrido -. Pero no le voy a contar lo que he visto en la sala común, ni nada parecido-. Si encuentras a Silvanus dile que quiero verlo, ya que estás. Que últimamente nunca coincido con él.

Me pareció oir voces que venían del tejado. Ya tenía el brazo bien, así que me las apañé para subir a estos. Entonces desde lejos vi a Lyam y a Alehyss, de quien provenían las voces.

Los miré unos segundos y llegué a la conclusión de que si estaban por aquí sería por que querrían hablar e privado, por lo que me dispuse a bajar... pero por desgracia una de las tejas que pisaba se soltó, haciendo que gritase y me cayese de culo. Hoju se asustó y comenzó a hacer ruiditos alterado, como si me preguntase si estaba bien todo el rato.

"Bien... más discrepción imposible", pensé mientras me ruborizaba.

"Hola chicos...", les dije mientras me acariciaba la espalda.

Asintió un par de veces.

—Si lo veo, se lo comentaré. Pero tampoco creas que coincido demasiado con él.

Observó a la chica en silencio, preguntándose qué podría decir para llenar el silencio. Por suerte (o no), el ruido de alguien a caer hizo que desviase su atención hacia la recién llegada. Hewina, la claritas, acababa de llegar (y de caerse) a los tejados.

El chrysos se alejó del borde, acercándose al sitio donde estaba la chica. Cuando llegó, le tendió una mano.

—Menudo golpe... — Sonrió —. Buenas. ¿Te encuentras bien?

Miró a la chrysos de reojo.

Nuestro grato encuentro es, por suerte, salvado por la repentina y trágica caída de Hewina. Me pongo en pie para no parecer maleducada y, puesto que Lyam se me adelanta, me acerco también a ella, pero sin tenderle la mano. Es suficiente con que uno de los dos lo haga.

- ¿Te encuentras bien? -pregunto a la chica, sin alarmarme-. Menudo lugar eliges para caerte -. Esbozo una sonrisa sesgada-. Un poco más abajo y no creo que ni el heroico Lyam pudiera salvarte.

Lo miro de reojo. ¿Estoy siendo, quizás, demasiado desagradable? No pienso disculparme, pero sí quizás debería moderarme un poco...

O quizás no.

Los chrysos se apresuraron en llegar a donde estaba.

"Sí, tranquilos, estoy bien...", les respondí a ambos mientras me levantaba, ayudandome con la mano que Lyam me había tendido. Entonces escuché los comentarios que Alehyss hizo a seguir, y no pude evitar sentir un leve esalofrío.

"Ya... he tenido suerte...", comenté mirando el borde de los tejados de reojo, pero decidí no darle más alarmismo al tema para no sentir más avergonzada aún. No obstante me pregunté a qué venía eso de "heroico Lyam".

"Bueno, siento haberos interrumpido. Es que había oído voces y eso... pero bueno, yo ya me iba...", les dije con una sonrisa nerviosa.

Asintió al oír el primer comentario de la claritas y, cuando esta se puso en pie, retiró la mano. Escuchó, entonces, las palabras de la chrysos y no pudo evitar esbozar una sonrisa jocosa. Giró el cuello, para mirar el rostro de la chica, y rió. Luego le pasó una mano por el pelo, revolviéndose. (fdr. no preguntéis xD)

—Qué graciosa...

Se volvió hacia la claritas y guardó las manos en los bolsillos. Sonrió y escuchó lo que decía en silencio. Cuando miró al borde, giró el cuello y clavó sus ojos en ese punto de los tejados, al tiempo que ensanchaba la sonrisa. Luego volvió a mirar a la chica y negó con la cabeza.

—No te preocupes, mujer. No interrumpiste nada — murmuró —. Quédate si quieres.