Cascada

Esa vez sí ha sido más fría. Johan se da cuenta. ¿Quizás ha estado fingiendo hasta el momento? No lo tiene claro. No sabe tanto de ella, a fin de cuentas. Pero sí que lo ha notado esa última vez. Le da las noches, de todas formas, con una sonrisa extraña. Para colmo. Para hacerlo todo un poco más frívolo. Aunque no lo sea.

Cuando se ha ido Johan nota un nudo extraño en el estómago, todavía. Como si lo juzgase, mirándolo fijamente a los ojos.
Se enciende un cigarro, con calma.

"Vaya mierda", piensa, para sí. ¿Y cómo iba a pensar para otro? Quizás con algún hechizo de por medio.
Se va tranquilo, de todas formas. No ha pasado algo tan grave, a fin de cuentas. ¿No?

Una noche fantástica. Eso Ben lo tenía claro, desde luego. Una noche de las que nadie, o nadie que ella conociera, podía quejarse. O quizás sí. La gente era muy tiquismiquis, y habría quien encontraría desagradable algo. Ben, sin embargo, no podía imaginar qué. No encontraba excusa alguna de la que quejarse.

La cascada creaba ruidos que amortiguaban todo lo demás. Ben lo disfrutaba. Era como meterse debajo del agua y abrir los ojos. La misma sensación en los oídos. Un estruendo constante que le impedía oír mucho más. Y, con los ojos cerrados, tumbada boca arriba sobre una roca, se dejaba arrullar por el ruido ensordecedor. Quizás acabase por quedarse dormida si seguía mucho más así.

*Se queda*

Un paseo junto al río con Thor, mi macho favorito, es de lo más romántico. Y estoy por dar la vuelta al llegar a la cascada, pero ¿por qué? Si no estamos solos. No tardo en distinguir a Retales sobre una piedra, tumbada, seguramente muerta. Vaya un sitio para echarse a dormir.
Bueno, no estoy yo como para criticar a nadie, realmente.

-Yey-. Alzo una mano al saludarla y la dejo levantada para que la vez cuando mire. La otra va en el bolsillo-. ¿Qué clase de meditación es esa? ¿Flotarás si te concentras más? -inquiero curiosa, burlona.

Cococó, Thor. Eso es. Cococó.

Ben sonrió primero. Quizás la cascada ahogase los sonidos, pero no tanto como para no distinguirlos a ellos. Acabó por abrir un ojo y buscarlos con la mirada, y el localizarlos solo consiguió hacerla sonreír un poco más. Con cierta pereza, se estiró y se incorporó en la piedra, entre risueña y somnolienta.

-Ah, los amos de la noche salen a patrullar el territorio -apuntó, divertida-. No te hará tanta gracia cuando flote de verdad. Por ahora sé desaparecer. ¿Por qué no iba a ser lo siguiente flotar?

De un impulso, se levantó y se estiró de nuevo. Luego se agachó otra vez, pegando casi las rodillas a la cara.

-¡Thor! ¿Vienes? ¡Ven! -llamó.

Los amos de la noche. Me gusta cómo suena, desde luego. y es lo que somos, a fin de cuentas. O algo así. Nosotras sí, al menos. O yo. Que ella tiene unos horarios más raros.

-Bueno, dicho así tiene sentido. No es descabellado. Pero si flotas de meditar sí que te doy un aplauso. No vale usar magia. Ahí está la gracia, eh -comento, con desgana, terminando de acercarme, risueña.

Thor se sabe su nombre. Responde a la llamada, entusiasmado, serpenteando hacia ella y trepando a la roca con una extraña habilidad que resulta torpe, al mismo tiempo. Yo me tomo más mi tiempo. Que no hace falta correr.

-¿Y cómo va eso? Dime algo interesada, que llevo un día que no vale ni para limpiarse el culo. Y eso que ya llevo tres horacas despierta.

Ben se rascó una oreja, pensativa. En realidad, se le daba bastante mal eso de meditar. O, más bien, lo que pasaba era que no tenía muy claro en qué consistía. Tampoco nadie se había esforzado mucho en explicárselo nunca.

-Conocí una vez a una mujer que flotaba -recordó entonces-. Ella decía que era sin magia. Y no pronunciaba hechizos, o yo no se los oía. Y eso que tengo buen oído, que conste. Pero no sé si era flotar de meditar o flotar de otra cosa. No parecía muy... ¿meditadora?

Pronto tuvo a Thor al alcance. Le daba rabia que hubiera crecido, porque se hacía más aparatoso llevarlo de aquí para allá. De todas formas, nada le impedía jugar con él. Ben disfrutaba haciéndolo rodar, poniéndolo boca arriba y rascándole las escamas. Y el cacareo del falso dragón se le hacía agradable al oído, casi como una risa.

-Bueno, hoy ha estado tranquilito. Siento decir que en general, últimamente ha estado tranquilito. Como no me traigas tú alguna novedad, no sé muy bien por dónde arrancar -. Alzó la vista entonces, a la par que las cejas-. Ah, bueno, ¿te conté lo de la flauta?

Una mujer que flotaba. Vaya cosa.

-¿Era de algún rollo de artistas o algo así? Vinieron unos artistas ambulantes increíbles una vez a donde vivía. Tenían unos trucos que todavía no entiendo. Aunque si lo pienso fríamente, quizás solo fuesen hechizos. Hay gente que no tiene que pronunciarlos, ¿no?

Los líderes no, al menos. ¿Y yo puedo hacer eso? ¿O podría? No es que sea aquí la hostia de maga, peor mal tampoco se me da. Y eso podría ser útil. Que los que tienen nombres largos si tienes unas milésimas pues como que...

Thor disfruta con la atención. Se le nota de lejos. Y de cerca, bueno, que ya he llegado junto a Retales.

-Pues yo ya te digo... Tres horas despierta. Desayuné, meé... y remoloneé un poco antes. Un día nada interesante-. Arrugo la nariz-. ¿Flauta? Ni zorra.

Ben la miró con una amplia sonrisa.

-Siempre son artistas -matizó, segura-. De todas formas, no sé yo si la magia lo explica mucho. ¿Los grandes magos se dedican a ir de pueblo en pueblo haciendo trucos para ganar unas monedas? No suena muy creíble. Si de verdad eran magos, a mí ninguno me lo confesó nunca.

Hablar era fácil, y eso era una suerte, porque con Thor cerca no podía dedicarle mucha atención. Con las manos, se peleaba con el animal, empujándolo y sujetándolo, tratando de hacerlo rabiar. Claro que, y eso lo sabía, solo iba a conseguir que él tuviera más ganas de jugar.

-Pues el otro día estaba tocando la flauta -relató entonces, sin dejar de hacer cosquillas al reptil-. Estaba en el bosque, en un árbol. No te sé decir qué pasó exactamente, porque cuando toco, muchas veces, cierro los ojos, así que no lo vi bien. Pero el caso es que cuando los abrí, a mi flauta le había crecido una ramita. ¿Esas cosas son normales?

Un buen razonamiento. O no, no lo sé. Es decir... Hay gente para todo, ¿no? A lo mejor les gusta esa vida. O son forajidos. O... O no sé. Algún otro motivo. Si gente rara la hay a morir.

-Bueno, pues si la vuelves a ver no te olvides de preguntárselo. Molaba saber hacerlo. Y dejábamos boquiabiertos a unos cuantos por aquí -reflexiono en voz alta-. Aunque aquí la gente no se sorprende fácilmente -rectifico luego, encogiéndome de hombros.

Termino por sentarme junto a Thor y junto a ella. Que juegue con él. Aunque bien podría jugar cuando le apetece por la mañana. Y no mi mañana, precisamente. No.

La historia parece normal hasta que termina. Entonces no puedo contener un resoplido, uanacarcajada.

-Anda ya. ¿Cómo va a haberte pasado eso? ¿No te habrás quedado dormida? Ni que hubieses estado tocando un mes seguido.

Anda sí, vacílame. Que sigo medio dormida, pero aún...

La sonrisa de Ben se ensanchó. De hecho, llegó incluso a soltar una risita. Miró a Frikka y se encogió de hombros, resignada.

-¿Crees que nunca pregunté? Pero esa gente tiene labia para lo que quiere. Para otras cosas, bien saben guardar secretos mejor que nadie -explicó, convencida. Lo pensó un momento-. Creo que son distintas formas de sorprender.

Ben cogió a Thor y lo sentó delante de sí, balanceándolo de un lado a otro. Peleaba con él, que intentaba zafarse, por mantenerlo en el sitio. Miró a Frikka con expresión insistente cuando ella se negó a aceptar lo que le decía.

-Promesita del niño Efestito -declaró, casi ofendida por la incredulidad de su compañera-. ¿Por qué me iba a inventar eso? ¿Cuándo me he inventado yo nada? Estaba tocando, y cuando abrí los ojos, la flauta tenía una rama. La corté, claro, pero la tengo guardada en el baúl. Y aunque la pulí, en la flauta aún se nota dónde salió.

Tiene sentido. Si a Ben labia no le falta. Supongo que el secreto de esos trucos es lo que los hace increíbles. Luego resulta que no es para tanto, que te enteras y decepciona.

-¿Y no lo pondrá en algún libro? Ahora me quedo con la duda... -murmuro, casi para mí, divagando en voz baja.

Thor disfruta y cacarea sin vergüenza. Intento meter mano, entretenida, aunque no me lo ponen fácil.

Río de nuevo. ¿Una rama de la flauta? Por favor. ¿Y qué más? ¿Alas de los calcetines? Eso habría querido yo verlo. Así fijo que conseguía flotar.

-A ver... ¿Quieres decir que a tu flauta le salió una rama? ¿Así de golpe? No estará hecha de alguna madera especial, ¿no? De un árbol extraño mágico o así... Que cosas más raras se habrán visto.

O no. Por favor, qué absurdo.

Ben, que no dejaba de pelearse con Thor bajo ningún concepto, se encogió de hombros con desinterés. Los libros nunca le habían llamado demasiado la atención. Una buena historia tenían que contársela para que tuviera emoción. ¿De qué le servía recluirse ella con un libro? Eso era para señoritingos.

-No sé, investiga -zanjó, ya perdido el interés.

Ben parecía no saber cómo tomarse la incredulidad de su amiga. Por una parte, no le parecía tan imposible. Principalmente porque lo había visto, pero también porque no tenía muy claro cómo funcionaban según qué cosas. En segundo lugar, porque esperaba de ella una explicación, no negación.

-Como le sale una rama a un árbol, le salió una rama a mi flauta. ¿Por qué no me crees? -Soltó a Thor, que se quedó un tanto confuso ante la repentina falta de atención, y sacó la flauta de un bolsillo para plantársela a Frikka en las narices-. Aquí, ¿ves? Ese bulto con esa veta tan rara. Lo he pulido un poco, pero ha quedado marca. No sé qué árbol era, pero ya tiene sus años y nunca había pasado.

Pues investigo. Ya iré a echar un ojo a los libros. Si total, por falta de tiempo no será, ¿no?

Me dedico a marear a Thor un rato moviendo el dedo de un lado a otro, pensativa. La historia de la flauta no me acaba de cuadrar. Si lo dice como si fuese obvio, pero es que, coño, no es obvio. Suena más falso que... no sé.

-Ya, Ben. Pero, verás... A los árboles no les salen las ramas así-. Chasqueo los dedos-. Es como si me dices que te salió un pelo en la espalda. Yo te creo. Pero las cosas tardan-. Ladeo la cabeza, con una sonrisa burlona. Me acerco la flauta cuando me la ofrece. Acaricio la zona. Pues algo hay-. ¿Y no pasó nada más? ¿Solo salió? O sea, un bulto raro hay, pero... Joder...-. Miro alrededor-. ¿Dónde fue? ¿Sería una broma de algún líder?

Anda que no se aburrirán si se dedican a hacer eso.

Ben se encogió de hombros.

-No sé cómo salen o no, pero esta salió -insistió-. Había algo por ahí. También se movía la rama que tenía debajo. Una bien gruesa, sé escogerlas para no caerme. Llevaba horas sentada y de repente se empezó a balancear. Pero fue solo un momento, así que pensé que podía ser solo una sensación.

Lo pensó un momento. Bueno, no sabía hasta qué punto eran los líderes aficionados a las bromas, ni hasta qué punto sabían hacer crecer ramas así. De todas formas, bien podía ser una de esas cosas como los secretos de los artistas ambulantes.

-Fue por el bosque, no sé -respondió vagamente.

Ramas que se balancean, ramas que brotan de flautas... De ramas va la cosa, según veo. Pues vaya setas más buenas se pilla Retales, joder.
Aunque es verdad que hay una marca. Pero no diría yo que no estaba de antes. No me había fijado tanto, es decir...

-Pues qué raro, eh. Raro de cojones -comento, atacando a Thor con entusiasmo. Y él me responde con el mismo, o más-. Si te vuelve a pasar me enseñas la rama, eh. ¿No será algo preocupante? A lo mejor nos vienen a atacar las plantas. Había que andarse con ojo. Mantenme informada.

No sé si me estoy burlando o no. Supongo que me lo creo a medias. A ver, es que tampoco es como para que se lo inventé.

Me estiro un poco. Estoy cansada. Sigo con algo de modorra.

-Hay que salir con Massen, eh. Que lo hemos dejado y dejado y... Hay que ir -comento, tras un bostezo.

Ben estaba a punto de responder, pero se mordió la lengua. En su lugar, guardó la flauta de nuevo y se recostó otra vez sobre la roca, cerrando los ojos. En realidad, le daba igual. Lo único importante de todo aquello era si a su flauta iban a seguir saliéndole ramas, y considerando la actitud de Frikka, todo apuntaba a que no.

-Hmm -respondió, con aire somnoliento-. Ya he tenido tiempo de entretenerme por mi cuenta y sentir que hace mucho que no salgo otra vez. A ver si la pillo de por banda, o acabaré por encargarme de la hierba yo sola.

No sería porque no apetecía. Aunque, a pesar de las tentaciones que le ofrecía el chico azul, Ben todavía no había satisfecho el impulso constante de hacerse con su propio paquete de cigarros. Todavía conservaba su particular concepción del dinero.

La miro de reojo y asiento, frunciendo un poco el ceño. ¡Lo que me faltaba! Eso no.

-Bueno, a ver si la pillamos hoy por banda entonces, o mañana, para avisarla. Pero nada de acabarte toda la hierba tú sola, eh. Modérate-. Le doy un pequeño codazo, entretenida, dedicándole una sonrisa pícara-. Uno o dos te dejo. Pero que quede para la fiesta.

Thor, viendo que la atención que recae sobre él baja un poco se pone tontuno, así que lo acaricio un poco. Será idiota.

-Joder... Estoy más cansada... No sé qué será, ¿sabes? Llevo una racha que es como...

*fin de escena*

El calor es pesado y húmedo, y parece que pese sobre el cuerpo. No es nada comparado al de los lugares más profundos de Ignis, donde el sol cae de lleno sobre las personas, pero no me resulta agradable. A mí me gusta el fresco, como el de las cuevas de la ciudad donde nací, aunque a esta edad ya encuentro esos recuerdos algo distantes.

La niña de Aren crece ahora sin problemas, dejando al oadre ocupado en sentirse orgulloso de tenerla. Ha heredado el pelo blanco de la madre, cosa que, por algún motivo, no sé si me alegra, porque no cabe duda de que es suya.

La cascada refresca un poco el ambiente cercano. Algo en los huesos me dice, de todos modos, que lloverá pronto, y la lluvia suele refrescar más todavía.

Tras el corto descanso pongo rumbo de nuevo al palacio, caminando. Allí me esperan libros y documentos, la mayor parte de ellos incapaces de resolver preguntas.
También yo voy a tener que acoger a alguien bajo mi tutela, al parecer... Podría ser interesante.

*se va*

Quizás lo he estado enfocando mal todo este tiempo. Cuando estuve en Ventus Buere me ayudó a "volar". Gracias a ella comprendí un poco mejor cómo manejar el peso de mi cuerpo para ascender a base de impulsos. Esto que busco ahora, sin embargo, es un poco más complicado, porque el impulso no ha de hacerse con las piernas. Pero siempre se me han dado bien las acrobacias y ese tipo de ejercicios. He llegado a la conclusión de que entonces mi problema no es físico, sino mental; es un problema de frustración.
Llevo demasiado tiempo aquí. He cambiado mi forma de vivir y ver las cosas, pero no he cambiado mi forma de enfocar los entrenamientos. Antes no sabía nada, y mejoraba muy deprisa porque lo que aprendía era sencillo. Ahora no parece que tenga la paciencia o el impulso necesarios. Quiero mejorar a la misma velocidad, pero las metas son más altas, y no puede ser siempre tan sencillo.

Caliento como siempre, trotando y corriendo, haciendo cambios de ritmo, poniendo a prueba mi cuerpo con movimientos y acrobacias imposibles, oxigenándolo y calentando cada músculo. Este es también un proceso mental, porque en él me encargo de concentrarme, de meterme dentro de mi papel, dentro de la hipótesis de una situación real Ahí será donde de verdad me haga falta la habilidad que quiero dominar. No es cuestión de furia, sino de supervivencia.

Una vez he calentado suficiente paso a ponerme a prueba. Subo hasta la cima de la cascada, y desde ahí miro hacia abajo, al río. Si se trata de supervivencia, el cuerpo funciona mejor cuando siente el inconveniente. Siempre he probado a "subir", pero ¿no será bajar más efectivo? Desde luego, será más desagradable: no tengo ganas de bañarme ahora, y menos aún con ropa.

Comienzo, pues, mi nuevo entrenamiento. Primero consiste simplemente en saltos, saltos al vacío que terminan en el agua, y en mitad del salto, en un intento por escapar del desagradable choque, busco ese impulso que no encuentro, ese giro con el cuerpo, ese apoyo, pero termino siempre igual de sumergida. Y por mucho que lograse impulsarme, acabaría mojada igual. Supongo que un poco de agua no aporta suficiente tensión.
Sin embargo vuelvo a subir una y otra vez, buscando el salto perfecto, frustrándome un poco más cada vez. Termino empapada y cansada a la orilla del río, con gesto huraño, pensativa.

*se queda*

Corbin había terminado con sus tareas fuera del palacio, pero sabía de sobra que eso no significaba un descanso. Había oído algunos rumores a su vuelta. Al parecer, una misión no había salido bien. Corbin no creía que por conocer los detalles de un fracaso que no tenía nada que ver con él fuera a sacar algo en claro, así que no se había molestado en encontrar demasiada información. Tenía algo más de lo que preocuparse: de que sus propios trabajos no terminaran en fracasos.

Llevaba, como era habitual, todo el día en el bosque. Era una zona que Corbin consideraba familiar y útil para entrenar. Después de todo, lo había explorado a conciencia y se había adaptado bien a él, quizás a través de las similitudes que había encontrado con el bosque en el que había entrenado sus primeros veinte años.

Cuando le pareció ver a Alehyss, en pleno salto desde lo alto de la cascada. Se quedó mirando la figura que caía al río, con su nuevo puñal en la mano, todavía acariciando el mango del mismo y buscando la postura ideal para sujetarlo. La vio salir del agua y tumbarse en la orilla, y se quedó donde estaba un tiempo, meditando la situación. Acabó por salir de entre los árboles y acercarse.

-Buenas tardes -saludó con su habitual tono monocorde.

Vuelvo la cabeza al oírlo, y enseguida me estoy acercando un poco, escurriendo algo el pelo y la ropa, aunque no servirá para que se sequen de repente. Quizás debería buscar, cuando termine con esto, una forma de lograr eso.

-Vaya, cuánto tiempo -comento, escueta-. ¿Has estado fuera? Te busqué alguna vez, pero no te encontré-. Me encojo de hombros. Fue un par de veces, y no muy a fondo. Quizás solo estaba en uno de sus entrenamientos por el bosque; uno más largo que los habituales-. Yo estoy deseando salir a trabajar... -añado, casi con desagrado.

Tengo que ir a Aqua, pero con lo que ha estado pasando lo he pospuesto hasta que no sea un contratiempo para Brontë. El problema es que no he encontrado un trabajo al que dedicarme mientras estoy aquí, y me paso el día entrenando.

Corbin asintió, escueto.

-Acabo de volver -añadió-. Creí que tú también habías salido a trabajar. ¿Ha habido problemas al respecto o es que ya has vuelto?

Por lo que decía, no lo parecía. O por cómo lo decía, quizás. Corbin volvió la vista a la cascada. Quizás estaba haciendo preparativos.

-¿Entrenabas? -preguntó, interesado.

Él acaba de volver y yo estoy aquí atrapada, desesperada por algo que hacer. Puede que alguna anciana haya perdido a su mecña y necesite que lo encuentre. Por un momento pienso en lo que yo misma le dije hace tiempo, y no tanto tiempo: que había muchos problemas en el mundo y que podría trabajar en ellos, aunque no partiese desde Brontë.
No, pero se supone que me he quedado para ayudar.

-Cuéntame, ¿qué tal te ha ido? -le pregunto, con interés. Quizás logre inspirarme para algo. Yo niego-. Nada de momento. Tras lo que pasó en Ignis he decidido quedarme un poco por aquí hasta que las cosas se calmen, aunque parece que ya están calmándose. Me iré en cuanto considere que no será demasiado perjudicial. Pero no están saliendo muchos trabajos estos días, parece.

Quizás es solo mi impresión. No haber ido a Ignis me ha dejado un sabor un poco amargo.

Miro la cascada cuando él lo hace, y ante su pregunta muevo un poco el cuerpo, como si acabase de recordar que estoy empapada. Asiento.

-Estoy algo frustrada. No soy capaz de enfocar bien lo que quiero conseguir, y me está costando dominarlo -confieso, seria.

Corbin se encogió de hombros. No tenía intención de quejarse de la misión. No había sido una experiencia apasionante, pero le había servido para obtener unos cuantos datos y algo de material. Había sido una buena experiencia.

-Fue todo bien -asintió, con su habitual seriedad-. Tuve que ir a Humus, pero no fue nada demasiado complicado. Tan solo tenía en eliminar a un hombre. No creo que tú tengas que buscar mucho si quieres conseguir uno. Me extraña que se hayan reducido tanto las ofertas.

Corbin volvió la vista de nuevo a la cascada, pensativo. Tan solo la había visto caer, pero dudaba que ese fuera su objetivo. En absoluto.

-¿Qué es lo que intentas? -preguntó.

"Eliminar". Suena escalofriante, aunque no hago ningún gesto al respecto. ¿Cuántas veces hice yo algo así? Y si tuviese que hacerlo, evidentemente, lo haría. Pero a veces siento que he perdido parte de mi sangre fría. Aunque a la hora de la verdad no me tiemblan las manos.

-Supongo que con el caos que ha habido prefieren tenernos un poco centrados en Brontë -me limito a responder-. Si atacasen cuando los guerreros están heridos o de misión estaríamos en desventaja. Aunque todos han salido ya de la enfermería menos Gerald, y las cosas deberían volver a la normalidad pronto-. Aunque todavía no han anunciado nada.

Centrándome en lo otro, frunzo un poco el ceño.

-Intento reimpulsarme en el aire -le explico-, pero no encuentro la forma. Sé que es posible, pero no es fácil. Hay que lograr impulsarse en medio de un salto para ascender un poco más. Esas cosas se me dan bien, pero esta vez parece que me he atascado.

FDr- Pausa