Comedor

Negué con la cabeza, mirando al caeruleus. Luego señalé a Frikka con el pulgar, sin mirarla.

-No, yo a esta no la conozco casi -expliqué, antes de mirarla un momento de reojo, jocoso-. No sé si se lo merece demasiado...

A la propuesta de Gerald alcé la jarra de cerveza, asintiendo, dándole toda la razón a sus palabras, antes de tomar un sorbo. Estaba a punto de dar mi opinión respecto al comentario cuando una voz procedente de otra pesa irrumpió en la conversación. Aquel parvus gruñón, no recordaba su nombre. Por suerte, no tardó en presentarse.

Lo miré un momento, con curiosidad.

-Oh, solo estamos entrenando su lengua viperina -respondí al enano-. Hay que decir que la pequeña tiene talento.

Enarco una ceja.

-Esencia de bismonte, más bien.

¡¿Que abra las orejas?! Maldito bastardo cabrón. Eso ha sido un golpe bajo.
Me limito a una sonrisa burlesca y a lamerme las heridas en silencio, procurando no llamar más la atención sobre ese tema.

El Zacharyas este hace alusión a nuestra relación, a lo que yo respondo negando con fuerza, notando como mi coleta se balancea de un lado para otro (A ver si le doy a alguien en la cara, por favor), cruzándome de brazos.

-Es la primera vez que los veo. Sobre todo al de los ojos saltones -respondo, incisiva. Y, sin permiso, le robo también pan y queso. No voy a ser aquí menos que el tullido.

Una nueva voz se une a la charla mientras mastico. Me vuelvo, curiosa, reconociendo a un parvus. ¡Un chico más bajito que yo! Ni la barba lo va a salvar de las risas. Aunque para uno que está de mi parte...

-Nos llaman el sexo débil, pero luego ni juntándose pueden conmigo, eh -comento, socarrona, al parvus-. Son unos capullos algo tristes.

De nuevo, Cierzo. Esto es como volver a casa. Vuelan por todos lados, eh.
Me froto las uñas contra la camisa y las miro, haciéndome la orgullosa.

-Eeeh, gracias. Con este talento se nace -replico, divertida.

El caos comenzaba a acabar con la capacidad de atención del caeruleus, que jamás había estado acostumbrado a rodearse de tanta gente. Con un último bocado acabó su desayuno, volviéndose entonces a aquel parvus. Creía no haberlo visto nunca.
Sonrió, macabro. Los parvus siempre parecían más fáciles de matar, pues la cima de su cráneo estaba a la vista. Seguramente sería fácil de punzar si se usaba el objeto adecuado. Sin darse cuenta, el guerrero se encontró mirando el tenedor que portaba con curiosidad.

Los ojos oscuros de Zacharyas regresaron al parvus.

-Un placer... -murmuró, risueño, algo abstraído-. Soy Zacharyas. Aunque supongo que lo habrás oído.

Aquel parvus era mucho más alto que Ayne. ¿Sería mestizo?

-Eh, eh, eh, ¡eh!- Dijo removiéndose en sus brazos.- Déjame, idiota.- Le ordenó con ceño y, una vez estuvo en el suelo, suspiró aliviado. - Qué pesado eres... tsk...- Dijo areglándose la ropa con tranquilidad. - Algún día se me acabará la paciencia y te daré un puñetazo. En los cojones, que los tengo a la altura.- Especificó.

-Disculpadme.- Le dijo al resto.- Vosotros debéis ser los amigos de este tío. Oye, Frikka.- La llamó, recordando su nombre ya que lo había escuchado en la conversación.- No dejes que se te suban a las barbas.- Dijo atusándose la suya propia con carisma.- ¿Sexo débil?.- No dijo absolutamente nada con respecto a ese punto ya que era mejor callar. Sin embargo, le dio la razón.- Cuando mi mujer dio a luz, no me pareció nada débil.- Dijo con un tono solemne.

-Espero que todos... hayáis estado bien después del... ataque.- Dijo ocultando una sonrisa melancólica tras su jarra. Luego bebió.

Gerald no tardó en salir corriendo a lamerle el culo al parvus. Típico de él. Me pregunté si yo también debería ir empezando a limitarle los contactos según el color de pelo. Aunque si luego encontraba por ahí a gente con un color tan particular como el de la caeruleus, tendría un rango bastante amplio.

Tomé un sorbo de cerveza.

-Relaja, rubia, que se te caen las bragas -comenté, con una sonrisa burlona.

Pronto la conversación se centró en los dos pequeños, y dado que en todo parecían estar de acuerdo, la cosa empezaba a volverse más aburrida. ¿Dónde estaba la alegría de una buena discusión? Hasta a mí me fastidiaba un poco aquella repentina seriedad.

-Espero que no haya barbas a las que subírsele -comenté-. ¿O nos estás ocultando algo...?

Gerald se lanza sobre el parvus como una colegiala. Es lo que es, al fin y al cabo. Una puta colegiala con polla. Y menos mal que estoy yo aquí para subir el nivel intelectual, y ahora el tipo este, porque antes...

Me pongo en pie también, acercándome a Errald era, ¿no?, y le doy un par de palmadas en la espalda, con fuerza. Miro a Gerald con desdén y burla.

-¿Quién quiere Gerald teniendo a este tipo tan listo? Por fin me presentas a un amigo que no es un imbécil -le escupo, mirando de reojo a Cierzo, haciéndole una mueca de burla. Miré de nuevo al parvus-. Tú y yo nos vamos a llevar bien. ¡Bajitos pero matones!

Luego Cierzo y su comentario sobre las barbas, que me hizo alzar una ceja, mirándolo de reojo, jocosa. Otro capullo más.

-Ven tú mismo a comprobarlo si te atreves -desafío, sacando pecho con arrogancia, ensanchando la sonrisa-. No prometo quedarme quieta.

Tras terminar su comida, por mucho que veía el ambiente entretenido, Zacharyas decidió mantener su plan inicial: entrenar. Carraspeó, poniéndose en pie con una amplia sonrisa, mirando curioso la divertida situación, antes de comenzar a hablar.

-Ha sido un placer veros a todos -dijo, mirándolos uno por uno-, pero mi jornada acaba de empezar y he de irme.

Dudaba que los apenase. Nunca les apenaba. Pero a Zacharyas le daba igual. ¿Por qué debía importarle, acaso? Aquellas personas no lo odiaban. Se sentía, de todos modos, más a gusto que en su hogar, salvando a su padre.

Tras despedirse como procedía, Zacharyas abandonó el comedor, risueño.

*se va*

FdR- Aprovecho que Gerry fue a cenar y me lo llevo. Está de buen humor, pero es demasiada camaradería para él XD

- No me halagues tanto.- La frenó con buen humor.- No soy más que una persona normal.- Se excusó.- Pero sí.- Dijo mirándolos a todos ellos.- Supongo que en este grupo, la inteligencia no se mide en altura.- Rió, relajado. Era una sensación extraña para él.- Nos llevaremos bien, pero no salgo mucho de mi "cueva" por lo que quizá nos veamos poco.- Aclaró a la chica con tono relajado sin embargo, no rió en ningún momento.

-No me acuerdo de tu nombre, lo siento.- Dijo con sinceridad, dirigiéndose al... a lo que se supone que fuese aquel hombre. Poco le importaba, la verdad. Había visto demasiados cruces de raza en su vida como para pararse a pensar qué era cada uno con los que se encontraba. - Disculpa mi memoria. - Dijo en un gruñido.

-Gerald, precioso, dale un masaje en la espalda a este viejo. -Dijo recostándose relajadamente en su asiento.- Por tu culpa ahora me duele la espalda.- Bromeó serio.

Negué con la cabeza con rotundidad.

-Oh, no, bonita, ya lo creo que no voy a ir ahí a comprobarlo -. Señalé a Gerald con la jarra de cerveza-. Dile a Gerald que te hable de mi escasa afición por perseguir a la gente. Tú te has ido de la mesa, pero yo no voy a ir detrás.

Despedí a Zacharyas con un gesto. Me pregunté si de verdad tendría cosas que hacer o su cerebro habría explotado ante tanta conversación. Tampoco era cuestión de agobiar al hombre.

Tomé un trago de cerveza y me volví entonces hacia el pequeño gran parvus, negando con la cabeza ante su disculpa. De vez en cuando se agradecía que la gente no te recordase, sobre todo si era por tus problemas físicos. Aunque eso se había acabado.

-Cierzo -respondí.

De pronto, la mesa se había quedado vacía. Los contemplé desde mi posición, perfectamente cómodo. Con tranquilidad, tomé otro trozo de pan con queso de los que Gerald había abandonado en la mesa. Era simple, pero no estaba mal como aperitivo.

Enarco una ceja ante el comentario del parvus.

-¿Con altura? Eso me deja en segundo lugar, así que prueba otra vez -. Saco pecho, presunciosa, sonriendo ampliamente-. ¡Adiós, Sombra! -añado luego, despudiendo animada al caeruleus, que abandona la fiesta demasiado pronto. Sé que estar recién levantado y enfrentarse a esto no es algo que sea fácil para todos.

El comentario de cierzo me hace sonreír, mostrando casi toda la dentadura, victoriosa, pero se vuelve una mueca de dolor cuando Gerald me tira de la coleta para desacerla. Que tengo nervios, joder, duele.
Dejo ir un gruñido molesto.
Cuando acaba, paso un brazo alrededor de los hombros del parvus, acercándomelo un instante, mirando al chrysos con desdén.

-Lo que nos ha unido es que ambos queremos partirte los huevos, según veo. Aunque dejaré que empiece él, que parece que tiene más ganas-. Miro de reojo a Errald, sonriendo.

Qué majos, los cabrones. ¿Dónde estabáis hasta ahora?

-Vi a una tía el otro día que te haría dejar de arrejuntarte tanto con rabos -canturreé, insinuante, enarcando varias veces las cejas mirando a Gerry, que no deja de meter mano a todo hombre que ve.

- Bueno, debes admitir que seguirles el juego a estos dos -sobre todo al rubio- durante tanto tiempo no es que sea muy inteligente, ¿ah?- Río, esta vez. No pretendo insultarla ni meterme con ella, simplemente quiero que reflexione.


En cuanto al masaje de Gerald, el parvus lo recibió con el ceño fruncido pero con una leve sonrisa.- Lo que te voy a echar es un jarro de agua fría mientras duermes para que se te baje tanta tontería que tienes en ese cerebro.- Dijo suspirando con resignación. -Bueno, yo ya he terminado de cenar. Y tengo que devolver este libro a la biblioteca, así que creo que voy a irme.

Se despidió de todos con la mano y se fue, sin dar muchas más explicaciones. No era su estilo.

*se va*

Cuando Gerald volvió a sentarse a mi lado le di un par de suaves palmaditas en el hombro. Cuánta emoción, que no tenía un momento para respirar. Parecía que habría que moderarle la vida social, o acabaría por volverse loco.

-Hala, descansa un poco, que te quedas sin aliento -comenté.

Tras despedir al parvus, que decidió que ya no le apetecía más fiesta, di un codazo a Gerald y señalé a Frikka con un gesto de cabeza. Así que tenía información interesante.

-Mira, aquí la amiga quiere arreglarte la vida -comenté.

Volví a la cerveza.

Doy una última palmada en la espalda de Errald, con aparente solemnidad.

-Les sigo el juego ara poder reírme de ellos en sus caras, nada más -. Sonrío ampliamente entretenida. por desgracia, poco a poco la fiesta se termina, y veo cómo el parvus se marcha-. ¡Hasta otra, "Erri"! -canturreo, burlona, imitando el tono de voz que le pone Gerald, aunque no me sale tan mariconazo como a él. Años de práctica, supongo.

En cuanto a sus comentarios cruzados, no me pasan desapercibidos. Primero Cierzo dice que quiero arreglarle la vida, a lo que Gerry responde que ya no le hace falta que le solucione nada. Sí, puede estar hablando de darle por culo durante horas, pero me suena más a otra cosa. Me he criado entre hombres, así que esas cosas de asquerosas hormonas sexuales las capto bastante bien.
Me doy cuenta de que me he puesto seria. Será de pensar, que no soy capaz de reírme a la vez. Así pues, me acerco a Cierzo y me siento a su lado, como si fuéramos amigos de toda la vida, ignorando al otro, mirando al aether.

-Vi a una tipa en los balcones, medio rubia, chrysos, que tenía unos buenos melones -. ¿Me estará viendo ahora mismo? No puedo evitar sentirme intranquila, de pronto-. Tenía pinta de mítica a la que se te van los ojos detrás-.Y era una bollera como un mundo-. Fera, creo que se llamaba -añado, insegura.

Me acuerdo a la perfección. Aún oigo su vol meosa taladrándome los tímpanos.

Así que por ahí iban los tiros de lo de antes. O eso imaginaba, al menos. Tenía pinta de que sí, que sino, muy animado estaba este hombre por nada. Torcí una sonrisa.

Volví la vista a Frikka cuando se acercó de nuevo, prestándole toda mi atención, asintiendo a lo que decía. Miré de reojo a Gerald, divertido por el hecho de que, de pronto, la caeruleus lo apartara de la conversación tan explícitamente. Pese a todo, cuando terminó de hablar, volví la vista a Gerald, arqueando una ceja.

-La verdad es que suena bien -comenté. Me volví hacia la chica-. ¿Y por dónde dices que suele estar el supuesto monumento?

Esbozo una sonrisa de suficiencia. Me meto las manos en los bolsillos, entretenida. De modo que Gerry la conoce, eh. Y es uno de sus "tipos de mujer" (si es que ahora mismo me creería que son todas menos yo, la verdad). Aunque Fera casi era hasta el mío, y eso que a mi las mujeres como que no me... En fin. Esto va a ser divertido. Este tipo de cosas satisfacen mucho a una cuando se aburre tanto como yo últimamente.

-¡Sí! Eso es. Fera -. Asiento, ocultando la burla-. La vi en los balcones y pensé... Seguro que esta mujer tan despampanante, por no ser obscena, es del agrado de Gerry. Aunque no sabía que ya te habías pajeado con ella en mente.

Miro de reojo a Cierzo, entretenida. Para que no digan que soy una mala amiga.

Esbocé media sonrisa, divertido. Así que Fera, la chrysos rubia. Casi me dieron ganas de preguntar a Frikka si no estaba vacilando a Gerald con una versión femenina de su reflejo. Aunque, por la descripción, eso parecía hacerle un cumplido, y eso no parecía propio de la chiquilla.

Sin embargo, pronto Gerald confirmó la existencia de la chica, así que no me quedaron dudas. Aunque, en mi caso, no la conocía, pero pronto se me ocurrió otra chrysos que no estaba nada mal. Qué bien estábamos servidos de chrysos...

-No te la quedes mucho si la localizas pronto, que compartir es vivir -comenté a Gerald.

A los tipos tan desesperados como estos les hablas un poco de globos y ya se ponen como perros en celo, aullando lo primero que se les ocurre. Qué básicos. A veces agradezco haber heredado lo mejor de ambos sexos, la verdad. Como que eso me vuelve más cercana a la perfección.

Al igual que Gerry, me echo un poco hacia delante, acercando mi rostro al suyo con una soberbia expresión altanera. Quedamos a escasos centímetros, lo que le da a todo un aire como muy intenso de desafío, y así. Tengo la sensación de que podría rozar la punta de su nariz con la mía si ese gesto no fuese tan jodidamente homosexual, solo con avanzar un poco.

-Es que veo tan difícil que un virgen como tú se folle a una tipa como esa que hasta tengo curiosidad por ver cómo te humillas al intentarlo -murmuro, entretenida.

Si no fuese por muchísimos motivos que no me voy a poner a enumerar me la tiraba yo en sus caras, solo por joder.
Realmente no. Yo no soy así. Realmente me caen bien.

Me incorporo de nuevo, exagerando un gesto arrogante, y estiro los brazos.

-¡Bueno! Creo que voy a dejaros intimar, nenas, que para vosotros será tarde, pero para mí la noche acaba de empezar-. Golpeo la mesa con las palmas de las manos abiertas, enérgica, levantándome con el impulso-. Tengo muchas cosas que hacer todavía, así que daos mucho calor el uno al otro.

Hago un gesto de cabeza a Cierzo, como despedida, y a Gerald le cuelo el corte de manga cuando ya no se lo espera. Luego, llevándome las manos a la nuca, comienzo a alejarme.

-Que os den.

Tienen cosas de las que hablar. Cosas que no quiero escuchar...
Mejor que me concentre en otra cosa.

*se va*

Me rasqué la barbilla, desviando la vista a un punto perdido, con expresión pensativa. Después asentí, bastante convencido.

-Sí, tengo que decir que suena bastante bien -acepté, divertido.

Observé en silencio el breve enfrentamiento de Gerald con la caeruleus, curioso. La verdad era que la chiquilla se desenvolvía bien, eso había que reconocérselo. Sin embargo, debía de estar cansada de tanta juerga, porque decidió retirarse.

A su despedida, hice un gesto, sonriéndole. Cuando se hubo ido, di un nuevo trago de cerveza y me volví a Gerald.

-Bueno, y ahora cuéntame, ¿a qué viene tanto jolgorio? -pregunté.

Arqueé una ceja, mirándolo con escepticismo. Se me ocurrían dos grandes ideas de la noche de las cervezas, y también se me ocurría quién había ideado ambas. Curiosamente, ninguno de los dos casos era yo.

-Deberías mirarte a ti mismo antes de afirmar algo así -repliqué, serio.

Sin embargo, no le di demasiada importancia, sino que me limité a beber mientras escuchaba. Asentí lentamente.

-Si es que cuando escuchas a quien tienes que escuchar, las cosas salen bien -expliqué, dándole un par de palmaditas en la espalda-. Bueno, y cuéntame, ¿quién ha sido la afortunada? ¿Cómo ha ido?

Sabía que estaba esperando las preguntas, se le notaban las ganas de hablar a la legua. Que hablara, que hablara. A ver qué tenía que contar.