Pasillos

Lo veo al cruzar la esquina. La primera en la frente. No sé qué cara he puesto. De sorpresa, imagino. No diré que me asola la imagen de su cuerpo desnudo follando enseguida porque tampoco es así, pero pronto sí que me llega. De todas formas intento serenarme al instante. Quizás no pueda con una sonrisa radiante, pero no es lo mío. Ahora mismo busco, al menos, un gesto un poco tranquilo, que no haga que parezca que sigue desnudo follando o...

Venga, Fif. Muy bien. Si no pasa nada. Ignóralo y ya está. Puedes comportarte.

-Ey, Gerry. ¿Cómo va todo? Cómo jode la lluvia. Con las buenas noches que estaban quedando, eh. Y yo que iba a salir...

Como ayer noche, que no llovía. A lo mejor no te enteraste, porque tú sí que mojabas, pero...

La cosa. Yo tranquila. Soy la ama. La puta ama.
No, mejor la ama, a secas, que de puta yo...

Vale. Qué bien. Hoy tiene uno de esos días de "quiero hablar". Dan ganas de suspirar y pasarse la mano por la cara con agobio y frustración, pero eso es más de Cierzo, o así. Y ni soy Cierzo ni quiero perder la ventaja que pueda tener en todo esto.

-Para el carro-. Consigo una sonrisa. Un poco tensa, pero una sonrisa, a fin de cuentas-. No me molesta nada. El tiempo, en todo caso. La lluvia. Y ya está. Si lo preguntas por la escenita de ayer-. Que es evidente que sí-, lo que me molesta es que no voy a poder bañarme nunca en las termas sin pensar en ello. Ya no pensaré en agua limpia cuando las mire.

Pensaré en qué infección puedo coger de meterme en ella. Pero, sinceramente... Ahora que lo pienso en frío, no sería raro que hubiese habido otros antes. Quizás el agua no está caliente porque venga de una fuente termal...

No puedo evitar bajar la vista un momento cuando empieza a hablar. Me doy cuenta enseguida de lo que significa, estoy huyendo, y la alzo de nuevo, buscando sus ojos. Yo no soy ninguna cobarde. No voy a ser ninguna cobarde.

A medida que habla mi expresión va cambiando. Al principio me noto incómoda, algo tensa, casi con frío. Luego la expresión se relaja un poco. La escena de los balcones... Al recordarla la mirada cae un poco de nuevo. Aquel día cometí un gran error, eso lo sé. Fue un error para ambos. Desde entonces es como si todo hubiese empezado a decaer.

-Yo...-. La voz me sale un poco rara, por lo que carraspeo antes de volver a mirarlo. Tengo las cosas bastante claras, sin embargo-. Yo solo quiero que sigas viviendo -le digo entonces, esbozando una sonrisa algo cansada-. Era una cría. Cuando nos conocimos, quiero decir. Lo sigo siento, puede, pero por aquel entonces... Te pareces mucho a mi hermano. A Armod. Siempre se metía conmigo, era un cabrón, pero al final era con el que me lo pasaba mejor de todos. Y cuando llegué y te conocí... Me pareciste genial. Te admiré mucho desde el principio. Sé que me hice pesada muchas veces. Solo estaba preocupada. Cuando os marchasteis lo estuve. Y desde que volvisteis también-. La sonrisa crece un poco, aunque resulta algo cansada-. Y puede que en medio de toda esa admiración yo... buscase algo de ti. Algo más que un colega. Pero Gerry... Gerald-. Dejo ir un resoplido, un amago de risa-. Ya sé que eres mi colega. No espero que sea de otra forma. Fue incómodo, es verdad. ¿Había forma de que una situación así no lo fuese? Y si he estado rara desde que volviste, lo siento. Es solo que... No dejo de pensar que...-. Me encojo de hombros, apartando un momento la mirada-. Supongo que es esta vida de duro guerrero, que curte-. Lo miro de nuevo, recuperando la sonrisa, que había perdido algo de fuerza-. Yo quiero que estemos bien, claro. Quizás ha sido una mala racha. Sigo dispuesta a aguantarte hasta el final, independientemente de lo demás.

¿Por qué digo eso? Como si lo hubiese asimilado, como si esperase verlo caer muerto de pronto frente a mí, como si no albergase ya esperanza alguna sobre su salvación. Y ni siquiera se me quiebra la voz ya, aunque noto que me pican los ojos. Pero están secos, y ni hacen amago de humedecerse, ni la sonrisa de quebrarse.
Es verdad que estoy algo jodida. Ni yo misma sabría explicar por qué, ni desde cuándo.

FdR- Pausa

FdR: Lo siento, ayer hubo incidencias XDU pause

Las palabras me suenan algo opacas. Siento algo de frío al escucharlas, pero de nuevo parece que mi cuerpo no quiera reaccionar a algo como eso. Entonces, de alguna forma, tengo la sensación de que parezco completamente tranquila ahora mismo. Tan segura, tan serena, que me siento asqueada de mi falta de reacción.

-Yo...-. La voz me tiembla de nuevo y bajo la vista. Noto, sin embargo, que los labios componen una sonrisa suave, algo amarga-. No sé cómo será eso para ti...-. Noto la mandíbula rígida, con esa puta sonrisa forzada, tensa, en los labios, y pese a todo no se borra. Logro alzar los ojos de nuevo par a mirarlo-. No puedo imaginar lo que sientes. Yo si pienso en ello me asusto, me mareo, y se me eriza la piel, pero no puedo imaginar lo que sientes tú. Y...-. Aún me pican los ojos, terriblemente resecos-. Aún así... Soy tan egoísta que me aferraría a lo que pudiese mantenerte aquí, a cualquier solución posible, aunque me dijeses que te duele terriblemente o que...-. La sonrisa se vuelve algo más tirante, casi como si fuese una disculpa de pronto-. No acabo de asimilarlo como cierto-. ¿Y cuánto me he movido? ¿Cuánto he buscado?-. Tiene que haber algo que nadie haya pensado-. Y tiene que ocurrirseme a mí, ahora. ¡YA!-. Quiero pasar más tiempo contigo -decido entonces, como si fuese cosa mía.

Soy una egoísta. Una puta egoísta.

Llega a haber un silencio. No es que sea un silencio largo. Quizás ni es un silencio real, y solo imagino que lo hay. Porque ahora mismo todo es un poco extraño: el tiempo pasa despacio, me siento algo mareada, pero estoy bien, noto como si llorase, pero nada en mi cuerpo lo indica y parece que él esté tremendamente lejos, a kilómetros de distancia, tanto que no podría alcanzarlo aunque extendiese los brazos y corriese hacia él.
Pero él me lo pide, y en el momento en el que lo hace reacciono como un resorte. Es como si me hubiese abierto una puerta y de pronto la distancia fuera menos.

Me apresuro a acercarme. Lo abrazo un momento, es un abrazo algo breve y torpe, rodeando solo el torso con fuerza, como si por prolongarlo fuese a romperse. Y al aflojar el agarre no me aparto demasiado, sin embargo. Tiene que poder apoyarse en mí si lo necesita.
No es que sea muy fuerte, pero tengo que aprender a serlo si no lo soy.

-¿Necesitas algo? ¿Quieres sentarte? -inquiero, mirando un momento a los lados, buscando de cabeza el sitio más cercano para acomodarlo.

Llego a notar otra vez el agobio cuando habla, pero al final no puedo evitar una sonrisa, y alzo los ojos para mirarlo, burlona. Es lo mejor. Lo mejor es aprovechar, no agobiarme y pensar en otra cosa cuando en el fondo...

-No te preocupes. Como si tengo que ir a moverte la cadera mientras follas porque no das -me burlo-. Para eso estamos. Para lo que haga falta.

Somos dioses. Lo sé.

Aprovecho el acercamiento para frotar un momento la cara contra su pecho. Es un gesto breve y perfectamente justificado en una situación como esta, y hace que la cara... Como que se me desperece un poco. Ya la sentía muy rígida. Era muy raro.

-Pues vamos para allá. Debe de ser de mis tres sitios favoritos de todo Brontë -comento, buscando poner algo más de ánimo a mi voz. No es que me salga bordado pero creo que da el pego un poco más que hace diez segundos.

Estoy a punto de echarme a andar con él cuando añade el otro comentario. No puedo evitar alzar una ceja y mirarlo, con un deje divertido en la mirada. Ahora tengo que tener cierto cuidado o...

-Bueno, tengo unos ahorros. Si es por ti, puedo cederlos a alguna joven profesional. Yo es que no tengo mucha experiencia... -le explico, con un deje malicioso, encogiéndome de hombros con cierta resignación-. Pero Cierzo seguro que sabe. Oye...-. Me pongo algo seria, de pronto, mirándolo fijamente-. ¿Lo habéis hecho? Eso de... cambiar las manos...

Le dedico una sonrisa mordaz. De modo que "práctica". Por supuesto. Acabo adquiriendo un gesto algo inocente, aunque, por algún motivo, siempre pienso que es algo que no me sale muy logrado. No porque sea una enferma, ni nada. Es la picardía, que se lleva en la sangre.

-Cuando te pedí ayuda para mejorar con la espada nunca quise decir que...

Y silencio. A veces el silencio es la mejor de las palabras. Si lo sabré yo, que no callo ni de casualidad. Y qué petarda soy, hostia.

¿Ahora la pervertida soy yo? ¿Y quién es el que tiene "el brazo tonto"? Aunque siendo Gerry no me sorprendería que lo tuviese tonto de darle.

-Pues algo me comentó Armod alguna vez de que habían probado -respondo, con una sonrisa burlona. Lo peor es que no es mentira.

Ahí está su límite. Toda persona llega un punto en el que dice "yo eso no lo hago". El de Gerry lo esperaba un poco "más al fondo". No sé. No me hubiese sorprendido un "sí, en nuestro viaje nos aburríamos muchas noches". Y si hay el que se sienta en la mano para que se le duerma, ¿por qué no eso?
O eso me han contado, al menos.

Resoplo divertida cuando me devuelve la pregunta, devolviéndole yo el pequeño cabezazo.

-Pues te responderé que no. Más de una lo intentó, no te lo voy a negar, pero no cuajaba la cosa, eh. ¡Que ojalá! Si fuese una bollera de esas tendría la vida resuelta, te lo digo yo. Pero entonces te pasarías el día a dos velas -me jacto, doblando una esquina para seguir en dirección al comedor.

*se van*

Después de pasar unas horas en la biblioteca, el chrysos se dirigía ahora con un par de libros y un preciado mapa hacia la habitación de la que, de alguna forma, se había apropiado cuando encerraron a la flamma. Lentamente había ido llevando más cosas a aquel pequeño habitáculo, a pesar de que en un primer momento solo había planeado quedarse mientras las cosas no se calmaban, pero todavía no había visto a nadie poner quejas. Quizá lo harían pronto, no lo descartaba y, de hecho, lo esperaba, pero de momento se permitiría hacer uso de ella.

Avanzaba con pasos relativamente rápidos, como si esperaba no encontrarse con nadie.

*caminacamina*

Veo su espalda al doblar una esquina, alejándose en alguna dirección. En el servicio me dijeron que no había vuelto a las habitaciones todavía. Supongo que le estará siendo difícil. Quizás tras el ataque a Palacio la gente se haya puesto en su contra.

-Lyam -lo llamo, alzando un poco la voz para que me escuche pese a la distancia.

Pronto me iré a Aqua. Supongo que tenerlo en consideración y avisarlo de que he vuelto no sobrará. Irme sin decir nada tras haber prolongado la estancia en Ventus... Creo que no estaría bien por mi parte.

-Te he buscado. ¿Sigues en ese cuarto?

Al oír la voz de Alehyss, el chrysos, a pesar de que sí se detuvo al momento, todavía tardó varios segundos en darse la vuelta. Cuando lo hizo, esbozó un amago de sonrisa y la saludó con un gesto de cabeza.

—Hola.

Hacía tiempo que no la veía, pero hasta ahora, que la tenía a unos metros, no se había percatado de ello. Se mantuvo en silencio, mirándola sin acercarse, hasta que finalmente ella habló. Entonces, tras un momento en el que llegó a fruncir el ceño por la confusión, dijo:

—Sigo. De hecho iba ahora para allí.

Una respuesta muy efusiva. Llego a detenerme un momento, todavía a un par de metros, mirándolo desde donde me encuentro. Al final, no obstante, me fuerzo a romper la barrera que yo misma me he impuesto, negándome a comenzar ya a la defensiva. Es algo que hago a menudo, pero no quiero romper mi racha de buen humor dejándome llevar. Yo debería ser superior eso.

Termino por asentir y relajar un poco la expresión.

-¿Te interrumpo? Es que volví hace poco y no te encontraba. Tengo algo que darte -le expongo con naturalidad.

No es madera, al final. No sé si aceptará alguna broma sobre eso.

Alzó ambas cejas, sorprendido.

—¿Te habías ido? —preguntó. Y luego, tras negar un momento—: ¿Me has traído algo? ¿Lo qué?

Eso explicaba por qué no la había visto en todo ese tiempo, de alguna forma. Sentía cierta curiosidad por lo que le hubiese traído la chrysos (hecho que le sorprendía incluso más que el hecho de que no hubiese estado en Brontë), pero también iba bastante cargado.

—Iba a llevar esto —Señaló los libros— a la habitación, así que, relativamente... —Le sonrío un poco. Luego negó—. Puedo llevarlos más tarde. O puedes acompañarme, como quieras.

Asiento con suavidad. No sé si va con recochineo o es en serio, pero no vale la pena ponerse a hablar de si me había ido como si me molestase que no lo supiera. Yo fui la que no dijo nada.

-Unos días a Ventus. Tenía el asunto de la madera pendiente y al final nos quedamos unos días más. No pude traerte madera, lo siento -añado, esbozando una sonrisa que sugiere broma-. La necesitaban allí.

Los libros que carga, la cara magullada... Decido no hacer preguntas por ahora, aunque la respuesta a lo primero llega pronto.

-Claro. Faltaba más. Ya te enseño allí lo que he traído.

*se van*

Todavía estoy asimilando lo que Lluvia me dijo la última vez que la vi. No era más que un supuesto, pero me dio algo de reparo. De pronto me siento como si no me hubiese esforzado lo suficiente con lo de su ala, como si hubiese empezado tomándomelo muy en serio, pero al verlo imposible... O tan lejano como para necesitar mucho más tiempo...
Creí que tendría todo el tiempo del mundo. Y, claro... No va a ser así. Las cosas cambian, el tiempo pasa, la gente viene y va...
Supongo que siempre pensé que ella estaría ahí siempre. Parece que todo el mundo vaya a estar siempre ahí. Incluso parece que el Abuelo vaya a estar ahí si vuelvo junto a él, siempre, de nuevo. Esperándome.

No consigo dormir bien. Había recuperado el sueño al irme a Ventus, pero parece que vuelven las malas noches.
¿Quién más se irá?
¿Se irá Massen? ¿Llegará un día en el que diga que busca otra cosa y desaparezca?

Hace algo de frío fuera, y, a la vez, ardo por dentro.
Me asusta. Me asusta irme a Aqua por si vuelvo y ya no queda nadie. Por si un día me despierto y ya no...

Noto cómo se me abren los ojos de pronto y me detengo. Me tiemblan un poco las piernas. Me viene un olor familiar a la nariz, el olor a casa, y puedo ver la luz entrando por una ventana que no existe.
Me llevo una mano a la cara, cubriendo el rostro, notando cómo la respiración se me corta, pero no es el collar esta vez. Soy solo yo.

Ya faltaba alguien una vez. Ya pasó en una ocasión que, al abrir los ojos, ya no había nadie a mi lado. Pero no consigo recordarlo.
Quizás no sea más que el sueño que tuve alguna vez. Pero de repente me pican un poco los ojos.

Caminaré un poco más, a ver si olvido de nuevo lo que ni siquiera he recordado.

*fin de escena*

Al final no se ha puesto la camisa, porque con lo mojado que está no merece la pena intentar abrigarse. La ha usado para secarse un poco, el pelo y el cuerpo, pero de todas formas va dejando un rastro de agua detrás de sí, desde las escaleras, que acaba de dejar atrás, a escasos metros.

Johan está algo descontento, ahora. Se acaba de dar cuenta de que se le han mojado las cerillas, una caja entera, y no tiene más a mano. Se le han gastado todas, y no ha pasado por el pueblo a comprar más. No contaba con ser tan torpe, a fin de cuentas.

En lo que se seca pregunta a un par del servicio, pero resulta que tampoco tienen. termina por llevar el cigarro en los labios, de todas formas, aspirando sin resultados.
No es su mejor noche.

Esta vez el viaje se ha pospuesto con un motivo justificado, algo que va más allá del tiempo. La última vez que vi al chico, a Jun, me comentó que ha estado algo enfermo. No quiero ser desagradable con él y decirle que si perdura su estado tendré que marcharme sola. Su presencia no era necesaria exactamente, a fin de cuentas. Aunque habiendo esperado hasta ahora, y con el tiempo que hace (ha vuelto la lluvia) tampoco pasa nada por esperar algunos días más. Aunque el paso del tiempo comienza a desesperarme, de alguna forma.

Por otra parte, el hecho de ir a Aqua casi en verano no resulta desagradable. Estuve en invierno, y el clima no era demasiado agradable. Massen siempre ha comparado el tiempo de allí con este, y sé que incluso el verano resulta algo duro, según la zona. Me conformaré con que no nieve. Supongo que no habrá nieve en verano.

*se va a hacer sus cosas*

El estornudo llegó a hacer eco contra las paredes, y tras recomponerme sorbí, frotándome un momento la nariz con el puño, con los ojos entrecerrados. No sabía si estaba mejor o peor que unos días atrás, pero las lluvias habían cesado, así que incluso me sentía algo ridículo en aquella situación. La cabeza me pesaba como si llevase un yunque colgado de ella. Qué desagradable.

Me paré junto a una ventana y me apoyé un momento contra la pared para ver si las ideas se me aclaraban. Un poderoso guerrero tumbado por un innoble resfriado. Aquello no tenía, desde luego, el menor sentido.

*se queda*

Se detiene al verlo apoyado contra la pared. Tiene la cabeza algo gacha y se sujeta el tabique nasal con los dedos, como si sintiese mucho pesar. Johan pasa de largo, de todas formas, y no se detiene hasta un par de metros más adelante, porque él apenas se ha movido. Lleva una sonrisa suave, aunque no es que lo entretenga verlo así.

-¿Estás bien? -le pregunta, alzando un poco las cejas.

Han hablado poco, y el flamma no ha mostrado mucho interés en conocerlo, pero Johan ha captado alguna mirada proviniendo de él que no ha sabido identificar.

Aunque lo había oído pasar no alcé la vista hasta que escuché que se dirigía a mí. Y entonces me di cuenta de que era aquel chico azul. No era la primera vez que lo veía, pero no terminaba de acostumbrarme a ver a gente azul. Sabía que en Aqua había variedad de colores de piel, pero no había muchos piscis en Ignis. O no donde vivía yo, al menos.

-Ah, tranquilo -respondí escueto, negando un momento, retirando la mano de la cara-. Solo estoy algo cansado. Debería ir yendo a dormir.

Lo examiné un momento más. No me fiaba de aquel chico. Aunque realmente no me había parado a hablar con él. Pero se comportaba de forma algo extraña.