Lago

Y se echa a reír. Pues cinco aún rima con por el culo te la hinco, pero trece. Ya me dirás que...
Y entonces entiendo. Porque se explica.
Hace un año no estaban. Se habían ido. Y ahora está aquí. Vivo. Y no sé... ni cómo tomármelo. Con lo que ha pasado este último año... yo no sé si alegrarme, si llorar... si...

-¿Cuántos cumples?-. Muy bien, Fif. Qué atenta-. Es decir... Felicidades-. Eso, mucho mejor. Bueno, que feliz parece, ahora mismo-. A mí me has visto las tetas, así que no esperes regalo-. Va de bien en mejor. Aunque estoy más relajada.

Termino por acercarme un poco a él, medo arrastras, arrodillándome a su lado, aún con las manos cubriéndome el pecho. E incluso esbozo una sonrisa. Un beso en la mejilla, si me lo permite. Por una vez no está mal. Que es su cumpleaños.
Me gustaría que hubiese otro después de este. Y puede que no lo haya. Puede que no haya más cumpleaños. Pero eh, Gerald, cuando te fuiste pensé que no volvería a verte. Y no ha sido así. Estás aquí, en una situación un poco absurda, vivo aún.
Ha estado bien.

FdR- Pauze XD

Ventiséis. No sé si es él un viejo, si soy yo que soy joven o... La verdad es que me echo a reír, aunque me duele un poco la cabeza al hacerlo, como si se me desubicase y se me revolviese lo que llevo dentro. Qué incómodo.

-Tienes como mi hermano mayor, entonces-. Bueno, Haken es un poco mayor que él, pero más o menos-. El que se casa -añado, burlona-. ¿Y tú para cuándo? Que vas que retraso. Aunque tu retraso es más de fábrica, eh.

Me estremezco cuando me pellizca, frunciendo levemente el ceño y aumentando el agarre, la protección. Necesito mi ropa. O ropa. Cualquier ropa. Quiero taparme.
Al final es el abrazo es lo que me da un poco de calor. Acabo por relajarme, dejándome estar contra él.

-Bueno, no te he dado nada. Me lo has robado mientras dormía, así que amarrada sigo siendo-. Y bien que me las amarro. No vaya a venir alguien a ver más.

Entrecierro los ojos.
Pero podría dormirme aquí. Está templadito.

-Pues ya te hemos hecho la fiesta -comento, en voz algo más baja.

Progresivo, claro. Hago una mueca, desagradable. Aunque en el fondo me hace gracia. Pero de eso que no se entere. Ja.

-Eso será por estar cerca de ti. Dicen que todo lo malo se pega. Estás haciendo mella, eh. Tengo que acercarme más a Cierzo, que sí es gente de bien-. Aunque lo tiene monopolizado. Y, en serio... ¿Dónde está? Me suena algo de que se fue por el bosque, pero me suenan muchas cosas y no han podido pasar todas a no ser que llevemos diez días de parranda.

Voy a replicar a lo que dice, pero me pone una mano en la boca y ahoga mis palabras. Le paso la lengua por la palma para quitármelo de encima, pero apenas la he tocado y me llega ese sabor a tierra, a rayos y a no quiero saber qué más, que me hace guardarla de nuevo, arrepentida. Si es que no pienso, no pienso.
Anda que como alguien aparezca ahora...
La guarra flamma esa. Ojalá. Para decirle “no es lo que parece, guarra”. Y sería cierto.

Me estremezco cuando hace esa gilipollez de la oreja, y le dedico una mirada de reojo, severa. Aunque me he puesto algo nerviosa.
Es decir...
Bueno, si es que estrictamente... no es una escena que se viva a diario. Es como un poco... íntimo...
Es uno de esos abrazos que se hacen demasiado largos y ya no parecen de colegas. De esos abrazos sin ropa que se hacen demasiado largo y ya no parecen de...
Somos colegas. No marees, Fifi. Él es tu colega, tú eres su colega.

Aparto un poco la boca de su mano para poder hablar. La voz me sale más baja de lo que esperaba.

-Anda que te pones ñoña, rubia...

¿Cuidadoso de qué? ¿Que me arrimo a quién? Yo no e arrimo a nadie. A ver qué es esto. Que una hace doce o quince bromas y ya se creen que va en serio, o algo...
Dicho así, no sin razón.

parece que el mundo se estabiliza un poco. No sé si esto es resaca o qué es. ¿Qué dan las setas esas? ¿Dan resaca también?
Quizás Retales sepa. Le debo una juerga, pero estoy hoy para juergas, yo...

-Que digo que qué ñoña te...

Me estremenzco de nuevo, encogiendo la cabeza y subiendo los hombros, como si eso fuese a ayudarme a algo. Anda que, qué cosquilleo... Es de estas cosas que... hasta gustan un poco. Como que te muerdan el cuello, o así. No lo vas a pedir porque es raro de cojones, pero una parte de ti dice "¿por qué no?".

Me siento como seria y comprometida a la vez.

-¿Habría que buscar la ropa... ¿no? -murmuro, titubeando un instante.

A ver si te crees que soy un buffet libre, o algo así. Aunque si vas a comer algo que se...
No. Colegas. Ya se intentó y no fue buena idea. No le des pie. O no te lo des a ti, que no es él el que...
¿O sí?

Céntrate, Fifi. Hay que volver a Palacio. A ducharse. A averiguar dónde ha ido Cierzo...

¿Qué hace? ¿Qué coño hace?

Estrecho un poco los ojos, encogiéndome algo más, aunque acabo por dejarle algo de espacio. Las manos siguen, sin embargo, en torno a mi pecho, como tratando de proteger... No sé, lo poco que me pueda quedar de dignidad. Porque aquí estoy, en el lago llena de tierra.

Al final mi cuerpo acaba por acompañarlo un poco, dejándose acariciar. No es algo habitual. Más bien, es raro. ¿Será que le dura el morado, a este?

Libero la izquierda al fin, cubriéndome solo con la otra. La llevo a su nuca, para atraerlo un poco y enterrar los dedos en su pelo. Por hacer algo. Aunque debería apartarlo. Pero bueno... Ya que ha empezado...
Es que es su cumpleaños..., y claro.

Me estremezco, aunque no me aparto. No sé si esto está bien o está mal, la verdad. Y eso resulta algo agobiante. Pero, de hecho, si no pienso en ello no es para tanto. Quizás ese es mi problema. Que siempre pienso demasiado.

-Gerald...-. Aprieto los dientes, conteniendo un jadeo, cuando me acaricia. Hay que vestirme-. La ropa...-. Tócame. Nadie lo hace nunca-. Veng...-. Cierro los ojos, inspirando por la nariz algo más profundamente. Tenemos que irnos.

Doy un pequeño tirón a su pelo. Es ridículo instarlo a irnos mientras lo atraigo. Esto es ridículo, en general.
Porque, para empezar...

Le doy un tirón algo más fuerte al pelo para que aparte la boca para poder atacar con la mía, más agresiva de lo esperado. Y eso que se hace un poco raro, porque aún tengo la boca seca algo seca y la cabeza algo ida.

Va algo rápido, ¿no? Porque enseguida siento su mano entre las piernas, lo que me arranca un nuevo escalofrío. Y esto no ha sido planeado. Simplemente se le ha antojado ahora. ¿O será el rastro de mareo de lo que tomamos ayer? O que es su cumpleaños y se le antojan unas cosas...

¿Y qué? Siempre me estoy quejando de todo. A veces es mejor aprovechar una situación y arrepentirse después. Porque, desde luego, Narbe no va a volver. Y porque ha durado un año más de lo que todos esperábamos. Las segundas oportunidades no aparecen siempre.
Aunque lo que sí, yo me siento algo torpe. Dejo que me toque, lo acompaño de alguna forma con el cuerpo, o mi cuerpo lo acompaña consigo mismo, invitándolo a seguir haciéndolo.

Sigue haciendo algo de frío, así que me pego algo más a él, atrapando su labio entre los dientes, con los ojos cerrados. La piel en contacto llega a resultar algo pegajosa, no sé si por el barro o por qué, pero no es desagradable. El calor se agradece.

Al final dejo de cubrirme, y paso a recorrerlo con las manos: la espalda, los brazos, el torso... Una de ellas termina por recorrer su muslo hacia la entrepierna, como si quisiese asegurarme de que lo que responde ahí es real.
Dejo ir un jadeo y entreabro los ojos.

Anda que. Si no fuese porque ya estoy aquí... estoy segura de que aparecería para encontrarme con esta escena. Que tengo una puntería...

Bueno, no se pone capullo, como la otra vez. ¿Se puso capullo? Ahora no lo tengo tan claro... Solo era incómodo.
Pero bueno. Me voy dejando llevar, que él es el que sabe. Y aunque correspondo como puedo al final termino crispándome ante su contacto y olvidándome, a ratos, de actuar. Es más difícil de lo que parece. Y estando acostumbrado a lo que estará no espero llegar a estar a la altura de nada.

Acabo por agobiarme, es cierto. No sé si va rápido o despacio. Pero llego a apremiarlo, de alguna forma, al final. ¿No me estará puteando, no? ¿O soy yo, que soy demasiado joven? No se disfrutar de la calma.
Será eso.

Entreabro los ojos cuando aparta la mano. La respiración, algo superficial, se calma. Termino por acceder a su cuello con cuidado pero agilidad, escurriéndome para recorrerlo un instante con los dientes. Pero acabo por prestar atención a lo que hace, consciente de lo que viene ahora.
¿También le llega ahí el tatuaje? ¿Y esto es seguro? Aún va a ser que se mete en bullas para que le apriete porque es como una pa...

Abro los ojos y dejo ir un jadeo. Ya le dije yo que no daba mucho de mí. Que soy algo estrecha.
Aprieto los dientes y cierro los ojos. Colaboro descendiendo, más que nada porque es peor estar a medias que cuando ya cede la cosa. Al principio llego a querer levantarme e irme, porque es como que te vas a desgarrar. Entonces es como si el cuerpo recordaba que esa parte sirve para eso y se relajase un poco.
Termino notando cómo se reduce la resistencia y él accede finalmente a mí. El siguiente jadeo no es ni de dolor ni de placer, sino de alivio. Y luego ya... Bueno...

Comienzo a moverme con suavidad. No es que sea la posición más cómoda (y qué sabré yo), pero hago lo que puedo. Y si tiene quejas que se vaya a pagar a...
Me estremezco, dejando ir un gemido grave al notar su propio movimiento, que se une al mío para... profundizar, bueno. Que eso es lo que de verdad hace que me estremezca. Cuando subo no es para tanto, pero al bajar me cuesta contener el aliento en los pulmones.
Termino por apoyar los antebrazos en sus hombros, a fin de apoyarme contra él, de ganar el impulso sin dificultades. Poco a poco aumento el ritmo, una vez me he acomodado un poco a la situación, dejándome llevar hasta cierto punto.
¿Qué puto corte, no? Es decir... Y en la calle.

Al principio tengo los ojos abiertos, o entreabiertos, y veo el mundo subir y bajar al ritmo de los movimientos de los cuerpos. Pero al final termino por cerrarlos, y entonces es como sintiese un poco más las sensaciones, y los resoplidos, los jadeos, se hacen algo más audibles.
A ver, que tampoco es que sea yo aquí una gritona. Pero incluso cuando intento contener todo sonido, cuando me muerdo el labio para evitar que la voz salga, algún gemido suave termina por abandonar la garganta.

Vuelvo la cabeza hacia él al notar el contacto contra el hombro y apoyo la frente en su pelo. Buscaba algo que morder, pero desde aquí no es posible, así que aprieto los dientes un instante, sintiendo cierto desahogo en la propia presión de unos contra otros, y luego jadeo cerca de su oído.

No sé por qué, pero el cuerpo le coge el truco rápido a esto. Es un ensayo-error, supongo. Cuando un gesto sirve, cuando una caricia es especialmente significativa, pruebo a moverme igual de nuevo. Aunque al final resulta ser él, de alguna forma, el que consigue mayores resultados. O los dos juntos. No lo tengo claro.

Joder, que es Gerald. ¿Y dónde se ha ido Cierzo? Bueno, que no quiero que aparezca ahora por aquí. Ni él ni nadie.
Joder, que es Gerald.
Joder...

Clavo las uñas en su espalda, iniciando un movimiento más ágil, más veloz. Ya que estamos aquí, ¿qué más da desatarse un poco? Que no es algo que pueda hacer muy a menudo. Hay que aprovecharlo. Si me arrepiento que no sea, por lo menos, de haber contenido el cuerpo, que es el que pide que me mueva.

Abro los ojos de pronto, casi con sorpresa, al verme movida por él, tumbada en el suelo. No, esto nunca me había pasado. Aunque se supone que es lo normal. ¿No? Es que Narbe se portó tan bien que...

Dejo ir un gemido y me muerdo el labio inferior, conteniéndolos de nuevo, volviendo a cerrar los ojos. Enseguida noto cómo se mueve contra mí, y sin poder evitarlo acabo por jadear de nuevo. Es más cómodo. Y sigo sintiendo el frío, pero menos, ahora.
Dejo que su mano me guíe, me alzo como me lo pide, y acabo sin necesitarla, intentando moverme yo para acoplarme a lo que él hace, aunque es más difícil de lo que podría parecer y a veces llego a tener que reacomodarme.

Acabo por llevar una mano a su espalda, y de ella a su pelo, al que me aferro. Eso es como soltar el estrés, ¿no? Es como pedir, de alguna forma, que siga. Porque la situación libera tensión pero me la causa, también.

Poco a poco empiezo a tensarme, sin embargo. No estoy acostumbrada a esto. No sé cómo dejarme llevar o no hacerlo.
Alzo el mentón y dejo ir un jadeo algo más grave, con los labios entreabiertos. El siguiente es algo más agudo, sin embargo. Me estremezco a ratos.

Es raro de cojones. Pero no voy a quejarme.
Lo acompaño con la cadera. Mi cadera lo acompaña, más bien. Y la hiperventilación, bueno... Me está haciendo marearme.

Al cabo de un rato he perdido la noción del tiempo. Será la cabeza, que todavía se me va un poco. Y entonces, en medio de un movimiento repetitivo pero nuevo cada vez, noto una diferencia: su mano desciende más allá de lo esperado, yendo a apoyar sus embestidas con nuevas caricias, que aumentan un poco el apremio.

Cierro los ojos, aunque llego a querer abrirlos. Noto que me contraigo a su alrededor, en algún momento, como queriendo retenerlo. Pero es involuntario. Mi cuerpo lo atrapa, en contracciones suaves, y entonces dejo ir un gemido algo más alto y la cabera, que hasta entonces hacía lo posible por moverse, se traba, en lo que espiro de forma sonora.
Un temblor seco me recorre y me estremezco, rompiendo ese yo estático momentáneo.

Es raro. Primero sientes como que vas a alcanzar algo, lo que es tu meta en ese momento, de pronto todo se detiene y entonces tu cuerpo pierde toda la fuerza, tiembla, se estremece, se libera. Y ahora, mientras recupero el aire, vuelvo a ser, poco a poco, consciente de la realidad.
De lo que he hecho.

Busco un momento su cuello, rozándolo con los dientes, atrapándolo. Relaja un poco.

En medio de aquel caos, del calor, de la vista nublada y de todo lo demás noto algo que me sorprende: sale de mí. Eso me hace estremecerme levemente también, por la brusquedad, pero también por la sensación de vacío que deja, de alguna forma.
Tardo en darme cuenta de lo que ha pasado, pero al hacerlo no puedo evitarlo, y me echo a reír, con suavidad. Estoy algo cansada.

-Qué atento -me burlo, con la respiración algo superficial.

Hace frío...
Mierda. ¿Y mi ropa?

Me estiro un poco, tirada en el suelo. Vaya mierda. Estoy llena de tierra.
Giro la cabeza hacia él. Al final lo... he hecho, eh.  

-Ngh...-. Qué tranquila estoy, aunque la cabeza me flote-. Me comía ahora... un trozo de tarta -comento, al aire.

Que no fumo, yo.

Espero no tener que volver desnuda. Joder. Qué marrón.