Sala común

Le dedico una sonrisa agradecida. Es amable por su parte concederme eso, en vez de simplemente decir que sí, que es una falta de ingenio. ¡Ciudad Nevada no se hizo en un día! El trabajo diario y los prototipos fallidos son realmente lo que lleva al éxito de un proyecto. Y el mayor enemigo de un inventor, si es que puedo llamarme de esa forma a mí mismo sin sonar ególatra, es la frustración.

Asiento con calma.

-Tendré que darle una vuelta. Seguro que antes de dormir se me ocurre algo. Las mejores ideas llegan cuando no las buscas. Bueno, realmente eso se dice, pero al final lo importante es ponerse...

La sonrisa se ensancha cuando, por lo que parece, no le molesta que me haya explayado. A ver si he encontrado a mi nueva mejor amiga. O a una ayudante.

-Me lo paso bien, sin duda. Es importante empezar por ahí. La pasión es un buen combustible. No sé si tienes algo que te hace sentir así, pero siempre es más fácil moverse si te gusta lo que haces.

Pris asintió, satisfecha de ver que el chico no se desanimaba. Oyéndolo hablar de aquella manera, le gustaba pensar lo interesante que podía ser si su invento salía adelante y podía enseñárselo. No era algo que Pris fuese a poder usar, en cualquier caso, porque de flechas y arcos y esas cosas no tenía ni idea, pero seguía siendo interesante, aunque solo fuese como espectadora. Aquello le hizo preguntarse algo.

─¿Por qué flechas?

A Pris le brillaron los ojos cuando habló de pasión. Claro que había algo que le gustaba. Podía entender perfectamente a qué se refería.

─A mí lo que me encanta es bailar ─explicó─. Llevo haciéndolo toda la vida y es maravilloso. De hecho, así es como estoy aprendiendo a luchar: bailando.

¿Por qué flechas? No puedo evitar esbozar una más que amplia sonrisa.

-Soy arquero. O lo intento. Tampoco se me da mal la magia. Pero bueno, en este caso me estoy centrando en la otra parte. Tengo ideas para otras cosas, no solo para flechas. Pero por algo hay que empezar.

Aunque sí tengo una tendencia a centrarme en las flechas. No soy capaz de quitarme las preferencias de encima del todo, imagino. Pero bueno, cuando esté todo el mundo de las flechas renovado ya me pondré con otra cosa.

Bailar. Se me iluminan un poco los ojos al ver su emoción. Esa es la pasión de la que hablo.

-¿Luchas bailando? ¿Como en un arte marcial? -le pregunto, con curiosidad.

Pris arqueó las cejas. Así que un arquero. Como Kyoti, ¿no? Eso le había dicho Zaih, si mal no recordaba. Aunque lo de la magia le resultaba mucho más cercano. Sonrió. Quizá otro día sí estuviese diseñando algo que pudiera llegar a utilizar ella. Tampoco iba a decir nada, que no era cosa de presionarlo.

Rió, sin poder evitarlo, cuando él sugirió un arte marcial. No se imaginaba con eso. Como no montase ella su propio camino de guerrera y montase una escuela propia, poca posibilidad tenía. Aunque eso podía ser una buena idea, de hecho. La escuela de la magia danzante. Quizá algún día.

─No, no ─respondió─. Es solo que antes que guerrera soy bailarina, y he podido incorporar los pasos que tengo interiorizados a mi estilo de lucha. Yo también uso magia, ¿sabes? Tengo unas tobilleras con las que puedo canalizarla, así que puedo manipularla a partir de mi propio juego de pies. Así, al final bailar y luchar puede ser lo mismo.

La escucho con atención y no puedo evitar sorprenderme cuando me habla de sus tobilleras. Me recodo un poco en la mesa, mirándola con cada vez más atención. Lo de que luche bailando me parece interesante, pero los artefactos mágicos más todavía.

-¿Tobilleras canalizadoras? ¿Qué hacen? ¿Cómo funcionan? ¿De dónde las has sacado? ¿Cómo se activan, bailando?

Eso suena interesante. Quizás a veces soy algo básico al pensar en cosas. Quiero decir... Flechas explosivas. ¿Puede haber algo más básico que eso? Con la de cosas que faltan en el mundo por hacer. Cosas que no tengan que ver con flechas, incluso.

Pris parpadeó, asediada por el repentino aluvión de preguntas, pero no perdió la sonrisa. Anna había reaccionado de forma similar la otra vez. Le parecía un orgullo que resultasen tan particulares a la gente a la que le hablaba de ellas.

─Se activan bailando ─confirmó─. Si zapateo de una forma en particular, puedo invocar el hechizo. Ni siquiera tengo que hablar para hacerlo, solo eso. No sé muy bien cómo funcionan, realmente. Creo que debe de ser por las joyas que tienen incrustadas, que son las que disparan la magia. Fueron un regalo de mis abuelos, hace ya unos años. Una especie de reliquia familiar.

Pris subió un pie a la silla y se remangó el pantalón, para enseñarle una, ya que las llevaba puestas. Se estaba acostumbrando a ir con ellas siempre que podía, igual que otros guerreros hacían con sus armas. Como estaba empezando a usarlas propiamente como armas y no como un mero complemento de baile, tenía que irse planteando usar un tipo de calzado más específico que no interfiriera con ellas. No siempre podía descalzarse para bailar, aunque fuera lo idóneo, y menos con el frío que hacía en Fulmen.

─Tiene unas anillitas, ¿ves? ─mostró─. Ahí engancho unas cadenas que sujeto con las manos, y así puedo dirigir el hechizo en la dirección que prefiera.

Cuanto más habla, más me sorprendo. Jamás se me habría ocurrido algo así. Una vez más, queda patente que las necesidades de las personas varían muchísimo, y que hacen que tengan ideas dispares.

Las miro desde mi posición, pero termino arrodillándome en el suelo para tener sus tobillos más cerca. No me atrevo a tocar nada, porque sería una falta de respeto, pero recorro las tobilleras con una mirada ávida y sumamente curiosa.

-¿No es muy complicado? La verdad es que suena... muy interesante. Nunca se me había ocurrido utilizar una gema para canalizar poder de esta manera. ¿Gasta tu energía? ¿O se descarga eventualmente?

Y la sincronización que tiene que tener para usarlas... Bueno, pero eso ya es cosa suya. El objeto en sí me parece fascinante.

Pris lo vio agacharse a sus pies y empezó a sentirse un poco rara. Le daban ganas como de reírse, porque era una situación un tanto absurda, pero tenía miedo de que el chico se lo tomase a mal. Así que se quitó una de las tobilleras para que la pudiera examinar más cómodamente.

─Toma, ¿quieres verla? Que tampoco es cosa de que te tires al suelo ─ofreció, tendiéndosela.

Pris negó con la cabeza. La verdad era que le resultaba muy sencillo utilizarlas. Desde el principio, nunca le habían dado el menor problema.

─Utilizan mi magia. Nunca se las he dejado a nadie, pero tengo entendido que son más o menos potentes en función del poder mágico de quien las utilice, así que entiendo que no es que las gemas tengan ningún poder en particular, más que el de canalizar energía ─explicó─. Bueno, el hechizo que conforman sí es uno en concreto, no puedo utilizarlas para invocar cualquier cosa, claro. Es como una especie de clair ëm yäk, ¿sabes? Bueno, cada tobillera emite uno, así que son dos, pero son hechizos más débiles si no los uso combinados.

No sabía si podía invocarlo al mismo tiempo que invocaba otro hechizo con la voz o las manos, la verdad. Nunca lo había comprobado. Quizás pudiera trabajar en eso, a ver si era factible.

Tomo la tobillera entre las manos con una sonrisa agradecida y, todavía arrodillado, pero ahora erguido, le doy vueltas, observando con curiosidad todos los flancos.

-Estoy acostumbrado a tirarme al suelo. Si quieres crear cosas no tienes que tener miedo a ensuciarme -comento, sin apartar la vista de los artefactos. Eso lo aprendí montando una especie de vehículo para la nieve que no salió bien.

Asiento a su explicación. Si canalizan la energía parece mucho más fácil calcular cuándo dejar de usarlas. Pero también es una pena para los que tienen menores capacidades mágicas. Aunque, bueno, esas personas buscarán otros métodos más óptimos.

-¿Y solo sirve con magia claritas? Quiero decir... Si los usase alguien... piscis, por ejemplo, ¿pasaría algo?

Qué versatil sería eso. Massen invocando un clair ëm yäk con los pies. De verlo y no creerlo.

Pris de verdad se estaba intentando contener, pero cuando él habló con tanta naturalidad de echarse al suelo por amor a su trabajo no pudo evitar reír. Por una parte, porque se le hacía una lógica curiosa, y por otra porque era divertido ver lo casado que estaba con los inventos. De todos modos, prefería no tenerlo arrodillado así allí, teniendo alternativa, la verdad.

Frunció el ceño, pensativa, al oír su pregunta, y acabó por encogerse de hombros.

─No lo sé ─concluyó─. Es una reliquia familiar claritas. O sea, yo he vivido toda la vida en Ignis, pero la familia de mi madre vive en Lumen, y fueron ellos quien me lo regalaron. Así que puede ser que solo lo puedan usar claritas. O a lo mejor, como es un canalizador, cambiaría la manifestación del hechizo si lo usa alguien con otro tipo de magia. O a lo mejor no podría canalizar esa magia. No lo sé, la verdad.

Tampoco podía funcionar con magia neutra, que ella supiera. O, al menos, Pris no tenía ni idea de qué había que hacer para cambiar la naturaleza del hechizo, si eso era posible. Ella se limitaba a canalizar su magia y las tobilleras la manifestaban como luz.

Abro mucho los ojos cuando la escucha hablar, casi horrorizado. Que sí, que lo de que sea una reliquia claritas tiene sentido y todo eso, pero... ¡¿No lo ha probado?! ¿Dónde está su espíritu investigador? Yo estoy seguro de que todos llevamos un científico dentro.

-¡Tienes que probarlo! -le transmito, con entusiasmo y un poco de indignación-. Además, si has vivido en Ignis... ha tenido que ser sencillo probarlo. ¿No te apena no saber las posibilidades que te ofrece ese objeto? Quizás tengas una reliquia mucho más fuerte de lo que crees. Quizás...

Tantas posibilidades. No puedo dejar de darle vueltas. ¡¿Por qué seré yo claritas, maldición?

Pris ladeó la cabeza, entre confusa y divertida.

─Bueno, ¿realmente, de que me sirve a mí que lo use otra persona? ─preguntó─. Es decir, supongo que a otra persona le puede ser útil, pero yo no voy a poder usar magia flamma porque las tobilleras sean capaces de canalizarla. Y, bueno, se supone que son valiosas, así que tampoco es cuestión de ir haciendo experimentos con ellas. Se podrían estropear, ¡y menudo disgusto se llevaría mi abuela, con la ilusión con la que me las dio! Supongo que se las podría dejar a mi hermana, por probar, pero más que eso no me atrevo.

Pris siempre había sido muy cuidadosa con las tobilleras, y trataba de mantenerlas impolutas. Eran, en principio, un elemento ornamental con el que acompañar sus bailes, y ella misma había acabado descubriendo lo que podía llegar a hacer con el hechizo. Pero ni se le ocurriría convertirlas en un experimento.

─Supongo que podría escribir a mi madre, por si ella sabe más al respecto. Aunque imagino que me lo habría dicho...

Me doy cuenta de que me he entrometido demasiado su respuesta, aunque no voy a negar que no me convence. En absoluto. Entiendo que no quiera que la reliquia se estropee, eso sí me parece prudencia. Pero, ¿de qué le sirve a ella? ¡Esa no es la cuestión! Las cosas no han de investigarse para uno mismo, sino para el mundo. Quizás un día esté caída en combate y tenga un compañero sin arma y le tenga que prestar la suya y entonces se dé cuenta de que no funciona. Y vaya desastre.

Pero bueno. No le voy a decir eso. Acaba de llegar y ponerla en el panorama de "imagina que estás a punto de morir y...". Además de que podría asustarse, sería algo demagogo. Y, a la hora de la verdad, tampoco es que sea esto lo que más me urge en el mundo, ni de lejos.

Le devuelvo la tobillera.

-Si alguna vez descubres algo y no te importa decírmelo, estaré por aquí -me limito a decirle con una sonrisa, mientras me pongo en pie-. Y si no es el caso, quedará como uno de los misterios del mundo.

Espero que no. Los misterios del mundo están para resolverse.

Vuelvo a mi silla, con los papeles. Lo que sí que creo es que el tema de las flechas va a quedarse como un misterio del mundo. Al menos por hoy.

-Yo creo que voy a dejar esto hasta mañana, que me está saliendo humo por las orejas y al final lo que va a explotar va a ser mi cabeza.

Pris tomó de nuevo la tobillera y volvió a ponérsela, asegurándose de ajustarla bien antes de bajar la pernera del pantalón y dejarla escondida. Se irguió y se encogió de hombros.

─Sí, claro ─aseguró─. Preguntaré. Ya te diré lo que me cuentan. Y, si funciona con más gente, seguro que mi hermana es capaz de seguir el juego de pies para probarlo.

Zaih siempre había sido la mejor bailarina de las dos, a fin de cuentas.

Pris rió cuando Jun dio su trabajo por finalizado.

─Al final te he distraído, ¿ves? ─señaló, aunque tampoco parecía sentirse muy culpable─. ¿Llevas mucho trabajando en este proyecto?

Asuento con energía. Saber que las dudas no caerán en saco roto me llena de satisfacción. No me gustan las incógnitas. Aunque tengo que aprender a dejar pasar las de los demás, supongo. En Aqua solo he conseguido darme alas...

-No me has distraído. Me has ayudado. ¡Me has estimulado!-. Ahora conocía otro tipo de objeto mágico-. Además, no estaba avanzando. No llevo mucho, aunque tampoco poco. Es... una idea a la que le he estado dando vueltas un poco en segundo plano desde hace tiempo.

La abandono, la retomo, y la abandono otra vez. Acabará saliendo, espero. A veces es importante reposar las ideas.

Pris no pudo evitar una risita ante su entusiasmo. Qué chico tan curioso. En todos los sentidos.

Volvió a encogerse de hombros.

─Bueno, poco a poco ─concluyó─. Las ideas a veces necesitan su tiempo para madurar.

A ella le parecía un trabajo muy complejo, en cualquier caso. Aunque qué sabría ella de esas cosas, claro. Seguro que no tardaba en verlo por ahí con aquellas flechas explosivas. Tenía que estar pendiente por si se le ocurría alguna otra cosa que ella pudiera utilizar.

Asiento con fuerza. Eso desde luego. Las ideas a veces tienen como vida propia, y van creciendo solas. Aunque hay que regarlas un poco de vez en cuando o te olvidas de ellas.

-Pues a ver si madura. O si llega otra viable-. Empiezo a amontonar los papeles. Si no voy a sacar nada más de esto, no merece la pena hacerse un lío en la cabeza-. ¿Sabes qué ayuda a pensar mejor? ¡El ejercicio! Activa tu cuerpo y activa tu mente. Creo que voy a tirar un poco con arco, a ver si me da ideas sobre cómo hacer flechas explosivas.

A lo mejor Kyoti podría ayudarme, también. O darme ideas útiles. Es un experto tirador, a fin de cuentas. Seguro que hay algo que siempre ha querido y que nunca ha sido capaz de tener.

Pris rió. No sabía si la impaciencia era la mejor aliada para conseguir madurar las ideas, pero el entusiasmo no parecía mal acompañante. Asintió cuando el chico dijo que se iba a entrenar un poco. Tenía sentido; por mucho que fuera inventor, también era guerrero, claro.

Se llevó la mano al cuello para quitarse el colgante. Tampoco era cosa de quedárselo.

─Te devuelvo esto, entonces ─ofreció─. Yo creo que iré a ver si encuentro a mi hermana. A lo mejor le apetece probar lo de las tobilleras.

Zaih no era tan entusiasta de la magia como Pris, pero tampoco se le daba mal. Y era la perfecta candidata para dar respuesta a aquella pregunta.

Termino de poner en orden mis cosas mientras ella habla y entonces le asiento. Dejo que acabe de hablar, de todos modos, antes de ir a por el collar, ya que quiero ser capaz de responder a lo que me dice. No es más que redundar en lo mismo, de todos modos.

-¡Estaría encantado de saber la respuesta a las pruebas!

Y de verlas, ya puestos. Pero tampoco quiero volverme un agobio para ellas.

Una vez he recuperado el collar y lo tengo todo listo, como parece que ella también va a salir, nos dirigimos juntos a los pasillos y, una vez en ellos, nos separamos.

Hay una cosa que no tengo clara. ¿Cuál era su nombre?

*se van*