Sala común

He visto ese leve cambio, ese brillo. Resulta interesante. Aunque, de todas formas, sigue resultándome difusa.
Me alegra, sin embargo, ver que parece hacer algo más interesante que en la superficie. Al menos ese descontento resulta muy refrescante.
Termino por dejar ir una suave risa. Asiento, sin más.
Estoy de acuerdo. ¿Qué más iba a decir? Si me pusiese ahora a explicar por qué le doy la razón solo estaría incurriendo en el mismo error que todo el mundo. Y, sinceramente, no me apetece estropearlo.

-En ese caso supongo que lo dejamos para la próxima vez -indico, falsamente concesiva.

Es lo mejor. Tengo cosas que hacer, y ya he tenido tiempo para descansar. No es momento de juegos de mesa.

Pese a lo dicho, supongo que podemos tomarnos la molestia de salir juntas de aquí, dado que vamos al mismo sitio. No soy tan repelente como para evitar a alguien con quien voy a compartir camino.
O eso creo. No tardamos mucho en separarnos.
No hago preguntas. Es asunto suyo.

Yo, personalmente, estoy cansada.

*se van*

Dejo ir un bostezo perezoso. Llevo buena parte del día ideando una forma de ayudar a Adain con lo de su planeo y entre eso, el madrugón y que ayer me terminé acostando tarde (y el calorcito de la chimenea) lo cierto es que estoy que me caigo.
Además, este sofá es bastante cómodo. Uno no se da cuenta hasta que lleva un buen rato sentado y ya siente cómo le refleja su propio calor, pero en conjunto me siento bastante arropado.

Casi no soy capaz de leer el libro que tengo entre las manos.
Pero es un buen día. Al menos no llueve.

*se queda*

Ni taller ni biblioteca, pero al final di con él en uno de los sitios, podría decirse, esperables. Abrí la puerta despacio y lo encontré de espaldas a la puerta. Leyendo, probablemente, aunque desde mi posición no podía estar segura. Sonreí.

Moviéndome con sigilo, me desplacé con el gorro en las manos hasta el respaldo de su asiento. Entonces, de golpe y como buenamente pude, ya que tenía la cabeza apoyada en el respaldo, se lo calé, rodeando luego la parte alta del respaldo, medio inclinada hacia adelante para poder abrazarlo desde mi posición.

-¡Felicidades! -canturreé, con la mandíbula apoyada en el respaldo, no muy lejos de su oído, sonriente.

Sin esperar su reacción, rodeé el sofá, moviéndome rápido.

-¿A ver? Bueno, servir parece que te sirve. No te aprieta, ¿no? Te queda bien... -Y, mientras hablaba, le iba recolocando el gorro para ponérselo mejor. La verdad era que le daba un aspecto bastante cuco.

Dejo ir el aire por los labios, sobresaltado, cuando me... algo en la cabeza. ¿Meten? ¿Ponen?
¿Me están secuestrando otra v...?

Me paro al escucharla. Vuelvo la cabeza un poco hacia ella, y de reojo la veo. De verdad que me va el corazón a mil. Algún día va a matarme. Ella o cualquiera, que soy de sobresalto rápido...
Suspiro, liberando algo de tensión, y pronto sonrío. Miro hacia arriba, tratando de ubicar lo que me ha puesto.
¿Qué es?
¿Un casco?
¿Un gorro?
¿Es una broma? ¿Es algo gracioso?
¡¡¿Me ha puesto algo gracioso?!! ¡No veo! ¿Qué es?

La miro, algo extrañado. Finalmente, aunque se ha esforzado mucho por ponerme lo que sea, me lo quito para poder verlo.
Pues sí que es un gorro.
Le doy varias vueltas, risueño. Está bastante chulo. Tiene pelo para el frío.

La miro y me señalo, interrogante. ¿Es para mí?
¿De verdad...?

Esperé a que lo viera, y asentí cuando lo señaló. Acabé por sentarme en el brazo de su asiento, por ponerme cómoda.

-¿Te gusta? Era hoy, ¿no? Que a veces no sé ni en qué día vivo... -Miré el gorro-. Si tiene cualquier problema se puede arreglar, así que tú dime.

Luego callé, sin saber muy bien qué más añadir. Había esperado con tanta atención el momento de darle el gorro que, una vez hecho, me había quedado en blanco. Esperé su veredicto, nerviosa.

Asiento, algo aturdido. La miro, quedándome quieto por un instante, y entonces vuelvo a ponérmelo, acomodándomelo. Me hace sentir que ya podría nevar, que no iba a tener frío. Sé que las cosas no funcionan así, pero la cabeza al menos estaría a salvo.

<<Te has acordado. Me gusta mucho. Muchas gracias.>>, formulo veoz, con las manos. Mi sonrisa ya pone la exclamación que falta. <<Esto hace que el mío quede un poco mal.>>, comento, refiriéndome a la pulsera. ¿Quizás aquel día empecé una competición de regalos que no podré ganar? <<Es muy calentito.>>, añado luego, y paso a acomodármelo con las manos.

Está incluso preparado para mis orejas. Es un alivio, por cierto...

La miro un momento, dudoso, y termino por echarle una mano para tirar de ella hacia mí, con una sonrisa. Un abrazo es lo mínimo, digo yo, que me acaba de hacer un regalo, darme las felicidades y...
Bueno, que sí, que es lo mínimo.

Sonreí, aliviada con su respuesta. Me había costado bastante decidir qué podía regalarle. Como Jun siempre estaba pensando en artilugios de lo más extraños y parecía que eso era todo lo que quería, era muy difícil pensar qué podía dársele que no fuera a conseguir por sí mismo. Al final, podía haber pedido él el gorro, pero al menos (o eso esperaba) no era algo que él se hubiera fabricado.

Alcé la mano, mirándome la muñeca, rodeada por la pulsera, y negué con la cabeza. Aquello no tenía punto de comparación.

-El tuyo lo hiciste tú -le recordé-. Yo soy tan inútil que he tenido que encargarlo. Tiene más valor tu regalo.

El hecho de que se lo acomodara una y otra vez me hacía gracia. De verdad parecía gustarle. No creía que estuviera fingiendo por hacerme quedar bien. Y eso me hacía sentir que había cumplido con mi tarea.

Me dejé arrastrar por él, acomodándome para corresponder a su abrazo. Pues sí que estaba entusiasta...

-Ay, que te me haces mayor... Ahora ya no podría decir que te echo doce años. Con lo bien que sentaba eso de parecer mayor que tú... -bromeé.

La lleva puesta. No puedo evitar una sonrisa al darme cuenta, aunque de todas formas niego.

<<Es demasiado simple. Lo tuyo es útil. Eso es solo un adorno.>>, explico, muy seguro.

Llego a saber que haría esto y me lo trabajo un poco más. ¿Aunque trabajarme qué? Con lo que me costó pensarlo... Y para sacar tal conclusión, al final. Quizás los regalos no fuesen lo mío, al fin y al cabo.

¡No le he preguntado a Lluvia por su cumpleaños cuando ella lo hizo! Buen momento para acordarse...

Le doy un beso en la mejilla, prolongado, hasta un poco incordiante, molesto, y luego la dejo ir. Qué mala es, recordándome lo bajito que era...

<<Estaba esperando a que te hicieses ilusiones para romperlas luego>>, explico, con un semblante muy serio, como si le estuviese contando las propiedades físicas del estaño.

Termino por reír.
La verdad es que sí que he crecido. Y eso que uno no suele darse cuenta... Y hay otros cambios, bueno...

Negué con la cabeza. Como empezáramos así...

-A mí me gusta -me defendí por último, terminante. Dar un regalo y luego criticarlo no era la mejor forma de agasajar a nadie. Eso Jun debería saberlo.

Llegué a incorporarme un poco cuando me soltó, pero entonces habló y dejé de alejarme. Primero alcé las cejas, con fingida sorpresa, y entonces compuse un gesto de profunda indignación. Por último, aprovechando mi posición, le clavé los dedos en el costado, buscándole las cosquillas.

-¡Pero serás! ¡Qué malo! -exclamé, medio entre risas.

Termino por sonreír, concesivo. Supongo que eso es lo que importa. La hice para eso, al fin y al cabo. No me torturaré por ella y buscaré algo más sorprendente para la próxima vez, nada más.

¡¿Malo?!
Abro los ojos con indignación mientras intento escabullirme sin mucho éxito de su dedo, que me hace sobresaltarme. Ha dado justo en el punto. Qué puntería. O qué suerte, bueno. Aunque con la de hermanos que tiene puede ser hasta práctica, que tendría sentido...
Yo no tengo mucha, pero de todas formas busco igual, plantándole cara. A ver si hay suerte.

<<No soy malo. Soy sincero.>>, explico con una sonrisa burlona. <<Te has quedado pequeña.>>

Y me vuelvo a acomodar el gorro. No creo que me haga mucha falta aquí, pero hay que estrenarlo.

Sentí cómo la sonrisa de satisfacción se extendía por mi cara sin que pudiera contenerla cuando di con el punto que buscaba. Y yo pensando que había perdido práctica... Si estaba hecha una experta.

Por supuesto, él intentaba mantenerse a la altura, y la consecuencia era que yo me retorcía, intentando alejar los puntos más sensibles de sus dedos. Mientras tanto, no daba tregua con él.

-¡Oye! -me quejé ante su declaración-. Se te suben los años a la cabeza. ¿Ya loqueas como un viejito, Jun? Tengo exactamente la altura que necesito.

Eso no era del todo cierto, pero una tenía que defender su honor.

Viendo que no soy capaz de derrotarla en su terreno intento entonces coger sus muñecas para inmovilizarla. Al menos que ninguno haga sufrir. También me conformo con eso.
La miro con una sonrisa resuelta, mientras trato de retenerla. He de admitir que también he ganado algo de fuerza, y lo noto.

Lo malo es que sin manos no puedo hablar. Pero de todos modos me vale esta expresión, con las cejas alzadas demostrando mi seguridad, provocándola.
"¿De verdad tienes la altura que necesitas? Si eres una enana." Algo así tendría que entreverse, porque la miro con esa intención.

Será el gorro, que me da fuerza y calor.

Claro, y como no conseguía ganar terreno, decidió inmovilizarme. ¡Pero bueno! ¿Valía hacer eso? Me retorcí para zafarme. A fin de cuentas, era un debilucho, así que ya podía agarrarme lo que quisiera, que... O a lo mejor no era tan debilucho. ¿Desde cuándo tenía fuerza como para tenerme quieta?

Fruncí los labios, mirándolo desafiante. Aún traté, en un intento por soltarme, de buscarle otra vez las cosquillas, pero no le llegaba. Estreché entonces los ojos.

-Claro, ahora que eres taaan mayor vas abusando de los débiles, ¿no? -refunfuñé, picajosa.

Aún di un par de tirones más, pero parecía que me tenía bien sujeta. ¿Había estado practicando ese agarre específicamente o qué?

Compruebo encantado cómo mi estrategia funciona. Y por su expresión diría que ella no se lo esperaba. Admito que yo, de alguna forma, tampoco. Quiero decir... No estoy acostumbrado a eso de ser más fuerte que ella, aunque solo sea físicamente. Para mí, Massen está en un altar del poder, y ya pude comprobarlo cuando nos enfrentamos.
Ni cegada soy capaz de derrotarla.
Pero en esto parece que le puedo.

Cuando me he asegurado de que no intentará nada la suelto, lentamente, con una sonrisa. Que si no hago eso no puedo hablar, claro.

<<No te hagas la víctima.>>, le reprendo, con una sonrisa burlona, dándole un emujoncito en la frente con los dedos.

Me acomodo un poco en el sofá. Ya se me ha olvidado el sueño, eso sí...

Cuando por fin se decidió a soltarme, me acomodé de nuevo en el brazo del sofá. Lo miré de reojo, como evaluándolo.

<<Para una vez que puedo...>>, lo piqué.

Acabé por apoyar la nuca en el respaldo y soltar un sonoro suspiro. No me gustaba admitirlo, pero me había dejado con la respiración alterada. Me miré las muñecas. Las tenía un poco rojas, pero tampoco eran unas marcas muy llamativas. Aunque tuviera algo más de fuerza, no se había transformado de golpe. Era un alivio, la verdad.

Le di un par de toquecitos en la cabeza con el puño.

-¿Y no celebras nada? -pregunté.

La miro mientras revisa sus manos, alzando un momento las cejas, borrando un poco la sonrisa. A lo mejor me he pasado...

<<¿Te he hecho daño?>> La miro, preocupado. Eso no era mi intención, claro. Solo estaba jugando.

Sin embargo diría que está bien... Supongo que si le hubiese hecho daño se habría quejado de otra forma, claro.

La miro curioso cuando pregunta.

<<¿Celebrar? ¿Cómo?>>

Esbocé una mueca burlona, sonriendo.

<<¿Tú? ¿Hacerme daño a mí? Ya te gustaría ser capaz>>, formulé, con gestos exageradamente teatrales-. Es que me ha sorprendido un poco esa fuerza. ¿Es nueva o la tenías escondida?

Fruncí el ceño, mirándolo con extrañeza. ¿Estaba tonto o qué?

-¿Cómo que cómo? -exclamé. <<¿Piensas pasarte el día entero de tu cumpleaños sin hacer nada especial? Qué deprimente...>>

Lo pensé un momento.

-¿No has quedado? Con Lluvia o así...

Me alegra ver que no le he hecho daño. Acabo por recuperar la sonrisa tranquila, incluso divertida. Así que quiere seguir con esto, eh...

<<Una vez más, no quería que te sintieses inferior.>>, formulo con las manos, desafiante. Aunque tampoco es que sea la gran cosa, sinceramente...

Una celebración...
Bueno, no lo había pensado así. El Abuelo me daba algún regalo, me dejaba tomar más postre y a veces organizaba alguna excursión o actividad, pero de ahí a celebrar...

<<No sé qué hacer. Le dije a Lluvia que comería con ella pronto para celebrarlo, pero no lo formalizamos así que no hemos quedado todavía. La verdad es que tenía ganas de verla, y creo que ella también.>>

Bao la vista, pensativo. Quizás he sido algo descuidado.

<<Iba a ser un día normal. No hacía cosas demasiado especiales en la Torre.>>

Asentí, muy segura.

<<Claro, claro>>, respondí. <<Se te da bien lo de no hacerme sentir inferior. Parece que te salga natural.>>

Callé un momento, pensativa. Dicho así, no tenía muy claro si...

-¿Entonces vas a cenar con ella hoy o lo dejarás para otro día? -pregunté sin rodeos-. Porque aquí no estás en la Torre y aquí las cosas se celebran. Y si no te lleva Lluvia a cenar por tu cumpleaños, te llevo yo. Aunque claro, si has quedado tampoco te voy a cambiar los planes.

Arrugo un poco el ceño. Supongo que tiene razón, claro. He cambiado de vida, debería aprovecharlo...
Aunque no sé si a estas horas será un poco tarde para avisar a Lluvia. Pero yo le dije que...
Entonces la culpa es mía...
Seré tonto.

<<Debería cenar con ella.>> La miro, encogiéndome de hombros. <<No estoy acostumbrado a estas cosas. También debería cenar contigo, ¿no? No sé bien qué hacer.>>

Es que de no haber preguntado Lluvia ni se lo habría dicho...
Me siento un poco desconsiderado, supongo, ahora que lo menciona.

Negué con la cabeza, con una sonrisa suave.

<<Lo hablaste antes con ella>>, apunté. <<Ya te lo he dicho, lo que no quiero es que no hagas nada. Pero en fin, que tampoco es que te pueda obligar.>>

Apoyé los brazos en el respaldo y acomodé la cabeza. Ya quedaríamos otro día.

Asiento un par de veces. Tampoco quiero ponerme a discutir por qué haré y qué no. Si solo discuto no haré nada, ¿no?

Me estiro un poco en el sofá, acomodándome. Me quito el gorro, entonces, y me vuelvo hacia ella. Se lo pongo a ella, entonces, y la miro risueño. Le queda algo grande. Eso significa que soy más cabezón que ella..., supongo, porque a mí no se me escora así...

<<Te queda muy bien también.>>, le digo, con un gesto de aprobación. <<Bueno, a mí no me he visto, así que no sé si "también" es adecuado.>>

Me baso en lo que ella dijo.
Ahora quiero ver cómo me queda...

Me palpé el gorro cuando me lo puso, mirando en vano hacia arriba. Luego lo miré con una mueca de burla.

-Sí, debería quedármelo, es exactamente mi talla -bromeé, quitándomelo-. No, pero bromas aparte, no sé cómo es posible que te sirva. Me daba bastante miedo que no. Aunque bueno, sería hacer unos arreglos, pero aún así es un rollo.

Volví a ponérselo, con menos ímpetu que la vez anterior. Se lo coloqué bien y asentí, satisfecha.

-Bueno, vas a acabar asándote como te lo dejes puesto -comenté-. Pero sí, la verdad es que te queda muy bien. Me gusta. Por cierto, se pueden quitar algunas partes con botones, ¿has visto? Como el pelo. Así lo puedes usar todo el año.

Le di un golpecito con los nudillos.

-¿Aísla? -pregunté.

Cuando consideras que algo que te queda grande puede ser "tu talla" es fácil que encuentres algo de tu talla, supongo. Así que sonrío y asiento, dándole un toque en la parte delantera para calárselo sobre los ojos.
Su talla, eh...

<<Creo que me queda un poco grande, pero muy poco.>>, le explico con las manos.

Y mejor grande que pequeño. Si fuese pequeño no habría forma de ponérmelo sin que me molestase. Pero si me queda grande llega con ponerle un poco más de pelo.

Y de pronto lo tengo yo de nuevo. Menos mal que no tenemos piojos, porque...

Palpo un poco el pelo, cerrando los ojos. Es tan suave... ¿Y se puede quitar? ¿Quién querría quitarlo? Seguro que sin el pelo no sería tan abrigado.
Aunque claro, en verano...

<<Aísla.>> Primero lo deletreo, luego hago el gesto, para que lo memorice. <<¿De dónde lo has sacado? ¿Del pueblo?>>

La miro, risueño. Extiendo una mano hacia ella, dándole un suave capirotazo en la nariz. Luego me acerco entero y le planto un beso en la sien, entusiasta.
Será la edad, que me cambia.

<<Gracias. Es el mejor regalo que me han dado.>>, declaro, sincero.

El Abuelo no era muy dado a las grandes sorpresas...

Ladeé un momento los labios cuando me dijo eso. Tomé el gorro con ambas manos, moviéndolo sobre su cabeza, como para comprobar lo que me estaba diciendo.

-Jo, lo siento -murmuré-. Era difícil sin tomarte las medidas. De todas formas, puede arreglarse si lo quieres un poco más apretado.

Con una sonrisa, repetí el gesto de la palabra, tratando de memorizarlo. Parpadeé un momento. Por algún motivo, había dado por hecho que conocía a Anna y que el origen del gorro estaba clarísimo. Y, sinceramente, no sabía por qué, porque Anna ni siquiera se dedicaba habitualmente a confeccionar aquella clase de cosas. Que yo supiera, se pasaba el día con las armaduras...

Acabé por negar con la cabeza.

-¿Conoces a Anna? Es una chrysos rubia de gafas. Llegó no hace mucho, creo, y antes de venir era costurera. Se está dedicando aún ahora a hacer cosas para nosotros. Aceptó hacerme el encargo. De todas formas, deberías pasar a verla si no lo has hecho, porque también hace armaduras, y esas son gratis. Al parecer lo han pedido los líderes o algo así. Y la protección nunca está de más... -Miré un momento al gorro. No dejaba de ser, principalmente, para proteger esa cabeza pensante suya.

Me froté la nariz cuando me dio el capirotazo, dispuesta a quejarme por el gesto, pero callé al verlo acercarse tan emocionado. Cuando habló llegué a enrojecer, sintiéndome injustamente halagada. Desvié la vista.

-Bueno, tampoco será tanto -murmuré.