Biblioteca

Alzo las cejas en un gesto fugaz. Vaya. Bueno. Qué sorpresa, supongo. Tampoco es que lo haya examinado a fondo.
Lo de las edades es tan relativo. Solo hay que mirarme.

Bajo la vista un momento cuando vuelve a señalar mis errores. Ya sé lo que no voy a volver a hacer. He aprendido, eso desde luego.
He aprendido mucho desde que vine aquí. Y no todo cosas buenas. Ha sido bastante duro.

-Créeme. Me he arrepentido mucho de todo lo que pasó. Lo hubiese cambiado de haber podido. No se pueden cambiar las cosas.

Para bien o para mal. No se puede volver atrás. Es algo que siempre sabes, pero que no llegas a entender del todo hasta que pasan cosas verdaderamente trascendentes.
Pero es una gilipollez culparse por lo que se hizo mal. Lo voy entendiendo a los pocos. Hay que tratar de aprender.

Le dedico una sonrisa algo cansada.

-Me alegro mucho de que hayas venido a hablarme hoy -confieso, sincera.

Llevo un tiempo sintiéndome algo sola.

Negué una vez más. Se había implicado demasiado en algo que no tenía que ver con ella. Mejor le saldría, sencillamente, olvidarlo.

-Ha sido así y punto -repliqué, firme-. El grueso del problema no dependía de ti. Las cosas son como son, así que...

Empezaba a asumir la situación, poco a poco. Me había costado más hasta que había visto a Follow. Pero, después de hablar con él, lo tenía todo un poco más claro. Bueno. No exactamente. Pero sabía que prefería, por el momento, estar sola. Tenía mucho que asentar en mi cabeza.

Llegué a ruborizarme cuando habló de nuevo. Me encogí de hombros, desviando la vista.

-Lo habría hecho antes si las cosas hubieran sido de otra forma -repuse, con voz baja-. Aquel día estaba muy sola. Me sentía más sola que en mucho tiempo. Y apareciste tú y encontré algo que echarte en cara. Iba a preguntarte por ello de todas formas, pero podía haber sido en otras circunstancias.

Nada de torturarse. Así es. Está bien. Borrón y cuenta nueva, o una mierda como esa.
Al final las cosas fueron mal. Pero ahora podría llegar a olvidarlo. Fueron las circunstancias. Es como ella dice.
Tampoco es que yo fuese allí la mejor del mundo.

-Tampoco yo estaba en mi mejor racha. Lo mejor es no martirizarse y ya -admito. Tuerzo una sonrisa-. Pero me alegro mucho, de verdad. Me jodió... Me molestó bastante. Y ya no solo por la escenita del comedor, sino porque no pareció un ataque de mala hos... de mal humor. Veía que pasaban los días y que no iba mejor, ¿sabes?

Termino por apoyar las palmas en la mesa, ponerme de pie y rodearla para acudir a su lado. Me pongo a su espalda, apoyo cada una de las manos en sus hombros y termino por deslizarlas hacia delante, rodeándola y atrayéndola un momento en una suerte de abrazo.
Mi señal de paz.

No tardo en soltarla, que a lo mejor me estoy excediendo. Me he ablandado tanto.

-Todo bien.

Bajé la vista de nuevo, rascándome un momento la frente. Me encogí de hombros.

-Habría seguido así eternamente -repliqué-. Hasta que hablara con Follow. No tenía sentido fiarme de ti. Y por tanto no tenía sentido acercarme.

Me sorprendió verla levantarse, y la seguí con la mirada hasta que llegó a mi altura. No me esperaba ese abrazo. Pero, de hecho, descubrí que lo necesitaba. Cerré los ojos. Demasiada tensión acumulada. Necesitaba un respiro.

Cuando se apartó, la miré un momento más. Por último, me levanté y la abracé yo. Solo un momento más. Necesitaba un momento más para sentirme tranquila, relajada por una vez. Hacía demasiado tiempo desde la última.

Después de soltarla, inspiré hondo. Luego asentí.

-Ahora sí -declaré.

Su reacción tan positiva llega a sorprenderme, pero correspondo con una sonrisa y con un breve apretón. Yo también he estado un poco frustrada con esto. No eres la única. Estoy más cómoda así.
Te echaba algo de menos, podría decirse.

-¿Entonces te apetece tomar algo para celebrarlo? Algo caliente. Cena. No sé. Comer. Es que he estado madrugando mucho últimamente. Soy casi como vosotros, eh. No tanto, pero casi. Y en un par de horas estaré que me caigo... -le comento, con una breve mueca.

Lo que he sido y lo que soy.

Asentí, conforme. La verdad era que con tanta conversación se nos había hecho algo tarde. Yo también tenía hambre.

-Claro, vamos -asentí-. Tú en dos horas, pero yo en media, así que mejor darse prisa.

Ni siquiera me preocupé de recoger mi material de estudio. De hecho, ni siquiera me acordé de él. Pronto salíamos las dos de allí, camino del comedor.

*Se van*

Estoy realmente cansada. Pero no un cansancio acompañado de enfado. Un cansancio repleto de tristeza. Veo a mi alrededor y todo el mundo es feliz. Ojalá se muriesen todos.

Cargo un montón de libros con el fin de encontrar algún hechizo permanente para... eso. Ojalá hubiese alguna manera de conseguirlo. Sin embargo, esta vez no tendré al tito Nagorr detrás para ayudarme con complejas pociones.

Al menos pasaré el rato.

*se queda*

Corbin no se sentía con ganas de dormir, pero tampoco de entrenar. No por el momento. Había iniciado una jornada nocturna, y aunque pensaba continuar con sus ejercicios más tarde, por el momento se dedicaba a la lectura. Todavía no había terminado la novela cuando entró en la biblioteca con ella abierta entre las manos, pero apenas le quedaban un par de capítulos, y pensaba rematarla aquella misma noche. Después, podría proceder con otra.

Había vuelto a su rutina, pero aquello no lo satisfacía demasiado. Después de su experiencia en Caligo, que había resultado tan enriquecedora, tenía muchas ganas de volver a salir al combate. O, en su defecto, estaría bien un entrenamiento en condiciones, con Alehyss, o quizás mejor con Rick, que podía enseñarle sus habilidades de esgrima. En cualquier caso, echaba en falta la acción.

*Pulula leyendo, camino de las estanterías*

Mi olfato parvus me alerta: acaba de entrar un chico guapo.
Alzo la vista.
Le busco. Estiro el cuello y rebusco entre los huecos de las estanterías para ver. Tampoco quiero levantarme a cotillear. Eso es de mala educación.

Finalmente logro verle y me tapo rápidamente la boca con las manos. Era aquel chico al que en el observatorio mandé a la porra. Estúpdo Gerald... Me cabreó y no pude pensar con claridad.

Niego con rapidez. Espero que se haya olvidado de mi,así podré empezar de cero. Un momento... no quiero que se haya olvidado de mi. Eso imlicaría que le doy igual.
Igualmente me acerco y le hablo en bajito.- Buenas noches.- Digo con voz trémula, observando su cara perfecta.

Tómame.

Corbin tuvo que dejar una línea a la mitad cuando sus sentidos lo alertaron de que alguien lo observaba. Normalmente, la lectura podía llegar a hacer que olvidara su entorno, y más si se trataba de las últimas páginas. Pero, a aquellas alturas del libro, ya en el epílogo, pudo permitirse mantener la atención, lo que le permitió detectar a la parvus antes de que se resultara una amenaza.

No parecía serlo, en cualquier caso. Corbin no estaba seguro de si la había visto antes, aunque creía no conocerla. Por otra parte, el hecho de que se hubiera acercado a él, a todas luces voluntariamente y con su atención fija, revelaba que buscaba iniciar una conversación, o quizás pedirle algo. A Corbin no le hacía mucha gracia interrumpir la lectura a tan pocas páginas del final, pero decidió hacerlo.

-Buenas noches -saludó a su vez con voz suave, prestando atención, en busca de algo que le indicase qué quería la chiquilla.

No sé su nombre. ¿Sabrá él el mío? Chasqueo la lengua. ¿Y si él sabe mi nombre y yo no sé el suyo? Podría acusarme de que no le he prestado suficiente atención cuando le vi y reprocharme que él sí se acuerda del mío.
Nagore: relax.
-¿Te acuerdas de mi? Creo que coincidimos en el observatorio en algún momento...- Sonrío.- Y te vi entrar y decidí volver a saludarte.- Explico.- Espero no haberte molestado.- Mantengo un tono bajo.

Hago una pausa.- Oye... - Le interrumpo de nuevo.- No es que me haya olvidado de tu nombre.- Roto los ojos.- ¿Pero puedes recordármelo? Es que no me acuerdo bien.- Me disculpo, hundiendo la cabeza en los hombros y sonriendo con timidez. - Yo soy Nagore.- Añado.

-¿Qué lees?- Me acerco un poco más.



He dicho que me tomes.

Corbin la observó un momento, preguntándose cuál era la respuesta correcta. Tras examinarla un momento había llegado a concluir que sí, que la había visto antes, pero dudaba que a eso se refiriera ella con "acordarse". Y, desde luego, no era capaz de ubicarla, ni siquiera con los datos que ella le proporcionaba. Al final, negó con suavidad.

No podía decir que no lo hubiera molestado. A fin de cuentas, estaba terminando una lectura y ella lo había interrumpido. Pero dudaba que eso contase para ella como molestar, ya que si así fuera, la molestia era evidente. Aunque las palabras de la chica mostraban una cierta confusión, y Corbin no estaba seguro de si se debía a la extraña forma en que ella se expresaba o a algún matiz de la conversación que él no era capaz de captar.

-Soy Corbin -respondió por fin, tan escueto como le era habitual, aunque con voz que, con algo de concesión, podía llegar a considerarse amable.

Nagore. No tenía que pensar mucho para relacionarlo con el nombre del líder parvus. Quizás aquella fuera una buena regla mnemotécnica. Asintió con suavidad.

Dejando un dedo entre las páginas, cerró el libro y le mostró la portada. Era un volumen sobrio, encuadernado en piel negra y con letras en tono plateado, que marcaban el nombre de un autor clásico en un tamaño de fuente pequeño, encima del título del libro, que ocupaba gran parte de la portada.

-El estrell bicéfalo -respondió, pese a que ella podía leer el título por sí misma.

Corbin. No lo olvidaré.
-Un placer. - Ahora me siento idiota. Ya sé su nombre. Lo facil y formal está hecho. ¿Y ahora qué?
Aún pienso en cómo continuar la conversación cuando el título del libro me interrumpe.
-¡Oh!- No tengo ni idea.- Me suena. Creo haber escuchado que es bastante bueno.- Esto siempre funciona. Yo parezco interesante y nadie sale herido.

Me recoloco cerca de él, buscando cercanía pero de forma realmente sutil. Tiene pienta de tener una piel tan suave... Me pregunto qué pensará de mi piel.
Espero que le gueste también.
- Y dime Corbin, ¿agetreado con misiones?Yo hace tiempo que no voy a ninguna. No soy una chica muy fuerte...- A los chicos les gustan las chicas a las que proteger.- Aunque... me apetecería ir a alguna pronto. Si se diese la ocasión, ¿te gustaría venir conmigo? Sé que puede sonar precipitado, pues nos acabamos de conocer casi.- Tomo aire.- Pero simplemente quiero que lo tengas en cuenta por si alguna vez te hace falta alguna compañera, ¿de acuerdo?- Le tiendo una mano con una enorme sonrisa.

Tiene que ser tonto si no se da cuenta de lo que quiero. Entorno los ojos mentalmente.


FDR: sí. e.e

Corbin asintió, retirando la portada de su vista, aunque sin volver a abrir el libro. Él todavía estaba pensando qué opinaba al respecto. Desde luego, le había gustado como lectura, y le parecía entretenido, pero no tenía tan claro hasta qué punto merecía el calificativo de "bueno". En algunos aspectos, la historia resultaba más enrevesada de lo que hubiera sido necesario, y tenía algunos puntos débiles en la narración. Aunque tampoco pensaba pararse a pensar en ello más de lo necesario.

Sus sentidos le advertían de que su espacio, poco a poco y de forma muy ligera, iba siendo invadido. En un gesto no demasiado evidente, reafirmó su postura, reordenando ell espacio que se le había robado sin recular, recuperando así su presencia. La chica tenía un cierto aire cazador, y aunque no era el aire de un cazador demasiado hábil, no iba a subestimarla.

Negó de nuevo.

-No he encontrado nuevos encargos de los que ocuparme desde hace algún tiempo -indicó-. Aunque reconozco que tengo ganas de salir a trabajar. No me gusta permanecer inactivo más tiempo del estrictamente necesario.

La forma en que admitía sus debilidades no decía mucho bueno de ella. Corbin no entendía por qué iba nadie a querer una compañera de trabajo que se presentase como débil. Por otra parte, no se veía necesitado de recurrir a ella. Contaba con otros compañeros que habían demostrado (y no con palabras) una habilidad digna de aprobación, así que no había motivos para colaborar con alguien que no estuviera a la altura de un encargo o que pudiera dificultarlo.

-Gracias, pero no estoy interesado -declaró, seguro-. Me gusta trabajar por mi cuenta, o en su defecto con gente experimentada. No puedo permitirme encargarme de otros mientras trabajo. Si te sientes débil, quizás deberías dedicarte a fortalecerte aquí antes de lanzarte al campo de batalla.

Alguna vez me habían rechazado. A ver. Muchas veces me habían rechazado. Pero ninguna había sido tan sumamente cruel.
Si Gerald tenía poco tacto, este tío era un imbécil.
Siento una losa sobre mis hombros que quiere hundirme. o, por el contrario, aprieto los labios y me intento mantener firme, aunque no por mucho tiempo.


- Gracias...- Digo al fin, con algo de rencor.
Me doy la vuelta. No quiero que me vea llorar.
Estoy hasta las narices. De todo. De mi vida y de esta gente.
Camino hacia la puerta mientras tiro lentamente de mi peluca, dejando mi aburrido pelo marrón a la vista y la aprieto contra mi pecho, con rabia.


Ya me da igual.

*se va*


FdR: e.e la han rechazado 3 veces seguidas en menos de 15 dias y esta ha sido horrible. e.e Os odio.

Corbin vio alejarse a la chica, preguntándose si aquello era todo. De pronto, había sentido sus instintos de depredación desvanecerse, al tiempo que ella daba media vuelta y se marchaba. La observó marchar con cierta curiosidad, llegando a fruncir el ceño al ver cómo retiraba el pelo, al parecer falso, sobre su cabeza, dejando ver su auténtica cabellera. Anotó mentalmente aquel dato; conocer bien a quienes lo rodeaban siempre era una ventaja, desde luego, y los rasgos físicos no eran excepción a aquel hecho.

Aunque una peluca le parecía una buena forma de camuflaje, se preguntaba por qué un color que a cualquier enemigo podría resultarle tan llamativo. Lo que ganase uno en ocultar su identidad lo perdía en mostrarse a la vista.

Tampoco se paró a darle demasiadas vueltas. Cuando ella hubo abandonado la sala, volvió a su lectura, que terminó en apenas unos minutos. Cerró el libro despacio, pensativo. No habían sido unas últimas páginas excesivamente interesantes, pero el conjunto de la obra sí había sido satisfactorio. Buscó la estantería a la que correspondía y luego vagó un poco por las estanterías de la misma zona, buscando alguna otra lectura de interés.

Finalmente, tomó el volumen elegido y abandonó de nuevo la biblioteca. Tampoco podía pasarse el día dedicándose a la lectura. Aunque no tuviera misiones a la vista, no debía descuidar su entrenamiento.

*Se va*

Tras haber pasado buena parte de la tarde entrenando, el chrysos decidió tomarse un descanso por la noche y se acercó a la biblioteca, todavía con el pelo húmedo y un par de heridas superficiales en las manos. Hacía bastante que no leía, en parte porque estaba ocupado, en parte porque nada le había llamado la atención lo suficiente como para decidirse a buscar un libro, pero pensaba poner remedio a ese desinterés ahora; con lo que le había costado hacerse con un hábito de lectura, no iba a echarlo ahora todo a perder. Además, el encuentro con Anna le había revivido un antiguo interés: la cura de heridas. Él sabía que su magia no era buena, y que probablemente nunca podría realizar conjuros como el de la muchacha, pero tal vez hubiese algo más asequible, algo más para la gente como él. A fin de cuentas, si se arrepentía de haberse perdido algo en Brontë, eso eran las clases de curación que se habían dado hacía tiempo.

Lyam avanzó por los pasillos, atento a las categorías de las estanterías que los bordeaban, buscando la sección adecuada. Finalmente, tras un par de vueltas, encontró una que, consideró, bien podría englobar los libros del estilo, así que se adentró en la zona. Tras observar un par de títulos, decidió hacerse con una escalera de mano, y tras subirse en ella, comenzó a hojear los volúmenes de la zona más elevada, curioso.

Tras inspeccionar un buen número de estantes, el chrysos finalmente decidió concluir su búsqueda, y descendió por la escalera llevando tres libros diferentes con él: uno hablaba sobre la magia y la curación, otro sobre pociones, y un tercero sobre métodos de curación que no requerían ni magia ni conocimiento en pócimas. Antes de irse, sin embargo, se detuvo un momento en una sección dedicaba a la flora, y tras unos minutos buscando, cogió un par de libros. No sabía mucho del tema, y pensaba que igual le hacía falta saber algo antes de leer sobre pociones.

*se va*

Corbin sabía que, si Falace siguiera viva, aquella sería una ocasión que ella consideraría perfecta para desafiar sus capacidades de supervivencia. Y, en cambio, allí se encontraba, sentado en un sofá de la biblioteca, leyendo cómodamente al calor de la chimenea. Resultaba ciertamente agradable, y aunque Corbin siempre intentaba resistirse a acomodarse, aquel día había decidido despreciar por completo el tiempo.

La lectura no era demasiado interesante. Una de tantas, en su opinión. Era sencilla, se leía rápido y servía para entretener y pasar el tiempo. Y, pese a ello, a Corbin le sabía especialmente bien en una noche tan fría como aquella.

*Se queda*

Llevo dos de los libros sobre Ventus que he tomado de la biblioteca para devolverlos y tomar alguno más. Creo que esos ya me han ofrecido todo lo que podían. No obstante, la compañía me hace retrasar un poco mi búsqueda de libros.

-Corbin -llamo, acercándome al sofá que ocupa. Tomo asiento sin el menor reparo a su lado, dejando los libros junto a mí-. Buenas noches. ¿Qué tal?

Hace tiempo que no me lo encuentro. Puedo recordar exactamente desde cuándo. Es un recuerdo estimulante, podría decir.

Siendo Corbin como es, quizás mi intrusión sea molesta. Que yo tenga una opinión tan elevada de mí misma no implica que se lo tome a bien. No obstante, creo que sabré sobrellevarlo.

Corbin la oyó llegar, por supuesto. Después de todo, ella no se tomó la más mínima molestia en ocultar su presencia, y el desinterés por la lectura permitía al chico mantener una mayor atención a su entorno. Pese a que el libro no parecía demasiado interesante, la actitud de Alehyss al acercarse fue tan directa que decidió buscar un punto antes de alzar la vista y responder a su saludo. Cuando detuvo la lectura, marcó con el dedo la página en la que lo había dejado.

-Buenas noches -saludó con una leve inclinación de cabeza, tranquilo-. Todo en orden. Quizás demasiado quieto. El invierno da sensación de que todo ha muerto. Creo que necesitaré volver a moverme pronto.

Después de lo estimulante que había resultado su estancia en Lumen, la idea de quedarse en el palacio preparando sus entrenamientos le parecía de lo más deprimente. Si no salía pronto a trabajar, acabaría por frustrarse, y lo sabía.

Se dio cuenta entonces de que faltaba algo, y centró de nuevo su atención en Alehyss.

-¿Cómo te va a ti?

Asiento a lo que va diciendo, acomodándome en el asiento incluso con descaro. No obstante, una parte de mí se mantiene pendiente de él. No suele saltar en situaciones como esta, pero pese a todo.

-¿No has vuelto a hacer nada después de lo de Caligo? Al final nos había quedado la conversaciónpendiente -comento, con tono entretenido, mirándolo, sin embargo, sin demasiada curiosidad en el gesto-. Yo me encargaré pronto de alguna cosa, también -añado, como dato informativo innecesario.

Cuando me devuelve la pregunta pienso un momento. Podría decir que estoy algo aburrida últimamente, pero no me parece apropiado.
Finalmente, insisto en lo mismo.

-Estoy planeando un trabajo en Ventus, ahora mismo. Por lo demás, como siempre. ¿Has estado allí alguna vez?

Corbin negó con la cabeza. Nada lo había ocupado desde entonces. Empezaba a echar de menos a la caeruleus que le había dado aquel encargo, en aquellas condiciones. Quizás ella podría volver a ponerlo en activo.

Escuchó con interés los planes de Alehyss.

-¿No tienes algo para mí? -preguntó. No sería la primera vez que la chica le ofrecía trabajar en equipo, y no le resultaba en absoluto desagradable-. No, nunca he estado. Suena interesante. ¿Ya tienes los detalles?

No era que tuviera intención de indagar en asuntos ajenos, pero sí sentía interés en la realización de los trabajos en sí mismos. Quizás si Alehyss estaba más próxima que él a entrar en activo pudiera darle información para hacer lo propio.

¿Algo para él?
Alzo las cejas, esbozando una sonrisa sencilla. No creo que esto sea lo que más le atraiga. No parece algo muy intrépido.

-Simplemente iré a por algo de madera especial. No creo que resulte especialmente complicado ni que haya muchos contratiempos. De todos modos, si estás interesado no te pondré inconvenientes, claro.

La compañía arbitraria me incomoda, pero hay ciertas personas con las que trabajo bien y no me importaría que me acompañasen. Evidentemente, si viene Dehnel a pedir un hueco la respuesta será negativa, y tampoco es que espere convertir esto en una excursión para diez personas.

-Quizás venga otra persona -añado, pensativa-. Un chico claritas. Jun. No sé si lo conoces. Aunque no tengo claras sus intenciones al respecto, todavía.

No le pega demasiado tener trato con él, pero quizás se hayan llegado a cruzar.

La perspectiva de un nuevo miembro en el grupo no animaba tanto a Corbin, aunque no dejaba de ser interesante. Si Alehyss iba a trabajar con alguien más, tenía sentido que se tratase de una persona profesional y eficiente en su trabajo. Asintió para sí, pensativo.

-Házmelo saber cuando tengas información más exacta -pidió-. Quizás me una, aunque sea por la excusa de mantener la actividad. Aunque reconozco que, como dices, no suena muy interesante. Tiendo a gustos un poco más bélicos.

Claro que no parecía haber mucha oferta disponible. La paz generaba hastío, y venía cuando no se contaba con ella.

Asiento. No es que esperase algo diferente. Incluso para mí el interés de Ventus se pierde un poco en la apariencia de la misión. Pero como los motivos personales para hacerlo son fuertes creo que incluso podré disfrutar la experiencia.

-Te lo comentaré cuando sepa más, por supuesto. De todos modos, si encuentro algo que pueda ser más de tu gusto te lo diré también. A veces estar aquí encerrado llega a hacerse agobiante-. Frunzo el ceño entonces, pensativa-. ¿Y no has pensado en aprovechar que no estás ocupado para buscar otro tipo de trabajos? Quizás no haya mucha oferta, pero es buen momento para buscar accesorios o cualquier tipo de aventura por ti mismo...-. Frunzo el ceño, cavilante-. Quizás eso se parezca a lo que hiciste en Caligo, por otro lado...

Los trabajos para uno son interesantes, pero también hay que obrar en nombre de Brontë. Aunque al final hay problemas en todas partes, aunque no todos ellos llamen a nuestra puerta.