Biblioteca

La miro con los labios entreabiertos, pensativo, algo ausente. Tres días... ¿Podría decir entonces que esos tres días fueron los que marcaron su vida, de algún modo? De haber decidido quedarse... ¡A saber qué estaría haciendo ahora! Todo es como una especie de puzzle... Y encaja de esta forma porque ha sucedido así.

"Te admiro mucho."

La miro fijamente, repentinamente serio. Está cambiando mi forma de concebir muchas cosas. Me da valor. Ella tenía más o menos trece años y decidió lo que sería de su vida. Y yo, aquí, sin ser capaz de tomar las riendas de nada, limitándome a esperar a que vengan a buscarme como si fuese mercancía.

Aprieto los puños y frunzo el ceño. Es... ¿Frustrante?

Tuve que releer varias veces el mensaje antes de entenderlo del todo. Sentí cómo enrojecía hasta la raíz del cabello y desvié la vista, absolutamente abrumada. ¿Cómo podía decir algo así con tantísima tranquilidad? Se notaba que era un niño. Cualquier persona con menos inocencia sería incapaz de declarar algo como aquello con tanta naturalidad.

Volví a encogerme de hombros, sin mirarlo.

-No hay para tanto... -murmuré.

Me encojo de hombros, ruborizándome ligeramente al notar su reacción. Quizás me he pasado diciéndolo así. Además, muchas veces al escribir parece que lo digo todo mucho más seguro, pero ponerme a escribir tartamudeando y con silencios y exceso de puntos suspensivos no sería muy... Apropiado, por así decirlo.

"Es que..." Esta vez sí pongo puntos suspensivos "Me haces sentirme un poco más fuerte."

Suspiro y esbozo una sonrisa, poco convencido.

"Aunque al final supongo que la" "situación no es la misma."

Lo miré, no muy convencida.

-¿Qué situación? ¿La tuya? -pregunté.

¿Qué conclusiones estaba sacando de lo que le decía? ¿Por qué hablaba como si lo que yo le dijera fuera crucial para su forma de ver las cosas? ¿Tan influenciable era?

-¿Qué piensas, Jun?

Lo vi tomar papel y pluma en silencio, y al momento quedé asombrada con su velocidad para escribir y su soltura. ¿Cómo era capaz de aquello? Apenas dudaba, y rellenó un gran texto en poco más de un minuto. Entonces, me lo tendió, y comencé a leerlo.

Me llevó un buen rato, pues no estaba acostumbrada a textos tan largos, pero acabé por conseguirlo. Después de leerlo, todo parecía un poco más claro. Di un pequeño suspiro.

-Mira, Jun, personalmente, me gusta mucho llevarle la contraria a mis mayores -empecé. Lo principal había que dejarlo bien claro-. Siempre me ha gustado ir por libre. Desde pequeña se me dio esa oportunidad, y luego ya nunca me la pudieron quitar. Y considero que decidir por uno mismo, por más que cueste, es esencial para salir adelante -. Hice una pausa, desviando la vista un momento y enrojeciendo un poco-. Tengo un... compañero... que dice que todo está ligado al destino, y que si las cosas ocurren de una determinada manera es porque así debe ser. Él opina que si estás en un sitio, o si te encuentras con una persona, es porque ese es tu destino, y no debes llevarle la contraria. Supongo que, si seguimos su teoría, tú has llegado a Brontë por alguna razón, ¿no? -Sonreí-. Así que piénsate muy bien si de verdad no te importa no decidir nada sobre tu vida, que al fin y al cabo es asunto tuyo. Tú sabes mejor que nadie cómo eres y qué has vivido como para decidir qué hacer con ello.


Lo miré, con absoluta fe en mis palabras.

Bebo de sus palabras con avidez. Del mismo modo que escucho al abuelo cuando me explica cosas interesantes e importantes, la escucho ahora a ella. Es otra lección, al fin y al cabo, y una que he pedido yo mismo. No entiendo bien qué tiene que ver el destino con que piense qué hacer, ya que suena a lo contrario, pero creo que comprendo el significado completo de sus palabras. O al menos casi...

Si el destino existe... Me la ha mandado a ella para cambiármelo. Porque hasta ahora yo nunca me hubiese planteado cosas que ahora sí se me pasan por la cabeza. Es cierto que conozco mi situación y es algo egoísta que piense así, pero... ¿No lo es encerrarme en una torre sin preguntarme qué quiero yo? Quizás si fuese más fuerte y hubiese aprendido más de la vida no correría peligro porque podría protegerme a mí mismo.

"Muchas gracias, Massen Dew."

La miro muy serio, enormemente agradecido. Quizás ella tenga esta función. Ella puede ser la persona que me va a ayudar a cambiar. Tal vez tomar decisiones es lo que me queda para crecer.

Un bostezo acude de pronto a mis labios. Los ojos se me anegan. Con tanta charla, se ha hecho muy tarde, y no sé ella, pero yo no estoy acostumbrado...

Le dediqué una cálida sonrisa. Entonces, al verlo bostezar, desvié la vista hacia la ventana. ¿Qué hora era? No lo sabía, pero debía de ser tardísimo. Me apresuré a recoger todo mi material, me puse en pie y le revolví el pelo.

-Es tarde -dije-. Vamos a dormir. No son horas de andar dando vueltas.

El pequeñajo pareció encantado con mi propuesta, y no tardó en seguirme. Juntos, abandonamos la biblioteca.

*Se van*

Corbin llevaba un sobre abierto en la mano cuando entró en la biblioteca. Hacía ya tiempo que tenía que haber escrito la respuesta a aquella carta, pero por algún motivo, no se le ocurría qué escribir en su respuesta, así que lo había ido dejando. Había decidido, sin embargo, que ya había procrastinado lo suficiente su tarea.

Tomó asiento frente a una mesa, acercó la silla y tomó pluma, tintero y papel. Mojó el plumín en la tinta y miró el papel en blanco, dudando (como siempre) cómo debía comenzar. Al final, permitiéndose una pequeña sonrisa, se decidió por lo más simple:

Señora Alehyss, a cuyos pies me postro:

Sigo esperando noticias sobre el asalto a Brontë. No he querido insistir, esperando darte el tiempo suficiente para completar tus investigaciones. Pese a ellos, ardo en deseos de ser informado al respecto.

De la misma forma, espero tus instrucciones e interés para un entrenamiento conjunto que, creo, sería beneficioso para ambos. Aprovecho para informarte de la presencia en Palacio de mujeres interesadas en incitar al entrenamiento. Su fuerza es estimable, y se puede sacar buen jugo que un combate con ellas.

Espero ser digno de tu respuesta o presencia.

Un saludo,
Corbin ad Faldice

Tras repasar el texto, lo metió en un sobre y cerró la carta con lacre. Una vez indicados el destinatario y remitente, interceptó a una joven del servicio para que le hiciera llegar la carta a la chrysos. Hecho esto, se volvió hacia las estanterías y se internó en ellas. Ya que estaba allí, aprovecharía para buscar documentación, o en su defecto una buena lectura.

*Se queda*

Salió de la biblioteca bastante satisfecho. Además de la carta, había encontrado un par de libros muy interesantes que había añadido a la bibliografía de su obra. Estaba aplicando técnicas con acierto, y se sentía orgulloso de sus avances. Lo que necesitaba, lo que más falta le hacía, eran testigos. La parte técnica la tenía bien estudiada, pero necesitaba ver a Rick, o a alguien cercano a él, para encontrar la inspiración. Y ese era su objetivo.

*Se va*

Aunque el entrenamiento puso mi cuerpo en marcha ahora tengo la necesidad de terminar mi trabajo. Por eso mismo he venido a la biblioteca. Ahora me encuentro con unas hojas ante mí y una pluma en la mano, redactando todo lo transcurrido durante la misión de Silvanus. Trato de no dar demasiados datos banales y también intento obviar mis emociones durante la misma (la preocupación por Massen, la ira hacia ella y Fier...). Es un trabajo lento, pero no tardaré más de esta tarde en terminarlo. Al fin y al cabo, no es más que un informe. Es eso lo que quiere.

El silencio de la habitación es agradable. Ayuda a trabajar. Y eso es lo que necesito ahora mismo. Silencio. Un silencio que aplaque la frustración que siento.

*se queda escribiendo muy concentrada*

Corbin meditaba acerca de las pruebas. No había vuelto a ver a Rick en mucho tiempo, y eso lo frustraba. Quería más detalles. Quería novedades. Quería saber cómo podía ser fiel a la realidad y avanzar en su trabajo. No necesitaba más libros ni notas ni esquemas; necesitaba una buena historia, una de verdad.

Ladeó la cabeza, sorprendido, al ver a Alehyss enfrascada en la escritura. Hacía mucho que no la encontraba en la biblioteca, y le llamaba la atención verla trabajar tan en serio. Se planteó por un momento si sería buena idea interrumpir su trabajo, o si sería mejor dejarla trabajar a su aire.

Carraspeó.

-Buenas tardes -saludó en un murmullo, pasando de largo tras dirigirle una mirada.

Avanzó hacia las estanterías, buscando el lugar correspondiente a cada uno de los libros que había cogido.

Estoy enfrascada en la escritura del acertijo de la rana, dando detalles sobre el hechizo del fuego, la decisión entre Prosper y Masslow, la muerte de Prosper... Omito la discusión, pero sí añado que Massen Dew y Fier se lanzaron a las llamas.

Un carraspeo me interrumpe. Veloz, casi con un instinto agresivo, alzo la vista, poniendo el cuerpo en tensión por si es necesario cubrir las hojas. Prefiero parecer sospechosa sin más que ser claramente sospechosa tras la lectura de lo que escribo.
Es Corbin.

-Hola -murmuro, clavando mis ojos en él. Lo sigo con la mirada -. He leído tu carta - comento, tratando de no resultar desagradable. No me interesa ser huraña con él, aunque tampoco estoy en mi mejor momento para ser agradable.

Tras verlo alejarse un poco, vuelvo a mi papel. Escribo un par de palabras más, terminando la página. Tras esperar a que seque le doy la vuelta, ocultando el mensaje de ojos indiscretos y tomando uno nuevo.

Colocó un libro en la estantería y se volvió hacia ella. Ya estaba tomando otro papel, continuando con su documento. Corbin asintió lentamente, mirándola.

-¿Ah, sí? -preguntó, sin saber qué decir.

Volvió a las estanterías y dejó otro libro en su lugar, pensativo. Ni siquiera se lo había planteado al escribirle, pero ahora, al verla, le venía a la mente de nuevo aquel extraño encuentro en los balcones. Se preguntaba hasta qué punto había intervenido el alcohol en lo que había pasado, y qué había pretendido la chrysos con aquel gesto. Sacudió la cabeza y se encogió de hombros, tratando de alejar aquella imagen incomprensible. Tal vez no era tan importante.

Asiento con lentitud, escribiendo mientras tanto en la nueva hoja, sin mirarlo cuando mis labios se abren.

-¿Prefieres que te cuente lo que sé sobre el asalto ahora o que siga utilizando el tradicional medio de comunicación que tenemos? -. Pongo un punto al final de la frase y alzo la vista, observando por el rabillo del ojo al claritas.

No menciono el entrenamiento porque ahora mismo, en este lugar, no me parece muy propicio. Además de que no estoy de un humor demasiado agradable y tengo que acabar de escribir esto.

La miró de reojo, colocando el último libro en la estantería. Alzó entonces ambas cejas y un brillo de interés asomó a sus ojos. Terminó de empujar el lomo del libro hacia el fondo y, asintiendo, se acercó a Alehyss y tomó asiento frente a ella.

-Creo que lo prefiero ahora -respondió con seguridad.

Se mantuvo atento y en silencio, mirándola fijamente y obviando sus apuntes.

Parece que he captado su interés. Interesante.
Aparto las hojas a un lado, asegurándome de que todo lo escrito quede cubierto, y me echo un poco hacia adelante, haciéndome la interesante. Una suave sonrisa curva mis labios.

-Puedo decirte que, según sé, el niño al que se rescató aquel día sigue por aquí. Aún no he averiguado mucho sobre él, aunque lo vi en la fiesta de Nagorr...

Me aproximo un poco más, quedando mi nariz a un par de centímetros de la suya. Enarco ambas cejas, quitando importancia a mis palabras.

-Lo cierto es que es mejor contártelo en persona, porque tengo poco que decir... El líder Nagorr Brumm es difícil de encontrar, y aún así sería complicado sonsacarle gran cosa, por lo que son casi todo suposiciones. Aunque, por lo que sé, conocía al tipo que nos atacó de antes... Supongo que si no nos ha informado de nada será porque se trata de algún asunto extraoficial o personal.

Lo miro serena. Es una pena no tener mucho que decir, ya que me gustaría saber su opinión al respecto. Es otra forma de extraer rasgos sobre él, que es tan reservado.

FdR- Roleo pausado, que una se va al gimnasio xD.

Corbin atendía a las palabras de la chrysos como si le fuera la vida en ello. Bebía de sus palabras con creciente atención.

Al parecer, todo giraba en torno al rescate de un niño, del que Alehyss no dio demasiados datos. Y, encima, el niño estaba aún en Palacio. La mirada de Corbin viajaba de sus labios a sus ojos. Le decepcionó un poco el descubrir que no había demasiados datos al respecto. Se preguntó si el líder parvus era reservado habitualmente o si lo estaba siendo en aquel momento porque no quería dar información acerca de aquel caso.

-Tal vez, si es que el niño sigue efectivamente por aquí, sería más rápido sonsacarle información a él -sugirió, denotando un enorme interés.

Asiento, ladeando la cabeza ligeramente al hacerlo, como si tachase de difícil su propuesta. Y lo es, en parte.

-Lo cierto es que solo vi al niño una vez, en la fiesta de Nagorr Brumm -. Y ya estoy teniendo problemas para encontrar yo a una persona-. Si lo encontramos no debería resultar demasiado complicado, pero no sé en qué lugar hallarlo.

Me aparto el pelo del rostro, mirándolo fijamente. Me humedezco los labios, pensativa.

-Admito que he desaprovechado la oportunidad que tuve de hablar con él.

A mí me interesa por mi misión aquí, pero... ¿Qué lo lleva a él a querer tantos datos? ¿Es mera curiosidad? ¿O algo más?

Corbin asintió lentamente.

-Entiendo -dijo-. Supongo que, si lo encuentro, él podrá darme detalles. ¿Podrías describírmelo?

Frunció el ceño ante la afirmación de Alehyss.

-¿Por qué? -preguntó.

Si había tenido oportunidad, no le cabía en la cabeza la posibilidad de que la hubiera dejado pasar. Al fin y al cabo, había dado su esfuerzo, e incluso algo de sangre para salvar a aquel niño.

Una descripción...
Hago memoria un instante. Vi al chico desde lejos, pero no me resulta complicado recordarlo. Parecía un conejillo.

-Era claritas. Tendría unos... ¿Diez años? ¿Doce? Se me dan mal esas cosas -. Me echo hacia atrás, recostándome de nuevo contra el respaldo de la silla, pensativa-. Tenía el pelo blanco y no parecía demasiado un guerrero. Supongo que sería un niño civil.

Mis ojos observan los del claritas mientras habla. Su pregunta podría tratarse de una burla, pero siendo Corbin mi interlocutor me resultaría extraño, por lo que me encojo dócilmente de hombros.

-La fiesta no me pareció un buen lugar para acosar a un niño. Especialmente estando Nagorr por allí.

No es del todo cierto. También, en parte, no tenía demasiadas ganas de trabajar aquel día. Buscaba, más bien, algo carnal. Pero no es el momento ni el lugar de decir algo así, por lo que esa media verdad me resulta más que suficiente.

Corbin entrecerró los ojos. Así que claritas, de pelo blanco y unos diez o doce años. Estaría atento por si lo encontraba por ahí.

-No creo que fuera un niño cualquiera si lo tenían secuestrado -repuse-. Me imagino que habrá algo más allá, aunque quizás no sea de nuestra incumbencia. Aún así, siento curiosidad.

¿Qué motivo podía tener alguien para secuestrar a un niño? ¿Económico? ¿Un chantaje? Tal vez no era un niño cualquiera, y esa posibilidad era interesante. Por otra parte, el misterio que el líder parvus mantenía no hacía sino aumentar su curiosidad. Aunque siempre podía ser que intentase mantener a un muchacho asustado alejado de asuntos bélicos.

-¿Crees que Nagorr tiene alguna relación con el chico? -preguntó.

Asiento. Casi tengo ganas de aplaudir, como quien recompensa a un niño por haber aprendido algo. Logro no hacerlo. Sería demasiado presuntuoso.

-Lógicamente, no se trata de un niño normal. Lo primero que se me ocurriría pensar sería algo relacionado con el dinero, pero me extraña que Nagorr Brumm se mueva por algo así sin más. En mi opinión, debe de ser algo mayor...

Obviamente, no es más que una suposición, así que no hablo con total certeza. Asiento frente a su siguiente pregunta.

-Así lo creo. También parecía, por lo que recuerdo -. Borrosamente- saber un poco de aquel hombre... Aunque quizás la relación no sea concretamente con el niño. No tengo muchos datos que lanzar sobre eso.

Me pongo en pie y estiro los brazos, pensativa, como desperezándome.

Corbin se llevó una mano a la sien, frunciendo el ceño. ¿No se trataba de un niño normal? ¿Tan claro lo tenía? Podía ser quizá una cuestión familiar, política... Aunque, tal vez, el niño tenía algo que la chrysos había percibido a simple vista.

-Me pregunto si trata de ocultar algo o si, sencillamente, considera que no nos incumbe información sobre ellos -comentó. Le frustraba un poco tanto secretismo.

Siguió a Alehyss con la mirada cuando esta se incorporó, serio y en silencio.

Me paseo, rodeando la mesa hasta llegar junto a él, acariciando la lisa superficie de esta a mi paso, distraída. Al llegar al lado del claritas me miro los dedos, comprobando que no se han ensuciado. Los boros hacen bien su trabajo, según parece.
Alzo de nuevo la vista, clavando los ojos en Corbin.

-Si todavía no nos han dicho nada, personalmente, barajo dos opciones: o era tan poco importante que no se molestaron en contarnos nada-. Improbable-, o consideran que no nos incumbe. Me gustaría averiguar todo lo posible, pero me temo que si hago preguntas muy directamente reciba alguna sanción por meterme donde no me llaman. Prefiero ir con tiento.

Lo miro unos segundos más. Luego mis ojos pasan a las estanterías, contemplando los libros.
Tengo algo que preguntarle. Me estoy preparando para atacar.

Corbin siguió con la vista los movimientos de Alehyss, su forma de rodear la mesa y acercarse. Bajó la vista a su mano, que acariciaba la superficie lisa de la mesa, antes de volver a subir la vista a sus ojos.

-Tiene sentido -concedió, serio-. Aunque no creo que hacer preguntas directas tenga por qué recibir una sanción o algo por el estilo. Llegaría con un aviso y una negativa, a mi parecer. Aunque reconozco que no he hablado con el líder parvus en persona, así que no sé hasta qué punto puede ser severo.

Con la vista, siguió la dirección de sus ojos, antes de volver de nuevo a ella.