Lago

Finalmente había conseguido matar a aquella criatura...

"Descansa en paz...", murmuré, y entonces saqué mi báculo rápidamente de la cabeza de la criatura, y miré a los demás.

Summer había decididó ayudar a Silvanus y a Alexander, y una de las bestias iba a atacar a Lyam, por lo que conjuré dos clair ëm yäks que lancé inmediatamente hacia la bestia, mientras me acercaba a ellos.

Alexander vio mi panorama y, aunque mi daga estaba clavada en el animal, esta aún seguía con vida.

El caeruleus le propinó una patada, alejándolo de mí, y me acarició amablemente la cara.

-Si- dije frotándome la mejilla- tranquilo... estoy bien.... mentí

Pero entonces la bestia le dió un zarpazo importante en su espalda.

-NO! Alexander!

¿que hacer? ahora la bestia se dirigía a mi, pero dos bolas de fuego se aproximaban por su espalda, por lo que me cubrí la cara y cerré lo ojos, esperando el impacto de los ígneos hechizos, que seguramente, nos darían a los tres.

Tragó saliva al ver cómo la bestia se acercaba. Apuntó al cuello de la bestia, y lanzó su daga. Nada más lanzarla, dio un rápido salto hacia atrás, esperando que la bestia pereciese con el impacto de su arma. Por el rabillo del ojo, le pareció ver que Hewina había lanzado dos hechizos, pero no estaba seguro.

Siento un dolor agudo en la espalda
Duele mucho, y, cuando intento golpear a la bestia con mis agujas, veo que dos bolas de fuego se dirigen hacia nosotros, por lo que decido saltar a prteger a silvanus.

Llego al lago, pero muchas de las criaturas ya están muertas, pero para asegurarme, les voy machacando la cabeza a todas hasta dejarlas hechas papilla. Entonces veo como Una vestia salta hacia el chrysos, por lo que desenvaino mi espada del rodillo y la lanzo con todas mis fuerzas contra el roedor.

Con mis dos conjuros conseguí derribar a la bestia que estaba atacando a los chicos y cuando miré a mi alrededor todo había acabado. Respiraba entrecortadamente y el corazón aun me latía con fuerza, acababa de llegar al palacio y ya había tenido que matar a algunas criaturas. No sabía hasta qué punto pensar que venir al ejército de Mithos había sido buena idea.
Miré de nuevo a los chicos que habían estado luchando conmigo, todos parecían estar bien menos el piscis que había visto en el hall y su amigo. Pero ellos se conocían y se estaban ayudando así que no había problema. Como no me encontraba bien y necesitaba limpiarme y relajarme prefería alejarme de allí con rapidez, conjurando un flagrare para guiarme hasta el palacio.


FdR: Ha sido una batalla muy interesante

Después de un estruendo enorme que hicieron los Flagrare contra la bestia, todo quedó en silencio

Ayudé a levantarse a Alexander y y le serví de muleta.

-Vamos... tenemos que ir a la enfermería urgentemente... ambos necesitamos ayuda...

notaba un escozor termendo en la mano, y la sangre me brotaba a borbotones de ella.

-Alexander... gracias- dije ruborizádome.

Habíamos conseguido derrotar a todas las bestias... todo había terminado.

El árbol quemándose... los gritos de dolor... aquella criatura a la que le arrebate la vida... no era capaz de quitarme todo aquello de la cabeza.

Me tiré en el suelo, mientras lloraba y gritaba desconsoladamente, quedando boca abajo. Era incapaz de tranquilizarme, ya que había sido una experiencia muy dura, a pesar de haber salido ilesa...

Todo terminó, y silvanus, como buen sirviente, hizo de muleta para mí.

me dió las gracias y yo le froté la cabeza suavemente.

-De nada chavalote- dije dandole un croque frente contra frente- jajaja has luchado bien.

*se van*

-Ala, así: todas muertitas.dije cuando terminé de machacar la última cabeza. Entocnes ví como Hewina estba muy afectada por lo ocurrido.
Entonces me acequé a ella y le sequeé las lágrimas con mi manga de la blusa.

-Tranquila, Heligua, que ya pasó todo. Venga, vámonos.

Por suerte para él, la bestia pereció al recibir el impacto de su daga y de los hechizos de la claritas. Tras suspirar, se acercó al cadáver de la bestia y retiró su daga de la yugular de esta. Guardó el arma en su funda, y se giró para observa a sus compañeros. Hewina lloraba. Kettleburn y su jefe, ignorando a la muchacha, abandonaban la escena y la anciana se acercaba a la claritas, con aparente preocupación.

Suspiró.

- Menudo par de cretinos... - murmuró, acercándose a la claritas y a la anciana.

Al llegar a donde estaban ellas, saludó a la anciana con un gesto de la cabeza. Luego se acuclilló frente a Hewina y sonrió.

- Ey, Hewina, tranquila... Ya pasó todo. - Ensanchó la sonrisa. Un poco. Sólo un poco. -. ¿Estás bien? ¿Te duele algo? ¿Estás herida?

Estaba preocupado de verdad, y así lo denotaba su voz.

Adela me levantó un poco y me secó las lágrimas con una manga, mientras me tranquilizaba con sus palabras, y al poco rato Lyam apareció también.

Escuché como murmuraba, y entonces vi como Silvanus y Alexander se estaban llendo de allí tranquilamente, en dirección al palacio.

Sentí una punzada más en mi corazón... antes él solía ser el primero en consolarme en mis peores momentos... y ahora... ... ... pf... pero que más daba ya... todo estaba perdido, y ya tenia mucho por lo que sufrir.

Entonces Lyam intentó calmarme también, y me preguntó si estaba bien, si me dolía algo o si estaba herida... mientras sonreía.

"Estoy bien...", dije con la voz temblorosa mientras lloraba y me incorporaba del todo.

"Vámonos.... vámonos de aquí...", les dije mientras cogía mi báculo y me secaba las lágrimas.

Los dos chicos rubios se fueron casi sin mediar palabra. ¿Habria un gen que hiciera que los rubios fuesen subnormales? no se...

Sin embargo, el chico de extraño pelo fue muy amable.

Levanté a Hewina del suelo, mientras me dirigía al chavalin:

- Choca esas cinco, chaval! has luchado bien! ¿como te llamas? yo soy Adela, un placer. Me gusta tu pelo... y como soy un desastre para los nombres, te llamaré peloverde, ¿vale? jajaja

Bueno- dije cogiendo a Hewina en el colo como si fuera un bebé.- creo que a esta me llevo yo para la habitación de las chicas... se de alguien va a dormir muy bien esta noche, ¿verdad Helinda? jajaja


*llevatelos, que tenemos suelo ajjajja*

Ensanchó aún más la sonrisa cuando la claritas respondió y se puso en pie. Asintió, levemente, y se levantó. La anciana, que se presentó como Adela, le preguntaba por su nombre.

- Me llamo Lyam. - dijo, sonriendo -. Encantado, Adela. Y, bueno, no hay problema en que me llame Pelo Verde si no se acuerda de mi nombre...

No le hacía mucha gracia, pero la chrysos ya aparentaba una edad y, a lo mejor, recordar tantos nombres le costaba. A pesar de que quería preguntarle qué hacía ahí (le llamaba la atención que alguien de su edad estuviese en Brontë), no dijo nada. En su lugar, sonrió y miró a la claritas.

- ¡Pues a ver si es cierto que duermes bien! - exclamó, ensanchando la sonrisa. Luego puso la voz grave y añadió- : Si mañana nos vemos y me entero de que has dormido mal o de que has llorado, mi ira pesará sobre ti. Mwajajajaja. Y, créeme, puedo ser muy, muy despiadado.

Dejó escapar una ligera carcajada y luego se echó el pelo hacia atrás. La claritas, la chrysos y él se mezclaron con la oscuridad de la noche y abandonaron el lugar.

*se van*

FdR. Vale
Buenas noches!

Caminaba dando amplias zancadas por el lago. Había vuelto hacia unos minutos, para inspeccionar la zona de batalla. Ayer una bestia había huido (o eso creía recordar. Le pareció que se lo había escuchado a la flamma), por lo que había decidido acercarse para ver si encontraba algo o no. Tenía la daga desenfundada, por si acaso. No le apetecía estar desarmado si la bestia volvía a aparecer.

Una bestia apareció en el lago. Tenía la cola erizada y los colmillos preparados para atacar. Gruñía. Lyam apretó la empuñadura de la daga con fuerza, dispuesto a iniciar la batalla contra el animal. Pero, para su sorpresa, la bestia comenzó a correr, en dirección contraria. Huía.

Maldijo por lo bajo y, tras esperar unos segundos, fue tras la bestia. Sus pasos eran sigilosos y no demasiado rápidos (lo suficiente para no perder el rastro del animal). No quería que se percatase de que la seguía.

*se va*

Llegamos al lago tras recorrer la distancia que lo separaba del Palacio. Cuando llegamos, solté la mano de Rick y sonreí.

- ¡Llegamos!

Ensanché la sonrisa. El lago era un sitio bonito. Agradable. Me gustaba. Me pasé una mano por el cuello y miré de reojo al flamma.

- Eeehhh... ... Vas a bañarte, ¿no...? - Me pasé la mano por la nuca -. ¿Quieres que te espere en...? ... No sé... ... ¿En cualquier otra parte...? Supongo que querrás que te deje solo y todas esas cosas...

Me rasqué la nuca, ligeramente sonrojada.

- Puedo ir, si quieeeres... A buscarte una toalla o algo... ... Para secarte, digo... ...

Negué lentamente. El honor de un hombre no dependía de sus ropajes, sino de las fuertes convicciones que vivían en su corazón.

- No es necesario. Será un chapuzón rápido.

Me deshice de los pantalones, quedando en ropa interior (holgada y cómoda) y me lancé al agua atléticamente. Di un par de largos sintiendo como el sudor abandonaba mi piel y en unos minutos ya estaba fuera de nuevo, limpio, sano y con energía.

- ¡¿Ves? ¡¡Perfecto de nuevo!!

Antes de que pudiese replicar su primer comentario, Rick comenzó a desvestirse. Me sonrojé (mucho, mucho) y me giré, dándole la espalda. Clavé mi vista en el suelo. ¿No tenía vergüenza o qué?

No supe cuanto tiempo tardó en volver, pero no fue demasiado. Cuando escuché su voz a unos metros de mí, me giré. No tardé demasiado en clavar la vista en el suelo (de nuevo).

- Vi... Vístete... Venga...

Me pasé una mano por la nuca y esperé. Por supuesto, no miraba en ningún momento. Ni de reojo ni nada.

- ¿Que me vista? -. Enarqué una ceja-. ¿Y mojar la ropa? ¡Qué incómodo! ¡¡Lo incómodo no es noble si puede ser evitado sin causar problemas!! Esperaré a que seque un poco.

Me crucé de brazos. Si quería sacarme de allí tendría que conseguir a alguien con mucha fuerza y muy dispuesto a forcejear un rato, porque yo no iba a poner nada de mi parte.

- No... Ya... A ver... Sé que es incómodo... Perooo... ... Jo...

Me pasé una mano por la nuca. Le di la espalda (de nuevo) y suspiré. Entendía que le resultase incómodo vestirse, pero a mí me resultaba incómodo verlo sin vestir.

- Pues si vas a esperar, avísame cuando estés seco y vestido para que me dé la vuelta... ... - murmuré.

Enarqué una ceja. El día anterior tan lanzada y ahora ni podía mirarme a los trabajados pectorales tatuados. Y eso que las chicas siempre tenían mil preguntas que hacer sobre mis tatuajes.

Me pasé una mano por el pelo.

- Eso de ver en la oscuridad... ¿Es algo que hacéis continuamente? ¿O podéis elegir si ver o no? ... ¿Y cómo ves por el día?

Observé curioso el manchón oscuro que debía ser ella, esperando algo en respuesta.

Le miré de reojo. Pero sólo unos segundos. Nada más. Y sólo porque estaba acostumbrada a mirar a las personas que me hablaban o con las que tenía pensado hablar.

Me pasé una mano por el cuello, y clavé mi vista en un árbol. Era un árbol bonito. Muy interesante y marrón. Y verde, claro.

- Lo hacemos continuamente - expliqué, con la mirada clavada en el tronco del árbol -. Es como cuando tú ves de día... Creo... Creo que no hay diferencia... - Me pasé una mano por el cuello -. Y por el día... ... Bueno, la luz del día me molesta un poco... O sea... A mí y a todos los caeruleus... ... Aunque podemos ver ... O sea... No me pasa como a ti que no puedes ver nada de noche... - Dejé escapar una leve risa -. Lo único que nos molesta el sol... Más que a vosotros...

Permanecí en silencio durante unos segundos, pensando si debía sacar algún tema de conversación.

- Y... ... Eeeh... ... ... ¿Y esos tatuajes que llevas por qué son... ... ...? Es curiosidad... O sea... No hace falta que respondas... ... ... - Me pasé una mano por el cuello -. O sea... Por sacar un tema de conversación... Y tal... ...