Lago

Escuché su explicación sobre el tema de la luz con aparente interés, aunque realmente no podía hacerme a la idea. Seguía convencido de que toda la raza mentía para sentirse, de alguna forma, especial. Y yo no iba a ser el que desbaratase su mentira. A lo mejor tenía alguna clase de onda extrasensorial para no chocar con las coas, o una luz, como la de los chrysos, pero invisible a ojos de los demás, o mucha suerte. ¡¡Claro!! ¡¡Sería eso!!

Sonreí en cuanto tocó el tema de los tatuajes. Al final todas sucumbían. Si es que eran muy sexys.

- Pues me los hizo... una vieja amiga. Podría decirse que fue alguna especie de gesto bonito, para perdurar en el recuerdo o así, pero realmente creo que solo se lo pedí sin más. ¡¡Además, Rick Dehnel jamás olvida a una dama!! Es lo mínimo.

Asentí al escuchar sus palabras. Todavía tenía la vista clavada en el árbol. Había perdido parte de su contenido interesante (tal vez porque lo había estado observando durante un buen rato), por lo que decidí desviar mi mirada. El destino escogido fue el cielo. El cielo era bonito. Las estrellas también. Así que podría observarlo durante un buen rato sin aburrirme.

- Vaya... ... ¿Y no te dolió? O sea... A mí me dolería... ... Creo... ... - Fruncí ligeramente el ceño. Permanecí en silencio durante unos segundos -. Y... Eh... ... Esa vieja amiga... ... ... ¿No... ...? ... ... - Negué varias veces -. Da igual... ... ¿Estás seco ya?

- Me dolió un poco -. Sonreí-. Pero no lo admitiré.

Di un paso hacia ella, y pude notar que alzaba la vista, así que la imité, esperando encontrar algo en el cielo oscuro.

- Era la mujer de un buen guerrero que murió en una batalla... Era bastante mayor que yo, me doblaba en edad, o incluso algo más. Yo tenía unos quince años en aquella época, pero como vivía cerca iba a visitarla y a hacerle compañía. Era una mujer agradable que parecía haberse quedado anclada en el pasado con lo de su marido y sabía tatuar -. Esbocé una ancha sonrisa-. Creo que estaría preocupada si supiera que estoy aquí, al borde de la batalla sabe Mithos cuando.

Suspiré y bajé la vista. Seguía siendo imposible verla.

Sonreí al escuchar su primer comentario. Me pareció escuchar que se movía, pero no separé mi vista del cielo. Rick comenzó a hablar, y yo le escuché en silencio. Al parecer, la vieja amiga resultó ser una mujer que había perdido a su marido durante una batalla. Escuché con atención cómo me contaba la historia y, cuando terminó, esbocé una pequeña sonrisa.

- Vaya... ... Qué amable - murmuré -. Que amable eras tú, digo... O sea... Visitar a esa pobre mujer es un gesto muy bonito... ... O a mí me lo parece ... - Me pasé una mano por el cuello -. No sé... ... Es un buen gesto y eso... ... ... No sé si me explico... ...

Le miré de reojo. Seguía sin estar vestido. Desvié la mirada durante unos segundos y, después, me acerqué a él. Un poco. Sólo un poco.

- ¿Puedes ver algo...?

Escruté la oscuridad mientras me hablaba. Podía intuír su figura como una sombra algo más oscura. Me pregunté si sus palabras significaban que no le importaba que me hubiera beneficiado a varias viudas a raíz de aquel encuentro. Supuse que si no le importaba con una, no le importaría con varias. Además, el pasado era el pasado y no se podía hacer nada.

Se acercó algo, dejándome distinguir algo mejor su silueta.

La miré fijamente, aunque no veía nada, pero ella sí.

- ... Solo un poco... -murmuré.

Y guardé silencio, no sé muy bien por qué.

Asentí levemente.

- Es que... ... Es un poco raro hablar con alguien que no puede verte... - Me pasé una mano por el cuello -. No sé... No sé si me explico... ...

Me acerqué un poco más a él. Quería que pudiese verme para quitarme esa extraña sensación de encima. Aunque que no pudiesen verte podía resultar de lo más agradable, cuando tenías una conversación a solas con alguien quedaba raro.

- Que sepas que me he acercado... ... - Esbocé una tímida sonrisa -. A ver si así me ves...

Me pasé una mano por el cuello. Permanecí en silencio unos segundos y, luego, añadí:

- Y hablando de ver... ¿Todavía no estás seco ni puedes vestirte?

Pronto el ambiente me hizo recuperar esa vena sensible y romántica que teníamos todos los Dehnel. ¡Y es que dentro de un cuerpo tan grande y poderoso también se escondía un tierno corazón!

A cada paso que daba, mejor veía su silueta, aunque me costaba mucho diferenciar algún rasgo concreto. Entonces se me ocurrió una de esas frases dignas de bardos y cosas de esas, de las que salían en los libros y hacían suspirar a las señoras que vivían solas. Y avancé hacia ella, tomé su barbilla (tras tantear sin, espero, haberla golpeado antes) y con mi seductora voz de noble susurré un suave "si cierras los ojos ya estamos los dos en las mismas condiciones".

¡Si es que era todo corazón!

Y me acerqué, esperando a que mi gesto no fuera rechazado. Aunque... ¿Cómo iba a hacer algo así, por Mithos?

Rick avanzó hacia mí y tomó mi barbilla. Yo me sonrojé mucho (mucho, mucho). Y ese sonrojo se hizo aún más patente al escuchar su siguiente frase. Pero no era culpa mía. La culpa era suya por decir esas cosas tan tranquilo.

Sonreí con timidez y entrecerré los ojos. Al ver cómo se acercaba, me puse de puntillas y entreabrí los labios. Me acerqué a él yo también, cerré los ojos y le besé con suavidad.

FdR. <.<
>.>
nyoro
<,<

¡¡¡Rick Dehnel 1, violador del bosque 0!!!

Fue un beso corto y suave porque ella así lo quiso, porque era bien sabido que en todos los Dehnel ardía un fuego difícil de satisfacer y que siempre estaba dispuesto a llevarse por delante todo aquello que fuera susceptible de arder, pero Inger no parecía muy inflamable aquella noche, y yo estaba cansado de tanto abdominal, flexión y tal, así que no eché más leña al fuego.

Me aparté un poco de ella.

- No sé si ya te acostumbraste al horario de aquí o si aún vives de noche, pero yo a estas horas ya soy poco persona. Sigo siendo noble y honorable, ¿sabes?, pero...

Un bostezo llegó a tiempo para apoyar mis palabras. Me rasqué la nuca algo avergonzado, pero era lo que había.

Esbocé una pequeña sonrisa cuando se separó. Escuché en silencio, y sonriente, lo que decía y, cuando terminó de hablar, ensanché la sonrisa.

- Bueno... Me estoy acostumbrando - Me pasé una mano por el cuello -. Pero sí, será mejor que volvamos...

Después de que Rick se vistiese, me acerqué a él y le cogí la mano, sonriente. Luego comenzamos a caminar, en dirección al palacio.

*se van*

FdR. me encantan mis cutre post xD

Llegué al lago con Hoju en brazos. El panorama no pintaba muy bien tras la batalla, pero al menos ya habían retirado los cadáveres (incluido el del árbol que fue quemado).

Decidí dejar de pensar en aquello y miré el agua, que tenia una pinta estupenda. Dejé mi bolsa, mi báculo (el cual llevaba atado a la espalda) y a Hoju en el suelo y me quité el vestido, ya que tenía puesto un traje de baño por debajo. Deje el vestido junto mis cosas y volví a coger a Hoju en brazos, y entonces me adentré corriendo en el agua.

"Venga Hoju, nada", le dije sonriente, y lo solté. Él comenzo a hacer ruiditos, mientras nadaba despacito moviendo poco a poco sus patitas. Yo lo miré sonriente, y entonces comencé a bucear y a nadar también. Se estaba muy bien allí... era muy relajante, y me ayudaba a despejar mi mente.

De vez en cuando jugueteaba un poco con Hoju, pero después de estar un buen rato allí vi que Hoju ya se cansaba de nadar, y no podía volar al tener sus alas mojadas, así que lo cogí en brazos y salimos del agua.

Cogí una manta de mi bolsa y la puse en la hierba, y me tumbé con Hoju allí, mientras el brillante sol nos secaba. Era muy agradable...

"Adiós, estrés... hasta dentro de un rato", murmuré con tono burlón. Y al cabo de unos minutos tanto Hoju como yo nos quedamos dormidos.


*se queda*

El líder Darvenwish se dejó ver entre las sombras y lanzó un latigazo al suelo para despertar a la claritas que dormía a la intemperie. Una vez fue consciente de que lo escuchaba sentenció.

- ¿Cómo y por qué llegaste al claro cuando apareció la bestia? Cuanto antes respondas, antes podrás continuar exhibiéndote -.Indicó con tono seco, alzando una ceja.

Un estridente sonido me despertó sobresaltada de mi profundo sueño, y cuando logré situarme en el mundo vi una silueta que me resultó familiar...

Entonces él comenzó a hablar. Tal y como le dije a Adela... aparece cuando menos te lo esperas.

Lo miré con odio, mientras cogía a Hoju en brazos, ya que el pobre estaba temblando de miedo, y después de aclararme la voz con un par de toses me limité a responder a su pregunta.

"Estaba en los jardines del palacio, cuando oí los rugidos de la bestia que provenían del bosque, así que me armé y fui al lugar del que provenían, que resultó ser el claro.", le dije.

El líder escuchó las palabras de la claritas tomando en cuenta su forma de responder y reaccionar. De entrada no parecía mentir, pues el sobre salto y la pregunta rápida obligaban al individuo a un pensamiento rápido para una respuesta inmediata y concisa. Pero no podía descartar que ocultase algo.

Segundos después de que la muchacha respondiese, el hombre relajó el gesto y sonrió como era habitual para dar unos pasos hacia ella.

- ¿Qué fue lo primero que encontraste en cuanto llegaste al claro? -Preguntó entornando los ojos, con un tono más habitual.

Noté como Aren sonreía y se acercaba unos pasos hacia mi, y entonces me hizo una nueva pregunta.

Desvié la mirada unos segundos, ya que me estaba crispando, pero lo volví a mirar nuevamente para responderle.

"A la bestia grande con el cadáver de una criatura de menor tamaño y de su especie a sus pies. Parecía que estaba peleando con alguien, y entonces oí la voz de Silvanus conjurando aquaerums. Más tarde lo vi escondido detrás de un peñón", dije sin más.

El líder estuvo al tanto de cada gesto de la chica y se acercó por su izquierda para comenzar a rodearla. Los sonidos que hacía el bicho que tenía entre sus brazos resultaban entre molestos y divertidos. En cuanto la chica pronunció la palabra "cadáver" al líder se le iluminaron los ojos de suspicacia, pero al momento comprovó que a lo que se refería era a la criatura que formaba parte del ataque.

- ¿Destacarías algo en especial del combate? ¿Algún compañero que actuase de forma extraña? -Continuó preguntando mientras rodeaba la chica con paso calmo. Hizo relampaguear sus ojos cuando estuvo algo más alante que su derecha para que supiese de su posición con exactitud, pues el sol había caído hacía rato.

Notaba su paso lento rodeándome... y me ponía nerviosa. Entonces me preguntó aquello, y un destello violeta relució sus ojos.

Yo desvié la mirada hacia el suelo, con el ceño fruncido, y entonces le dije: "No. No ha habido nada que me resultase extraño en ninguno de mis compañeros, y tampoco hay nada que deba destacar."

Al parecer la claritas no tenía mucho más que añadir, pero todavía se la veía demasiado entera como para asegurarse y, al fin y al cabo, había prometido un castigo lento y longebo. Y un Darvenwish, ¿cómo no iba a cumplir una promesa de tal calibre?

El líder permaneció en silencio hasta que se situó a espaldas de la claritas y apoyó las manos sobre sus hombros con suma delicadeza y lentitud.

- Supongo que, de ninguno de los modos, cabría duda alguna de que estuvieses escodiendo o alterando parte o la totalidad de la información que, de forma oficial, se te está reclamando... -Mencionó con tono pausado y algo más susurrante. Luego realizó un lento movimiento rotatorio sobre los hombros de la chica. - Piensa en que podrías perjudicar a tus amigos... -susurró acercándose un poco más al oído de la chica y ampliando su sonrisa oculta en las tinieblas.

Él puso sus manos en mis hombros, y sentí un enorme escalofrío que hizo que los pusiese en tensión. Entonces él me susurró todo aquello acercándose cada vez más a mi oído, mientras jugueteaba con mis hombros.

"S-soy consciente de ello... señor. Le he dicho la pura verdad.", dije mientras apretaba mis puños con rabia acumulada.

El líder notó la puesta en tensión de la chica y la forma de titubear al dar nuevamente una respuesta similar. Empezaba a creerse que de verdad ella era una de las que no había sido siquiera consciente del suceso pero todavía tenía alguna cuenta pendiente.

El líder caeruleus deslizó las manos desde sus hombros recorriendo sus brazos hasta llegar a sus manos, aquellas que sugetaban al tembloroso animal y dio un paso para arrimarse a la claritas.

- La franqueza es una cualidad que no muchos poseen en Brontë -.Comentó con calma sin soltar a la chica y llegando a acariciar la espalda del alado animal. -Sinceramente creo que es una cualidad muy interesante y necesaria y siempre abogo por mantenerla vigente... - Separó una de sus manos de las de la claritas y le pasó un mechón por detrás de la oreja para luego volver a sugetarla. -Fue esa la lección que quise enseñarle a tu querido piscis... No se debe mentir de forma tan descarada... -Comentó con tono zalamero y una ensanchada sonrisa. -Ni a los demás -.Agarró una de las manos de la chica y la trajo hacia atrás hasta apoyarla en su mejilla- Ni a uno mismo, Hewina -.Tenía amplias ganas de carcagear, pero ¿dónde habría quedado su maravillosa faceta artística entonces?

"Qué... qué... ¿Qué se supone que está insinuando? tsk... Egocéntrico y malévolo ser...", pensé con ira mientras estaba presa por sus brazos. Ya había respondido a todo lo que quería. Pero no... el si no juega con las personas no se queda tranquilo... y seguramente le resultaba muy divertido torturarme de esta forma. Me quedé un rato callada. Solo quería que me soltase de una vez y que me dejase vivir en paz...

Entonces apreté un poco la mano que tocaba su mejilla, clavando ligeramente mis uñas, pero sin llegar a hacerle daño.

"Creo que la lección que debe aprender Silvanus antes que ninguna otra es la de aprender a distinguir bien a las personas.", le dije al fin, cargando todas mis palabras con sumo desprecio.

El líder notó la presión de la mano de la muchacha y amplió su sonrisa de forma que esta pudo notarlo gracias al tacto. Luego se le ocurrió parlotear un rato a fin de mostrarse combatiente. Que patético intento de autososegarse.

El líder caeruleus agarró la muñeca de la chica con algo más de fuerza -no demasiada- y le pasó su lengua bífida por la palma. Con calma y parsimonia, por supuesto. Luego la disupuso sobre el vientre descubierto de su dueña, pero no la soltó, sino que aferró mejor a la muchacha. Apoyó la cabeza en uno de sus hombros.

- Por suerte eso es algo de lo que ya me he encargado. De hecho, la prueba está en la bola de pelo que llena tu patética soledad -. Susurró en el oído de la chica para luego soltar una risita. - Pero nunca está todo perdido -. Y nuevamente lamió a la muchacha, esta vez en la mejilla. Le fascinaba la saliba, era una marca muy intensa. El caracter ácido le otorgaba un olor y permanencia increíbles y característicos.

- La próxima vez que trates de arañarme no será en la cara, -. Llevó la mano que tenía apoyada en el vientre de la chica hacia la parte inferior de su traje de baño, agarrando la tela, y tiró hacia arriba. -zorra -. Susurró ante la reacción inmediata de la claritas.

Y con una última sonrisa torcida desapareció de detrás de la muchacha, cumplidas dos de sus funciones para con ella.

*Desaparece*

Los ojos se me llenaron de lágrimas producidas por la impotencia y la ira... y la sangre coloreó mis mejillas de igual forma y por el mismo motivo.

"¡¡¡¡¡MÁS QUISIERAS, AREN DARVENWISH!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡MÁS QUISIERAS!!!!!!!", grité, cegada por el odio.

Entonces solté a Hoju y me metí corriendo en el agua.

Me sentía sucia... y humillada.

Me froté el cuerpo y comencé a aporrear el agua, mientras gritaba desconsolada. Y finalmente terminé llorando y abrazándome a mi misma.

Hoju se acercó a mi con miedo, y me miró con preocupación. Estaba muy asustado.

"Hoju... lo siento...", le dije mientras seguía llorando, entonces lo abracé y salí del agua.

Me vestí la ropa, recogí mis cosas y me fui de allí.

Bienvenido de nuevo... estrés.


*se va*

Hacía calor, se notaba que estabamos en la época del año en la que el Sol iluminaba más, los días eran más largos y aun ahora el cielo era de un azul medianamente oscuro a pesar de que poco a poco se oscurecía. Me acerqué al lago y me senté en la hierba lindante a él mientras sacaba un cuchillo de mi bota y sacaba una flecha para repasarla; no tenía ninguna imperfección, así que pasé a la siguiente y repasé su punta delicadamente. Y así hice, una tras otra, mejorando mi docena de flechas.

*se queda*

Llego al lago con intenciones de dar un refrescante baño nocturno, entonces veo una figura... con alas... pero no es heylel... es una chica... THAM! jajaja le voy a dar otro susto: SILVANUS KETTLEBURN SIEMPRE DISPUESTO A AMEDRENTAR A LOS DESPISTADOS!
Me descalzo, para no hacer ruido y me acerco muy muy muy despacio por detrás. Saco a Altheda y la poso rápidamente en su cuello.
-No grites... -digo con una voz gutural y fantasmagórica- vas a morir entre terribles sufrimientos