Lago

La miro unos instantes, pensativo. No puedo darle muchos detalles sobre el collar, así que su respuesta... Bueno, digamos que me sirve. Asiento, ladeando ligeramente la cabeza, como dando a entender que "sí, parcialmente".

Lo cierto es que tesoro es una palabra muy amplia, y sí podría tomarme el collar como un tesoro, de algún modo. Al menos para mí es importante, ya sea por motivos personales como por su utilidad.

Al ver el brillo de sus ojos, sonrío. Un breve escalofrío me recorre un instante.

Asentí, comprensiva y entusiasta.

-Yo también tengo muchos tesoros -afirmé, metiéndome una mano en el bolsillo y sacando un buen puñado de plumas blancas, empapadas.

Reí levemente, sin apartar la mirada de aquel tesoro suyo. Era un tesoro muy curioso, yo no tenía ninguno igual. Aún sonriente, volví a guardar aquel amasijo de plumas empapadas en mi bolsillo.

-Un día te enseño mis otros tesoros -propuse, mientras guardaba las plumas.

Y, sin decir más, eché a correr hacia la orilla, apartando el agua como podía y creando de nuevo un violento oleaje. Recogí a Amatista del suelo y, tras despedirme con un gesto de la mano, me fui.

*Se va*

¿De dónde habrá sacado tantas plumas? Quizás sean de algún aether, o tal vez de alguna bestia voladora. Sea como sea, es raro llamar tesoro a unas plumas, aunque no soy nadie para juzgarla. Simplemente las contemplo, curioso.
Asiento a su ofrecimiento, contento. Parece que, al final, todos los guerreros son bastante simpáticos, y no tipos rudos y crueles, como me imaginaba. Está bien saberlo para no ser prejuicioso.

Antes de que pueda hacer gesto alguno, la veo partir veloz volviendo a generar oleaje y mojando de nuevo mi cuerpo. Observo su espalda extrañado, preguntándome qué la habrá hecho huir. ¿He sido antipático?
Como sea... Ya que me ha mojado, aprovecharé para refrescarme un rato. Al menos me he habituado al agua gracias a ella.

Tras un rato a remojo, me marcho.

*se va*

La temperatura era agradable, aunque el cielo estaba algo nublado. En cualquier caso, nada iba a impedirme darme un buen baño en el lago.

Tras aquella extraña misión, en la que habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo, no sabía muy bien qué pensar de mí misma. A pesar de que todo parecía haber salido bien, había muchos detalles que me hacían no estar satisfecha con los resultados. El mayor de ellos, la facilidad con que parecían manejarnos nuestros enemigos.

En todo esto pensaba mientras me desvestía y, sin miramientos, me echaba a nadar en el agua. Lo primero que hice, de forma automática, fue abrir al máximo todas mis membranas. A continuación, comencé a dar fuertes brazadas, alejándome más y más de la orilla. Nadar me ayudaba a no pensar más de lo debido y a concentrarme en el ejercicio, así que era un buen método para evitar que me comieran las preocupaciones.

No tardé en cansarme de nadar en la superficie, pues no era nada comparado con la sensación de liberación de sumergirme por completo bajo el agua. Así pues, me impulsé hacia el fondo con energía, haciendo quiebros constantes en el agua y explorando todo a mi alrededor, aunque ya me lo supiera de memoria.

Ni siquiera el recuerdo de aquella caída al pozo en la misión podía conseguir amargarme un buen baño. Aunque, al recordar aquel momento, sí me venían a la mente unas cuantas ideas. Como la idea de que hubiese un fuego que, en lugar de apagarse con el agua, se alimentara de ella. O la de que, si hubiera podido manejar cantidades mayores de agua, tal vez habría podido llegar a dominar aquel extraño fuego.

Aún sumergida, invoqué en mi mano derecha un aquaerum. Era difícil controlarlo cuando podía mezclarse con tanta facilidad con el resto del agua, y también era difícil distinguirlo en aquella masa líquida. Me pregunté si aquello sería lo que le pasaba a un aether con sus hechizos.

Invoqué otro en mi mano izquierda. Mantuve ambos un tiempo, tratando de estabilizarlos y alimentarlos. Los alcé por encima de mi cabeza, viendo cómo el agua a su alrededor se alteraba levemente. Entonces coloqué mis manos la una junto a la otra y los disparé con fuerza hacia arriba. Mi capacidad mágica era bastante buena, pero la tendencia de mis hechizos era a armonizarse con el resto del agua. Aún así, mi impulso fue suficiente para hacer que traspasaran la superficie, arrastrando algo más de agua con ellos.

Aquel pequeño experimento me dejó clara una cosa: mis golpes no eran lo suficientemente compactos. Y eso era algo que debía paliar cuanto antes. Así pues, dediqué el resto de la mañana a tratar de perfeccionar mis hechizos.

*Se queda entrenando*

El propio impulso de mis disparos me mantenía bajo en agua sin necesidad de hacer yo mayores esfuerzos. Aún así, era un ejercicio cansado, y el aire se me acababa con más facilidad de lo habitual. Traté de aguantar todo lo que pude, hasta que un creciente dolor en el pecho me hizo ver que había llegado al límite.

Fue entonces cuando, desde el fondo, me impulsé a toda velocidad hacia arriba, abriendo mis pulmones con urgencia al alcanzar la superficie. El impulso que me había dado me elevó un poco más de lo habitual en el aire, y al momento tomé una postura ideal para volver a sumergirme, aprovechando aún la inercia.

Buceé un rato entonces cerca de la superficie, aunque completamente sumergida, con más tranquilidad. Aunque era agradable, la pequeña bocanada que había dado en mi salto no era suficiente para mantenerme bajo el agua tanto tiempo como era habitual, así que no tardé en emerger de nuevo.

Nadé un rato por encima del agua, recuperando el aliento mientras miraba alrededor. Me detuve al encontrar en la orilla una figura desconocida. Con la confianza que el agua me daba, aunque manteniendo la cautela hasta cierto punto, me acerqué nadando hasta allí.

Era un hombre rubio, en cuclillas junto al agua. Parecía joven, quizá de la edad de Alehyss, y cuando me acerqué lo suficiente descubrí que tenía los ojos de colores diferentes. Ese rasgo le daba un aire un tanto extraño, y me llamó mucho la atención.

-Hola -saludé, ya a unos metros de él, asomando solo la cabeza del agua.

Después de buscarla en las habitaciones, en el comedor y por los jardines, me paro de repente a pensar que... ¿En qué lugar va a estar Massen con este día tan bueno? Sé dónde no está: En la biblioteca estudiando.
Río internamente.
Seguro que está en el lago. Le encanta ese sitio, por lo que decido ir corriendo hacia el lugar a toda pastilla.

Llego y veo que está hablando con Gerald, por lo que una punzada de incertidumbre me recorre de arriba abajo. ¿ACASO QUIERE ROBARME AHORA A GERALD? ¿Será guarra, la tía? Cambio mi cara de mala leche por una enorme sonrisa y corro hacia ellos, con mi falda y mi blusa mecidas por el viento, al igual que mi pelo. - EEEEEEH MASSEEEEN- chillo agudo.- HOLAAA GERAAALD- maldita ella, maldito él, seguro que estaban tramando una cena romántica o algo. Estúpida Massen, ladrona de chicos.
Lloro internamente.
-¿Qué taaal? -canturreo- Ya estoy bien. -Aclaro contenta.

*se va*

FdR: Huye de las niñas

El encuentro con el chrysos fue breve. Como pasaba de vez en cuando cuando conocía gente nueva, apareció Nagore con sus habituales chillidos y su pasmosa velocidad para convertirse en el centro de atención. El hombre de ojos de colores, tal vez intimidado por la energía de mi amiga, no tardó apenas en despedirse y marcharse. Todo lo que pude descubrir, por el grito de Nagore, fue que se llamaba Gerald.

Tras despedirlo, salí del agua, animada, y eché a correr hacia mi amiga, a quien abracé sin preocuparme de si la mojaba (pese a que, suponía, eso me valdría una buena bronca). Sonriente, la miré de arriba a abajo. La última vez que la había visto había sido en una camilla de la enfermería, inconsciente. Después, debido a la misión, no había podido volver a verla.

-Hola, Nagore -saludé, emocionada-. ¿Cómo estás? ¿Te encuentras mejor? Menudo susto me diste...

FdR.: Creo que Nagore se ha ido, así que pauso el roleo XDU

-Eh, Gerald, no te vayas- digo cuando le veo recoger las cosas. Sin embargo, parece decidido a irse de verdad. Jo. Quería estar más con él.
Cuando me giro hacia Massen esta ya está fuera y se abalanza sobre mí.- Puajajajaja- río como mi tío, con las manos en la cintura, contenta, dejando que me abrace, algo azorada. - Por supuesto que estoy bien. ¡Yo siempre lo estoy!- alzo la voz al aire, con energía, aunque internamente estoy cansada.
Gracias a las condiciones especiales de la enfermería y a sus cuidados, parece que esta vez, estoy fuera  de peligro. Eso me alegra.
-El caso tía, cuéntame. ¿Qué tal con Follow? ¿Ya... habéis hecho algo? Tía, CUÉNTAMELO TODO- digo con euforia, moviendo los brazos.- Dime... ¿La tiene grande?- digo alzando mi meñique, para luego reírme con ganas-. ¿Sabes? El chico este, Gerald... me he enrollado con él en la fiesta de mi tío y bueno, con un chico flamma también, pero con Gerald... Con este cuajó, tía. Es super cariñoso y siempre dice piropos y y y - junto mis manos en una sonora palmada-. ES ESTE. LO ENCONTRÉ. SEGURO QUE ES MI PRÍNCIPE CARMESÍ- digo saltando de un lado a otro

FDR: sí. Porque el Azul es muy mainstream xDDDDDDDDDDD

Nagore, como siempre, parecía rebosante de energía y animada. Parloteaba sin parar, dejándome muy poca opción a responder a sus incansables preguntas.

-Eh... No, no hemos hecho nada, yo... Jo, Nagore, que no lo sé -traté de protestar, intentando evitar su insaciable curiosidad-. Tuve que irme a una misión, así que he estado unos días fuera. Ni siquiera me despedí de él, y todavía no lo he visto desde que he vuelto. Me preocupaba más verte a ti, la verdad.

No pude evitar una sonrisa divertida ante su entusiasmo. Me asustaba tanto que fuera tan lanzada...

-Me alegro de que lo pases tan bien -dije, sincera.

-¿Cómo que "jo"? ¿Cómo que no sabes?- la pincho con un dedo, riéndome- Claro que sabes. ¡Massen, tienes que ser más directa! ¡Tienes que agarrarlo por la cintura y darle un buen beso! Y... lo que surja- río contenta. - Las chicas debemos ser activas en el s-e-x-o~ -canturreo las letras separadas, para luego guiñarle un ojo. -Les gusta- aclaro.

-Bueno, sólo le dí un beso y luego estuvimos bailando, pero es muy atento- aclaro-. Bueno, moza - le espeto-, me has empapado- le riño contenta-. No se cómo te puede gustar tanto el agua.- miro el lago con recelo- es horriblemente profunda... Qué mal.

Me encogí de hombros, no muy convencida. Yo no estaba preparada para esas cosas. Acababa de separarme de mis hermanos, no quería ponerme a cargar con mis hijos.

-Pero yo soy muy pequeña para tener niños -repuse, azorada-. Y eso es lo que Follow quiere.

Reí a sus palabras, tan optimistas. A mí aquel chico me había parecido un poco mayor y serio para ella, pero ella sabría mejor que yo.

Me volví un momento hacia el lago cuando habló de él. Luego miré mis manos e invoqué un pequeño aquaerum.

-Es agradable... -repuse, encogiéndome de hombros. Entonces se me ocurrió algo que ella querría saber, dadas sus constantes preguntas, y decidí concedérselo-. La noche que Follow me invitó a cenar -dije, mirándola- vinimos aquí y nos bañamos juntos. A él también le gusta el agua. O eso parece...

-Ojojojojojo- río convencida.- Practicar el sexo no te da hijos. Hacer el amor, sí. Tsk tsk tsk... No sabes nada, Massen Dew- niego con el dedo.- No tienes por qué quedarte embarazada. Sólo debes controlar las ovulaciones y bueno, que el sexo no se centra sólo en lo clásico - hablo, experta.- También puedes hacerle... otras cosas. Por ejemplo
-hablo resuelta, echándome el pelo hacia atrás-. La próxima vez que vea a Gerald, lo arrinconaré y le haré... cositas- río de nuevo.- Hijos hijos... hablas como una abuela, Massen- la critico. - Tienes que cerrar un poco más tu mente para que las preocupaciones no salgan y abrir más tus piernas- la pico con dientes largos, para meterme con ella.

-¿Sabes lo que es agradable? Los chicos. El agua está fría, no es atractiva, no tiene músculos ni voz sensual con la que te dice "oh, nena, qué buena estás"- hablo imitando la voz de un chico mientras le doy una palmada en el trasero a Massen. - Eso mola. No el agua.- Río.

-¡Ooooooogh, mentirosa sibilina!- chillo señalándola- ¡Entonces sí que lo viste desnudo! Cuenta, cuenta- digo cogiéndole las manos.

Me encogí de hombros.

-No digo que tenga por qué -protesté-. No quiero tenerlos y buscaré la forma de que así sea. El que quiere que los tenga es Follow, y ahí está el problema. Además, yo... -desvié la mirada, tímida-. No sé si estoy preparada para una cosa así.

Me encogí de hombros ante sus afirmaciones, concesiva. Tampoco estaba en desacuerdo del todo, yo estaba a gusto con Follow. Aunque eso no implicaba que el agua fuera peor. Probablemente, una de las veces que más liberada me había sentido estando con él había sido en el agua, y a él también se lo veía bastante desenvuelto.

Negué ante su insistencia.

-No estábamos desnudos -repuse. No del todo, al menos.

FdR.: Roleo pausado again x___DU

Me doy un golpe en la frente. - Qué poco espabilada, Mithos -. Río con ganas. -Pero bueno, supongo que eres demasiado joven todavía- le froto la cocorota. - Venga, vamos a palacio. ¿Te apetece si vamos a leer a la biblioteca un rato? Seguro que encontramos algún libro que nos guste a ambas. Alguno de chicos guapos que se enamoran fervientemente de chicas más guapas todavía. Como nosotras, vas a ver.

*Se van*

FDR: Nagore leyendo Crepúsculo.

Llego al lago arrastrando a Massen por la muñeca.- ¡Hoy hace un día espléndido!- digo soltándola y dando una vuelta sobre mí misma, con los brazos estirados.

-Toma- digo sentándome en la hierba, sacando un emparedado de la cesta en la que traíamos la merienda.- Es de queso. A todo el mundo le gusta el queso- río, mientras se lo ofrezco.

Luego cojo el mío y saco también un bote con zumo. -No tengo vasos, ¿puedes ir a la orilla a coger un par de juncos? Haremos pajitas- expongo contenta.

Nagore me guió hasta el lago, con lo que expuse una sincera sonrisa. El lago siempre era un buen lugar donde estar. Mi lugar favorito.

Acepté con una sonrisa de agradecimiento su emparedado y le di un mordisco. Me encogí de hombros.

-A mí, al menos, me gusta -afirmé, contenta.

Estaba a punto de sentarme cuando me sugirió que fuera a por un par de juncos. Miré el bote de zumo, preguntándome hasta qué punto había problemas con beber a morro. Yo nunca había sido demasiado escrupulosa en esos aspectos.

-Que conste que sería mucho más divertido ir a merendar al otro lado, al islote -remarqué, antes de comenzar a caminar hacia la orilla.

Aproveché que estaba allí para descalzarme y mojar los pies en el agua. Cerré los ojos un instante, extendiendo las membranas de mis pies, sintiendo el agua agradable cubriéndolos. Después, cumplí con mi cometido y tomé dos juncos de tamaño adecuado, para luego volver junto a mi amiga.

La Quinta notó una perturbación en el agua, por lo que se acercó a la orilla y pudo sentir pequeños pasos, para luego oír un par de crujidos, como de haber roto alguna planta.
Nadó ágil y sacó la cabeza en cuanto la piscis se giró para volver a junto su amiga.
-Fluite... -susuró.
De golpe, su cuerpo se volvió cristalino como un vaso de agua.
Salió en silencio del agua y se colocó detrás de ambas chicas, sonriendo y escuchando su conversación durante un rato.

Al cabo de un par de minutos, sonriendo inocentemente, les dio un par de puñetazos fuertes como piedras a cada una en la cabeza, para, en silencio, salir corriendo, tímida.

Con una vocecita dulce y clara, habló, muy tímida. -B-bien...venidas a... las Primeras Jornadas de Entrenamiento Intensivo. Soy... Felhlo... la Quinta guerrera de mi Señora Flavia Gnaea Seia Herennia Sallustia Severa Magna.

Un golpe parecido a una pedrada me dio en la cabeza tan fuerte, que por poco me caigo al suelo, y eso que estaba sentada.
Dejo de lado la comida y me limpio un poco de sangre que brota de mi labio.

Oigo su voz. Es femenina y apocada, pero no puedo verla. -¿Dónde estás, hija de puta? -mis pupilas se empequeñecen y mi cara adquiere un tono algo psicótico.
No tengo armas, pero cojo un cuchillo y un tenedor con rabia. - Sal, zorra -hablo temblando.

Levanto un muro con un Pervatia delante de Massen.
No quiero que le pase nada.

Apenas me había dado tiempo a volver junto a Nagore cuando un repentino y fuerte golpe me congeló la sonrisa en los labios, y me tambaleé a un lado, aturdida y dolorida. Volviendo en mí, mareada por el fuerte golpetazo, miré lentamente alrededor, para encontrar con que no había nadie junto a nosotras.

Me llevé la mano a la mandíbula, donde había recibido el golpe, y fruncí el ceño, sintiendo como al hacerlo se me tensaban los músculos, incrementando el dolor, con lo que no tardé en relajar mi expresión para evitar el dolor. Me acerqué a Nagore, desconfiada, escuchando la voz que nos hablaba. ¿Jornadas de entrenamiento? ¿De qué hablaba?

No ver a nuestra atacante no me gustaba lo más mínimo. Miré al suelo, buscando movimientos en el mismo o huellas que me indicaran la posición de nuestra enemiga. Convoqué en mi mano un aquaerum, preparada para atacar si descubría su posición. Si así era, se lo lanzaría.

-Encantada, Felhlo -repuse, con voz algo dura-. Aunque sería un detalle que, además de presentarte, nos dejaras verte la cara.

No me gustaban las presentaciones tan bruscas, y menos que hubiera dejado sangrando a mi amiga.

-¿Estás bien? -pregunté a Nagore en un murmullo.

Suspiró con una sonrisa al escuchar a ambas chicas. - Eso es injusto... vosotras... sois dos. - Dijo azorada.

Corrió hacia el agua, haciendo un gran chapoteo - ¡¿Cómo andáis de puntería?! - gritó antes de sumerguirse hasta lo más hondo. Su hechizo de desaparición dejó de hacer efecto, pues necesitaba concentrarse ahora en la batalla.

Quizás la piscis la siguiera en el agua. Si lo hacía, sería una batalla en el agua. Quizás la otra chica parvus se metiera en el agua, no lo saía.
Por otra parte, si no la seguían, saldría a la superficie y les atacaría desde allí.

Conjuró dos Aquaerum bajo el agua. Era algo más pequeños que los Aquaerum en contacto con el aire, pero seguían siendo igual de poderosos.

Al ver el chapoteo en el agua, lanzo con una mano el cuchillo al agua con el fin de acertarle y un Terra Der le sigue. Confío en que alguno de los dos le dé. -... Massen- digo respirando fuertemente-. Tráela por los pelos...- susurro, con los ojos entornados.

Corro a la orilla y me quedo sumergida hasta las rodillas. No quiero... ni puedo meterme más.

-Si la haces salir, intentaré darle desde aquí -aclaro.

Al ver hondear el agua y una silueta desaparecer bajo ella, eché a correr hacia la orilla, pero me paré en seco sin llegar a entrar. Agresiva, extendí todas mis membranas, como si así fuera a imponer más respeto. ¿Seguirla al agua? El agua era mi fuerte, mi elemento, y me desenvolvía mejor allí que en ningún sitio. Pero, ¿y mi magia? No podía contar con Loksass en el agua, y mis hechizos tendían a deshacerse. ¿Qué hacer?

Las palabras de Nagore me dieron el empujón que necesitaba. Sin más palabras, me quité las capas de ropa más externas y me lancé al agua sin más miramientos. De nuevo, convoqué un aquaerum. Sumergida, me sentía libre y ágil, y nadé hacia ella, buscándola pero atenta a otro posible ataque por sorpresa, pendiente de evitarla si era necesario. Mi puntería, ya que ella preguntaba, era bastante decente y estaba bien entrenada a ese respecto, así que me preocupé de ponerla en mi punto de mira para lanzar mi ataque. Debía tener cuidado de que el agua no desmejorara mi hechizo.

Entró en el agua y Felhlo sonrió, complacida. Nadó hacia ella a toda velocidad, su cuerpo resbalaba sobre el agua no solo por la potencia de sus aletas, sino por estar recubierto de microscópicas escamas en lugar de piel, lo que la hacía mucho más resbaladiza de lo que los piscis eran de por sí.

Una vez estuvo algo más cerca, lanzó con gran fuerza y precisión ambos Aquaerum. Se quedó estática, esperando a ver el resultado.

Acababa de sumergirse hacía poco, por lo que aún  no tenía que salir a respirar de momento.