Enfermería

"Ya... bueno...", le dije sobre lo de Alexander.

Puede que no sea malo del todo... pero bueno tampoco es. Aún que al fin y al cabo viene de una familia rica... y hay muchos ricos así de malos y egocéntricos..., pensé.

Entonces me dijo que era buena por haber lavado la ropa, y que me quería mucho. Yo le sonreí, y entonces me dijo si creía que ya se podría poner de pié.

"No se... ¿quieres intentarlo?", le pregunté preocupada.

"A ver, que te ayudo", le dije mientras me ponía en el borde de la cama y le agarraba las manos.

-Vale, vamos a intentarlo- cogí sus manos y me incorporé, pero tenía las piernas adormiladas y nada más apoyarlas en el suelo, comenzaron a temblar y no pude dar ningún paso porque no tenía mucha fuerza... me dolía el corte en el abdomen y estaba un poco encorvado.- bien! lo he conseguido dije dandole un abrazo a mi chica.
-Olle... quiero probarme la ropa nueva... jo... me ayudas?- dije mientras me repeinaba para un lado con fuerza para que se me bajaran los pelos y quedar bien peinadito.-
Mientras Hewina me acercaba la ropa, yo intentaba dar unos pequeños pasos hacia delante, avanzando unos pocos centímetros.

"B-bueno vale...", pensé mientras me ruborizaba un poco. Cogí la ropa y se la acerqué, y él intentó andar solo, dando pequeños pasos.

"Cuidado...", le dije mientras lo agarraba de nuevo por miedo a que se cayese. "¿Te duele mucho?", le pregunté con preocupación. "A ver, espera...", le dije mientras volvía a sentarlo en la cama, y entonces aparté un poco la otra cama y cerré las cortinas, rodeando la cama de Silvanus.

Después me acerqué a él, que me sonreía, y entonces alzó un poco los brazos para que comenzase a desvestirle.

Comencé a desabrochar los botones de su camisa con dificultad, ya que me temblaban un poco las manos.

"Bo... Hewina... no seas tonta", pensé ruborizada, intentando calmarme. Finalmente logré desabrochar todos los botones, y le quité la camisa con cuidado de no hacerle daño.

Tenía un montón de vendas en el abdomen que no dejaban ver la herida. Aún que seguro que era muy grave.

Entonces me fijé en que Silvanus movía las piernas contento, mientras esperaba a que le quitase el pantalón.

"A-a ver... levántate...", le dije mientras le tendía las manos.

-No, no me duele andar, simplemente me cuesta...
Ella comenzó a quitarme la parte de arriba del pijama: perecía nerviosa jajaja que tontita es, ni que no me hubiera visto nunca desnudo.

Yo tenía una sonrisa en los labios: la camisa era muy suave y fina, y me quedaba muy bien, aunque un poquito larga en las mangas- JOOO COMO MOOOLA!! jajajaj

Me puse de pié para que ella me quitase los pantalones.

Finalmente le quité los pantalones y le puse los otros, desviando bastante la mirada y sintiendo mucha vergüenza.

"Ala... ya está", le dije sonriente, intentando disimular el pudor.

"Mira que bien te queda. Estás más guapo que el Alexander ese.", le dije sonriente.

Entonces Tristán empezó a gruñir como cuando tenía hambre.

"Uy... tengo que darle de comer a Tristán. Esperame aquí con él, que a ti también te traeré algo para comer", le dije sonriente mientras lo sentaba en la cama de nuevo.

"No tardaré...", le dije besándolo suavemente en los labios. Y entonces me fui de allí apresuradamente.


*se va*

Me sentí muy guapo con aquella ropa tan genial. Definitivamente, aquello me subió la moral bastante.
Hew me dijo que estaba mas guapo que el mismísimo Alexander, por lo que yo bajé la cabeza y me puse un poco rojo... no me gustaba que me mintieran... sabía que el era mas guapo que yo... pero bueno: no iba a reprochar un cumplido de mi amada.
Entonces Tristán gruñó y Hewina se fue diciendo que nos traería de comer a ambos.

Cuando se fue, me levanté de la cama y me senté en una silla cercana a una ventana. La cabeza me dolía horrores... pero tenía que aguantarme. Acaricié a Tristán y me quedé viendo por la ventana, sintiendo la brisa del viento en mi cara.

*se queda*



Estuve esperando a Hewina durante mucho tiempo... parece que le ha surgido algún compromiso... lo mejor es que me despeje un poco... me voy a dar una vuelta. Cogí a Tristán y me lo puse en el hombro.

*se va*

Entramos en la enfermería y un Chrysos enfermero nos atendió.

-Ei, chicos, estáis bien?

-Si, tranquilo... aunque me duele mucho la mano... mire.

El enfermero se echó las manos a la cabeza y me arrastró a la sala de operaciones.

-Pero espera, déjame despedirme de Alexander!

entonces fui corriendo hacia el y lo abracé, luego lo solté y me fui con el enfermero a la sala de operaciones.

*se va*

El enfermero se quiere llevar a Silvanus, pero este, antes de irse, me abraza amistosamente

-Ala, ala, vete con el enfermero anda...digo mientras le acaricio la frente.

Me quedo solo, y me ve le herida, entocnes me tumbo a descansar encima de la cama de la enfermería, y sin darme cuenta, me quedo dormido.

*se duerme*

Salí de la sala de operaciones con la mano en cabestrillo y llena de yeso... el médico me había dicho que había sido una operación compleja y que había tenido mucha suerte.
Me dolía a rabiar, pero como uno a todo se acostumbra, y yo estaba herido día sí y día también, pues ya me estaba acostumbrando al dolor... suena extraño, pero así era.

Alexander dormía en una de las camas de la enfermería, algún enfermero le había puesto apósitos en la espalda, en el lugar del zarpazo.

Lo miré y suspiré, sentándome en la cama de enfrente y viendo como dormía. Era una sensación muy extraña: aquel alto, apuesto y guapo hombre era cruel en el día a día conmigo, pero a la hora de la verdad, o cuando mi vida está en juego, se porta como un verdadero héroe: ya me había salvado la vida una vez y ayer por la noche, me cubrió con su cuerpo cundo vio que los Flagrare se dirigían a la bestia que se nos echaba encima, poniendo en juego su integridad física para protegerme.
¿Qué pensar ahora de él?¿Que hacer?¿Cómo se comportaría conmigo después de lo de anoche? porque hacía unos minutos, estábamos peleando a muerte en los tejados... pero Aren, en su infinita sabiduría había hecho que nos comportásemos e hizo que dejásemos nuestras diferencias aparte para comenzar a luchar en el mismo bando.

Volví a suspirar. Entonces recordé el anillo de Alexander y que Heylel lo tenía, podría ser una bonita sorpresa para Alexander: su anillo completamente arreglado y reluciente.

Lo volví a ver... seguía durmiendo:
-No eres tan malo, ¿verdad? simplemente te gusta parecer duro... pero se que eres bueno en el fondo... muy en el fondo, muy muy muy muy en el fondo... en eso te pareces mucho a Aren... así que bueno, si he conseguido a uno, por qué no iba a poder conseguirte a ti también? me gustan los retos difíciles, ¿sabes? y como ya le dije una vez a Aren: Silvanus Kettleburn no teme a las tinieblas.

*se va a buscar a Heylito*

Me despierto. Tengo la herida cubierta con apósitos.
Me incorporo, pero Silvanus no está.
"Quizás aún no haya salido... ya se fue... no se..." el caso es que me quedé viendo las grises nubes por la ventana, mientras me vlvía a meter en cama... se estaba muy a gusto debajo de aquella manta.

*se queda*

Me despierto un poco sobresaltado, aunque estoy bien.

He tenído una pesadilla horrible... con aquel hombre... que cabron...

El caso es que me levanto prque tengo hambre: quiero comer algo.


*se va*

Tras haber dejado a Adela durmiendo en una de las camas y expresar a Lyam, el chrysos al que aababa de conocer, mis deseos por que la señora esa, fuera quién fuera, se mejorase, abandono la enfermería cansada y con muchas cosas en las que pensar, despidiéndome únicamente con un gesto de cabeza que pretende ser poco más que un "ya nos veremos".

*se va*

Me desperté, pero no me podía mover... tenía yeso en muchas partes de mi cuerpo.

Con mucho esfuerzo me recosté en la cama, apoyando mi espalda contra el cabecero.
¿que me había pasado ayer?
¿como había podido perder?
...

Estaba aturdida, confusa... yo no era una mujer que se dejara vencer tan facilmente....

Me miré las manos durante unos minutos... eran manos viejas, arrugadas, a las que se le podían ver las venas... eran suaves, pero muy viejas, cansadas, con los deods algo torcidos.
Entoces me las llevé al pecho e hice algo que llevaba treinta años sin hacer: llorar

Lloré en silencio, ahogando los lloros en tristes suspiros.
me estaba haciendo mayor... ya no era la que era antes... notaba que a la hora de luchar, me cansaba mucho mas rápido, mis huesos ya no eran tan resistentes y mi cansado corazón comenzaba a darme serias llamadas de atención al hacer un ejercicio prolongado.

*se queda llorando en silencio y pensando en la muerte*

Volví a la enfermería (por que ya había venido unas cuantas veces para ver si se había despertado Adela), y entonces la ví sentada en su cama.

"¡Adela! ¡Qué alegría! ¡Como me alegro de que te hayas despertado!, dije sonriente mientras me acercaba a ella apresurada, pero entonces me percaté de que estaba llorando...

Frené en seco y la miré asombrada, y entonces una cara de tristeza se formó en mi rostro.

"Adela... ¿Qué te pasa?", le pregunté con preocupación, mientras me acercaba y me quedaba a su lado.

Lepiwa entró saludandome efusivamete, pero yo no le hice caso.

Entocnes me preguntó que me pasaba.

-Nada, hija... nada- dije enjuagándome las lágrimas acumuladas durante más de treinta años- es que una a veces, necesita deahogarse... y... esas cosas- dije con una sonrisa forzada- anda, siéntate aquí, a mi lado.

Ella obedeció y le cogí de las manos... jóvenes, tersas, inexpertas, dulces, sanas...
Entocnes comencé a llorar de nuevo.

Después de decirme aquello me dijo que me sentase a su lado. Yo le hice caso, y entonces ella me cogió las manos, y al cabo de un rato comenzó a llorar de nuevo.

"Pobre... seguramente está así por lo de ayer...", pensé mientras la miraba apenada. Me rompía el alma verla así...

"Pero Adela... no estés triste. Con lo valiente y fuerte que tú eres. No pueden cambiarse las tornas, que antes eras tú la que me consolaba.", le dije para intentar animarla.

Hoju sacó la cabeza de mi bolsa y se quedó mirándonos, pero no salió, ya que todavía le tenía un poco de miedo a Adela.

Aquella mocosilla tenía razon... yo era Adela Ungilde, por el amor de Mithos!... pero aunque mi mente estaba dispuesta a seguir, mi cuerpo no lo estraba tanto...

Esbozo un sonrisa al ver a la rata que le regalé. entonces acerco lentamente la mano a el y tímidamente, le acaricio la cabeza.

-¿sabes? me hago la dura... pero soy mucho más fragil que tu...

Hoju se asustó cuando Adela acercó su mano a él, pero cuando comenzó a acariciarle comenzó a hacer ruiditos y se puso contento. Yo los miré sonriente, y entonces le dije a Adela: "Bo, no digas eso... yo soy una debilucha. Todavía necesito comer muchas tartas de las tuyas."

"Además, ayer estuviste increíble.", le digo, aun que me había dolido que hubiese arrancado aquel árbol...

"En serio. Todos nosotros escondidos y tu ahí, encarando a la bestia de frente... ¡eres asombrosa! Lo que pasa es que aquella bestia era muy grande, y todos tenemos mala suerte de vez en cuando. Yo la primera vez que luché contra las bestias de menor tamaño casi me quedo sin pierna... y si no hubiese sido por lo demás me habrían matado", le comento.

Esbozo una sonrisa al oir hablar a la chica... es sensata, por lo menos no alardea de ser una luchadora inbatible, como muchos a los que yo ya antes había vencido.

-Si... supongo que tienes razón... soy una vieja loca a la que le gusta afrontar los problemas de frente... y si ese problema es una bestia de cuatro metros, pues bienvenida sea...- entonces sonrío- pues te vas a hartar de tartas- digo habrazádola y acariciándole el pelo.

-Mi niña bonita- digo en un suspiro- por favor, cuidate, vale? y si tienes algún problema, ven a decirmelo enseguida... en estas vijas manos aun quedan fuerzas para asfixiar a cierto mocoso- digo gesticulando de forma graciosa un estrangulamiento.

Adela al fin sonrió con lo que le dije, y entonces me dijo aquello y me abrazó tiernamente, mientras me acariciaba el pelo. Me sentí feliz y aliviada... era como una abuela para mi.

Después me dijo aquello, y yo me reí levemente y le dije: "Claro Adela. Descuida."

Entonces recordé lo que había psado con Silvanus.

"¿Sabes? Ayer al vencer a la bestia me habló de una forma muy tierna...", le digo sonriente.

"No parecía enfadado conmigo, aún que bueno... ya no se si lo decía por decir o por que...", le dije mientras mi sonrisa se disipaba, y entonces le conté todo lo ocurrido. Incluyendo la aparición de Aren.

-Bah! manda a ese niño al demonio, hija... NO ES TRIGO LIMPIO! me tiene una pinta de soplagaitas que no se aguanta, vamos... en serio, olvídate de el... te lo digo por experiencia: no alimentes a los cuervos con esperanza y alagos, pues ellos se aprovecharán de tus buenas acciones y de tu buen hacer hasta que no puedas darle mas, entonces serán ellos quienes den el primer paso, y el primer picotazo, más concretamente en tu alma, pura y buena. Aléjate de esas personas... ese niño va a acabar mal, acuérdate bien de mis palabras...


Despues de contarme como habían matado a la bestia, y que luego había aparecido Aren, puse una cara tremendamente seria.

-Esa tal Alehyss los tiene cuadrados... como se nota que es una chrysos ajajaja... bien, bien... no se si Aren querrá hablar conmigo también, cuando te toque la entrevista con el, ¿puedes preguntárselo?

Después de decirme aquello sobre Silvanus la miré un poco apenada... pero tenía razón.

"Ya... bueno... se que no merece la pena que me haga ilusiones. Es absurdo...", le digo, y entonces continue contándole cosas.

Cuando terminé me dijo aquello sobre Alehyss y Aren, y yo le dije respondiendo a lo de Aren: "Bueno, yo se lo pregunto si quieres... pero imagino que en caso de que si no hará falta que lo busques... aparecerá delante tuya cuando menos te lo esperes"

Me enfurruñé un poco. Siempre que terminaba hablando de ese tipo acababa de mal humor, pero enseguida lo aparté de mi mente.

"Bueno Adela... es tarde ya. Mejor me voy y te dejo descansar. Ponte buena.", le dije sonriente, entonces le di un beso en la mejilla y me levanté.

"Buenas noches", le dije sonriente, y Hoju le dedicó uno de sus ruiditos. Parecía que me hubiese imitado, por lo que me reí levemente, y entonces nos fuimos de allí.


*se va*

Hewina me besó en la mejilla. Hacía muchos años que mi cara no sentía unos labios... demasiados...

-Ala, descansa niña- entocnes me dí la vuelta y me puse a dormir, pero antesde quedarme dormida, me pasé una mano por la arrugada mejilla y me dormí con una sonrisa.

*se duerme*

Estaba cansada de estar en la enfermería... pero ese maldito médico parvus no me dejaba irme. Era agradable, pero muy pesado con mi salud... entaba un poco cabreada, la verdad...

*se queda*

Decidí ir a la enfermería a hacerle mi visita diaria a Adela, pero esta vez le llevaba unas flores rosadas para alegrar un poco la habitación. Las llevaba en un jarrón de cristal con tierra mojada en lugar de solo agua, ya que no quería que las pobres flores se acabasen muriendo... y ademas no les había cortado la raíz.

Respiré hondo durante un rato largo antes de abrir la puerta y entrar en la habitación, intentando concienciarme de que tenía que actuar de una forma con la que no pudiese notar mi malestar.

"Bueno... con suerte se fija mucho en las flores... y... menos en mi.", pensé, y entonces abrí la puerta y entré, cerrándola después.

"Buenas noches Adela", le dije mientras me acercaba a ella. Hoju, quien revoloteaba a mi alrededor, se apresuró y se posó en el regazo de Adela.

Yo me reí levemente, y cuando estuve a su lado le dije sonriente: "¿Cómo te encuentras? Te he traído unas flores"

Entonces me dispuse a colocar el jarrón en su mesilla, mientras esperaba su respuesta