Enfermería

-Buenas, noches, niña... ´¿que me traes? oh, que bonitas. Gracias. dije dándole un beso en la frete.

Su mascota se posó en mi regazo.

-Está un poco delgado, no? dije apretándole la barriga. DALE DE COMER! ajajaja
-Bueno, ¿que es de tu vida?

Con su comentario de Hoju me reí levemente, y entonces le dije: "Pues no se donde mete lo que come, porque hoy se ha comido una fuente de ensalada de pasta entera y un trozo de tarta de manzana"

Por suerte mi plan había funcionado y no había sospechado nada, pero entonces me preguntó por mi vida.

"Oh, pues... igual... como siempre... ya sabes... ejeje.", dije sin mirarla mientras adecentaba un poco las flores con nerviosismo.

"¡Ah, cierto! Hoy he visto a dos boros discutiendo entre ellos. Estaban muy alterados, y me llamó la atención, ya que nunca había visto boros enfadados y discutiendo, y ademas hacían unos ruidos muy curiosos... ¿por qué discutirían? Pobrecillos", le dije a pesar de no tener importancia alguna, pero algo tenía que decir...

-Bueno, pues dóblale la ración Jajajaj aunque ten cuidado, no lo vallas a empachar!

-Así que boros discutiendo? cuando sea así les dás una patadita a cada uno, para que s epongan a limpiar ¿vale? Bueno... a ver si me da el alta ya pronto y me despejo un poco, porque estoy de estar aquí encerrada hasta la coronilla.

Noto que mi joven a compañante está un poco sombría... ¿que le pasará? la noto nerviosilla...

-olle, tu, te pasa algo,'?? digo dándole con el puño en el brazo de forma amigable.

¿Eh? No, no, no... no me pasa nada, ejeje", le digo sonriendo con nerviosismo mientras muevo los brazos rápidamente.

"¿Por qué me tendría que pasar algo? Que va... no... nada, nada...", le digo de forma mas tranquila, aun que no más creíble.

Entonces me alejo y me voy hasta la ventana, y me pongo a ver el cielo por ella mientras me apoyo en el alfeizar.

-Claaaaaro digo cuando se apoya en la ventana- si a ti no te pasa nada, yo soy la reina de las hadas, ¿no? VENGA, mujer, cuéntamelo ¿desde cuando me guardas secretos? me ofendes con tu actitud, pequeña- dijo poniendo los brazos en jara

Suspiré, y tras unos segundos de silencio dije: "Bueno... pues digamos entonces que no me pasa nada fuera de lo habitual"

Tras decir aquello me giré y le dediqué una amarga sonrisa, y entonces me volví a acercar a ella: "En serio, tú no te preocupes... que ya tienes suficiente de que preocuparte"

Entonces me senté en su cama, y Hoju se puso en mi regazo, por lo que comencé a acariciarlo.

No quería contarle a Adela lo que había pasado, y la actitud de Silvanus... ya que se escandalizaría y querría ir a destrozar a Silvanus, así que decidí que sería mejor ocultarle el tema.

La chica no parecía dispuesta a ceder.

-Vale, no me lo cuentes, pero lo tendré en cuenta, e? que sepas que me parece mal que te portes así conmigo.Entonces me doy la vuelta y me despido.

-Asta mañana. Gracias por las flores, cierra la puesta al salir.
*se duerme*

FdR: perdon, pero estoy teniendo problemas cpon el ordenata

La miré apenada, y entonces le dije: "Hasta mañana... descansa."

Esperaba que solo estuviese cansada al ser ya bastante tarde, y que no se hubiese molestado.

Cogí a Hoju en brazos y nos fuimos de allí.


*se va*

El líder llegó a la enfermería casi arrastrando sostenido sobre su criado quien lo agarraba de la cintura y le sostenía el cuerpo poniendo uno de sus brazos sobre sus propios hombros. El sudor recorría su frente, su espalda, y sus piernas apenas podían ya soportar la agonía. Las odiosas lágrimas habían empezado a florecer y la respiración entrecortada lo hacía arder por dentro a pesar de la mano que sostenía su vientre.

- ¡EEERRST! ¡¡¡EEEEEEEEEEEEEEEEERRRRST!!! -Gritó en el momento en que su vasayo abrió las puertas de la enfermería de una patada. - ¡MALDITA SEA VIEJO INUTIL, VEN AHORA MISMO! ¡AAAAAAAAAAAH! - El líder caeruleus gritaba desesperado mientras su lacayo trataba de acercarlo a una de las camillas. Su chaqueta estaba abierta y mal colocada, su camisa fuera de lugar y su pelo descolgando de mala manera mientras era incapaz de mantenerse erguido.

Finalmente lograron llegar a una camilla cercana y hacer que el líder, tras mucho cabezonear, se tumbase haciéndose un obillo y apretando los dientes tratando de soportar la agonía.

Ante semejantes gritos el médico salió enseguida y encontró al líder llegar prácticamente arrastras. Se acercó con rapidez y el ceño fruncido, colocándose las gafas.

- ¡MENUDO ESCÁNDALO! ¡SILENCIO, POR FAVOR! ¡Seame usted un poco más civilizado, recórcholis! -Apartó a Barthemius y se subió a un taburete para ver de cerca al hombre.

- A ver, a ver, estírese hombre, déjeme ver qué le pasa. ¡Maldición, Darvenwish, no me sea crío! - El médico apartó la ropa del líder y tiró de su camisa para abrirla rápidamente debido a la emergencia que parecía requerir.

En cuanto el caeruleus accedió a ponerse boca arriba con el torso estirado el médico pudo comenzar su rápido examen por el abdomen, lugar donde parecía aquejar el hombre. Palpó diferentes zonas soportando los gritos del líder hasta que, con una visual y un pequeño toque, acertó con el "gran" problema que traía: Un pequeño bulto esférico sobresalía de su carne a la altura de la pelvis.

El médico sonrió socarrón, sin perder su ceño y miró al hombre a la agonizante cara.

- Ya estaba usted tardando, Darvenwish... Mire que le tengo dicho ¡ja! Rece ahora para que baje masajeándolo o le veo yo en una intervención poco ortodoxa -. Indicó colocándose los guantes y cogiendo el ungüento para el masaje de urgencias.

El líder decicó una mirada cargada de odio y rencor al médico en cuanto se acercó con su sermón y continuó quejándose y gritando debido a la agonía que le producía el músculo que acababa de atrofiarse.

- ¡Y usted sea más cuidadoso, maldito! - Gritó entre dientes cuando Barthemius y el médico trataban de colocarlo de forma que pudiese ser examinado. - ¡Como no lo solucione le juro que no volverá a ver la luz del día! -Su espalda era una laguna y sus mejillas ya estaban surcadas de un brillo transparente mientras continuaba moviéndose en la camilla.

En cuanto el doctor palpó el testículo rebelde que había huído hasta las cavidades superiores de su pelvis, el líder soltó otro alarido.

- ¡CALLESE, ESTÚPIDO! Ni siquiera te atrevas a soñar que vas a meterme un cuchuillo ahí... - Gruñó con la cara encrispada y una miradarabiosa y desesperada. Incluso, por un momento, antes de caer hacia atrás rendido por el dolor y llevarse una mano a la cara, los ojos le brillaron en un violeta explosivo signo de que estaba desesperándose.

- ¡Empiece de una vez, demonios! - Añadió agarrándose con fuerza a la camilla con la izquierda y apretándose las sienas con la derecha.

El médico ignoró, como siempre, las palabras del paciente al que atendía y comenzó a esparcir el ungüento para aplicar el masaje.

- Venga, tome aire... Vamos- El médico empezó a empujar el bulto hacia el lugar donde debía estar lo que provocó unos cuantos gritos más por parte del caeruleus. El doctor agradeció al claritas que sujetase los brazos del líder mientras él acababa su tarea.

Lo cierto es que el proceso fue algo costoso y, por un momento, el médico temió que hubiese que dejar el masaje y comenzar una operación de urgencia. Pero la suerte quiso que, en un fuerte apretón desesperado, el testículo cogiese camino y se dejase colocar dócilmente a su lugar habitual.

El médico ignoró el protocolo y procedió a comprobar que todo había quedado en su lugar de forma satisfactoria.

- Bueno, agradezca que tengo unas manos de masajista profesional ¡jejejeje! - Comentó más relajado y aprovechando las pocas ocasiones en las que uno podía jactarse del líder Darvenwish.

Luego se dio la vuelta y se dispuso a organizar papeles.

-Bueno, con este susto será mejor que se mentalice de que tendrá que estar "tranquilo" al menos... unos 3 días al menos, y porque es usted, no vaya a ser que le de un infarto por falta de acción jejejeje - Comentó el médico haciendo salir a la luz la vena más característica de su raza.

El líder Darvenwish tomó aire tratando de controlar un poco su respiración y se agarró con fuerza a los bordes de la cama. En cuanto el médico comenzó con su labor, el líder caeruleus apretó la mandíbula y continuó aun más con sus improperios. Un par de veces trató de lanzarse contra el médico, pero Barthemius consiguió retenerlo agarrándole tronco y brazos.

En cuanto el doctor dio el último empujó el líder casi prefirió ser atravesado por una viga de las minas de hummus pero, tras la última agonía, el dolor fue remitiendo permitiéndole relajar los músculos y dejarse caer sobre la camilla mientras tomaba aire.

- Maldición... Es usted peor que un panadero... -Comentó para mí cubriéndose la cara con la mano derecha mientras se iba tranquilizando. A medida que remitía el dolor el líder recobraba su conciencia y, en cuanto el médico llevó a cabo sus últimas comprobaciones incluso se atrevió a bromear.

- Mire por donde me toca, Errst. No vayamos a tener otro incidente - Indicó con una sonrisa de tiburón sin destapar todavía su cara. Continuaba tratando de recuperar el aliento.

Con el último comentario del parvus, la sonrisa característica de la raza le sonó insoportable.

- Suerte que trataba con matia de calidad...- Comentó con tono seco y ya irguiéndose un poco en la cama hasta sentarse. Se llevó una mano a la zona anteriormente afectada y la masajeó con cuidado.

- Ya, venga, ya está todo en orden, bonitos... - Comentó para sí mirando a su entrepierna. Entonces levantó la cabeza y miró la espalda del parvus en cuanto le informó de sus tres días de celibato.

Alzó las cejas y sonrío de medio lado.

- Estará usted de broma. Esto no ha sido más que un pequeño incidente a causa del estres. Me tomaré con algo más de calma el trabajo y...- Comentó mientras se ponía en pie y se recolocaba la ropa.

Pero el médico lo interrumpió y le indicó que podría repetirse más severamente cuando estuviese en el mejor momento con una dama. Eso, por supuesto, no solo sería un nuevo dolor insufrible, sino una impresión pésima para Aren Ferenc Darvenwish.

El líder permaneció en silencio mirando con rencor al parvus y, tras levantar un poco la cabeza, caminó hacia la puerta de la enfermería.

- Nos vemos, Errst. Y ya veremos si necesito esos estúpidos tres días -. Cerró de un portazo y desapareció en el pasillo junto a su lacayo.

*Se van*

El médico no se giró mientras el líder continuó su conversación y sobre todo mantuvo una sonrisa socarrona.

- ¡Vaya usted tranquilo, Darvenwish! Ejejejejeje... - Comentó a modo de despedida mientras dejaba fluir su risilla gruesa. Organizó los papeles y no perdió la pequeña carcajada ni cuendo se internó en la parte de atrás.

*Se va*

Entré en la enfermería, sintiendo un nudo en la garganta y una gran tensión en el estómago. No sabía muy bien qué quería exactamente, ni cómo pedirlo. Para no variar, no había nadie. Dí una patada a la puerta, que se cerró de un portazo y me senté en una de las camas. Qué asco. Qué repugnante.

Me levanté casi al instante. No tenía ganas de quedarme a esperar. Sentí un aguijonazo en el vientre al empezar a andar. Apreté los dientes, y sentí las lágrimas asomar de nuevo. ¿Por qué? ¿De qué servía una enfermería si no había nadie en ella para atender a quien lo necesitara?

Abrí la puerta de forma brusca y salí.

*Se va*

El líder Darvenwish se dirigió a la enfermería para que el parvus diese su visto bueno a su aquejamiento y liberarse de una vez de aquella pequeña condena.

Apartó una de las puertas para entrar con el amyor desaire ya que no le apetecía permanecer allí demasiado tiempo.

- Doctor. Salga ahora mismo de su madriguera, Errst, no tengo mucho tiempo que dedicarle -. Indicó a la sala esperando qe el pequeño médico saliese de cualquier esquina.

Esperó unos segundos recorriendo la sala y fue entonces cuando una mancha roja resaltó sobre una de las impolutamente blancas camas. Le resultó curioso y se acercó al lugar.

Se fijó en aquella mancha. No era demasiado grande, pero sí bastante oscura y estaba localizada en el borde. No era extraño ver sangre en un lugar como una enfermería pero la visión se volvía peculiar cuando no había herido y la sangre parecía especialmente sucia. Quizás algún corte desafortunadamente tratado. Pasó dos dedos sobre la mancha prácticamente seca y se los acercó a la cara. Un olor fuerte y avinagrado que le hizo ampliar su sonrisa.

- Eres un descuidado, Errst. ¿Qué clase de médico no trata bien a las señoritas? -Comentó para sí jactancioso.

FdR: ¡Mi vendetta por habérmelo perdido! Niña sangrando+sentarse en sábana blanca = mancha visible >8D

El médico salió de la sala trasera al escuchar la voz del líder.

- Bueno, bueno, no crea que yo me dedico a usted en exclusiva -. Comentó con desgana el hombre mientras caminaba hacia el líder caeruleus.

Lo vio al lado de una camilla manchada y se acercó a él colocándose las gafas.

- ¿Qué es esto de aquí? - Se acercó a la macha y se ajustó las lentes. - Tendré que pedir que lo limpien. Bueno, vamos a lo suyo. ¿Ha hecho caso a lo que le dije o viene por miedo a represalias? -Preguntó con cierta retranca.

El líder observó al médico llegar de reojo.

- ¿Que qué es? Usted es el médico -. Comentó con hilarancia y sátira. Entonces se acomodó en la camilla contigua y se dispuso a ser examinado.

- Soy un paciente ejemplar, Errst, pero quiero saber si todo está ya en perfectas condiciones -. Indicó el líder sin perder la sonrisa mientras iba librándose de su ropa. - Tenga cuidado con las cosquillas -. Comentó en un tono infantil dedicándole una mirada jocosamente provocativa.

El parvus ignoró los chistes del líder y se dispuso a examinarlo. En cuanto terminó dio por finalizado su plazo de aquejamiento.

- Ya está todo en orden. Pero debería usted dejar de llevar ropa tan ajustada, demonios. Ya no le digo nada de las otras cosas, pero al menos eso... Sea un poco menos presumido -. Concluyó el médico ya retirándose a cubrir sus papeles.

- Y ahora venga, déjeme tranquilo ya. No tiene nada fuera de lo común -. Indicó antes de retirarse a la parte trasera.

*Se va*

El líder Darvenwish estuvo muy atento a su examen pues se preocupaba en exceso por su salud y más cuando se trataba de ese tipo de salud. Se relajó cuando el parvus indicó que ya todo volvía a la normalidad y no quiso perder tiempo.

- Pedir eso a alguien con mi estilo es pedir ríos en los cinco pilares -. Indicó mientras se vestía con apremio.

Escuchó al médico y levantó un poco más el cuello al tiempo que alzaba las cejas.

- Siempre tan adorable -. Sonrió y, sin decir más, se marchó del lugar para acabar tareas pendientes.

*Se va*

Estoy sentado en una de las camillas de la enfermería con la parte interna del ala entablillada y bendada y los pies tapados con la sábana. No estoy de humor para hacer nada y ni siquiera me apetece moverme de allí.

Sujeto la foto donde salimos Gabrille y yo con las manos apoyadas en las piernasy la cabeza gacha. Soy incapaz de avergonzarme de mí mismo por no poder sobreponerme a estas cosas. Me siento demasiado mal. No solo por lo aterrorizado que me había sentido delante del líder caeruleus, sino también porque, por un momento, pensé en que no quería cabar... Una lagrima se me escapa sin apenas fuerzas y me recorre la mejilla sin que le haga demasiado caso. Además, tampoco quiero ver a Hewina por ahber estado allí. tenía que haberse ido, tenía que haber salido de allí de inmediato. También me siento horrible por culpa de esa parte de mí que llega a culparla de algo.

Y por eso estoy aquí, sentado, sin dormir ni comer y sin pensar en el dolor del ala. Viendo la sonrisa de Gabrielle y sin fuerzas para contárselo.

*se queda ido de la cabeza*

Llevaba bastantes horas sin dormir y, a pesar de haber permanecido allí sentado, el cansancio se iba apoderando de mí. Me recosté contra la almohada y me dormí casi sin darme cuenta.

*se duerme*

Llevo un par de días en la enfermería sin moverme, dejándome cambiar bendas o colocar huesos cuando es necesario pero creo que debería abandonar ya el lugar para dejar las camas libres a aquellos que de verdad las necesiten. Además el médico que ha dicho que pida lo que quiera de comer en el comedor ya que no he comido la comida que estos días me ha traído. Supongo que debo hacerle caso.

*se va*

Entramos en la enfermería, hoy era un día especial, ya que me dispondría a hacer algo por alguien. No había nadie, parecía que Errst se había ido hace poco.

Le señalé un camilla al joven piscis de oreja y media.

- ¡Siéntate! - Ordené con voz seria mientras me acercaba al cajón de las medicinas y demás materiales de medicina.

Cogí un poco de alcohol etílico y unos vendajes, dejándolos sobre la mesa.

Su orden me hiela los huesos y raudo obedezco subiéndome con un poco de esfuerzo a la camilla pues esta un poco alta.

Veo que coge vendajes y alcohol. ¿va a curarme?

-No hace falta que haga eso...- digo en un susurro... estoy acostumbrado a herirme y esas cosas... pero se lo agradezco.- tengo la cabeza gacha. Aren y Alexander me han enseñado a tratar con respeto a quien se lo merece.

Atrás queda aquel niño loco y maleducado.

Balanceo las piernas de alante atrás mientras espero. No me atrevo a preguntarle nada, porque si antes me respondió de aquella manera tan seca... será mejor que me calle si no quiero ganarme una buena regañina

Ignoré las palabras de Silvanus. Humedecí una parte de la venda con el alcohol etílico, y entonces me acerqué a Silvanus, colocándome en frente de él.
Miré su rasguño, era tan pequeño que no se merecía ni ser tratado, pero... quería hacerlo.

Abrí la boca para advertirle que podría resultar molesto, pero decidí callarme en el último segundo; un guerrero que se precie debería estar dispuesto a cualquier sufrimiento.

Me incliné apoyada sobre una rodilla - la derecha -.Con delicadeza rocé el rasguño con la parte húmeda del vendaje, y poco después lo coloqué encima, haciendo ligeramente presión. Esperé cinco segundos, y entonces rodeé con las vendas su pierna un par de veces, rematándolo todo con un nudo.

- Ya está... - aseguré mientras regresaba a la mesa y recogía el alcohol para volver a guardarlo en su sitio.

Me acerqué otra vez a Silvanus, lo miré durante unos segundos a los ojos, y entonces bajé la vista.

Me hace la cura. Me escuece un poco, pero no digo nada. Peores cosas he pasado.

Cuando termina me mira a los ojos y yo a los suyos - Gracias...- musito. Peor entonces baja la vista. ¿que estará viendo?

-Cynara, ¿que mira?- le pregunto.

Tristán revolotea por la habitación para, finalmente, posarse en el hombro de ella.