Enfermería

Es como que de pronto me han desconectado de mi cuerpo. Lo noto, pero pesa, interte. Mi cabeza es un borrón. Solo veo y oigo niebla. Espera...¿Es eso posible?
¿Dónde estoy? Veo luz y una figura a mi lado. Es una cama...o...Es blando... Noto los labios secos y pronto veo el pelo rojo. Es una mujer. Intento hablar, creo que es un susurro ronco. ¿Estoy delirando?

-Qué coño haces aquí, Em- -No...No es ella. Es otra mujer y también la conozco. Sus rasgos también son agradables pero ella no me causa esa sensación de repulsión. -Lea. -Abro algo más los ojos y consigo enfocar. Es como si hubiera el doble o triple de luz de lo normal. Estoy cansado, me arde la cabeza aunque me encuentro mejor. ¿Mejor? Sí, mejor que antes...Antes...

-Rick. -Grito. O creo que grito. No tengo claro haber conseguido decirlo en voz alta. Tengo la garganta seca. ¿Lea me está curando? -La puta de la líder está en la botella...Con la otra, la león... -Me llega el recuerdo. ¿Se lo habíamos contado ya al llegar? Ya habíamos llegado a Brontë... No quiero pensar cómo estaría sin la ayuda de Lea. -Y mató al chico rubio...La botella la tiene Rick. -Sigo intentando explicarme. Es como si cada palabra fuera una lija. Intento incorporarme pero la cabeza me da vueltas. Creo que ¿tengo fiebre? -¿El león le...? -Estoy nervioso, los sonidos me llegan lejanos pero los recuerdos cada vez parecen más claros. Son solo un par de golpes... Oigo de nuevo a la enfermera. Al final síq ue tenía razón, necesitaba descansar.

Cierro los ojos una vez más, siéndome imposible mantenerlos abiertos, pero no quiero dormir hasta saber que la han encerrado. No puede salir mal ahora. No podemos dejar que escapen. Casi nos matan. Pero estamos en Brontë.


*sigue febril aunque más consciente*

La interceptan antes de ver nada. No pretendía molestar pero tampoco esperaba que la dejasen estar allí. Ni si quiera puede decir que estuviera cerca.

-Perdona. -Alcanza a decir, más por inercia que otra cosa. -Sólo quería...¿quién..? -Pero la joven ni la escucha y vuelve a lo suyo. No puede culparla pero los gritos no la tranquilizan. Está girándose para irse cuando una enfermera cargando un botiquín le responde a la pregunta, sin pararse siquiera. Después de todo está ocupada. "Es el de los tatuajes, parece que está siendo difícil". Y con un suspiro de cansancio siguió con sus quehaceres.

La muchacha se apresuró a dejar paso y salir lo antes posible. Tenía el gesto serio y las palabras de la enfermera seguían dando vueltas. No es que dejara lugar a dudas. Pero ¿qué había pasado? Aceleró el paso cuando empezó a gritar de nuevo. Era como se la estuvieran cortando a ella. O apuñalando o quemando. ¿Qué hacía que gritara tanto?
Estaba incluso más desorientada que antes así que comenzó a vagar por los pasillos intentando descifrar algo de todo aquello. Sólo podía esperar.


*sale a dar una vuelta*

El hombré trataba de empujar con mayor fuerza aquella masa maligna cuando escuchó el consejo de la mujer. Dudó un momento, sin dejar de realizar su labor pese a que empezaban a pesarle las piernas.

—Todavía es demasiado pronto. Si tratamos de arrancárselo ahora no conseguiríamos quitárselo del todo como para que sobreviviese —Siguió sacando aquel mal notando como pariaban los borbotones a través del brazo. —Debemos aguantar un poco más... Trata de empujar algo más... las heridas pueden curarse más tarde —El líder sabía que pedir a la líder chrysos aquello era causarle grandes daños al cuerpo del muchacho, pero no tenían otra opción que seguir adelante ahora que habían empezado y no podían precipitarse. Aquella intervención era como caminar por la cuerda floja, un paso en falso y todo el esfuerzo serviría para nada.

Dedicaron todo su tiempo y concentración a aquello, haciendo oídos sordos al resto de ruido y a las quejas y movimientos del hombre en la medida que podían. Poco a poco el cuerpo del chrysos fue limpiándose de aquella negrura y adquiriendo zonas amoratadas y quemazones seguín el curso de las descargas que profesaba y la lucha entre los líderes, él mismo y la maldición.

Una vez la parte del tronco estuvo lo bastante limpia, pasaron a la cabeza y esa fue la parte realmente complicada.

Fera soltó los tobillos del chrysos, ahora surcados por fuertes quemaduras, y se dispuso a situarse en su cabeza.
ambos líderes tenían ahora una doble labor, debían arrancar aquella cosa al tiempo que aplicaban conjuros que rebajasen el daño y la presión en aquella zona. Además Abaddom debía mantener toda la negrura que todavía se negaba a salir acumulada en el brazo izquierdo para que no volviese a extenderse.

Fue laborioso y doloroso incluso para ellos. Por suerte el chrysos perdió de nuevo el conocimiento durante el rato que arrancaban la masa oscura de sus ojos y sus sienes y aquello les facilitó algo más el trabajo, pese a que se mantuvieran las convulsiones y los chispazos.

Errst llegó al poco, lo que significaba que lo demás de la enfermería estaba solucionado. El tiempo parecía no pasar para los líderes aether y chrysos, pues ni siquiera se habían dado cuenta de cómo en la enfermería se recuperaba la calma.

El médico prestó su magia y ayuda y lograron arrancar la zona crítica la maldición hasta llegarla al cúmulo donde se negaba a seguir saliendo del cuerpo.

—Abaddom... —Informó el médico observando la mano izquierda, que empezaba a gangrenarse a gran velocidad a causa del efecto de la maldición. —Es el momento, no podemos hacer más que esto. Puede que así lo consiga —Informó, preparando ya los materiales. Abaddom, con el cuello ya algo sudado, se lo pensó por un momento.

—Puede que no esté limpio del todo todavía, no sabemos si... —.

—No hay tiempo —Informó la líde chrysos clavano de nuevo su mirada en el aether. Abaddom mantuvo su duda un instante, pero finalmente aceptó.

—No hay otra forma... —Se justificó, mirando un momento la cara del muchacho.

Se pusieron manos a la obra. El médico realizó un rápido torniquete en el hombro del chrysos mientras los líderes mantenían aquella energía que se negaba en redondo a salir por la herida abierta. El chrysos pareció recobrar un momento la lucidez.

—¡Rápido, Mithos! —Apreió el aether, agitando las alas. El médico preparó la sierra, ayudado de sus ayudantes.

—Prearados... —El aparato comenzó a brillar incandescente y entonces el chrysos se sobresaltó dando un último alarido de negación. Abaddom puso una mano en su frente con brusquedad y lo noqueó antes de que las cosas se complicasen.

[...]

Abaddom tomó asiento y observó como aquella cosa negra iba retorciéndose y evaporándose dentro del tarro. Al parecer aquel horripilante parásito no lograría sobrevivir sin un huesped con el que acabar.

Suspiró con resignación y alivio. Aquella locura había acabado al fin, para bien o para mal. Miró la camilla del muchacho, ahora en silencio, y observó su hombro bendado allí donde antes había estado su brazo, que ahora se pudría consumido por el resto de la maldición en un lugar seguro.

Miró a la líder chrysos y le dedicó una sonrisa cansada de agradecimiento. El médico se calmó por fin, mirando a los líderes.

—Ahora debemos esperar. Su cuerpo está demasiado dañado así que no las tiene todas consigo. Si sobrevive a esta noche, posiblemente salga adelante —Miró al aether, que todavía guardaba preocupación en su cara. —Respecto a la maldición... por el momento parece que ha desaparecido por completo. En el momento en que el brazo se separó de él, los restos se lanzaron a él como animales hambrientos. Sin embargo, no podemos garantizar que esté completamente limpio. La parte de la cabeza...

—Parece que al fin ha acabado —Sentenció el aether con satisfacción. No era hora de nuevas elucubraciones, era hora de descansar. Se puso en pie —Esperemos que el muchacho se recupere. Más le vale después del trabajo que ha dado —Sonrió. —Señorita Twinkle, ¿le importa que compartamos opiniones mañana? Este viejo necesita un poco de descanso —Sonrió por última vez y simplemente desapareció.

*se va*

Pasado un rato probablemente más corto de lo que se le hizo a la muchacha esta se decide a volver a la enfermería. La zona parece bastante calmada y no sólo comparado con el caos anterior. Para evitar problemas pregunta a una enfermera que estaba por ahí. Al parecer no pasa nada y todo está tranquilo. Eso solo la hace preocuparse algo más.

Comienza a avanzar por la enfermería hacia la zona del fondo, observando las caras de los convalecientes que descansan en las camillas. Llegado un punto se gira sobresaltada al distinguir al joven flamma en una camilla, acompañado por una joven. Apenas se detiene y más cuando el sonido de unos sollozos llega desde un poco más allá. Nota una fuerte presión en el pecho. Hasta ese momento no se había planteado que...Bueno, que la cosa hubiera podido ir tan mal. Se obliga a mantener el paso tranquilo y no tarda en ver dos figuras, una de las cuales le causa gran sorpresa.

Una era Cierzo, a quién no le extrañó ver y la otra figura era la chica del pelo violeta que parecía muy afectada por... Sólo veía la sábana cubriendo las piernas del hombre. Notó un martillazo en el pecho y frío que le helaba las venas.
Durante un momento parecía que no podía respirar; tenía que verle. Tenía que ver qué había pasado. Avanzó un par de pasos más, algo apresurada a pesar de intentar contenerse. Lo que vio no hizo que nada en ella cambiase. Al menos podía saber que estaba vivo pero...

La respiración parecía tranquila. El hombre tumbado en la camilla tenía el pelo rubio y los rasgos faciales del chrysos pero...Sintió como si no pudiera moverse de donde estaba. Intentó analizar la situación. La forma de la sábana sobre su cuerpo dejaba claro que la misión no había ido del todo bien pero eso no explicaba... Nada tenía sentido para ella y el caos en su cabeza no la conducía a ninguna respuesta lógica. Mantuvo el gesto serio, aunque estaba tensa y tenía la respiración algo acelerada.

La muchacha abre la boca para decir algo pero no tarda en volver a cerrarla. ¿Es Gerald? Sí, lo es pero...La pregunta no era tampoco esa exactamente.

Pronto una voz la saca de su letargo. No se gira, pero puede alcanzar a ver que es la joven que estaba con el chico flamma. No presta atención a lo que dicen hasta que la reacción de la otra joven la pone en el centro de la conversación. Nota como se tensa más si es posible, no obstante no deja de mirar al frente. ¿Y qué se supone que haces tú aquí? Por algún motivo era como si todos jugaran a los espías. Hace apenas dos días no conocía a Gerald, ja. Pero no es el momento ni el lugar para discutir eso y tampoco quiere gritarle viendo el estado en el que está. Simplemente permanece ahí, mirando a la nada, pensando o tal vez evitando hacerlo.

Pronto el otro hombre se acerca el levanta la sábana. La muchacha se limita a cerrar un momento los ojos. No para evitar ver lo que la tela ocultaba, sino como reacción a lo innegable. Desde su lado tal vez había sido algo más obvio, pero no se esperaba algo así. Al parecer la chica de pelo violeta tampoco.

La muchacha mira un momento y aparta la vista enfadada, impotente. ¿Se podría haber evitado? Es en ese momento cuando las dos mujeres anuncian que se van que la muchacha no puede esperar más y se dirige al hombre aún mirando la cara del chrysos, tensa y seria.

-¿Puedo preguntar qué ha pasado?

El sello...Alguna vez había pensado que ese tatuaje no era normal. Aunque una vez hablabas con su portador sí que podías creerte que de verdad hubiese querido que fuera así. No dejaba de pensar en los ojos. Ahora le parecía tan tonto, ¿pero cómo iba a pensarse que era algo mágico que se lo estaba comiendo o algo así? Asiente agradecida a la respuesta aunque no deja que en el gesto haya más entusiasmo que el que deja escapar la pelirroja.

Apoya la espalda contra la pared, decidida a quedarse. Por parte del hombre no puede esperar nada así que si quiere saber si el chrysos está bien tendrá que esperar también. Sólo queda aguardar y esperar que el descanso sea suficiente para que el muy imbécil abra los ojos. Aunque parece calmada sigue inquieta, intentando organizar sus pensamientos.

-Asegurarme de que se despierta.

Sí que tenía que estar encoñado para ser tan cortante. No quería precipitarse, después de todo tenía que estar siendo muy difícil para él, pero no podía irse sin más. Podría despertarse o morirse o empezar a echar fuego por la boca y ninguno de los dos la avisaría. Tampoco conocía al hombre desde hace tanto pero la había ayudado desde que llegó. Y tampoco tenía que darle explicaciones a nadie, estaba preocupada y punto. Si al despertar el chrysos le mandaba irse a él sí le haría caso, le dejaría con su amigo y su palo de escoba anal tan contenta.

Miró al hombre como analizándolo. Poco importaba lo que dijera, en esos momentos no era nadie. Bueno, en el fondo no era nadie, aunque podía entender por qué quería que se fuera.

-No vengo ni voy porque me llamen, no soy una sirvienta. No estoy aquí porque él lo haya pedido, igual que no creo que te lo haya pedido a ti. -Le revienta cada palabra que dice pero se mantiene serena aunque la tensión del momento sigue agarrotándole los músculos. -Tumbándome en la cama haría lo mismo que aquí, no te preocupes por mi descanso.

Si ella estaba nerviosa podía imaginarse al hombre. Incluso podía imaginarse la verdad tras todas las cosas que le contó la chica que lloraba. No se comparaba a ellos pero se negaba a que la echasen a un lado. Si alguien le tiene que dar la patada que sea el capullo que nos tiene aquí en vilo.
Pensó que sería una noche larga, pero porque no se veía durmiendo más que nada. Tampoco entendía por qué.