Enfermería

Claro que sí, piensa.
Con toda el orgullo que le permite la tensión acumulada del día se dirige a la camilla continua que está desocupada y coge la silla que hay junto a ella.
Sin perder un ápice de dignidad (complicado llevando una silla) consigue colocarla donde antes estaba ella, con el respaldo contra la pared, de forma que ve al chrysos pero no al hombre al otro lado de la camilla.
Se sienta con el mismo sigilo que hasta entonces y cruza los brazos muy contenta de haberse conocido. Ya se encargaría de limar asperezas en otro momento, por lo pronto tenía una noche de no saber si iba a lograr pegar ojo ante ella y muchas cosas en las que no poder dejar de pensar.


*se quedan como dos guardianes toda la noche*

FdR: Hay un rotulador sobre la cama, el primero que se duerma sufrirá la ira del contrario. Que comience el juego.

Llego a la enfermería con cautela y silencio. Ni siquiera tenía claro quiénes habían ido a esa terrible misión hasta que los amables chicos del servicio me dieron algunos nombres.

Al llegar pude encontrar a Massen en una de las camillas, en otra Adain y algo más allá un par de camillas ocultas detrás de las cortinas echadas. Me acerco entonces a Massen, con quien tengo más confianza de entre los dos visibles.

—¿Massen? ¿Hola? —Me acerco con cuidado, susurrando por si está dormida o simplemente descansado. Le preguntaré a ella si alguna de esas dos camillas es la de Rick.

Sonrío al ver cómo se incorpora, alegre de que estuviera despierta y se me quita parte de la sensación de intromisión al acercarme.

Asiento a su pregunta, mirando un momento alrededor.

—Esto parece un santuario. Te encuentro bastante bien, espero que así sea —Le comento, animado, pero manteniendo el tono bajo. Hago un gesto hacia las camas tapadas —¿Rick está en una de esas? —Es más por saber dónde poder localizarlo que porque me cuente qué ha sido de él. Conozco bien la sensación de volver de misiones escabrosas y tener que hablar de ello y no quiero agobiarla.

Estiro una arruga de la sábana de su camilla, distraído.

Me tapo la boca para no reírme muy alto por su comentario.

—Con el alboroto pensé que alguno estaría para recogerlo con espátula —Comento, entretenido. Luego asiento a lo de Rick y dirijo una nueva mirada a la cortina cuando me dice que Lea está con él.

—Sí, sí, me la presentó hace tiempo. No he hablado mucho con ella, pero parece una chica muy agradable —Le comento.

Cuando la oigo carraspear voy a preguntarle si necesita algo, pero se me adelanta pidiéndome el vaso y asiento, cogiéndolo.

—Claro, dame un momento —Me acerco a uno de los grifos y lleno el vaso para luego volver junto a ella con él repleto y fresco. —Aquí tienes —. Le tiendo con cuidado.

—Pensaba pasar a verle, pero creo que les daré algo más de intimidad entonces —Sonrío. Miro al aether —¿Cómo está Adain? La verdad es que no sabía que os habíais marchado tantos. Todavía no sé quién más ha vuelto —Le comento.

Escucho lo que Massen dice a cerca de los flamma, aunque no me convence mucho eso de ir si están los dos juntos (y posiblmente dormidos). Cuando estás con tu pareja tras un mal trago siempre te sientas más cómodo a solas con ella.

—Puede que eche un ojo antes de irme o si noto movimiento. De todas formas ahora te estoy haciendo algo de compañía —le digo, amigable. Luego miro a Adain de nuevo —Oh, bien. Me alegro entonces —.

Cojo el vaso que me tiende de nuevo Massen y le sonrío con un suave "¿más?" para luego dirigirme de nuevo al grito y llenárselo otra vez. A la vuelta me ofrece sentarme para contarme lo sucedido.

—Ah, bueno, no es que quisiera molestarte con preguntas. Pasaba para ver qué tal, pero bueno, si estás con ganas, tampoco tengo mucho más que hacer ahora mismo —Masslow estaba durmiendo y mis entrenamientos, si así podían llamarse, no solían durar más de una hora.

Noto como el gesto le cambia un poco y apresuro a sentarme en un lado de la cama, sin perder la vista de la suya, pero trtando de no molestarla demasiado.

Me quedo quieto, esperando sus palabras y voy haciéndome una imagen mental del grupo a medida que me iba diciendo sus participantes. Inger y Elektra también iban con ellos, pero no están en la enfermería así que seguramente estarán bien. Conozco el nombre de Vatra, más de escuchar sobre ella por el palacio que otra cosa, pero no el de Saltez, aunque imagino la peligrosidad de la misión al formar tal carabana. Por otra parte, el tal Gerald debe ser el que ocupaba la camilla contigua a la de Rick.

Me voy poniendo algo más serio a medida que me va diciendo que la cosa se había complicado y me sorprende saber que Silvanus también había aparecido. Pienso en el dragón gigante que había aparecido con ellos en el jardín. Debía de ser el de Silvanus, pero menudo cambio entonces. Al no verle asumo también que se encuentra en buen estado.

Miro con preocupación la cama de Rick al enterarme de su intervención, aunque ya no es tanta como habría podido ser al haberme informado antes Massen de que se encontraba en buen estado. Respecto al otro muchacho, la verdad es que debía de resultarle dolorosa aquella pérdida, aunque no le conozco y la sensación de angustia no es tanta.

Voy a suspirar con alivio una vez parece que acaba, pero antes de que pueda pronunciar una palabra vuelve a hablar y la miro con curiosidad. ¿Silvanus de nuevo? Creía que...

Siento como algo helado tira de mis tripas hacia abajo y por un momento no puedo moverme.

—¿Silvanus... qué? —Me sale preguntar, incrédulo. Miro a los lados de nuevo, buscándolo. —¿Qué quieres decir con que no consiguió slair? No está en la enfermería... Habrían intentado hacer algo si hubiese... —Noto como empiezo a ponerme algo más tenso, subiendo un poco el tono, y me levanto rápidamente en busca de una camilla que me enseñe al piscis tumbado. Pero no la hay. —¿Dónde está? ¿Dónde está Silvanus? Tengo que verlo. Él estaba en Caligo, estaba haciendo allí su vida. No pudo haber ido a una misión de Brönte, ¡ya no luchaba para Brönte! ¿Dónde está? —Cuando me doy cuenta ya hace rato que se me están escapando las lágrimas, pero el desasosiego no parece calmarse. Me llevo la mano a la boca, ahogando el llanto y tratando de calmarme mientras me apollo de nuevo en la camilla de Massen.

No es verdad. No es posible. Silvanus está en Caligo. Está feliz, teniendo la vida que merece después de todo su esfuerzo. Esto tiene que ser un error. Una de esas ilusiones que crean los malnacidos para hundir la moral a los guerreros...

Me horrorizo en cuando Massen habla y completa el suceso. Ese gesto hace que se me revuelva el estómago y sienta una nueva oleada de lágrimas subir hasta mi cabeza, como su vomitase a través de los ojos. Las plumas se me crespan al tiempo que las alas se me retraen, como ocultándose tras de mí mientras niego en voz alta.

—Silvanus... Por qué Silvanus... —Siento un horrible dolor en el pecho, como si me hubisen estallado las costillas o me hubiesen arrancado un ala de golpe. Es horrible, horripilante, no puedo soportarlo.

Me acerco más a Massen cuandoveo que baja la cabeza para limpiarse las lágrimas con la sábana y me abrazo a ella, aún llorando. Es inhumano. ¿Flavia? ¿Había dicho Flavia? ¿Cómo había podido...? Después de todo lo que... ¿Por qué tenía que ser él?

No puedo quitarme de la cabeza su imagen sonriente y los morros que ponía cuando no era capaz de hacer lo que quería y cómo se le iluminaban los ojos cuando... Es simplemente imposible. Imposible.

Trato de respirar con más calma al sentir como me voy vaciando de lágrimas y, aunque no dejan de salir, parece que por fin se detienen un poco.
Me separo de Massen y me froto los ojos con las mangas. ¿Ha dicho que lo han llevado con Aren? Eso le gustará, sí... Seguro que estará muy contento... Seguro...

Me tapo la cara con las manos al sentir un nuevo arrebato, pero consigo controlarlo al poco. Se supone que soy el adulto y no debería...

—Lo siento Ma-massen... Yo... de verdad no puedo creelo... No es posible... Necesito ver a Silvanus... —Le acabo diciendo entre sollozos, con tono derrumbado. ¿Por qué este maldito palacio siempre lo arruina todo? ¿Por qué? Me apoyo en la cama, aspirando con fuerza las lágrimas. Silvanus es... es como un hermano pequeño. Le quiero mucho. No es posible todo lo que está pasando.