Comedor

Su actitud chulesca no logra amedrantarme, y eso que es tan enorme que hasta me veo obligada a tener que subir la cabeza para poder mirarlo a los ojos (mejor a los ojos que a sus tatuados pectorales que poco me llaman). Pese a este geste, que le concede que, efectivamente, es más grande, no me molesto en tensar un solo músculo. Si es un buen perro, sabrá que no debe morderme. No aquí, al menos. Puede gruñir lo que quiera, sin embargo,

Me encojo de hombros ante sus palabras.

- Eres libre de opinar lo que quieras. Sin embargo...-. Llevo la derecha a su brazo, justo bajo el hombro, con la intención de guiarlo hacia un lado para que me deje pasar, aunque solo lo rozo con las yemas de los dedos-. ¿Puedes dejarme pasar?

Su tacto suave de piel de serpiente es, por lo menos, extraño, y no me gusta. Procuro que mi piel toque lo menos posible la suya. Aunque el contacto me permite hacerle un chrysantae si se pone cabezota.

O si me apetece.

Me estremecí al contacto. Enseguida aparte mi cuerpo de ella mientras tomaba su muñeca con mi mano, con fuerza, inmovilizando su brazo.

Acerqué mi rostro a ella, convertido en una mueca de odio y furia.

- No me toques, asesina- gruñí.

¿Cómo había osado hacer eso? A mí... ¡Rick Dehnel! Tal vez me dejase algo de maldad pegada a las escamas, y luego iría perdiendo mi dignidad poco a poco y sería un paria, o mucho peor... ¡¡Alguien como ella!!

- ¡¡NO VUELVAS A HACERLO!!

- No te sulfures, Dehnel -. Aprieto los dientes-. Estamos en el mismo bando.

Lo miro fijamente. No me puedo creer que se sobreexcite tan fácilmente. Es como un niño de dos años, al que enseguida se le consigue poner a saltar y gritar como un memo de solo enseñarle un animalito o algo por el estilo, solo que no tiene dos años. ¿Qué clase de utilidad puede tener en un ejército más allá de ser el que va en cabeza, acaba con veinte enemigos y luego muere desangrado?

Por otro lado, creo que le pegaría ser ese guerrero. Él acabaría como mártir (o como idiota) y su estúpida familia noble sería feliz, y yo también. Además nos dejaría con menos oponentes y tendríamos más posibilidades de vencer.

Pero claro, con lo cafre que es a lo mejor va y sobrevive, aunque solo sea por llevarme la contraria.

¿Mismo bando? ¡¿Mismo bando?!

¡JA!

Si estábamos en el mismo bando yo era un boro moteado de las montañas escarpadas de Humus.

Apreté más los dientes, con furia, y acerqué mi rostro al suyo, amenazador, pues no quería que los del servicio que rondaban pudieran llegas a escucharme.

- ¿Mismo bando? No me hagas reír, Lester. Ambos sabemos que eso no es cierto -siseé clavando mis pupilas en sus ojos opacos.

Si no fuera por su estupidez, llegaría a amedrentarme, pero era imposible que él y su microcerebro supieran lo que pintaba yo allí. ¿No?

Sostengo su mirada procurando mantener la inexpresividad, aunque comienza a molestarme la muñeca que agarra.

- Eres demasiado ambicioso, Dehnel... ¿Crees que vas a terminar con el mal si acabas conmigo? Lo siento, pero ni la una ni la otras son acciones simples destinadas a un hombre. Tal vez deberías de pensar en mí -. Sonrío con burla-. Se ve que lo haces a diario. No creo que te convenga, Dehnel.

- ¡¡YO NO PIENSO EN TI, PUTA!!

Noté cómo una vena de mi cuello se hinchaba y la miré con asco.

De nuevo me recordaba lo que habíamos hecho en el lago. Aquello había sido un error, un error que ni siquiera recordaba, y no quería tener que pensar en ello nunca más. Para olvidarlo del todo.

- No... Pienso en ti más que para planear cómo deshacerme de tu cuerpo cuando dejes de respirar...

- No me llames puta -respondo con calma, mirando directamente a sus ojos-. No me gusta nada.

¿Me dice a las claras que quiere matarme? No me sorprende que quiera hacerlo, pero sí que me lo suelte con una tranquilidad tan grande, como si matar fuera sinónimo de "hacerte una tarta" o algo por el estilo.

Aunque claro... Es Rick Dehnel... No tiene mucho sentido.

Un "es lo que eres" se me atragantó. Por alguna razón, no fui capaz de pronunciarlo con desdén o desprecio. Y no era porque creyera que ya había sido suficiente, ni porque uno del servicio nos llevase mirando un buen rato.

Por primera vez, vi algo en su mirada opaca, aunque se tratase de una insignificancia. Pero la calma que mantenía, su capacidad para mirarme a los ojos pese a la diferencia de tamaños y a mi porte poderoso y heroico...

No estaba asustada, y me miraba fijamente, y me hacía una petición. Y hasta un monstruo como aquel merecía que lo tomasen en cuenta si lo pedía de aquella forma calma y noble.

Pero era una asesina, por otra parte. No merecía piedad. Aunque el sonido de un látigo regresaba a mis oídos cada pocos segundos.

La solté. La miré con odio, como si fuera a escupirle en un ojo. Y ganas no me faltaban.

Entonces me fui.

*se va*

Suspiro en cuanto sale. ¿Qué se supone que acaba de suceder? Eso es algo que nadie sabrá nunca (y si alguien lo sabe me da igual; a mí plim).

Me froto la muñeca con la izquierda y lanzo una fugaz mirada al chico de servicio. "Esfúmate."

Vaya día... Y acaba de empezar. Me muero de la impaciencia por saber qué me espera (!).

Abandono el comedor.

*se va*

Entré en el comedor y me senté en una mesa, y el chico del servicio de siempre vino a preguntarme qué quería. Le pedí un poco de pasta con tomate, que hacia tiempo que no tomaba, y un vaso de néctar.

Me sumergí en mis pensamientos, mientras le hacía dobleces a una servilleta.

"De momento será mejor que no les comenté nada... no quiero preocupar a mis padres antes de tiempo.
...
Aún que con quien sí que debería hablar es con Silvanus... pero... no me apetece hablar de eso... creo que será mejor evadir el tema todo lo que pueda... hasta que se sepa si al final estoy embarazada o no... y tal.
...
Además, seguro que Silvanus empezará a estresarse. Sí... creo que es lo mejor. Aún que bueno, tampoco es nada malo... y no tengo por qué ponerme en lo peor.
...
Ay... qué lío..."

Dejé la servilleta doblada a un lado y apoyé mis brazos en la mesa de una forma un poco informal, mientras esperaba, y cuando el chico me trajo lo que pedí comencé a comer con la mirada perdida. En cuanto acabé de comer la pasta me bebí rápidamente todo el néctar que me quedaba y me fui de allí.

*se va*

Me llevé a Silvanus al comedor para que comiese algo y se tranquilizase un poco. Él se sentó dejando caer su cuerpo, y yo me senté frente a él. Inmediatamente apareció el chico de servicio preguntándonos que queríamos tomar.

"Una ensalada de pasta y un vaso de néctar para mí", le dije al chico del servicio.

Entonces miré a Silvanus.

"¿Tú qué quieres Sil?", le pregunté, mientras el chico del servicio esperaba.

-Morirme- y dejé caer la cabeza contra la mesa, haciendo un ruido sordo.

El camarero me alzó y Hewina y el pudieron ver que tenía un chichón en la cabeza, por lo que el camareco fué a por un cubito de hielo y un vaso de agua.

Después de que el chico se fuese me levanté de la silla y me senté junto a Sil.

"Sil... bo... ¿pero qué ha pasado?", le pregunté apenada mientras le frotaba el chichón delicadamente.

Tristán salió de la bolsa de Silvanus como pudo, muy despacio, mientras le gruñía a Sil. Probablemente se había asustado con el topetazo.

"Mira... has asustado a Tristán", le dije a Sil mientras cogía a Tristán de su regazo y lo ponía en la mesa.

Hewina se levanta y me frota el chichón mientras me vuelve a preguntar que me ha pasado.

Entonces Tristán sale de mi bolsa casi a rastro, puesto que aún tiene las vendas puestas y me gruñe.
Hewina lo pone encima de la mesa para que me anime, yo no le hago caso... no estoy de humor.
-Nada... que he discutido con Heylel... y esta muy enfadado conmigo.

Entonces Tristán me lame un dedo y yo no puedo evitar liberar una sonrisa.
Cojo aire y comienzo a explicarle tooodo lo que paso esta tarde y, después de 10 minutos hablando seguido, termino de cntarselo.
-..... y así es como nos enfadamos... y ahora ya no me va volver a querer hablar en la vida. entonces vuelvo a dejar caer mi cabeza de golpe contra la mesa.

Justo entonces, aparece el camarero y se tapa la cara con una mano al ver que me he vuelto a dar un golpe.

Escuche atentamente lo que me contaba, y al terminar dejó caer su cabeza de golpe en la mesa otra vez. Entonces el camarero apareció con un poco de hielo y un vaso de agua, y se llevo la mano a la cara con aquella escena.

"Gracias", le dije al chico con cara de circunstancia, y él posó las cosas en la mesa y me dijo "nada, nada".

"Trae otro plato de ensalada de pasta para él y un zumo de sandía, por favor", le dije al chico, quien me miró sonriente y se dirigió de nuevo a la cocina.

Entonces levanté a Silvanus nuevamente, cogí el hielo y se lo puse en el chichón. Por lo visto le estaba afectando mucho el tema del embarazo...

"No te preocupes, anda... si que querrá volver a hablarte. Solo ha sido una discusión que se os fue de las manos... pero ya verás como arreglais las cosas", le dije mientras le frotaba suavemente el hielo en el chichón, y al terminar de hablar se lo quité un rato, ya que segurmente le empezaría a molestar al tenerlo puesto tanto tiempo. Entonces le besé suavemente el chichón, para normalizar la temperatura.

-No se... estaba muy enfadado... no creo que valla a querer volver a verme en un tiempo... bueno... dejémonos de hablar de mi un poco... ¿que tal te ha ido el día? entonces me besó el chichón y, aunque el mero echo de que sus labios rozasen mi piel inflamada me dolió, dije: gracias.

Apareció el chico con mi comida... entonces justo me sonaron las tripas y me rei: llevaba todo el día sin comer nada, por lo que me puse a beber mi zumo de sandía por la pajita. Estaba frio y muy dulce. QUE RICO.

Silvanus me preguntó que tal me había ido el día, e instantáneamente fruncí el ceño, recordando a aquel tipo.

"Mi día iba muy bien, hasta que apareció ese ser tan peculiar para el que trabajas", dije enfadada.

Entonces cogí una servilleta, eché en ella un montoncito de mi comida y se lo di a Tristán, qué empezó a comer rápidamente y con entusiasmo. Después le di un gran trago a mi néctar, con los ojos cerrados y el ceño fruncido.

Terminé mi rico zumo y le ofrecí yo también una pieza de pasta cocida a Tritán, que comía con ansias la comida de Hewina, pero se acercó, olió la pasta y siguió comiendo lo que ella le había dado.
-Oh, por favor, al demonio contigo! porqué ahora no aceptas mi comida? ES PASTA... TE GUSTA! vete a la porra.

Entonces Hewina se puso muy seria y dijo que se había encontrdado al chico para el cual trabajaba.
-Y bien? acaso no te ha caido bien? es majo... pero muy estirado ademas, va a pagarle los pañales a nuestro hijo

Posé el vaso en la mesa con brusquedad, y entonces dije de forma sentenciadora: "Me ha llamado retrasada"

Entonces cogí el tenedor, lo clave fuertemente en la pasta y comencé a comer.

"No quiero que trabajes más para semejante tipejo. Me da igual que te pague bien.", le dije todavía enfurecida.

-¿que qué?- dijo impresionado- ¿seguro que no has oído mal? no parece un tipo que vaya por la vida insultando.

Entonces me dijo que no quería que trabajase más para él por muy bien que me pagase.
-Claro, para tí es facil decirlo porque estas hasta el culo de pasta! dije dandole un golpe a la mesa. PERO YO NO TENGO UN JODIDO CÉNTIMO- me estaba volviendo a acalorar... tranquilo Sil. Cogí aire un par de veces y continué comiendo con desgana.
-No me pidas que renuncie a mi trabajo... no me lo pidas, por favor... no quiero convertirme en un gorron que viva del dinero de tu familia y tuyo. No. No me da la gana. Tengo dignidad... poca, pero la tengo.

Silvanus me gritó de forma irrespetuosa, pero cogió aire y continuó comiendo. Entonces me dijo que no le pidiese que renunciase a su trabajo, ya que no quería vivir del dinero de mi familia.

Mi enfado había hecho que olvidase lo mal que se sentía Silvanus con ese tema. Suspiré con los ojos cerrados, y le dije apenada mientras desviaba la mirada: "Perdóname... no te lo volveré a pedir"

Hewina se pone triste y me pide disculpas... he sido brusco con ella, así que me levanto y la abrazo.
-Perdon... no quería gritarte... pero es que hoy a sido un dia duro...

Silvanus se levantó y me abrazó, y entonces yo lo abracé también.

"No pasa nada...", le digo todavía apenada.

Este tema nos estaba afectando mucho a los dos... y no quería que Silvanus sufriese, pero lo único que podía hacer, a pesar de todo, era rezar por que no estuviese embarazada, y así poder vivir con tranquilidad... como antes. Centrándonos en el ejercito y en el día a día aquí, que eso ya es bastante duro por si solo.

Inconscientemente volví a abrazar fuertemente a Silvanus, como aquella vez, mientras hundía mi cabeza en su hombro.

Nos abrazamos cariñosamente.
-Olle, que te parece si nos vamos a dormir juntitos a la sala comun? es el único lugar dnde podemos dormir juntos, porque no puedes entrar en la habitación de los chicos, y además, el le enfermería no nos dejan estar, porque Tristán ya está bien.

Le tendí una mano y nos fuimos del comedor

*se van*

Entro en el comedor más feliz que una perdiz, con el libro de "Como entrenar a tu esclavo" y el contrato de Silvanus debajo del brazo.
Me siento en una mesa y un servicial camarero se me hacerca.
-Traigame un vino blanco y algún pescado, que tengan. Gracias.

El camarero se vá y yo aparto mis cosas para un lado y entrecruzo los dedos. Esperando.

*se queda*