Comedor

Entro en el comedor para buscar algo de comer y beber. Llevo toda la mañana dando vueltas por el Palacio y eso, lo quiera o no, hace que tenga tanto hambre como sed.

En cuanto me adentro en la estancia, me encuentro con la chica chrysos que conocí hace unos cuantos días. No me acuerdo de su nombre, pero aun así decido acercarme hasta ella. ¡Malo será que tenga sepa que no sé cómo se llama! Además, hay que ser educado. Y ser educado significa saludar a la gente, o al menos así me lo han enseñado durante toda mi vida.

—Buenos días — digo, sonriente en cuanto estoy a escasos metros de ella —. ¿Qué tal?

Y espero.

El chico desértico, Seth, se presenta mientras espero mi comida. Lo examino: sonriente, amable, despreocupado... O es una persona con una vida muy plena o no tiene ni idea de lo sucedido con Silvanus. A lo mejor simplemente lo sabe y le da igual. Yo, por mi parte, estoy algo tensa desde ese día, aunque es principalmente porque veo que voy a tener que envolverme en asuntos algo más peligrosos de lo normal. De toda forma, a mi mente y a mi cuerpo les vendrá bien algún que otro reto.

- Digamos que no estoy pasando uno de los momentos más bellos de mi vida -respondo, quizás algo fría de más-. ¿Conoces a Silvanus Kettleburn?

Lo abordo enseguida, sin cuidado ni aprecio, directa. Si trato a Silvanus como un amigo no tiene por qué quedar extraño que pregunte por él. Así, mi faceta investigadora está bien resguardada. Puedo investigar lo que quiera, dentro de unos límites, sin resultar del todo extraña.

Ladeo la cabeza en cuanto termina de hablar. Me pregunto qué le habrá pasado para que no esté bien animicamente. También me pregunto quién será Silvanus Kettleburn. No lo conozco o, al menos, ahora mismo no sé quién es. De todo el palacio, de momento solo he hablado con dos personas: la chrysos que tengo delante y Follow el ninja, pero a lo mejor me he cruzado con el tal Silvanus.

Sea como sea, niego.

—No recuerdo haber hablado con él, aunque a lo mejor me he cruzado con él en algún sitio — murmuro. Se me pasa por la cabeza la idea de que haya pasado algo y que por eso pregunte, así que añado —: ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?

Parece que no lo conoce, aunque él mismo me comentó la última vez que nos vimos que no había visto a mucha gente desde su llegada, así que su información no es suficientemente valiosa para mí. De todas formas, la archivo.

Asiento para mí, pero entonces me pregunta si ha ocurrido algo y lo miro.

- Es amigo mío, pero hace tiempo que no me lo encuentro. Quería saber si lo habías visto, pero veo que no. De todas formas, si supieras en algún momento algo sobre él y me lo pudieras decir te estaría muy agradecida. Tengo un asunto urgente que tratar con él.

Ni siquiera yo sé qué ha sido de Silvanus, por lo que decir la verdad a medias me parece lo mejor. Mejor, al menos, que decirle que ha muerto, ha desaparecido o lo que sea sin siquiera confirmarlo.

Asiento. Parece que la chica está buscando al tal Silvanus porque tienen un asunto pendiente, no porque ha ocurrido algo malo o raro. Me pregunto cómo será el tal Silvanus. ¿De qué raza será? ¿Cómo voy a saber si lo veo o no si no sé cómo es? Supongo que, en caso de encontrarlo sin querer, ambos podremos hablar, pero aún así me gustaría saber un poco más de él.

De todas formas, sonrío. Malo será que no sepa que me he encontrado con el tal Silvanus.

—Si sé algo, te lo diré, aunque no sé cómo es ni nada... — Ensancho la sonrisa —. Y también le diré, si se presenta la ocasión, que tienes algo de lo que hablar con él.

No lo digo, pero en mi mente añado un "si no me olvido".

- Gracias -mascullo, algo pensativa.

El chico no me cae mal del todo. Parece algo simple, bueno, pero al menos no habla demasiado ni dice estupideces. No obstante, me recuerda a un niño. Quizás no he profundizado mucho en él -nada que dijera me atrajo a hacerlo-, pero me da la impresión de ser uno de esos chicos jóvenes, inocentes y románticos que basan sus relaciones en amor y otras patrañas. No es, para nada, el tipo de hombre que me atraiga.

Lo miro con las cejas enarcadas. ¿Qué hago pensando en sexo a estas horas? Lo mejor será hacer un comentario cordial e irme en cuanto me traigan la comida.

- Y bueno... ¿Cómo estás tú? ¿Qué tal tu estancia en Brönte? ¿Preparado para la batalla?

No hablo con mucho entusiasmo, pero no he hecho nada con mucho entusiasmo desde que entré, por lo que no tiene ni que darse cuenta.

Niego con la cabeza como respuesta a su gracias.

—No es nada — añado, por si no ha quedado claro o por si no lo entiende o algo así.

Sonrío y no digo nada más. Entonces nos quedamos en silencio y, como no sé qué decir, decido bajar la cabeza y mirar al suelo. Cuento las líneas del suelo mientras espero a que pase algo o a que alguien diga algo. No es que sea un chico callado o tímido (más bien todo lo contrario), es solo que no sé muy bien qué puedo decirle a la chrysos. ¡Parece muy seria! Más que Follow el ninja. Y yo no quiero ser un pesado.

Cuando escucho su voz, alzo la cabeza y esbozo una amplia sonrisa.

—Yo estoy bien — respondo —. De momento no me ha pasado nada malo, ¡así que estoy perfectamente! — Suelto una suave risa —. Y respecto a la batalla... Bueno, de momento he estado entrenando, pero aún me queda bastante — Me encojo de hombros —. Pero, bueno, para eso he venido, así que... ¡Toca trabajar!

Es un niño. Qué tierno... Aunque no más niño que la pequeña Massen... Me pregunto qué será de ella. La vi hace nada en el lago, pero tenía prisa y no le hablé...

- Cuando quieras un combate amistoso házmelo saber -comento al flamma-. Nunca está de más medirse con los compañeros. Eso hace que uno aspire a más.

Veo al chico del servicio traerme mi comida y la acepto con un gracias. Vuelvo nuevamente mi vista al chico de nuevo.

- ¿Y tú no comes? -inquiero-. ¿O acaso me encuentras tan atractiva que te basta con verme para sentirte completo? - pregunto, algo más jocosa y desafiante.

Es tan tierno que apetece meterse con él. Debería curtirse.

Alzo las cejas al escuchar su propuesta y noto cómo mi sonrisa se ensancha antes de que asienta con entusiasmo.

—¡OH! Eso sería genial — exclamo —. ¡Muchas gracias por el ofrecimiento! — Bajo la cabeza unos segundos, y luego la vuelvo a alzar, sin borrar la sonrisa —. En serio, gracias. Y, eh. Bueno, a mí me viene bien cualquier día, creo... — Me llevo una mano a la nuca —. Tampoco es que conozca a demasiada gente ni nada...

Me callo en cuanto veo cómo un miembro del servicio le lleva comida a la chrysos. Eso me recuerda que yo todavía no he pedido nada, pero el chico se va antes de que pueda decidir qué quiero. Suspiro y veo cómo se aleja antes de volver a mirar a la chica. Asiento al escuchar su primera pregunta y voy a responder cuando ella vuelve a preguntar. Noto que mis mejillas se sonrojan y me apresuro a negar con la cabeza y con las manos.

—¿Eh? No. No, no. No... O, bueno, a ver. No digo que... Pero... — balbuceo —. No digo que no seas guapa... Pero sí que quiero comer y... Eh. Si no lo hice antes es porque, eh, bueno, porque estoy hablando y, bueno, ahora el señor se ha ido y eh... — Chasqueo la lengua y bajo la cabeza, azorado —. Ya le pediré algo después... — concluyo.

Sonrío al ver su azoramiento. No puedo evitarlo. Siempre me ha divertido observar a la gente como él cuando se les pregunta por cosas como esta.

- No te preocupes. Yo me voy ahora y haré como si nunca hubiera preguntado nada. Así no tendrás que ruborizarte la próxima vez que me veas -comento, algo burlona todavía.

Luego me pongo un poco más seria. Por divertido que sea meterse con los vírgenes, hay un tema primordial ahora mismo para mí, y poco tiene que ver con esto.

- Sin embargo, si quieres enfrentarte a mí tendrás que ser paciente. Puede que me vaya un tiempo de viaje dentro de poco.

Asiento levemente, como señal de despedida.

- Ahora he de irme. Ya nos veremos. Entrena duro. Y consigue llamar al tipo ese para poder comer.

Y, tras un último gesto a modo de despedida, abandono el comedor. Ya basta de juegos.

*se va*

Me llevo una mano a la nuca mientras ella habla y miro al suelo, sin decir nada. Por lo que dice, parece que se va a tener que ir de viaje dentro de poco (o algo así), por lo que parece que nuestro posible combate tendrá que esperar.

—Oh, bueno... No me importa esperar — murmuro. Luego escucho su despedida y, en cuanto termina, me despido yo también —: Hasta otra. Y. Eh. Entrenaré y eso. Disfruta del día — Sonrío y muevo la mano hacia los lados mientras observo cómo se va.

Luego avanzo hasta un chico del servicio y le pido algo de comer. Espero y, cuando me lo da, me siento en una mesa y como en silencio. En cuanto termino, me levanto y me voy. Me hubiese quedado a hablar con algún miembro de servicio, pero parecen ocupados...

Me pregunto, mientras camino hasta la puerta, cuántos alumnos habrá en Brontë. De momento, yo solo conozco a dos.

*se va*

Llegué al comedor con una enorme sonrisa de satisfacción en la cara. Llevaba unos días muy atareada con la correspondencia. No había vuelto a contestar una carta desde mi llegada a Bronte, básicamente porque llevaba meses huyendo del correo. Sin embargo, un miembro servicio, muy malhumorado, había dado conmigo y me había cargado con mis cartas. Unos días después, tras haber conseguido quemarlas todas, ya tenía la conciencia tranquila.

Precisamente, había ido al comedor con intención de celebrar el éxito en aquella empresa. Con tal afán de celebración, me harté de carne con patatas antes de dar por finalizado el plato principal. Como guinda de aquel pastel, pedí un tazón de chocolate caliente que terminó de consagrar aquel día como perfecto. Con un enorme suspiro, abandoné la sala para dar un paseo.

*Se va*

Si bien el dolor causado en el estómago por el hambre era de lo más grato para Zacharyas, también era cierto que pasado un tiempo la situación física pasaba a ser insostenible y, si bien a él le gustaba sufrir, no le agradaba demasiado sentirse débil y moribundo, por lo que aquel día decidió acercarse al comedor para que la ingesta de comida fuera la adecuada.

Nada más llegar un chico se le acercó, y el caeruleus pidió algo de pescado. Mientras el chico partía a cumplir su objetivo, Zacharyas se sentó a esperar pacientemente, como él era, mientras dejaba que su mente divagase sobre los más dispares asuntos.

*se queda*

- ¡¡TÚ!! -exclamé nada más llegar el comedor, en el cual estaba el larguirucho, pálido, delgado, horripilante, asusta-damas y amable chico caeruleus interesado en el oscuro pasado de la puta del Palacio, Alehyss Lester. Sin duda, este muchacho sería, por lo menos, un policía o guardia imperial enviado para acabar con ella, encerrarla o torturarla hasta que hablase.

Tomé asiento a su lado, sonriente. Estaba más que bien encontrarse con gente conocida. Además, en los baños, dentro de la bañera, era donde mejor se relacionaban los hombres. En esos lugares donde no había nada que esconder se forjaban lazos maravillosos de confianza y honor. Amistad.

- ¿Cuál era tu nombre? ¡¡CAMARERO, MUCHA CARNE, POR FAVOR!! - grité noblemente.

Miré al caeruleus y sonreí. Quizás pudiéramos ser amigotes. Me hacían falta un par, por lo menos, para emborracharme con ellos y que Inger se enfadase. ¿Qué clase de novio sería sino?

Rick Dehnel entró en escena. Zacharyas recordaba bien a aquel joven, y no era raro, pues en su primer y último encuentro el flamma había sembrado en lo más hondo del ser de Zach un oscuro y grato deseo por encontrarse a aquella excitante y malvada joven conocida como "Alehyss Lester". Le parecía algo raro, sin embargo, no haberse encontrado todavía con ella, pues ya llevaba un buen tiempo, aunque pensó que quizás se tratase de algua de las muchas personas con las que se había cruzado sin entablar conversación. Sin duda, eso era lo más probable, pero tampoco se había topado con alguna con un semblante tan siniestro como para detenerla y seducirla.

- Buenas tardes -. Sonrió al muchacho, hablando con voz ténue y ronca-. Me llamo Zacharyas.

Pronto su plato llegó, pero como el flamma había pedido uno también no comenzó a comer. En su lugar, optó por sacar algo de conversación, así que, mientras miraba al pez muerto y cocinado que lo observaba con sus ojos opacos desde su plato no pudo pensar más que en el piscis aquel que había desaparecido. ¿Acaso estaría él también muerto y cocinado como un vulgar alimento en el plato de un depredador mayor?

- ¿Sabes qué ha pasado con la desaparición del guerrero? -preguntó a Rick, recordando las cicatrices del piscis.

- Eso era, eso -. Asentí con fuerza. Un Dehnel no olvidaba un nombre dos veces, pero sí una, pues de no olvidar nada jamás ya no seríamos hombres, sino dioses, tanta era nuestra perfección-. Zacharyas. Ahora recuerdo. Con doble k, ¿verdad?

Me crucé de brazos mientras asentía. Realmente solo estaba ganando tiempo para que llegase mi plato y poder así comer como bien mandaba Mithos, pero el caeruleus lo hizo más fácil haciéndome una pregunta. Hablar era más entretenido que cruzarse de brazos y asentir sin más y, además, yo era tan buen conversador...

- No e ha sabido más de él por ahora. ¡¡Aunque yo estoy seguro de que los líderes lo tienen todo bajo control y no nos dicen nada para na preocuparnos!! Seguro que está vivo y enseguida vuelve al palacio. Era un gran amigo mío, ¿sabes? Es, quiero decir.

Silvanus estaba vivo, esperaba, pero hablar de vida y muerte me rcordó la imagen de Adela y me estremecí. Para aligerar el ambiente di una palmada en la espalda al caeruleus.

- ¡¡Pero menos preocuparse y más fornicar, hombre, que seguro que con ese pelazo te las traes a todas de calle!! Menos a mi Inger, claro, y a las demás, que están locas por mí -. Sonreí-. Pero a alguna tendrás para darte calor en invierno, ¿no, bribón?

Según Zacharyas pudo saber por boca de Rick, los líderes no habían transmitido mucha información sobre el desaparecido piscis, aunque sí que habían puesto un toque de queda, por lo que el caeruleus supuso que la cosa no iba tan bien como el optimista flamma parecía creer. De todas formas, Zacharyas no quiso desmentir las palabras de Rick, ni tampoco dar su opinión de que él, secretamente, deseaba que el chico estuviera muerto y poder toparse él al putrefacto y maloliente cadáver.
Este agradable pensamiento abrió aún más su apetito, por lo que dejó a un lado su educación y se metió un trozo de pescado en la boca con tan mala suerte que coincidió con las palabras de Rick, que lo hicieron atragantarse y toser. ¿Fornicar? Él estaba allí por el placer de luchar, y no por otro.

- A mí no me gusta el calor -dijo Zacharyas, serio-. Prefiero dormir en sitios frescos y yo solo.

En cuanto me sirvieron mi comida ambos empezamos a comer. El caeruleus me había dicho algo muy raro, pero supuse que con lo que decía se refería a que no le gustaba el verano, pues no se me ocurría de hombre alguno que no quisiera calor de mujer, a no ser que... Estuviera... Castr... No, era imposible. Si no tuviera masculinidad no sería tan alto ni por asomo. Aunque yo era masculino y más que alto era fuerte, pero él...

Negué para mí. Seguramente estaba equivocado. mejor sería que en otro momento le preguntase.

Comimos todo lo que había en los platos hablando escasamente y siempre de banalidades. Cuando acabamos, casi a la vez, ambos nos fuimos.

*Se van*

FdR: Intenté escribir el post dos veces desde el móvil y no se me envió, así que luego lo rehago.
Ayer no pude acabar el roleo porque lo hacía desde una oficina y tuve que irme.
Mis disculpas.

Entré en el comedor abrazándome la barriga, mientras oía rugir mi estómago. ¿Cómo se me había hecho tan tarde? Qué hambre...

Como era habitual, no encontré en el lugar más que a personal del Palacio. Un chico engrasaba una ventana, otro recogía una mesa. Yo había llegado con mi muñeca flamma, y cuando me senté la saqué de mi bolsillo. Hice una seña al chico que barría mientras murmuraba un "Por favor", y cuando se acercó le pedí un plato de pasta con albóndigas. Tan servicial como era habitual en ellos, el chico asintió y se dirigió a la cocina.

Miré alrededor, sin demasiado interés. El chico de la ventana seguía concentrado en su trabajo, y el silencio del lugar parecía casi religioso. En lo que esperaba la comida, me puse a jugar con la muñeca. Me gustaba mucho el tacto de su "piel", aunque en cierto modo me daba escalofríos. En cualquier caso, al igual que las otras, me fascinaba.

*Se queda*

Cuando me sirvieron la comida, guardé la muñeca para dedicarme enteramente a ella, y la devoré con ansia. Últimamente tenía siempre mucha hambre... Cuando me sentí satisfecha, me levanté y me fui, sonriente.

*Se va*

Al final, llego con Lynth al comedor y rápidamente, nos sentamos, un chico muy agradable nos dice que queremos de comer y yo pido unas croquetas y un helado. Mis padres me dicen que coma cosas sanas, pero mis padres no están aquí ahora.
Sonrío enormemente. Voy a comer lo que me de la gana.
¿Y se puede saber que come esa cosa tuya? - digo tirándole un trozo de pan a la cabeza, para meterme con el.

Al rato llega el camarero y trae las cosas, - ¡GENIAL! oye, chavalito, diles a tus jefes de mi parte que te suban el sueldo- digo contenta y de un modo convincente. -¡AL ATAQUE! - digo alto, elevando los brazos en el aire y cogiendo la primera croqueta y lanzándomela a la boca- ¡¡Jodeeer como quema!!!- digo sonriente, mientras me abanico la lengua. - Tia, casi me achicharro- digo graciosa.

*se quedan*

Por su parte pidió carne con ensaladas, tal y como le había enseñado su madre. Khan reacciona con una venita en la cabeza y trata de ir por Nagore, pero Lyn le tomo de la cola - Que no te atrape de nuevo, ¿si? - Lo regañó por lo bajo y finalmente se quedó quieto, incluso tomó el pan para comérselo y entretenerse.

- Son principalmente carnívoros...aunque también comen pan como puedes ver...y es un dragón - le sonrió agradable para que no lo tomara como una crítica.

Al poco tiempo llegó el camarero y agradeció cortésmente la atención y la rapidez, cogiendo los servicios y dando el primer bocado mientras miraba a la chica quejarse por lo caliente de su comida - Tienes que soplar - dijo con una sonrisa tras tragar y le dio un trozo de carne al pobre Khan que parecía deprimido. - ¿Hace cuánto que estás aquí? - preguntó.

-e.e Carnívoros, eso no me hace gracia - digo rápidamente, cuando te descuidas y cuando crezcan un poco, te quedas sin mano sin que te des cuenta. - sentencio segurísima de mis palabras. - Dragón... así que se llaman dragones, pues es la primera vez que veo a uno- digo mirándolo de reojo- a mi me gustan más los Tolocos. Son geniales, en mi casa tengo 6 y 3 de ellos me los regaló mi tío Nagorr.


Ya, pero es que tenía mucha hambre- digo molesta-jolin, tia, esta comida no se efríiiia- digo dando una palmada delante del plato mientras giro la cabeza en círculos, para lugo, soplar mientras muevo mis brazos como si fueran brisa. así, suaaave- digo soplando, para luego, reirme.

Me meto otra croqueta en la boca y esta ya quema menos, pero aún están bastante calientes, pero ya lo puedo aguantar- pues nada, muy poco y sigo sin ver a mi tio Nagorr, tengo muchas ganas de verlo. ¿Y tu? ¿porqué has venido al palacio? ¿donde te encontraste a ese dragón? - pregunto por sacar tema de conversación para sabes mas cosas de mi nueva super mejor amiga.

Comprendió su preocupación y se limitó a sonreír mientras masticaba, oyendo de paso gruñir a Khan por hablar tan mal de su raza - Es cierto que cuando crecen se vuelven más feroces, pero he criado a Khan desde que era un huevo, así que no me hará daño. Y a ti tampoco - agregó antes de que emitiera cualquier comentario raro.- No conozco los Tolocos...-dijo y se metió un poco de ensalada a la boca, riendo sin ahogarse contagiada por la risa ajena.

Ese par de preguntas le hicieron tomarse su tiempo para tragar y tomar aire, era primera vez que comentaba a alguien lo de su madre - Mi madre lleva dos años desaparecida, los altos mandos de Flamma le pidieron que realizara una investigación y no sé nada de ella desde entonces...-suspiró- y Khan es el hijo del dragón de mi madre, Arokh...-se quedó callada unos momentos y luego le sonrió- perdona...no quería ponerme así...

Eso espero - le reprocho un poco asustada, al pensar en las fauces que el dragón tendrá en un futuro, a lo cual, un escalofrío me recorre todo el cuerpo.

-¿No sabes lo que son los Tolocos? jaja son unos bichines muy monos y que a mi me encantan. Le diré a mi tio Nagorr que me de otro en cuanto pueda. Comento sonriente.

Pero a mis preguntas, veo que se pone un poco seria y con la mirada un poco ensombrecida, y me cuenta lo que le ha pasado a su madre y todo eso, a lo que yo, mientras, como croquetas atenta.- bueno, tranquila, seguro que todo se soluciona. Si entrenas en Brontë, te volverás fuerte y podrás ir a buscar a tu madre sin ningún tipo de problema- digo terminándome la última croqueta, mientras mastico a toda pastilla.

Entonces me levanto y cojo mi helado- venga, no te pongas así- dig dándole una par de palmaditas en la espalda mientras chupo mi helado- entonces tiro de sus manos para que me siga, mientras, intento arrancarle un par de pasos de baile- la vida hay que disfrutarla- digo mientras camino hacia atras contenta, con los ojos cerrados, una mano en alto y la otra en mis caderas, para que se muevan rápidamente- venga, ¿que te parece si ahora nos vamos a acostar? Nos pasaremos la noche hablando si quieres, aunque te vi un poco cansada, lo mejor será que descanses y que mañana sigamos hablando- digo contenta, ¿que te parece? Venga, vamos- digo tirando de ella.

*se van*

FdR: me las llevo a dormirU es que yo me tengo que ir para cama ya y estoy cansadoUU DX si ves que quieres seguir roleando, no tienes más que decir que Nagore se quedó en las habitaciones durmiendo y tu puedes ir a donde quieras xDU siento habermelas llevado asi. Nos vemos!! me ha gustado mucho rolear contigo o0o

Entró en el comedor algo desorientado y con extrañeza. Aquel era, sin duda, un día de lo más complejo. Apenas había vivido en su vida un par de días más como aquel, y siempre se había sentido igual de vacío. Ni siquiera tenía,ya, un fantasma legendario al que rendir culto.

Pensando si existía forma humana de arreglar la situación, había decidido cobijarse en el alcohol, al menos de momento. Por eso pidió en el comedor una copa, que fue acumulándose con otras hasta dejarlo desorientado. En un momento de lucidez, dándose cuenta de la situación, abandonó como pudo el lugar, tan desorientado como había llegado.

*Se va*