Sala de entrenamiento

Ella parecía saber su nombre. Zacharyas asintió.

-Zacharyas Blacksmith -. Carraspeó.

La flamma comenzó a hablar, explicando a Zacharyas lo que tenía que hacer mientras lo hería en el brazo, provocándole un agradable escalofrío con cada nuevo corte o quemadura. Lo cierto era que, para el caeruleus, aquello se asemejaba un poco a la definición de erótico. Sin embargo, por suerte, al menos en aquel instante, al caeruleus le interesaba más aquel dolor que lanzarse sobre mujeres para violarlas, de modo que prestó atención a sus palabras, tratando de comprender todo lo que podía extraer de ellas.

Como parecía, aquel hechizo bastaría para curar aquellas heridas superficiales. El caeruleus no veía necesidad en aquello, pues las heridas pequeñas no eran peligrosas e incluso se las hacía por gusto. Sin embargo, por otra parte, nunca sabía cuándo podría necesitar un hechizo nuevo, de modoque asintió a las palabras de la mujer y se concentró en uno de aquellos cortes.
El color rojizo lo distrajo. Era algo irregular, como trazado sin cuidado.

-Fu-uchi -murmuró, frunciendo el ceño,acercando los dedos a la herida, pero nada salió de ellos.

Zacharyas carraspeó, entre nervioso e interesado. Quizás, pensó, no había entonado correctamente, o tal vez el gesto no había sido adecuado...

-Fuuchi -repitió, con algo más de energía, ratando de concentrar la magia como ella le había dicho. Sin embargo, solo logró sentir el calor en la palma de la mano, lo que le arrancó una siniestra sonrisa.

Zacharyas, como muchas otras personas, también disfrutaba con los retos. La frustración tardaba en hacer mella en él. Y, tratándose de magia, apreciaba más el estudio. No en vano había abandonado su casa justamente por aquello. Pese a que deseaba que fuese un herrero, o que fuese un buen espadachín, su padre había respetado el interés de Zacharyas en la magia, y si conseguía hacer progresos... El caeruleus tenía sus expectativas puestas en cosas como aquella.

Repitió aquella palabra varias veces, tratando de llegar al estado de concentración adecuado. Tuvo que repetir, muchas veces, sin éxito, pero el caeruleus era paciente. Se preguntó si, quizás, interiormente no deseaba sanarse. Al fin y al cabo, aquello estaba en su forma de ser.
Tras muchos intentos, un leve rayo negro afloró un instante del índice del mago, que se detuvo, sorpendido, y no pudo evitar dibujar una nueva sonrisa algo oscura.

De pronto Gerald entró en el palacio a toda prisa, distrayendo un poco al caeruleus, que volvió la cabeza hacia él, curioso.

-Buenas tardes -saludó.

FdR- Lalala

Zacharyas se dio cuenta enseguida de que ella tenía razón. Debía entrenar mucho más si uscaba que aquel hechizo le fuera útil. Probáblemente el iba a usarlo poco, por su forma de ser, sus gustos, pero si llegase a necesitarlo... Debia contar con poder realizarlo sin que entorpeciese el combate y sin poner a nadie el peligro.

-Muchas gracias por sus consejos -dijo, de corazón, inclinándose un poco hacia ella.

Quizás aquel hechizo pudiese ser usado para torturas. Podría resultarle útil, al fin y al cabo, aunque no fuese para él. No había pensado en aquello hasta aquel preciso momento, pero al hacerlo no podía dejar de verlo como una muy buena idea.

-Iré a practicarlo -aseguró-. Buenas tardes, y gracias.

Zacharyas se encaminó hacia la puerta, concentrándose de nuevo en el hechizo, tratando de buscarle lógica en su cabeza. Se volvió de nuevo nada más tomar el pomo, como si acabase de darse cuenta de algo.

-Buena suerte, Gerald -dijo.

Luego, definitivamente, se fue.

*se va*

-Él sólamente lo ha conseguido con uno.- Aclaro, en tono neutro, para luego darle una colleja.- El castigo te lo voy a dar yo como no controles esos aires.

[...]

Al cabo de un largo tiempo, me acerco a él, molesta.- Para.- Digo pasando una mano por encima de todas sus heridas para curárselas todas en pocos segundos.- Creo que esto va a necesitar otro enfoque. Siéntate en el suelo. - Digo empujándolo hacia el suelo. - Cierra los ojos y relájate. No pienses en nada. Ni en mujeres, ni en familia, ni en lo pesada que soy. Quédate en silencio un rato y concentra toda la magia que puedas en tus manos. - Espero a que lo haga.- El problema está en que nunca has trabajado con la magia si esta no tiene contacto directo. - Creo un gorrión de fuego que se mantiene flotando en el centro de sus manos y lo coloco entre ellas.- Intenta mandarle toda tu magia a él. Tranquilo. No se chamuscará ni se morirá. Te lo llevarás. No come ni te quemará si lo tocas Utilízalo como un colector de magia. Lo colocas entre tus manos y le mandas toda la magia que puedas. Así te acostumbrarás a mover tu magia e otro medio que no sea el contacto directo. Una vez que domines tu poder mágico en este aspecto, el ave desaparecerá sola y verás como el realizar hechizos a distancia se te facilita. La verdad es que lo tienes bastante complicado. Chrysos, falto de talento mágico y con una de las magias más inestables... deberás tener paciencia. Como sabes, puedes quedarte entrenando aquí y que te ayude con el entrenamiento o puedes irte, pero no me tendrás cerca. Tú escoges.

Alzo una ceja.- ¿Sabes qué es poco masculino? Un eunuco.- Amenazo sutilmente.

-Seguirás con el pajarito hasta que desaparezca. Cuando lo haga, deberías ser capaz de hacer brotar de tus dedos finas hebras de magia curativa siempre que lo invoques con las palabras del hechizo y, a partir de ahí, tendrás que practicar hasta controlarlo con todos los dedos. Ea, ya tienes tarea, así que ponte a trabajar. Puedes quedar con tu compañero y trabajar junto a él. No tengo nada más que decirte, la verdad. De hecho, me voy. Tengo que merendar. Chao, princesita.

*se desvanece*

Ea.

Entro en la sala de entrenamiento arrastrándome como una desgraciada. No sé qué cojones he soñado que me ha despertado a estas horas en las que ningún ser vivo debería ser consciente de su cuerpo ni su mente, pero no he podido volver a dormirme. Ha debido de ser la pesadilla más gorda de toda la historia de la humanidad. Seguro que no la recuerdo porque no sería más que un trauma en mi cerebro por los siglos de los siglos...
Hostia puta, en resumen.

Comienzo, sin demasiadas ganas, a hacer pequeños ejercicios de salto y estiramientos. Ni siquiera sé qué coño hago aquí...

Un bostezo enorme me llena los ojos de lágrimas. Ni siquiera puedo abrirlos del todo. Vaya mierda.

*se queda*

FdR- Si alguien la quiere, que venga XD

De todas las personas que podían aparecer, tenía que ser él. Lo peor de todo es que, con las veces que me lo he encontrado por aquí, empiezo a plantearme si no... Es decir... Entrenando tanto quizás hasta me gane sin despeinarse, y eso sería, francamente... horrible...
Mucho...

Frunzo el ceño al verlo llegar, y sus palabras me hacen componer una mueca. Jodido cabrón...

-Sí, claro -respondo, malhumorada, evitando mirarlo e intensificando los estiramientos para que parzcan algo más serios.

Maldito imbécil estúpido que siempre viene a molestar. Joder. ¿No tiene más amigos? Comprendo que mi sentido del humor es incomparable, pero podía irse por ahí a meter la polla entre las tetas de alguna.

-Por cierto -mascullé, alzando una mano para señalar al extraño bicho que revoloteaba alrededor de él. Desde luego la mierda siempre lleva moscas-. Se te ve el pajarito.

FdR- Mal despertar

¿Unas clases? Contengo las ganas de hacerle la burla repitiendo lo que ha dicho con voz de pito.
¡Su puta madre en bragas! Yo no necesito unas clases de ningún presuntuoso chrysos con un nido en la cabeza...
Ese no ha sido demasiado bueno...

Hablando del pajarraco... ¿Qué cojones es? ¿Un fénix? Nunca he visto un fénix, pero lo esperaba más increíble. Es algo decepcionante.

Al notar cómo se me acerca por detrás, sin quererlo, aprieto los glúteos, a la defensiva. después de escuchar lo que dijo Silvanus empiezo a darme cuenta de que quizás no solo le gusten las tetas como almohadas, sino también los bujeros oscuros e inapropiados...
Por Mithos...

-Ay -me quejo, entre gruñidos, al notar cómo los gemelos se me estiran-. Puedo sola -añado, mascullando.

Una vez tengo las piernas más flojas -y vaya dolorazo- me yergo y me aparto un poco del chrysos, al que miro de reojo. Ahora debería empezar a entrenar con la katana y entonces él me pedirá que combatamos y me humillará...
¿Qué excusa puedo usar hoy?

FdR- XD miedo a luchar contra gerald, sí

FdR: Rol pausado.

Insiste, insiste, insiste... Y yo no puedo hacer más que bostezar profundamente y estirarme un poco, desperezándome. Luego, insolente, me llevo las manos a la nuca y le lanzo un mirada desdeñosa.

-¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? Quizás después de esto no vuelvas a ligar. Ya sabes, con las cicatrices de tu cara y sin huevos.

Blabla progresos. ¿Para qué quiere luchar contra mí? ¿Acaso quiere humillarme, o algo así? ¿No tiene por aquí algunos pezones que chupar? Joder...
Pero su "No seré duro" me hace tener un incontrolable tic en el ojo. Frunzo el ceño y saco pecho.

-¿Duro? -. Desenvaino la katana y la uso para señalar peligrosamente su paquete-. Creí que eras así por naturaleza.

Sonrío, caustica.

"Salud de hierro", eh. Esbozo una sonrisa de lado, sin demasiada ilusión. ¿Tiene que tocarse los huevos de esa forma? Tomaré nota para no tomar esa man nunca más. No sé si la he tocado antes, pero nunca más.

-Nunca me equivoco.

Por lo que parece, vamos a jugar. Vaya. Una. Mierda.
Al ver cómo se acerca me pongo, al igual que él, en guardia. ¿No sería mejor usar shinais y ya...? O algo semejante... Como me clave eso, me va a matar.

Me impulso ágilmente hacia la derecha, manteniendo la vista fija en sus ojos. Mi filo siempre apunta a su cuerpo, preparado para... lo que sea. Tengo que conseguir que, como mucho, nuestras katanas estén punta con punta. Si pasa de ahí...

FdR- Cagada

FdR: Gerald sensei-papi mode XD

Sigo sus pasos, sus movimientos con la mirada. Lo cierto es que acobarda un poco, con esa seguridad. Es de lo más frustrante. De todos modos, tengo que soportarlo.
Aguanto la presión que hace sobre mi arma sin excederme. No puedo dejar que me engañe tan pronto, sin más. Tengo que derrotarlo. Ese... Ese es mi objetivo.

Me planteo, por un instante, realizar un garves, pero si empezamos con los hechizos... Observo de reojo el mango de su espada, completamente metálico. No sé cómo de fuerte es su magia, pero quizás no acabe muy bien parada. No quiero acabar quemada.

-Ni un poco -gruño, tratando de parecer fiera y segura. Comparado con mis hermanos, Gerald no es nada. Un jodido pipiolo.

Cuando él me abre la guardia me pongo algo nerviosa, pero aguanto. Apretando la mandíbula, recupero el centro y me lanzo hacia delante, impulsándome con la izquierda. Mi intención es cortar su vientre y salir por su izquierda. Tengo que ser veloz para que no le de tiempo a bajar su arma antes de que pase y, luego, darme la vuelta para evitar que me ataque por detrás. Si es como Katty dice, quizás...

FdR: Yo aquí, tomándome libremente el combate por mi cuenta~~ turú~~ XDU

Cuando quiero darme cuenta, estoy retrocediendo como una principiante. Si mi padre me viese, por Mithos... Me echaría un buen rapapolvo por no haber practicado más. Aunque esto todavía no está perdido, por mucho que no encuentre un hueco por el que atacar.
Miro a Gerald a sus malditos ojos bicolor, pensando un plan que no incluya llorar ni otras cosas que sean sinónimo de lamerle el culo. Tengo que demostrarle que no soy una mujer débil como esas cuyas autoestimas mengua para poder penetrarlas en algún sucio callejón.

Su tsuba termina sobre la mía. Lo miro, desafiante, aunque a esta distancia... tiene ventaja. Es más fuerte que yo, no hace falta que me lo demuestre. Si le da por empujarme, o algo así.

-¿Vas a preocuparte por no hacerme daño? -gruño, como si estuviese insultándolo.

Hago presión contra su tsuba con la mía, como si pretendiese echarlo hacia atrás. Seguramente mi empujoncito no sea nada para él, pero... cuando me devuelva el jodido empujoncito yo...

-Benri -susurro.

Mi cuerpo se desvanece y aparece apenas tres centímetros a la izquierda. No es demasiado, por supuesto, pero espero que lo justo para que él pierda ese maravilloso y perfecto puto equilibrio que da el perfecto centro. Solo con que conserve la mitad de la presión que hacía contra mi tsuba, sus manos deberían correrse un poquito hacia adelante, y yo podré aprovechar eso para atacar su muñeca.

FdR: Como Gerald tiene 2 de magia y Frikka 1 de fuerza, asumí que le apartaría un poco la espada como si se la empujasen desde abajo con la tsuba con cierta fuerza.

Pese a que parece que, en un primer momento, mi idea no es mala, lo único que consigo es tocarle los huevos a Gerald. Parece que tiene mal perder... Aunque he de admitir que no me sorprendería que encontrase un cortecillo en su muñeca, porque creo que la he rozado. De hecho, esperaba menos, de modo que...

Cuando me doy vuelta, me ha acorralado contra la pared. Siento el golpe cuando mi espalda se encuentra con ella, así como el aprisionamiento en el cuello, que me arranca una tos. ¿Acaso cree que va a matarme aquí? Es un poco arrogante por su parte.

Cuando habla, noto su asqueroso aliento en los labios. Me ruborizo, sin querer. Nunca había tenido a un... espadachín tan cerca. Esto casi se puede considerar como algún tipo de violación, seguramente.

Cuando se aparta, bajo el rostro violentamente.

-No hay que bajar la guardia -murmuro, tratando de soñar agresiva. Aunque lo cierto es que daba algo de miedo.

Con esfuerzo, lo miro, componiendo una expresión desafiante.