Mirador de la Torre

Corbin permaneció un tiempo más allí después de que Alehyss se hubiera marchado, contemplando la oscuridad. Podía llegar a pensar que, de tanto contemplarla, se acababa acostumbrando a ella, haciéndose esta menos opaca a sus ojos. No podría decir si era simple impresión o de verdad se acostumbraba.

Llegó a lanzar un par de hechizos más al aire en el tiempo que estuvo allí. No eran suficiente, por supuesto, pero sí una ayuda. Lanzó después un ebrain aitchbrëa que inundó todo su entorno, haciéndolo visible de pronto a sus ojos.

Era útil, pero demasiado llamativo. Ideal para situaciones de plena lucha, inútil en un intento de sigilo. Aún así, era mejor que nada.

Palpó la daga que llevaba a la cintura. Faltaba poco ya. Entre estos pensamientos, volvió al interior del palacio.

*Se va*

¡¡VUELVEN!!

Tras haber leído la carta he corrido por todo Palacio, buscando algo de aire fresco para quitarme el colocón que me ha entrado después de leer la carta que me han dado, de Cierzo. Porque dice que vuelven y yo todavía no me puedo creer que haya llegado justo cuando he estado fuera. ¡Por suerte ellos no, joder! Entonces podré esperarlos como corresponde. Estaré lista cuando vuelvan, para recibirlos.

Me asomo a las almenas, con una sonrisa de radiante felicidad. No puedo evitar soltar un grito al aire, y escucho cómo el eco me vuelve, repetido un par de veces.

Entonces...
Espera.
No.

Hurgo en mi bolsillo, releyendo la carta de nuevo. Será que me acabo de despertar y que no rijo bien. Pone que vuelven pronto, sí, pero nada más.

Cierzo, eres un cachondo, ¿verdad? Te van las putas sorpresas...
Y una mierda.

Me he emocionado tanto porque vuelven que no lo he pensado fríamente. Pero al leerlo con más detenimiento no es difícil darse cuenta de algo; de que algo no va todo lo bien que debería. Y eso, lejos de ser para gritar, es para ponerse de los nervios.

Por ahora sé que vuelven. Y espero que pronto. Para que me deshagan este nudo que se me acaba de formar en medio de la garganta.

Joder...

*vuelve dentro*

Cuando por fin llegamos estoy jadeando. Me he dado mucha prisa, y eran muchas escaleras. Por el cielo, supongo que lloverá, pero de momento aguanta, y menos mal. O vaya tontería.
Bueno, se habría visto por la ventana.

La miro, esbozando una sonrisa, y me asomo al borde, cerrando un momento los ojos. No es que cambie mucho, de negro a negro, pero las estrellas se ven igual si los tengo abiertos.

Alzo la vista al cielo de nuevo. Esta vez me quedo mirándolo. Reconozco bastantes constelaciones solo de un vistazo. Si tuviese el amuleto podría enseñárselas, pero bueno.

La miro, risueño, cierro un ojo, lo señalo y niego. Supongo que aquí puede verlo con ambos a la vez.
¿Y así no le parece espectacular?

Cuando llegaron, Ben sonreía. Claro, el método tradicional. Aquel sí que lo dominaba. Observó un momento el cielo, pero al final decidió que era momento de cambiar las tornas. Tomando a Jun de la mano, tiró de él hacia abajo, al tiempo que se sentaba en el suelo. Luego lo obligó a reclinarse y se tumbó a su lado, boca arriba, con un suspiro.

-Así marea menos, pero no está mal, ¿eh? -comentó-. Aunque falta algo.

La sonatina de las estrellas. A Ben le gustaba mucho esa pieza, pero tenía la sensación de que solo funcionaba bien del todo en situaciones como aquella, mirando un cielo estrellado. Era como si aquellos puntitos formaran parte del ritmo de la melodía.

Sacó, pues, la flauta, y comenzó a tocar. Era una melodía juguetona, de notas rápidas y ascendentes, ritmo andantino y tonalidades agudas. Los dedos, saltando sobre los agujeros de la flauta, parecían bailar con la música. Pero Ben no los miraba, porque miraba al cielo.

Abro los ojos cuando tira de mí, y pronto acabo tumbado en el suelo. La verdad es que entre lo desabrigado que voy y la noche tengo un poco de frío. Y para colmo el suelo no ayuda. Pero un poco puedo aguantar, todo sea por el cielo. Y, bueno, cuando se pone a tocar olvido el frío por un momento y sonrío, dejándome llevar por la música y la visión de la inmensidad.

De alguna forma, es como si los pequeños puntos bailasen en mi cabeza al ritmo de la composición, jugando, creando una especie de historia que no tiene mucho sentido y, al mismo tiempo, lo tiene. Termino por bajar la vista del cielo a ella, risueño, y la examino como puedo. Que con la luz tan precaria...
Lo que más me llama la atención son sus dedos ágiles, que parecen no necesitar que se les dicte nada, como si, vivos, tocasen por sí mismos.

La verdad es que también es increíble...

Ben movía los pies al ritmo de la melodía, como si incluso tumbada bailara al son de la misma. De debajo de la flauta se entreveía una sonrisa, y mantenía la vista fija en el cielo, como si tuviera allí las instrucciones para su música.

Cuando se perdió el último trino jugueteó un poco más con la flauta, sin emitir sonido alguno. Al final, suspiró y se detuvo, apoyándola en el vientre y ampliando la sonrisa.

-Estas cosas están mejor en verano, pero esto no está nada mal -comentó.

Ensancho un poco más la sonrisa cuando acaba, y devuelvo la vista al cielo. Ahora, sin música, es agradable, pero como que cambia un poco. No es lo mismo. Tampoco es que sea peor, bueno. Pero es diferente. Eso no es malo.

Cuando habla me encojo de hombros, pero asiento. No se ve lo mismo, así que me gusta ver siempre el cielo. Aunque, cuando me doy cuenta, estoy tiritando. Y eso es lo malo que tiene esta época.
Me froto un poco los brazos, para darme algo de calor. Aunque creo que lo mejor sería ir, por lo menos, a por algo de abrigo. E imaginando la hora que es ir a dormir no sería mala idea. Las estrellas no se van a marchar a ningún sitio...

La miro, con una sonrisa tensa, en parte por el frío.

No tardamos mucho, debido a eso, en ir dentro. Ahora debo irme a cama a ver si entro en calor.
Supongo que la discusión habrá acabado.

*se van*

Hoy incluso ha brillado el sol. Ha sido una sensación agradable, aunque en esta época eso ya no implique necesariamente un clima templado. Pero ver la luz anima un poco, después de tantos días nublados.
Por metafórico que suene, hablo desde el punto de vista literal cien por cien.

Me apoyo en una almena, de espaldas al vacío. No diría que disfruto de la brisa, pero tampoco que no lo hago. He entrenado y ahora descanso, me relajo. Estoy suficientemente abrigada como para no desear quejarme por el frío, aunque la cara la tengo helada de todos modos.

*se queda*

El chrysos subió las escaleras que daban al mirador de la torre, todavía con el pelo húmedo pero abrigado con una capa. Había aprovechado que el día había sido relativamente agradable, al menos más que los anteriores, para practicar en el lago, y ahora simplemente buscaba algo que hacer en Palacio. Como las alturas siempre le habían gustado, y como apenas había ido al mirador de la torre en todo el tiempo que llevaba en Brontë, tras darse una buena ducha, decidió subir hasta ahí.

Al llegar, vio a Alehyss, apoyada en una almena. Esbozando una sonrisa, el chrysos se acercó a ella.

—Buenas.

Ladeo un poco la sonrisa al verlo venir, irguiéndome algo, abandonando una posición demasiado relajada. No es que espere que me ataque, pero hay que mantener unas formas.

-Y nunca mejor dicho... -murmuro, en primer lugar, lanzando un vistazo a los jardines, pensativa-. Bueno, sí. El mal tiempo me ha acostumbrado a pensar que hoy ha hecho bueno, pero... -. Lo miro de nuevo-. ¿Qué tal estos últimos días? -inquiero, pausada.

No hace tanto que lo veo, de modo que tampoco espero una gran historia. Pero como no puedo ofrecer mucho que contar, tampoco, la cortesía es lo de menos.

Se rió con suavidad, apoyándose en la almena, al lado de Alehyss, dándole la espalda al horizonte.

—Bueno, sin duda hace mejor tiempo que hace unas semanas, pero... —Se encogió un poco de hombros—. Tampoco es que sea un día fantástico. Sigue haciendo frío, y el agua del lago sigue estando helada, por ejemplo.

Suspiró.
A veces pensaba que debía de estar a punto de coger un fuerte constipado, teniendo en cuenta sus entrenamientos de natación, pero los síntomas nunca llegaban. Le resultaba algo bastante sorprendente.

—Bien. He estado entrenando y paseando, aunque los días de nieve apenas salí de Palacio. —Se encogió de hombros—. Nada demasiado relevante. —La miró—. ¿Y tú? ¿Qué tal?

Sonrío y asiento. Es verdad. El agua del lago.
Bueno, al menos alguien le da uso al amuleto. Porque yo no sé si tendría valor para meterme en el agua. De todas formas, me conozco. Acabaría haciéndolo alguna vez.

-Yo parecido -comento-. Entrenando, paseando... Sí salí, sin embargo. Aunque la nieve equivalga a frío, estaba harta de estar encerrada. Soy más bien activa, y viniendo de un viaje me sentía algo encerrada-. Me encojo de hombros-. Aprovecho todo lo que puedo los días sin lluvia. La verdad es que llevo una racha que casi podría decir que me aburro-. Roto un hombro un par de veces-. No es así, exactamente. Tengo mucho que hacer. Pero me falta algo, y no sabría decir el qué. Como un...-. Un cambio. Algo-. No sé. A todo el mundo le pasa alguna vez, claro.

Hago amago de fruncir el ceño. He hablado bastante.

El chrysos la escuchó con atención, con los codos apoyados en la almena, la cabeza ligeramente ladeada hacia la izquierda y los labios curvados en una sonrisa entretenida. Podía entender el aburrimiento de la chica, aunque no lo compartiese; a fin de cuentas, y por mal que sonase, en Palacio las cosas llevaban tranquilas bastante tiempo, y la tranquilidad podía generar cierto aburrimiento si uno se había acostumbrado a la acción y a los momentos sin pausa en Palacio. La calma seguía siendo, pese a todo, más agradable que los ataques a Brontë, pero prácticamente recluidos en un lugar como estaban, y con ese mal tiempo, no era de extrañar que uno acabase hastiado.

—Supongo que es lo que tiene no tener nada que hacer. —Se encogió de hombros—. Yo últimamente estoy algo ocupado porque la líder piscis me reclama y tal, pero tampoco es que haga demasiado.

Alzó la vista al cielo un segundo, iluminando levemente los ojos. Como si acabase de recordar algo, pasados unos segundos añadió:

—Te debo una cena o algo en el pueblo. —La miró de reojo—. Por si sigues queriendo ir. —Se encogió de hombros de nuevo—. Igual encontramos algo interesante que hacer...

La líder piscis. Ya me lo había mencionado antes.
Alzo las cejas, a punto de hablar, pero termino bajando la vista. No sé si son asuntos que deba preguntar. No creo que sea algo muy ortodoxo.

-Supongo que el hecho de haber estado tanto tiempo fuera hace que, al cambiar la rutina, me sienta extraña -termino diciendo sin más, con un leve asentimiento, aceptando sus palabras como ciertas.

A su propuesta, vuelvo a mirarlo. Recupero una sonrisa divertida, curiosa, y asiento suavemente. No había pensado en ello en un tiempo, pero es cierto. Y hace tiempo que no visito el pueblo de paso.

-Es verdad. Puede ser interesante -concuerdo-. Supongo que es un plan válido.

Al chrysos no se le escapó el sutil cambio en la expresión de Alehyss, el leve alzamiento de las cejas y la forma en la que había bajado la mirada antes de pronunciar palabra. Lyam la observó en silencio un segundo, esperando que dijese algo, pero al ver que Alehyss parecía preferir el silencio, decidió murmurar:

—No es nada grave. No te preocupes.

Aunque suponía que realmente no le preocupaba y solo sentía curiosidad.
No añadió más, y se limitó a mirar a la chrysos, escuchándola.

—¿Tan diferente fue era tu día a día en ese tiempo en el que estuviste fuera?

Ladeó un poco la cabeza, curioso.
Cuando Alehyss aceptó el plan, alzó las cejas, esbozando una sonrisa. Cruzó los brazos.

—Genial entonces. Ahora solo falta decidir un día, a ser posible uno que no llueva. —Frunció un poco el ceño, mirándola, con una expresión algo teatral—. La lluvia es horrible. —Sonrió—. ¿Has estado alguna vez en el mercado?

No es nada grave. Supongo que eso es una etiqueta le pone cada uno a las cosas. Y, sin embargo, nada dice que mienta. Podría ser, simplemente, una misión. Información sobre una misión cualquiera. Sobre un adiestramiento. Se me ocurre hasta la posiblidad de que mantengan una relación.
Es poco probable, pero no es nada grave. No sería nada grave. Hay cientos de posibilidades de que no se trate de nada grave, así que solo asiento con expresión tranquila. Querer saber no debe convertirse siempre en saber.
Prefiero responder a su pregunta.

-Sí. Y no-. Me encojo de hombros-. Viajé. Hice cosas que no había hecho antes. Conocí gente. Me reencontré con gente. Fue diferente a estar aquí. No diría que más dinámico, pero siempre estaba ocupada. Aquí también, pero como que hay menos desplazamiento.

Y la parte en casa fueron como unas vacaciones. Supongo que es la costumbre de que tras las vacaciones venga la acción. Pero es como si se hubiesen prolongado.

No puedo evitar una mueca, una suerte de sonrisa, y asentir.

-Que no llueva, por favor-. Alzo las cejas, entonces-. ¿El mercado? Bueno, he pasado por él. No me he parado mucho -admito.

Resulta extraño. Me he esforzado en conocer el terreno que rodea Brontë, pero no en participar en las actividades. He sido como muy teórica en muchos aspectos.

La escuchó con atención, en silencio, con la mirada fija en ella y una suave sonrisa en los labios. Por lo que Alehyss decía, parecía que el tiempo que había pasado fuera de Brontë había sido provechoso; daba la sensación de que había hecho muchas cosas.

—Parece interesante. —Le sonrió—. ¿Por dónde viajaste? —preguntó, curioso—. ¿Solo Fulmen o más sitios?

Permaneció un segundo en silencio. Luego, recordando a Madame, añadió, frunciendo un poco el ceño.

—Si se puede decir, claro.

Alzó las cejas entonces, curvando los labios, encogiéndose un poco de hombros. Sabía que parte del viaje de Alehyss se debía a un encargo de Madame, así que suponía que había partes que no se podían contar. Se preguntaba si los lugares que Alehyss había visitado por obligación eran de esa clase de cosas.

Las siguientes palabras de la chrysos le hicieron reír con suavidad.

—¿En serio? ¿Nunca? —Rió—. Eso no me lo esperaba, admito. —La miró—. Yo he estado varias veces; es un sitio interesante, tiene mil puestos donde puedes comprar cualquier cosa. —Se encogió de hombros—. Podemos ir si quieres. Aunque no compres nada, puede ser bastante interesante.

A él siempre le habían gustado los mercados. Ya de niño, los días en que montaban los puestos, él y Dena se pasaban buena parte de la mañana observando lo que se vendía, sin comprar nunca nada, birlando a veces algo.

Asiento con suavidad, en cuando hace su matiz.

-Sí, claro. He estado en puntos distintos, pero solo en Fulmen. Cerca de Humus y de Ignis, pero no llegué a salir del continente -le explico, con tranquilidad, reacomodándome en la almeda.

Cuando ríe vuelvo a negar, manteniendo el gesto sereno. No he hecho más que pasarme, que verlo. He llegado a comprar un par de cosas, pero sin detenerme. Suelo comprar, más bien, en las tiendas habituales.

-No a fondo -aclaro-. Sí he estado. Pero no encontré suficientes motivos para detenerme a explorarlo -comento, pensativa-. Supongo que fue una irresponsabilidad. Podía haber encontrado cosas interesantes-. Lo miro de reojo-. Podemos hacer las dos cosas el mismo día. Aunque supongo que eso limita las fechas. No todos los días hay mercado, y si le sumamos las precipitaciones...

Esbozo una sonrisa. Teniendo en cuenta el tiempo, ya solo lo segundo tiene una tasa de acierto baja. Aunque si solo fuese nieve no me importaría.

Alzó ambas cejas, asintiendo un momento.

—Entiendo. —Sonrió—. Supongo que ahora serás más experta en geografía de Fulmen de lo que ya eras, entonces.

Ladeó un poco la cabeza, dejando ir un suave suspiro.
Parpadeó.

—¿Has estado en Humus alguna vez? —preguntó, curioso.

Él conocía buena parte de Fulmen, porque en su tiempo en la banda había tenido que recorrer buena parte del continente, y también parte de Ignis porque había tenido que ir un par de veces también por asuntos de la banda. Pero nunca había estado en Humus.

—Bueno, tanto como irresponsabilidad... Solo es un mercado. —La miró, sonriendo. Se acomodó en la almeda—. Y nunca es tarde para visitarlo. —Suspiró. Luego frunció un poco el ceño, pensativo—. Supongo que si quieres hacer ambas cosas el mismo día, deberíamos ir el miércoles o el fin de semana. —Le sonrió—. Tú dirás. Tampoco me molestaría ir dos veces, de todas formas.

Se encogió de hombros.

Dejo ir un amago de risa.

-Podría decirse así. Aunque no creo que haya cambiado mucho la cosa. Simplemente tengo alguna imagen mental más de diferentes sitios. Tampoco fueron unos muy emblemáticos -termino, encogiéndome de hombros suavemente.

Humus...
Su pregunta me hace negar. La verdad es que mis viajes nunca me llevaron muy lejos antes de venir aquí.

-No he ido por esa parte del mundo todavía. Es algo pendiente, supongo. Siento más curiosidad por Ventus, de todas formas -comento.

Supongo que será normal en la mitad de la población. Ventus es un sitio que parece curioso, a primera vista. Quizás luego las expectativas no se cumplan, pero en potencia...

-Bueno, quizás me haya perdido algún artefacto interesante -me defiendo. Cavilo un segundo, entonces-. Tampoco me importa hacer dos viajes, pero en ese caso sería mejor planear el mercado para uno de esos días e ir mirando el cielo. Me preocupa más que llueva durante el mercado. Durante la cena se amargan un poco los planes, pero al menos no es al descubierto...-. Lo miro, interrogante-. ¿O sí?

Asintió suavemente.
Él también sentía curiosidad por Ventus, más que por Humus. Había querido ir desde que había empezado a trabajar con Guillem, que siempre contaba historias que había vivido allí arriba, en las islas flotantes, y que describía con los detalles suficientes como para despertar curiosidad todos los sitios en los que había estado de joven.

—Yo también tengo curiosidad por ir a Ventus. Tenía un amigo que era de ahí. —Le sonrió—. Decía que era un lugar muy peculiar e interesante y que todo el mundo debería ir a visitarlo y cosas así. —Suspiró, negando suavemente, sin perder la sonrisa—. Tampoco he estado en Humus. Ni en Lumen ni Caligo. —Rió—. Me quedan muchas cosas por ver, huh.

Le sonrió. Cuando volvió Alehyss volvió a hablar, él volvió a reír.

—Bueno, malo será que no haya más copias de ese hipotético artefacto. —La miró, curioso—. ¿Buscas algo especial? ¿O era simplemente por decir? —Parpadeó. Luego añadió—. Entonces podemos hacer dos viajes, supongo... Y malo será que llueva cuando decidamos ir al mercado. Sobre lo otro —Torció una sonrisa, ladeando la cabeza hacia un lado—. ¿Qué prefieres? No es algo que tenga pensado, así que escoge.

Alzó el mentón hacia el cielo, dejando ir un suave suspiro.
Luego, de reojo, curvando un poco los labios, la miró.

Un amigo de Ventus.
Yo también tengo un amigo que viene de Ventus. Aunque en mi caso amigo es un eufemismo, y en el tuyo, supongo, no. Aunque Jager vivió casi siempre lejos de las nubes, aunque creo que su cabeza llegó a quedarse allí arriba, por algún motivo.

-Quizás alguna misión nos destine por allí. O, en caso contrario, siempre se puede ir en algún momento. Aunque creo que por ahora no debería tomarme más vacaciones -añado, con una sonrisa-. Pero sí... El mundo es muy grande. Sería interesante verlo entero. Aunque no me interesan tanto los paisajes como para recorrerlo. Busco algo un poco más interesante, supongo. No soy la mayor amante del arte y de "lo bello" -comento, entrecomillando con los dedos.

Ni siquiera soy tan sucia como para ir coleccionando hombres por continentes, aunque alguno haya insinuado cosas como esa.

Me encojo de hombros.

-Es por decir. Pero puede que ese supuesto e hipotético artefacto me hubiese salvado de tener una desagradable cicatriz en la pierna, por ejemplo -aventuro-. Aunque prefiero no lamentarme y pensar que incluso sin él estoy viva. De momento -matizo, con un mal tono macabro, aunque no tardo en sonreír. A lo de la cena, me apresuro a negar-. Lo siento, pero tomar ese tipo de decisiones no es mi fuerte. Si lo hago yo, entraré en el primer sitio que vea, sin preferencia más que porque no esté muy sucio. La norma indica que el que propone invita. Deshacerse de la responsabilidad de decidir para acertar es demasiado poco arriesgado, ¿no lo crees? ¿O te asusta que te juzgue? -inquiero, alzando las cejas, mordaz.

No sé qué me pasa, que hoy hablo mucho.

Le sonrió.

—Yo tampoco es que sea un gran fan de los paisajes y lo bello de la naturaleza o el arte y demás, creo que se nota. —Se rió un poco—. ¡Pero! Me gustaría ir a todos los continentes, al menos una vez, solo por decir que he estado en los siete, supongo. —Negó suavemente—. Ventus me llama la atención más que el resto, así que espero de verdad ir algún día. —Estiró los brazos, ladeando un poco la cabeza—. Aunque sea de misión. Aunque, claro, lo ideal sería ir de vacaciones.

Si iba de misión, a fin de cuentas, tendría menos tiempo para ver algunas de las cosas de las que Guillem le había hablado, y lo interesante de ese hipotético viaje era ver todos esos sitios. Tampoco eran tantos como para no poder hacerlo en un solo viaje.

—Oh, bueno. Visto así sí que es una irresponsabilidad que no hayas ido. —Sonrió de nuevo—. Y lo mejor sería que fueses cuanto antes, no vaya a ser que de pronto necesites ese misterioso objeto y no lo tengas.

Negó suavemente. Menuda tontería.
Al escuchar lo de la cena volvió a reír, negando suavemente.

—Está bien, está bien. Yo escogeré. —La miró, acercándose un poco, torciendo la sonrisa y ladeando ligeramente la cabeza—. Tus posibles juicios no me asustan ni lo más mínimo; no sé por quién me tomas.

Asiento. Supongo que nos mueven diferentes motivos, pero de todos modos siento curiosidad por los siete, también. No puedo negarlo, entonces. Vacaciones, misión... Es cierto que de misión se conocen sitios muy interesantes, a los que usualmente podría no irse, incluso, pero pese a todo se disfruta menos, generalmente, por la tensión. La sensación de alerta no propicia demasiado la satisfacción del viajante.

-Supongo que si tomas la determinación de que quieres ir no es tan difícil hacerlo -comento.

Es el continente de acceso más difícil, pero hay muchas formas de llegar. En el fondo es hasta sencillo.

No hago más que esbozar una breve sonrisa burlona a sus comentarios, pero no digo nada. Dudo que el objeto de mis sueños se encuentre tan cerca, pero no pierdo nada por mirar, claro.

-Mejor así. Lo dejo en tus manos, entonces -declaro, estirándome un poco, desperezándome. Aprovecho el gesto para acomodarme la capa y lo miro de reojo. No es hoy buena noche para saltar sin mirar, si me permite la opinión-. Supongo que ya tengo dos días de cambio de aires, entonces. Y entre entrenamientos y demás tendré bastantes cubiertos. Está bien -reflexiono en voz alta.

Asintió.
Todo era cuestión de ponerse, a fin de cuentas. Ir a Ventus sería tan sencillo como presentarse a una misión que tuviese lugar allí.
Sonrió ampliamente al escuchar sus siguientes palabras, volviendo a apoyar los codos en la almena.

—Pensaré un... Sitio decente, al menos. —La miró de reojo—. ¿También tengo que escoger yo un día o eso ya no? —preguntó, curioso, entretenido. Luego suspiró, volviendo a alzar la vista al cielo—. Yo creo que aprovecharé que las temperaturas están descendiendo para tomarme un descanso en eso de nadar. —Sonrió—. Y así aprovecho ese tiempo para seguir practicando con la espada.

Dudaba que pudiese mantener una buena salud si seguía yendo a nadar con aquellas temperaturas. Y a él le importaba bastante estar sano, más que nada porque los efectos de la gripe eran un coñazo que prefería evitarse.