Mirador de la Torre

Alzó ambas cejas al escuchar la respuesta de la chrysos.

—¿Segura? —preguntó. Frunció un poco el ceño—. O sea, no es mi intención retenerte ni nada... Simplemente me pareció que podía ser interesante ir desde aquí a los tejados. Me gustan las alturas y tal. Y tampoco tengo nada mejor que hacer. 

Permaneció unos segundos sin hacer ni decir nada. Luego apoyó la espalda en el muro y dejó ir algo de aire por los labios entreabiertos. 

—El otro día estuve intentando nadar... —murmuró.

Asiento, firme, seria, pero no dura.

-Iba a entrenar -le explico-. Prefiero dejarlo para más tarde si quieres compañía. He tenido una racha de menos entrenamiento y cuando lo hago me gusta que sea en serio, sin distracciones.

No quiero hacer de ello un espectáculo, de alguna forma. No tengo nada contra su compañía, pero lo uno no quita lo otro.

Nadar...
Lo miro de nuevo, seria, alzando las cejas un instante.

-Hace buen tiempo últimamente. Si sigue así, terminaré por aventurarme yo misma -comento-. ¿Ya has probado a hacerlo sin ayuda del amuleto?

Le sonrió.

—Claro... Mis grandes habilidades acabarían distrayéndote, lo comprendo. —Negó suavemente. Tras un segundo, añadió, mirándola a los ojos—. Gracias. 

Y luego bajó la vista al suelo, fijándose en el reflejo de la luz que él mismo emitía. Alzó la cabeza cuando Alehyss preguntó y esbozó una especie de mueca. 

—Eh... Lo cierto es que no. —Se llevó una mano a la nuca—. Lo pienso a veces pero... —Negó—. Al final nunca me atrevo. Me da... cosa hacerlo solo.

Asiento a su broma, como si le diese la razón, con una sonrisa escueta. Al final termino por alzar la vista hacia arriba, hasta que los haces de luz de los ojos se funden con el cielo y dejan de verse, al no poder reflejarse en nada.
Lo escucho mientras tanto. ¿Es este el tipo de conversación que quiere? ¿Una banal?
Quizás solo se siente solo.

-Creo que a estas alturas deberías de ser capaz. El cuerpo aprender a moverse sin que te des cuenta. Sabría hacerlo incluso sin que llevases el amuleto al cuello. Puedes empezar en zonas poco profundas, si te asusta.

Es como la memoria digital, de alguna forma. Un reflejo más del cuerpo. Reaccionaría solo antes de que la cabeza pudiese ordenar nada. Es cuestión de no tensarse.

Frunció un poco el ceño, con la mirada fija en el reflejo de su propia luz, no muy convencido. Sí, bueno, quizá sí pudiese mantenerse a flote más que de costumbre, pero quizá no. A lo mejor no podía. ¿Y entonces qué? Si estaba solo a saber qué le pasaba. A lo mejor se lo comía algún bicho o algo. Había oído rumores sobre una bestia en el lago, aunque no estaba muy seguro de que fuesen reales. 

—Bueno... Supongo que podría probar —murmuró finalmente, al cabo de un rato, mirando el iluminado perfil de la muchacha—. Aunque me sigue imponiendo un poco... 

Se llevó una mano al cuello.

Su inseguridad me lleva a preguntarme una cosa, y acabo en convertir esa pregunta que me hago a mí misma en una dirigida a el. Supongo que es algo legítimo; algo que merece la pena preguntar, aunque no se pueda saber la respuesta en algo que es solo un supuesto.

-¿Y si te encontrases en una misión, por ejemplo, en una situación comprometida en el agua? ¿Qué harías entonces? Sin el amuleto, quiero decir-. Con él al cuello debería serle fácil, visto lo visto-. Bueno...-. Siendo más concretos...-. O, ¿dejarás de practicar cuando te pida que me lo devuelvas? Pronto vendrá el buen tiempo de forma definitiva.

Y no debes olvidar, Lyam, que es un préstamo.

Frunció el ceño, desvió la mirada. Aquello era algo que se había preguntado en un par de ocasiones, pero que nunca había llegado a responder en parte porque no estaba seguro y en parte porque evitaba pensar en aquellos supuestos. Probablemente acabaría nadando, no obstante: tampoco era que no supiese mantenerse a flote realmente. Aun sin el amuleto, sabía que podía estar unos minutos en el agua antes de ponerse nervioso: el problema, aparte de lo mal y la lentitud con la que nadaba, era que sabía que se pondría nervioso tarde o temprano y aquello lo inmovilizaba aún más, de alguna forma. 
Era algo extraño.

—Supongo que en una misión sí sería capaz de hacer algo. Creo. Espero. —La miró, esbozando una mueca—. O sea, no puedo saber cómo reaccionaría, pero sí espero que no me quedase parado... Al menos mucho tiempo.

Suspiró. Al escuchar la siguiente pregunta de la chrysos, se permitió bromear un poco, esbozando una sonrisa un poco jocosa.

—Pensaba huir con él cuando me pidieses que te lo devolviese, claro. —La miró, ensanchando un poco la sonrisa. Tras unos segundos negó—. Realmente no llegué a pensarlo. Supongo que seguiría practicando aunque fuese solo...

Asiento. Es lo normal. Si sabía flotar cuando le di el amuleto sería porque se ha visto obligado a hacerlo algunas veces. Creo que llegó a contarme algo así.
Quizás, de hecho, necesitase algo como eso para darse cuenta de que realmente puede hacerlo. A veces ese tipo de experiencias son las que hacen que uno mejore en algo.
No lo recomiendo, de todas formas. Puede salir bien tanto como ser un fracaso y generarle una fobia.

Huir con él. Por supuesto.

-Huye pronto con él entonces, antes de que llegue abril -le recomiendo, atreviéndome con una sonrisa suave, mordaz-. Cuando vuelva de Ventus hará mejor tiempo-. Eso espero-. No me importa dejártelo hasta entonces, pero no me gusta mucho no contar con él en misiones. Cuando fuimos a Aqua tuve suerte, pero si hubiese habido problemas relacionados con agua podría haberme visto con dificultades. No me gusta dar por hecho que contaré con ventajas cuando tenga problemas, por lo que entreno sin objetos que potencien mis habilidades, pero morir ahogada por no llevarlo sería un tanto irónico -reconozco, asintiendo con una sonrisa.

El planteamiento tiene hasta su gracia.

Aunque al final reconoce que seguiría entrenando sin él aunque no lo tuviese. Quizás sea otra opción: quitárselo y comprobarlo. Los niños aprenden así, de alguna forma.
Termino por asentir.

-Esa es la actitud -lo animo, aunque quizás haya sonado algo seca. No se me da bien animar.

Y tampoco es la actitud exacta. Le falta un poco más de seguridad.

Esbozó una amplia sonrisa, jocosa. Por algún motivo, se sentía mejor que antes. Resultaba inesperado: había imaginado que al encontrarse con alguien de palacio se mostraría arisco, pero no había sido así. 

—Oh, bueno, creo que me quedaré hasta el viernes que viene y luego ya prepararé mi huida con el collar. Nos daremos a la fuga y nunca nos encontrarás. —La miró, divertido, apartando la espalda del muro. Su expresión, no obstante, no tardó en cambiar a una un más seria cuando la chrysos siguió hablando. Terminó por añadir—. Puedo devolvértelo cuando quieras, eh. Tampoco es que lo tenga secuestrado, aunque casi. De hecho —Se pasó una mano por el cuello, sacando el collar a la vista, y avanzó un poco hacia ella con el amuleto en la mano—. ¿Lo quieres ahora? 

Se lo estaba tendiendo. 
Esperaba que no le preguntase qué hacía con él, aunque no tenía muchas esperanzas en que no lo hiciese. No dejaba de ser Alehyss e igual le chocaba que llevase el amuleto encima aun cuando estaba en un lugar tan alejado del lago como era el mirador.

Resoplo, entretenida. Aunque la verdad es que me sorprende que pueda bromear en la situación en la que se encuentra. Por una parte no es malo, ya que se libera de presión, pero no deja de parecerme un tanto frívolo.

-Te saldrá mejor irte antes. Los transportes serán peores el fin de semana -le recomiendo-. Si te vas el jueves me será más difícil seguirte.

Alzo las cejas al ver el collar, pero no tardo en negar con suavidad.

-Quédatelo una semana más -le digo-. Para terminar de practicar. Yo no meteré en el agua hasta que los días sean un poco más templados. Quizás la próxima vez que te vea te lo pida.

Sonrió, bajando la cabeza, llevándose la mano a la nuca. 

—Ya, bueno, los transportes son peores, pero si me voy el jueves celebraría mi cumpleaños con... —Movió el collar—. Un collar y... —Frunció el ceño—. ¿Un señor con bigote que lleva un carro? Probablemente no pueda pagarme mucho más... Y el collar no lo vendería, claro, por favor, ahora tenemos un vínculo especial. 

Pasó la mano que había estado en la nuca por el cuello y luego la dejó caer, alzando finalmente la vista para mirar a la chrysos. Asintió.

—Te lo devolveré en cuanto me lo pidas.

¿Su cumpleaños?
Alzo suavemente las cejas. No es que lo hubiese olvidado, pero no he estado pensando mucho en fechas últimamente. ¿Es eso algún tipo de indirecta reclamando una atención especial? Coincide con el de Massen... Tendré que arreglármelas entonces, imagino, para verlos a ambos.
No se me dan bien estas cosas. No me gustan demasiado. Me resultan innecesarias y algo agobiantes. Llega a resultarme raro que en su situación piense en ello, de algún modo.

Termino por dejar ir un suspiro relajado. Ya se ha hecho muy tarde. Dejaré el entrenamiento para mañana.

-Aprovéchalo esta semana -le repito-. Luego te lo pediré.

Dedico un último vistazo a los tejados y me resigno.

-¿Vamos dentro? -le digo entonces-. A estas horas refresca de todas formas. Aunque si quieres quedarte un rato más iré yendo. Tengo que pasar por los baños -le digo.

Un baño caliente antes de dormir sienta bien, aunque no vaya precedido de un entrenamiento.

Asintió y se volvió a colocar el collar, dejándolo esta vez sobre la camisa. Lo aprovecharía, entonces. Aunque esperaba que lo de las mazmorras no fuese permanente y solo se tratase de algo momentáneo, algo que se solucionaría mañana o quizá pasado, también tenía pensado utilizar el collar.

Cuando la chrysos volvió a hablar, la miró de reojo y luego bajó la vista al suelo, pensativo, guardando ambas manos en los bolsillos. Tras unos segundos, terminó por asentir.

—Te acompaño... —murmuró, comenzando a andar hacia la puerta.  

*se van*

fdr. apfffffff

Con pasos lentos, el chrysos avanzaba sobre los muros del mirador, iluminando el camino con los ojos, levemente encendidos. El tiempo parecía haberse estabilizado y era agradable estar ahí fuera, en las alturas, pero él no parecía, a pesar de todo, especialmente satisfecho; en su lugar, daba la impresión de estar tremendamente cansado, como si cada pequeño paso le costase. Llevaba varias vendas en las manos y las muñecas, vendas que parecían seguir bajo la ropa, pero uno solo las apreciaría si se adentraba en el mirador, pues el chrysos daba la espalda a la entrada, y desde ese ángulo uno solo podría ver la fina capa que llevaba puesta ondeándose por el suave viento.

Lyam suspiró y se detuvo un segundo. Apartó entonces la vista y miró el lejano suelo, iluminando una pequeña parcela, apenas distinguiendo un par de detalles. Parpadeó. Sentía la mejilla todavía hinchada.

*tras un rato, se va*

Estoy de pie sobre una de las almenas, mirando hacia abajo, a la extensión de Brontë, que se extiende a lo largo y ancho. Hace tiempo que no siento vértigo por caerme, como si fuese a poder volar desplegando unas alas invisibles de dar un paso inapropiado, y de verdad he llegado a creer que pasaría, aunque nunca lo he probado porque sé que no es posible. Y hoy...
Hoy el cuerpo parece pesar más y menos al mismo tiempo. Seria, pero a la vez con gesto curioso, me dedico a observar y caminar sobre la piedra, dejando que el cuerpo, alerta, sea el que guíe mis pasos mejor de lo que yo sabría hacerlo.

He cambiado mucho desde que vine. Tanto que no me reconozco. No era más que una niña estúpida jugando a ser adulta, a ser fuerte.

Inspiro profundamente por la nariz y dejo ir un grito hacia adelante, uno tan alto que llega a resonar y volver a mí, grave y desgarrado, de alguna forma. Me mantengo inmóvil durante varios segundos, como si esperase que pasase algo, pero no es así. Y entonces me bajo de un salto suave y me estiro, como si me desperezase.

Aún tengo que cambiar un poco más, me temo.

*se va*

Raro es en ti el que hubieses decidido salir de excusión por el palacio, aunque pareces decidido.
Llegas a un lugar en el que no has estado nunca y lo observas con curiosidad. Te asomas, pero no observas nada más que oscuridad, pese a todo puedes hacerte una idea de la altura a la que te encuentras y notas cierto regustillo en la nuca.
Sonríes en silencio, contento.

Hebilla descansa en tu bolsillo derecho, aunque ahora mismo no te apetece hacer el bobo con ella, por lo que simplemente te apoyas, y suspiras.
Piensas que este sería un lugar fantastico incluso para dormir. A pesar del frío.


*se queda*

A veces lo observo. Tengo más cosas que hacer que seguir a los guerreros uno por uno, pero de este en concreto he escuchado hablar. A Jillian, precisamente. Al parecer, tiene problemas para socializar. Y no me extraña, porque es algo extraño. Pero eso no lo hace mal chico. Y está por ver aún si lo hace o no mal guerrero, porque todavía no ha salido de misión. Hoy sin embargo, es mi turno.

Me aparezco al otro lado de la puerta, de modo que puedo abrirla y salir al mirador con una sonrisa radiante. No es que todo vaya perfecto, pero hace tiempo que no ocurren cosas malas, y hoy mismo hemos tenido un éxito en Ventus. No marcha mal del todo, supongo.

-Vaya, disfrrutando del buen tiempo, eh -comento nada más salir, acercándome al guerrero con pequeños pasos animados-. Dicen que harrá bueno los prróximos días, y mis huesos lo confirrman-. Río un poco, divertido-. Así que ya sabes. Sal ahorra que hace sol. No querremos guerrerrros enferrrmos.

Veamos cómo es en persona.

Escuchas una voz a tus espaldas y te das la vuelta, con curiosidad.
Observas a aquel hombre. Sin dudas, le conoces de algo y al principio dudas. Lo has visto en algún lugar antes, quizá hace mucho tiempo cuando eras un adolescente.

Entonces te das cuenta.- Es usted Nagorr Brumm.- Explicas frotándote un ojo con modorra.- Mi nombre es Marik.- Le sigues observando, pestañeando con lentitud y acercando un poco tu cara a la suya.- Es usted formidable.- Asientes mientras te frotas la nariz.

-¿A qué debo su visita? ¿He, acaso, hecho algo mal?- Preguntas, despacio y con voz monótona, la habitual.

Quizá estuvieses algo más adormilado de lo normal. Era tarde y no acostumbrabas a estar despierto a estas horas.
-Digame si le puedo ayudar en...- Te vuelves a frotar un ojo.- Algo.



Dado: 6

Me reconoce. Me atuso la barba, contento. La verdad es que ya es un paso. Al menos sabe dónde está. Y a quién sirve.

-Marik, sí. He oído hablarr de ti -respondo, con una sonrisa tranquila-. Pero tranquilo, Marik. No has hecho nada malo. Simplemente querría conocerrte. Siento curriosidad porr ti. Llevas aquí un tiempo ya, ¿no? Perro nunca nos habíamos visto en perrsona. Y los parrvus no abundan. Es agrradable encontrrarrlos.

¿Y qué le puedo preguntar? No quiero que me responda lo que ya le ha dicho a Jillian. Quizás es mi deber guiarlo, más bien. No me gusta que haya gente desorientada en nuestras filas.

-Querría prreguntarrte si estás a gusto porr aquí. ¿Encuentrras cómodo Brrontë? ¿Y qué tal las instalaciones? ¿Te han serrvido bien en tus entrrenamientos? -inquiero, tranquilo.

No quiero que se sienta mal, peor nunca está de más recordar las cosas. Si cumple luego en las misiones estará bien.

FDR- Yo te quiero Marikkkkkkk <3

Sonríes ante sus primeras palabras, para luego, ponerte serio.
-Bueno, es un lugar muy acogedor y agradable, de eso no hay duda.- Comienzas.-Aunque...- Te frotas la nuca con algo de vergüenza.- La compañía escasea.- Camuflas.- Aunque estoy acostumbrado a la soleddad así que no supone un gran problema tampoco.- Sonríes, con el fin de tranquilizar su ansia de saber.
- Estoy bien.- Rematas.

-¿Y usted está a gusto aquí?- Preguntas sin mucho pudor.- ¿Le gusta este sitio?- Sonríes, amable. Los parvus sois curiosos cual ratones. -Lleva ya mucho ¿no?



Dado: 6

Bueno. No sé si lo dice de verdad o si es por contentarme, pero es una respuesta satisfactoria. Lo miro, de todas formas, con curiosidad. No es un chico desagradable. No sé por qué le cuesta tanto relacionarse. Quizás es porque pasa buena parte del día durmiendo.

-¿Y eso? -pregunto, de todas formas-. ¿No se llevan bien contigo los otros guerreros? Suelen ser bastante sociables -lo animo, para que hable un poco.

Su pregunta, entonces, me hace reír. A mí, me guste o no, me corresponde estar aquí. Sin embargo, puedo permitirme ser agradable con él, ya que lo pregunta.

-Pues sí, desde el prrincipio. Y no estoy a disgusto. Me gusta poderr forrmarr parrte de esto. Aunque no sé si los guerrrerros están contentos conmigo. Si se te ocurrre algo que pueda cambiarr...

-No se... siempre me duermo o, cuando intento hacerlo, me miran raro.- Haces una pausa.- Quizá haya tenido sólo mala suerte a la hora de conocer a gente.- Concluyes, reflexivo.

Asientes ante sus palabras.- No se me ocurre nada aunque... bueno: ahora que viene el verano podríamos hacer algún torneo entre nosotros. Sería sin duda una gran oportunidad para conocer gente.- Sonríes.

Estás contento, sin duda. Sin embargo, comienzas a sentir un leve mareo y te maldices, antes de dormir.







Dado: 3 -_____- rili? Puto defecto maldito e_e

FDR: o sea, me sale naggor y el dado dice: eoe no
ene

Es extraño, pero de hecho se desvanece de pronto. Me acerco algo alarmado, pero solo está dormido. Sus funciones vitales no han empeorado. Al final parece que se trata solo de eso. Y pude ser un problema, y uno muy grande. porque podría poner su vida en peligro en una situación de riesgo, o la de otros. Depender de alguien como él para enfrentarse a algo importante podría ser demasiado arriesgado.
Pero ha recibido la llamada de Brontë, así que debe tener algo que aportar. He visto esa herramienta que lleva a veces. Supongo que sus capacidades son unas que otros no tienen.

Pensaré en algo. Ha de haber una forma de mejorar ese problema suyo.
Ahora de momento, sin embargo, dejaré que descanse.

*se lo lleva*

Llueve. Johan ha subido al mirador, de todas formas, y a esas alturas ya tiene el pelo lacio, suelto, empapado, pegado a la cara y al cuello. Pero no le da demasiada importancia, o ninguna, y continúa con sus actividades.
Ha dejado la camisa en el interior, doblada en el suelo, para que no se le moje. Está solo, porque ni a Dardo ni a Rina les gusta mojarse. Así, por otra parte, puede dedicarse a sus ejercicios. Bajo la lluvia resulta más refrescante.

Los movimientos son lentos, como suelen serlo, porque no necesita más que practicar la técnica. también lleva las manos desnudas, pero amaga ataques que rajarían gargantas si llevase las garras puestas. De vez en cuando acelera de pronto, encadenando diferentes movimientos de una vez, lanzando alguna patada en mitad de un salto, barriendo una cabeza imaginaria, y al caer de nuevo al suelo empieza otra vez con los movimientos lentos, simbólicos, encadenando técnicas como si se tratase de una danza.

Aquel día me había tocado ejercicio en las alturas. Si bien era cierto que no había interaccionado mucho con las alturas en sí, cambiar de escenario de vez en cuando era algo que siempre se echaba en falta. Y no solo porque Corbin lo dijese. Yo no conocía bien las zonas altas de Palacio, pero los enemigos no escogían siempre lo que uno deseaba como lugar de combate. Quería estar preparado para todo.
Terminé por enfundar a Värdjas, sin embargo, tras un buen rato de enfrentamiento contra el aire. Y entonces me acerqué al borde del mirador para observar un poco los jardines, que se veían desde allí. Todavía quedaba luz.

Estaba algo frustrado. Llevaba tiempo sin sentir que cumplía con un cometido noble, y los últimos acontecimientos... Para colmo, estaba todo tan tranquilo que uno llegaba a relajarse. Y entonces me daba cuenta de que que lo viese todo tranquilo no era cierto: en el mundo seguía habiendo problemas, pero estaban en otra parte. Y la pregunta era por qué no estaba yo enfrentándolos...

*se queda*