Mirador de la Torre

El verano estaba en pleno apogeo, pero no estaba siendo sofocante. Sin embargo, después de mi breve e infructuosa estancia en Aqua, el calor se notaba, desde luego. Por supuesto, no era un problema para mí. Las temporadas veraniegas en Ignis siempre me habían agradado, y eso que el calor era allí mucho más notable.

Necesitaba algo de actividad. Después del último fracaso, no había vuelto a tener nada que hacer, y la falta de trabajo empezaba a hastiarme. Quizás debería seguir investigando al autómata. Por el momento, no había conseguido encontrar la manera de hacerlo mejorar, así que no sabía si era posible. Pero, desde luego, sus habilidades no eran suficientes para ser más que un pequeño apoyo en batalla, y eso no me...

Dehnel. Siempre Dehnel. Cada maldita vez tenía que estar en medio, Mithos.

Asegurándome de ser sigiloso, di media vuelta y bajé las escaleras antes de que tuviera oportunidad de volver la vista hacia mí. Mejor no perder el tiempo en conversaciones insulsas. No estaba de humor para eso.

*Se va*

FdR- Sé que lo echabas de menos ;9

Ha sido una tarde productiva. Una de tantas. Las flechas parecen cada vez más raudas y precisas. O quizás sea simplemente que el ejercicio ha dejado a Kyoti de buen humor. Y, desde luego, el buen tiempo ayuda.

Se ha cruzado con un flamma en las escaleras que no parecía muy de acuerdo. Kyoti no lo conoce, y ha decidido que, teniendo en cuenta su expresión y las circunstancias del encuentro, no era momento para molestar. De todas formas, no va buscando compañía exactamente. No la rechazaría, claro, pero no se siente solo en este momento. O sea, está solo, pero no ese solo. Es decir, el solo de sentirse mal por ello. Por el solo.

Su línea de pensamientos muere en la puerta que da al exterior de la torre, junto con sus movimientos. El calor debe estar atrayendo a los flamma. Demasiados seguidos. Pero este en concreto es algo peligroso, la verdad. Kyoti no ha olvidado su situación, y trata de recordar todos los datos recopilados. Por desgracia, se ha quedado en blanco. En todos los sentidos.

Inmóvil y algo pálido, observa desde la puerta, incapaz de hacer nada.

*Se queda donde está*

¿Cuánto podía estar uno mirando los jardines perdido en sus propios pensamientos? Mucho tiempo, claro. Mi padre siempre me había dicho que un hombre que piensa puede perder la noción del tiempo, así que tenía que saber cuándo dejar de pensar y actuar. Y por ello otros hombres hubiesen pensado horas o días, pero yo, llegado un punto, paré y me volví.
Iba siendo hora de cenar.

-Oh...-. Esbocé una sonrisa al verlo. Era el chico del bosque, que no tenía muy buena cara. Y yo no recordaba su nombre... Vaya gesto más innoble por mi parte-. Buenas noches, aunque no lo parezcan. El sol todavía brilla en el cielo -lo saludé, dando unos pasos hacia él-. ¿Vienes a aprovechar los últimos rayos?

¿Cómo conseguir que dijese su nombre él mismo?

Kyoti da un respingo y mira arriba. Claro, de noche no es, eso desde luego.

-Sí, bueno, quizá buenas tardes -. Y entonces se da cuenta de que lo acaba de corregir. No parece el tipo de persona que vaya a tomarse bien eso. Carraspea-. Bueno, o noche, claro. Es decir, que a estas horas... Pero, eh, sí, sí, claro, hace sol aún... Un poco.

Se siente incómodo, desde luego.

Kyoti acaba por bajar la vista al suelo. ¿Se enfadará de nuevo? ¿Volverá a preguntarle por lo que hizo? Bueno, en realidad, ¿qué es lo que hizo? Nada, ¿no?

-Si molesto...

Dicho de aquella manera quizás tenía más sentido. Asentí, contento, podía decirse. Iba a añadir algo, pero él siguió hablando. Parecía un chico tímido, aunque no sabia mucho de él. De alguna forma me resultaba familiar, pero no tenía claro el por qué. Apenas había intercambiado con él unas pocas palabras.

-¿Molestar? Qué va -me apresuré a decir-. Si esto es de todos. Bueno...-. Me froté un momento la mejilla, pensativo-. No exactamente. Mío no es, desde luego. Pero se nos permite estar en todas partes, quiero decir-. O en las que se nos permitía estar, al menos-. No será que estorbo yo... -pregunté luego algo contrarizado, frunciendo un poco el ceño. A lo mejor era él el que tenía algo que hacer allí arriba-. Yo me iba a ir yendo a cenar, de todos modos. No te sientas comprometido por mi presencia -traté de tranquilizarlo, recuperando la sonrisa.

El nombre. No lograba recordarlo. Algo como Ko... Koji, o...

FdR- Conversaciones inteligentes en 3, 2...

fdr2- pausau

Ay, Mithos. Se lo ha tomado como lo que no es, ¿verdad? Es eso. Ha interpretado que está retándolo. Es territorial y posesivo, Kyoti ya ha tenido oportunidad de comprobarlo. No ha entendido que él, en cambio, no tiene ninguna intención de combatir contra él. Que no está interesado en llevarle la contraria. ¡Ni mucho menos!

-No, no, de verdad, no tengo ningún interés en molestar. Bueno, ¡por supuesto que no! Es decir, supongo que no por supuesto, pero, eh... -insiste, sintiendo que empieza a agobiarse. Pero no debe dejarse dominar por el miedo. En realidad, la actitud correcta es la de él, un rudo guerrero dispuesto a defender su fuerza ante todo. A su lado, Kyoti no es nada ni nadie-. Siento haber aparecido, de verdad. No quería molestar. Es decir, no quiero. Ni querré. Yo... eh... ¡adiós!

Kyoti da media vuelta y echa a correr escaleras abajo, sintiendo el peligro a sus espaldas, esperando poder dejarlo atrás pronto. No quiere discutir. No quiere molestar. No quiere pelear. No con sus compañeros, claro. Intentando evitar tropezones y mantener el equilibrio, trata de esfumarse antes de que su compañero decida que ha terminado de meter la pata.

*Huye*

Había habido algún malentendido, desde luego, porque tras decir unas cuantas palabras el chico se fue, raudo, dejándome con las mías en la boca. Y yo sin saber qué demonios había pasado y sin recordar tampoco su nombre.
Nuestro primer encuentro no había sido muy agradable, y no podía evitar pensar que aquella vez lo había dejado también con un mal sabor de boca.

-Pero me iba a cenar... -alcancé a decir, aunque él ya no estaba, buscando dar de todas formas la justificación (y verdaderamente cierta) que no se me había permitido pronunciar.

Vaya una sensación extraña. No sabía explicarlo, pero era como si le hubiese generado adversación, o aversión. Porque de verdad había parecido que huía, y no que se iba sin más.
¿Para qué habría subido a aquel lugar si no era a hacer algo? Seguramente no para irse a toda prisa.

Me rasqué la mejilla, confuso, y alcé la vista al cielo un momento. Me sentía incluso algo culpable, y aquello me quitaba algo el apetito y me hacía pensar.
No llevaba una racha muy buena, aquello desde luego.

*se va*

Con todo el revuelo de los últimos días, casi parece que el mundo te haya olvidado. Casi, por supuesto. Pero es cierto: de no ser porque es absolutamente imposible, te lo creerías. ¡Incluso te has visto obligada a rebajar el nivel de atención que atraes normalmente para no distraer al servicio de los heridos! Es una tarea agotadora, y no sabes cuánto tiempo más serás capaz de seguir haciéndolo.

Hasta el momento, sin embargo, has podido con ello. Te has centrado en otros asuntos, en mantenerte en armonía con la naturaleza, en demostrar que la fuerza y la belleza pueden ser una si es a través de ti. Inspiras hondo y buscas la luna en el cielo, entre las nubes. A ratos olvida su timidez, embelesada por tu figura, y sale a tu encuentro. Siempre hay algo en el ambiente que necesita de tu belleza.

*Se queda*

No es un descanso, exactamente, aunque sí suponga un respiro. Pese a mi humor, serio por las muchas cosas que están pasando ahora mismo, trato de mostrar una sonrisa amable cuando me aparezco tras ella. Tenia pendiente que habláramos, pero al final me ha sido imposible verla en los últimos días. Lo haré breve, entonces.

-Currtis Gingerr, ¿no es así? -pregunto para llamar la atención, atusándome a barba, haciendo hincapié en las erres, como es habitual-. ¿Buscas rrespuesta a tus prreguntas en el cielo? Debe de serr difícil estarr aquí con todo lo que está pasando... -. Giro un poco la cabeza al decir eso, pasando a mirarla de reojo-. ¿Cómo encuentrras tu estancia en Brrontë?

El cielo, nublado, hace juego con la situación actual.

Te giras lentamente, cuidando los movimientos para que su perfección sea todavía más perfecta. Es otro enano, y aunque esperas que el problema no sea de la raza, tratas de ser prudente en el trato. De todas formas, conoce tu nombre y tiene un claro interés en ti, que por supuesto, es inevitable para él. Tus malas experiencias no deben hacerte juzgar a tu público. No lo merece.

-Tan solo lamento que no todo haya sido tan afortunado como mi llegada -suspiras, con una dulce melancolía en la voz-. Yo me mantendré en mi puesto, a la espera del momento en que me corresponda actuar. Espero hacer justicia a mis ensayos.

La harás. No has estado todo este tiempo mirando a la luna. No; es tarea de la luna contemplarte a ti. Tú, mientras tanto, te has fortalecido. Estás preparada para demostrar que nadie se ha equivocado al reclamar tu presencia, que no ha sido un simple capricho.

La examino mientras habla. No pierdo la sonrisa, aunque estoy cansado y me cuesta un poco mantenerla. Agradezco que la oscuridad oculte las suaves ojeras que vi que tenía hace unas horas: no me gusta que los guerreros e vean débil, y menos en momentos así. Si ellos perciben esas cosas quizás pierdan la fuerza para plantar cara a sus enemigos.

-Tu puesto... -murmuro, y asiento un poco, suavemente-. En mi opinión, deberrías irr pensando en hacerr algo trras esos ensayos -le indico-. Corrren tiempos difíciles, y no siemprre hay tiempo parra prreparrar las cosas tanto como uno quierre. ¿Cómo te sientes trras las últimas noticias? -le pregunto, con tono sosegado, como si lo que digo no fuese tan importante.

No me importa qué puede hacer si no lo hace.

Vaya, sí que está impaciente por verte en acción. E intrigado. Preocupado, incluso. No tiene qué temer. No vas a caer en manos enemigas, ni en trampas. Estás preparada para lo que venga, empiezas tú misma a impacientarte.

-Desde luego -coincides, convencida-. En cuanto tenga ocasión, tomaré mi papel. Estoy deseando ponerlo en práctica.

Cavilas a su pregunta. Entiendes su preocupación, por supuesto, pero has tenido la suerte de no verte directamente afectada por el suceso. Claro que no quieres que piense que abandonarías el escenario por cualquier cosa.

-Me he sentido un tanto al margen -admites, manteniendo el tono melancólico-. Lamentablemente, las noticias son confusas, ya que no hay comunicados oficiales. Cuando los haya, podré responder mejor a los hechos.

Si tus fans necesitan saberlo, tendrás que responder a sus necesidades, desde luego.

La sonrisa se vuelve algo sombría mientras ella habla, pero no desaparece. No es más que cansancio acumulado. Y frustración.
Tuvimos a Flavia ante nosotros. Detenerla hubiese sido sencillo.

Busco entre mi ropa hasta dar con algo duro y saco con la diestra una piedra pendida de una cuerda de cuero. Dejo que cuelgue de mi dedo corazón, que oscile un poco, mostrándosela con la palma orientada hacia abajo. En ningún momento dejo de mirarla.

-Necesitamos a todos los efectivos preparados. Esto es un amuleto que te permitirá volar en Brontë -le explico-. Aunque sujeto a nuestros deseos. Si cualquier líder anula la orden dejarás de poder hacerlo -le explico. Evidentemente Flavia ya está fuera de esto-. Pero tranquila, no caerás al vacío. Seguirás pudiendo planear. Sin embargo...-. Frunzo un poco el ceño, y de pronto mi mirada revela fiereza-. No te lo has ganado. Estaré pendiente de tus movimientos a partir de ahora, así que recuerda que no es un regalo, solo una concesión -le advierto.

Acusas el golpe. No puedes evitar dirigirle una mirada dolida. ¿Qué es lo que no te has ganado? ¿Es que deberías abandonar también el palacio? ¿Ni siquiera has tenido ocasión de salir a escena y ya te están echando? ¿O es envidia, también, como le pasaba a la otra enana? ¿Es que tienen algún problema contigo? ¿Es una cuestión cultural?

Ni siquiera estás segura de querer aceptar lo que te ofrece. Si no es capaz de reconocer un talento y aceptarlo, si no es capaz de admirarlo, quizás sea mejor no mezclarse con él. Con ninguno de ellos, por lo visto. ¿Pero qué es lo que creen que has hecho mal? Tú, que dedicas tus esfuerzos, día y noche, a encontrar nuevas formas de arrebatarles el aliento de la impresión.

Como si alguna vez pudiera ignorar tus movimientos. Acabas por aceptar el no-obsequio, pero solo por no crear una mayor discordia. Tú eres la gran enemiga de la discordia.

Sin embargo, no tardas en subir a las almenas, en extender esas alas magníficas, en mirarlo desde tu nueva posición. No sabes qué ha malinterpretado, pero no permitirás que mantenga esa falsa impresión mucho tiempo.

-Con permiso -respondes, manteniendo tu dignidad firme, sin dejarte avasallar.

Y, de un salto, abandonas las almenas. No sabes si dice la verdad, así que empezarás por planear, por movimientos seguros. Poco a poco, sin embargo, descubres que no te ha mentido, y te alejas volando de una compañía que, de nuevo, ha resultado no ser grata.

Es una cuestión cultural, seguro.

*Se va*

Ni siquiera da las gracias. Llego a tener el impulso infantil de arrebatarle lo que le he dado, pero sé que no se trata de eso. El mal humor no ayuda a que me tome a broma las situaciones, o a que yo mismo las propicie. Así que simplemente la observo mientras echa a volar, y la impresión que me queda de ella no es la mejor.
Suspiro, y el final de suspiro se vuelve casi un gruñido. Estoy algo cansado de esto, de esta forma que tienen muchos guerreros de ver o hacer las cosas. Pero es evidente que no puedo quejarme, no hoy. No es ella la que ha ocasionado problemas, a fin de cuentas.

Resoplo de nuevo y me doy la vuelta. Desde luego, no me vendría mal un poco de ayuda. Unas vacaciones parecen algo imposible, pero un apoyo no estaría de más.

*desaparece*

FdR- pauha