Pasillos

Un chico muy bien vestido pasó a mi lado.
-H-hola, eres nuev...

Pero el muy cateto siquió de frente si dirigirme la palabra.
MENUDO CHULO
pues que le den... ¿veis? ya ha conseguido enfadarme...
me voy a dormir.

*se va*

FDR: OG! maldito Alexander

Iba caminando por los pasillos sin rumbo fijo, ya que no tenía ganas de nada en concreto.

"¿Por qué tienen que complicarse tanto las cosas...? Ni que me hubiesen echado un mal de ojo...", pensé, mientras las lágrimas se me volvían a escapar de los ojos.

"Jope...", pensé mientras me las secaba y me acercaba a una ventana. Miré al cielo mientras intentaba tranquilizarme, pero entonces mi brazo rozó una de las cortinas aterciopeladas.

Sonreí de forma nostálgica, y volví a llorar sin remedio.

"Bo... Hewina... eres tonta", pensé. Y me quede allí, mirando por la ventana y dejando que aquellas lágrimas incontrolables saliesen.


*se queda*

Tras salir del Hall llegó a los pasillos. Ahí sí que se paró. No quería perderse (porque, entre otras cosas, llevaba caminando un rato considerable). Examinó el pasillo, despacio, intentando encontrar a alguien que le pudiese guiar. Por suerte, ese alguien no tardó demasiado en aparecer.

A unos metros de él, una chica morena, no demasiado alta (o al menos así lo creyó el chrysos) observaba algo por la ventana. O a lo mejor sólo pensaba con la vista clavada en el cristal. Se acercó hacia donde estaba la chica. Al acercarse más, descubrió qué era lo que hacía la joven exactamente. La visión no le resultó agradable. Ahora tendría que esperar un buen rato para que la chica pasase de "simple chica que llora" a "guía". Suspiró y torció una sonrisa torpe (si era fingida o no, es otra historia). Sacó un pañuelo del morral.

- ¿Quieres un pañuelo? Te vendría bien. - murmuró, mientras le tendía el susodicho objeto. Se pasó la mano libre por la frente, despeinándose, y ensanchó la sonrisa. Sin duda, si quería hablar con la chica, primero ella tendría que dejar de llorar.

Una voz masculina me sobresaltó, y cuando me giré pude ver a un chico que no había visto antes por allí. Su pelo era medianamente largo, y de color verde... como la hierba.

"Qué pelo más bonito...", pensé.

Me quedé mirándolo unos instantes, y entonces recordé que me había ofrecido un pañuelo.

"¡Oh!, g-gracias...", le dije tímidamente mientras cogía su pañuelo y me secaba las lágrimas con él.

Después lo miré sonriente, y le dije: "No te había visto antes por aquí. ¿Eres nuevo?"

La chica no tardó demasiado en girarse, aunque si tardó un poco en hablar. Nada más clavar sus ojos en el chrysos, la joven se había quedado contemplando su pelo. Eso le hizo ensanchar su sonrisa. Le gustaba que la gente se embobase mirando el extraño color de su cabellera. Era divertido.
Cuando habló, su gesto volvió a ensancharse.

- De nada - dijo, encogiéndose de hombros.

Observó, en silencio, cómo la chica se secaba las lágrimas. Por un lado quería preguntarle porqué lloraba, pero una parte de él le decía que eso sería poco caballeroso y, además, una perdida de tiempo. Si quería que la chica lo guiase hacia algún sitio, tendría que limitar sus palabras.

- Sí, soy nuevo - respondió después de escuchar la pregunta de la claritas -. Acabo de llegar hace unos minutos. - Clavó su vista en la joven y, rompiendo con sus anteriores palabras, añadió -: Me llamo Lyam. ¿Tú? Y, si no es poco caballeroso, ¿qué te ha pasado? Una chica como tú no debería perder su tiempo llorando.

La curiosidad había acabado ganando. Siempre lo hacía, por mucho que intentase ocultarla. Pero, en cierto modo, había parte de verdad en sus últimas palabras: una chica como aquella, con esa cara de niña buena, no tendría que perder su tiempo llorando. Y mucho menos en medio de los pasillos.

"Ah... no... nada... no tiene importancia...", le dije desviando la mirada. No era plan contarle mi retahíla de constantes desdichas a alguien que acababa de conocer.

"Yo soy Hewina. Hewina Astaldë.", le dije sonriente.

"Bueno... toma", le dije devolviéndole el pañuelo. Quedaba un poco mal devolvérselo usado, pero bueno, al fin y al cabo solo estaba de mis lágrimas.

"Para agradecértelo puedo enseñare un poco el palacio, si quieres... que es tan grande que podrías acabar perdiéndote", le dije para compensar su amabilidad.

- Pues si no es nada, no merece la pena llorar, mujer - susurró, mirando hacia otro lado. ¿Llorar por que sí? Así no ganaría nada.

Se pasó una mano por el pelo, despeinándolo de nuevo, mientras la claritas se presentaba. Hewina Astaldë, así se llamaba. El chrysos esbozó una amplia sonrisa y le tendió una mano.

- ¡Encantado pues, Hewina Astaldë! - dijo, con un entusiasmo que cualquiera que le conociese hubiese definido como "fingido". Pero Hewina no le conocía, así que podía fingir lo que quisiese. Además, sí que estaba encantado de conocerla: no en vano, seguro que terminaba guiándole por Palacio (y ese era su objetivo principal en ese momento). Recogió el pañuelo que la chica le tendió. Ya lo tiraría después, a pesar de que sólo estaba lleno de lágrimas.

- Podías quedártelo... - apuntó, antes de guardarlo. Luego torció una amplia sonrisa. - ¡Me encantaría que me enseñases el Palacio, en serio! ¡Parece enorme y no tengo ganas de perderme!

Observó a la claritas y esperó a que se levantase para comenzar el recorrido por Palacio.

FdR. Pueden irse en tu post?

Lo miré sonriente. Parecía ser buena persona. Amable, sincero... y con bastante entusiasmo cabe decir.

"Bueno, pues vamos allá...", le dije, y nos adentramos por el palacio, mientras le mostraba todo y le hablaba de como era la vida por Brontë (al menos, de forma superficial...).

*se van*

Salí del baño y anduve por los pasillos sin rumpo... ¿a donde ir? al comedor? a la biblio? a los balcones? jo... me aburría como una ostra... para una vez que podía fardar de algo bueno... y no sabía a donde ir ni había nadie cerca... jo... el mundo se cebaba con mi persona...

*se queda maldiciendo su suerte*

Salí apresurada del baño en dirección a la enfermería para contarle la noticia a Silvanus, pero entonces lo vi en el pasillo, saliendo del baño de chicos.

"¡Sil! ¡Siiil!", grité llamándole, pero tropecé con mi propio pie y me caí de morros en el suelo.

Me llevé una mano a mi dolorida nariz, pero al menos Sil se percató de mi presencia y se giró hacia mi.

Entonces me dirigí hacia él y le dije: "Tengo que... ... ¿que haces aquí solo? ¿ya puedes andar mucho? ¿estás bien?", le pregunté con preocupación mientras lo agarraba delicadamente.

Oí mi nombre gritado desde la otra punta del pasillo y me giré, justo cuando ví a Hewina, esta se cayó de bruces contra el suelo.

-Ei! ¿estás, bien?, ¿que diantres?- dije corriendo hacia ella para ayudar a que se levantara.

-No, bueno... ya estoy un poco mejor... ademas no me voy a pasar la vida en la enfermería, no? y bien, ¿que querías contarme?- dije dandole un besito en su ahora roja nariz.

Silvanus después de responderme me preguntó qué quería contarle, y me dio un beso en la nariz.

Yo le sonreí, y después suspiré y le dije con una expresión medianamente seria: "Pues verás... me... me ha venido la regla...", y esperé su reacción.

después de tal bomba informativa, mi corazón comenzó a latir muy rápido. NO ME LO PODÍA CREER!!! ERA LIBRE!!!! DIOOOOS QUE FELICIDAD una sensacíon cálido recorrió mi cuerpo y la abracé, haciendo que me importaba.

-Al final sabíamos que sería lo mejor...¿tu estas bien?- como la estaba abrazando ella no pudo ver la inmensa sonrrisa que estaba dibujada en mi cara.


QUE FELIZ SOY QUE FELIZ!!!

"Sí... estoy bien...", le dije reprimiendo las lagrimas mientras me abrazaba.

Lo cierto es que no lo estaba del todo, pero no quería que él lo supiese.

"¿por qué no puedo parar de llorar? maldición... es... es lo mejor...", pensé cerrando los ojos y agarrando a Silvanus fuertemente. Mi mente me decía que definitivamente era lo mejor, pero en el fondo de mi alma me dolía... y sentía como si un mal presentimiento me quitase la felicidad.

Finalmente me separé de él y lo miré con una sonrisa forzada.

- Bueno, no llores, mujer... total... ya está... si queremos, podemos intentarlo más adelante- NUNCA... vamos, ni de coña: ahora que me había librado de semejante percal, no quería meterme en otro berenjenal.

Bueno, me voy- que tengo que ir a celebralo- que tengo mucho trabajo que hacer... tengo que aprenderme el maldito libro ese... para alexander, y aún voy en la pagina 4... - Le dí un beso en los labios y una palmada en el culo y me fui.

*se va*

Silvanus después de decirme aquello se despidió de mi con un beso y su habitual palmada en el culo, y se fue.

"Bueno... al menos le he quitado un peso de encima.", pensé mientras suspiraba y veía como se marchaba.

...

"Es lo mejor...", murmuré con expresión seria, y me fui de allí, en dirección opuesta a la suya.


*se va*

Llegué al pasillo con mi cuaderno para dibujarlo. No era un sitio muy relevante para dibujar, pero tenía tiempo de sobra para dibujar cada rincón del palacio, así que me senté en el suelo y me puse a ello. Al fin y al cabo, el lujoso pasillo me ofrecía una perspectiva interesante.

Cuando comencé a detallar una de las cortinas rojas de terciopelo me acordé del día que me encontré a Silvanus en la escalera de caracol y le di una de las cortinas (aun que esa era mas pequeña que la de los enormes ventanales que estaba dibujando). Sonreí de forma nostálgica. Había sido un momento muy raro e impactante aquel entonces, pero ahora no podía evitar reír cuando lo recordaba.

Después seguí dibujando, mientras tarareaba una canción con la boca cerrada y en voz baja.

*se queda*

Después de estar toda la tarde pensando en Aren, estando en la fuente hablando con Heylel de Aren... ahora no me lo podía quitar de la cabeza... realmente parecía que lo nuestro ya no era tan descabellado... o por lo menos eso pensaba mi joven cerebro.
"me dijo que estaba guapo"... nunca me lo había dicho... quizas le guste un poco... no se..."
Pero no podía atender a tantas obligaciones a la vez si quería centrarme en dedicarle tiempo a la ínfima posibilidad de ganarme a Aren... al fin y al cabo, lo mñás dificil ya estaba hecho...
La verdad es que entre Alexander, Hewina y Aren... me iban a volver locos... tenía que deshacerme de los "lastres" que me impedían conseguir mi objetivo final...
Víu a Hewina que estaba muy entretenida haciendo unos dibujos en los pasillos.
Cogí aire y resoplé, encaminándome con paso firme hacia ella.

-Hewina lo he estado pensando mucho y... voy a dejarte. Esto no va a ninguan parte. No eres mas que uin lastre que me impide llegar a lo que realmente quiero.
Adios

Por una vez tenía las cosas claras, me fuy con paso firme y una sensación extraña... todo el mundo era el que pasaba de mi... y hoy me había convertido en una de las personas a las que odianba... pero bueno... no me sentía tan mal... de echo, me sentí liberado... en parte... quizás Aren sea así por esta sensación que estaba sintiendo.

*se va*

Lo miré con los ojos muy abiertos... y cuando se fue el lápiz que sostenía se me cayó de las manos, mientras las lágrimas salían de mis ojos de forma estrepitosa.

Sospechaba que esto acabaría pasando... pero a pesar de ello me dolió más que si me hubiesen arrancado todas las extremidades de mi cuerpo de forma violenta.

La montaña de ilusiones que habíamos formado se había desvanecido en el aire...

Comencé a sentir un dolor agudo en la garganta, mientras mi mente asimilaba una y otra vez lo que había sucedido... y entonces un grito desesperado de dolor bañado de llanto salió de mi garganta, retumbando por todo el palacio, y justo después tiré el cuaderno al suelo y me fui de allí corriendo, mientras lloraba escandalosamente sin poder evitarlo... y dejando el cuaderno y el resto de mis cosas atrás.



*se va*

La sala del final de unos delos pasillos próximos a las mazmorras rezumaba un intenso olor pesado y absorbente. Por la ranura de debajo de la puerta se escapaban algunos hilos de humo que delataban, para los que se adentrasen en aquel ala dejada de la mano del mundo, que algo ardía en aquella sala embotando el ambiente.

En su interior, con el pelo suelto y a su antojo, tirado sobre un viejo sofá de franela con la camisa fuera de lugar y el cuello abierto, el líder caeruleus retozaba entre humos subyacentes del cuenco de opio que descansaba sobre una pequeña mesa frente al sillón y el que le propocionaba la pipa que sorbía de vez en cuanto haciendo que se dibujase en su rosotro una sonrisa despreocupada.

Se reía solo debido a la embriaguez del estupefaciente y se divertía aflojando la ropa ajustada que siempre llevaba mientras daba vueltas en el sillón.

Se colocó boca abajo, estirando el brazo que sostenía la pipa de droga y se llevó el pulgar de la contraria a la boca.

-Brontë es taaan divertido cuando uno campa a sus anchas...- Susurraba mientras recordaba cualquier cosa relacionada con aquellos que le tocaban las narices. Sorbió la pipa y soltó una carcajada.

*se queda*

Seguí mi caminopor los pasillos pero un extraño olor llamó mi atención... nunca lo había olido antes... pero no estaba mal.
Decidí seguir el aroma hasta que este me llevó a una puierta de la cual emanaban dichos gases. El olor era muy fuerte en aquel lugar.

Abrí la puerta lentamente y vi a ... a ... a... bueno... ¿eso era Aren? ¿que diantres? cerré la puerta rápidamente detrás de mi. No quería que el ambiente se fuera... quizás le molestaba.

No pude disimular una sonrisa al verlo asi. Me dieron ganas de achucharlo... pero me contuve.

-Hola Aren ¿que bien se lo pasa no?- dije sacándo uno de mis cigarros de la mochila- ¿le importa que le acompañoe? por cieeeerto... que es esto que fuma? porque tabaco no es, ee? que eso es lo que fumo yo. Mire: quiere?- dije ofreciéndole uno de mis cigarros.

El líder escuchó la puerta y levantó la cabeza, curioso. Quién sabe si podría ser una de esas chicas del servicio que tanto lo buscaban al final de su ronda. Se río para sí y esperó a ver quien entraba. Comprobó entonces que se trataba del piscis desorejado y alzó las cejas para luego suspirar. Se rió igualmente.

- Cierra la puerta, maldito. No quieras echar a perder mi valioso opio -.Comentó ampliando su sonrisa y dándose la vuelta para quedar boca arriba en el sofá. Dio una calada a la pipa, sintiendo un nuevo mareo reponedor y soltó el aire con tranquilidad.

-No eres una joven preciosa de pechos turgentes, pero también tienes cosas que aprovechar -.Comentó mirando de reojo al muchacho. En cuanto éste le ofreció un cigarrillo bufó y se rió.

-¿Cigarrillos? Yo no fumo cosas de jóvenes eunucos gustosos de sodomismo-. Indicó al muchacho, queriendo meterse con él para aumentar su diversión. -Ven -.Indicó en tono sinuoso.

Bajé la cabeza un poco azorado cuando me dijo que no era una chica, sino yo...
- E-eso es algo que yo no puedo remediar, señor...
Rechazó mi cigarrillo. No se lo reprochaba, aunque la sarta de comentarios ofensivos se las pudo haber ahorrado. Aunque bueno, parecía que el humo de la estancia hacía un poco de efercto en mi cabeza, porque me sentía un poquito mareado entre tanta cantidad de humo.

Me dijo entonces que me acercase... ¿donde está Aren y que has hecho con el? pero bueno... al fin y al cabo: esto es lo que quiero.

Le dí una calada a mi cigarrillo y torcí una sonrisa juguetona en mi rostro. mientras me acercaba a su oído.
-¿sabe?- susurré- acabo de venir de dejarlo con hewina... yo solo quiero estar con usted... que le den a esa cláritas.- me acerqué mucho más a su oerja y le susurré aún mas bajito- como ya le dije una vez, no le tengo miedo a las tinieblas.
Entonces posé mi mano en su pantalón.

El chico se acercó al líder caeruleus y susurró a su oído una información que lo hizo reir de nuevo. Se irguió hasta sentarse en el sofá y agarró al piscis hasta sentarlo sobre él. Debido a la brusca forma de levantarse y a su estado fisiológico, un enorme mareo sacudió al caeruleus haciéndolo recostarse contra el sofá. Por supuesto arrastró con él al piscis ya que no dejó de agarrarlo. Respiró hondo para recomponerse un poco y apretó al piscis contra sí.

- ¿Sabes cuanto tiempo llevo sin ver a mi futura mujer? -Susurró al piscis con una sonrisa que enseñaba sus dientes. -Me alegro de que finalmente hayas decidido dejar de mentirte a ti y al mundo... Quiero escucharte decirlo, Silvanus -.Comentó, juguetón, introduciendo su mano derecha en el pantalón del piscis mientras la izquierda subía su mentón dejando su cuello a merced del líder caeruleus. -¿Qué es lo que sientes por mí? -Susurró antes de succionar la zona que recorría su aorta.

El lider me subió a su regazo, quedando el detrás de mi. Esbocé una sonrisa al "sentirlo"

-Por las ansias que está poniendo esta noche, supongo que mucho, señor...- entonces su mano alzó mi barbilla mientras la otra se metía en mis pantalones, después de haberlo deabrochado.-¿que quiere que le diga?- entonces sentí sus balios, sus dientes y su lengua en mi cuello. Notaba como la sangre fluía nerviosa por mi cuello, haciendo que los latidos acelerados de mi corazón fueran perceptibles para su sensible lengua- ¿sabe? realmente no se muiy bien lo que siento por usted en general... lo ñunico que sé es lo que siento ahora... y ahora lo´único que quiero es hacerle sentir cosas que ni el mejor opio pueda proporcionarle.- entocnes esbocé una sonrisa y me aparté. Me dí la vuelta y pasé mis frías manos por su pecho y mientras descendían suavemente, mi cara se acercó a la de él y lo besé mientras mis manos desabrochaban el cinturón
-Vamos señor, haga de nuevo honor a su nombre y recuérdeme de porqué me enamoré de usted.