Pasillos

Me doy de bruces con un flamma que me saluda a gritos. La ventaja es que no se comporta como Rick, atacándome o insultándome. la desventaja... ¿Acaso no existen los flammas serios y serenos?

Observo al chico unos segundos, analizando su anatomía antes de contestar, como si me estuviera planteando si debo responder o seguir caminando como si no fuera conmigo la cosa.

- Buenas noches -digo al fin-. Como despiertes a algún líder me temo que harán trizas tu espalda.

La chica (que resulta ser una chrysos) me observa durante unos segundos en silencio y yo ensancho la sonrisa. En cuanto empieza a hablar, alzo ambas cejas y me llevo la mano izquierda a la cara. Entrecierro los ojos y miro a ambos lados, buscando a algún posible líder, y luego vuelvo mi vista a ella.

—Oh, Mithos, ¡perdón! Es que pensé que era más temprano y, ¡bueno!, suelo ser un poco efusivo con los saludos — susurro, colocando una mano a un lado de mis labios, como si estuviese contando un gran secreto o una gran confesión o algo por el estilo. Le tiendo una mano a la chica antes de continuar —. ¡Seth Springer! Un placer, señorita... — Dejo la frase en el aire y ladeo la cabeza hacia la izquierda, esperando a que ella termine la frase con su nombre.

Justo entonces, cuando dejo la frase a medias, aparece el chico ninja Follow corriendo por los pasillos. Sin retirar la mano, giro la cabeza hacia a un lado y observo como corre con una sonrisa enorme en la cara.

—¡Eh, buenas noches, Fo...! —Antes de que termine de hablar, desaparece sin decir nada— ¡No importa!

Me giro de nuevo a la chica y ensancho la sonrisa.

—Qué rápido ha pasado, ¡¿verdad?!

- Alehyss -murmuro, completando su frase.

Bueno, parece que es más discreto de lo que ha hecho parecer. Por si acaso, no me fiaré todavía.

En ese momento un tipo enmascarado pasa por nuestro lado corriendo de forma extraña sin decir cosa alguna. Lo veo alejarse preguntándome si acaso esto no será el manicomio Brönte y me han mandado aquí a internarme haciéndome creer que soy la espía de una organización.

Suspiro con delicadeza. El flamma, Seth Springer, parece conocer al tipo raro.

- ¿Quién era ese? -pregunto sin delicadeza alguna.

Al ver que la chica no va a darme la mano, retiro la mía sin variar mi expresión facial. Cuando me dice que se llama Alehyss, asiento un par de veces.

—Un placer, Alehyss.

Me pregunta por Follow y no puedo evitar girar la cabeza para ver por dónde ha pasado. Permanezco unos segundos en silencio, con el ceño fruncido y pensando en qué sé exactamente del chico ninja, y luego vuelvo mi vista hacia la chica. Junto ambas manos, dando una pequeña palmada, y ladeo la cabeza.

—Ese era Follow. ¡¿No lo conocías?! ¡Es un chico pseudo ninja o algo así! Mola mucho porque sabe hacer muchas cosas que yo no sé hacer. ¡Además, tiene una ropa muy rara! Y una frase genial. Creo que era que la muerte le perseguía los talones así que no iba a poder revelar su nombre a la gente para poder salvar la vida de sus pies —Frunzo ligeramente el ceño y me llevo una mano al mentón —. O algo así. Sé que salía la muerte y que la frase sonaba como si la dijese un hombre sabio de las tierras más sabias de todo el desierto, pero no me la sé — Me encojo de hombros y suspiro, sonriente—. Pero aún así es guay. ¡Pídele que te la diga! Porque, ¡en serio!, suena un montón a frase de sabio.

Asiento un par de veces.

Por lo que me dice del tal Follow, no debe de conocerlo demasiado. Además me confirma que no parece muy espabilado.

Miro fijamente al chico a los ojos. El tono de su piel es oscuro. Me pregunto si también tendrá ascendencia claritas. Sea como sea, su piel curtida también indica que debe de estar muy expuesto al sol. Quizás fuera campesino, aunque el comentario de "las tierras más sabias de todo el desierto" quizás tenga algo que ver con su procedencia.

- ¿Vienes de muy lejos? -pregunto al fin, tratando de esclarecer sus orígenes -. Porque no llevas mucho aquí, ¿verdad?

Suspiro y me cruzo de brazos, sin apartar la vista de la chica. No parece demasiado habladora. O a lo mejor yo soy demasiado exagerado y charlatán. Sea la opción que sea, nuestra conversación no es extremadamente fluida, por lo que, tal vez, lo más recomendable sería sacar un tema de conversación nuevo. Antes de que pueda pensar alguno, Alehyss me pregunta de dónde vengo y yo frunzo ligeramente el ceño.

—Oh, pues... De bastante lejos, sí — Enarco ambas cejas y sonrío —. Vivía en el desierto de Ignis con mis padres, en ninguna zona en particular porque nos íbamos moviendo — Río —. Cuando me fui estábamos bastante lejos de Fulmen, pero no tanto como otros. — Me encojo de hombros —. Y creo que llevo aquí un par de meses, aunque no me he encontrado con mucha gente.

Me paso una mano por el mentón y permanezco en silencio unos segundos, antes de preguntar:

—¿Y tú? ¿De dónde eres?

Efectivamente, la respuesta a mis pesquisas es que él vivía en el desierto, y al parecer eran alguna clase de familia, clan, o lo que fuese, itinerante. Pienso en ello unos instantes. Al principio parece una vida difícil de llevar, pero, bien pensado, he pasado así los últimos años de mi vida, más o menos... Aunque supongo que no es lo mismo.

Su pregunta no me toma del todo por sorpresa. Al fin y al cabo, es la misma que he hecho yo.

- Yo nací en un pueblo bastante pequeño -murmuro, como si me diera vergüenza admitirlo-. Viví allí la mayor parte de mi infancia hasta que conocí a... -Jager- alguien... A partir de entonces digamos que tuve residencias en diversos sitios, sin quedarme demasiado en ninguno. Finalmente vine aquí. No hay mucho que contar, supongo...

Retiro un mechón de delante de mi rostro. Bien pensado, si quitas las historias de espías mi vida es algo triste.

Escucho lo que dice en silencio, asintiendo de vez en cuando y prestando mucha atención a sus palabras. Parece que ha vivido en un pueblo pequeño durante su infancia, pero que lleva un par de años con una vida llena de desplazamientos. Esto último hace que me acuerde durante unos leves segundos de todos los desplazamientos que yo he hecho a lo largo de mi vida, aunque no tardo en volver a centrarme en la narración de la chrysos. Me pregunto cuánto tiempo lleva en el Palacio. Por lo que me ha dicho antes, parece obvio que está aquí desde mucho antes de que yo llegase.

—Vaya... Lo de los desplazamientos e ir cambiando de casa continuamente parece un poco duro... — Sonrío —. Al menos si tienes mucho apego por los sitios y las cosas. Yo estoy acostumbrado, pero hay gente a la que le cuesta — Me encojo de hombros —. Espero que a ti no te cueste demasiado... Creo — Suelto una suave risa y mi sonrisa se ensancha —. ¿Llevas mucho tiempo aquí?

- Te cuesta más o menos depende de lo que dejes atrás -murmuro seca. Su siguiente pregunta me relaja un poco-. Llevo aquí un año.

Hago memoria, recordando mi llegada. De hecho, efectivamente. Ha pasado ya un año desde aquella terrible llegada, que aún guardo con vergüenza en mi memoria. Visto en retrospectiva, mucho es lo que ha sucedido en este tiempo. Muchas cosas, unas buenas, otras malas, pero todas ellas, a su manera, extrañas.

Miro fijamente al chico, con interés. Es joven y flamma (pensando en Rick, un inconveniente), pero cada palabra que dice hace que al menos me consuele un poco con respecto a la raza del fuego.

Asiento un par de veces y alzo las cejas cuando dice el tiempo que lleva en el Palacio. Un año es mucho más que el tiempo que yo he permanecido en los sitios en los que he vivido (o, al menos, en los sitios que yo recuerde haber vivido. A saber qué pasó cuando era un bebé). Me pregunto cuánto tiempo estaré en Brontë...

—¡Woh! ¡Un año! Un año es un montón... — Río —. O al menos para mí es un montón de tiempo. Ahora mismo no recuerdo haber estado un año entero en un mismo sitio — Sonrío —. Aunque, bien pensado, tampoco es que mi memoria sea gran cosa...

Me encojo de hombros y suspiro. Luego miro a los lados durante unos segundos, antes de volver mi vista a Alehyss. Le pregunto si no le importaría seguir con nuestra conversación mientras paseamos y, al ver que ella no pone ningún inconveniente, ambos nos vamos de los pasillos.

*se van*

Fdr. salida improvisada, yep

Al fin estábamos de vuelta en el castillo, la misión se me había hecho interminable. Caminaba sin ningún rumbo fijo, llevaba tanto tiempo fuera que ya no sabía qué hacer en el palacio. Tampoco había nadie con quien hablar, así que hasta podría decirse que estaba un poco aburrido, y eso en los tiempos que corren es impensable.

Me puse a correr por los pasillos, observando rápidamente las diferentes obras de arte que albergaba el lugar. Parecía infinito, siempre igual, no lo recordaba verdaderamente así. De repente, tropecé con algo -que más tarde descubrí que era simplemente una arruga en la alfombra - y me caí de morros.

Estuve varios minutos en el suelo, pensando en nada. Me levanté y seguí corriendo. Perdido.

*Me fui*

El líder caeruleus apareció en uno de los pasillos más concurridos, dispuesto a localizar a los individuos del palacio uno por uno si hiciera falta. segundos más tarde, su fiel vasallo Barthemius apareció tras el líder siguiendo sus pasos.

-Pregunta al servicio y a la guardia -. Sentenció antes de desaparecer frente al hombre. A las órdenes de su amo, el claritas hizo lo propio.

*Desaparecen*

Estoy un poco enfadada. No he encontrado al tio Naggy. Camino chupando un helado con semblante serio. ¿Donde estará?
Ahora no se muy bien a donde ir, por lo que camino un poco al azar. No tengo ningún amigo de momento, pero me siento un poco desprotegida.
Abro mi bolso y cojo una servilleta para limpiarme los morros, ya que tengo helado en los labios.
Tengo que hacer expediciones por el palacio para familiarizarme con el lugar.
Suspiro y a continuación sonrío. Esto es muy aburrido. Los pasillos están vacíos, por lo que doy un par de saltitos y me pngo a correr a toda velocidad por ellos.
-SOY COMO EL VIENTO!!!- digo divertida mientras mis pequeñas piernas se mueven a toda velocidad.
*Se queda corriendo por el pasillo*

Una vez recogida la botella de Whisky de las cocinas, imponente mujer caminaba con la botella asida con fuerza a su mano izquierda, descorchada, perfectamente preparada para ser besada en cualquier instante, no caminaba con un rumbo fijo y, en el silencio de la noche de Brontë, solo se escuchaba por los fantasmagóricos pasillos de Brontë, el tintineo de Korvas en la cadera de Bocanegra al chocar contra la botella de alcohol.

Sus pupilas eran alimentadas por las bravías llamas de las antochas que, como si de ordenados fuegos fatuos se tratasen, iluminaban con su luz los largos y pétreos pasillos, provocando con su baile macabro, extrañas sombras y maquiavélicas siluetas de fuego, dignas de cualquier episodio del más puro terror, terror abatido por la ebriedad de sus pasos (no muy acentuada ya que hacía poco que la botella había sido estrenada) y por la bravura de sus azabaches ojos, sin fondo, siendo incapaz de distingir el iris de la pupila en ellos.

Una escena de lo más terrorífica, la que se podía observar por los pasillos.

*se queda*

Entré al palacio tras mi entrenamiento diario y, aprovechando las tinieblas de la noche, traté de mantener mi sigilo haciendo que ni los boros sean conscientes de mi rpesencia. Mis pies eran sigilosos al máximo y mi capacidad apra subirme a las paredes era envidiada por las arañas de las esquinas del palacio.

Llegado a un punto, decidí bajar al suelo y echar a correr con el tronco hacia adelante y las manos hacia atrás, para continuar moviéndome rápidamente. Pero escuché un ruido tintineante y algo de taconeo en uno de los pasillos circundantes y, sin mayor dilanción, me aproximé de inmediato a ver de quiéns e trataba. Me apoyé en la pared y miré por el rabillo del ojo pegado a la esquina del pasillo. Parecía una mujer o algo así, pero desde donde estaba no podía verlabien.

Se aproximaba rápidamente con lo que no tenía demasiadas opciones. Tomé aire, me coloqué la máscara y, sacando uno de mis kunai di un salto al pasillo para quedar frente a la desconocida.

-Alto, ¿quién va? ¡Identifícate! -. Ordeno poniéndome en posición defensiva con el kunai apuntándole a ella a la altura de mi pecho.

Bordearía una esquina y pronto llegaría a un nuevo entramado de pasillos. La verdad es que no tenía ningún sitio al que ir, simplemente caminaba un rato, para poder beber en paz antes de meterse en cama. Pero como una sombra venida de lo más profundo de los mares, un chico (por la voz) enmascarado salió de su escondrijo y actuó tanto de palabra como de acto ofensivamente contra la Capitana. Esta rauda, con su derecha, desenvainó a Korvas, la cual llevaba meses en sequía y ansiaba catar el rojo fluido de vida con ganas hasta dejarlo apoyado en la clavícula del chaval, mientras que, como en un acto reflejo, sus orejas caeruleus dieron paso a unas de piscis enormes, grandes y con las membranas rojas como el fuego, al igual que su pelo.

Cassandra mantuvo la posición seria, clavando su vista en los agujeros de la máscara del joven y, en silencio, comenzó a caminar en círculos, tanteándolo, sin quitara Korvas del cuello del chico, con su brazo estirado y sus dedos, enguantados en cuero, crispados y preparados para la acción.

Su comportamiento le pareció bastante infantil, como si fuese una especie de juego. Si hubiese sido un enemigo de verdad la hubiese apuñalado ahí mismo. Bocanegra consideraba a este joven como un simple aficcionado, seguramente otro guerrero del palacio, otro niño chulito, con los humos seguramente, tan subidos como los de la propia mujer,

-¿De verdad quieres saber quien soy?- digo con voz un poco ronca por el alcohol. Continuó tanteándolo con la espada, preparada para cualquier movimiento. - Te diré mejor quien eres tu.- digo escupiendo al suelo- eres un joven guerrero de Brontë, un chico, por tanto, no muy listo. Un verdadero asesino me habría cortado el cuello y violado mi cadaver en cuanto me viese.- dijo con sorna. - Un chico con agallas, debo reconocer, ya que no todos son capaces de desafiar a la gran pirata Bocanegra en medio de la noche ellos solos. -digo con una sonrisa malvada.

Pero siguiendo su instinto, retiró el arma no sin antes darle un enorme trago al Whisky, para a continuación, escupir en su curtido y gastado cuante de gordo y áspero cuero y tenderle la mano al joven. Entornó los ojos. Esperaba ansiosa su reacción.

La mujer -porque era una mujer- desenvainó su arma en cuanto me vio, algo que me hizo ponerme algo tenso, pues no esperaba que se acercase lo suficiente como para que su sable me rozase. Pero tenía mi kunai antepuesto a ella con lo que me mantenía cubierto todavía.

Junto con el ataque abrió sus membranas permitiéndome así ver que era una piscis. Por puro instinto, hice lo propio y abrí mis propias membranas de un gris perlado y brillante, acorde a las marcas de mi cuello ahora cubiertas.

La mujer empezó a hablar y yo no me moví. Palabrería era lo que escuchaba de ella y, como no daba detos sino especulaciones, no le rpesté demasiada atención. Sin embargo, afirmó ser aquella a la que llamaban "Bocanegra" y el nombre le resultó algo familiar. Si afirmaba serpirata entonces quizá la había visto en algún cartel de Aqua o algo así. al final bajó el arma y se escupió a la mano y, a pesar de que no conocía su nombre, tenía suficientes datos. Bajé el kunai.

-No tengo interés en matarte -. Comenté con mi voz acartonada por la máscara. No presté atención a lo otro que había dicho ya que ni se me habría pasado por la cabeza un pensamiento siquiera parecido si me paraba a pensar en atacar a alguien. ¿Por qué habría de violar su cadáver?

-Y no me conoces para afirmar quién soy, pero no puedo negar que, ahora, una parte de mí está obligada a la ligazón con Brontë -. Afirmo sin acercarme y sin hacer caso al guante sucio de la mujer.

-Solo faltaba- dijo reprochando su falta de interés en ver sangre- aunque dudo que un jovencito como tu me pudiese hacer algo- le espeta con aires de superioridad.

Pese a ser hombre, su carácter no le disgustaba del todo: parecía convencido de sus actos y guardaba su identidad frente a gente desconocida, como Bocanegra cuando era necesario esconder su rostro bajo negra tinta.

Apretó los labios y asintió con la cabeza- No está mal- dijo más para si que para nadie cuando el también, como muestra de respeto enseñó sus membranas (mas pequeñas que las de ella) había trabajado con gente menos interesante a bordo. Bien es cierto que Bocanegra no era amiga de llevarse mal con los de su raza, no en Brontë, aunque quien sabe... pero de momento, este joven enmascarado había logrado llamar un poco su atención.

Pero las pocas esperanzas puestas en el chicose desvanecieron por dos motivos: el primero, es que tardaba demasiado en identificarse, eso denotaba, para la Capitana, inseguridad en si mismo, al no estar orgulloso de si mismo y ser lo primero en decir cuando se conoce a alguien.
Por otra parte, no había superado la prueba del escupitajo, como el noventa por ciento de los probados.

El chico había perdido bastante, por lo que, al no considerarlo ya una amenaza, Korvas, a regañadientes, volvió a la cadera de su dueña, mientras su botella se alegraba de nuevo al verter su contenido ardiente en el gaznate de la mujer.


Y bien, joven (ya que no tenía tampoco una voz de hombre adulto) veo de tu cobardía al no ofrecerme ni tu rostro ni tu nombre a alguien que al igual que tu, usa métodos de camuflaje y pseudónimos, pero no creo que en Brontë, esto sea necesario.- dice apoyándose en la pared, mientras se rascaba la roja cabellera.- Me gusta saber con quien hablo, aunque bueno, quizás seas demasiado vergonzoso o feo como para no lucir tu rostro. Una pena, deberías aprender de mi.- comentó jocosa, picándolo un poco para que se dejase ver o por la menos, le dijese un nombre.

No estaba interesada en enfadarle, simplemente que picar a la gente era uno de sus pasatiempos favoritos, y más si son hombres.

Le vio descaradamente al paquete, pero ¿que esperar de un chico que se tapa hasta la cara? poco pudo averiguar sobre el tamaño de lo único que le podría interesar por ahora del joven compatriota.

A las palabras de la mujer que me subestimaba, no hice ningún comentario sino que me mantuve en silencio frente a ella, únicamente mostrando el rostro inanimado de la máscara blanca y decorada. Guardé al fin las membranas.

Como esperaba, no tardó en preguntar por mi nombre -como todos- con lo que entorné los ojos -algo que ella no pudo ver debido a la máscara- y sentencié mi veredicto.

-No tengo nombre, así la muerte no podrá encontrarme -. Indiqué con seguridad y firmeza, haciendo caso omiso a su provocación. -Mi rostro... Es algo que no acostumbro a mostrar. Nunca se sabe con quién te cruzarás el día de mañana -. Realmente no quería quitarme la máscara. Si en otra ocasión me veía únicamente con el cuello subido, entonces le dejaría conocer mis ojos, pero no iba a sacarme ahora la máscara.

La noche era ya profunda y la charla con la mujer se estaba alargando. Quizá quisiera continuar preguntando por mi nombre o mi rostro y ahora mismo no quería volver sobre el tema.

-Es tarde ya, si quieres saber cómo me llaman algunos, pregunta al nómada flamma alegre. Seth, creo. Adios -. Di un salto hacia la ventana para poder rebotar y saltar a la zona del pasillo que estaba a la espalda de la pirata y seguir corriendo hasta desaparecer por los pasillos.

Tremendo payaso se había encontrado la piscis. Ahogó una risa, con la que estuvo a punto de rebanarle el cuello de un corte para que comprobase como la muerte lo encontraba.
Definitivamente, con ese comportamiento, había agotado el poco interés que en ella quedaba para con el piscis, lo que alegró a la Capitana para corroborar, una vez más, que los hombres eran, son y serán por siempre, inferiores a ella, lo que le hinchó el orgullo y el ego, más aún, viendo entonces, con pena y ya, con un poco de desprecio al que ya no se merecía su atención.


Si claro, que se iba a arrastrar por conocer el nombre de semejante bufón. Una sonrisa de incredulidad atravesó el rostro de Bocanegra- si, venga, chaval- dijo desenvuelta - primero empieza por tener cojones a presentarte como un hombre valiente y luego, ven a verme- dijo mientras se colocaba el entreteto. No tenía ni idea de quien era el Flamma feliz, pero los hombres con sonrisa de gilipollas y que van de buenos, generalmente, eran todos maricones. Eso no le interesaba.

Jaló su botella, se colocó bien los kilos de su gabardina y emprendió entonces la marcha para deambular un rato más antes de irse para cama.

*se va*

Camino por los pasillos con cierta prisa, aunque todo parece estar desierto y seguramente no me encuentre a nadie que me aporte la información que necesito. Sin embargo siento la obligación de andar rápido, como si al hacerlo con parsimonia fuera a caer sobre mí la maldición de todos mis jefes.

Mientras atravieso los pasillos un olor extraño llega a mis fosas nasales. No es muy fuerte, ni siquiera estoy segura de que no sea mi imaginación, pero diría que es dulzón y repugnante. Me vuelvo hacia la puerta que hay a mi lado, curiosa. Tomo mi arma con sigilo y me aproximo hacia ella. ¿Quizás se halla aquí el responsable de la desaparición de Silvanus?

*se va*

Vi a la puta de Lester culebreando por los pasillos como la víbora que ella. la verdad, yo estaba tranquilamente saliendo al exterior para entrenar, pero al verla por los pasillos decidí ocultarme para ver qué demonios se disponía a hacer. Seguramente iba en busca de uno de sus muchos clientes/amantes y, tan excitada estaba, que ni siquiera se percató de mi presencia. Sonreí, complacido por mi profesionalidad, pero en cuanto la vi tomar su arma supe que no iba a fornicarse a nadie. No, aquello tenía que ser mucho más gordo.

Esperé a que se metiera en aquel sitio sin hacer nada, conté hasta veinte y la seguí. Si estaba tramando algo yo iba a ser el primero en saberlo.

*la sigue*

Paseaba con tranquilidad. Todavía le llamaban la atención ciertos detalles del lugar, y cuando se levantaba por las mañana tardaba un momento en entender dónde estaba. Con eso y con todo, disfrutaba al máximo de sus primeros días de estancia. Lo único que le escamaba era que, exceptuando los miembros del servicio, no parecía haber nadie más en el Palacio. Cuando preguntaba,ellos contestaban que sí había gente y que era extraño que aún no hubiera visto a nadie. En cualquier caso, aquello era lo de menos. Se encontraba muy a gusto allí.

*Pasea*