Pasillos

La miré a los ojos, sin parpadear, con la mandíbula apretada. Luego, bajé la vista.

- En realidad, no estoy segura -reconocí, sintiéndome un poco estúpida-. Pero es bastante probable que así sea. Una chrysos se acercó el otro día a mí, intentando sonsacarme información acerca de mi familia. Mencionó cosas de las que yo no le había hablado. Ni a ella ni a nadie. Unos días antes, yo había recibido una carta. La conservo, pero estoy casi segura de que la leyó.

Mi voz se iba apagando a medida que hablaba. No me gustaba acusar a la gente. Aunque aquella vieja tenía un don especial para sacarme de mis casillas.

- ¿Una chrysos? -inquiero-. ¿Te refieres a alguien del servicio? O tal vez sea... -. Cierro los ojos, tratando de recordar el nombre de aquella mujer con la que cargué, junto con Lyam, el día de la segunda batalla-. Adela, creo...

La miro fijamente.

- ¿Estás segura de que la leyó? Es decir... ¿Lo que te comentó sobre tu familia salía en esa carta?-. Me apresuro a bajar la intensidad de mi mirada-. No es necesario que respondas. No quiero inmiscuirme en tus asuntos sin permiso.

FdR- Mentira. Sí que quiere.

Asentí a sus preguntas.

- Adela -corroboré.

Pero entonces pasó algo con lo que no había contado. Mi rostro enrojeció. ¿Qué podía hacer ahora? No sabía qué ponía en la carta, en realidad. No quería mentir. Pero no podía decir la verdad. Mi corazón empezó a subir el ritmo de los latidos, trabajando con tanta intensidad que me parecía imposible que ella no lo oyera. Se me hizo un nudo en la garganta.

- Bueno... Yo... Eh... Ella... La...

Intenté contestar varias veces, pero no se me ocurría nada. Negué con la cabeza, incapaz de hablar.

Su reacción haría que incluso Rick Dehnel se diera cuenta de que ocultaba algo, pero la forma correcta de actuar en estos casos no es presionando más, no al menos en el caso de la pequeña piscis. Aprovecho el rubor que surge de pronto en su tez para hacer ver como que no me he dado cuenta de que sus balbuceos no tienen sentido.

- Tienes mala cara -. Tiño mi voz de una preocupación perfectamente fingida-. ¿Te encuentras mal? ¿Estás enferma, Dew?

La observo pareciendo preocupada.

Me pregunto qué pondrá en la carta.

Por otra parte, parece que va siendo hora de hablar con la tal Adela...

- Es que... Esto... Yo... Eh...

Seguí balbuceando, incapaz de decir nada coherente. Alehyss parecía preocupada, y yo empezaba a sentir más presión de la que podía soportar. Incapaz de contenerme más, me eché a llorar.

Eso sí me sorprende. Es cierto que a lo mejor la he presionado demasiado para su edad, pero la imagen de Massen Dew que tengo en mente no concuerda con lágrima fácil.

Insegura, me acerco un paso. Si hago llorar a los niños debería plantearme el vivir marginada. Aún va a ser que Jager tuvo razones al...

- ¿Te encuentras bien? ¿Te ha pasado algo? -. Acerco una mano y rozo su hombro. Me resulta incómodo tocarla de buenas a primeras, con toda la confianza del mundo, pero la situación, de alguna forma, lo pide. Solo espero que no le moleste.

Me sequé las lágrimas, hipando.

- Yo... Es qu-e me-e ha... -qué vergüenza. ¿Cómo podía decírselo? ¿Qué debería decirle?- Es qu-e... Me... La...

Me eché a llorar otra vez, pero lo reprimí al máximo. Ánimo, Dew. Era la forma más fácil de salir del paso, y además tenía muchas posibilidades de conseguir ayuda. Una ayuda que no había encontrado en la enfermería. Lo dije de un tirón.

- Tengo la regla.

Y entonces me callé, todavía más roja que antes, conteniendo los sollozos y muerta de vergüenza.

La miro fijamente, analizando sus palabras sin sentido. Pero, cuando voy a tratar de preguntar yo, viendo que le cuesta hablar, me lo suelta de un tirón.

La miro en silencio unos largos segundos.

La regla. Hace tanto... Hace tanto que la tomo como algo normal que no había pensado en que...

¿Y qué le digo yo? En vaya líos te metes, Ale. ¡Feliz cumpleaños! Si es que... Por eso no quiero tener hijos. Me los imagino, contándote cada uno de los mil problemas que tendrán, porque los tendrán, ¿y qué les dices tú? Digas lo que digas no te van a escuchar. ¡Es más! ¡Te harán salir canas del estrés de sufrir por ellos!

La regla.

- Vaya... -. La miro. Mi respuesta no ha sido demasiado grandiosa, así que me apresuro a pensar algo. Esbozo una sonrisa. A ver si me voy a enemistar con ella por no ser comprensiva. Pero mejor, por su reacción, no soltarle algo a lo "menudo marrón se te viene encima, pequeña"-. Así que por eso parecías tan incómoda-. Esbozo una pequeña sonrisa-. ¿Necesitas alguna ayuda?

Cerré los ojos con fuerza y negué con la cabeza con mucha fuerza. Tragué saliva, tremendamente incómoda. Aunque debía reconocer que, a pesar de la vergüenza, el haberlo dicho me quitaba un enorme peso de encima.

- No, no, yo... Estoy bien, creo -¿por qué tenía que ser tan difícil?- Sólo que... Antes... Bueno, fui a la enfermería, pero no había nadie. Quería... Bueno, no sé, saber si... Si se puede limpiar... de alguna forma, o algo, porque... Bueno, pues porque es asqueroso.

Por otra parte, quería saber cómo quitarme aquel malestar del vientre, pero me lo callé. Era secundario, y no quería abusar.

FdR: Como usuaria, yo también tengo una duda o.ó ¿Existen las compresas en Mithos? xDDDD

Asqueroso...

No puedo evitar sonreír. Aunque siempre la miro como a una niña, nunca hasta hoy me había planteado que es extremadamente joven. Aunque según muchas personas, a partir de ahora puede ser considerada mujer.

-Lo mejor será conseguir alguna compresa... Y supongo que puede que sientas algún dolor, así que, si ese es el caso, yo que tú me aplicaría calor en la zona del vientre. No te preocupes. Se te pasará pronto -. La miro y guardo silencio-. Te acompaño a ello, ¿de acuerdo?

Parece que no podré preguntar por el tema de las cartas por el momento, pero así, ganándome un poco su confianza, tal vez acabe cantando ella sola.

FdR- XD Técnicamente, las compresas son ultraantiguas. El problema es que, probablemente, hablemos de compresa como "paño que se lava" XDU Un poco en plan los pañales de antes. Pero quitando ese detalle... XD

Me froté la nariz. Una compresa... Pues ya que estábamos, un pañuelo tampoco lo rechazaría. Me encogí de hombros, aún algo cohibida. Pero me aliviaba mucho poder contar con el apoyo de alguien. Asentí, con una sonrisa tímida, y la seguí.

*Se van*

Vagaba por los pasillos. A pesar de que le había dicho a la claritas Hewina que la buscaría, no se había puesto a ello hasta ahora. El día siguiente a su "promesa" no se encontraba con el animo de ir a buscar a la chica (simplemente, se limitó a ir de la enfermería a los dormitorios). Y el día siguiente tampoco la había buscado (simplemente porque no quiso).

Frunció el ceño y se detuvo. ¿Dónde estaría? No conocía demasiado bien a la chica, así que no podía imaginarse cuáles serían los lugares en los que le gustaría estar. ¿Y si estaba durmiendo? Negó. Nadie dormía a esas horas. ¿En la biblioteca? No. No veía a la chica en la biblioteca. ¿En el comedor? Podría ser. ¿Estaría fuera? Si era así, podría estar en cualquier parte. Cerca del lago, del río, en el bosque, en el claro del bosque, en los jardines, ... Suspiró. Ojalá no estuviese fuera. No quería recorrerse todos los exteriores para encontrarla.

- Si yo fuese una chica, ¿dónde estaría? O, mejor dicho, si yo fuese Hewina, ¿dónde estaría? - preguntó, aunque, evidentemente, no obtuvo respuesta -. Me la encontré un día en el cementerio, pero... ... Por Mithos, no tiene sentido que esté allí.

Se pasó una mano por la barbilla. Definitivamente era estúpido. Tenía que haber fijado un lugar concreto para verse. Te buscaré. ¿En qué estaba pensando cuando lo dijo? Suspiró. Rodearse de idiotas como Alexander o Kettleburn estaba acabando con su inteligencia.

*vaga *

Caminaba por los pasillos con Hoju en brazos sin tener muy claro a donde ir, mientras tarareaba una canción, y al doblar la esquina casi me choco contra Lyam.

Cuando me recuperé del pequeño susto le dije algo avergonzada, pero sonriente: "¡Uy! Hola Lyam, perdona."

Había quedado de buscarme hace un par de días para hablar de lo de Silvanus, pero no nos habíamos encontrado hasta entonces.

El ruido de alguien cantando le hizo girarse. Al hacerlo, sus ojos se encontraron con Hewina Astaldë (que casi chocó contra él). Sonrió. Al final ella lo había encontrado a él (mejor. Podría haberse pasados horas buscándola y no quería).

Saludó a la claritas y negó con la cabeza, como respuesta a las disculpas de la chica.

- No te preocupes - murmuró. Esbozó una sonrisa -. ¡Buenas tardes! ¿Qué tal el día?

La verdad era que no le interesaba ni lo más mínimo el día de la claritas, pero, por educación, no iba a preguntarle directamente qué era lo que Kettleburn le había dicho. Permaneció en silencio unos segundos, hasta que recordó que debía disculparse (o igual no, pero así quedaba mejor. Además, teniendo en cuenta la imagen que tenían algunos de él, lo mejor era mostrarse como la persona amable, cordial y educada que fingía, hasta cierto punto, ser)

- Ah, lamento no haberte ido a "buscar" antes... Pero estuve un poco ocupado

"Bueno... bastante aburrido. Lo más emocionante que he hecho fue dibujar a este Tidnle comiéndose una mazorca, y lo más emocionante que me ha pasado fue... mmm... no me ha pasado nada emocionante, la verdad...", le comenté.

"Aun que la verdad es que agradezco los días tranquilos... no importa que algunos lleguen a ser aburridos", dije rascándome una oreja y desviando la mirada. Mejor aburrirse como una osmeja antes que extresarse como un boro.

Entonces él se disculpa por no haberme encontrado antes, y le dije: "Ah, nada nada, no te preocupes... al fin y al cabo esto es tan grande que puedes pasarte varios días sin encontrarte con algunas personas.

"Bueno ¿Y tú que tal?", le pregunto sonriente.

Escuchó las palabra de la claritas, sin prestarle demasiada atención. La chica había tenido un día aburrido. Y, por lo que decía, parecía que sus días transcurrían con tranquilidad (al menos los últimos que había vivido).

Lyam asintió, con sequedad. Miró al Tidnle de reojo y alzó una ceja. ¿De dónde lo habría sacado? Ya lo había visto en la batalla contra las bestias, pero no sabía desde cuando lo tenía la chica (ni cómo lo había conseguido).

La voz de la claritas le hizo apartar la vista del bicho. Miró a la chica. Frunció el ceño. La chica sonreía, y él no sabía qué le había dicho. ¿Le habría preguntado algo o no? Se pasó una mano por la frente y se encogió de hombros.

- Bien... Sí... Eh, bien... - Esbozó una sonrisa y asintió -. Sí.

Esperaba que esa respuesta le sirviese a la claritas y que la pregunta no hubiese sido: ¿sabes qué hora es? o algo parecido. No quería que supiese que no la había escuchado. No porque no quisiese, sino porque estaba ligeramente disperso. Apoyó una mano en la pared y movió los dedos. Ensanchó la sonrisa.

- Y... Bueno, ¿quieres dar un paseo...? Para charlar y esas cosas... Aunque, si quieres que hablemos aquí en los pasillos, yo no tengo ningún problema.

Realmente prefería hablar fuera (por los pasillos podía pasar la gente, escuchar algo a medias y malinterpretarlo), pero, si la chica no quería ir, no iba a obligarla.

Miré un poco extrañada a Lyam, ya que me respondío a lo de cómo estaba de forma insegura, pero entonces volví a sonreirle y le dije: "Ah, me alegro"

Entonces él me propuso ir a dar un paseo por los exteriores para hablar, seguramente del tema.

"Oh, como quieras, a mi me da igual.", le dije, mostrando indiferencia al respecto.

Frunció el ceño. ¿Qué clase de respuesta era "me da igual"? Si proponía algo, esperaba una respuesta contundente. Un sí, un no. Nada de un "me da igual". Suspiró. Si ella no decidía, lo haría él.

- Bueno... Los pasillos no son un sitio demasiado agradable para hablar, así que... Yo diría que fuésemos a fuera. - Sonrió -. Un paseo por... Cualquier sitio estará bien.

Quitó la mano de la pared. Miró a la chica y comenzó a andar. La claritas lo siguió. Cuando llegasen fuera, teniendo en cuenta que ninguno de los dos vería nada, se iluminaría.

*se van*

FdR. Postas tú fuera ?

Las vaciones de Kettleburn han terminado hace unos minutos y no hay muestras de su presencia.
-Será aprovechado... mira que le dije que le daba una semana solo.

Me quedo esperando, golpeando la pierna contra el suelo, mientras ojeaba un libro de Ciencias Políticas.


*se queda*

Después de dejar el petate en la cocina, me dirigí un poco decaído hasta las habitaciones. Había sido un finde vacaciones un poco desastroso... con lo bien que nos lo podríamos haber pasado.

Entonces vi a Alexander en una esquina. Parecía agitado.

Entonces me vi el reloj y vi que eras las doce y 10: llegaba tarde.

-Hola, mi señor. Perdone mi tardanza. Ya estoy de vuelta.

Levanto la vista del libro y esbozo una sonrisa socarrona.
-Bien, bien. Tranquilo: no pasa nada.- claro que pasa, pero bueno: no se le pueden pedir peras al olmo.- ¿bueno y que tal? digo cogiéndolo de la barbilla y examinándolo.- Pareces muy sanote- entonces le doy una vuelta y le doy una palmada en el pompis.- Ademas, han engordado un poquito- digo divertido- parece que te han sentado muy bien estos días de descanso.

Aren me ha dado una pista sobre como tratar al crío: este no aprende a base de golpes, sino a base de caramelo.

-Bueno- digo apoyandome en el alfeizar de una ventana- ¿y que tal? ¿que has estado haciendo?- pregunto curioso.

Después de examinarme y "palparme", Alexander me preguntó que tal. Yo me froté la nalga en la que había recibido el cachete.
-Pues mire: muy bien, al principio estaba un poco cohibido, como cuando sueltas a un ratón en un sitio desconocido- sonreí- pero ahora estoy perfectamente. Heylel me ayudó a recuperarme y Hewina también me hizo compañía- entonces mi cara se ensombreció.- pero ayer preparé un picnic en el claro del bosque... y ninguno de ellos apareció... quizas tendrían cosas que hacer, o simplemente se olvidaron...- dije con un respingo. me quedé dormido y acabo de despertarme. Perdone mi aspecto, señor.

Pobre imbécil. ¿quién querría cenar contigo en medio del monte? Jódete. Si es que ni el "buenazo" de Heylel y la "inteligentísima" Hewina te soportan.
-Ouch, pobre, ven aquí- digo dándole un abrazo- mi pobre niño. ¿Han pasado de tí? Bueno tu tranquilo: no vuelvas a hablarles y punto. ¿Para que los quieres si me tienes a mi?- entonces me arrimé mucho más a el, dejando que sintiera mucho más mi abrazo- Solo me necestias a mi, ¿vale? yo nunca te abandonaría a merced de las criaturas de la noche - bueno eso es cierto: no soy tan cabrón- Así que tu pasa de ellos, ¿vale? no se merecen tu amistad.

-Anda, vamos. Hoy nos bañaremos en las termas y me lavarás el pelo, me harás la comida luego y pasaremos la tarde charlando. Luego recogerás mi habitación que está hecha una leonera. Parece que se hayan pasado por allí una panda de bismontes furiosos. - digo mientras le paso el brazo por encima del hombro y nos vamos caminando.

Parecía que las vacaciones también le habían sentado bien a Alexander. Estaba muy majo.
Me abrazó y todo. Sonreí cuando lo hizo. Ahora ya no quería dejar el trabajo: era mi único apoyo ahora mismo.

-Vale. Me parece bien- respondí cuando me dijo las tareas del día.

Anduvimos unos pasos y hable:
-Gracias. dije apoyando mi cabeza en su pecho mientras caminábamos- realmente eres muy bueno. Nunca te volveré a dejar en ridículo... vas a ver: Barthemius va a ser un coitado a mi lado. Ja! - nos fuimos riendo


*se van*

Camino junto a Hewina por los pasillos mientras hablamos de algunas cosas con mayor o menos importancia. Hoju está acurrucado en el regazo de Hewina y lo acaricio de vez en cuando.

- ... Pues fue una pena que Silvanus se quedase dormido ayer. El muy perezoso podría haber aprovechado mejor su último día de vacaciones. Aunque supongo que también le viene bien descansar para empezar con las pilas puestas -. Comento mientas seguimos caminando con tranquilidad.

- Si te digo la verdad, no sé por qué demonios sigue trabajando para Alexander. si ha venido a ser un guerrero más no está atendiendo ni a una cosa ni a otra -. Comento llevándome las manos a la nuca.

FdR: Vendetta!!!