Pasillos

Ella actuó con energía. Parecía haber comido un nido de avispas. Zacharyas, sin embargo, no perdió la calma y se irguió, dejando bien patente su altura. Escuchó su pregunta y la observó alejarse sin seguirla, quedándose plantado en mitad del pasillo con la capa cubriéndolo hasta el cuello, como una especie de monstruo gigante de trapo con cabeza humana.

- ¿A mí? -preguntó con una sonrisa sibilina atravesándole el rostro-. Eres tú la que ha llegado ahora, si mal no... -. Clavó la vista en el techo unos segundos en los que pareció ausentarse y luyego la miró de nuevo de la misma forma- recuerdo.

Di un saltito girando sobre mí misma, para quedar de nuevo cara a él.

- Ya, bueno -dije. Corrí hacia él de nuevo, y frené en seco a menos de medio metro, sonriendo y siguiendo su mirada hacia el techo-. Pero estás aquí. Algo te habrá hecho venir. Y yo pregunto el qué.

Y, sin preguntar, tomé una de sus manos y tiré de él para que viniera conmigo.

La miró con interés. Parecía por su actitud que quería que la acompañase, que le diera conversación. Zacharyas no era muy dado a hablar, peor tampoco quería contrariar a la pequeña cuando acababa de conocerla. Por ello, sin dejar de sonreír ampliamente, dejó que lo guiase, encorvándose nuevamente para contrarrestar un poco la diferencia de alturas mientras notaba en su fría mano el contacto de la joven parvus y pensaba en qué responderle.

Sin duda era una pregunta difícil, pero a él le gustaba darle vueltas a las cosas hasta encontrar lo que buscaba, así que pronto dió con una respuesta que le pareció adecuada.

- Yo... -. Guardó silencio varios segundos-. Quiero crear belleza. Para eso he venido.

Zacharyas accedió finalmente a venir conmigo, lo cual me hizo sonreír ampliamente. Aquel chico me gustaba, desde luego. Con su voz calmada respondió a mi pregunta, y su respuesta me hizo reír.

- Crear belleza... Vaya -repetí, más para mí que para él-. ¿Te gusta el arte, Zacharyas? ¿O hablas de otro tipo de belleza? ¿Qué es bello para ti?

Balanceaba nuestras manos al ritmo de mis cortos pasos. Me hacía gracia ir así. Casi me sentía como una niña pequeña. Aunque, si su rostro no engañaba, yo era mayor que aquel chico. Pasamos por delante de varias puertas, pero en ningún momento sentí el impulso de abrirlas, así que me limité a pasear por el lugar.

La observaba risueño mientras la oía. Se sentía algo extraño notando la temperatura y textura de una mano desconocida, pero la ausencia de preocupación por parte de la chica hizo que también se relajase con respecto a esto. De todas formas, aunque le hubiera desagradado el contacto, no iba a hacérselo saber tan fácilmente.

- Me gusta el arte -. Asintió y se quedó unos segundos pensativo. De hecho, era cierto que le gustaba-. Pero en mi opinión hay muchas clases de belleza. ¿No te parece bello...-. Clavó sus ojos negros en ella. El pasillo estaba vacío y le agradaba que solo se escucharan sus voces-. el dolor?

Casi se estremeció. Hablar de aquello en un momento así no era apropiado. Pero realmente sentía placer al pensar en ello. Dolor, sufrimiento, gritos, sangre...

Siguió caminando quedo tras ella.

Asentí a sus palabras de forma teatral, y después me eché a reír.

- Vaya, vaya -comenté entre risas-. Eres un chiquillo algo raro, ¿lo sabías? -lo miré con ternura. Pero qué majo-. No estoy de acuerdo, pero efectivamente, un ejército es el lugar adecuado para encontrar esa clase de belleza. Para mí el dolor no es bello, de todas formas. Aunque sí que tiene un toque... Lírico, ¿no crees?

Bien pensado, era cierto que en aquel lugar el dolor debía ser algo habitual. A mí no me importaba demasiado. Pero era agradable pensar que a alguien a quien sí le importara, como Zacharyas, le importara de una forma positiva.

- A mí también me gusta el arte, por cierto -comenté-. Provengo de una casa de artistas. Mi padre es escultor, y mi hermana estudia métodos innovadores para preparar pigmentos. Pero yo, como tú, he venido aquí a sentir las cosas en mi propia piel, no a través del arte -le guiñé un ojo y volví a reír.

Ensanchó la sonrisa. Aquella parvus le hacía gracia, de alguna forma. Le recordaba a alguna clase de animal roedor, olisqueando por todas partes y metiéndose entre recovecos. Supuso que era en parte por su actitud y en parte por su tamaño.

- ¿Chiquillo?

Lejos de indignarse, la siguió escuchando. Que el dolor le pareciera lírico le hizo sentirse, quizás, más tranquilo, aunque nunca había estado nervioso. La gente solía sentir desagrado hacia su gusto por el dolor, pero ver que alguien se lo tomaba tan bien era digno de sentirse algo bien.

- Supongo, entonces... -. La examinó. Se preguntó si estaban yendo a algún lugar en especial- que te gusta luchar o defiendes un ideal.-. Soltó una leve carcajada-. Eso sí que es lírico.

Me paré en seco de pronto. Aquella puerta... Reí para mí. No, mejor no. Eché a andar de nuevo, felizmente. Él parecía confuso por cómo lo había llamado. Sonreí.

- ¿No decías que te llamara como quisiera, Zacharyas? Chiquillo es una opción como cualquier otra...

Entonces bajé a vista y aminoré el paso, moviéndome de forma más melancólica y fingiendo un puchero.

- Aunque claro... Si no te gusta...

Alcé la vista hacia él una vez más y volví a reír.

- ¿Lírico? Es una forma de verlo... -dije. Lírico. ¿De dónde habría sacado esa palabra?-. Pero en realidad no es así. Buscó acción. Movimiento. Ya sabes. Tanta arte lo deja a uno un poco paradillo...

Me encogí de hombros.

- En realidad, no he luchado nunca... -confesé-. Pero eso es lo de menos.

Sus andares lo llamaban. Era pequeña. Había visto pocos parvus antes en directo, y siempre le había llamado la atención su forma de caminar. Esta no era una excepción, pero a ello podía sumarle su energía aparentemente inagotable. Se preguntó si alguna vez habría estado cansada o si nunca había expresimentado esa sensación de fatiga.

Cuando ella acabó de hablar, se detuvo, sintiendo como ella tiraba de su brazo antes de percatarse de esto. Ladeó un poco la cabeza, risueño, y la agitó, moviéndose todo su cabello una única vez de forma seca.

- ¿De verdad te parece lo de menos? -. Dejó escapar una sola risa, algo aguda y breve, mientras ensanchaba más su sonrisa y notaba cómo los pómulos subían y los ojos se estrechaban un poco.

Era gracioso que hubiera seres que se lanzasen así a los brazos de la muerte, que arriesgasen sus vidas, sin pararse a pensar en ello. ¿Existirían muchos guerreros así en ese palacio? Era lírico, sí. De alguna forma lo era.

- Camina, camina, camina -lo animé, contenta.

Nada. Qué puertas más sosas. Ninguna me convencía para abrirla. Tendría que enseñarles a ser más seductoras. Imaginé puertas intentando ser sugerentes, y no pude evitar reír de nuevo. Esta vez más que antes.

Pero dejé de reír de pronto y lo miré con expresión sorprendida, parpadeando.

- Claro -sonreí-. Lo importante es aprender y divertirse. Aquí he venido a eso.

Miré a mi alrededor y suspiré con enfado.

- Pero qué puertas más estúpidas -les reproché, con ceño-. Vamos, Zacharyas. Elige tú alguna de estas sosas. A mí ninguna me atrae.

Aprender y divertirse. Qué gracioso le parecía aquello. La parvus aquella también sentía admiración por el dolor, como él. Le agradaba encontrarse a gente con gustos en común.

- Pues esa... -.Señaló a una al azar, la más cercana, porque no tenía predilección por ninguna de ellas.

Tomando la iniciativa por una vez, entró en el lugar para saciar la escasa curiosidad que sentía.

*entran*

Camino por los pasillos buscando algo diferente que hacer. Pronto, al llegar a una puerta en particular, se me dibuja una sonrisa en los labios y asiento para mí.

- Ya lo tengo...

La escalera de caracol me da la bienvenida y, más arriba, el observatorio. No soy muy romántica, pero las estrellas no van a desnudarme en la biblioteca.

*sube*

- Hala. Aquí estamos de vuelta.

Me planté en mitad del pasillo, con las piernas abiertas y los puños apoyados en las caderas, ligeramente inclinada y mirando con ceño al pasillo. Las puertas seguían estando tontas, y ninguna quería llamarme.

- Venga, chiquillo -animé a Zacharyas, con una sonrisa-. Dime, ¿cuáles son los sitios de mayor interés? Llévame a alguno que me guste.

Y comencé a dar vueltas a su alrededor, con una palma recorriendo su cintura, en una extraña y animada danza.

La miró danzar a su alrededor durante un buen rato sin decidirse a qué hacer. Lo cierto era que, al final, el viaje había hecho mella en sus fuerzas y estaba algo cansado, aunque no acostumbraba a ser muy activo. Finalmente, señaló una dirección al azar y con un "por aquí" partió en ella, seguido de la chica.

*se van*

Iba caminando por los pasillos aunque lo cierto era que no solía caminar por dentro del palacio. Igualmente tenía un poco de frío y era mejor así. Además no pensaba purgarme hasta más tarde y caminar por aquí era una forma de encontrar gente o volver a ver a Grell o al chico caeruleus que se reía solo.


Al fin encontré un lugar por el que perderme y, a pesar de que no me había cruzado con nadie, abandoné el pasillo para pasar allí el rato.

Caminaba por los pasillos rumbo al dormitorio, cuando un chrysos, que identifiqué en seguida como miembro del servicio, de aspecto algo desorientado, se acercó a mí con un paquete en las manos.

- ¿Massen Dew? -preguntó, algo inseguro. Me limité a asentir, en silencio. Ante mi afirmación, me tendió el paquete-. Tienes correo de Ventus.

Fruncí el ceño, negando.

- ¿De Ventus? Será un error... Yo no tengo conocidos en Ventus...

Él se encogió de hombros, indiferente, e insistió en que tomara el paquete, con una cierta impaciencia que me molestó.

- Llegó con una nota -dijo, sacando un pequeño sobre de su bolsillo-. Pone Massen Dew. Está bien claro. Compruébalo tú misma.

Sonrojada, le arranqué el sobre de las manos, asentí, me di la vuelta y empecé a correr, ahora más interesada que nunca en llegar cuanto antes al dormitorio.

*Se va*

Se arrastraba por los pasillos pensando qué podía hacer ese día. Se le ocurrían varias cosas, pero se sentía perezoso y ninguna de ellas le parecían suficientemente dignas de tal hastío. Llevaba las dos capas acostumbradas y no quería salir, pues también estaba algo destemplado ese día. Parecía, entonces, que lo único factible que le quedaba por hacer era vagar sin rumbo hasta encontrarse con algún cómodo sillón en el que no hacer nada, pero incluso esa acción que tan poca energía requería le parecía falta de interés.

Se preguntó, al menos, si se encontraría con alguno de sus conocidos con los que mantener alguna conversación interesante en lo que se quitaba de encima esa especie de sopor.

*vaga*

-¡Uaaah! Exclamé exageradamente mientras me estiraba.

Habia sido un entrenamiento duro y necesitaba relajarme, así que me dirigia a las termas, me encantaba aquel sitio, era genial para pasar el rato, pero mientras paseaba por el pasillo del palacio me encontré con un... ¿¡Un fantasma!? Parecia un chico con una capa, con pinta bastante siniestra. Pero solo lo habia visto de espaldas y la curiosidad me estaba matando, queria verle la cara.

Me acerqué sigilosamente, no podia aguantar más la presión de no verle la cara a esa persona... ¿Seria una persona? era bastante raro y bastante llamativo, vagando así por los pasillos daba algo de miedo... Pero me armé de valor, respiré hondo, di un pequeño paso al frente y le dije:

-¡Oye! Tú, el hombre siniestro. ¿Eres humano? Le dije mientras agarraba con fuerza mi pico dispuesto para luchar contra él, alomejor era un monstruo que se habia colado en el palacio... y sí, mi pregunta habia sido muy estupida, pero en ese momento los nervios pudieron conmigo y no tuve más remedio que contestarle algo así, esperaba que no se lo tomase mal...

-FdR Espero a que vengas si tal... xD

Mientras vagaba pensando en sus cosas, aún sin haberse puesto a fantasear con nada sangriento, una voz de varón le llamó la atención. Se detuvo y se quedó inmóvil, esperando a escuchar algo más, pero al no hacerlo optó por darse la vuelta.

Allí había un enorme flamma, Lo observó unos segundos, serio, y entonces sonrió de forma algo macabra. Portaba un pico y parecía dispuesto a usarlo si él se resistía. Se preguntó cómo quedaría su cráneo tras haber recibido el golpe de ese pico. Los cerebros siempre le habían llamado la atención de una forma menos morbosa que la sangré, pero seguían siendo interesantes.

- ¿De verdad parezco siniestro? -preguntó. Entonces calló unos segundos, antes de carrasoear y seguir-. Lo siento, si te ha molestado. Solo daba un paseo.

Volviéndose por completo, comenzó a caminar hacia el hombre en cuestión y se detuvo a unos tres metros de él.

- Soy Zacharyas.

¿Zarcharyas? Vaya nombre más raro tenia... La verdad es que pegaba con su aspecto... Bueno habia sido amable al presentarse y yo no queria ser descortés, pero sí que evité su anterior pregunta por que no sabia por donde salir...

-Encantado Zarcharyas, yo soy Runek. Le dije mientras le estendia la mano y me rascaba la cabeza de forma humilde.

Bueno y también me echaba la mano a la cabeza por que me habia pegado un golpe enorme durante el entrenamiento y me dolia.

FdR- Post cutre... xD

Observó la mano de Runek durante unos segundos mientras sonreía como si estuviera recordando algo gracioso, y no mirándolo a él. Pasó así un rato, y cuando empezaba a parecer extraño la estrechó.

- Un placer -dijo.

Observó al extraño con interés, como si quisiera examinarlo pieza a pieza. Finalmente, carraspeó, decidido a hablar.

- ¿Has estado entrenando? Espero no sonar impertinente...

Madre mia... por un momento lo pasé mal, crei que no me iba a dar la mano nunca, pero finalmente me la dió.

Ví como el Zarcharyas me observaba de arriba a abajo... ¿Le gustaba? No creo... pero por el simple echo de mirarme supo que habia estado entrenando. Este chico era listo y me lo estaba demostrando con una simple mirada.

-Ah, si, estuve entrenando, ya sabes preparandome para el torneo y esas cosas. Le respondí mientras le soltaba la mano y agarraba mi pico poniendomelo en la espalda, de forma que ya no pareciese que le queria atacar con él.

-¿Y a ti que te trae por aquí? Le dije mientras cruzaba los brazos para hacerme el interesante.

Esperaba que me dijese algo estilo "He venido del inframundo" o "Vengo de mi casa encantada" o cualquier chorrada de esas que se me pasaban por la cabeza, aun que sabia que en realidad todo eso eran paranoias mias y este chico era tan normal como cualquier otro, pero siempre suelo juzgar por la apariencia, aun que luego me equivoque.

- ¿Torneo?

Lo miró enarcando ambas cejas y su pálido rostro pasó de la extraña sonrisa a una especie de curiosidad mezclada con simple extrañeza.

- No tenía noticias de eso. La verdad es que he llegado hace poco y no estoy demasiado informado en nada...

Volvió a sonreír de la misma estraña y enigmática forma.

- En cuanto a qué hago aquí... Digamos que hay ciertas cosas que me atrajeron a este lugar, pero creo que si te las dijera pensarías que estoy loco, así que diré verdades a medias. Quería alejarme lo más posible de mi padre.

No sé por que razón pero su sonrisa me daba escalofrios... ¿Qué demonios se le pasaria por la mente a ese tio? En fin, por muchas vueltas que le diese en mi cabeza no iba a encontrar la solución. Yo sabia lo del torneo por que las noticias por aquí vuelan y aun que no te lo digan, te enteras de todo... Además uno de los motivos por los que vine a este sitio era por que sabia que se hacian torneos, allí podria demostrar que era el más fuerte y tenia que hacerlo.

Su poca sinceridad no me gustó mucho, pero bueno, estaba en todo su derecho de decirme lo que le diese la gana. Fruncí el ceño al escuchar lo de su padre y pensé en el problema que habia tenido yo al ser un Flamma y vivir entre Parvus... se hacia duro... era una historia complicada de contar...

-Jum... entiendo... Le respondí a lo que me habia dicho como si yo hubiese pasado por una situación parecida con mis familiares... y la verdad es que sí. La habia pasado, habia tenido una infancia dura, me habian tocado unos padres un tanto complicados... pero de todas formas los queria y de echo si soy quien soy es gracias a ellos... .lástima que ya no esten conmigo. Extrañe a mi padre parvus en aquel momento...

-Bueno no hablemos de penurias. Le dije intentando romper el hielo sobre la conversación incomoda que nos hacia hablar de nuestro pasado.

-¿Te gustan las chicas? Jeje... Le pregunté de forma directa y despreocupada y de paso para saber si esa mirada de reojo que me habia echado no era para tirarme los trastos...

Su pregunta lo pilló desprevenido. ¿Hablar de mujeres de buenas a primeras? Se planteó de pronto si aquel hombre no estaría, por casualidad, intentando algo con él. Zacharyas jamás había tenido demasiado éxito romántico por sus costumbres macabras, pero quizás a aquel hombre le atraía algo de él, aunque esa sería una de las últimas posibilidades a barajar.

Se encogió de hombros.

- Si te soy sincero, no es algo que me haya preocupado mucho a lo largo de mi vida... -confesó con tono pensativo, como buscando algo que se le escapase.