Pasillos

Bueno, es natural que un hombre tan siniestro y raro como el no se percatase de esas cosas.... ¿En que estaba pensando al preguntarselo? De todas formas lo que queria habia funcionado, habiamos cambiado de tema y dejamos de pensar en nuestro pasado.

Me apoyé en la pared con aire despreocupado y le dije:

-Bueno, supongo que alguien como tú no se fija en las chicas, yo la verdad tampoco es que me fije demasiado, además me pongo nervioso y siempre meto la pata. Le dije esperando que comprendiese la situación bochornosa que existe cuando una chica te mira y tu la miras y derrepente tu pulso se acelera y te das cuenta de que estás haciendo el ridiculo...

Me escurri por la pared hasta sentarme en el suelo, estaba cansado y no tenia ganas de estar de pie.

-Espero que no te incomode que me siente un ratejo. Esperaba que no le sentase mal, solo tenia ganas de sentarme un ratito.

Sonrió algo tenso.

- Lo cierto es que dicen por ahí que las mujeres son un misterio, pero... Adelánte, siéntate.

Pestañeó, pensativo. Pareció entonces, de pronto, recordar que estaba diciendo algo y carraspeó.

- Yo creo, realmente, que para mí las mujeres sí que son completamente desconocidas. No entiendo su funcionamiento, así que las trato como trataría a un hombre o a cualquiera.

¿Funcionamiento? Qué forma de hablar tenia más rara este chico... yo siempre pensé que las mujeres no funcionan, son personas, con sentimientos que piensan y actuan de manera propia, no pude resistir rebatir el comentario de zarcharyas que me habia parecido algo mal por su parte...

-¿Funcionamiento? Tio, las mujeres no funcionan, no son objetos. Ellas piensan y actuan como todos, tampoco debemos darle el mismo trato a todas, ya que no todas son iguales. Le respondí mientras me echaba una mano a la frente para expresarle lo ilógico que estaba siendo y seguí añadiendo:

-Las personas tienen sentimientos, aman, lloran, rien, se enfadan... por eso me parecen tan interesantes y tanto las mujeres como los hombres, deberian ser tratados de la misma forma. Me dí cuenta de que me habia pasado con mi discurso, pero es que siempre hablaba de lo que creia que era justo y esto me parecia una situación en la que alguien tenia que hablar.

Me levanté, agarré mi pico con fuerza y me lo coloqué en el hombro. Acto seguido sonrei y le dije a Zarcharyas:

-¡Ja! Cuando aprendas el significado de la vida humana, llegarás a ser tan fuerte como yo. Lo miré fijamente, para darle más sinceridad a mis palabras.

El discurso de Runek hizo que Zacharyas sonriese. Él no había pretendido insinuar que las mujeres eran objetos ni nada por el estilo. Simplemente había procurado ser sincero al confesar que no sabía tratar con ellas.

- No pretendí sonar desagradable... Si te soy sincero, no se me da bien tratar con mujeres ni con hombres, por eso no sé exactamente cómo funciona la mente de las personas... Solo me puedo basar en la mía y en la de mis familiares cercanos, y me han dicho que mis razonamientos no siempre son normales, por lo que...

Suspiró. No le iba a contar de sus aficciones o gustos.

- Supongo que tendré que aprender a relacionarme ahora que estoy en este lugar.

Ensanchó su sonrisa.

- Bueno, Runek... Yo considero que ha sido muy grato hablar contigo, pero me gustaría ir un rato a leer a la biblioteca. Espero no ofenderte. Puedes venir, si quieres. Aunque no sé si te interesa la anatomía cerebral humana.

Sonrió algo tensamente.

Qué mal rollo me daba este tio... sonria de una forma, tensa y desagradable, no sentia que me sonria de verdad como por ejemplo lo habia echo en otro momento aquella chica de las termas... Este chico era una persona rara... pero bueno, también tiene que haber de todo en este mundo.

Levanté una ceja y lo miré con cara extraña. Me habia parecido raro, por que guardó la calma a pesar de que mis palabras lo habian criticado...

-Jum... entiendo, bueno, me parece bien lo que dices. Me encogí de hombros viendo que habia entendido lo que le habia dicho y no le dí más importancia al asunto.

-¿A la biblioteca? ¿Leer? ¿Estudiar? ¿Matar moscas con los libros? Nah que va, eso no me interesa. Le dije pretendiendolo hacer reir y a la vez enseñandole que no me gustaba la biblioteca para nada. A mi me gustaba la acción, el leer y reposar leyendo me aburria muchisimo.

Sonrió ante su respuesta. Runek no parecía mucho de leer, pero suponía que él tampoco parecía muy de acción, así que, de alguna forma, estaban empatados.

- Supongo entonces que en otro momento podremos vernos y compartir alguna aficción común. Seguro que existe.

Le estaba costando un poco hablar con aquel chico, pero no quería parecer nervioso.

- En fin... Espero verte pronto, Runek. Un placer conocerte.

Exendió nuevamente su mano, como despedida, y tras saludar al muchacho se alejó por los pasillos directo a la biblioteca.

*se va*

FdR- Elije tú si se la estrecha o no.

(¡Ahg! ¿Por qué sonrie de esa forma?) Pensé.

Me daba bastante repelus, pero bueno... el hombre me habia estrechado la mano, así que se la estreché yo también. Y le dije:

-Encantado de hablar contigo Zarcharyas. Aun que en realidad me habia sentido algo incomodo...

Poco después se fue de allí con paso lento y calmado... Sin duda ninguna parecia un zombie o un fantasma o una cosa así rara... Por mucho que intentase dejar de pensar en él como un bicho raro, me era imposible.

Me quedé un rato con la boca abierta mirando para él como se iba, pensando todas esas cosas raras que se me pasaban por la cabeza... (¿Le caeria bien?) Pensaba extrañado mientras miraba hacia la lejania y metía las manos en los bolsillos. Bah, no debia preocuparme, la conversación no habia salido tan mal...

(Almenos nos habiamos estrechado la mano...) Pensé.

Pero por más que lo intentaba me era imposible dejar de pensar en la conversación que habia tenido y aun por encima creia que iba a tener pesadillas con la sonrisa de aquel tio... Pero no iba a hacer nada quedandome siempre en el pasillo así que decidí marcharme sin decir nada más...

*se va*

-FdR Le estrecho la mano hombre... no te preocupes xD

Sus pasos resonaban en la oscuridad. Los pasillos, únicamente iluminados por antorchas, hacían que su sombra se extendiese sinuosa, marcando sus caderas tambaleantes y su cabeza adornada con su característico sombrero que denotaba su posición.

Su botella tintineaba al golpearse contra la hebilla de su cinturón, acordemente con los pasos que ella daba.

Al final decidio pararse en una de las ventanas para dentarse en el alfeizar y echar un buen trago a la botella, haciendo que se tambalearse un poco. Hoy reconocía haberse pasado un poco con la bebida. Pero le daba exactamente igual.


*se queda*


Después de tomar un poco el aire, decidió que ya era suficientemente tarde como para irse a descansar.

*se va*

- ¡¿QUIÉN MATÓ AL PETIRROJO?!

Saltos. Saltos al ritmo de la canción. Con aquellos pasillos tan enormes, que reverberaban de aquella manera, además, yo me lo pasaba de maravilla. Quién me hubiera dado criarme en una casa como aquella.

- ¡"FUI YO", DIJO EL GORRIÓN!

Aunque sería más divertido cantar con alguien. Ojalá encontrara a alguien...

Saltos. Saltos al ritmo de la canción.

*Se queda*

Camino por los pasillos tranquilo. Mi vida transcurre como debe transcurrir. Un criado, belleza, poder... relativo poder y un torneo a la vuelta de las esquina que me hace hervir la sangre de emoción, pero no dejo que se note.

Me acaricio la coleta, que ahora reposa sobre mi pecho y oigo unos gritos enormes, a lo que me pongo tenso y saco mis púas metálicas de mis muñecas por puro instinto. Entonces veo doblar la esquina a una enana.

Entorno los ojos.

No es una enana, ni una niña... es una parvus. Una parvus como Clara. Mi Clara...

Sacudo la cabeza. No puedo dejarme llevar por los fantasmas del pasado, por lo que simplemente le hablo.

-No, no, mentiroso, fui yo, el halcón- digo continuando la canción que ella cantaba para que me prestase atención mientras me acerco a ella.


FdR: quizás tarde un poco en responderte jaja

Saltos. Salt... Miré al frente. Mi canción interrumpida por... ¿Otro blanquito? Di un nuevo salto hacia él, esta vez en silencio, alzando el dedo para señalarlo.

- ¡TÚ! -grité, con el ceño fruncido. Entonces me reí.

- Tú eres... ¡Eres como el chiquillo! -volví a reír-. Y como la chica del pelo bonito -ladeé la cabeza-. El tuyo también es bonito. Pero el suyo más -reí otra vez, correteando a su alrededor mientras me agarraba la barriga, que me dolía de la risa. Al fin, me detuve frente a él y dejé de reírme.

- En realidad no sé quién eres -confesé, bajito, como un secreto-. A lo mejor deberías decírmelo.

Me puse de puntillas, sacando pecho y con los brazos en jarras. Sonreí.

- A lo mejor así te digo quién soy yo.

FdR.: Sin fallo XD

La joven ríe como una verdadera posesa. Debe de faltarle un hervor a la pobre.
La veo arqueando las cejas con una mueca de incredulidad en la cara.

Me llevé una mano al pecho y retrocedí unos pasos indignados al oír que había una chica con el pelo más bonito que el mío en el palacio.- Oye tapón, ¿que demonios dices? nadie tiene el pelo tan bonito como yo. digo intentando recuperar mi compostura.

Entonces en un susurro dice que no me conoce e insinúa que debería decírselo, poniendo de chantaje que así ella me dice quien es.

-JA! pequeña insulsa, ¿acaso te crees que me importa quien seas? pero para que veas mi buena educación, te lo diré. Soy Alexander Price, Hijo de los Duques de Price, de Caligo.- tuerzo una sonrisa.- Supera eso, botijo- digo dándole con mi índice en su hombro en señal de pique.

Evité que me tocara simplemente agachándome. En cuclillas, lo miré con una sonrisa descarada y volví a reír.

- ¡Es el hijo del duque! ¡Es el hijo del duque! -canté a voz en grito. De nuevo, risas. Entonces, lentamente y con expresión solemne, me levanté, me sacudí el inexistente polvo de la ropa e hice una exageradísima reverencia y carraspeé.

- De vos, el duque de Caligo,
grandes querellas me dan
que forzáis a las mujeres
casadas y por casar,
que les bebíades el vino
y les comíades el pan
que les tomáis la cebada
sin se la querer pagar.

Después de terminar mi canción, le guiñé un ojo.

- ¿Es ese el duque? Mala fama tiene en mi casa... -más risas-. Pero no te preocupes, que a mí me gusta la canción.

Seguí tarareando la melodía, sin prestarle atención, mirando al techo fijamente, concentrada en algún punto perdido.

Evitó el toque de mi índice y yo entormé los ojos, pero me dio un poco igual.

Pero entonces comienza a reír y a decir que soy hijo del duque de Caligo, a lo que yo asiento con una sonrisa de superioridad. Me hace una reverencia y yo me sacudo el pelo hacia atras.

Así me gusta.

Pero de repente comienza a cantar una canción que deja el nombre de mi familia por los suelos. A cada sílaba que pronuncia, apriteo más los puños y me aguanto por no propinarle un tremendo puñetazo y dejarla muerta en el suelo de la paliza que le quiero dar a la piojosa esta.

Cuando termina, solo me apetece ir corriendo a junto mi padre para que tome cartas en el asunto y que la manden al paredón.

Entorno los ojos y aprieto mis párpados contra estos para retener una lágrima de impotencia que quiere salir pero que al final logro controlar- m-mi padre se enterará de esto- le escupo de forma que cada sílaba le explota en la cara con todo mi odio.

No me puedo creer que mi familia sea sometida a semejantes cánticos que hunden su buena imagen social.

-A mi no me guiñes ningún ojo, maldita bocasable!- digo cruzándo mis brazos y girando un poco la cabeza.

No estoy acostumbrado a que traten así a mi familia... temor es lo que infundamos los duques ce Caligo y no se como reaccionar ante tal burla.

-Pues yo la aborrezco. Mentiras es lo único que dices.

Pero parecía que mi enfado non da resultado y la mesa camilla esa no para de tararear esa melodía.

-CALLATE DE UNA VEZ!- digo lanzando un potente Âchnam a la pared que tenia detrás, pasandole cerca de su cabeza, haciendo que su pelo se moviera por la velocidad de mis potentisimos hechizos.

Me callé de golpe, quedándome seria. Muy seria. Lo miré, sombría y fríamente, y volví a sonreír, esta vez muy macabramente.

- Es sólo una canción -dije, bajito, como un silbido de serpiente.

Y mi cara se iluminó de nuevo, volviendo a la normalidad. Me acerqué a la pared dañada por su hechizo con movimientos saltarines, tarareando de nuevo la canción del petirrojo. Acaricié la pared con un teatrero puchero, como consolándola, y me volví hacia él con mi más radiante sonrisa.

- Entonces, ¿tú eres el halcón? -pregunté, ladeando la cabeza, con un cierto aire infantiloide.

Su sonrisa me dio miedo. ¿de donde coño ha salido esta tía?- lo sé.- digo sin quitarle la vista de encima.

Se pone a inspeccionar los daños de mi hechizo pero cuando se da la vuelta, está de nuevo contenta y me pregunta si yo soy el halcón.

-No no...- digo negando con el dedo con una sonrisa de superioridad.- yo soy el que viene después del halcón.

Quién mató al petirrojo
fui yo el gorrión
No, no, mentiroso
fui yo, el halcón
no mientas, envidioso
que el que yo mató
fue un ente poderoso
Sí, yo el cazador.

digo terminando la canción, para que sepa quien soy yo.

Me cruzo de brazos y la veo desde las alturas. -¿nombre?

Me reí. Vaya... Suponía que cada región tendría sus propias versiones.

- Mi versión no termina así. En mi versión, no hay cazador:
¿Quién mató al petirrojo?
"Fui yo", dijo el gorrión.
¿Y quién mató al gorrión?
"Fui yo", dijo alguien riendo...

Sonreí.

- Pero cazador está bien. Es más fácil de vigilar que "alguien".

Ladeé la cabeza cuando hizo la siguiente pregunta.

- Tú, Alexander Price. Yo... -fruncí el ceño, confusa-. ¿Te importa quién soy?- la ilusión bañó mi rostro.

Escucho su version.

-Bahbahbah... la mía mola más- digo alzando un pulgar hacia arriba y sacudiéndome el pelo hacia atrás.

Alzo una ceja ante su comentario. - ¿Acaso pretendes... Vigilarme?- "primero deberías llegarme al los talones, regleta de quince centímetros..." pienso pero no se lo digo.

Ante su pregunta y su cara de ilusión, con esos ojos brillantes viéndome... me echo las palmas a la cara y me aprieto los mofletes con desesperación.
Al cabo de unos segundos, separo mis dedos para ver si sigue en la misma posición... y así es.

-¿Nadie te ha dicho que eres la cosa más repente, repulsiva y desquiciante que se han podido echar a la cara?- digo soltando un suspiro. Ahora parece que soy yo el que le interesa algo aquella mujercita y no era así. Le daba exactamente igual... aunque tiene los ojos muy parecidos a los de Clara... Clara también era morena... ¿porque pienso en Clara? Está muerta... agito mi cabeza un par de veces para centrarme.- relativamente... digo con voz cansada.- ¿me lo vas a decir o no?- digo acuclillándome... me duelen las rodillas.

Me eché a reír. Qué chico más gracioso. Me encogí de hombros.

- Claro -asentí, radiante-. ¡Yo soy Solomón Grundy!

Y me alejé entre carcajadas, agitando los brazos como si volara, tarareando una vez más la canción del petirrojo... Esta vez su versión.

FdR.: Lo siento XD Es que está de la olla... XDU Hasta la próxima!

¿So-solomón Grundy? no es un nombre muy común... de hecho, no lo había oído nunca, pero bueno...

Me levanto de mi posición agachada y veo como se pierde por los pasillos.


Chasqueo la lengua.

La pierdo de vista.

me acerco al desperfecto que he causado en el palacio... tengo que aprender a controlarme. Bah... que lo arregle el dueño, que para eso ha montado este "campamento de niñas lloronas"

*se va*

Camino por los pasillos azarosamente. Si me encontrara con alguien para charlar un rato sería perfecto. De hecho, me apetece, y está mal que así sea porque no puedo acercarme al resto de los guerreros, pero me apetece hablar un rato con Heylel.

Quizás si voy por la biblioteca lo encuentre, aunque es algo temprano para que esté escribiendo una carta.

*se va*

Una vez en el pasillo, tiré de él sin rumbo fijo, buscando algún sitio que pudiera resultar interesante. Al cabo de un rato de búsqueda, y sin resultados, me volví hacia él en un cruce de pasillos.

- A ver, ¿pero tú adónde querías ir? Es que si no me ayudas, no te puedo llevar a donde quieres.

Lo solté y me asomé primero a un pasillo y luego a otro. Nadie en ningún sitio. Excepto los boros, esas bolitas tan graciosas, que siempre estaban por allí flotando. Olvidándome del chiquillo por un momento, me dediqué a perseguir a uno, intentando atraparlo sin éxito.

La observó inmóvil mientras correteaba, esperando a que regresara junto a él por su propio pie. Una vez lo hizo, carraspeó, preparando su voz para el habla.

- Sinceramente, no tengo ningún favoritismo ahora mismo. Si simplemente no tuviera que andar mucho...

Se pasó la mano por el pelo, descubriendo su pálida frente unos instantes. Acababan de encontrarse y ella ya lo había fatigado. Supuso que ese día andaba algo escaso de energía.

Al fin, conseguí atrapar a mi presa, y envolviéndola en un abrazo, volví corriendo junto al chiquillo. Zacharyas parecía un poco desanimado. No pude evitar un mohín de disgusto. Sin embargo, me encogí de hombros y me senté allí mismo, en el suelo.

- Ya está -anuncié-. Nos quedamos. Pero siéntate tú también.

Empecé a balancearme de un lado para otro, tarareando, con el boro en brazos. Sonreía.

Suspirando, se sentó junto a la chica. Clavó entonces su mirada en el boro que ella portaba, con poco interés. Tenía ojos, muchos ojos. Se preguntó si pasaría algo si le quitaba alguno, a fin de cuentas tenía muchos más, pero ni siquiera tenía ganas de hacer realidad ese deseo en ese momento.

- Te veo igual de animada que la última vez -dijo a Stalon - ¿Ya has luchado?