Pasillos

Negué enérgicamente con la cabeza a su pregunta.

- Ni un poquitito de sangre he visto -suspiré, con disgusto. Solté al boro, que salió huyendo tan rápido como podía, y saqué mi guadaña, que llevaba a la espalda. Estaba limpia y reluciente, y nuestras caras se reflejaban en ella-. No creí que fuera a estar tanto tiempo inactiva -entonces sonreí, recordando de pronto, y lo miré a los ojos-. Pero no tardaré mucho más en luchar -comenté-. Me he apuntado a un torneo. A ver si puedo sacarle las tripas a alguien por fin. O al menos, moverme un poco...

Acaricié a Amatista con cuidado. Tenía ganas de algo de acción.

Caminando alegremente por los pasillos, silbando, me crucé con dos personas. Zacharalgo y una parvus. Los saludé con un gesto, sonriendo.

- Buenas tardes, dama, caballero...

Tras esto, me despedí de igual forma y me fui, dirección al comedor.

*se va*

- ¿Torneo...? -inquirió curioso con la vista puesta en el filo de su guadaña- No tenía noción de ello... Quizás vaya a verte.

Justó en ese intante cruzó el pasillo Rick Dehnel y los saludó. Su breve intervención sirvió para recordar a Zacharyas una cosa, por lo que se volvió hacia Stalon y clavó los ojos en ella.

- ¿Conoces a Alehyss Lester?

Su mirada se había vuelto casi obsesiva. Tal vez ella pudiera ayudarlo.

- ¡HASTA OTRA! -grité a un pelirrojo enorme que nos saludó al pasar, cuando ya estaba un poco lejos.

Me volví hacia Zacharyas cuando me preguntó por alguien, y negué con la cabeza. Nunca había oído ese nombre antes.

- ¿Quién es? -pregunté.

Negó ligeramente, sumiéndose de pronto en sus pensamientos.

- No la conozco tampoco, pero la busco... -murmuró.

Lo que siguió a esas palabras fue un largo silencio, aunque su mente ya no estaba para nada dormida. Estaba completamente despejada. Por alguna razón, el haber visto a aquel hombre le traía tan fuerte recuerdo de Alehyss Lester que casi saboreaba la sangre de las víctimas a las que ella había matado.

Tragó saliva, intranquilo.

Paseaba alegre por los pasillos que daban a las explanadas de terreno del palacio y el lago se veía a lo lejos. Estaba bastante animada y me apetecía entrenar o algo similar. Me apoyé en una de las ventanas a ver si veía a alguien, con tan mala suerte que me corté en la mano con un azulejo roto. "auch. Que mala suerte..." Miro mi mano herida y trato de apartar la sangre un poco por si tengo algún rastro de piedra o algo así. Creo que debería ir a la enfermería.

Me pongo a caminar hacia el lugar y me cruzo con un par de chicos que no conocía. "Buenas tardes" Saludo sonriente. Eran un caeruleus y una parvus a los que no había visto antes, pero ahora no tenía tiempo para presentarme o acabaría manchando algo de sangre.

Saludé con la mano a una chica que pasaba. Sonreí, encantada. ¡Cuánta gente había hoy por ahí!

Me volví hacia el chiquillo. Ladeé la cabeza, sorprendida. Parecía afectado. A gatas, me coloqué frente a él, apoyé las manos en sus rodillas y acerqué mi cara a la suya, buscando algo en sus ojos.

- ¿Y por qué? -pregunté, con los ojos muy abiertos.

Mientras trataba de relajarse, pasó una muchacha con la mano herida y el olor a sangre penetró por las fosas nasales de Zacharyas. Apretó la mandíbula. Aquello se le estaba yendo de las manos, y parecía que todo a su alrededor lo instase a enloquecer.

Siguió con la vista a la flamma y a su sangre, pero el rostro de Stalon se interpuso y lo relajó un poco, aunque ya no estaba seguro de qué le preguntaba.

- ¿Ah? -. Carraspeó-. ¿Por qué, qué?

Silbando, pasé de nuevo por el pasillo, en dirección contraria a la anterior. Me encontré con las mismas personas de antes, así que saludé de nuevo. Qué tortolitos...

Estaba, por supuesto, buscando a Inger para agasajarla con mis ofrendas. Aunque... Bien pensado... ¿Cómo iba a dar con ella sin llamarla? Así que procedí a ponerme a gritar mientras la buscaba para agilizar la tarea.

- ¡¡¡INGEEEER!!! ¡¡¡INGEEEEEER!!!

*se va mientras grita*

Me reí. ¿A qué venía aquella cara tan graciosa?

- La chica... La que decías antes... -me senté frente a él, examinando su cara de desconcierto, mientras me reía sin parar.

El chico enorme volvió a pasar, gritando, y nos saludó otra vez. No pude sino reír más fuerte.

Lo que menos gracia me hace es tener que moverme tanto para llegar a los tejados con el único fin de hablar con Kettleburn, pero, puesto que no me queda otra, atravieso los pasillos algo malhumorada en dirección al lugar en el que he de reunirme con el piscis. No puedo evitar escuchar la voz de Rick Dehnel a lo lejos, que me pone de peor humor. Brama como un maldito animal, ojalá lo hagan callar pronto.

Mientras camino me encuentro con una extraña pareja. Intento no mirarlos mientras la chica ríe y sigo caminando. Qué rara es la gente.

*se va*

No dejaba de pasar gente por aquel pasillo y Zacharyas no lograba concentrarse en hablar de Alehyss Lester. Observó a la última chica que pasó, una morena de cabello negro, y frunció el ceño. Ya estaba bien... Entonces miró a su compañera.

- La busco porque he escuchado cosas interesantes sobre ella...

Se preguntó si no estaba hablando de más. A fin de cuentas, ¿quién era Stalon? Además... No podía irse de la lengua, pues no creía que Alehyss Lester se sintiera conforme con ello.

Asentí con convencimiento. Cosas interesantes. Fantástico. Recogí a Amatista del suelo y la guardé tras un momento de vacilación.

- ¿Es una chica lista? ¿Hábil? Seguro que es una auténtica pasada. Una persona absolutamente fabulosa -miré a algún punto perdido del techo, fantaseando, con un suspiro. Qué ganas tenía de conocerla. Seguro que tenía mucho que enseñarme-. ¿Cómo has dicho que se llama? -pregunté. Era un dato importante. A partir de ese momento, preguntaría por ahí.

Miembros cercenados... Cabezas cortadas... Órganos a la luz del sol, pudriéndose por el calor y la falta de riego... Se estremeció. Todo eso era Alehyss Lester para él, pero si hablaba de ello quizás... No era buena idea.

Negó lentamente.

- No tiene importancia -dijo, apretando los dientes.

Estaba incómodo. Los pensamientos lo excitaban, pero la presencia de la parvus lo incomodaba y estab algo tenso. Notó gotas de sudor bajando por su frente.

Volví a escrutar su cara. Algo no cuadraba, pero no sabía decir qué. Era como si estuviera enfermo. Cuando se negó a decir el nombre de la chica, me encogí de hombros. Tal vez no fuera tan fantástica.

- ¡Zacharyas! -grité, dando un puñetazo al suelo. Me crucé de brazos, con gesto de disgusto-. Me estoy aburriendo. Eso no vale.

Me puse de pie, me coloqué tras él y empecé a tocarle el pelo.

- Tienes que ser divertido -dije-. Sino, es trampa.

Entonces saqué de mi bolsillo el pelo rojizo que había conseguido unos días atrás y lo puse en su cabeza, para compararlo con el suyo. Me reí al ver el contraste.

La miró.

- Yo no soy divertido -dijo-. Eso me dice la gente desde siempre, y...

Observó lo que ella hacía. ¿Aquello era pelo?

- ¿Qué es eso? -preguntó curioso. A ver si lograba distraerse.

Lo miré, sonriente, y puse delante de su cara el pelo rojizo.

- Es pelo rojo -dije, con orgullo-. ¿No es fantástico?

Y lo guardé rápidamente, no fuera que lo quisiera él. Que consiguiera él uno.

- El tuyo es gris -le conté, tomando entre mis dedos un mechón-. Y el mío negro.

La miró unos segundos, preguntándose si había algo más allá de aquellas palabras, pero parecía que solo quería exponer verbalmente los contrastes entre los colores de sus cabellos. Y el de aquella mata rojiza...

- ¿De dónde lo has sacado? ¿De alguna bestia? -preguntó interesado.

La miró. Quizás estaba siendo algo frío, por lo que esbozó na leve sonrisa.

No pude evitar reír ante su pregunta. Una bestia... Me llevé un dedo a los labios y me los repasé varias veces, mirando hacia el techo con una sonrisa.

- Podría decirse que sí -concluí finalmente, sin parar de reír-. Era una bestia enorme y terrible -asentí, con los ojos muy abiertos y gesticulando mucho para parecer más convincente-. Rompió una lápida en el cementerio. Luego estuvimos hablando.

Volví a sacar el pelo, aún con una sonrisa divertida en los labios.

- ¿Hablando? No... No entiendo...

Sin embargo lo de la lápida... Cementerio... ¡¿Qué mejor lugar que ese para relajarme?! Lo usaré a partir de ahora, si logro dar con él. Mentalmente, doy gracias a Stalon por la información.

Carraspeo.

- ¿Y cómo robaste tal mechón de su cabello...?

Me estaba riendo tanto que no podía contener las lágrimas. La cara de Zacharyas era un poema, y sus palabras no me ayudaban a tranquilizarme. Me sequé una lagrimilla, intentando normalizar mi respiración antes de contestar.

- Oh -contesté, al fin-. Él no quería que le tocara el pelo. Pero es que era muy bonito. Así que, antes de irme, me aseguré de llevarme una muestra -al recordar la escena, volví a reírme-. Se lo quité y salí corriendo.

Seguí riendo a carcajada limpia. Ahora sí estaba siendo divertido. Cambiando de opinión, le tendí el mechón, por si quería tocarlo.

El líder Darvenwish se decidió a dar una vuelta por el palacio para controlar cómo iban las cosas. Sus papeles del día estaban organizados y quería despejarse. Caminó eteniendo cuenta de los guerreros, boros y demás personal que por allí rondaba y fijándose en que todo estuviese en orden.

Doblando un pasillo, encontró a una extraña pareja y se alegró de ver que una de sus integrantes era la pequeña parvus que había conocido en los calabozos y a la que le había mostrado un par de estancias. Sonrió ampliamente pero no varió su paso elegante y tranquilo al acercarse a los muchachos. A él no le conocía, pero pertenecía a su raza.

-Ah, mi pequeña An, que bien encontrarte tan contenta por aquí. Dime, ¿quién es tu amigo? -Preguntó a la chiquilla para luego dedicar una mirada al muchacho. Apostaría a que parecía más mayor de lo que en realidad era. Sus facciones no le parecieron hermosas, pero guardaban algo de encantadoras que las volvían ciertamente peculiares. Su aspecto era desgañitado y perdido y su cara todo un idilio de nostalgia cansada. A pesar de sus características, no perdía cierta elegancia dada de forma innata por su raza.Quizá en sus movimientos.

Escuchaba risueño el parloteo de la parvus. Se preguntó si ya era hora de llamarla amiga, o si aún era muy pronto. De todas formas, pronto estos pensamientos se evaporaron, cuando escuchó una profunda voz dirigirse a ellos.

¿An? ¿Así era como se llamaba Stalon? La miró confuso un intante, pero pronto se centró en el imponente caeruleus que estaba frente a ellos. Al instante, como si un impulso eléctrico lo obligase, se puso en pie y se inclinó. Se hubiera postrado de ser necesario.

- Señor Darvenwish... -dijo-. Mi nombre es Zacharyas Blacksmith...

Carraspeó. Aquello era más de lo que esperaba.

- Créame cuando le digo que creo que jamás he sentido tener honor tal como el que en estos momentos bulle en mí, y ruego me disculpe por comportarme como un chiquillo, más... -. Lo miró-. Lo siento...

Me volví cuando una voz familiar me llamó, congelando mi risa y quedándome paralizada un momento, para a continuación volverme hacia Aren con una sonrisa que no podía describir la alegría que sentía al encontrarlo.

- ¡AREN! -grité, entusiasmada, corriendo hacia él para abrazarlo-. ¿Cómo estás? ¡Qué alegría verte! ¡Cuántos reencuentros hoy! -señalé al chiquillo-. Es Zacharyas. Es mi amigo -los miré alternativamente, y tomé a Aren de la mano para llevarlo junto al chiquillo-. ¡Qué bien, qué bien, qué bien! -no pude evitar una risa. Mi entusiasmo se había multiplicado. Solté la mano de Aren y di una vuelta alrededor de los dos mientras Zacharyas hablaba. Luego, volví a darle la mano a Aren, mirando a Zacharyas con curiosidad. ¿Lo conocía? ¿También a él le gustaba?

En cuanto observó la reacción de la parvus se enloqueció de afecto. El hecho de que gritase su nombre con entusiasmo y corriese a abrazarlo simplemente le enamoró. Abrazó a la pequeña chica y acarició su cabeza con cariño.

-Ah, querida, ¿cómo voy a estar encontrándote y con tan buen recibimiento? Ahora estoy magnífico -.comentó con una amplia sonrisa que poco dejaba entrever a la que mostraba habitualmente. En cuanto ella señaló al muchacho diciendo que era su amigo, el líder volvió a observarlo con curiosidad.

El chico en seguida se inclinó mostrando respetos al tiempo que daba su nombre completo. ¡cuanta complacencia para el líder en tan poco espacio! El chico le resultó encantador con aquella voz apagada y aquel sentimiento mustio. El líder no daba crédito a tan buen momento. Dio cuenta de como la parvus correteaba durante la presentación de muchacho y como finalmente volvía a él para agarrarle de la mano. Con su mano libre, el líder caeruleus volvió a acariciar la cabeza de la jovencita.

-Estoy encantado de ver como mis muchachos dan tal muestra de comportamiento aun lejos de su tierra. Eres un orgullo para tu pueblo aquí en Brontë -.Mencionó. Estaba de gran humor tras el encuentro. -Levántate, Zacharyas, no querrás comprometer a tu activa amiga -. Comentó mirando a la parvus con una sonrisa cómplice. Se sentía tan dichoso que habría subido bajado las tasas de mercancías en aquel mismo momento.