Pasillos

Frunzo algo más el ceño cuando la chrysos se acerca para preguntar con tono más peligroso y mi primera intención es sacar el kunai con gesto rápido y llevarlo frente a su cuello.

—No me gusta el aliento de kraken —Le digo tras unos segundos. Los segundos los necesito para no decírselo en piscis como me habría salido realmente de dentro, porque sino no lo habría entendido. Su cercanía me quitaba espacio personal y eso es muy molesto.

—Ese fue tu destino y por el mismo motivo yo pude verlo luego. Nada más —Le digo. Realmente no hay muchas vueltas que darle al tema, simplemente decirle que ella cometió un error por tener boca de pulpo gigante.


FdR: Si tardo un poco es porque estoy algo enredado X0 Veo amor u.u XDD

Enarco las cejas. No puedo evitar sonreír socarronamente. ¿Destino? ¿En serio? No me lo imaginaba de esos, aunque, bien pensado, por su pinta de bicho raro no debería sorprenderme gran cosa que piense algo así. Quizás hasta tenga un dios propio al que sacrifica alimañas para tener contento. ¿Cómo saberlo?

Me alejo un poco de él, alzando la ceja izquierda.

-En tal caso, el destino quizás quiera que te eche mi aliento de kraken en la cara.

Si para él el destino guía su vida, ¿qué sentido tiene que trate de oponerse o que se moleste por los sucesos?

FdR- Battle!

Aparto el kunai en cuanto se aleja y lo guardo de nuevo a mi espalda, tomándome un momento para mirar afuera y luego volviendo a mirarla a ella con calma para luego negar.

—El hombre asume el destino, la alimaña lo ve como irremediable —Respondo cruzándome de brazos y sin dejar de mirarla con una actitud más neutral que al principio.

—Si tu banco se escapa, ¿por qué irías a recogerlo? —Digo con el mismo tono y un encogimiento de hombros a modo de ironía, poniendo de manifiesto sus ridículas palabras.


FdR: Véase banco de peces, como una res XDDD ahora mismo me está recordando al chino de Un príncipe para Corina LOL

Me retiro un mechón de la cara, escuchando sus extrañas frases que pretenden ser filosóficas. Ninguna de ellas me convence de la existencia del destino.
A lo largo de los años he tenido muchas encrucijadas. He escogido muchos caminos equivocados, y por eso estoy aquí. Se me ocurren miles de cosas que cambiar. Quizás de haberlo hecho, ahora sería feliz. No lo sé. Pero siempre fue mi elección. Yo soy la culpable de mi amargura, sí, pero al menos pude elegir.

Esbozo una sonrisa algo tensa.

-¿Por qué Follow?

En lugar de continuar con la discusión, pregunta sobre mi apelativo y me mantengo en silencio un rato, mirándola.

—Porque alguien lo consideró un buen adjetivo —Digo inicialmente —Mi vida es una búsqueda constante. El antiguo símbolo del buscador fue el que me asignaron —No tengo inconveniente en responder por mucho rechazo que tenga a esta mujer. Estoy orgulloso de mi procedencia.

—¿Por qué Alehyss? —Pronuncio bastante las últimas "s", recodando las palabras de la mujer de la enfermería. —Silba como una serpiente.

FdR: Sí, "El Follow" es una antigua runa chhhsssss e.e XDDDDDDD

Relajo un poco el gesto. Aunque no nos agrademos demasiado el uno al otro, por el momento parece que la tormenta inicial ha amainado. No me inspira sensaciones muy agradables, pero invitarlo a discutir no es muy adulto por mi parte.

-Aunque parezca serpiente, poco tiene que ver con una.

Cierro un segundo los ojos, inspirando por la nariz, como si acabase de venirme un recuerdo. Los abro de nuevo, mirándolo, antes de hablar.

-Mi abuela vivía en un pueblo que tenía algunas palabras extrañas. Vivían aislados, así que tenían una especie de dialecto.

Esbozo una sonrisa, aunque esté él. Este recuerdo es de los pocos que guardo con una calidez especial.

-"Aleh" era como decían allí serenidad, y "hyss" silencio. Cuando nací no lloré, y por eso me lo puso, aunque realmente no lloré porque nací enferma. Es algo irónico.

No me avergüenzo de mostrarle una debilidad del pasado. Si cree en el destino, creerá que mi destino fue vivir y, en todo caso, hace ya mucho que pasó aquello.

-No creo que el nombre existiese antes.

FdR- Contándole una intimidad para demostrarle que es superior a las discusiones infantiloides XD

Escucho su historia ya que se decide a contarla. Al parecer su nombre sale de un significado específico a raíz de un dialecto propio y eso me parece interesante ya que, de alguna forma, me recuerda a la forma que tenemos en mi tribu de asignar las etiquetas entre nosotros.

Aunque a priori no me importa demasiado su vida, el detalle sobre su nacimiento desventajoso me da cierta idea de su destino y asumo que es posible que ella sea también una mujer fuerte o destinada a sobreponerse. Asiento. La muerte podrá encontrarla, pero le resultará algo confuso.

—Aleh-Hiss. De acuerdo —Asiento y simplemente comienzo a caminar hacia ella, bordeándola para continuar mi camino por el pasillo. La mujer con cara de kraken ya tiene una explicación para su expresión. Su destino está sellado por su nombre.


FdR: Así, by the face u.u XD

Lo veo marcharse. Es, desde luego, un tipo extraño, pero, pese al desagrado inicial, le encuentro un punto agradable. Supongo que este encuentro no es válido para juzgar, ya que desde el principio estaba enfadado.

Su espalda se pierde al doblar una esquina.

-Volveré a verte, Follow -sonrío para mí.

Quiero desentrañar lo que le hace ser de ese modo. Quizás sea él extraño, sin más, o quizás venga de un sitio lleno de gente extraña. Será divertido averiguarlo, seguro.

Me alejo en dirección contraria a él.

*se va*

FdR- XDD

Caminé por los pasillos con cuidado. Yo no debía estar allí, pero a veces por un amigo uno debía hacer esas cosas.
Cuando me encontré con un miembro del servicio, le sonreí.

-Buenas tardes, caballero... Quisiera pedirle un favor. ¿Tiene algo de papel?

El chico rebuscó en sus bolsillos y, amablemente, me ofreció un trozo de papel. Le pedí que me acompañase hasta una mesa y cogí una pluma que allí había para garabatear el mensaje. Esperé a que la tinta secase y lo doblé varias veces. Luego se lo tendí al muchacho.

-Entrégaselo a Ayne Stalon, por favor. Y no le digas que lo escribí yo, que es para darle una sorpresa a un amigo.

El chico sonrió y tomó el papel. Le agradecí mucho su ayuda y me apresuré a salir de aquel lugar. Mi sitio era la calle.

*se va*

Los pasillos estaban vacíos por completo. Caminaba por unos y por otros, a ratos corriendo y a ratos a paso lento, "haciendo la ronda" y persiguiendo a los boros, únicos seres que por allí se veían. Sin embargo, poco duraban mis persecuciones, porque no tardaba en aburrirme.

¡Qué poca actividad!

Me apoyé en una pared, cruzándome de brazos, enfurruñada. Quería hacer algo y no sabía qué. Y yo siempre sabía qué. Siempre había algo. ¿Qué había ahora?

Volví la vista a la ventana. No llovía, aunque tampoco hacía un día radiante. El cielo estaba en capotado, y me subí la camiseta hasta la cabeza para imitarlo. Avancé hacia la ventana, haciendo muecas y con las manos por delante, moviendo los dedos y haciendo ruidos fantasmagóricos.

Mis dedos chocaron con el cristal, y apoyé las palmas. Luego me acerqué más, dejando marcas de vaho que desaparecían al momento. De pronto, dejé de mirar arriba. Algo abajo, en los jardines, me llamó la atención.

Frunciendo el ceño, pegué la cara del todo contra el cristal, de forma que sentía el sabor del mismo en la boca, y esbocé una mueca propia de un loco. Luego, una amplia sonrisa acudió a mis labios, y me separé de ella para, poniéndome de puntillas, pelearme para abrirla.

Por fin, pese a mi escasa altura, conseguí mi objetivo, la abrí de par en par y asomé medio cuerpo fuera, de forma que mis pies quedaron colgando.

- ¡¡¡HOLA, ZACHARYYYYYAAAAAS!!! -chillé, saludándolo con una mano, mientras con la otra me agarraba al marco de la ventana.

De pronto, sentí cómo se me resbalaba la mano que me sostenía en equilibrio, y pegué un grito, tratando de mantener el equilibrio y no caer por la ventana. Acabé por conseguirlo y, riendo, me descolgué de la ventana y eché a correr hacia los jardines.

*Se va*

Tras el final de mi encuentro con Heylel, esta mañana no tenía ánimos para hacer nada. Me encontraba extrañamante cansada, desanimada, y lo único que quería era permanecer en cama. Sin embargo, tras acurrucarme bajo las mantas durante un par de horas, finalmente me animé a salir al exterior.

Enfundada en una capa, recorrí los pasillos hasta llegar a la salida que daba a los jardines. Tímidamente, entreabrí la puerta, dejando entrar una especie de aire frío y húmedo, y miré el lugar. Fuera llovía con fuerza; los bancos y mesas estaban mojados, y las plantas y la hierba, también mojadas, se movían al compás de la corriente. Me pregunté, al observar el lugar, si Rick estaría a cubierto, y durante unos segundos me planteé salir a buscarle, pero decidí dejarlo pasar. En su lugar, me apoyé contra una pared y contemplé la lluvia por el pequeño hueco que había dejado abierto.

Justo cuando estaba a punto de irme, Rick apareció en los jardines, así que decidí salir. No tenía muy claro qué podía decirle, pero llevaba horas esperando a que apareciese. Además, parecía que se estaba mojando mucho, así que podía darle mi capa.

*se va*

Atravieso los pasillos con pasos seguros. Hace tiempo que no logro nada. Es más que frustrante. Pero lo más frustrante de todo es que si quisiera podría descubrir más cosas. Pero mi humanidad me lo dificulta. Casi tengo ganas de decir a Jager que me retiro, que les diga a los de arriba que se busquen a otra, pero creo que no recibiría más que su otro ojo en una caja. Estoy metida hasta el cuello, y debería haberlo pensado antes. Mucho antes.
 
Suspiro.
Maldita sea.¿Por qué diablos me metí en esto? Ahora no tengo otra salida...
 

*atraviesa los pasillos*

Sinuosa, sibilina, atravieso los pasillos con lentitud y gracia. Una sonrisa acude a mis labios, contenida, cuando observo en él a la joven chrysos morena. Su aspecto es fiero, caliente, pero tiene mucho que aprender. Parece una salvaje que pretende ser elocuente, pero termina sin hallarse ni en uno ni en otro puesto.
 
-Alehyss Lester –canturreo a su espalda, haciendo notar mi presencia -. Vaya enorme sorpresa hallarte en este lugar.

Tuerzo la sonrisa, ilustrando mi mentira. Me aproximo hasta alcanzarla, dejando los dos metros de rigurosa educación entre ambas. Dejo que mi dulzón perfume la embriague. Estoy segura de que verse envuelta en él la pondrá nerviosa.

Hasta que habla no percibo presencia alguna. Trato de mantener la calma al volverme, aunque lo hago algo apurada, preparada para lo que sea. Pocas personas logran sorprenderme de este modo, tan indefensa. Y cuando veo su rostro, caigo, y la recuerdo. Hace tanto que no la veo que creí que no estaría aquí, que habría venido a algo puntual tras la misión, simplemente, y luego se habría marchado.
No sé si se fue o no, pero ahora está aquí frente a mí, irradiando un aura extraña y escalofriante que no sé a quién me recuerda...
 
-La sorpresa es mía... –murmuro, dejando un silencio que debería darle pie a presentarse, pues nunca conocí su nombre.
 
Mis ojos la examinan incómodos, como esperándose cualquier ataque.

Sonrío, ladeando la cabeza escasos milímetros. Con la mano retiro un ondulado mechón que escapa de mi pelo recogido y acaricia mi rostro. El movimiento es ágil, sutil, bello. No me hace falta verlo para saber que es así.
 
-Disculpa, tienes razón. No llegué a presentarme como es debido. Puedes llamarme... -. Hago una breve pausa en la que mi sonrisa se ensancha apenas un par de milímetros, sin generar arrugas en mi rostro-. Madame Desmarais.
 
Comienzo a rodearla con pasos largos y lentos, como acechándola.

-Siempre he tenido curiosidad por conocerte mejor. A ti y al resto, no me malinterpretes... Pero a ti.


 

Madame Desmarais. Ni siquiera es su nombre completo. De hecho, si me pongo escéptica, ni siquiera sé si tiene algo que ver siquiera con su nombre o es así como se hace llamar.
Su sonrisa, su olor, su apariencia... Todo en ella me hace estar alerta. Y la forma en que me rodea, tan despacio que parece fácil escapar de su cerco, pero que al mismo tiempo me inmoviliza... Simplemente puedo observarla, tratar de que nunca escape a mi mirada.
Asusta, lo admito, pero... ¿Es realmente tan fuerte?

-¿A mí? -inquiero, tratando de mantenerme completamente serena. Aunque sueno algo desafiante, intento guardar siempre un equilibrio entre eso y el respeto.

Dejo ir una grácil y musical carcajada. Me detengo un instante para avanzar un paso hacia ella. La miro divertida. ¿Qué es ella para mí, sino un pasatiempo? Incluso puedo leer en sus inteligentes ojos que ella sabe que estoy por encima de ella. No me importa su tono, porque no es una muestra de insubordinación. Por mucho que trate de rebelarse, ambas conocemos la situación. No es más que una apariencia, una máscara, porque sabe que está a mi merced.

-Eres una mujer inteligente, Alehyss Lester. Aunque deberías ser más ambiciosa.

Rozo su mejillas con mis largas uñas de manicura, color nácar. Luego, con el pulgar, dirijo su rostro para que me mire directamente a los ojos. Sonrío, complacida.

-Si te esforzases, podrías llegar muy lejos.

La intranquilidad que me transmite comienza a notarse. Trato de mostrarme seria, con ese matiz altivo, pero sé que no logro engañarla. Ni a ella ni a mí.

-No sé de qué me hablas -. Mi tono ya no es tan seguro, y a punto estoy de no incluír la s, mostrándole el respeto, aunque al final logro tutearla, manteniendo como puedo la posición que intento labrarme.

Sus uñas parecen peligrosas, pero me tratan con delicadeza. Me siento atrapada, como si ya estuviera muerta, pero mi depredador hubiese decidido jugar conmigo un poco más.

Mi mirada se oscurece un instante, aunque mi sonrisa permanece igual. Los dedos, algo crispados, recorren de nuevo su rostro con las uñas, que dejan un fino surco blanco al pasar, pero no la hieren.
Acerco mi rostro a ella, a su cuello, e inspiro con suavidad.

-No hueles a nada, pero huelo tu respeto. No trates de burlarte de mí -siseo junto a su oído.

Mi mano vuela delicadamente hacia ella, peinando con dulzura su cabello tras su oreja, como en una caricia, dejándola a la vista.

-Sé lo que eres. Sé para los que trabajas. Se qué buscas -. Una por una, susurro cada palabra a su oído, con deleite-. Si alguna de estas cosas se supieran... No creo que salieras muy bien parada. Pero se me ha ocurrido una forma en la que podemos colaborar.

Sus palabras me paralizan. Un enorme escalofrío me invade. Siento, prácticamente, terror, pero mi deber es ocultarlo, aunque sea difícil, porque terror significa victoria.
Carraspeo y la miro diréctamente a los ojos, tratando de no parecer asustada cuando hablo.

-¿Qué quieres de mí? -murmuro, desconfiada.

El momento que más temía ha llegado. Alguien me ha descubierto, y no parece alguien dispuesto a guardar el secreto. No sin más, al menos. Y no creo que el precio que ella pida a cambio sea poco.

Por fin. Parece que la joven decide ser inteligente y dejar de resistirse. Desde luego, pocas veces no consigo lo que me propongo, y alguien como ella no es capaz de arrebatarme esas cosas. No le estoy dando la opción. Le estoy ofreciendo colaborar por las buenas, porque no le gustaría hacerlo por las malas. Y a mí, personalmente, tampoco me hace mucha ilusión tener que ponerme dura con ella. No me gustaría que se dijese por ahí que no soy una persona piadosa y comprensiva.

Una sonrisa de satisfacción aparece en mis labios.

-Quiero que investigues a tu propia organización -. Mi voz resuena dulce en sus oídos-. Todo lo que sepas: misiones, activos, secretos... Todo lo que puedas averiguar. Y que cuando te pida algo, hagas todo lo posible por conseguirlo. Si no abres la boca y haces lo que te digo encontrarás en mí una excelente aliada -. Entrecierro los ojos, sin dejar de sonreír, mirándola con frialdad-. Créeme.

Lo que me dice es peor de lo que imaginaba. Estoy dispuesta a hacer una misión para ella, prácticamente la que sea, pero eso... Si hago eso y me descubren es probable que lo que me pase sea terrible.
La miro apretando los dientes. ¿Qué otra opción me queda? Puedo hablarlo con mis jefes y conseguir que me saquen de aquí. Es una buena forma de dejar esto. "Me han descubierto. Tengo que desaparecer."

-Si hago eso y me pillan poco podrás ayudarme -siseo-. ¿Qué me impide contarles esto a ellos y marcharme de aquí esta misma noche?

He ahí la pregunta. 
Una pérfida sonrisa se dibuja en mis labios. Puede parecer una amenaza eficiente. Puede que incluso realmente crea que no la tengo atada en corto, pero creo que en el fondo no puede no saberlo. De todos modos, ¿dónde esta el problema? Si quiere, simplemente le ofrezco el trato y espero a que ella acepte. Sin más.

-Si me ayudas, tus amigos dejarán de correr peligro. Nadie sabrá vuestro pasado. Nadie podrá chantajearte más.

Acaricio su rostro moreno con el dorso de mi mano, tan pálida que hace resaltar aún más la diferencia de color entre ambas.

-A mí no me importa lo que hayas hecho. Si me ayudas, podrás empezar de nuevo. Te ofrezco libertad. 

Me separo de ella y sonrío unos instantes más antes de volverme.

-Piénsatelo.

Comienzo a caminar, atravesando la parte del pasillo que me quedaba por andar. Ahora mis tacones sí resuenan en el suelo, no como antes. Gracias a esta chica mi humor ha crecido notablemente.

*se va* 

Sus palabras son duras porque demuestran que nada es un farol. Que sabe de lo que habla. Que conoce mi pasado, mi presente... Y no me queda otra que escucharla hablar de lo que hace mucho que no menciono como si nada, como si fuese tan cercano o común como hablar del tiempo.
Es un trato jugoso, lo admito. No estoy muy interesada porque no me fío de ella, pero tampoco puedo decir que vaya a ir junto a mis jefes y contárselo. Es demasiado peligroso. Quizás si se lo digo a Jager... Quizás tras acabar esta misión sería una buena idea...

Libertad, empezar de nuevo. Un lugar en el que nadie sepa mi nombre. Buscarme un nombre nuevo. Suena bien. 
Olvidar.

La veo alejarse. No sé si es suerte o desgracia el que me haya encontrado. Cada parte de mí opina lo contrario. Quizás sean ambas. Quizás hasta que tome una decisión no sean ni una ni otra. Pero es algo a tener en cuenta.

Cuando no está, retomo mi camino. ¿Qué estaba haciendo? ¿A dónde iba?

¿Es de verdad posible que ella haga eso?

*se va*

Atravieso el pasillo con pasos seguros hasta llegar a las proximidades del comedor. El vestido me da un poco por encima de las rodillas, llegando a cubrir la kusarigama, que llevo prendida al muslo. Si viniera sin ella, no sería yo.
Respiro hondo. Es pensar en entrar y escuchar todo ese griterío y no desear hacerlo. Quizás sería mejor que primero tome un poco el aire y ya luego entro. Aunque entonces me encontraré a todos borrachos. Aunque... ¿No es ese un buen modo de sonsacar cosas?

El mejor momento para abordar a alguien es cuando sus defensas están bajas, su cerebro frágil y tiene muchas posibilidades de olvidar al día siguiente todos los sucesos.

*se va un ratito más*