Jardines (2)

Sostuve su mirada, serio coo un noble bien educado, como si fuese mi general que me dijese que debía ir a la batalla y que probablemente no volviese. ¿Que lo pensara bien? No comprendía qué tenía que pensar. Porque, creía, por mucho que me echase cobardemente atrás la verdad estaba revelada. ¡No iba a recuperar aquella sensación de simple dulzura a no ser que de un golpe en la cabeza lo olvidase todo! Si aquella dama era más dura de lo que parecía a simple vista las cosas no podían cambiarse. Pero yo no tenía nada que perder. Solo tenía dos opciones: evitarla, lo que era cobarde y rastrero, o enfrentarme a la verdad, como ella había dicho. Y un Dehnel... ¡Rick nunca retrocedía ante los problemas!

-No hay nada que pensar -respondí, con suavidad, pero seguro, sin despegar los ojos de los de ella, sin flanquear en ningún momento.

Telma respondió a su despedida con un mugido cariñoso, restregando ella misma la cabeza contra la mano de la flamma. Yo simplemente las miré, silencioso como un noble caballero, a la espera de que volviesen a dirigirse hacia mí. Una vez ella lo hizo, asentí.

-Descansa -deseé, sereno. Y tanto que nos veríamos-. Hasta pronto -remarqué, sin temor, atreviéndome a esbozar una sonrisa.

Aquello era lo que había... Una situación inesperada incluso para un heroico noble como yo...

Recogí mis cosas y llamé a Telma, dispuesto a llevármela de allí. El entrenamiento había sido más duro de lo esperado, al final. Descansar no vendría mal.

-Llevaba mi capa -comenté a Telma, que me miró curiosa, caminando a mi lado.

*se van*

Aprovecho que hoy parece hacer mejor tiempo para salir un rato a los jardines. Llevo, de todos modos, el paraguas en la mano, por si volviese a empezar, y llevo una capa abrigada. Es mejor prevenir, siempre, y acabo de salir de una gripe...

Camino, arrebujado entre la ropa. La verdad es que el aire libre sienta bien... Y me aclara un poco las ideas. Que llevo un tiempo que apenas salgo de la biblioteca. Me gusta mucho leer, y estoy acostumbrado a estudiar, pero, pese a todo, un respiro nunca viene mal...
Aunque si el abuelo me viese no sé qué diría.
Pero lo imagino...

*pasea*

Al final había dejado de llover. Seguía habiendo unos nubarrones bastante amenazadores, pero incluso hacía algo más de calor. Y yo que esperaba que volviera a nevar un poco...

Antes de comer me había interceptado el cartero, y al principio me había dado algo de miedo ver de quién podía ser el correo. Me sorprendió ver que era de Heylel, y también me alivió bastante. Después de comer decidí salir a leerla fuera, aprovechando que la lluvia no estropearía el papel. Sin embargo, encontré a Jun antes de haber empezado a leer, así que guardé el sobre y me acerqué, sonriente.

-Pero si es nuestro gran arquero -saludé, de buen humor-. ¿Cómo va eso?

La voz de Massen me hace girarme, sonriente. Llevo tanto tiempo en la biblioteca y la enfermería que parece que haga siglos que no la veo. Me acerco a ella, animado, saludando con una mano.
Gran arquero es mucho decir, ¿no te parece, Massen?

Asiento, efusivo, dando a entender que todo ha ido bien. Ahora que ya no estoy enfermo es ridículo profundizar en esos detalles que solo servirían para preocuparla, como mucho. Y a posteriori es innecesario.

Hago referencia a ella, señalándola un instante. Tras practicar la comunicación por signos con Lluvia me he planteado seriamente hacerlo también con Massen. Especialmente si me voy a quedar aquí por un tiempo. La pizarra apenas me deja escribir un par de frases.

No sacó la pizarra, lo que limitaba un poco la comunicación, pero parecía bastante animado. Me pregunté si habría estado entrenando, ya que iba a quedarse. Tampoco quería agobiarlo o acabaría harto de mí.

-Me alegro -respondí-. Yo estoy bien, ya he retomado el entrenamiento, y parece que todo ha vuelto a su cauce.

Eché a andar con él.

Tampoco ella parece muy habladora hoy. Pues es una pena, porque yo hablar, lo que se dice hablar... Se me da bien escuchar, pero nunca he sido muy buen conversador. Y no creo que a nadie le extrañe.
Finalmente, extraigo la pizarra y una tiza, que deslizo rápidamente sobre la superficie negra. Le contaré yo algo, pues.

"¿Conoces a Lluvia? Es una aether", pregunto, mirándola.

Los pies chapotean en el barro. Voy a acabar con las botas hechas un desastre...

En el momento en que leí el mensaje de la pizarra de Jun, el rostro se me ensombreció. No había visto a Lluvia desde que había vuelto, pero Follow me había contado lo de su ala. Me preguntaba cómo estaría. Asentí a Jun con gesto amargo.

-Hace mucho que no la veo -murmuré, sintiéndome algo culpable-. Pero sí que la conozco. ¿Sois amigos?

Bien pensado, es la clase de persona que se llevaría bien con Jun, tan dulce y calmada.

Asiento, lentamente. Ya va siendo hora de que le cuente esto a alguien para pedir consejo. Y la forma de ser de Massen, creo, me ayudará. Ella no se anda con remilgos.

"La conocí antes de irme. Entrenamos juntos un par de veces".

Suspiro, recordando por un instante cuando volví, el día que la vi en la enfermería y se echó a llorar... Aquel sentimiento me hizo ponerme en marcha.
Frunco el ceño, clavando los ojos en los de Massen, decidido.

"Perdió un ala en el ataque. Y yo voy a hacerle una nueva. Pero es difícil".

Eso he estado haciendo. Y sin resultados demasiado esperanzadores.

Me limité a asentir ante el primer mensaje, y me mantuve en silencio hasta el segundo. Después me mantuve callada un rato más, pensativa, seria. Finalmente, lo miré.

-Sabía lo del ala, pero no la he visto. ¿Cómo está? -pregunté, lo primero.

No hice comentarios a sus intenciones hasta pasado un momento. No sabía mucho de aethers, pero no lo veía claro.

-¿Se puede sustituir un ala? -pregunté, finalmente.

Sabía que existían brazos y piernas falsos para personas que los hubieran perdido, pero solían ser instrumentos aparatosos. En el caso de un ala, me parecía aún más complicado.

Suspiro, bajando la vista. Ella parece animada, y no sé cómo está a nivel dolor o salud... la verdad es que no me he atrevido a preguntarle nada al respecto. Supongo que está algo mejor que antes, aunque solo sea anímicamente, pero no soy médico.

"Sigue en la enfermería. Voy a intentar sacarla a dar una vuelta un día".

Me paso una mano por el pelo, manchándome la cara de tiza sin querer. Suspiro. La verdad es que desde que sé lo de Lluvia me cuesta pensar en otras cosas. Es como si me sintiera responsable, aunque yo no hice nada. Tengo esa sensación de que debo ayudarla.
Supongo que me gusta ayudar a la gente.

La segunda pregunta de Massen es más difícil de responder. Tuerzo la sonrisa, frunciendo ligeramente el ceño.

"No podrá volver a volar, por lo que sé. Yo solo quiero hacer algo" "que sirva para que planee, por lo menos. Si no es posible, haré que lo sea".

El abuelo siempre dice que mediante el estudio se puede alcanzar todo. Y el abuelo es un hombre sabio. Si hay algo de él en lo que no me caben dudas es en que no dice las cosas en vano.

Así que aún estaba en la enfermería. ¿Sería muy grave la cosa? Perder un miembro no era ninguna tontería, desde luego, pero ya debería tener la herida curada a estas alturas. Como mucho, debía de estar con rehabilitación. Me pregunté si habría habido complicaciones. Tampoco sabía cómo había perdido el ala exactamente.

-No sé si debería hacerle una visita... -murmuré, más para mí que para Jun, consternada.

No entendía muy bien las motivaciones de Jun. A mi modo de ver, si había algo que hacer, los propios médicos se encargarían de informar a Lluvia. O, probablemente, ella misma pensaría en buscar una solución.

-¿Y qué opina ella? -pregunté.

El olor a lluvia, a tierra húmeda, es agradable. Estoy pensando en eso cuando Massen lanza la pregunta, haciéndome mirarla un instante.
¿Saberlo?
Niego rápidamente, bajando la vista a la hierba. La verdad es que nunca hablo de su ala cuando estoy con Lluvia... Creo que eso la pondrá triste. Pero, de hecho, debería hacerlo, aunque solo sea para mencionarle la que le quiero construir...

"No me he atrevido".

Miro a Massen, mientras lee. Luego, borrando y escribiendo de nuevo, añado un matiz al primer mensaje.

"Quería que fuese una sorpresa, pero esperaba que resultase más sencillo".

Suspiro. no soy muy optimista, pero a veces me columpio un poco, también, pensándolo fríamente. No sé que esperaba.

Miré a Jun un momento, pensativa. Recordé entonces su trabajo de la otra tarde, y deduje que tendría alguna relación. Aunque tal y como lo planteaba...

-Me llevo bien con Lluvia, pero no la conozco mucho, así que no te puedo decir gran cosa de ella -comencé-. Pero, si fuera yo y estuvieras evadiendo un tema como ese, te odiaría -declaré, segura-. Y más si, por detrás, estás planeando algo al respecto. ¿No crees que es mejor saber al menos cómo se siente ella?

Dudaba mucho que a nadie le gustara pasar por una experiencia así, pero si Jun, que se declaraba tan amigo de la aether, no le daba la oportunidad de desahogarse... ¿Qué iba a hacer ella? Tal vez tuviera otras personas con las que hablar, pero si no era así, debía de estarlo pasando muy mal.

Boqueo un instante, atolondrado, golpeado por sus palabras. Sé que es bueno desahogarse, pero quizás, si ella quisiera hablar... Intentaría hacérmelo saber. Aunque no... Siendo como es Lluvia, hasta puede estar rota por dentro, pero seguramente no quiera...
Me estoy empezando a agobiar...

"La primera vez que la vi se puso a llorar".

Siento un nudo en el estómago mientras le muestro la pizarra, de recordarlo.

"He estado con ella bastante a menudo, visitándola, pero no sé cómo sacar el tema".

Suspiro. No es que no sepa... Sé comunicarme. El problema es que no quiero ver el rastro de dolor en sus ojos, de nuevo, ni las lágrimas ni...

"Soy un desastre", declaro, finalmente, torciendo el gesto.

Extendí los brazos hacia él, con las palmas hacia arriba, indicando con mi gesto la obviedad de sus palabras. Alcé las cejas, remarcando con ello el gesto.

-¡Normal! -exclamé, casi sorprendida por aquella mención.

Pero al verlo tan atosigado de pronto casi sentí pena, así que relajé rápidamente la expresión. Sabía que Jun no tenía malas intenciones (por favor, pero si era un pedazo de pan), pero, la verdad, a veces tenía unas cosas que era llevarse las manos a la cabeza. Posé una mano en su hombro, como dándole ánimos.

-Bueno, Jun, tampoco te pongas así -repliqué, sonriendo un poco-. A nadie le gusta que pasen estas cosas, pero pasan. Seguro que aprecia tener con qué distraerse, pero dudo que le apetezca que ignoren sus problemas como si no existieran -. Me señalé con el pulgar-. Que conste, que hablo desde mi opinión personal, no la conozco tanto.

Suspiro, asintiendo, casi cansado solo de tener esta conversación. A veces hablar de cosas difíciles me hace gastar más energía que estudiar durante horas seguidas. Me pregunto si será normal o seré yo, que estoy hecho de una pasta blanda y débil.

"La próxima vez que vaya a verla tantearé un poco, pero no prometo nada", informo, finalmente, poco convencido de mis propias palabras.

A veces, Massen, me pregunto lo mismo que tú. Siempre estas tan segura que parece que no darte la razón sería estúpido, pero... ¿Por qué tienes que tenerla? Se me ocurre que quizás Lluvia no quiera hablar de ello, pero...
Es que discutir con la piscis es imposible.

Esbozo una sonrisa, conciliador.

"Estuve enseñándole lenguaje de signos y me acordé de ti", comento, sacando un tema que me interesa.

Seguro que ni se acuerda.

Me encogí de hombros, con el ceño levemente fruncido. Bueno, ni que le estuviera dando órdenes...

-Oye, que es cosa tuya -repliqué, apaciguadora-. Tampoco es que tengas que hacer lo que yo diga. Solo es mi opinión...

Sonreí cuando mencionó lo de los signos. Llevaba tanto sin practicar que hasta se me hacía raro. Probé a formar algunas letras con las manos, insegura y torpe, y luego lo miré, con una sonrisa de disculpa.

-Seguro que se le da mejor que a mí -comenté-. Aunque tampoco es muy difícil...

Asiento un par de veces, asintiendo tranquilizador, quitándole importancia. Haré lo que ella me diga si me parece bien, y es cierto que a veces soy un poco pusilánime, y que ella quiere hacerme luchar contra ello pero, al mismo tiempo, a veces parece que me da órdenes... Sea como sea, la cuestión es que tiene razón, y no pierdo nada por intentar sacar el tema con disimulo. Que no se crea que no sé decir que no.

Cuando se pone a intentar hacer las letras, no puedo evitar reír. Tomo su mano, con suavidad, moldeándola para que adopte la forma correcta, y luego asiento, animado.

<<Tranquila, Massen. He visto a gente mucho más torpe>>, formulo, con las manos.

Es imposible que me entienda. No lo he deletreado, sino que he usado los signos correspondientes a las palabras, de modo que debe de estar perdida. Esa idea me hace sonreír, divertido.

"¿Cuándo es tu cumpleaños?", pregunto, mirándola con una sonrisa.

Dejé que corrigiera los gestos de mis manos, tratando de amoldarme a sus indicaciones, algo confusa. Aunque, cuando entendía lo que quería que hiciera, de pronto el recuerdo de aquella posición venía a mi mente y todo cobraba sentido. Hice unos pocos gestos más, los que recordaba, y luego presté atención a los suyos.

Eran rápidos, precisos, extraños. Entrecerré los ojos, tratando de buscarles un sentido, pero para mí no lo tenían. Fruncí el ceño al darme cuenta de que, muy probablemente, él sabía que no le estaba entendiendo. No me gustaba no entender lo que me decía.

-Bothddeh -declaré, con una sonrisa desafiante. Yo también sabía otras lenguas.

Pronto volvió a la pizarra, y su pregunta me dejó un poco descolocada. ¿A qué venía aquello? Conté rápidamente con los dedos.

-Dentro de veintisiete días -respondí-. ¿Por qué? ¿Y el tuyo?

FdR- Bothddeh = No entiendo XD

Su sonrisa de desafío me arranca otra igual. Veloz, garabateo en la pizarra, mostrándosela victorioso.

"Pues vas a tener que practicar más".

Saco pecho, algo arrogante. No es para tanto, ni soy un maestro, pero en mi tiempo libre aprendí un poco de todo. Ahora si se me pone a hablar piscis de corrido me rendiré muy gentilmente, eso sin duda.

En cuanto dice veintisiete, hago un cálculo rápido. Catorce días hasta final de mes y luego trece días del siguiente. Sencillo. Trece de marzo, entonces.

"13 de marzo", escribo pulcro en la pizarra.

<<13 marzo>>, repito, esta vez con las manos, deteniéndome bien para que vea el gesto que se refiere al mes en concreto. Los números son sencillos.

"Queda poco".
Sonrío.

Me señalo. "Yo".

<<17>>, formo con los dedos, mirándola sonriente, asegurándome de que entienda.

Hago una cruz con los brazos, cerrando los puños, pegándolos a mi pecho, pero dejando estirados los índices. Hago hincapié en el gesto.

"Noviembre", escribo, risueño.

Enarqué las cejas, pillada por sorpresa. Luego fruncí el ceño, poco dispuesta a admitir mi derrota pero sin muchos recursos. ¿Acaso lo sabía todo?

-Vale, eso no lo esperaba -reconocí, a regañadientes.

Asentí tras leer lo que ponía en la pizarra, y luego me fijé en el gesto de sus dedos. Lo repetí con los míos un par de veces, buscando en él un gesto de aprobación. No parecía difícil...

Sonreí a su comentario, asintiendo. Y con ese, serían tres en Brontë. El tiempo volaba.

De nuevo me fijé en sus gestos, concentrada.

-Diecisiete -murmuré.

En cuanto al mes, esperé a que él mismo me lo revelara. Así que noviembre. Me pregunté si me acordaría para entonces, porque aún quedaba mucho.

Su respuesta me hace ensanchar la sonrisa. No me gusta presumir, pero en un momento como este uno no puede evitar sentirse orgulloso. Se lo sacaré a relucir la próxima vez que diga algo malo sobre el abuelo, o sobre lo que hacía en la torre. También hubo cosas buenas, Massen, como puedes ver.

Observé cómo repetía los gestos y luego pasé a enseñarle el resto de los meses, con calma, aunque seguramente tendría que acabar por repetirlos. Seguía sin comprender por qué a la gente le costaba tanto memorizar gestos.

Diecisiete de noviembre... No había hecho nada especial aquel día.
Asentí, dándole la razón. Quedaba mucho. ¿Lo celebraría de nuevo en casa?

"¿Cuántos cumples?", se me ocurrió escribir, aprovechando que hablábamos del tema.

Era tan adulta que a veces me preguntaba cuántos años tendría. Basándome en Lluvia, quizás llegase a los dieciocho... ¿Sería yo tan valiente a su edad?
Lo dudaba.

Repetí unas pocas veces los gestos de los meses, tal y como me los iba enseñando. Me sentía torpe repitiendo aquellos gestos suyos a los que estaba tan poco acostumbrada, pero tenía buena memoria.

A su pregunta, mostré mi más teatral expresión de ofensa, mirándolo horrorizada.

-Esas cosas no se le preguntan a una señorita -recité con retintín. A continuación esbocé una sonrisa-. Dieciséis.

Dieciséis. No sonaba nada mal. Aunque sí un poco extraño... ¿Cuándo me había hecho tan mayor?

No se le da mal, aprende más rápido que muchos, aunque la verdad es que se le nota esa falta de costumbre. Aunque como siempre me comunico con gente que sabe supongo que es normal que sus gestos me parezcan torpes. De todos modos, está bien. Con el tiempo podría llegar a hablar así. Ella no tiene más que entenderlos, porque realmente oír puedo oír. Aunque sigo pensando que para misiones sería una buena forma de decir cosas a distancia. Un lenguaje secreto conocido por algunos, nada más.

Sonrío, disculpándome con un gesto cuando me dice eso. Luego, al oír su edad... No lo puedo evitar. Me es imposible.
Me echo a reír.

No me lo puedo creer. Es lo más sorprendente que me ha dicho nunca, me atrevería a exagerar. ¿Es más joven que yo?
Espera... Eso me deja en mal lugar a mí.
Supongo que ambos tenemos derecho a reírnos, entonces. Ella de mi cobardía y yo de lo pequeña que es. Algo así.
Pero sin maldad.

Me quedé un poco desconcertada con su reacción. Al principio lo miré, interrogante ante su repentino ataque de risa. ¿Qué era tan divertido? Yo no le veía la gracia.

-¿Qué pasa? -pregunté, un poco a la defensiva.

Sintiéndome un poco incómoda, noté cómo enrojecía levemente y fruncí el ceño. De pronto ya no me sentía mayor en absoluto, sino más bien al contrario, pequeña.