Jardines (2)

La muchacha camina por los exteriores del palacio. El buen tiempo y la cercanía del verano han hecho mella en los jardines que ahora rebosan vida. Pasea tranquila observado cada color, disfrutando la luz.

El viento revuelve ligeramente su pelo, que ondea a su alrededor como el fuego de una hoguera, suave y brillante. Pronto se encuentra con un joven de pelo blanco que leyendo al sol. Aunque en un principio le pareció un crío al acercarse vio que era mayor (de todos modos qué pintaría un niño en Brontë) por lo que decidió ir a hablar con él. Después de todo hace mucho que no hace amistades nuevas.

El vestido ondea suavemente según se acerca, remarcando en ocasiones su silueta. Con una sonrisa amplia se acerca al lector peliblanco y, echándose una mano a la oreja para apartarse un par de mechones de la cara que el viento hacía agitarse, se presenta efusivamente.

-Hola. No llevo mucho por aquí así que creo que no nos conocemos. Soy Vest. -El chico es mono de cara, no sabría decir si parecía joven o mayor para su edad. Al menos no era un niño. Observa el libro con curiosidad -¿Qué lees?

La mano que aún permanecía en su oreja sosteniendo un par de mechones rojos bajó hasta su boca un instante mientras empezaba a reír dulcemente, sin intención alguna de hacerle sentir mal.

-Vaya, espero no haberte asustado. -Dice aún sonriendo, como en respuesta a la que le dedica el joven. -Buenos reflejos.

La muchacha observa con curiosidad al joven cuando se rebusca en los bolsillos, inclinándose ligeramente hacia él. Cuando saca la pizarra alza una ceja, esperando con más interés aún a que el chico de pelo blanco la gire. Jun.

Vaya... La muchacha sonrió de medio lado.

-Encantada, Jun. -Le guiña un ojo. Espera que no se ponga más nervioso, querría conocerle a él y no al resultado de un sobresalto mezclado con unos cuantos trucos de malabarismos.

Se acerca a la portada y abre los ojos al leer el título. Tras un vago gesto del que no espera apenas respuesta toma prestado el libro y lo hojea ávidamente, como si fuese a devorarlo.

-Mithos, ¿lees estas cosas? -Le mira con renovada curiosidad, con los ojos brillantes como si acabase de encontrar un espécimen desconocido. Bueno, así era.
Da un pequeño respingo y le devuelve el libro, sonriendo ampliamente en un intento de sentirse avergonzada.

-Definitivamente debería curiosear más por la biblioteca... -¿De qué le servía haberse librado de su padre si no retomaba sus estudios y experimentos? Sin limitaciones quién sabe qué podría acabar consiguiendo.

Vuelvo a reír cuando niega, parece tímido. Es decir, la muchacha estaba acostumbrada a ese tipo de reacciones pero el matiz de cada uno variaba con cada hombre. Bueno, y con cada adolescente (la muchacha obviaba su baja edad a la hora de hacer este tipo de juicios).

-Me encanta. -Pasa un dedo juguetón por el libro, ahora en las manos del joven y se muerde el labio, con la mirada perdida como si estuviese en otra parte. -¿Para qué te hará falta? ¿Trabajas en algún tipo de experimento? ¿Estás construyendo algo? -Se acercó mas a él, con curiosidad, con tono de interrogatorio y una sonrisa.

Empezaba a sentir verdadera curiosidad por el chaval, la muchacha lo miraba entretenida, con media sonrisa, entre inocente y provocadora.

-Uuuh... -Añadió la muchacha, el tema le interesaba lo suficiente como para intentar sonsacarle un poco.

-Sabes.- Dijo acercándose un poco más a él. -Soy muy buena guardando secretos.

No iba a añadir que libros como aquel habían estado escondidos en su armario desde que tenía uso de razón, que a pesar de la suavidad de sus manos el trabajo de laboratorio era lo suyo (no por ello tenía que descuidar su aspecto) no iba a contarle nada, no tenía que demostrarle nada.
Pero quería saber para qué necesitaba estudiar ese libro, así que sonrió con amabilidad.

La muchacha inclina ligeramente la cabeza cuando aparta la mirada, como buscando de nuevo sus ojos. Un mechón pelirrojo le surca la cara y, tras leer todo lo que el joven escribe suelta un sonoro suspiro y sonríe.

-¿Sabes? Me encanta la ciencia. Todas estas cosas que crees que me parecerían aburridas. Supongo que tendré que conformarme con saber que no soy la única, aunque no pueda saber qué es eso tan interesante que te traes entre manos. -Dice fingiendo decepción. Se encoje de hombros, aún muy cerca de él. -Pero deberíamos trabajar juntos alguna vez. Seguro que tienes mucho que enseñarme y yo a ti, si es que de verdad te gustan esas cosas. Así podríamos...conocernos mejor. Puede que entonces consiga ganarme tu confianza.

De todos los que había conocido hasta el momento nadie parecía muy dado a este tipo de cosas. Ella sola no podría montarse un estudio. Puede que le hubiera venido bien hablar con el joven de piel morena.