Jardines (2)

Vaya, pues parece que sí quiere conversación. Kyoti reacomoda sobre sus hombros el animal desollado y asegura el lazo que sujeta a las presas pequeñas en su mano. Quizás no es la situación más sencilla para detenerse...

Pero la educación ante todo.

-Ah, sí. Es decir, no. Es decir, creo que no -responde, apurado, tratando de reorganizar sus ideas-. Quiero decir que... es un placer. ¡Sí, eso!

Lo has conseguido, genio. Vale, y ahora, ¿qué?

-¡Ah! Yo soy Kyoti. Eh... Thorkild, Kyoti Thorkild -. Sí, mejor no quedes mal, anda. O no tan mal, al menos.

Bien, y de nuevo, ahora, ¿qué? Tú sonríe.

Kyoti vuelve la cabeza hacia su presa, que por el peso de la cabeza muerta tiene el cuello doblado hacia atrás, colgando en el aire en una postura no demasiado agradable. Se vuelve al aether con una sonrisa de disculpa. Al menos, no ha preguntado por las mascotas que podría haber matado.

-Bueno, supongo que... más o menos -concede el chico, no muy convencido de que merezca un título tan oficial-. Sé cazar, y ahora... Bueno, el bosque es grande y... Quiero decir, que hay buenas presas. ¡Me refiero! Así entreno con el arco y... bueno, lo que consigo se puede comer... creo. Es decir, yo lo llevo a las cocinas...

La verdad es que nunca se le ha ocurrido pedir una de sus presas para comer. Normalmente se hace a la idea de que son una especie de obsequio al palacio, un regalo para quien quiera disfrutar de ellas. ¡¿Y si no quieren decirle que no cace por no hacerle un feo pero luego la carne no se puede aprovechar?! Espera que no, pero si fuera así...

Kyoti se atreve a formar una sonrisa agradecida al sentir una agradable sensación de hormigueo en el vientre. No siempre lo elogian a uno, y eso que los elogios suelen sentar de maravilla.

-Eso me gustaría -murmura, contento.

Reafirma el peso de la presa sobre los hombros. Se atreve, entonces, incluso, a hacer sugerencias. Sin presionar, eso sí.

-Es cuestión de... acostumbrarse, creo -responde, tratando de sonar firme sin demasiado éxito-. Si... si quieres... yo... podría enseñarte. Un poco. Si quieres.

¿No se estará precipitando? Que él no es más que un novatillo...

Kyoti se lo piensa. No tiene muy claro cuánto es mucho. Lo que tiene claro es que hay muchos que llevan bastante más que él, y no tantos que lleven menos. Al menos, que él conozca. Al final, por tanto, se encoge de hombros.

-Hum... Algún... tiempo, supongo... -responde, un tanto preocupado por su propia ambigüedad.

Sonríe al chico cuando habla de sus problemas en tierra, casi una sonrisa de disculpa. Kyoti no sabe mucho de aethers. Ni de nada, en realidad. Se siente bastante ignorante. Todavía no ha visto mucho mundo, después de todo. Aunque lo esté intentando...

Pero alza las cejas cuando oye hablar de intercambios.

-¡Ah, no! -exclama entonces-. Quiero decir... No es necesario. Yo solo... si soy de ayuda... Eso.

Carraspea, sin saber muy bien qué añadir. De nuevo, se ve en necesidad de reacomodar sus presas. Entonces se le ocurre algo.

-Tengo que... ir a la cocina -explica-. Ya sabes, los... Si quieres venir... Si quieres.

No sabe por qué iba a querer su compañero ir. Seguro que estaba dando un fantástico paseo antes de que él lo interrumpiera. Pero, de todas formas, no quiere que crea que está huyendo de él o algo así. Eso sería desagradable.

El jardín es un buen sitio en el que entrenar. Otros pueden tener otra opinión, claro. No parece, precisamente, el lugar pensado para entrenar. No en Brontë, donde hay tantos espacios habilitados para ello. Pero a Kyoti le parece que el ambiente allí es agradable, así que no es raro verlo disparando contra los árboles. Alguna vez se ha preguntado si alguien se enfadaría por estropear las cortezas, pero ha acabado por concluir que nadie está muy preocupado al respecto. O, al menos, nadie que él haya visto.

Carga una nueva flecha y la lanza contra el tronco al que se enfrenta. Ha escogido ese en particular porque sabe que su madera es dura y resistente, y quiere comprobar la eficacia de sus flechas, las distancias que necesita para conseguir unos tiros más o menos profundos y la potencia que debe obtener con el arco.

Kyoti puede llegar a perder la noción del tiempo cuando se trata de disparar. Ni siquiera el quedarse sin flechas en el carcaj consigue que vuelva a la realidad. A fin de cuentas, sabe estar concentrado.

*Se queda haciendo piun piun*

Iba al bosque, pero al ver a Kyoti de reojo, cuando paso por uno de los caminos que cruzan el jardín, no puedo evitar acercarme a trote, con una sonrisa y el arco a la espalda. Qué casualidad.
Estoy a punto de decírselo con las manos, pero no es Massen. Acabo por saludarlo con un gesto y dirigirle una sonrisa amistosa. Justo ayer estuve pensando que hacía mucho que no tiraba con arco.

Dirijo la vista hacia el tronco, herido por las flechas, y as cuento en un momento, comprobando las dianas. La verdad es que no es mal tirador, aunque es tan tímido que hasta le costaría reconocerlo.
Bueno, y lo digo yo, como si fuese un guerrero experto.

¿Le molestará si lo acompaño un rato?

Kyoti tarda un momento más de lo debido en darse cuenta de que Jun se está acercando. Es cuando va a tomar una nueva flecha cuando lo ve, y gira de pronto la mirada hacia él, abriendo mucho los ojos. Tarda todavía otro momento más en darse cuanta de que viene con su arco, y sonríe, animado. Si viene con el arco es que querrá entrenar, claro. ¿Querrá que entrenen juntos? Eso estaría tan bien...

-Ah, no te veía -explica con tono de disculpa-. ¿Qué tal? ¿Vas a entrenar?

Echa la mano al carcaj y acaricia las plumas de las flechas que aún le quedan. Volvió un momento la vista a las de Jun. ¿Se las fabricaría él mismo? ¿O las conseguiría de otra forma?

Parece que me lo he encontrado concentrado. Le quito importancia con una sonrisa a que no me haya visto y asiento a su pregunta. No exactamente aquí, bueno, pero sí. Iba a entrenar.
No tardo en quitarme el amuleto del cuello y dárselo. A estas alturas no tengo nada que esconder al respecto. Y no es que nunca lo hubiese de todas formas, ¿no?

-Aprovechando que no llueve -le digo en cuando se lo ha puesto-. Pero te has adelantado.

Me acomodo el carcaj a la espalda y me descuelgo el arco del hombro. El suelo húmedo deja un olor fresco en el aire, al menos en los jardines.

-No molesto, ¿no? -inquiero, risueño.

Claro que no.

Kyoti ya conoce a Jun lo suficiente como para saberse las normas. Y las normas implican que, antes de recibir una respuesta con voz, necesita ponerse ese extraño colgante que Jun lleva siempre encima. Un colgante de lo más útil, desde luego. Kyoti siente mucha curiosidad al respecto, pero nunca dice nada. Y es que Jun siempre parece pasarlo por alto.

-Ah... -empieza, a punto de disculparse. Consigue asimilar a tiempo el tono desenfadado. Qué logro-. Pero te hago sitio... si quieres.

Niega con fuerza cuando Jun pregunta. Tiene más derecho que él a estar allí entrenando, ¿cómo va a molestar? Aunque... ¿de verdad tiene más derecho?

En realidad eso es una tontería sin importancia.

-Es más divertido con compañía -admite el chico, con cierta timidez.

No hay problema, claro. Bueno, claro no... Pero Kyoti me recuerda un poco a Lluvia en ese aspecto: siempre se alegra de verme, pero a la vez parece solo y algo triste. ¿O será mi imaginación?
Pensar en Lluvia, de hecho, sí me pone triste. Se me hace raro que no esté.

Asiento con entusiasmo y me acerco más, dándole un pequeño en golpe el hombro con ell mío, en una especie de placaje suave. No sé, hoy estoy animado y se me hace raro, pero no me voy a quejar, claro.

-¿Cómo va todo? -le pregunto, montando la primera flecha en el arco y disparando al árbol, clavándola entre dos de las suyas. Lo miro, risueño-. ¿Has oído lo del nuevo líder?

Kyoti no llega a coger una nueva flecha. En su lugar, se frota el hombro con una sonrisa suave. Normalmente no se siente muy integrado, pero parece que Jun sí lo considera cercano, y eso le produce una sensación cálida. ¿Será que se alegra de verlo o estará contento por otra cosa? Prefiere no preguntar, no sea que se lleve una decepción.

-Bueno, bien -responde Kyoti, que consigue omitir un casi ineludible "supongo" en el último momento-. Sigo concentrado en el arco. Espero volver a salir a trabajar pronto... Viene el invierno y... bueno, es que estar aquí tanto tiempo... Es decir, por el frío, que... Bueno, no... no me apetece.

Ha vivido ya un trozo de invierno en Brontë, pero no ha visto llegar el otoño todavía, y después de un verano más o menos cálido, dentro de lo esperable, la idea de volver a quedar cubierto por un cielo de nubes y lluvia no le resulta agradable.

Kyoti se siente inseguro de pronto.

-¿Nuevo líder? -repite, perdido.

El invierno.
Contengo un escalofrío. El invierno de aquí es más frío que el que recuerdo de Lumen, y yo y el frío. Y Aqua...
Intentaré no pensar en ello. Porque entonces se me baja el ánimo. Y no es cuestión de eso.

-Yo hace bastante que no salgo también -recuerdo, dejando que lo oiga. Pero no le propongo ir juntos. Dos arqueros... ¿Dónde iríamos a parar? Preparo otra flecha y guiño un ojo, apuntando-. Pero si vas a otro sitio quizás te encuentres más frío que aquí -razono entonces, dejándola ir.

Lo miro, curioso. Es verdad, ¿no?

Su pregunta me hace asentir.

-¿No has leído los anuncios? Se han ido los de Aqua y Lumen, y ayer llegó el nuevo de Aqua. Falta Ignis también, claro...

Kyoti acaba por tomar una nueva flecha, y se prepara para disparar. Parece que Jun habla en serio cuando se trata de entrenar juntos. Eso lo anima a seguir con lo que hacía.

-Pero iría a hacer algo -señala, concentrado tanto en la flecha que se acaba de clavar en el árbol como en la que ahora saca de su carcaj-. Haría ejercicio y entraría en calor.

Saca dos flechas a la vez. Por capricho. Busca un espacio en el que clavarlas y dispara de nuevo. Se le tuercen un poco, al tiempo que se ruboriza. Le avergüenza admitirlo, pero no ha leído el tablón en los últimos días. Tampoco está muy enterado de lo que pasó, y creyó que no era asunto suyo, pero quizás debería replanteárselo.

-Lo... lo de Ignis lo sabía... -remarca, algo apesadumbrado.

Al menos se entera de lo que pasa con sus superiores directos. Aunque también piensa que casi sería mejor no enterarse, la verdad. Resuelve sus sombríos pensamientos disparando de nuevo.

Los sonidos de las cuerdas tensándose y disparando, el de las flechas clavándose en la madera... Es agradable. Alzo las cejas, sorprendido, al verlo disparar dos flechas, y aunque intento lo mismo no me sale nada bien, la verdad.

-Eso es verdad -admito, a su comentario-. Yo en la última salida tuve que volar-. De recordarlo se me encoge el estómago de la impresión, pero también siento cierta nostalgia. Fue divertido. Tendría... que escribir, ahora que lo pienso-. Me gustaría ir a Ignis. Aunque ahora las cosas estén difíciles -le digo-. ¿De qué parte eres?

Lo de Ignis lo sabe, claro. Hasta yo, que no suelo enterarme. Meneo la cabeza un poco, disconforme, aunque con nada en particular.

-Vaya desastre -comento-. Espero que no pase nada malo...

Una flecha se clava secamente al lado de una de las de Kyoti.

Kyoti arruga el ceño, tratando de encontrar sentido a lo que Jun acaba de decir. Desvía un momento la mirada de su objetivo para mirarlo.

-¿Quieres decir que... saliste disparado? -se le ocurre preguntar, sin entender del todo.

Baja los dedos al carcaj y acaricia las flechas, pensativo. Acaba por tomar una, tratando de ser rápido en sus movimientos. La flecha se clava rápidamente, por supuesto.

-Me han dicho que... bueno, sí. Quiero decir, que no. Que no están muy bien -. Traga saliva, pensativa-. Hay muchos... guardias, y así. Y peligro. Eso dicen... -Toma una nueva flecha, haciendo los mismos movimientos, buscando la misma rapidez-. Soy de un pueblo pequeño. No tiene nombre, creo -. Sonríe, preguntándose cómo podría llamarse si lo tuviera-. Está... al este. Al sur de los volcanes, de Iracunda y por ahí. ¿Y... y tú?

Lanza otra flecha, con más calma, buscando mucha potencia a través de la tensión del arco, en esta ocasión.

Niego, con una sonrisa. No me imaginaba esa interpretación, aunque la verdad... Supongo que es lo más lógico. Bueno, no. Bueno, depende.
De todos modos, una imagen vale más que mil palabras, dicen. Le envío una, en este caso de Alehyss, que es más fácil de recrear que yo mismo, deslizándose veloz por el aire. La verdad es que fue divertido, aún con toda la masacre de gayatris.

La verdad es que la cosa ha sido dura. No he tenido ocasión de hablar tanto con Massen al respecto como... Bueno, no es cuestión de que haya querido hablar o no. Pero no he hablado mucho. Al final me he enterado como todos.

-Espero que se acomode todo -digo, sin más, lanzando tres flechas seguidas, deteniéndome un momento para apuntar con cada una-. ¿No tiene nombre?-. Eso sí que es raro. ¿Cómo lo señalas en un mapa? ¿Saldrá?-. ¿Conoces la torre Szorshüvel'Ëm? Es un sitio importante. Enseñan magia y cosas así. El Abuelo es el director -le explico.

Decir eso, por algún motivo, me hace sentir algo intranquilo.

Kyoti no espera la imagen que Jun le envía, y se estremece al sentir como si, en lugar de a un árbol, estuviese a punto de disparar a una persona. Traga saliva y se obliga a sonreír, para luego reafirmar su objetivo y lanzar la flecha. Se vuelve entonces a Jun, tratando de deshacerse de su repentino agobio.

-¿Cómo...? -Ni siquiera termina de formular la pregunta, ya que no sabe cómo hacerlo.

Se vuelve de nuevo a sus flechas. Saca una del carcaj y la dispara. Niega a la pregunta, con una sonrisa de disculpa.

-Yo y la magia no... -trata de explicar.

Así que su familia es importante. ¿Tendrán algún título o algo así? Seguro que tienen mucho dinero. Kyoti ha estado poco atento a esas cosas desde que llegó a Brontë, pero sabe que son importantes.

Quizás debería dejar de hacer aparecer imágenes en la mente de las personas, porque tanto Massen como Kyoti... Bueno, en el caso de Massen fue un poco diferente. Pero me moderaré, que esa cara de sorpresa... Quizás debería pedir permiso antes. Estaría bien.

-Eran unos cascos especiales que Buere, Buere era una chica de Ventus que nos ayudó, nos dejó. No sé bien cómo funcionaban, pero eran impresionantes -reconozco, con una gran sonrisa, aunque el tono que utilizo tiende a salir bastante más inexpresivo de lo que pretendo; a mí no se me escapa la voz sin querer.

Respondo a su flecha con una propia, haciendo la sonrisa más pequeña.

-Me escapé de allí -confieso, bajando la vista-. Con Massen, ¿la conoces?-. Lo miro y termino por encogerme de hombros. No es que esté orgulloso-. El Abuelo es muy estricto... Visto desde fuera parece un sitio genial, pero se hace agobiante. Aunque aprendí mucho.

Tendría que volver alguna vez, digo yo...

Kyoti se va recuperando poco a poco. Pero, cuando quiere lanzar una nueva flecha, se encuentra con que no tiene ninguna ya. Se cuelga entonces, con un suspiro, el arco a la espalda.

-Lo parecen... -coincide-. No creí que... Bueno, que fuera posible.

Kyoti no está seguro de entender. Niega acerca de... ¿Massen? ¿Es alguien de Brontë? Debe de serlo... Él conoce a demasiada poca gente.

-Vaya... -murmura Kyoti, sin saber muy bien qué responder-. Suena... diferente. Es decir, a lo que yo conozco.

Mira el árbol, y acaba por señalarlo.

-Voy a... -indica, haciendo amago de echar a andar hacia él. No quiere interrumpir, pero sí recuperar sus flechas.

FdR- Pausau

La verdad es que lo de volar siempre parece como raro, pero de ahí a no ser posible… La magia investiga siempre cómo hacer lo que una raza no puede y otras sí: se ha mejorado el aguante bajo el agua, se ha conseguido ver en la oscuridad, cubrirse del frío… Volar solo es otra cosa más. Pero siempre que pensaba en volar imaginaba un artilugio más complicado.
Termino por lanzar una nueva flecha, tratando de ubicarla entre otras dos, pero me queda algo mal puesta.

No conoce a Massen. La verdad es que no recuerdo si a ella le hablé de él.

-Es una piscis –le digo-. Es muy fuerte-. Y no añado mucho más al respecto. Es como si mi cara se hubiese puesto algo más dura y me costase más sonreír. Pero lo hago, y más al volver a hablar de la Torre-. Es muy diferente. Aquello es más una escuela y un centro de investigación.

Bajo el arco al ver que va a arrancar las flechas. Al final me lo echo yo mismo a la espalda y me acerco también. Ya que recoge, recoger ambos, aunque todavía me queden.

-¿Un par de rondas más? –le pregunto, risueño, refiriéndome a las flechas-. Luego quería leer un poco, pero todavía hay tiempo para eso.

Kyoti no tiene muy claro qué responder, porque Jun habla sin que le pregunten, pero su actitud no parece la de alguien con ganas de profundizar en el tema. El chico carraspea, buscando una respuesta adecuada.

-Pues no... me suena, pero, bueno, te lo diré si... la conozco. ¡Si quieres! -¿Así estará bien?

Otros temas parecen más adecuados para tratar, como esa torre de nombre impronunciable. Para Kyoti, suena como un mundo completamente diferente al suyo. Sonríe con suavidad.

-Me cuesta imaginarlo -reconoce, algo cohibido. Lo más interesante que había en su pueblo eran los mercaderes que pasaban por allí de vez en cuando, y no eran muchos.

Jun, al final, se le une en la recolección de flechas. A Kyoti le gusta que proponga continuar, y acepta encantado. Es mucho más entretenido que hacerlo él solo...

*Fin de escena*