Jardines (2)

Ben llegó como una exhalación, dispuesta a empapelar también los exteriores; últimamente hacía mejor tiempo y la gente se animaba a salir fuera, así que había que asegurarse de que se enterasen igualmente de las novedades.

Sonrió al ver a Kyoti un poco más allá y se dirigió directamente hacia él. Cuando llegó a su altura, le puso en las manos unos cuantos de sus carteles.

─Ten, majo, que hay que repartir y nos hacen falta manos. Fiestuqui mañana. Repárteme esto, que corra la voz. Y no faltes, ¿eh?

Dicho lo cual, siguió su camino, dispuesta a seguir con su tarea.

*Se va*

Kyoti apenas tiene tiempo de abrir la boca para saludar antes de encontrarse con un pequeño montón de carteles entre las manos. Ben parece tener mucha prisa, porque no le deja meter baza. Antes de que pueda preguntar nada, o decir nada, de hecho, la chica ya ha seguido su camino. Así que Kyoti baja la vista a los carteles:


Todavía está terminando de leer cuando oye una voz que lo llama a gritos. Alza la vista y tarda un momento en localizar a Johan, en los tejados. Se sonroja levemente y levanta una mano para saludar, tímido.

Supone que tendrá que ayudar. E ir a la fiesta, claro.

*Se va a pegar carteles*

No me alejé mucho de la puerta. La cerré a mis espaldas y me acomodé junto a uno de los bancos, cerca de los muros que comunicaban con la sala. Di un primer trago a la cerveza, que resultó ser incluso mejor que las anteriores ─o quizás el alcohol empezaba a afectar a mi criterio─ y suspiré, disfrutando de la tranquilidad que había conseguido.

La noche era fresca, pero no helada, y tal y como había previsto, los jardines estaban en completo silencio. Dudaba que fuese a ser así toda la noche, pero para despejarse, por ahora, era el lugar perfecto.

*Se queda existiendo a su bola*

Nada más salir me encontré con una persona que parecía haber decidido hacer lo mismo. No era el alma de la fiesta, por lo que parecía. Estaba más vestido que en las termas, pero igual de callado.

-Buenas noches -saludé-. Era Cierzo, ¿verdad? Espero que no te importe que te acompañe un rato

Esbocé una sonrisa. Nuestro primer encuentro había sido un poco desafortunado y me había dejado mal cuerpo. Y ya había cometido un error aquella noche.

Di un trago a la cerveza, largo. No era café, pero estaba amarga y fresca. No estaba mal.

El silencio de la noche, solo alterado por el murmullo de fondo de la fiesta, resultaba de lo más agradable. Tanto que, a solas con mi cerveza, me demoré todo lo que quise, disfrutando de la paz y el frescor de los jardines. Pero, como inevitablemente todo buen momento está destinado a llegar a su fin, alguien más acabó por salir al exterior y, peor aún, dirigirse a mí. ¿Cómo era? Ah, sí, Zaih'ra. Dichoso de mí.

─Buenas noches ─respondí, con un gesto de cabeza que pretendía tanto responder al saludo como a la pregunta─. Adelante, está una noche para disfrutarla. Aunque entiendo que quienes siguen dentro, aunque opinen lo mismo, lo hacen en otro sentido.

Sonreía, y no tuve muy claro si era porque de verdad estaba más cómoda, por una vez, o si era un mero efecto del alcohol u otras sustancias. Lástima no tener más cerveza con la que pasar el tiempo, porque mi jarra estaba ya vacía. Y, si entraba, se lo iba a tomar irremediablemente como algo personal.

Busqué un lugar en el que apoyarme, algo lejos de él, pero no tanto como para que resultase desagradable. una distancia educada, podría decirse.

-No hay dos formas iguales de disfrutar, supongo. Aunque por lo que he visto, muchos comparten una forma similar. Yo soy algo más solitaria, supongo-. Doy un sorbo a la jarra y pienso un momento antes de hablar para decir lo ovbio-. También tú, por lo que he podido comprobar. ¿O me he encontrado contigo justamente en tus momentos a solas?

Quizás tenía la peor de las punterías y simplemente aparecía siempre que aquel hombre buscaba un momento a solas.

Iba a responder a su comentario, pero preguntó ella misma antes de que pudiera hacerlo. Sinceramente, para ser tan solitaria, las únicas veces que la he visto sola no ha dudado en venir a darme conversación. Evidentemente, teníamos percepciones diferentes de lo que aquello significaba.

De todos modos, negué con suavidad. Ya había tenido suficiente con la primera vez que la había visto, y la escenita de antes con Dehnel había terminado de dejarme claro que no era buena idea contrariarla.

─Sí tiendo a buscar la tranquilidad ─afirmé─. Pero tampoco me molesta la compañía ─. La buena compañía, al menos─. Aunque reconozco que el tumulto que se ha llegado a formar ahí dentro empezaba a superarme un poco.

Alcé las cejas con suavidad. Aquello de que "no le molestaba la compañía" sonaba un poco como a que prefería evitarla pero la toleraba. Un mal soportable. Aunque quizás aquella era otra de mis ideas preconcebidas.

-Dentro hay mucha gente -admití, asintiendo-. En el desierto, en casa, a veces hacíamos fiestas. Pero de vivir en el mismo lugar, al final conocía a todo el mundo. Aquí me siento un poco superada también, supongo. Mi hermana es más sociable que yo y he decidido darle un respiro y dármelo a mí, supongo.

No tenía por qué contarle aquello.

Bebí otro sorbo de cerveza. Después de haber recriminado tanto a Rick, hasta me sentía un poco hipócrita por disfrutarla.

Bueno, desde luego que aquella noche estaba más habladora que la última vez. Mientras ese fuese el tono, podía permitirme darle conversación.

─¿De qué zona del desierto vienes? ─pregunté. Porque decir desierto era poco menos que decir Ignis.

Y entonces mencionó a una hermana. Presenté en la fiesta, si no estaba entendiendo mal. Traté de atar cabos, pero no acababa de cuadrarme.

─¿Tu hermana? ─pregunté finalmente, esperando que ella misma elaborase.

Con el sonido de fondo, pero distante, se estaba sorprendentemente bien. Aunque dentro la temperatura era más de mi gusto.

-Venimos del oasis de Drêao -expliqué, con una sonrisa suave al pensar en aquel lugar-. Somos hijas de...-. Negué, no era relevante-. La cuestión es que vinimos juntas hace unos meses y todavía no nos hemos habituado. Mi hermana es Priscilla. Morena, pelo rizo, ojos azules, siempre sonriente... Está en la fiesta, quizás la hayas visto.

Lo mejor que tenía conmigo. Posiblemente lo mejor que había tenido nunca.

Drêao. Redes comerciales. Asentí. Así que hijas de. Ahora que lo decía, me había sonado su apellido cuando me lo había dicho. Solo que ya ni recordaba cuál era. Tampoco me parecía muy relevante.

Fruncí el ceño, pensando, pero solo se me ocurría una persona que cumpliera esa descripción.

─¿La niña? ─pregunté finalmente.

Si era el caso, perfilaba un poco el altercado con Dehnel. Que tampoco era que me quitase el sueño, pero bueno.

Niña. No pude evitar sonreír, aunque aquello a Pris no le hubiese hecho ninguna gracia, supuse. No creía que saber que la considraban una niña fuese lo que deseaba, sobre todo porque, según había podido ver, era realmente la persona más joven de aquel lugar.

-Sí, supongo que podrías verla así. Yo también la veo así, algunas veces. Pero supongo que tengo que quitarme esa idea de la cabeza, sobre todo si quiero hacerme al hecho de que... bueno... está aquí conmigo.

No iba a poder protegerla para siempre, aunque sí podía intentarlo. Y aunque tratase de darle algo más de manga ancha, Pris tampoco se libraría de mí fácilmente.

Nos encaminamos hacia los jardines. Aún voy unida a Anna por el brazo y camino alegre. Se está bien así. Me giro hacia Frikka y Pris. Pretendo preguntarle a la caeruleus por dónde deberíamos esperar a Ben y a los demás. Pero al salir por la puerta que da al jardín, veo que hay dos personas que conozco.

- Hola, Zaih'ra -le digo alegre. Luego giro la cara a la otra figura y también le saludo con expresión similar- Hola, Cierzo.

Nos detenemos Anna y yo al llegar a su altura. Solo acabamos de salir por la puerta, pero ya se agradece el ligero aire fresquito. Sonrío, contenta con el cambio de ubicación. Ya que están ellos, supongo que lo mejor es esperar al resto aquí. Sería un poco de mala educación seguir andando e ignorarlos. ¿O acaso era un momento íntimo? En mi estado actual me cuesta saber cuál de las dos es.

*se quedan*

Salgo corriendo con energía, aunque algo mareada, e inspiro fuertemente. ¡Pero qué bien se está! Mi vista se encuentra con Cierzo y la flamma esa que vi antes que bailaba bien. Me acerco al gruñón y le doy un abrazo sin preguntar ni nada.

-¡Cierzo! Tío, que ni saludas ni nada. ¿Has probado el bizcocho?

Luego lo suelto y le doy mis gafas. Me doy la vuelta y me echo a correr hacia el jardín, sin ningún motivo. Tengo una mezcla de mareo y energía que quemar. ¿Qué puedo hacer?

Me encogí de hombros.

─Lo comentaba antes con otra compañera ─repliqué─. Se puede ser niño en Brontë. Hay guerreros que llegaron aquí siendo más pequeños que tu hermana. Ahora yo creo que son mayores que ella, o al menos lo aparentan, pero aquí se han criado. Massen, una niña piscis, no sé si la conoces, llegó aquí con unos... ¿doce años? Algo así he oído. Llegó antes que yo, de hecho. Y Jun, un chaval claritas que andaba antes por la fiesta, fue un caso parecido. Aprenden a arreglárselas.

Casi lamenté mis palabras, porque parecía como si los hubiera invocado. A ellos y a todo el palacio. ¿Qué se le había perdido de pronto a todo el mundo fuera. Adiós a mi tranquilidad. Con lo agradable que estaba la noche.

Iba a saludar a Krista y Anna, que se nos habían acercado, pero no tuve tiempo de hacerlo antes de que Frikka se me echase encima. Sí que iba esta buena de revoluciones.

─No he probado ningún bizcocho, pero algo me dice que tú sí ─acerté a gruñir antes de coger las gafas que me tendía y verla perderse corriendo por los jardines.

Sí, definitivamente, la fiesta se había trasladado de sitio.

Salir a los jardines, además de ayudar a Anna a integrarse, significaba ir donde estaba Zaih, así que a Pris le parecía una idea magnífica. Aunque, al llegar, se lo pensó un momento antes de acercarse. ¡¡Su hermana estaba hablando con otra persona!! Al final sí que resultaba que le estaba sentando bien la noche. Ya que todo el mundo se acercaba a saludar, ella no iba a ser menos, así que se acercó a Zaih y le dio un suave apretoncito en el brazo.

─¡Buenas noches! ─saludó, contentísima─. Me llamo Pris, encantada.

Ya que estaba, tenía que presentarse.

Lo que Cierzo me dijo me hizo sentir aliviada, asustada y curiosa a partes iguales. No sabía si quería que mi hermanita acabase siendo una fiera guerrera, pero, al mismo tiempo, saber que había habido niños guerreros que habían vivido para contarlo y que estaban en bien estado (al menos físico) era un aliciente. Incluso tenían ganas de estar de fiesta.

-Supongo que la protejo demasiado -terminé por admitir, bajando la vista a mi jarra, sin beber.

No pudimos hablar mucho más. De pronto un grupo salió de los interiores, y la calma se convirtió en barullo. Una chica echó a correr tras dejar algo en las manos de mi acompañante, sin ningún sentido. Al menos Pris venía con ellos, y correspondí a su gesto cariñoso con una caricia en el pelo.

-Esta es mi hermana, justamente -dije a Cierzo, una vez ella hubo dicho su nombre-. Estábamos hablando un poco de todo y has salido en la conversación -expliqué a ella, acto seguido.

Anna y Kris estaban allí, también. Una de las chrysos parecía muy contenta y la otra... no habría sabido describirlo. Las saludé con un gesto. ¿Iba a salir la fiesta a los jardines, entonces?

He aprovechado para coger una botella y unos tentempiés en lo que Johan iba a hablar con Curtis. Salgo junto a Kyoti con una enorme sonrisa en los labios. Él sigue llevando el collar, pero la verdad... Cada vez me cuesta más enviar mensajes. Necesito concentrarme más de lo que me permite mi cerebro.

Saludo a la gente que está al lado de la puerta con un gesto y me dirijo a uno de los bancos que hay cerca de la zona donde veo a Frikka correteando. Y la veo a medias, bueno. Porque sale luz de dentro, que si no... Una vez llego al banco, me siento con un suspiro. Siento que llevo de pie como... días. Días enteros.

Se está genial aquí fuera, la verdad.

Tras recibir la confirmación de Curtis, Johan sale al exterior un poco más contento. Y va liándose un cigarro, pero de los especiales. Aunque tiene ya un par guardados. Pero mejor que lo haga ahora que controla. Lleva un buen rato queriendo fumar, pero ya que están en un ambiente como ese... No va a perder ocasión. Aunque ya va bien, podría ir mejor.

Por educación, en vez de empezar a fumar, se para frente al grupo de la entrada y saluda con un gesto. No dice nada, se dedica simplemente a liar mientras presta atención, aunque tampoco demasiada, a lo que dicen en general. Saludos y poco más, bueno.

Lame el papel y termina de dar forma a su obra de arte, que mira satisfecho.

Kyoti acompaña al grupo en silencio, reflexionando mucho sobre sus propias sensaciones. Se siente, en cierto modo, como en una nube. Por otro lado, sigue teniendo la sensación de que se mueve a trompicones, como si el tiempo, de pronto, hubiese decidido dejar de ser lineal. Y, para completarlo, siente una constante sensación en la base del estómago, una suerte de cosquilleo que en otro momento le habría parecido una señal de alarma pero en su situación actual solo le resulta vagamente excitante.

Se sienta junto a Jun en el banco, mirando a Frikka retozar más allá, pero no tarda en reconsiderarlo y sentarse directamente en el suelo, en la hierba. Cierra un momento los ojos, inspira profundamente, suelta el aire poco a poco.

─Qué paz ─murmura.

En realidad, no tanta, pero se lo parece igual.

Ben siguió al grupo que se dirigía a los jardines con aire animado, mordisqueando su segundo trozo de bizcocho. Se había guardado otros dos en un bolsillo, envueltos en una servilleta, por si acaso, pero tenía ganas de reunirse nuevamente con el grupo. Cuando salió, saludó de pasada a la congregación que había junto a la puerta, pero no tardó en moverse más allá, hacia donde Jun y Kyoti descansaban y Fif correteaba.

Se quedó de pie junto a los chicos, contemplando a su amiga.

─¿Qué pasa, ya os está dando la bajona? Prohibidísimo, ¿eh? ─les advirtió.

Intercambiamos saludos e incluso parece que empieza a salir el resto de la gente. Yo sigo disfrutando del fresquito y del contacto físico. La verdad es que cuando estoy bajo los efectos de determinadas sustancias, agradezco el contacto. Es agradable.

De todas formas me quedo pensando un rato que cuando Anna habló parecía ¿tensa? Quizás es por el alcohol. Me fijo en que tiene una copa casi intacta en la mano. Igual no se encuentra bien. La miro a la cara y realmente no parece estar bien. La suelto del brazo para ponerme frente a ella con expresión seria.

- Anna, ¿te encuentras bien? ¿Necesitas sentarte? ¿O quizás dar una vuelta para que te dé más el aire? -intenté no parecer preocupada, por si la incomodaba o algo. Así que se lo dije con una sonrisa dulce.

La gente va llegando, pero es demasiado lenta. Demasiado lenta. Demasiado lenta. Me acerco a Kyoti, que se ha sentado en el suelo, y me acuclillo a su lado.

-¿Te puedo tocar esas pecas? ¿Son rugosas? -le pregunto.

Pero entonces escucho a Retales y mis ojos se vuelven hacia su persona. Me apresuro a levantarme y aproximarme a ella para rodearla con los brazos y balancearla un poco.

-¡¿La bajona?! De eso nada, Retales. Anda, dame un mordisco. Has tardado mucho.