Jardines (2)

La muchacha salió a observar la nieve, decidida a aprovechar aquella visión a la que tan poco acostumbrada estaba debido a sus años en Ignis. Aunque sí que había podido verla en algún viaje no era algo que hubiese disfrutado tanto como quería. -Y ya es primavera, tampoco quedan muchas nevadas. -pensó colocándose un mechón rojo tras la oreja izquierda con la mano contraria.

Observó los arbustos y los árboles, preguntándose cuántas de las hojas que se dejaban ver habrían salido recientemente. -Me pregunto si habrá rosas. Y continuó paseando bajo la escasa luz que daba la luna creciente, marcando sus huellas en el camino cubierto de nieve.

La muchacha se gira al oír a la persona que, obviamente, se dirige a ella. Sin ocultar algo de sorpresa en su rostro, con la boca ligeramente abierta, pero sin haberse llevado un gran susto busca tras ella el origen de la voz. Su pelo rojo parece ir algo más despacio, dibujando un arco tras ella, como si flotase.
Sonríe al hombre con el que se encuentra. Un mechón pelirrojo no tarda en surcar de nuevo su rostro.

-Oh, hola. -Se colocó el mechón a un lado sonriendo, dejando un momento la mano ahí, enmarcando el rostro. -Emm, esto..No, creo que no. Sólo estaba dando un paseo. Creo que no nos conocemos. -Dijo más efusivamente, algo extrañada por el comentario. Miró al hombre con curiosidad. -Soy Vest.

Observó al joven que se presentaba ante ella. Bien podía ser guerrero o del servicio, aunque su forma física hacía más probablemente que fuera miembro del primer grupo. Sin duda era flamma, bueno, con algo de dura. Pero seguro que era flamma.

El joven pareció reaccionar de golpe y escupir lo que la muchacha dedujo era su nombre. Rió suavemente, solía pasar, era una recarga de autoestima de la que no se iba a burlar. Inclinó ligeramente la cabeza mirándolo con renovada curiosidad.

-El placer es mío, Rick Dehnel. -Se acercó un paso cuando el joven se inclinó tan bruscamente, esbozando una sonrisa divertida.

Se fijó en sus ojos marrones con más curiosidad. No parecía mala persona y por cómo había dicho su nombre definitivamente no era del servicio.

-Oh, de intrusión nada, ni que yo fuera dueña de esto...-Reaccionó ante el comentario. -Oh, no no no. ¿De visita? Qué va. Soy nueva así que aún no nos habíamos conocido, pero con el tiempo que llevo se puede decir que ya vivo aquí. -La muchacha sonrió orgullosa. Había pasado mucho tiempo desde que llegara a Brontë, aunque la verdad aún no conocía a casi nadie.

La muchacha le escucha hablar con una ligera sonrisa. Lo observa más detenidamente, la verdad es que el hombre es bastante apuesto y sobre todo está en forma. Sonríe algo más entretenida.

-Sí, aunque no lo creas también soy guerrera de Brontë, no te dejes engañar por mi aspecto de dama noble. -Soltó una suave carcajada. -Muchas gracias Rick Denhel, sí que tienes aspecto de experto. Si necesito algo sabré a quién recurrir. -Aumentó ligeramente su sonrisa. Al joven parecía que se le resistían las palabras al hablar. -Oh, yo no diría mucho. Aunque tampoco me extraña que no hayas oído de mí, no me gusta mucho llamar la atención. -Dijo alisándose la falda del vestido tan poco apropiado en tan bajas temperaturas que llevaba. -Aunque tendré que empezar a hacerme oír. -La sonrisa permanecía ahí, dulce y afilada, de algún modo inocente.

Caviló un momento y en su interior sonrió.

-La verdad es que me vendría bien alguien con tu experiencia. Alguien fuerte con el que-se colocó un mechón de pelo delicadamente antes de continuar la frase -enfrentarme para entrenar. Para ser guerrero hay que estar en buena forma, no puedo pasarme los días paseando por palacio.

Mantenía su sonrisa inocente y nada de lo que hizo fue con maldad. La verdad era que necesitaba empezar a conocer a gente y sí que el joven le podía servir de ayuda, pero eso no le iba a evitar hacer una pausa innecesaria para observar la reacción del muchacho.

La muchacha abrió la boca para hablar pero el joven continuó hablando atropelladamente. Finalmente parece que se calmó un poco. Observó la escena con una sonrisa.

-Bueno, pues, es un placer, Rickiard Denhel. Rick. –Lo miraba con más curiosidad que antes, fijándose en cada movimiento. –Pues yo soy Vest Reneld, de Ignis. –Rió suavemente, divertida por la situación. Al menos ahora parecía un poco más calmado.

El comentario la pilló desprevenida y un ligero rubor apareció en sus mejillas. –Oh, no es osadía... –Sonrió nerviosa. Tenía que recuperar la situación. –Además de guapo caballeroso…Ojalá todos en Brontë fueran así.

-Sí, entrenar, ¿qué si no? –repitió la joven al observar su reacción, sonriendo. –Me vendrá bien hacerlo con alguien más fuerte que yo, aunque no te dejes engañar, soy bastante habilidosa. Aun así espero poder aprender de un experto. –Le guiñó un ojo al tiempo que inclinaba ligeramente la cabeza. Su cabello rojo cayó como una cascada sobre su hombro.

Su caballerosidad la abruma, de alguna forma parece que lo dice todo con una sinceridad aplastante. -Es noble -piensa-, pero más que actuar como un noble actúa como debería actuar un noble.
Lo mira con interés, esperando algún gesto que le confirme que es todo palabrería.

-Será un placer conocerte mejor. -No pretendía que sonase raro, de hecho esperaba haber hecho otro amigo, pero con su aspecto no podía evitar tener la duda. -Al menos de momento parece que valdrá la pena. -Eso tampoco había sonado como esperaba. Rió nerviosa.

-Oh, bueno, gentuza hay en todas partes. Hay que saber mirar más allá de esas cosas. A veces uno se sorprende. -Rió. -Sí, bueno, las mujeres también están bien. -A pesar de lo que pudiera parecer se sentía mejor en compañía de hombres. Es decir, más allá de lo obvio, no sólo cómoda en ese sentido. Al menos era más fácil saber en qué pensaban.

La muchacha lo veía mirarla. No se ofendía, le ofendería más lo contrario. Esto, sin embargo, era más combustible para su autoestima.

-Pues espero ansiosa nuestro entrenamiento. -Le dedicó una sonrisa antes de añadir algo apurada. -Oh, tampoco tienes que tomarme como alguien tan responsable. Acepto también que me enseñes el pueblo, no creas que soy todo trabajo, créeme, sé disfrutar de un buen momento de...esparcimiento. -Rió melodiosamente.

-Apuesto a que ambos tenemos muchas historias interesantes. ¿Ves? No todo puede ser trabajo, no podríamos charlar. -Se apartó el pelo rojo del cuello con una mano, delicadamente. -Yo también estaré encantado de escucharte.

Por eso odiaba los formalismos de los nobles. Podía acabar de conocer a un joven encantador o simplemente a otro niño pijo que se le da muy bien la palabrería. Siempre otorgaba el beneficio de la duda, de lo contrario no hablaría nunca con nadie noble, pero le fastidiaba. -Bueno, de momento creo que he tenido suerte -pensó. -Espero que este no rompa la racha.
Lo escudriñó con curiosidad, sin pasar por alto la musculatura que se adivinaba bajo la ropa, acabando en los ojos. De alguna forma parecía sincero.