Balcones

Parece que el chico arranca a hablar con lo que miro el paisaje mientras lo hace. No es que me moleste. Massen Dew, la chica piscis que vi en el lago, amiga de la parvus. Asiento sin darle muchas vueltas. Cuando pregunta si tengo buenos amigos amplio la sonrisa.

—Pues podría decir que Cierzo, un aether malhumorado, es un buen amigo, creo que nos entendemos bien. También tengo una relación bastante buena con una chica flamma, Inger. Y con una de las chicas de Flavia que se llama Tuli. También lo intento con Errald, pero ese es aún más cascarrabias que Cierzo —Bromeo durante el recuento —La verdad es que intento llevarme bien con todos —Explico —Pero es cierto, cada uno está a lo suyo. Quizá deberíamos estar algo más compenetrados como ejército.

Escucho su interés por los líderes y me encojo de hombros.

—No es que me interese demasiado los líderes, la verdad. Aunque siempre está bien tener algún enchufe —Comento, pícaro.

Tras trepar durante un rato por la fachada, acabo subiéndome al balcón de un salto para entrar de nuevo al palacio. Ha estado lloviendo y estoy mojado y con las membranas abiertas. Al final me he quitado la máscara porque no hacía más que gotearme en la cara y resultaba incómodo.

Al pisar el suelo de los balcones y agito como un animal para sacarme la mayor cantidad de lluvia de encima y cierro las membranas. No puedo ser sigiloso estando tan mojado...

*se va*

He bajado a los calabozos, pero Alehyss ya no estaba allí. Por una parte he sentido pena, pues al final no podré hablar con ella o escucharla, pero por otra siento cierto alivio, ya que yo he hecho lo que debía pero las circunstancias han impedido que se llevase a cabo. Quizás así sea mejor.

Camino por el pasillo en dirección a las habitaciones para dar las buenas noches a Gabrielle y Masslow antes de acotarme cuando me sorprendo al ver la figura que estaba buscando en los calabozos, en uno de los balcones. Me detengo de pronto, con el pecho latiéndome un poco más rápido. Noto cierta incomodidad y ahora mismo quisiera cambiar de dirección para marcharme sin que me viera, pero... Suspiro y me arropo un poco con las alas. Decido echar a andar y acercarme al balcón. Al llegar me quedo en el marcho y carraspeo, alzo cabizbajo.


—Hum... Hola. Massen acaba de avisarme de que me buscabas. Yo... Vamos a marcharnos mañana así que... Fui a buscarte. Me alegro de que ya no tengas que estar allí abajo —Le digo, algo nervioso e incómodo por la situación. La verdad es que me gustaría saber qué quiere.

Todavía tarda unos segundos en girarse para mirarme y, en cuanto lo hace, la miro a los ojos un momento para acabar mirando a otro lado. Su forma de mirarme fijamente, como si quisiera atravesarme para indagar en mi cabeza me hace sentir algo más incómodo. Su comentario tampoco me hace tranquilizarme. Carraspeo un poco más mientras me froto las manos, algo nervioso.

—Hum... Bueno, ¿querías algo? —Pregunto volviendo a mirarla a la cara con gesto algo preocupado. Yo no tengo ni idea de lo que decir después de la última vez así que, si tiene que decirme algo -bueno o malo-, me gustaría acabar cuanto antes.

Cuando me habla de "un favor" alzo las cejas y abro un poco los ojos, sorprendido. De todo lo que pudiera esperar, no esperaba eso. Cuando se explica empiezo a comprenderlo y lo encuentro lógico.

—Ellos están bien. Están vivos. Se los llevaron a Ventus para retenerlos a la espera de ser juzgados. No nos han dicho mucho más al respecto —Le explico como puedo. Lo cierto es que tampoco es algo de lo que a mí me cueten demasiado.

Tras pensármelo un momento, trago saliva y miro hacia otro lado.

—Ya que voy a volver a Ventus, podría... Podría escribirte o algo así en cuanto sepa algo más —Le ofrezco, algo inseguro. Aunque no creo que haya problema con decir si se encuentran bien.

Asiento varias veces a sus palabras. Parece bastante preocupada por esos chicos. Me pregunto qué clase de relación tendria realmente con ellos.

—El alcance de la noticia se espera que sea mínimo. Ventus no quiere hacer publicidad sobre el tema —Le explico, adelantándole lo poco que puedo de sus peticiones. Luego tomo aire. Escuchar su agradecimiento me hace sentir entre extraño y levemente mejor. Es una pequeña o ínfima parte, pero al menos no me siento tan miserable.

—Te escribiré entonces. Espero... que todo te vaya bien a partir de ahora... —Le digo, iniciando ya la despedida. Así como tengo esperanzas de volver a ver a la mayoría de los chicos del palacio, Alehyss me parece ya tan lejana como una hoja arrastrada por el viento. Noto algo de frío y cierro algo más las alas en torno a mí. Intento fijar en mi mente su imagen en este momento, ahí de pie frente a mí. Posiblemente no vuelve a verla. —Adios —Acabo diciéndole con penuria y arrepentimiento en mi tono. Habría prefereido que las cosas hubiesen sido de otro modo. Me doy la vuelta y me alejo lentamente a pesar de que me apetece echar a correr. Ahora mismo quiero abrazarme a Gabrielle y tranquilizarme para poder descansar.

No se podía ver otra cosa que no fuese cansancio en la pálida cara del parvus. Sus ojos estaban empequeñecidos, turbios y no miraban a ningún lugar en particular. Dormía poco y rara vez se separaba de Gerald en la enfermería pues desde que habían llegado, se pasaba allí todo el rato. Los hechizos que se había auto-lanzado junto con el resto de sucesos que habían ocurrido en la misión, le habían dejado bastante mal... Tanta electricidad en el cerebro... no era buena.

Suspiró. Le había arrastrado a una situación crítica y aún por encima no habían obtenido ninguna información. Y es que aún por encima, ni si quiera era información relevante para el palacio. Simplemente era información personal que a Gerald seguramente le importase tres pimientos y aún así, decidió acompañarle. Era aquel remordimiento el que no le dejaba descansar por las noches.

Escuchó unas risas al fondo y pudo ver a esa familia aether tan feliz y contenta justo antes de que los tres girasen en uno de los pasillos, perdiéndolos de vista.

Arrugó el labio superior. Ellos... habían encontrado a ese niño... Se llevó una mano a la frente. Le dolía la cabeza. -Bah...

Se sintió solo. Terriblemente solo en el mundo. Recordaba a su querida mujer... las reuniones familiares eran agradables y divertidas. ¿Quizás debería olvidarse de todo aquello y comenzar una nueva vida desde cero? Quizás debería buscarse una nueva chica que lo quisiese un poco y le arrancase alguna que otra sonrisa sincera, de aquellas que ya casi no usaba.

Dio una patada a un barrote del balcón. ¿Quién le iba a querer? Había perdido a su familia entera y ahora estaba a punto de perder a su amigo.

*Se va*

El líder se mantenía sereno apoyado en la baranda de uno de los grandes balcones del palacio. Estaba atento, escrutante en la oscuridad. Algo no iba como debía y la mayoría de los líderes -sino todos- habían tenido el mismo presentimiento.

Tomó un sorbo de su copa sin perder aquella atención, aquella preocupación por lo desconocido. Se había reforzado la seguridad del palacio con los soldados que lo custodiaban y se había dado alerta al servicio para que procurasen no rezagarse en sus tareas y se reuniesen en sus aposentos.

Repiqueteaba con los dedos sobre la baranda, disgustado y harto. Sabía que Nagorr compartía su situación. Si seguían suponiendo que Brönte iba a ser un patio de recreo para todo aquel que pretendiese causar el caos, iba a probar un poco de lo que se escondía tras aquellos muros.

*se desvanece*

Salgo a los balcones a tomar un poco de aire. Estos días apenas he dormido unas horas y no he parado de mover trastos de un lado a otro con lo que estoy bastante molido. No obstante, me lo tomo con cierta calma. Ahora somos más susceptibles de otro ataque y no s epuede decaer.

Me encuentro que, tirada contra la baranda, hay una Frikka que no parece muy contenta. Al menos ha salido del armario de las toallas. Me acerco a ella y le pongo la mano en la cabeza para hundírsela hacia abajo.

—¿Escaqueándote del trabajo? —Le pregunto divertido. Intento estar animado, pero las ojeras me llegan al suelo así que no se puede sacar mucha energía de mí.

La pequeñaja da un salto enorme y me quedo mirándola con cara de poker cuando abre dos pequeñas membranas a los lados de su cabeza. Con esas orejas picudas y alargadas parece un lagarto de esos que abren un collar membranoso para parecer más imponentes. Me quedo hipnotizado durante el rato que las tiene fuera. Ahora que recuerdo, sí que es medio piscis, se apellida *sonido de flema* no sé qué. Pero no me esperaba que tuviera...

—¿¿Tienes. Membranas. En las orejas?? —Pregunto, casi emocionado, haciendo una pausa casi en cada palabra. Luego me echo a reír y me acerco a ella para cogerla por el cuello con el brazo.

—A ver, a ver, déjame ver eso. ¿Pero te funcionan? ¿Son biscosillas? No me dijiste que tenías esas cosas. ¿En las manos y los pies también? —Pregunto, muy entretenido, mientras le tiro y rebusco por las orejas con la mano que me queda libre. Creo que esto me ha dado un plus extra de energía oculta.

Fifi se revuelve y me río un poco más cuando empieza a gritar. Finalmente consigo que despliegue un poco una de ellas y se la sobeteo ligeramente.

—Ey, pues da gustirrinín —Le digo, soltándole luego la oreja. Sin embargo todavía la agarro un rato de la cabeza. Cuando la miro, está bastante colorada.

—¿Qué pasa, Fifi? ¿Estás nerviosa? ¿Te pone nerviosa que te toque las orejitas? —La pico, tirándole de los mofletes y riéndome un rato más. Luego la suelto del todo por fin, antes de que se ponga histérica.

—Ah~ tenías que habérmelo enseñado antes. Las cosas van mejor por las buenas. Por cierto, mi picha es una obra de arte —Le digo, resuleto, frotándome las manos tras el traqueteo.