Cascada

Corbin avanzaba con cuidado entre la maleza. En aquella época del año, con el frío ya evidente y los árboles entrando en su peor momento del ciclo, el sigilo no era algo fácil de conseguir. Se veía obligado a mantener un paso suave, lento, si no quería acabar haciendo crujir una hoja o una rama. Y mientras intentaba ganar la mayor velocidad posible en este proceso, debía además, mantener la atención en la velocidad del viento y su dirección, en la proyección de las sombras y en aquellos elementos que, sin estar a la altura del suelo, podrían obstaculizar su marcha.

El sonido de la cascada le indicó la cercanía de la misma antes de que apareciera ante su vista. Y se detuvo aún entre la maleza al ver la figura de espaldas que contemplaba la caída de agua. Su posición de acecho resultaría un tanto amenazadora si ella pudiera verlo, probablemente. A Corbin aquella situación le recordaba vivencias similares, en las que acechaba a aquellos que convertiría en sus víctimas.

La idea de que aquel no fuera el caso, por algún motivo, lo satisfacía. Era extraño, pero así era. Hasta el punto de que, rebelándose contra lo que correspondía a su formación, se reveló ante ella, alzándose, sin evitar hacer ruido mientras emergía de entre los árboles.

-Buenas tardes -saludó, serio.

Corbin dedicó a la chrysos una ligera inclinación de cabeza, manteniendo su habitual gesto impertérrito. Negó con la cabeza.

-Por el bosque, en general, pero no por esta zona particularmente -concretó. Alzó la vista un momento hacia la caída de agua-. Es útil para entrenar. Además, no suele haber gente nunca, en mi experiencia.

Negó de nuevo.

-Todo está perfecto desde los arreglos -respondió, seguro-. Te agradezco tu trabajo.

A Corbin le pareció un tanto extraña la pregunta. Principalmente, por lo obvia que resultaba, Aunque, desde que la había conocido, el aspecto de la costurera no le inspiraba ninguna clase de fuerza de combate, así que llegaba a comprender que no se le hubiera ocurrido. De todas formas, le costaba.

-De muchas formas -respondió, seguro-. Las rocas húmedas y llenas de plantas son todo un reto de escalada. En caso de caída, las probabilidades de daño son bajas, ya que el agua amortigua el golpe. También puede utilizarse la propia corriente de agua para aprender a soportar grandes fuerzas y presiones. Además, la corriente que genera la cascada es caótica y tiene fuerza, con lo que también se pueden mejorar las capacidades de natación. Por supuesto, no son más que unos pocos ejemplos. Las posibilidades son tan amplias como permita la imaginación.

Corbin asintió a su pregunta. Ya había pensado en ampliar el equipamiento que ella le había proporcionado, pero prefería estudiar primero sus posibilidades.

-Te lo haré saber, por supuesto -respondió-. Tengo un par de ideas en mente, pero esperaré. Por el momento debo prepararme para un viaje.

Corbin asintió, seguro.

-Lo es -respondió. Aunque no le gustaba dar detalles, su interés era evidente cuando se trataba de aquellos temas-. Esta vez marcharé en solitario. Es la primera vez que trabajo así desde que llegué a Brontë. Antes era el método habitual, así que espero volver a disfrutar de ello y sacarle provecho. Además, aunque el motivo principal sea un contrato, tengo interés en obtener algún provecho personal del viaje, y cuento con que así será.

Una travesía en solitario era algo que no llevaba a cabo desde hacía mucho tiempo. Tenía ganas de ponerse en marcha; ya hacía mucho tiempo desde que había recibido el encargo, y aún así no acababa por marchar a él. Esperaba instrucciones, por supuesto, pero empezaba a impacientarle la tardanza. Aunque, por supuesto, no iba a cuestionar a sus superiores.

FdR_ Pausado por autoescuela~~

Corbin asintió. Conocía aquella sensación. Aquellos encargos para los que se realizaba un contrato pero que tanto tardaban en llevarse a cabo. Aunque, en su experiencia, siempre llegaban a realizarse en algún momento. Esperaba que así fuera también con su próxima salida.

-Llegará -aseguró-. Y siempre puedes presentarte a algún otro encargo mientras tanto. No es incompatible, generalmente.

Se encogió de hombros a su comentario. A él le parecía que había gente poco orientada, más bien, aunque por lo visto su punto de vista era menos común.

-Supongo que llevo mucho tiempo trabajando en esto -respondió sencillamente-. Ya antes de Brontë, podría decirse. No era exactamente el mismo trabajo, pero era parecido.

Corbin se encogió de hombros, no viendo razón para considerar aquello un problema.

-Lo normal es que las cosas se arreglen para evitar coincidencias. Si llegara a superponerse, seguramente tendrías tú la decisión sobre cuál llevar a cabo. No creo que haya de qué preocuparse, en cualquier caso -explicó.

Negó con la cabeza. Sabía que no era un asunto del que debiera hablar demasiado.

-Trabajé mucho tiempo en solitario -respondió-. Creo que fue una preparación muy buena para Brontë.

Corbin se limitó a asentir. Le parecía una solución adecuada a su situación, pero tampoco tenía motivos para imponerse a ella; la decisión final era suya, después de todo.

Pese a que se sentía incómodo refiriéndose a aquel tema, no podía evitar encontrar su pregunta mucho más interesante como tema de conversación. Buscó un momento la forma de responder dando exactamente la información que quería.

-No necesariamente -contestó al fin-. Por supuesto, contaba con un mínimo de supervisión. Y, de todas formas, seguí una formación progresiva, que me llevaba de situaciones de fácil solución a otras cada vez más complejas. El resultado era que podía adaptarme sin problemas a cada prueba y obtener de todas ellas una mejora.

Corbin permaneció en silencio, sin nada que decir a su comentario. Era más que probable, efectivamente, que su educación hubiera labrado su actitud. No creía que fuera el único caso en ese aspecto.

Cuando ella se despidió, asintió con la cabeza, haciéndose a un lado para abrirle paso hacia el bosque.

-Yo seguiré con mi entrenamiento -informó, alejándose ya por la ribera-. Hasta la próxima.

*Se va*

La cascada cae con fuerza, y hoy la humedad y el frío me resultan especialmente patentes. De hecho, tanto que tengo las manos heladas. Y el cuerpo, en general. No llevo la bufanda. Ni el gorro.
No sé por qué he llegado tan lejos. Estaba siguiendo el curso del río en un paseo, pero no recuerdo haber llegado hasta la cascada. No lo planeaba. Y podría decir que habré seguido con la caminata sin darme cuenta, abstraído, metido en mis pensamientos. Pero sería una sandez.

Es evidente que pasa algo raro. Ya no puedo negarme a verlo. Porque las lagunas podrían ser una enfermedad rara, grave, que necesita ser tratada.

Pongo rumbo al palacio, de nuevo. He de pensar algo.

*se va*

Los días como hoy son más aptos para entrenar fuera que dentro. He elegido, además, un lugar alejado. No me apetece demasiado la típica conversación trivial que surge siempre en los pasillos, a la mínima que te cruzas con un desconocido. Estoy más concentrada en fortalecerme. Es más una cuestión de aislar la mente que de otra cosa.

Troto un rato entre los árboles, soltando el cuerpo y calentando los músculos. Me centro en las piernas, que es lo que más utilizaré hoy, a mi juicio. Cuando ya me siento cómoda con el cuerpo y el terreno, que por desgracia está algo resbaladizo hoy, escojo un par de árboles que serán mi objetivo a la hora de practicar: quiero ser capaz de escalar una pared sin necesidad de las manos, impulsándome hacia arriba. Pero imagino que tendré que comenzar por hacerlo con dos paredes. Dos árboles, en este caso.

El plan es sencillo. Una vez he encontrado un árbol de tronco suficientemente grueso tomo cierta carrerilla para impulsarme hacia él. Antes de alcanzarlo doy un salto, y en el aire cambio la posición del cuerpo, veloz, antes de que la superficie vertical y rugosa me reciba. He de usar, entonces, el pie que no me ha impulsado hacia adelante como apoyo, en el propio tronco, de modo que al hacer fuerza con este el impulso cambia de dirección.
Las primeras veces tan solo consigo "rebotar", de alguna forma. Lo repito incansable, buscando adecuar la fuerza, la distancia a la que comienzo el cambio de dirección o el ángulo. Sin embargo, mi objetivo va un poco más allá: no quiero impulsarme hacia atrás, sino hacia arriba. Adherir el calzado a la madera húmeda es complejo, de modo que cuando lo que intento es ascender acabo consiguiendo es resbalar.

Necesito encontrar el equilibrio adecuado.

*se queda entrenando*

Normalmente, la cascada no me gustaba. Al menos, no la parte alta. Solía rodearla cuando pasaba por allí, porque así me evitaba problemas con respecto a las rocas y las cuestas. Aquella vez también lo hice, pero de forma diferente. En aquella ocasión, en lugar de desplazarme corriendo lo hice a través de los hechizos, moviéndome una y otra vez, alternando la carrera con ellos y afianzando los pies allí donde los ponía.

Tenía que reconocer que, como forma de desplazamiento, no estaba nada mal. Se hacía bastante más rápido. Y, cuando salí de nuevo a la zona del río, justo por debajo de la cascada, me lancé una vez más al agua con una carcajada, para luego utilizar el benri y retroceder con él. Y, otra vez, me entraba la risa. Aunque, la verdad, estaba ya agotada.

Al alzar la vista vi a Alehyss un poco más allá y la saludé con la mano, aún medio entre risas.

Alguna vez consigo ascender, pisando de modo adecuando, flexionando el pie y utilizando solo el primer tercio para hacer la fuerza. No obstante, no es suficientemente potente. No podría escalar nada de ese modo.
Aprieto los dientes con desgana y preparo una nueva carrera cuando veo llegar a Massen de una forma un tanto peculiar. Me vuelvo hacia ella, permitiéndome un respiro, aunque sin llegar a sonreír. No me he relajado.

-¿Cómo estás? ¿También entrenando? -inquiero, aunque sea evidente que sí.

Pronto me preparo de nuevo y me lanzo a por el árbol. Esta vez no me propulso hacia arriba, sino hacia atrás, y en este caso sí que resulta una fuerza apropiada. Qué frustrante.
Clavo los pies al suelo al caer, preparada para la respuesta que tenga que darme.

Me encogí de hombros, observándola moverse. Un ejercicio llamativo. Me preguntaba qué estaría intentando exactamente... No lo tenía muy claro. ¿Caminar por las cortezas?

Me estiré.

-Sí, bueno, pero creo que voy a descansar un rato -expliqué.

De todas formas, no quería molestarla. Parecía estárselo tomando muy en serio. Así que me hice a un lado, poniendo la capa para sentarme cerca del borde de agua, y me dispuse a observar su entrenamiento desde allí. Quizá pudiera sacar ideas para algún ejercicio mío.

Descansar un rato. Yo no he empezado hace demasiado. Debería prolongarlo un poco más, incluso aunque ella esté aquí. De modo que a ello me dedico. Ella no me reprocharía algo como esto. Es una profesional, al fin y al cabo.

Me dirijo hacia el árbol una vez más, decidida esta vez. El público solo es un motivo más para cumplir. He de demostrar que estoy capacitada para llevar a la práctica mi trabajo.
Esta vez parece que he encontrado el punto justo, y al impulsar el pie no resbala sobre la corteza húmeda, sino que me da el apoyo necesario para impulsarme con fuerza. De haber otro árbol en ese punto podría intentar repetirlo para ascender, pero sé que no hay nada, de modo que me permito ser un poco vistosa y aprovecho el impulso para acabar con un mortal hacia atrás y caer de nuevo de pie a un par de metros, con entereza.

Miro a Massen con una sonrisa escueta, satisfecha.

-Así está mejor. ¿Qué tal todo? -pregunto al fin.

No tenía muy claro si de verdad era eso lo que estaba entrenando o de si lo había hecho por presumir, pero me permití dedicarle un silbido de admiración. A veces Alehyss hacía unas cosas que eran para no olvidar. ¿Cuándo habría aprendido a hacer eso?

Estiré los dedos, con una sonrisa.

-Pues bien, descansando de las palizas que me he pegado últimamente -respondí-. ¿Tú cómo lo llevas? ¿Sabes algo de lo de Ventus?

Me puse en pie. Quedarme sentada demasiado tiempo me dejaría helada.

En lo que habla estiro un poco. La flexibilidad es una de las características más importantes de mi forma de luchar, y he de mantenerla.

-Hablé hace poco con Corbin de la misión a la que fuisteis -le comento-. Parecía haber disfrutado de ella. Es difícil de satisfacer, así que siéntete honrada. Aunque no esperaba menos de ti -añado, con media sonrisa-. Yo llevo unos días algo apática-. Desde que volvimos-, pero estoy intentando recuperar el humor con ejercicio. A Ventus creo que podría ir yendo ya. Lo he dejado todo atado con la misión de Aqua-. Saliese mejor o peor-, y no he optado a nuevos encargos aún para no tener problemas de tiempo. Hablaré con Jun y se lo informaré cuanto antes. ¿Sabes algo de él? Hace días que no me lo cruzo.

Al parecer, Corbin la había puesto al día con respecto a nuestra misión. Sonreí. La verdad era que había sido dura, pero no por ello menos interesante. Yo también la había disfrutado.

-Me habría gustado poder trabajar un poco más con él -confesé-. Pero al final, cada uno iba con su cuenta. Aunque se lo veía bastante cómodo con eso, así que...

La misión de Aqua. Sabía que Alehyss había salido de ella tan frustrada como yo. Y eso que no nos había ido tan mal, pero ambas sabíamos que tendría que habernos ido muchísimo mejor. Asentí.

-He hablado con la líder Splash -le comenté-. Le he hecho un par de peticiones sobre la forma de tratar las misiones. Lo de estar mejor comunicados y todo eso. Dice que van a estudiarlo. Espero que tarden poco.

De Jun no podía decirle gran cosa. Me encogí de hombros.

-Está huidizo -expliqué-. No sé nada de él desde hace algún tiempo. De todas formas, no creo que te ponga pegas para poneros en marcha.