Cascada

Si los dos están satisfechos es posible que vuelvan a trabajar juntos. No estaría mal. Corbin no parece tener una vida social demasiado activa. Incluso, si se diese, podríamos colaborar los tres. Tener algunos compañeros con los que me compenetro mejor es agradable, aunque debo trabajar también en el estudio a los nuevos y los desconocidos. Puede que vuelva a tocarme ir con alguno.
Jun, de momento.

Cuando menciona lo de Blues asiento un momento, algo ausente. Yo pensé en buscarla, pero siento cierta incomodidad frente a esta misión y no me he decidido a obrar, al final.

-Sí, esperemos que lo arreglen -digo de todos modos, terminando mis estiramientos.

De Jun opina lo mismo que yo. Supongo que irá siendo hora de partir, entonces.
Vuelvo el gesto en dirección a Palacio.

-Voy a ir entrando -informo-. Quiero bañarme antes de la cena. ¿Te apetece? ¿O seguirás ahora que has descansado?

Asentí, segura. Me sentía impaciente, pero no tenía motivos para pensar que un error así volvería a producirse. Contaba con la competitividad de la líder Splash, después de todo, y no tenía por qué dudar de ella.

-Lo sabremos la próxima vez, imagino -apunté, consciente de que todo aquello no había acabado.

Sonreí a su propuesta. Un baño caliente sonaba a gloria en aquel momento. Asentí, acercándome un poco.

-Creo que me voy contigo -respondí, echando ya a andar hacia el palacio.

No tardaríamos mucho.

*Se van*

Tras las suaves nevadas del día, se había quedado una tarde tranquila y agradable. Corbin no obviaba el frío, por supuesto, pero ni siquiera ese parecía tan llamativo en comparación con las últimas semanas. Además, el ejercicio le permitía entrar en calor fácilmente.

Corbin recordaba perfectamende el golpe sufrido junto al lago, y se había dispuesto a evitar posibles repeticiones. Después de todo, de ello podía depender su futuro. Se sentía lento y torpe, y debía remediarlo de inmediato. Así pues, se dispuso a llevar a cabo un ejercicio de escalada que lo obligase a poner en juego sus capacidades.

El claritas escogió para ello la cascada, que le parecía suficientemente escarpada y contaba con el añadido del agua, que dificultaba el ascenso. Corbin sabía trepar, pero necesitaba probarlo en condiciones que lo pusieran a prueba. Tomando buen cuidado en su avance, comenzó desde la parte baja de la cascada, pasando junto al agua, y ascendió con tanta velocidad y firmeza como le era posible.

Corbin se sujetaba a cada saliente sin dudarlo, encajando pies y manos en los huecos que encontraba y aplicando la fuerza de las piernas para impulsarse cada vez. Sabía que la velocidad no debía dejar de lado la seguridad, así que comprobaba que todos sus apoyos eran sólidos antes de confiarles su peso. Se agarraba firmemente y ascendía, raudo, ignorando el agua y el frío, probando las formas de hacer su ejercicio más eficiente.

Cuando llegó a la cima, contempló lo que había dejado a sus pies con gesto serio. La noche impedía que se guiase por la vista, y sabía que era mejor así. El tacto era lo que debía guiarlo. Procedió a descender de nuevo. Bajar era tan importante como subir, y también había que saber hacerlo. Con gestos firmes y tratando de ser rápido, Corbin procedió a descender.

*Se queda*

Corbin acabó por sentir la presencia que llenaba el ambiente, y se tensó ligeramente contra la roca. Prestó atención al entorno, sin detener su ejercicio. Estaba ya subiendo de nuevo cuando aquel aroma, que bien conocía, se hizo notable en el aire. Procedió a seguir subiendo con movimientos resueltos, tratando de comparar sus acciones con las que, no hacía tanto, le habían fallado en el lago.

Cuando llegó arriba, se estiró un momento y procedió entonces a descender. Lo hizo de la misma forma, empezando a comprobar que aquel entrenamiento dejaba de ser útil. Una buena escalada requería nuevos retos cada vez, y él empezaba a memorizar los repetitivos pasos que lo llevaban arriba y abajo. Quizás al otro lado del río pudiera aprovechar un poco más la tarea.

De todas formas, ella había ido por algo. Siempre era así. Corbin llegó abajo y se quedó quieto junto a la pared, buscándola en la oscuridad, serio. Si lo quería, lo reclamaría.

No tardó en hacerse visible a sus ojos. Incluso con tan poca luz, era evidente que estaba allí, y Corbin sabía que era algo que hacía a propósito. Se mantuvo firme, con el gesto serio, a la espera. Quizás tuviera algo interesante que ofrecerle. Eso estaría muy bien. Tras el duelo y el ataque, no había tenido más de que ocuparse.

-Buenas noches -respondió, con su habitual tono monocorde-. He seguido con mis actividades habituales. Todo va bien, gracias.

Y esperó. Si había ido era para decirle algo. Nunca la había visto si no era porque quisiese algo de él.

Corbin la escuchó con atención, en completo silencio. Un trabajo. Era de esperar, pero no por ello resultaba menos grato. Asintió lentamente cuando ella terminó. Sus condiciones no solían resultarle molestas, desde luego. Corbin sabía cumplir con profesionalidad y era dedicado en lo que hacía.

-Mi interés es el mismo de siempre -respondió, seguro-. Por supuesto, puede variar, tanto para bien como para mal, una vez tenga noticia de los detalles. Si se trata de mi disposición, es completa.

Aunque no dejaba de ser una lástima que lo mantuviera en vilo de aquella manera. A Corbin le gustaba saber a qué iba a dedicarse. Le permitía prepararse mejor para llevarlo a cabo.

Corbin no era muy amigo del contacto físico, que tendía a considerar una amenaza, pero sabía cuándo podía permitirlo. Y, en aquel momento, se mantuvo donde estaba y esperó. Pronto, un torrente de información se introdujo en su cabeza, y supo lo que le esperaba.

Asintió.

-Allí estaré -respondió, simplemente.

No añadió nada más respecto a la posibilidad de aceptar, ni preguntó por detalles que, sabía, no iba a obtener. Tan solo tendría que esperar a que llegase el momento y obtendría la información. Se mantendría en forma mientras tanto.

Corbin la observaba desplazarse, alerta, siguiendo cada uno de sus movimientos en la oscuridad. Serio, la escucha. Llegó a sorprenderle su pregunta. Tanto, que tuvo que quedarse en silencio, planteándose cuál podía ser su respuesta.

-Quiero mejorar mi equipo -decidió declarar, finalmente. No le gustaba hablar de las que consideraba sus necesidades, pero en una situación así, sentía que era mejor hacerlo-. Armas. Armaduras. Objetos que me permitan mejorar mis habilidades. Todo lo que pueda añadir a mis capacidades de combate.

¿A qué venía aquella pregunta? Tendría que ver con el trabajo, por supuesto. Esperó la explicación.

Corbin no tenía muy claro qué implicaciones tenía hacer algo al respecto. Quizás pudiera hacer añadidos a aquel encargo, igual que la otra vez, además de cumplir con la parte de ella, había tenido oportunidad de conseguir sus propias mejoras. Asintió, consciente de que de nada valía hacer preguntas.

Ella no tardó en desaparecer. Corbin observó un momento la cascada. Quizá era mejor volver al palacio. Seguiría con sus entrenamientos en otro momento. Además, tenía una nueva tarea pendiente.

*Se va*

Aquel día no me iba a pasar lo que el anterior, desde luego. Estaba preparada. Podía entrenar fuera tan bien (o incluso mejor) que dentro, y podía hacerlo a cualquier hora. El agua, en cambio, se disfrutaba más de día, y eso era un hecho. Llevaba una toalla y llevaba bocadillos y algunas de las piezas de fruta que Follow me había dejado aquella mañana. Por más que intentara, no conseguía coincidir con él cuando venía. De todas formas, si seguía haciendo aquello tenía que estar por ahí, desde luego, y debía estar bien.

Dejé las cosas junto a una roca, un poco más allá de la cascada, y empecé a subir por las rocas. No muy alto, pero no me importaba tanto si más allá había agua. La zona bajo la cascada formaba una poza de buen tamaño, y con la suficiente profundidad como para disfrutarla. No tardé en lanzarme al agua con las membranas bien abiertas. Me quedé bajo el agua, disfrutando de la vibración ensordecedora de la cascada. Desde luego, era una maravilla volver al agua.

*Después de un fantástico día acuático, vuelve al palacio*

Kyoti sabe que no debe acostumbrarse a que sea así, pero de todas formas ha preparado ya las flechas antes de venir. Después de todo, la idea tampoco es ir perdiendo plumas para poder entrenar. Kyoti sabe que no debe escatimar en entrenamientos, pero también que las flechas tienen que durarle dentro de lo posible.

Tiene la esperanza de que la cascada lo inspire, de que le ayude a imaginar la escena de batalla que un día presentará. El ruido de la cascada puede corresponder al de los gritos atronadores, y la incomodidadde las salpicaduras, aunque ni de lejos correspondiente, podría representar detalles comp un ambiente de cansancio o el sudor del esfuerzo. Realmente, el principal problema es que no tiene referencias de base real para recrearlo todo.

Kyoti se sitúa en un lado del río, preparado para proceder. Quizás la brisa o el impulso del agua lo obliguen a calibrar mejor la situación para forzarse a tirar mejor. En cualquier caso, el chico hace todo lo posible por profesionalizar su ejercicio. Calienta, se prepara y procede con sus tiros.

No se fija mucho a la hora de escoger las flechas. Así, se obliga a sí mismo a reconocerlas rápidamente en el momento antes de disparar. Tiene que calibrar el tiro, darse a sí mismo un segundo para medir distancias y apuntar, pero no debe ser más que un momento, el instante de concentración en el que busca su objetivo con un rápido barrido y dispara.

Su objetivo es doble, y rara vez está allí donde parece apuntar. Dirige sus flechas a puntos diferentes, siempre a los árboles, siempre al otro lado del río, siempre sin dudar más que un instante. Las dirige una tras otra, y ni siquiera en los momentos en que falla se detiene a lamentarse. Tiene que seguir calculando, después de todo, seguir disparando, seguir entrenando hasta poder decir que es apto. Las flechas siguen la dirección que él indica, o no lo hacen, pero solo hay algo que detiene al chico.

Cuando se queda sin flechas, Kyoti mira en silencio el otro lado del río, allí donde han ido a parar, con expresión circunspecta. Quizá enviar todas las flechas allá donde le costará recuperarlas no sea el comportamiento más propio de un guerrero que se allé pueda ocurrir.

*Se queda*

Cuando Johan pasea con Rina, es ella la que marca el paso. Dardo, desde la cima, los sobrevuela y adelanta, y vuelve a ratos a comprobar dónde se encuentran, y él aolo sigue los pasos de Rina, que acaba por detenerse dubitativa y por acercarse luego al tipo que hay cerca del agua.
Termina por aproximarse ufana a examinar al extraño, y Johan ladea la cabeza. Acaba por ir tras ella, aunque la vista está fija en el otro lado del río, donde al parecer hay algo interesante que ver.

Se para cerca del tipo, a un par de metros, y se vuelve por completo hacia la otra orilla. Callado, observa, con gesto concentrado.

-Oh, las flechas -dice entonces, al fin, cayendo en la cuenta-. Qué mal.

Aunque Johan no parece especialmente afectado al respecto.

Kyoti no tiene ni idea de que hay alguien más cerca, pero cuando va a girarse y se encuentra con ese... pájaro... gato... ¿Qué es exactamente?, no puede evitar quedarse mirándolo con expresión de completa incomprensión. La voz que, un poco más allá, le indica que no está solo lo hace enrojecer como la grana. Una cosa es quedarse sin flechas, y otra muy distinta quedarse en evidencia.

Se esfuerza en sonreír. Debe tomárselo con humor. El otro chico, después de todo, ha hecho un comentario de simpatía. O algo así. Eso cree Kyoti.

-Ahora voy a buscarlas -asegura, tratando de mantener un tono despreocupado que no resulta nada convincente-. Bueno. Primero tengo que buscar por dónde cruzar. Supongo. No conozco mucho esto aún. Quiero decir que soy nuevo. Más o menos. Bastante. Eh...

A la mirada del chico Rina se crece un poco, hinchandose para parecer un poco más grande, aunque siempre guarda una distancia de seguridad. Johan, por su parte, termina por apartar la vista de las flechas y volverse al chico inseguro.
Le hace un gesto a las rocas de la cascada, por las que trepando se puede llegar al punto superior.

-Hay un puente ahí arriba. Lo peor es escalar, pero una vez hecho cruzar no es gran cosa. Y mira que se ha dicho que pongan otro cerca...-. Se encoge de hombros, relajado-. No esta muy bien montado lo del río -le comenta, casi con resignación.

Kyoti observa un momento más al animal con curiosidad. ¿Será a esto a lo que se refería el flamma? Quizás. Es difícil decirlo. No se ha tomado la molestia de aprenderse todas las especies domesticadas, sino que se ha limitado a centrarse en aquellas que él suele cazar. Pero, de hecho, un animal así puede dar para una piel valiosa. Aunque este es demasiado pequeño. Y, de todas formas, le inspira la suficiente curiosidad como para plantearse vigilarlo en lugar de acabar con él. Tampoco es que la pasión de Kyoti sea matar animales.

Al gesto de su compañero, mira la cascada con expresión dubitativa. Carraspea, algo incómodo, y se encoge de hombros.

-Supongo que puedo rodear la parte más escarpada para llegar al puente -propone, sin saber a quién se lo está proponiendo-. ¿No? Es decir, si se puede. ¿No hay una zona más...? Osea, si no intentaré otra forma... Supongo que hay forma de pasar, sea como sea.

Johan lo mira un momento, sin cambiar la expresión. Acaba por asentir con tranquilidad.

-Eso por supuesto. Escalar es más directo, pero no a todos se les da bien. A veces se me olvida. Es que viví en un pueblo situado sobre la copa de los árboles y allí era una habilidad necesaria...-. Mira un momento al cielo, ubicando a Rina, pensativo. Pronto vuelve con el chico-. ¿Y nadando? ¿Es por el frío? Quizás es demasiado engorroso -comenta, más que nada para sí-. Hay zonas para cruzar a lo largo del río -acaba añadiendo con una sonrisa entretenida, haciendo un gesto vago hacia atrás, compadeciéndose un poco.

Rina se debate entre acercarse y no hacerlo. Lo que Johan no entiende es qué busca en el extraño.

Kyoti no tiene tiempo de exponer su impresión al respecto de una vida tan particular antes de que él pregunte. Además, no deja de parecerle inmiscuirse, ya que él no ha hecho más que un comentario de pasada. Pedir información es casi como categorizarlo de rarito, y aunque ni su aspecto ni sus acompañantes son demasiado comunes, Kyoti no quiere ofenderlo.

Sí responde, en cambio a su pregunta. Sonríe a modo de disculpa.

-Supongo que para ti es más sencillo -. Abre mucho los ojos, consciente de pronto de lo ambiguo de su frase-. ¡Ah! Es decir, como eres... Porque eres... Bueno... pareces... piscis, ¿no? Aunque supongo que eso no quiere decir que... Bueno, mi abuela lo pasaba fatal con el calor y... Quiero decir, y tampoco me refiero a que debas... ¡Por supuesto que no debes! Es decir, que no tienes que... Iré ahora a por las flechas.

Mira alrededor, sin tener muy claro hacia dónde avanzar para cruzar el río. En su búsqueda, se topa con el extraño... animal, consciente de que ha dado un paso hacia él. Carraspea, algo perdido, y corrige la dirección, decidiéndose por la opción de bordear la cascada.

Johan lo mira divertido. Se atropella mucho, desde luego. Resulta de lo más torpe. Tanto que incluso se siente un poco injusto.
Aunque no demasiado.

-Soy piscis -concede con un asentimiento-. Aunque he vivido toda mi vida aquí, en Brontë. Me llevo con el agua como cualquier otro, diría.

Quizás mejor por las membranas de los dedos. Johan ha llegado a demostrar con sus pulmones de piscis que se puede fumar un cigarro entero sin respirar, aunque no es algo que repita a menudo.

Asiente con una sonrisa afable mientras el chico le dice que va a por las flechas. Rina parece dispuesta a seguirlo un trecho, aunque Johan sabe que no se alejará demasiado.
Se lleva un cigarro a los labios, silencioso, esperando a ver qué pasa.

Está vez Kyoti no puede evitar preguntar, carcomido y atolondrado ya por la curiosidad. Empieza a sentirse demasiado confuso para mantener la conversación.

-¿Hay un pueblo en los árboles por aquí cerca? -pregunta, interesado.

No se atreve a añadir sus impresiones al respecto, algo preocupado por cómo se lo pueda tomar. No conviene hacer tonterías cuando se trata de conversar, o al menos así lo ha demostrado Brontë hasta el momento.

Cuando la conversación se da por terminada, en cualquier caso, Kyoti procede a reanudar el paso. Mira un momento a Johan, como queriendo confirmar que sigue la dirección correcta, y procede a rodear el alto de la cascada, buscando en l maleza ub sendero cómodo por el que subir hasta el puente.