Comedor

Negué varias veces, con una sonrisa resignada. Con una mano, hice un gesto, quitándole importancia.

-Vale, vale -accedí-. Pero no te acostumbres, porque no pienso malcriarte.

Me levanté, pues, estirándome. Yo solía dar muchas vueltas antes de irme a la cama, pero en realidad no eran horas de estar por ahí.

-Bueno, pues vámonos -propuse-. Que yo mañana quiero aprovechar el día.

Jun se levantó, encantado, y nos fuimos.

*salen*

Para cuando me interceptó el mensajero, estaba entrando en el comedor. Tras asegurarse de que yo era la persona que buscaba, me hizo entrega de una carta. Le sonreí y le di las gracias. ¡Por fin noticias de casa! Animada, avancé hasta mi mesa habitual y me senté, dispuesta a ver el contenido. Me extrañó un poco descubrir que Leen era el remitente, pero después de todo, era muy probable que estuvieran muy en contacto aquellos días, sino todos juntos.

Cuando me preguntaron qué quería cenar, pedí un plato de setas con arroz. En lo que esperaba a que me lo trajeran, abrí el sobre, comenzando a leer en seguida.

Citación :

Querida Massen:
Hemos tenido problemas para contactarte, pero parece que finalmente podemos enviarte este mensaje. Por si no estás informada, debo decirte en primer lugar que Ciudad Nevada ha cundido en un caos como no había cundido desde hace muchos años. Como miembros del ejército, tanto Seranne y Minta como yo nos hemos dedicado a la evacuación y organización de la población.
No sabría describirte exactamente qué ha pasado, pero puedo asegurar que nunca he visto al ejército tan desbordado como estos días. El primer golpe nos pilló por sorpresa, y a partir de ahí tuvimos que trabajar para tratar de recuperar la ciudad. Me gustaría decir que todo salió perfectamente, pero precisamente te escribo para que no estés engañada. Cuando el mar azotó por segunda vez, Minta estaba trabajando en la zona portuaria. Durante tres días quedó sumergida bajo el agua, con todas las pérdidas que eso supuso. Ni siquiera pudimos recuperar el cuerpo hasta cinco días después, así que no pudo hacerse nada por ella.

Dejé de leer llegado a ese punto, y releí la frase tres veces más antes de aceptar que había leído correctamente. De pronto, me temblaban y sudaban las manos, y sentía una extraña presión en el estómago. Tragando saliva, me forcé a leer el resto de la carta por encima, buscando algún indicio de que había malinterpretado el mensaje, cualquier detalle que me aclarara que aquello no estaba pasando.

Para cuando alcé la vista de la carta, con aspecto enfermizo, me encontré con que ya tenía el plato de comida delante. Ni siquiera lo toqué.

Tratando de contener los temblores, me levanté de mi asiento y me fui a los dormitorios.

*Se va*

Llego al comedor. Hay gente del servicio comiendo. Por su aspecto deben de estar trabajando a fondo, y no puedo evitar sentirme un poco culpable. Sé que no estoy perdiendo el tiempo, pero ayer me prometí que ayudaría y al final no he movido un dedo.
Vamos hasta una mesa apartada y me siento junto a Massen. Pronto vienen a atendernos, y me lo pienso un momento, pero termino por pedir sopa, una ensalada, un filete con patatas, una taza de chocolate caliente y una jarra de agua. Miro a Massen un momento, esperando que diga algo, por si quiere pedir alguna cosa en concreto, aunque ya me he asegurado con mi pedido de que coma algo.

Cuando vuelven con la comida, acerco el plato de sopa a Massen, mirándola relajada, amable, pero sin estar dispuesta a aceptar un rechazo. Le acerco también la taza de chocolate y le sirvo un vaso de agua. Yo, por mi parte, empiezo con la ensalada, dejando el filete entre ambas, como terreno de nadie.

-Que aproveche -murmuro, tratando de sonar agradable, aunque no es más que sugestión para obligarla a comer-. ¿Quieres pan?

Le sentará bien. Necesita comer.

Me dejé guiar ante una mesa y me senté con Alehyss, clavando la mirada en la tabla de madera. Me limité a negar cuando Alehyss me dirigió una mirada. Venía a acompañarla. Aunque, después de oír la retahíla que había pedido, contaba con lo que vino después.

Alehyss plantó ante mi vista el plato de sopa, pero ni siquiera lo enfoqué. Simplemente, me quedé embobada mirándolo. A su pregunta, negué con la cabeza. Luego ella se puso a comer.

Tragué saliva, sintiendo un nudo en la garganta. Después, con gesto inseguro, alcé la mano y tomé la cuchada. Comencé a remover el caldo con gesto ausente, sin llegar a llevarme la cuchara a la boca en ningún momento. Tampoco me atrevía a protestar.

Como algo de ensalada, tratando de ignorar la forma en la que Massen remueve el plato, ausente. Si no fuese por la situación, parecería una niña sin hambre cualquiera, jugando con la comida, pero no voy a caer en la trampa. Ahora no se da cuenta, pero seguramente cuando empiece a comer el cuerpo termine por pedirle más. Es lo que suele pasar, es lo que espero que pase y es lo que voy a buscar que pase.

-¿No te gusta la sopa? -inquiero, finalmente, tras tragar pulcramente un bocado. Sé que le gusta, la he visto tomarla más veces-. ¿O está muy caliente?

No voy a darle la posibilidad de que diga que no quiere comer. Ni siquiera le ofreceré otra cosa por si no quiere comer nada. Simplemente la voy a mirar así, tranquila, relajada, como si esa sopa la hubiese preparado yo con toda mi ilusión y no fuese consciente de que no tiene ni un poco de hambre.
Ódiame si quieres, pero come, Massen.

No la miré en ningún momento. No aparté ni un instante la vista del plato. Ni siquiera cuando volvió a insistir. ¿Por qué me hacía esto? ¿Por qué quería obligarme? Tragué saliva y negué suavemente con la cabeza.

-No, está bien -murmuré, tan bajo que ni siquiera estaba segura de que me hubiera oído.

De nuevo, tragué saliva. El nudo en la garganta se me resistía, y la mirada fija de Alehyss no ayudaba en absoluto. Sentía sus ojos clavados en mí, y quemaban como clavos recién salidos de las brasas. Dolía.

Incapaz de aguantar la presión, finalmente, alcé la cuchara, más vacía que llena, con mano temblorosa. Con los ojos llorosos, tratando de aguantar el tipo como mejor podía, me la llevé a los labios, mojándolos apenas, antes de devolver la cuchara al plato. Tragué saliva una vez más.

Verla es como un cuadro... La verdad es que es una imagen bastante triste, y me hace sentirme un poco culpable. Creo que ella también se ha dado cuenta de que esto no se me da demasiado bien. No sé cómo pretendía ocultarlo, visto de otro modo. La simpatía y el tacto no son mis puntos fuertes.
Apoyo con suavidad una mano en la espalda de Massen, acariciando un instante y terminando en su hombro, que oprimo con cariño. Relajo un poco el gesto y llevo mi izquierda a su mano cuando deja la cuchara en el plato.

-Está bien... -murmuro, asintiendo un instante-. Lo siento. Si no puedes, no comas. Mañana lo intentamos de nuevo...-. Esbozo una sonrisa que intenta ser lo más amable y dócil que doy-. ¿Vale?

El que me considere perfecta que me vea ahora, torpe como una estúpida. Y lo peor es que siempre he sido así. Creo que no tiene cura.

Creí que si lo dejaba estar, si simplemente apartaba el plato y nos olvidábamos del asunto, la situación mejoraría y me sentiría algo aliviada. Pero, llegado a aquel punto, el momento en que me rodeó los hombros, diciéndome que lo dejara estar, se me escapó rodando la primera lágrima. Rápidamente me llevé ambas manos a la cara, tratando de ahogar aquello de nuevo, aunque parecía una tarea sobrehumana.

Después de algunos sollozos, conseguí por fin ahogarlo un poco y, tras frotarme la cara y sorber, negué con la cabeza y agarré de nuevo la cuchara, esta vez bien llena, llevándomela a la boca. Comer no iba a arreglar nada, pero tampoco iba a empeorarlo.

Sentí otras dos lágrimas caer en el momento en que el líquido pasó por mi garganta, pero también tuve la sensación de que el nudo aflojaba un poco. Hasta respiraba mejor. Con determinación, centrándome en el gesto como si fuera lo único que existiera en el mundo, repetí el proceso, secándome las lágrimas. Al poco sentía el estómago cálido, como volviendo a la vida.

Cuando llora la abrazo un poco. Me cuesta contener el agobio que me asalta, pero creo que lo consigo, y que ella no está muy en condiciones de notarlo, tampoco. No llora demasiado, y no sé si por suerte o por desgracia, porque si sale significa que lo necesita, aunque el hecho de sentir que quizás se lo he provocado yo no es demasiado agradable... Pero si ayuda a que se desahogue...
Como sea, termina comiendo. Es una mejora. Por lo menos no desfallecerá. Muchas veces la debilidad del hambre solo empeora las cosas. Poco a poco, según parece, hasta le entra apetito, de alguna forma, aunque evito mirarla en todo lo posible, centrándome en mi ensalada. No creo que sea muy cómodo tener mis ojos clavados en ella, como si fuese algún tipo de experimento.

Hay más comida, por supuesto, y me temo que la he pedido en vano. Sin embargo, con la sopa me doy por satisfecha. Estoy segura de que el chocolate caliente ayudaría, que dicen que es bueno para estas cosas, pero ya la he presionado bastante.

Tomo un poco de carne con patatas y la pongo en mi plato, para no dejar muerto de asco lo que he pedido. Es una falta de respeto hacia los del servicio.
Que por cierto, nos observan. Aunque me desahogo de sus miradas con la mía, severa, haciendo que vuelvan a sus platos y su conversación.
Cuando Massen acabe, si lo quiere así, podremos irnos. Supongo que deseará un poco de tranquilidad, también.

Una vez he empezado, no es tan terrible. De hecho, acabé con la sopa en un momento, teniendo en cuenta el tamaño del plato. De nuevo, me froté la cara con las manos, y al final acabé por recurrir a la servilleta, limpiándome con ella sin demasiado reparo. Por último, di un hondo suspiro.

Me quedé un momento quieta, en silencio. Luego, despacio, tomé el vaso de agua y me lo bebí en un momento. Al final, se me iba toda el agua por los ojos, así que probablemente me vendría bien reponerla. Dejé el vaso con cuidado donde estaba y de nuevo tomé la servilleta para secarme la boca. Después, la dejé de nuevo y apoyé las manos en los muslos, mirando otra vez el plato vacío.

-Lo siento.

Me como la mitad del filete y bebo un sorbo de agua. Massen, por su parte, ha vaciado el plato. Me siento más relajada, ahora. Aunque tampoco es que vaya a aplaudirle como si acabase de hacer una hazaña. Simplemente me preocupo por ella. Me satisface ver que come de la misma forma que me siento mal si llora. Creo que el resto de seres humanos funcionan así, al menos. Eso me han dicho.

Al ver su nueva posición, retraída, tengo ganas de darle un beso en el pelo, pero no quiero que ello conlleve una nueva llorera. Tenemos público y no me parece lo más agradable.
Le froto el brazo, casi a la altura del hombro, a modo de caricia, pero también para llamar su atención.

-¿Vamos a descansar? Es tarde -murmuro, suave. Dejo un par de segundos antes de añadir lo siguiente-. No tienes nada por lo que disculparte. Estoy aquí porque quiero.

Estoy con ella porque quiero. La cuido porque quiero. Y si ha llorado porque la obligué a comer fue porque quise, al fin y al cabo. Duro, pero cierto.

Esperé a que Alehyss terminara. Tenía la sensación de que la hacía sentir obligada a apurarse, aunque no estaba segura. Tampoco era mi intención, en cualquier caso.

Asentí cuando habló. Apenas había hecho nada en todo el día, por decir que había hecho algo, pero estaba absolutamente agotada. Sin embargo, antes de que tuviera oportunidad de levantarme oí mi nombre. Tardé un momento más de lo normal en reaccionar y alzar la vista, y aún otro en reconocer a Follow. Hacía mucho que no lo veía. Desde antes de la tormenta.

Abrí un momento la boca para responder, pero volví a cerrarla. Luego negué con la cabeza.

-No, es solo que... Da igual.

¿Qué iba a decirle? ¿Y qué iba a decirme él? Tenía la sensación de que no quería saberlo. Aquel tema era algo demasiado habitual en él como para que me sintiera cómoda exponiéndolo en aquel momento. Desvié la vista.

Estamos a punto de irnos cuando llega el que faltaba... He de decir que este chico nunca me ha llamado mucho la atención, pero si Massen lo quiere les deseo lo mejor. Sin embargo, su manera de acercarse y preguntar, como un animal, por ella... Me da igual que sea un hombre interesándose por su novia. Es que resulta más inexpresivo que yo, y me ha costado bastante conseguir que Massen respondiese un poco. No me lo estropees ahora, piscis.

-Buenas noches -saudo, intentando no sonar borde por respeto a Massen, tratando de desviar la atención del chico hacia mí, por un momento. Las palabras de ella me dan una guía, más o menos, sobre cómo proceder-. Necesita descansar -le explico, preguntándome si podrá, siquiera, imaginar, lo que son las sutilezas.

Mithos...
Miro a Massen de reojo, pendiente.

Asentí vagamente a las palabras de Alehyss, que me parecieron totalmente acertadas. De hecho, lo único que quería era meterme en cama y olvidarme del mundo. No quería dormir, porque sabía qué me esperaba entonces, pero seguía sonando mejor estar en cama que vagando como un fantasma.

Volví lentamente la vista a Follow cuando habló, tardando un momento en hilar conceptos. En otra situación hubiera querido que me tragara la tierra, pero en aquel momento ni siquiera me importaban.

-No -murmuré solamente, antes de bajar la vista de nuevo a mi plato vacío.

Al escucharlo, noto cómo mi cuerpo se paraliza durante un instante. Tengo esta extraña sensación de mundo detenido, como si fuese a poder mirar a mi alrededor, contemplarlo todo, sin que un solo segundo pasase, y analizar mil ideas en ese intervalo. Ese poder sería muy interesante a la hora de luchar, desde luego. Y admito que, en parte, ahora mismo tengo unas ganas de luchar exageradas. Creo que ya no me duele la pierna, ni siquiera, por arte de magia.
Pero no le arranco la máscara y le escupo a la cara porque tengo dignidad y Massen está delante. Y se ve que él es algo paradito y no es consciente de lo que pasa a su alrededor.

-Deja estar eso -le digo al piscis, con tono algo tenso, pero contenido-. Necesita descansar -repito, entonces, frunciendo un poco el ceño.

La paciencia tampoco es la virtud por la que destaco, todo sea dicho.

Follow se alejó después de que Alehyss insistiera. Suspiré un momento con cansancio, frotándome de nuevo la cara. No esperaba que preguntara por eso. De hecho, prácticamente había olvidado sus intenciones. Y eso no era algo que pudiera tomar a la ligera, o acabaría lamentándolo. En cualquier caso, no era momento para preocuparme por eso.

Suspiré de nuevo. Después miré a Alehyss, esbozando una mueca que muy malamente podía pasar por sonrisa y, con cierto esfuerzo, me puse en pie. Volví un momento la vista a Follow, haciéndole un gesto de despedida. Luego miré a Alehyss de nuevo.

-Vamos...

Por suerte no insiste. Y si bien su comportamiento es... extraño, por usar un adjetivo que no resulte ofensivo para nadie, parece que se ha dado por enterado. Todo es mejor así. No me apetece ponerme a discutir en clave con Massen delante. No creo que le convenga, y llevo un día de un humor bastante bueno.
Asiento a la propuesta de Massen y hago un gesto de despedida a los del servicio. A Follow le dedico una mirada, y que se de por aludido. No voy a entrar en su extraño juego.

Me froto el tabique nasal con los dedos. No he hecho demasiado hoy, pero lo cierto es que también estoy cansada.

*se van*

Entré en el comedor con tripas que tenían celemotos dentro. Iba mirando a todas partes, embelesada. Todo era normal, y eso no era normal. ¿No había habido allí celemoto? Tenía hambre.

Me dirigí a un chico de cara tapada y me senté en un banco a su lado. En un momento había metido la mano en su plato, dispuesta a hacerme con algo caliente de comer.

-¿Me das? -pregunté cuando ya había cogido un poco y me lo había llevado a la boca.

Apartó el plato y se lo llevó. Lo miré un momento, intrigada, ladeando la cabeza. Luego sonreí, divertida, al ver dónde se asentaba de nuevo. Era un timidito.

Salté del banco al suelo y correteé por el comedor hasta llegar a su altura. Lo cogí por el cuello desde atrás, echándome sobre él, sonriente.

-Vamos, dame un poquito -pedí otra vez, casi trepando por él-. Un poquito solo. Hay que compartir. ¿No sabes que hay que compartir? ¿Quién te lo dio?

Solté un pequeño grito cuando echamos a rodar, y acabé por soltarlo riendo. Entonces me incorporé de nuevo y lo miré, sonriendo. Seguí la dirección de su dedo cuando indicó, y eché a correr hasta donde decía. Agarré la camisa del chico, dando un par de tirones.

-Eh, eh, yo quiero como él -dije, señalándo al chico sin cara.

Cuando el chico asintió, volví otra vez con el sin cara, yendo a saltitos hasta él. Me encaramé al banco y a la mesa, me senté frente a él cruzando las piernas y me recodé en mis rodillas, mirándolo comer con una sonrisa.