Comedor

Sonrío burlona, pero no respondo. Que mi padre le consiga un ascenso. Actualmente, la idea es un chiste en sí misma. No necesito hacer ninguno.
Doy vueltas en la mano a mi manzana a medio comer, decidiendo por qué lugar atacar. Tras morder, mastico pensativa, atendiendo a lo que me dice, pero sin mirarlo. No me sorprende nada. Massen es muy maja, y tal, pero divertida, lo que se dice divertida... Y luego estaba el buscador, que era un panoli de cuidado... Por no hablar de...

-¿Pintorescas? -. Lo miro de reojo-. Si con eso te refieres a que son unas guarras y se desnudan con facilidad, deja de mirarme así -añado, burlona.

Ahora en serio... ¿Pintorescas? Como no tengan dos coños... Porque a primera vista Massen es más normal que yo que sé qué...

Parece quedarse un buen rato pensando en sabe Mithos qué. Aunque la primera frase que pronuncia ya me deja claro que era en tetas. ¿De qué me sorprende? Tiene pinta de ser de esos que se dedican a flirtear con todo lo que se mueve de forma sensual.
Frunzo el ceño.

-Una suerte que mi desarrollo haya terminado, entonces -respondo con una ancha sonrisa, burlona.

Si el muy cabrón se cree que me importa no tener mucho pecho, se equivoca. Ya tendrán otras que lidiar con los moscardones, con los dolores de pecho menstruales y con el tirón de piel de cada bote por tener jorobas más gordas que las de un orkrich.

Luego me encojo de hombros.

-No me las he cruzado. Tendré los ojos abiertos a partir de ahora.

Lo examino, silenciosa. ¿Le van las mujeronas mestizas? Vaya raro... No puedo evitar imaginarme a tías de dos por dos metros con pintas muy extrañas y él en el medio. Es algo grimoso...

FdR- LOL Menos Nagore, todas las demás son mestizas XD

FdR: LOL se ve que le va lo exótico XDDD

Ensancho una sonrisa bastante escéptica, elevando al mismo tiempo la ceja izquierda. Tiene un gran amor propio cuando se trata de mujeres, salta a la vista. Seguro que tiene el paquete grande y triunfa con todas y cree que esas son formas de impresionarme a mí, pero ni en mil años.

- Cuando maneje mejor la espada -comienzo, cambiando ligeramente sus palabras para dármelas de importante- no vas a tener oportunidad de vigilarme. Te noquearé antes de que eso pase.

Y en cuanto a las guerreras mestizas esas que dice... Malas pulgas o no, no serán peores que aguantar a mis hermanos. Eso curte para todo lo imaginable.

-Peores pulgas tengo yo -comento, sacando pecho-. Se van a llevar una jodida sorpresa.

Aún voy a hacer el ridículo... A veces soy más bocazas...

Tras decirme todo lo que tenía que decirme, parece decidir que tiene que irse. Y aunque tiene razón con lo de acostarme pronto, la noche acaba de empezar y no me apetece un cojón irme a dormir ahora, así que haré algo más antes de acostarme temprano.

-Buenas noches, panoli -. Sonrío maliciosa. Tengo que buscarle un mote jodón también yo a él.

Cuando se va, me siento relajada, con las piernas abiertas de cualquier manera, y me termino la manzana. Tomo un trozo de pan y de queso y me lo meto en la boca, distraída.

Es un tipo majete, Gerald. De lo mejor que me he encontrado. Si no fuera tan presuntuoso, con esos aires de saberlo todo, sería perfecto, pero supongo que eso le da su gracia.

Tras terminarme la comida, me levanto, sacudo las migas en el suelo y me largo por patas.

*se va*

Los días pasaron y... de Aren, ni una noticia. Ya estoy completamente (o casi) recuperado de todas mis heridas físicas. Sin embargo, aún me da miedo la oscuridad completa... Temo que aparezca en cualquier momento de nuevo...

Sin embargo, el comedor es todo lo contrario: luminoso y casi siempre bullicioso si no es en el comedor propiamente, en las cocinas del fondo. 

Sonrío. Es un lugar alegre y jovial la mayoría de las veces. Agrada. 

Me siento con una tímida sonrisa en una de las mesas y un chico me atiende. Estoy nervioso por lo que voy a hacer y, con voz trémula, hablo. -¿Podría...? -Estrujo una servilleta.- ¿Podría traerme... una chuleta? -digo con vergüenza.

Voy a comer carne. Necesito recuperarme rápido y estar joven y lustroso. Después de tanta inanición, no puedo recuperarme a base de leche y verduras. Ya me lo avisó el médico.
Todo sea por estar pronto con Aren...

Al rato aparece el chico con un filete enrome rodeado de patatas y arrugo la nariz. -Venga Sil... -me digo a mi mismo. Corto un pedazo, pero no puedo dejar de pensar en el pobre cerdito, rosita, blandito, haciendo "oink, oink"... Pobrecito...

Entonces me doy cuenta de una cosa. Yo he sufrido más que ese cerdo y merezco comérmelo.

Miro el plato y delibero. 

El cerdo ha llevado una vida agradable y alegre en su cochiquera, retozando y jugando. Murió seguramente rápido y sin dolor. ¿Qué vida hay mejor que esa? A la porra. No debo tener pena por él.

Y entonces, trinco un pedazo y me lo mastico con ganas, no sin antes echarme el largo pelo hacia atrás. Qué molesto es... Necesito cortármelo...

*se queda*

Llevaba un buen rato sentada en el comedor, con una jarra de agua bien fría que de vez en cuando pedía que me rellenaran. Medio tumbada sobre la mesa, me frotaba la cara y bostezaba de vez en cuando, aún adormilada. Poco a poco, mi dolor de cabeza se iba normalizando, aunque no remitía.

Un chrysos, viéndome en tal tesitura, me propuso tomar algo revitalizante. Aunque no entendí muy bien de qué hablaba, acepté su oferta, y pronto me trajo un brebaje caliente que, dijo, me ayudaría a sentirme mejor. Tras darle las gracias, comencé a removerlo, con calma.

Lo cierto era que tenía razón; al cabo de un rato dando pequeños sorbos, el dolor de cabeza remitió un poco, y yo empecé a sentirme un tanto más entera. Pese a que me daba vergüenza pensar en ello, me puse entonces a darle vueltas a mi supuesto encuentro de la noche anterior.

Si no recordaba mal, había hablado con Alehyss. De Follow. Suspiré. Menuda metedura de pata. ¿Cómo se me ocurría ponerme a hablar de algo así en aquel estado? Si ya era difícil hablarlo sobria, bebida era aún peor. En cualquier caso, no me quedaba más remedio que bajar a disculparme.

Por otra parte, y aunque no tenía ningún sentido en el conjunto de mis recuerdos, creía recordar que me había pedido comida. ¿La estarían matando de hambre? Más les valía que no, o tendría que tomar medidas al respecto. En cualquier caso, aproveché cuando el chrysos volvió a acercarse para pedirle un buen plato de lo más rico que se le ocurriera y unos cubiertos... para llevar.

Esperé un rato más, tirada de cualquier manera, dando más y más vueltas a aquella extraña bebida. Al cabo de un rato, el chrysos volvió con una caja cerrada. Ni siquiera me paré a abrirla; dejaría que fuera Alehyss quien descubriera qué contenía.

Haciendo un soberano esfuerzo, me incorporé. No podía alargar aquello mucho más.

*Se va*

FdR.: Lo siento, Silvio, ya estaba posteando cuando posteaste, y me pararía a hablar contigo pero hoy tengo a Massen /y a mí misma) muy ocupada XDU De todas formas, me debes un roleo XDD

Entro en el comedor abriendo la puerta de una patada, frotándome el ojo derecho con el puño y con un cara de perro que ganaría un concurso de caras de perros, si es que lo hubiese. No creo que lo haya. Lo dudo seriamente. Pero eso no importa ahora... Localizo a un chico rubio en una mesa y me acerco a él, que ya que no me suena tendrá que aguantar las presentaciones. Estoy intentando hacer amigos (aunque él parece algo panoli).

-¡Hey! ¿Rellenando la tripa?-. Uno de los jóvenes del servicio se me acerca y alzo el índice, enégica, pero aún con cara de ogro-. Otro para mí -. Y me vuelvo de nuevo al piscis, que tiene más cicatrices que aquella que había parido doce hijos y ninguno había salido por donde debía. Tomo asiento junto a él-. Me voy a sentar aquí -. Informo. Si le importa, que se mueva.

Esbozo una sonrisa, mirándolo comer, curiosa.

*se queda*

Una chica me pilla de imprevisto y casi me muero de vergüenza. La primera vez que como carne y va, y tengo público. -Ah... bu-bueno -digo rascándome la nuca.- No... yo... sólo probaba esto. -digo señalando el plato.- Sabe raro -aclaro. -Me llamo Silvanus Kattleburn -digo con una sonrisa.

-De... acuerdo -digo algo cortado al ver cómo se sienta a mi lado.- ¿Eres nueva, verdad? O bueno... igual no. Yo es que llevo bastante tiempo fuera de Palacio y he regresado hace poco -digo, ameno.- Eres muy espabilada. 

Como una patata. ¡Ay! Qué ricas, cómo me gustan. O simplemente las echaba de menos, no sé. 
Río.

Enseguida se pone a actuar como un verdadero panoli. Aunque, sinceramente, parece buen tío. Seguramente ni siquiera sea su culpa ser un panoli. No sé, tiene pinta de haber sufrido mucho maltrato físico. Seguro que este es de los que tardó diez años en aprender a andar bien y no dejaba de caerse al suelo todo el rato.

-¿Raro? -. Observo su chuleta, escéptica-. Parece una chuleta normal y corriente.

Contemplo la tarde un poco más, y luego lo miro a él. Si es que tiene la cara francamente desmejorada. Eso no se lo hace uno tropezándose sin más.
Señalo la cicatriz que atraviesa su ojo.

-Tienes mala pinta. ¿Te zurran mucho o algo?

Lo miro, francamente curiosa, atenta. Quizás sea un poderoso guerrero y haya participado en muchas batallas, aunque lo cierto es que pinta de eso no tiene.

Esbozo, de pronto, una ancha sonrisa.

-¡Por cierto! ¡Soy Frikka Njorthrbiartr, aunque puedes llamarme solo Njorthrbiartr!

-Ya bueno... pero es que es la primera vez que como carne...- digo algo tímido y avergonzado. - En mi casa... bueno... mis hermanos mayores la necesitaban más que yo. Son atletas, ¿sabes? Y bueno... he vivido sin ella sin problemas, pero hoy he decidido probarla -digo contento y algo ruborizado. 

Cuando señala mi cicatriz y dice aquello, me pongo tenso. -Es cierto que en el pasado... -hago memoria de mi cautiverio...- Bueno... y en el presente, supongo... sí. Me zurran por norma general -digo rascándome el pecho, sin saber muy bien donde meterme.
Esta chica es muy... directa... Se me hace raro hablar con alguien así. 

Tiene un nombre raro... es piscis. En mi casa no se ha hablado el piscis nunca... lo entiendo un poco, pero... así, vagamente. -Pues te voy a llamar Bibi -le digo con chulería, divertido.

Abro los ojos, no sin sorpresa. ¡¿La primera vez que come carne en toda su vida?! ¡¿Qué tiene?! ¡¿Dos años?!

-Pues sí que eres rarito, oye -murmuro, llevándome ambas manos a la nuca, apoyándome sobre ellas como si fuesen una pared-. La carne es buena.

Luego me habla de sus habilidades para que le zurren, que parecen evidentes. Aunque se pone algo serio, así que supongo que no le hace mucha gracia recordarlo. Pues tendrá que hacerse fuerte, que la vida no siempre es tan discreta como uno querría. Aunque yo creo que por hoy no voy a molestarlo más con eso, si es que no cuadra, claro.

El chico de antes llega trayéndome mi comida. Enseguida corto un trozo de carne y me la meto en la boca, mirando al piscis de reojo. ¡Así se come!

-¿Bibi? -. Toso, atragantándome por un instante-. ¡Lo que me faltaba! ¡Primero Fi-fi y ahora Bibi! -. Aunque grito, aparentemente furiosa, no puedo evitar tener una leve sonrisa en los labios. Malditos cabrones-. En ese caso, tú serás Katy a partir de ahora.

Entiendo que Njorthrbiartr sea difícil... Yo misma tuve problemas de pequeña para memorizarlo. Pero... ¿Frikka? Por Mithos...

"Rarito". 
Si me dieran un Mithón por cada vez que me habían llamado eso en la escuela, comería en bandeja de plata y sería el rey del mundo. -Supongo que soy un poco raro... sí -digo levantando el labio, mirándome en el vaso de agua, mientras recuerdo todas las cosas "raras" que hice. 
-No es tan buena si he podido sobrevivir 20 años sin ella -le espeto, con el fin de llevarme la razón. 

-Es que tienes un nombre, hija...- digo al ver su reacción. 
Entonces decide llamarme Katy y me sonrojo enormemente mientras niego con las manos.- Eeeeh eeeh, que ese es nombre de... de... CHICA - digo, molesto.- Yo no te he llamado Kevin, Xolyx o Bryan -me defiendo. 

Como aún con rubor constante en mis mejillas. Será idiota la tía... Katy... Katy su madre, pienso azorado. 

-Oye, tú, ¿vives en Caligo? -digo mientras mastico.

Le doy una palmada en la espalda. Parece un poco desanimado, y tampoco quiero eso.

-Anima esa cara. ¡Te he llamado raro, no mal tío!

Cuando dice lo de veinte años sin carne no puedo evitar abrir los ojos con sorpresa y soltar un silbido. Otro que sorprende, eh. Eso sí que no me lo esperaba.

-Parecías más joven, pero resulta que tienes uno más que yo. Vaya sorpresa-. Tomo un enorme trozo de carne y dos patatas y me los meto en la boca, masticando aparatosamente. Me cuesta un poco tragarlo, pero lo consigo-. Y que sepas que Katy será de chica, pero Bibi no es siquiera de persona -. Río, para mí. Me imagino perfectamente a una bismonte gorda llamándose Bibi-. O eso creo -murmuro luego, cogiendo una patata con la mano y zampándomela.

Su siguiente pregunta me hace encogerme de hombros. Asiento enérgica.

-Vivía en Caligo antes de venir aquí. Me está costando acostumbrarme al horario, como es fácil de ver -mascullo, señalando mis ojeras con un dedo-. Aunque voy a tener que acostumbrarme pronto. Hoy voy a ir a entrenar en cuanto me acabe esto.

Río. -Ya. Soy un viejete. Dejar el unito de las decenas es duro -río.- Aunque bueno, lo importante es conservarse bien, supongo... aunque creo que no soy el más indicado para decir eso... -río de nuevo.- Aren. ¿Ves? Aren se conserva muy bien. -Entonces suspiro como una colegiala sin poder evitarlo. 

-Bueno, pero Bibi... es... dulce. Así que a callar, Bibi -río con ganas. 


-Bua, yo me voy a ir a vivir allí en algún momento -hablo, contento. -Estoy deseando ver cómo es. 

Río contenta, todavía con la boca llena. Desde luego que no parece un experto en eso de conservarse bien. Pero cuando menciona a Aren, me detengo.

-¿Qué Aren? -inquiero, tragando el contenido de mi boca.

Que yo sepa, Aren Darvenwish está en Brontë. ¿Se referirá a él? ¿Tendrá una relación tan buena con él? Y ese suspiro tan sospechoso... Qué rarito es, por Mithos.

-¿Vas a ir a Caligo a vivir? Ya eres el segundo guerrero que veo que ha tenido o tendrá alguna relación con el continente sin ser caeruleus -. Río de nuevo, para mí-. Pues ver, ver, no vas a ver mucho. Pero espero que te guste.

-Aren. Aren Darvenwish. ¿Qué Aren va a ser? Toooonta -digo, frotándole la cabeza y enseñando todos los dientes, juguetón. 

-Sí, me iré... no sé muy bien cuándo -digo riendo, aunque con algo de angustia.
Termino el último trozo. -Ha estado bien -valoro. - Aunque deja que te dé un un consejo: si no masticas muchas veces la comida, engordarás. Y luego no le gustarás a los chicos -digo, hinchando el pecho con autoridad. 

-Bueno, yo me iré retirando ya, supongo. Quizás de una vuelta por ahí, si quieres... aunque no sé muy bien lo que voy a hacer.

Qué confianzas se toma... No está mal. Creí que el chaval sería mucho más llorón. Espero que se lo pase bien cuando vaya a Caligo, aunque en su caso dudo seriamente que vaya a unirse al ejército. Ni que fuesen a aceptar a un blandengue así como así, por muchas cicatrices que tenga.
En respuesta a lo que dice sobre la carne, sonriente, con gesto arrogante, me meto el último trozo en la boca y, tras masticar apenas un par de veces, lo trago.

-No tengo ningún jodido interés en vosotros, así que me pondré como un bismonte si quiero. Eres tú el que debería comer más carne para hacerse fuerte y dejar de ser zurrado.

Con los dedos cojo también la última patata. Niego velozmente, declinando su oferta.

-Yo voy a ir a bajar la comida a la sala de entrenamiento, así que dejaré el paseo para otro día. Soy una mujer de acción.

Hundo la cabeza entre los hombros. -Ups... perdón. No sabía que eras... bueno... "rarita", como yo -digo, algo confuso. Seguro que le gustan las chicas. Es eso.- A mí no me zurran porque no coma -aclaro, ceñudo.- Me zurran porque... bueno, no lo sé. Atraigo los puños como la miel a las abejas. Se ve que tengo una cara muy mullidita, o algo -digo rascándome la mejilla.

-Bueno, quizás te acompañe entonces o... no sé. Igual me voy a dormir. -Río.  

*se van, pero si quieres responder, se van contigo XD*

Como cada día, se me ha hecho tarde. No sé cómo lo consigo, pero desde que he llegado a Brontë no consigo mantener un horario normal. Como siga así, voy a acabar convertida en caeruleus. Debería proponerme madrugar... Seguro que así no tenía tanta energía a horas intempestivas.

Pero en fin, ya que estoy despierta, y pese a que hace horas que tenía que haberlo hecho, decido ir de una vez a cenar. El comedor me sorprende con su desmesurado tamaño cada vez. Para mi gusto le falta actividad y ruido, pero es acogedor.

Tomo asiento en una mesa, vacía, como es lógico a estas horas, y espero a ser atendida. Cuando una joven se acerca a atenderme, compongo mi mejor sonrisa y pido una fuente de fruta. Me apetece especialmente esta noche.

Servicial, como por otra parte es su deber, se aleja a la cocina. Apenas ha pasado un momento antes de que vuelva a salir con mi pedido. Después de todo, no debe tener mucho que hacer a estas horas.

Tomo un melocotón y, tras acariciarlo, comienzo a pelarlo.

*Se queda*

Una voz llama mi atención antes de que tenga tiempo de llevarme el primer pedazo a la boca. Cuando alzo la vista, me encuentro con un pálido chrysos de ojos extraños. Extraños incluso para ser un chrysos. Desde luego, le dan un aire muy particular.

Inmediatamente, esbozo una amable sonrisa, sin el menor gesto con respecto al hecho de que se siente sin preguntar. Que vaya modales, por cierto. Acordes a su comentario. Pues por el aspecto, sí parecen un poco estropeados, guapito.

-Pues... diría que es más bien lo segundo. Y, con lo poco que llevo aquí, es de lo más normal -respondo con voz dulce y alegre-. Soy Lea -añado un momento después.

Con movimientos ágiles, corto un pedazo de la jugosa fruta y me la llevo a la boca, con gestos comedidos. No abandono en ningún momento mi gesto agradable.