Pasillos

Al leer el primer comentario del claritas, el chrysos se preguntó si iría con Alehyss a Ventus, pero no dijo nada al respecto y se limitó a asentir, serio, porque aquello no era asunto suyo.

—Ventus parece un sitio interesante. Disfrútalo.

El tema del flamma no le interesaba demasiado, a pesar de que él mismo lo había sacado. Aun así, esbozó una sonrisa cuando el claritas terminó de escribir.

—Parece simpático. —Asintió—. Me lo encontré ayer en la sala de entrenamiento.

Asiento con entusiasmo. Desde luego que lo parece. Estoy deseando conocerlo. Me parece, sin duda, el continente más diferente de todos, y por tanto tremendamente interesante. Aunque supongo que casi todo el mundo lo interpretará así, ya sea para bien o para mal... Que se trata de un sitio diferente es evidente...

En cuanto a Kyoti, parece que coincidimos. Quizás lo busque antes de irme. De alguna forma me ofrecí a ayudarlo y ahora debería hacerme un poco responsable.

Tomo de nuevo la tiza, finalmente.

"Bueno, yo iba a las habitaciones, y supongo" "que tú también ibas a algún sitio." "Creo que no es el mejor horario para hablar." "Pero me ha alegrado mucho verte.", le aseguro con una sonrisa.

El chrysos asintió. Sí, lo mejor sería irse. Él nunca había tenido muchas ganas de hablar, y aunque todavía no pensaba irse a los dormitorios, se encontraba algo cansado.

—Lo mismo digo —murmuró. Curvó los labios—. Por si no nos vemos, disfruta de tu viaje en Ventus. Buenas noches.

Lo miró un segundo más, ensanchando un poco la sonrisa. Luego, siguió caminando, despidiéndose de nuevo del claritas con un gesto de la mano. Giró a la izquierda al llegar al final del pasillo. Pensó en ir a la sala de entrenamiento, pero al final acabó pasándola de largo.

*se va*

Tras despedirme de Lyam miro un momento alrededor todavía, como esperando encontrar algo con lo que entretenerme. Al final, sin embargo, no hay mucho más, por supuesto. Me siento perezoso, pero no me apetece dormir. Pero tampoco hay mucho más que pueda hacer a estas horas...
Supongo que un día como este lo puede tener cualquiera.

Pronto me iré de viaje. Cuanto más me lo repito a mí y al resto más cierto se me hace. Supongo que me emociona la idea. En la primera misión, la única, fui al Templo de Fulmen, y si bien el lugar en sí mismo me pareció increíble no viajé demasiado lejos. Esta vez será diferente.

Pero no hoy. Y menos ahora.

*se va*

El chrysos avanzaba por los pasillos cargado con varias prendas de ropa y la piel de bismonte que había conseguido cuando fueron a rescatar a Kettleburn a Ignis. En las mazmorras no hacía demasiado calor, o al menos no el calor suficiente para él, así que había decidido bajársela a Dena, así como la ropa, igual que había hecho con Alehyss. Probablemente la flamma quisiese cambiarse en algún momento.

Aquello no era lo único que pensaba bajar, aunque no estaba seguro de hasta qué punto estaría bien coger cosas de Palacio para llevárselas a los prisioneros. De todas formas, tras varios minutos de duda, había terminado por considerar que un libro de cuentos, un simple libro de cuentos sin ninguna nota o mensaje oculto dentro no podía ponerlo en un gran problema, así que ahora se dirigía hacia la biblioteca.

Eran cuentos, a fin de cuentas: ahí uno no encontraba la fórmula para huir de una prisión.

*se va*

Avanzaba por los pasillos con cierta lentitud, aún molesta por los nulos resultados que había conseguido al hablar con las prisioneras. Hoy había vuelto a bajar, esta vez sin Svend, porque Svend era Svend y era un poco blando, y de nuevo me había encontrado con aquel indiferente silencio que ya ayer me había resultado extremadamente molesto. Ya sabía, por las conversaciones que había escuchado, que no tenían intención de hablar, pero aun así había imaginado que tras tantas horas acabarían cantando; que no lo hubiesen hecho me había puesto lo suficiente furiosa como para llegar a alzar el tono antes de irme, pero no era tanto su silencio lo que me molestaba como el hecho de que seguía sin saber qué demonios tenían en la cabeza, si es que realmente tenían algo, y mi aparente incapacidad para descubrirlo. No entendía por qué habían atacado, por qué la flamma apenas había hecho algo durante el ataque y por qué ahora se negaba a explicarse ya no solo a mí o a la señorita Lester, sino también al chrysos, con el que yo misma había hablado ayer al terminar el interrogatorio.

Fruncí el ceño. Resultaba estúpido. Y la chavala no me había parecido estúpida antes, cuando lo que sabía de ella era lo que la guardia de Aqua me contaba, así que resultaba toda una decepción encontrarse con tanta estupidez reunida en un cuerpo tan ridículamente pequeño. Aunque, en fin, suponía que la estupidez humana nunca dejaría de sorprenderme.

*se va*

Avanzo por los pasillos con pasos lentos, pensativo. Desde que volví de la misión me encuentro un poco raro, como decaído. La visión de los cadáveres es algo que no soy capaz de quitarme de la cabeza. Tampoco el grito de Cassandra y mis propios gritos, ni tampoco mi discusión con Frikka. Me siento bastante mal, culpable. Creo que nunca antes me había sentido así.

Suspiro.
Debería encontrarlas y pedirles perdón, pero lo cierto es que apenas las conozco. Solo las he visto en la misión y no sé dónde pueden estar ni si se acordaran ni nada.

*se queda caminando*

Ben llevaba la flauta en las manos, y sus dedos bailaban sobre ella a velocidad de vértigo. Pero, como a veces ocurría, la música no provenía de su flauta, sino de su alegre tarareo. Camino del comedor, no podía sino estar contenta.

Una figura pelirroja le llamó la atención mientras avanzaba, y sonrió al chico.

-Buenas, camarada -saludó, soltando una mano de la flauta para dedicarle un vago gesto militar-. ¿Cómo andamos?

En mitad de mi camino, me encuentro con una caeruleus a la que sé que he visto no hace mucho pero cuyo nombre no soy capaz de... ¡Ben! Se llama Ben. Ben. Sí, es Ben. Sin duda.
Me detengo entonces, curvando un poco los labios.

—Pues aquí, tirando —respondo—. ¿Tú cómo estás?

Lo cierto es que no estoy así muy contento, pero hablar siempre está bien.

Ben no tardó en retomar su melodía muda con la flauta. Los dedos parecían encajar a la perfección con los pequeños huecos, y se movían sobre ellos sin descanso, tan fluidos que llegaba a resultar difícil seguirlos.

-Ah, pues muy bien -respondió, con una sonrisa-. Muy bien los dos, digo. Estoy así un poco de tirada, que ya me pondré, me pondre, promesa, pero sin prisas. Aunque hay que mover el culo, supongo. Es lo que toca. Primero comer, claro. ¿Tienes hambre? Yo iba tirando para el comedor.

No parecía que tuviera más dificultades en el habla que en la música. Además, por algún motivo, estaba bastante animada.

La caeruleus es tan simpática como la recordaba, así que no puedo evitar que mi sonrisa se ensanche un poco.

—¿Un poco tirada? —La miro—. ¿Por qué? ¿No has estado haciendo muchas cosas?

Parpadeo. A su comentario sobre ir al comedor, asiento.

—No demasiada, pero te acompaño si quieres.

Y empiezo a caminar.

Ben se encogió de hombros, sin dejar en ningún momento de mover los dedos sobre la flauta. Llegó a llevársela a los labios, pero no extrajo ni una nota. En su lugar, la dejó apoyada en el labio inferior y habló.

-Bueno, en otro día se montó una buena, no sé si lo sabes -comentó, sin darle mucha importancia-. Y allá me fui yo, de árbol en árbol a parar los pies al personal, que estaba un poco motivado de más. Pero quitando eso, no, no he hecho mucho. Como no me ponga en marcha me va a caer una buena -. Rió con suavidad-. Bueno, espero que no lleguemos a eso.

Ben podía haberle dicho que no hacía falta que la acompañara, pero no veía motivos para hacerlo. El chaval le daba conversación, y ella tenía hambre. El comedor estaba allí, a la espera. Así pues, la conversación continuó mientras caminaban.

Alzo ambas cejas.

—¿Estuviste en el ataque? ¿En serio? —La miro, muy sorprendido—. Mithos, ¿y estás bien?

He oído hablar del ataque, pero hasta ahora no me he encontrado con nadie que hubiese estado. Yo no fui ido porque cuando me enteré ya era demasiado tarde, y eso me hace sentir bastante torpe, pero espero que a ella no le moleste... Supongo que a alguna gente podría molestarle que unos descansen mientras tú te juegas la vida o las manos ahí fuera. O no, bueno, quién sabe.

—Cuando me enteré del ataque ya era demasiado tarde... —Suspiro—. Yo sí que debería ponerme a trabajar más en serio. Dudo que a los líderes les sirva haber ido solo a una misión.

Sonrío un poco.

Ben lo miró un momento con extrañeza. Después, no pudo evitar una sonora carcajada. Asintió, divertida.

-¿Tú me ves mal? -preguntó-. A ver si voy a haberme quedado sin oreja y ni me he enterado...


Lo escuchó, curiosa. Vaya, pero si él llevaba más tiempo que ella allí. O eso creía recordar. ¿Una sola misión? ¿Habría estado ocupado con otra clase de trabajos? Porque, si no, seguro que no le habrían dejado quedarse...

-¿No te han dicho nada? -No pudo evitar preguntarlo-. Bueno, basta con que te informes de vez en cuando de lo que hay. Yo he ido a unas pocas, pero tengo que seguir. Si me paro ahora, no les va a gustar nada.

Cuando la oigo reír, ensancho un poco más la sonrisa. Vale, es cierto: no tiene pinta de estar mal, la pregunta no fue muy inteligente. Pero, jo, yo qué sé.

—Pues no... Te veo normal, como siempre. Bueno, como la última vez que te vi, mejor dicho.

Que ni que yo la viese ahí tanto, vamos, que eran esas confianzas. Pero, vamos, que tiene las dos orejas en su sitio, a eso me refiero.

—Pues no... Es que tampoco he estado aquí tanto tiempo. Supongo que será por eso. —Niego suavemente—. De todas formas, ahora que he empezado, no pienso pararme, así que... Espero que me perdonen.

Me encojo de hombros.

Ben asintió.

-No tuvimos muchos problemas, la verdad. Creo que alguien se llevó un golpe o dos, pero eso fue todo -. Frunció un momento el ceño, pensativa-. He oído que alguien se hizo algo más de daño, pero no era en la zona en la que yo estaba. No tengo ni idea de quién era. Y a mí, en particular, no me tocaron ni un pelo. Una sabe defenderse.

O mantenerse al margen. Porque tampoco podía decirse que Ben se hubiera lanzado de cabeza a la batalla. Ni que fuera algo que hiciera habitualmente. Estaba bien conseguir privilegios, pero era más útil conservarse entera.

Asintió.

-Si has estado poco es normal que te hayas movido poco -aportó-. Tú ve cogiendo ritmo. Si cuadra, podemos ir a algún sitio juntos. Me mola ir con conocidos y tal, ya sabes. Como que se hace más agradable. Que no digo que no se aprecie conocer gente, que conste, se aprecia, se aprecia.

La escucho con atención. Por lo que sé, los daños no han sido tan graves como en eventos anteriores, pero aún así hay algún herido. Ben me lo confirma.

—Algo así había oído. —La miro, sonriendo—. Y sí que sabes defenderte bien, si no llegaron a tocarte. ¿Te defendiste solo yendo de árbol en árbol o...?

Eso ha dicho ella. Aunque probablemente sea una forma de hablar. O no. No estoy seguro, la verdad. Bien podría ser cierto. Que no la conozco mucho pero me acuerdo así un poco de cuando la conocí y bueno...

—Ir juntos estaría bien —admito—. Aunque también es cierto que las misiones parecen una ocasión ideal para conocer a gente. En la que fui conocí a dos chicas: Cassandra y Frikka, no sé si las conoces.

Ben le dedicó una sonrisa casi cómplice, haciéndose la interesante. Se inclinó ligeramente hacia él, acercando los labios a su oído, con un aire misterioso.

-A veces soy como una sombra -reveló, con tono oscuro. Luego rió con suavidad-. Se me da bien escaparme de los golpes. Es la mejor forma de salir entera. Una tiene que cuidarse, ¿no?

Los ojos de Ben se llenaron de interés al oírlo hablar, casi hasta de ilusión, y la sonrisa se le iluminó.

-¿Con mi Fif? -preguntó, entusiasta-. Buala, quién me diera. Aunque estaba un poco pocha la última vez que hablamos. Me la voy a llevar de fiesta, a ver si se anima. La tengo que cuidar, ¿sabes? A una veterana no se la deja en la estacada, no señor.

No puedo evitar sonrojarme un poco cuando se acerca, pero mantengo la sonrisa y el gesto tranquilo. Cuando habla, me río un poco.

—Entonces eres como super ágil y veloz. —La miro—. Qué suerte. Si yo intentase ser "como una sombra", acabarían dándome un montón de golpes.

Porque soy así como un poco torpe y lentorro. Aunque podía ser peor.

Me sorprendo al escuchar sus siguientes palabras y mi sonrisa no tarda en borrarse. ¿Tan mal está Frikka entonces? Jo, jo. Jo. No. Ahora me siento aún peor. Si es que tenía que haberme comportado de mejor forma, si es que soy tonto.

—¿Tan mal está? Mithos... No. —Suspiro—. Espero que se anime cuando vayáis de... Fiesta.

Le sonrío. Tras un segundo, añado:

—Eh... Y si la ves, ¿puedes decirle que me gustaría hablar con ella?

Quiero pedirle perdón.
Espero que no me odie. Oh. Ojalá no. Si es que ni yo sé lo que me pasó en esa isla, si yo no suelo ser así.
Qué mal.

Ben asintió, sin la menor intención de modestia. ¿No era la sinceridad bastante más importante?

-No me has visto en acción -declaró-. Soy casi contorsionista. Bueno, no, pero tú me entiendes. Me muevo bien. Me lo han dicho mucho, además, no te creas tú que es cosa mía. A los tíos les impresiona mucho en la cama, ¿sabes? A ellas no les llama tanto la atención, pero bueno, tampoco lo rechazan.

Asintió, convencida. No tenía de qué preocuparse. Ella la cuidaría.

-Nah, no te preocupes -lo tranquilizó, dándole un par de palmaditas en la espalda-. En dos minutos ya la he curado yo de sus penas. Está bien acompañada.

Lo miró con curiosidad al oír su petición. Bueno, no era Narbe, pero se le parecía, ¿no? Ben no podía estar segura, ya que no conocía al tal Narbe, pero tenía que hacerse una imagen mental, y Seth hasta podía coincidir con el perfil.

Sonrió, divertida.

-Claro, sin fallo, colega -aseguró, entusiasta-. Ben le manda el mensaje en cero coma. Tú descuida.

Cuando empieza a hablar, ensancho la sonrisa, pero no tardo en sonrojarme más y en borrarla un poco conforme sigue hablando. La miro de reojo, azorado, e intento volver a sonreír, aunque creo que al final me sale una curvatura algo así como nerviosa.

—Ah... Ah. —Asiento—. Pues... Eh... Está bien que seas... Así, supongo, ¿no?

Ensancho la sonrisa.
Mithos, por qué. Si es que a mí esas cosas no...

Por suerte pronto volvemos a hablar de Frikka, cosa que ahora agradezco porque es un tema menos... Tal.

—Eso espero. —Sonrío, aún con las mejillas algo sonrojadas, pero más tranquilo—. Me sabe un poco mal que esté decaída... —Suspiro—. Y gracias. Por darle el recado. O, bueno, aún no se los hasado, pero... Bueno, tú ya me entiendes.

Ben asintió, enérgica.

-Ah, sí, desde luego -corroboró-. Es hasta una satisfacción. Te impresionaría.

Llegó a reír, entretenida con su repentina torpeza. Seth resultaba un chico agradable. Buena compañía, eso seguro.

-Se le pasará -aseguró, convencida-. Me encargaré personalmente. Y por el recado no te preocupes. La veo casi todos los días, así que pronto le llegará. Si quieres le puedo decir algún sitio donde podáis quedar. Ya sabes, para irte allanando el terreno y eso.

Sonrío un poco. Seguro que lo haría, no lo dudo.

—Pro... Probablemente.

Frunzo un poco el ceño cuando la escucho reír, pero no tardo en esbozar yo una amplia sonrisa. Sin duda, Ben era agradable.

—¿La ves casi todos los días? Entonces supongo que seréis muy amigas. —¿Le habría contado Frikka algo de la misión a Ben? Por si acaso, decido no comentar nada al respecto, no vaya a ser que meta la pata, y me centro en su pregunta, frunciendo un poco el ceño, pensativo—. Pues... Si quieres. A mí me llega con que le digas que la busco, la verdad, aunque supongo que si quedamos en un sitio concreto será más fácil que la vea.

Y así le pediré perdón antes.
Igual era buena idea, oye.

Ben sintió un hormigueo nervioso que se le subía por el estómago, y su sonrisa se ensanchó sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Soltó una risita nerviosa, rascándose una mejilla con un dedo.

-Bueno, supongo que sí -respondió, repentinamente tímida. Asintió-. Yo le digo, tú descuida. En un momento la tendrás delante y podrás hablar con ella de tooodo lo que quieras. De eso puedes estar completamente seguro.

Asintió, convencida. No era Narbe, pero si era por charlar...

Frunzo el ceño al ver su reacción, sin entender muy bien qué pasa, pero no tardo en volver a sonreír.

—Gracias. De verdad que espero que ella quiera hablar conmigo. —Suspiro—. En la misión no es que... Bueno. Al final las cosas no salieron muy bien.

Me encojo de hombros.
¿Y si me odia? Yo no quiero que me odie, o sea, bueno, si quiere, adelante, que tampoco se lo voy a prohibir, pero sería muy desagradable.
También tengo que encontrar a Cassandra, ahora que lo pienso.