Sala común

Alzo la vista al sonido de la puerta, y Thor se escabulle enseguida hacia el extraño (para él, que no para mí). Parece que de verdad no siente miedo por las personas. Supongo que en la isla no vería a muchas, y no se sentirá amenazado por nosotros.
Como sea...

Me mantengo sentada, asintiendo con gesto serio, mientras este se acerca.

-Se llama Thor. Lo encontré en Memphys e insistió en seguirme -le explico, bajando la vista al pequeño, que sigue yendo tras Cierzo mientras se mueve-. Aún no sé bien cómo tengo que educarlo, y no es que me haga demasiado caso... Tendré que informarme.

Tomé asiento un poco más allá, tratando de no tropezar con el bicharraco en el proceso. En Memphyis. ¿Y qué hacía ella en Memphyis? Alterné la mirada entre ambos. Desde luego, Frikka no parecía muy animada con la perspectiva de un nuevo compañero. Me preguntaba si tendría que ver con algún comentario de Gerald, o si de verdad, por absurdo que pudiera ser, lo llevaba consigo contra su voluntad.

-Mejor que aprendas -respondí, enviando una mirada de desconfianza al animal-. ¿Nunca has oído eso de que los flammas consiguieron el fuego alimentándose de dragones? Este no acaba de dar el pego, pero a lo mejor si me entra el hambre y me pongo tradicional...

Rebusqué entre las cartas hasta dar con la de Nýa. Esperaba que al menos no me guardara rencor. No era como ella había querido, pero la había estado ayudando.

Asiento algo seca. Subo un pie al sofá para desatar uno de los cordones, entonces, y lo echo de nuevo al suelo para atraer la atención de Thor, que enseguida se pone a jugar. Desde luego, mantenerlo entretenido es fácil, al menos.

Llego a esbozar una sonrisa breve a lo que Cierzo dice, con algo de desdén.

-Inténtalo y vemos quién se come a quién- comento, torciendo el gesto. No me ha salido muy bien la burla-. Vaya...-. Señalo la carta con un gesto-. ¿Y eso? ¿Tienes una novia por correspondencia? ¿Qué nos estás ocultando, Cierzo?

Pues menudo ánimo traía. Aunque no era asunto mío, así que no iba a meterme. De todas formas, no dejaba de hacerse desagradable. Traté de ignorarlo, de todas formas. No era más que dejadez.

Arqueé una ceja.

-¿De verdad crees que solo tengo una? -respondí, extrayendo el sobre del fajo-. Si todo esto fuera solo de una me sentiría un tanto acosado.

No dejaba de sentirme un poco acosado, pero los negocios implicaban dedicación, así que no podía quejarme. Bastante trabajo me estaba ahorrando ya Fumä como para poner pegas. Más tarde le respondería.

Por el momento, rasgué el sobre que tenía en las manos y saqué la carta.

-Esta es de mi hermana -expliqué finalmente-. Está muy triste porque estaba acordando un matrimonio y no ha salido adelante. Un drama, vamos.

Dejo ir un resoplido suave, una suerte de risa. Supongo que la compañía no viene mal del todo, aunque siga sintiéndome apagada con todo lo que pasó.

-Entonces si es tanta cosa corta con ellas -le recomiendo, volviendo la vista al dragón, que me tira del cordón como un loco. Quizás tiene hambre-. Ya sabes... Por carta tiene que ser mucho más fácil. Aunque quizás te envíen una maldición en un sobre. Ándate con ojo.

Hago amago de mirar cuando abre la carta, pero me aparto enseguida, dejándole un poco de intimidad.

-Vaya, qué triste -corroboro, irónica. Aunque si le han dado el plantón puede que sí sea triste, de hecho-. Mi hermano se casa pronto, hablando de matrimonios -comento entonces, acordándome, con tono algo ausente.

Negué con suavidad, guardando el resto del fajo en un bolsillo.

-He dicho si todo fuera de una sola -remarqué-. Creo que por ahora puedo con ello. Ya sabes, he sido noblemente educado para no dejar en la estacada a pobres damas desvalidas.

La miré por encima de la carta cuando habló. Me suena que había oído al respecto, aunque no sé si a través de ella o a través de Gerald. Supongo que de ella. ¿Por qué iba a hablarme Gerald de esa boda? La verdad era que no recordaba quién me lo había dicho ni por qué.

-Espero que al menos conozca a la persona con quien se casa -comenté, irónico-. Mi pobre hermanita todavía no ha aprendido las ventajas que eso supone. Quizás para la próxima lo entienda mejor.

Bueno, al menos el tono de la carta no era demasiado negativo. Hasta parecía animada con lo de cambiar de casa. Prácticamente toda la carta giraba en torno a la pequeña sobrina. En general, últimamente, todo lo que mi familia decía era en referencia a la niña. Quizá debería ir a visitarla.

-¿Vas a ir a la boda? -pregunté, por darle conversación.

Asiento, procurando ser jocosa. Estoy segura de que sí, Cierzo. Una es poco para ti.
Aunque quizás sí tenga alguna novia de esas escondida. Últimamente lo veo como menos huraño... O a lo mejor es que lo conozco más y siempre fue así. No sé...

-¿Era un matrimonio de estos de conveniencia? -pregunto, siguiendo el tema-. Si ese es el caso, casi es lo mejor que no, ¿no? Imagina que le toca un imbécil, o algo así...

Me echo un poco hacia atrás. Thor no da tregua, sin embargo, y tira con más fuerza. De verdad que ese cordón le ha tocado los huevos, porque solo así explico tanta furia.

-Claro-. Asiento con desgana-. Todos tienen muchas ganas de verme, además. Iré a visitar a la familia, a contar aventuras... Lo típico-. Carraspeo-. Oye, Cierzo. ¿Me puedes hacer un favor? Me...-. Lo miro, seria. Extrañamente seria para la mariconada que es-. ¿Me puedes abrazar?

Solté un bufido.

-Pues para ser de conveniencia, era un matrimonio bastante poco conveniente -respondí, poniendo los ojos en blanco-. Pero a Nýa se le ha metido entre los sesos la idea de que tiene que casarse, y parece dispuesta a hacer lo que sea. Más le valía usar su tiempo en encontrar a alguien que le valiera la pena, y no en intentar encandilar a los padres del primero que pasa. Venderse de esa forma...

No me valía mucho la pena hablar del asunto, realmente. Asentí a su comentario, tampoco excesivamente interesado en ese. No era que ella le estuviera poniendo mucho sentimiento, la verdad...

Aparté la vista de la carta cuando formuló su petición, evaluándola, en busca de algún rastro de broma que revelara de qué iba aquello. Que recordase, nadie me había hecho una petición tan particular desde... desde el masaje de Gerald en las termas, que ya era decir. Sentí el impulso de añadir yo mismo el comentario afilado, pero al final decidí no hacerlo. Parecía un asunto más serio de lo que pudiera pensarse.

Por qué, por qué me tenía que tocar a mí, qué demonios pasaba. Ocultando con la mayor entereza posible la desgana, me levanté y le ofrecí la mano para que hiciera lo mismo.

-Ven -accedí, rodeándola con los brazos, firme pero sin excesiva fuerza-. ¿Puedo preguntar el motivo?

Trato de mantener la entereza tras mi petición. No es como si me diese vergüenza, pero sí es incómodo. Y si te dicen que no te quedas como con cara de "vale". Y tampoco es algo muy normal, claro.
Pero cuando accede me pongo en pie. Sé que suena a broma. Para mí también, Cierzo. No te creas...
Me apoyo contra él y me dejo estar un momento, cerrando los ojos e inspirando hondo. No colaboro mucho, solo encogiéndome un poco sin quererlo siquiera, y aunque noto que quiero llorar no tardo en reprimirlo.

Thor ha vuelto al fuego, viendo que no le hacemos mucho caso.

-Una mala semana, supongo -le digo con la voz algo ahogada. En parte contra su ropa.

Al cabo de unos segundos me aparto, con un asentimiento y un "gracias" en voz baja.

-Ya está -declaro, forzando un poco una sonrisa-. Eso no ha estado muy bien. Pero aquí una es tan dura que a veces no tiene a nadie que lo haga. Siento que te haya tocado a ti.

Me vuelvo hacia Thor, acercándome en pasos largos, dando la espalda a Cierzo un momento. Así me recompongo.
Me acuclillo junto a él y le doy un par de caricias. No es que se muera por ellas. Acaba intentando buscar algo en mi mano, y luego tratando de morderla.

-¿Cómo va lo de la misión esa...?

La dejé estar, limitándome a asentir. No pensaba ponerme a indagar si ella no me daba la información, desde luego. La mantuve sujeta mientras así lo quiso, y la solté cuando hizo amago de separarse. Negué, encogiéndome de hombros.

-Podré vivir con ello -le aseguré con cierta sorna.

La observé mientras se alejaba, sin moverme del sitio. No quedaba demasiado bien volver a sentarse, aunque no tuviera ni idea de qué iba el rollo.

Me encogí de hombros como solía cuando preguntó.

-No he vuelto a tener noticias -confesé-. Si veo que tarda, acabaré por intercalar alguna otra tarea de por medio. No me gusta estar inactivo. ¿Tú estás pendiente de ir a algún sitio? Después de lo de la otra noche se habla mucho de Aqua.

Estoy segura de que podrá vivir con ello. Le dedico una sonrisa agradecida de todas formas. Quizás no sea lo que más le apetezca, pero, lo crea o no, me ha ayudado.

Me dedico a jugar un poco con Thor mientras Cierzo habla, evitando sus mordiscos y, posteriormente, sus garras, que no controla muy bien cuando me las lanza a las manos. Desde luego, hay que buscar una forma de educarlo...
Yo iba a dejarlo en la isla, pero él parecía emperrado en seguirme. Y ahora igual. No sé qué tiene conmigo.

-Te deseo suerte con eso -comento. Hago una breve mueca, entonces, con gesto algo apagado-. Yo... Me tomaré un descanso, después de esta-. No sé si tendré estómago para más-. Si empiezo será con algo suave. Ya veré-. Me levanto, finalmente, volviéndome hacia él. Thor también se vuelve hacia él. Literalmente va a por él. A por sus pies-. ¿Se sabe algo más de eso? He estado algo desconectada. La verdad es que lo del ataque fue bastante turbio... Menos mal que esta vez no fue grave, que las últimas...

No sabía qué era exactamente "esta", y tanto misterio empezaba a ser molesto, pero aún así me contuve. No era mi vida. Algo no había salido bien del todo y ya estaba. Y, oyendo lo que decía, era evidente que no se trataba de la organización de Aqua.

Acabé por permitirme tomar asiento de nuevo.

-No sé si has visto el anuncio en el tablón -respondí-, pero básicamente esas son las últimas novedades. Si te interesa, parece que los líderes están dispuestos a hablar personalmente con todo aquel que tenga preguntas. Aunque imagino que si no estás para líos no querrás meter las narices en ese quebradero, porque muy sencillo no parece. Te avisaré si encuentro algo más flojo.

Y, salvo que mi trabajo tardase, aquello la dejaba también fuera de mi encargo. La última vez había costado un ojo y varias puñaladas, así que era mejor dejar estar el tema.

Asiento mientras habla. Hinco una rodilla en el suelo para atarme el cordón y Thor viene enseguida para hacerse con él, creyendo que quiero jugar otra vez.
Que no es eso, hombre.

-De acuerdo -accedo, con un asentimiento-. Tampoco quiero estar parada para siempre. Espero que me lleguen unos días.

Hasta que se me quite de la nariz ese olor penetrante. Si dejo de pensar creo que todavía lo huelo, algunas veces. Es espantoso...
Por mucho que llegase Fera, por mucho que Laylee me tranquilizase... No quiero dormir, de alguna forma.

-¿Quieres comer algo? -inquiero, con suavidad-. Creo que Thor tiene hambre. Bueno... Siempre tiene hambre -confieso-. Si quieres ser su amigo, dale carne.

O pescado. No es exquisito...

Asentí de nuevo. Quizá no estaría de más vigilarla un poco. Desde luego, se estaba comportando de forma extraña, eso no podía negarse.

Miré al bicho un momento. La verdad era que ni siquiera tenía claro lo que era.

-Bueno, un chico pragmático -comenté con una mueca. Recogí la carta y la guardé con las demás-. Vamos al comedor. La verdad es que es tarde.

No puso ninguna pega, por supuesto.

*Se van*

El chrysos abrió con cuidado la puerta de la sala común y asomó la cabeza para comprobar si había alguien o no; la estancia estaba vacía, así que el chico decidió adentrarse en ella, cerrando la puerta a su espalda.

Suspiró, se llevó una mano a la cara, echando con ella varios mechones hacia atrás, y se sentó frente  a al chimenea, en el suelo, con la mirada fija en la construcción. Bostezó. Volvió a llevarse una mano al pelo.

Había estado en las mazmorras hasta entonces, y al igual que ayer y anteayer y el día antes de anteayer, la flamma no había mencionado nada de los motivos por los que habían ido a Brontë, pero esta vez sí había podido tener una insulsa conversación con ella, apenas un pequeño momento en el que el silencio desapareció y ellos parecieron los mismos que hacía siete años. El líder Rybner apareció poco después, cuando el silencio comenzaba a aflorar de nuevo, para volver a intentar sacarles información; mientras se iba de las mazmorras, el chrysos pensó que parecía que líder claritas hubiese esperado para aparecerse, y si no hubiese sabido lo poco que a los líderes les importaban esas cosas, probablemente hubiese creído de verdad que el príncipe les había regalado aquel momento.

Parpadeó. La chimenea estaba encendida y resultaba agradable. El chrysos se preguntó cuánto tiempo tardaría una persona en secar algo frente a ese pequeño fuego.

Al cabo de un largo rato, el chyrsos se levantó. Tenía la extraña sensación de que el interrogatorio acababa de terminar.

*se va*

Hoy estoy leyendo un libro de mecánica. He decidido que, ya que iré pronto a Ventus con Alehyss es el mejor momento para perfeccionar mis conocimientos por si es posible mejorar el arma antes de ir a Aqua. O por poder aportar algo una vez haya ido allí.

De momento estoy viendo los planos de algunos objetos interesantes. El funcionamiento de las poleas no es algo muy relacionado con la extraña ballesta, pero también me resulta interesante. Quizás pueda hacer algo con ellas para mejorar el artefacto de dianas que nunca llegué a mejorar y que, como bien apuntó Massen en su momento, no funcionaba bien...

*se queda*

Ben llevaba las manos a la nuca, así que prefirió abrir la puerta con un pie, sin soltar las manos de donde las llevaba. Silbaba alto, una melodía marchosa y compleja que, pese a todo, no parecía tener la menor dificultad en reproducir. La detuvo de pronto, sin embargo, cuando vio a Jun, componiendo una sonrisa.

-¡Pero si es mi amigo enfurruñado! -canturreó, acercándose por detrás y rodeándole el cuello con los brazos-. ¿Qué lees? Anda, mira, dibujos, tan incomprensibles como tus letritas. Casi prefería tus historias eróticas, la verdad. Anda, dame el collar, te prometo que hoy no me lo llevo. Fue sin querer, ¿eh? Me lo pongo y me olvido. Pero eso, hoy no me olvidaré. Por cierto, yo tenía que pedirte un favor, ¿te gustan los animales?

No tardó en quitarle el amuleto de las manos y ponérselo al cuello, así como no tardó en sentarse en el brazo del sofá, dejándose caer ligeramente hacia él, usándolo de apoyo. Parecía extrañamente divertida.

Al verla me temo lo peor. De hecho, enseguida arremete, asomándose a ver. Y esta vez no es nada comprometido. Y bueno... Aunque lo fuese supongo que no tendría forma de averiguarlo fácilmente. Pero de todas formas ya se encarga ella de mencionarlo enseguida.

Termino por esbozar una sonrisa, dejar el libro en la mesa y tenderle el amuleto. Me pilla hoy de buenas, que llevo una racha.
Pero nada de hablar de ese libro.

-¿Qué necesitas? -le pregunto, una vez se lo ha puesto-. Y, bueno... Buenas noches.

Ben ya había empezado una nueva cancioncilla, que tamborileaba con los dedos en el respaldo del sofá. Miró a un lado y a otro, como si se estuviera pensando si hablar o no, aunque de forma tan teatral que era evidente que solo estaba haciendo el idiota.

-Es que nos vamos de fiesta -expliqué-. Tú no, lo siento. Me voy a llevar a Frikka. Y a Massen, creo, aunque aún se lo tengo que comentar. Pero claro, nadie quiere dejarte solito, así que tenemos una tarea para ti. Frikka se ha traído un bicho raro de no sé qué isla, y ahora es su niñito adorado. Y a los niñitos no se los lleva de fiesta, así que bien podías quedártelo tú. Es solo una noche. Si le pasa algo, es bastante probable que Frikka te deje sin hijos, pero ya sabemos que no le va a pasar nada, ¿verdad? Nuestro querido Jun es un chico responsable y bueno, siempre dispuesto a ayudar.

Se deslizó por el brazo del sofá hasta encontrar el suelo con los pies, y entonces se trasladó a otro, tendiéndose cuan larga era. Se recodó de cara a él, con una sonrisa.

-¿Entonces qué? Te lo quedas, ¿verdad?

Mientras ella habla mantengo una sonrisa cada vez menos firme. Dejo que acabe sin objetar, aunque lo cierto es que sigo sin tener muy claro qué tipo de favor me está pidiendo. Porque el último animal que vi era un yeti enorme de diez metros. No habrá adoptado uno de esos, ¿no?

-¿Qué tipo de animal? -termino por preguntar, mirándola risueño, pero con cierta desconfianza-. Que yo no es que haya tenido mucha experiencia con ellos. ¿Es violento, o algo? ¿Muy grande? ¿Peligroso?

¿Seguro que soy yo el indicado...? Que yo por ayudar ayudo, eh. Pero...

Ben tuvo que fruncir el ceño, incapaz de recordar. Era un... un...

-Es un cachorrito -explicó, encogiéndose de hombros, ladeando la sonrisa-. ¡Un falso dragón! ¡Eso! Un pequeño e inocente falso dragón. No, en serio, estuve con él el otro día. Solo quiere jugar y comer. Es así renacuajo, algo regordete, y cacarea y se persigue la cola. Muy listo no es, el pobre, pero majo es un rato.

La verdad era que jugar con el bichejo había sido divertido. Y eso que Ben no era muy de desvivirse por los animaluchos.

-Se llama Thor. ¿Qué, nos lo cuidas?

Un cachorrito... Eso no suena mal. Un falso dragón... Eso no sé cómo suena. Aunque por lo que dice tiene hasta gracia...
Me lo pienso un momento, mirándola de reojo.

-¿Y no puedo conocerlo antes? Aunque si es como dices no me importa, claro. Haré lo que pueda...

Thor, eh... Es un gran nombre. Como el palacio de Ventus. ¿Le gustarán a Frikka las construcciones históricas? Quizás podríamos hablar de monumentos. Yo he estado en el Templo de Fulmen y fue magnífico.

-Está bien, está bien. Me encargo. Pero me debéis una -comento, torciendo la sonrisa, divertido.

Ben se encogió de hombros.

-Sí, claro, no creo que haya problema -repuso, restándole importancia-. Es cuestión de comentárselo a Fifi. Yo me encargo de decírselo, si quieres. A todo esto, no sé si la conoces. Si no, pues ya de paso te la presento. Es un amor.

Llegó a reír cuando el chico aceptó. Así que ya tenía solucionado el problema del bicho. Entonces quedaba decírselo a Massen y acordar un día. Uno que no lloviera, había dicho Frikka. Entonces era cuestión de estar pendientes del templo.

Alzó las cejas un par de veces, con una sonrisa insinuante.

-Ya sabes que yo te pago lo que quieras, encanto -respondió, burlona.

Bueno, eso me alivia un poco. Le va quitando el aspecto de encerrona a todo. Termino por asentir, más relajado, permitiéndome otra vez la sonrisa tranquila.

-La he visto alguna vez, aunque no he profundizado mucho -admito. Por lo que sé, Massen estaba enfadada con ella-. Por mí no hay problema. Con conocerla o con ver al animal. A Thor- le digo, asintiendo.

De nuevo, empieza con las bromitas. Me ruborizo un poco y me miro las rodillas, haciendo una pequeña mueca. Mira que me cuesta hacer esas bromas, o seguirlas.

-Bueno, ya un día me ayudas a entrenar, o así -comento, sin más.

Si lo hace por fastidiar, que ya lo sé, a estas alturas.

La sonrisa de Ben tomó un tono algo mayor de burla. Desde luego, aquello era sencillo.

-Ya, ya sé que tú no tiendes mucho a profundizar en nadie -respondió con intención-. Pero no te preocupes, que ya te he dicho que eso tiene arreglo. Todo a su tiempo.

Por supuesto, él no seguía las bromas, sino que se limitaba a obviarlas. Pero eso no hacía que a Ben le pareciera su reacción más aburrida. Seguía siendo gracioso ver cómo se ponía nervioso. Era lo mismo que con Seth. La verdad era que los chavales, en Brontë, no tenían mucho instinto masculino. Mejor.

Alzó las cejas, sorprendida.

-¿Yo? Si yo soy una manca -respondió, entretenida-. A mí se me dan bien otras cosas.