Biblioteca

Apunté un par de cosas en una de las libretitas que llevaba siempre encima y cerré el libro. Había pasado la tarde leyendo sobre armas y lucha con espadas para que el próximo entrenamiento con Rick no me pillara desprevenido.
Me había atrevido además a mirar un libro de mapas de Mithos para localizarme. He volado más de lo que creía. Había un buen trecho hasta casa desde Brontë. Pronto aparté el libro; no quería que sospecharan que planeaba una ruta de escape.

Cerré el volumen de armas y abrí uno centrado en espadas. Había más tipos de los que esperaba. Yo creía que espada era como un cuchillo muy largo y punto...¿Flo-re-te?...Joder... Seguí mirando las ilustraciones pensando si dependiendo de la que escogiera podría mejorar la técnica.Que gilipollez. Después de todo es metal que corta; cojo la que menos pese y punto.

Esta noche le toca revisar la biblioteca para corroborar que todos los boros hacen su trabajo. Las noches suelen ser bastante concurridas en el lugar. Hay gente que prefiere estudiar en el silencio nocturno.

Va tras uno de los boros, con pasos suaves y cortos. La biblioteca nunca tiene demasiada suciedad, es un lugar cuidado. Se acerca al animal y le acaricia una de las patas, sonriéndole. Le parecen criaturas enormemente cariñosas, pese a que la gente las ignore como al resto del servicio. Son muy fieles a su trabajo.

Guía al animal por la zona, revisando que no quede nada por repasar; enviándolo a una esquina que tiene algo de suciedad si es que la encuentra. Mira entonces a un aether sentado en una de las mesas. Abre los ojos con mayor interés, es el aether sobre el que hablaba el resto del servicio, pero no le parece peligroso. Gira ligeramente la cabeza, con curiosidad. Le parece un chico normal, estudiando como cualquier otro de su edad. Piensa en si debe acercarse.

Al final sigue su recorrido, dejándolo hacer sus tareas y llama al boro que se ha escapado en su ausencia. En voz baja -un susurro cariñoso- le advierte que no se vaya lejos. El boro se detiene y se acerca a ella para acariciarle una pierna. Ella le acaricia entre los ojos para relajarlo. En seguida se da cuenta de su error.

El boro da una vuelta a su alrededor, demasiado animado, y acaba por hacer que gire sobre sí misma, haciendo que su corta falda vuele lo justo para ir a ras de su muslo. No tarda en caer al suelo sentada con un pequeño quejido. Junta las rodillas y se frota las muñecas, doloridas por apoyarse en la caída.

—Otra vez no... —Comenta, algo avergonzada, bajando la vista.

Me giré al oír el golpe. Y me levanté corriendo al ver a la joven en el suelo.

-¿Se-se encuentra bien?

Corrí hacia la joven y le ofrecí la mano para que se pusiera de pie. Al momento la aparté para cometer un fallo de protocolo de principiante y señalar a la cosa que estaba tras la chica.

-¿Qué cojones es eso?-El vocabulario también incumplía ligeramente las normas de buenos modales pero en ese momento me preocupaba el bicho que me miraba a con muchos más ojos de los que podía contar o mirar sin vomitar.

Levanta la cabeza con cierto rubor, alterada por la reacción del muchacho. Gira la cabeza y duda un momento.

—No es nada, no quería molestarte... —Estira la mano hacia la suya para ayudarse a ponerse en pie. Se suelta con una suave caricia. Su mano le parecen agradable.

—Gracias —Sonríe, algo abochornada, pero amable. Da un respingo en cuanto el chico grita. Luego gira la cara. El boro no se ha inmutado.

—Chssss. Tranquilo, sólo es un boro. Se encargan de ayudarnos a limpiar el polvo. Son muy útiles y cariñosos. Y sería mejor que no levantases tanto la voz en la biblioteca —Le explica con tono amable. Acaricia al boro, que se pega a sus piernas. Uno de sus tentáculos se enrosca cariñosamente a su pierna mientras el animal cierra casi todos sus ojos.

—Siento haberte interrumpido. Gracias por tu ayuda. Puedes seguir estudiando —Le avisa, amigable. Le gusta hablar con los guerreros, pero sabe que ellos tienen mucho trabajo como para prestar atención al servicio. Hace una pequeña reverencia, servil.

La verdad es que no tenía que haber gritado... Bajo la vista algo avergonzado y al cruzarme con una de las muchas miradas de la cosa vuelvo a subirla.

-No pretendía gritar, es sólo que no estoy acostumbrado a ver este tipo de cosas...¿De verdad se encuentra bien?-No había visto el golpe pero por el ruido no había sido mucho. Aun así tenía que parecer preocupado. La falsedad de los nobles...En fin.

-Oh, no no no. No me ha interrumpido. La verdad es que estaba pensando en tomarme un descanso de tanto libro.-No la estaba escuchando mucho, estaba más centrado en mirarle el pelo. Creo que nunca había visto a nadie con el pelo verde... Nunca había sido hombre de mundo, ni si quiera cuando vivía en Ignis había frecuentado mucha variedad de gente. Siempre era lo mismo, nobles estirados.

Lo escucha con atención, curiosa. Cuando el aether termina su pregunta, ella asiente con unasonrisa agradable. Lleva las manos a la espalda, juntando las piernas.

—Sí, no se preocupe. Y lo siento, no lo he tratado con el respeto adecuado. Discúlpeme —Se disculpa, haciendo una nueva reverencia. Cambia las manos hacia adelante para realizar un gesto adecuado y aprieta los ojos por sus errores.

Cuando lo vuelve a mirar le informa de que iba a dejar de leer en breve. Ella piensa que todos dirían lo mismo. Suelen ser así de amables.

—Está bien. Mi nombre es Aloe Mion. Puede utilizar cualquier de los dos nombre. Estoy aquí para servirle, al igual que mis compañeros del servicio —Le informa, amigable. Su tono es familiar y suave, siempre muy cariñoso. Le gusta conocer gente nueva y hacer amigos.

¿El respeto adecuado?

-Esto...¿Eres del servicio? Sólo los del servicio hablan con tanto respeto. -Estaba con uno de esos bichejos de limpieza, tendría sentido. Joder, sólo conozco a criados en palacio. Pensé en Alexander que aparecía y desaparecía cada poco tiempo contándome su vida. Yo lo que necesito es encajar con otro guerreros...

-Oh, disculpa, parece que siempre se me olvida presentarme. -Me erguí y puse mi cara más digna. -Soy Adain F. Stoke. -Me callé el "Para servirla". Ya me había llevado muchos golpes por tratar demasiado bien al servicio en mis años de aprendizaje...A pesar de todo era incapaz de tratarles tan mal como me habían enseñado. Contra todo pronóstico la sangre de Ventus había permanecido inalterada. -No...¿No es muy tarde para trabajar en la biblioteca? Supuse que a estas horas estaría solo. ¿O es que esos...seres...necesitan alguien que los conduzca?-Seguía evitando mirar al bicho que se restregaba contra las piernas de la joven pero no podía evitar lanzarle miradas fugaces.

Asiente con energía y orgullo ante su pregunta. Luego se pasa la mano derecha por la oreja, tratando de poner un mechón de pelo tras ésta.

—Sí, he venido a prestar mis servicios a Brontë de la mejor manera que puedo. Así que si necesita algo, no dude en pedírmelo —Recalca, asintiendo con determinación. Está encantada de poder servir a los guerreros directamente.

—Un gran placer, señor Stoke. Espero que su estancia sea agradable en Brontë —Hace una tercera reverencia, esta vez sosteniendo ligeramente los lados de su falda para completarla como es debido. El boro asciende entonces por su pierna, generándole un suave cosquilleo.

Lo mira con curiosidad renovada ante sus preguntas.

—Normalmente van ellos solos buscando comerse todo el polvo, pero por las noches nos encargamos de revisar las zonas por si se les ha pasado algo por alto y a algunos nos los llevamos a dormir —No tiene ningún problema en aclararle cualquier duda de ese tipo. Es de las pocas cosas que puede aportar a los guerreros.

Se toma un momento de reflexión. Al final se decide a preguntar.

—He oído que tuvo problemas al llegar. Espero que se hayan solucionado. No parece usted una persona problemática —Comenta, amigable. Piensa que quizás haya sudo entrometida, pero quería hacérselo saber.

Vuelvo a mirar de reojo a la criatura y evito poner la cara de asco que me pedía el cuerpo. Veo como sube por la fina pierna de la joven pero por muy dulce que parezca ella con ESO encima bien podría estar desnuda que ni me inmutaría.

-Tiene mérito hacer un trabajo así. Yo sería incapaz. -Sonrío con toda la educación que me permite el asco que siento.¿Yo? ¿Trabajo físico? ¿Y encima con esos bichos? Nunca había dicho nada más sincero.

Veo que la tal Aloe se queda callada, como pensando, y cuando se decide a hablar entiendo por qué.

-Vaya...Cómo vuelan las noticias. -Mejor que yo, al parecer. Ya no me dolía el ala pero el recuerdo era reciente.
- Oh, sí, me está yendo mucho mejor...Espera, ¿problemático? -¿Qué parte de la historia se sabía y cual no? La gente siempre elige lo más jugoso y "sospechoso" suena menos interesante que "asesino". Viendo que me han soltado supongo que no crean que soy capaz de algo así.

Se encoje de hombros ante su comentario, luego acaricia al boro entre los algunos de sus ojos, haciendo que descienda hasta el suelo por el gusto de las caricias.

—Es como cuidar de unas mascotas muy obedientes. Me gusta más que fregar o hacer las camas —Se atreve a comentar con una risilla divertida. No debería decir cosas como esa, pero piensa que es algo cierto que no puede evitar pensar.

Por la reacción del aether parece que le ha molestado un poco el comentario y lo comprende.

—Ah, lo siento. Sólo esperaba que estuviese a gusto ahora. Se ha hablado por el servicio que lo encerraron al llegar. Entienda que han pasado cosas preocupantes. Pero espero que ya no tenga más problemas al respecto —Le informa, algo apurada, bajando la vista por su atrevimiento.

—Le dejo ahora continuar con sus cosas. Siento mucho haberme entrometido. Debo seguir con mi trabajo —Sonríe con amabilidad, juntando las manos sobre su corto mandilón e inclinándose hacia él en una pequeña reverencia. La tela de la camisa le aprieta ligeramente el pecho.

Se yergue nuevamente y sonríe dando las buenas noches y asumiento el permiso para marcharse. Se da la vuelta y se inclina ligeramente para sostener uno de los tentáculos del boro, haciendo que su falda se eleve sutilmente, lo justo y necesario. Tira ligeramente del animal para que la siga y se retira de la sala.

*se va*

Escucho a la chica hablando de las asquerosidades de cien ojos como si hablara de gatitos. Parece de esas personas que no ven nada malo ni aunque se rompan todos los huesos del cuerpo...

Río. -Je. A mí tampoco me gustaba nada hacer la cama...-Recordé cuando vivía en Ventus y mis hermanos y yo siempre nos peleábamos por quién hacía la cama que compartíamos los cuatro y al final nadie...HOSTIA- ¡E-es decir! ¡Nunca he tenido que hacer la cama tenía sirvientes pero aun así no creo que sea algo que me pueda gustar! -Hablar deprisa nunca era una buena forma de disimular una metedura de pata pero la chica siguió hablando como si nada. Cuando la tal Aloe me dice que el servicio comenta por ahí mi problemilla de hace unos días me creo morir.

-Vaya, no sabía que se hubiera extendido tanto la noticia...Espero que no haya sido algo exagerado o que me haya dejado en mal lugar.

Antes de que me de cuenta la chica hace un reverencia. Se despide y se va con una velocidad y espontaneidad que ya estaba empezando a asumir como una forma común de reaccionar del servicio. Según se despedía y luego se alejaba no pude evitar fijarme más en detalle en la joven. Pues... Me gusta el uniforme del servicio... Se me dibujó media sonrisa... Que enseguida se transformó en una mueca al verla recoger del suelo a la COSA.

Cuando ya se había alejado solté un "puaj". Ni si quiera intenté contenerlo. Un escalofrío me subió por la espalda. -Qué asco de bichos.
Me di la vuelta girando sobre los talones y me estiré y desplegué las alas, bostezando con la boca más abierta de lo normal incluso para mis bostezos. Miré la mesa en la que había estado trabajando. Coloco estos libros en su sitio y me voy ya a dormir...Al final el "descansito" se ha alargado y no he hecho más. En fin, al menos ya tengo otra conocida aquí.