Biblioteca

Arrugo el ceño pensativo. Supongo que eso tiene sentido dentro de lo que es un cuento habitual. Es un patrón recurrido.

<<¿Y por qué la persiguen? ¿Qué ha hecho?>>, le pregunto con gesto curioso.

Abro y cierro las manos, dándole vueltas a la idea. Supongo que para averiguarla hay que leerlo, de todos modos. O que te lo cuenten, claro. O abrir por la última página...

Niego enseguida cuando dice lo de la capa, apurado. Si es la que más nueva tengo, además... Sería demasiado arriesgado.

<<Prefiero romper algo que no me hayas regalado.>> Niego un momento, contrariado.<<Prefiero no romper nada, pero si tengo que elegir, que sea así.>>

Alzó ambas cejas.

—Ser una bruja —respondió con simpleza—. Las brujas son malas. —Parpadeó—. Le tienen miedo.

No necesitaba mayor explicación. Era una bruja, a fin de cuentas. Aquello era lo normal. Y probablemente, pensaba Lluvia, también fuese ella quien lanzaba las bestias contra el reino, aunque eso el libro no lo había dicho, así que ella tampoco lo mencionó. Por si luego estaba equivocada, no quería darle ideas equívocas a Jun.

Miró al claritas con cierta preocupación.

—¿Y si pasas frío...? ¿Seguro que no quieres algo más calentito? Puedo comprartelo yo si quieres.

Niego un par de veces, frunciendo el ceño.

<<Las brujas no son malas, necesariamente, ¿no? Puede que solo se dedique a una rama concreta de la magia.>>

Por otra parte... Si es mala de verdad imagino que un final en el que acaban juntos no es un "final feliz", de alguna forma. No moralmente, es decir...
No lo tengo muy claro. Tendría que leerlo, imagino. Que, también, cuántas vueltas para un cuento que no he leído. Acabaré por pedírselo.

<<Tengo ropa de abrigo más vieja>>, le aseguro con una sonrisa algo apurada. Tampoco quería hacerla sentirse obligada... <<No es necesario que me compres nada. No te agobies.>>

Aún va a pensar que quería aprovecharme de ella para algo así...

Lluvia frunció un poco el ceño, pensativa.

—Pero entonces no sería una bruja, ¿no? Entonces sería una maga o una princesa con poderes o así.

Pero no una bruja. Las brujas eran las malas, y la chica del cuento era una bruja, así que tenía que ser mala.

Tras leer los siguientes mensajes del claritas, Lluvia terminó por asentir lentamente.

—De acuerdo. Pero no te congeles ahí arriba. —Lo miró—. ¿En Lumen no hace como mucho calor?

Dicho de esa forma es muy probable que Lluvia tenga razón. Quizás estoy intentando justificar a la chica porque es una protagonista. La gente tiende a hacer eso, creo... Para empatizar intenta ver lo bueno en otros, aunque no lo tengan.
Asiento, aún pensativo.

Hablar de Lumen se me hace raro. De todas formas, afirmo de nuevo con la cabeza. En comparación con este invierno, desde luego.

<<No te preocupes. Es verdad que en la Torre hacía mucho menos frío que aquí, y supongo que que en Ventus, pero me he acostumbrado a este tiempo también. Y con lo que he crecido desde que llegué he tenido que comprar ropa nueva, así que supongo que me servirá para allí. Iré preparado.>>, le garantizo con una sonrisa.

Miro un momento en dirección a las estanterías.

Lluvia leyó con atención el mensaje y asintió no muy convencida. Le preocupaba lo que le pudiese pasar al claritas en Ventus, y más durante una misión, pero no podía hacer mucho por él.

—De acuerdo... —dijo. Vio cómo Jun miraba hacia las estanterías. Parpadeó—. Si quieres, podemos ir a buscar esos libros. O sea, te acompaño.

La aether cogió el libro y se puso en pie, y juntos ambos comenzaron a explorar la sección de Ventus. Cuando el claritas finalmente encontró algo que le interesó, ambos abandonaron la biblioteca.

*se van*

Al final he venido a la biblioteca a ver qué encuentro sobre Thor, que de la especie no es que sea tanto. Desde que volví de las islas no me doy quitado de la cabeza (o de la nariz) lo que vi allí, pero poco a poco he ido logrando distraerme con otras cosas, y entonces no pienso en ello por unos minutos que resultan muy gratos.
Tengo que hacer esto, de todas formas. Y, claro, él viene conmigo, serpenteando detrás, parándose cada dos pasos a mirar algo.

En la biblioteca parece volverse loco, y pronto se pierde entre pasillos de libros mientras busco alguno sobre animales exóticos.
Literalmente. Se pierde.
Pronto, con un libro en la mano, tengo que recorrerlos para buscarlo.

-Thor, por favor -llamo, asomándome entre las hileras.

*se quedan~*

Al asomarme a un pasillo concreto me encuentro con que ya lo han encontrado. Dedico un saludo escueto a Gerald mientras el escamoso se le mete entre las piernas con insana curiosidad con oler su pantalón. Si lo muerde aún habrá que reírse.

-Pues va a ser que sí-. Dibujo una breve sonrisa, asintiendo-. Es Thor. Me lo he traído de Memphys. Me ha seguido, más bien-. Me encojo de hombros-. Querrá tomar venganza por su padre muerto o algo así, aunque no es que sea muy peligroso. Aunque ponte delante de él con algo de comer si tiene hambre y cuando cuentes los dedos que tienes quizás haya uno de menos.

Acabo por acercarme y Thor se gira a mirarme con esa cara que tiene siempre que parece que sonría. Le hago una mueca, como si fuese un crío, pero enseguida me vuelvo seria a Gerald.
Sigue como siempre. Tranquilizadoramente vivo.

-¿Cómo estás? -le pregunto, metiendo las manos en los bolsillos del jersey con calma.

Me dirá lo de siempre, pero hay que preguntar igual.

Alzo una ceja, discrepando, y me acuclillo junto a Thor, que me huele las manos buscando comida. Pues no tengo, lo siento. Ni comida, ni fuego.

-No es feo -le replico-. Con el gusto que tienes entiendo que puedas llegar a pensarlo. Seguro que esos ojos de colores no te sirven de mucho-. Le pongo una mano en la cabeza al pequeño, acariciándolo un poco-. Y no es que me lo fuese a quedar, pero él insistió. Me eligió -comento, como dándome importancia.

En cuanto pregunta por las islas me encojo de hombros, algo apática. El calor estaba bien para el invierno, pero la luz era una mierda.

-Un sitio pintoresco. Aparecían y desaparecían de repente, como si fuesen espejismos. Como excursión está bien.

A su última pregunta bajo la vista, seria, frotándome la nariz con la mano, pensativa. ¿Se ha dado cuenta? Sí que está atento hoy...
Termino por erguirme del todo.

-Bueno, no fue muy bien la cosa-. Los eufemismos ayudan a decirlo-. Nos encontramos unos cuantos cadáveres y...-. Consigo que la voz no se me rompa por poco. Ya vuelve el olor, joder-. Están trabajando en ello. Aún no sabemos quiénes fueron.

Hago una breve mueca. Desde luego, mira que comparar a Thor con un babociélago... Ponerlos en la misma frase siquiera es un insulto para mi pequeño.

-Llámame como quieras, pero a él lo vas a tratar como se merece -bromeo, aunque sin mucho humor. Lo que cuenta es la intención-. Es tu superior de ahora en adelante, has de saberlo.

Fifi no es un mal nombre. He terminado por usarlo yo misma. No sé bien cómo tomármelo. Supongo que en el fondo me hace gracia. Es... gracioso, sí.

Cuando habla, sin embargo, siento que me invade un frío extraño. Levanto la vista hacia él, notando la lengua repentinamente seca, como insípida. Es como si me hinoese metido un calcetín en la boca. Un calcetín usado.

-Era un crío de seis o siete años. Estaba encerrado en un cuartucho, como si fuese un animal. Solo tenía un cubo de mierda, ¿sabes? Ni siquiera un cajón de arena. Solo un cubo. Y... el crío aún estaba caliente.

Y los otros dos en las cajas. Como si fuesen a ser enviados por correo.
Me estoy mareando.

-Da igual, ¿sabes? No quiero hablar de eso...-. Agito un poco la cabeza. Piensa en otra cosa, por favor-. Vamos a dar una vuelta, por favor. Lo que sea.

Apoyo la cabeza contra su pecho cuando me atrae, agradeciendo el abrazo. Bueno, lo agradezco en mi cabeza. A él no he tenido que pedírselo, bueno... Aún tiene sus gestos algunas veces. Está un poco loco, pero no es mal tipo cuando se le cruza el cable.
Eso es lo malo, bueno. Lo raro es que sea bueno...

No quiero que se muera.
Tengo la sensación de que voy a romperme de repente. De que llegado un punto no será fácil poner la sonrisa. Pero a la vez es como si ya hubiese sufrido por ello y...

-Vamos a tomar el aire -termino por acceder, apartándome un poco y componiendo una sonrisa cansada.

Le cojo la mano y tiro de él, arrastrándolo con suavidad por los pasillos de libros. Thor nos sigue, y acabo por soltar a Gerald a los pocos pasos de haber empezado a andar.

-Verás... -comienzo-. Le gusta el pescado fresco. Lo prefiere aún vivo, y...

El día que no pueda más no será hoy tampoco.
No ha sido hace tanto, de alguna forma. En la isla.

*se van*

Lluvia se sentó en uno de los sillones de la biblioteca y abrió el libro, apoyando el marcapáginas a su derecha. A pesar de que llevaba días con él, todavía no se había terminado el cuento del caballero y la bruja, y hoy se disponía a llegar al final, a pesar de que, de nuevo, sentía cómo el transcurso de la historia la decepcionaba.

Tras la insistencia del rey, el caballero había acabado por reunirse con todas las princesas que el rey había buscado presentarle. Lluvia había pensado que mostrar a tantas princesas solo podía significar que el caballero acabaría enamorado de alguna, pero conforme había ido pasado las páginas se había ido dado cuenta de que el caballero seguía rechazándolas a todas, aun a pesar de que con algunas sí pasaba más de un día. Lo siento, pero lamento que no es usted lo que busco ni yo soy lo que busca, decía, y luego en las siguientes páginas Lluvia veía como volvía una y otra y otra y otra y otra vez con la bruja, que seguía escondiéndose en lo alto de las montañas para desgracia de los pueblerinos, que veían como su miedo crecía y crecía conforme los días pasaban y las tropas del rey fracasaban y fracasaban. Buscando calmar el temor de su reino, el rey reunió a sus mejores caballeros para entre todos organizar un gran golpe que terminase para siempre con la bruja; entre ágiles cazadores que adornaban su cuello y brazos con bisutería hecha de colmillos y escamas de dragón, hombre grandes y rudos que habían liberado tierras de plagas de monstruo e inteligentes magos que habían conquistado tierras en nombre del rey gracias a sus poderosos hechizos, se encontraba el joven caballero protagonista, que, abrumado por el poder de quienes lo rodeaban, sintió por primera vez genuino miedo por la bruja.
El grupo del rey no tardó mucho en urdir un plan, y pronto todos se pusieron en marcha hacia las montañas, acompañados de un poderoso ejército que el propio rey dirigía. Es hora de que yo también intervenga, le había dicho al joven caballero antes de que la marcha comenzase.
Acompañado siempre por el rey, el caballero no había tenido ocasión para alejarse y alertar a la bruja, y Lluvia se preguntaba cómo haría para encontrar a la bruja antes que las tropas.

*fin de escena*

Subida en lo alto de una escalera, observaba con interés los libros que tenía frente a mí, leyendo con atención sus lomos, buscando algo interesante. Hacía bastante que no cogía nada para leer y eso no podía ser: no podía pasarme los días entrenando y durmiendo, de la misma forma que no podía pasarlos leyendo y durmiendo. Tenía que encontrar un equilibrio entre todo eso.

El título de un libro de misterio llamó mi atención, así que, a pesar de que solía coger libros de otro estilo, acabé tomándolo y abriéndolo, hojeando las páginas aún encima de la escalera.

*se queda*

La voz de Anna me sacó de la lectura. Aún desde lo alto de la escalera, la busqué con la mirada, localizándola al lado de la escalera, y le sonreí.

—Buenas noches, Anna. ¿Cómo estás?

Ensanché la sonrisa.
Luego coloqué el libro en su sitio (al final había resultado algo decepcionante) y descendí. Nada más llegar al suelo, me volví hacia la chrysos.

—Cuánto tiempo.

Fruncí un poco el ceño, preocupada, cuando mencionó que había estado en Aqua, pero no tardé en calmarme conforme fue hablando: no parecía, a fin de cuentas, que su misión hubiese tenido algo que ver con la que yo había participado.

Asentí.

—Yo estoy bien —aseguré—. He vuelto a los entrenamientos y he participado en la defensa de Palacio y, como ves, sigo de una pieza, así que estoy bien. No creo que tenga que recuperarme de mucho más.

Le sonreí.

—Has ido a Aqua por una misión, ¿no? ¿Qué tal ha ido? —Ladeé la cabeza, curiosa—. ¿Era tu primera misión?

Sonreí.
Notaba como Anna me inspeccionaba o algo así, como si buscase alguna herida o algo que estuviese mal en mi cuerpo. Resultaba hasta gracioso verla tan preocupada cuando evidentemente estaba bien.

—Todo salió bien y no me pasó nada, así que no te preocupes.

Ensanché la sonrisa.
Había varias cosas de ese ataque que me preocupaban un poco, pero no creía que Anna fuese la persona indicada para hablarlas, así que no las comenté, y en su lugar, me limité a escuchar con atención lo que decía sobre su misión.

—Eso que dices suena muy raro. —Me reí con suavidad—. Pero me alegro que todo haya salido bien, a pesar de todo. No conozco al tal Astin, pero imagino que cuidará bien de los animales. ¿Ya se os ha ocurrido alguien que pudiese quedárselos?

La escuché con atención, y cuando terminó de hablar, esbocé una cálida sonrisa.

—Seguro que si sigues entrenando ganarás esa seguridad y experiencia —aseguré, poniéndole una mano en el hombro derecho—. Y si vuelven a atacar a Brontë, estoy segura de que sabrás defenderlo y defenderte.

Si seguía entrenando, claro. Aunque dudaba que se detuviese ahora. Lo difícil era empezar, a fin de cuentas.

—¿Quieres que te ayude a buscar algún libro? O alguien que pueda quedarse con ellos. Aunque, bueno —sonrió de nuevo—, supongo que siempre podéis dejarlos al cuidado de Brontë, ¿no?


fdr. dadselos a svend (?)