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Lluvia observó al claritas mientras este repetía los gestos que ella había hecho hacía unos segundos, atenta a la manera en la que posicionaba los dedos, tratando de recordarlos para una siguiente ocasión. Repitió las palabras en las que se había equivocado, esta vez haciéndolo bien, y le sonrió, satisfecha. Esperaba no olvidarse.

<<A lo ejor dueres poco >> Le sonrió <<Igual deberias dorir as>>

Ensanchó la sonrisa, moviendo un poco los dedos, sin formar ningún gesto con ellos. Le costaba un poco hablar así, con los dedos, porque no estaba acostumbrada. Por eso, cuando el clarita sacó la pizarra, decidió utilizar la voz:

—No me lo pareces. —Se acercó a él—. ¿Quieres que te ayude?

Arrugo el ceño un momento, estrechando los ojos. ¿Qué ha querido...? ¡Oh! Claro. Evito sonreír porque no quiero que crea que me río de ella. Es normal que lo haga mal a veces. Tampoco es que practiquemos mucho. Realmente, se podría decir que es culpa mía.

<<Quizás sea eso.>>, respondo, con una sonrisa.

Creo que no, pero quizás con el ejercicio extra debería, también, dormir un poco más. Es algo interesante a probar, también, supongo.

Niego a su ofrecimiento, tomando la pizarra de nuevo.

"Realmente no era por nada. Mera" "curiosidad. Me aburría un poco." "Casi prefiero ayudarte yo a" "buscar el libro a ti." "¿Qué buscabas exactamente?"

Con el tiempo escribir termina haciéndose pesado. Pero al final es más fácil para ella.

Lluvia sonrió.

—Buscaba un libro de cuentos. Uno cualquiera. —Lo miró—. Me gustan los libros de cuentos, y hace mucho que no leo nada. —Ensanchó la sonrisa—. ¿Has leído alguno que te haya gustado?

Lo observó, curiosa. Si había algún libro del estilo que a Jun le gustase, entonces ella quería leerlo también, aunque no tenía muy claro el motivo. A fin de cuentas, eran personas bastante diferentes, así que sus gustos tenían que ser diferentes, así que había muchas posibilidades de que aquel supuesto libro no le gustase.

—A mí me gustan los que tienen duendes, porque son divertidos.

La miro, curioso. Me ha dicho eso alguna vez, así que sonrío y asiento, al recordarlo. No obstante, me veo obligado a borrarla cuando pregunta, para negar.

<<Últimamente solo estudio.>>, explico, con un gesto rápido. Lo repito luego más despacio, consciente de que puede haberle costado un poco. <<También entreno.>>, recuerdo entonces. <<Y he estado practicando natación.>>

La miro, risueño. La verdad es que es para estar orgulloso. Quién me hubiese dicho a mí hace un año... Imposible, imposible...

Dejo ir una risa muda a su último comentario.

"¿Te gustan los duendes?" "Creí que serías más de unicornios."

Le pegan las cosas tiernas en general. Me alegra ver, además, que parece contenta.

Lluvia frunció un segundo el ceño, confusa, cuando Jun vocalizó por primera vez. Cuando repitió, no obstante, relajó la expresión, comprendiendo lo que el claritas quería decir, y no tuvo problemas con el resto de las frases, que entendió sin ningún tipo de problema.

—Yo también entreno —murmuró—. Y quería nadar, pero me da miedo por si me hundo... —Se pasó una mano por la nuca, curvando un poco los labios—. Pero el médico dice que puedo probar si hay alguien cerca, así que iré algún día con alguna enfermera.

Ensanchó la sonrisa. Había hablado con el doctor hacía poco, en una de sus revisiones, y le había preguntado qué podía y qué no podía hacer. El medico le había dicho que estaría bien que probase a hacer cosas que había hecho antaño, cuando tenía las dos alas, para recuperar la vida que tenía antes. Mientras estuviese supervisada no había ningún problema con que nadase y demás.

—Me gustan los duendes y los unicornios y los dragones.

No puedo evitar una sonrisa. Ha estado entrenando. Seguro que en este tiempo ha mejorado mucho.

<<¿Cómo lo llevas? El entrenamiento>>, pregunto risueño, mirándola con curiosidad. Y lo de nadar me hace ensanchar un poco más la sonrisa. <<Podemos nadar juntos. Aunque con alguien más, mejor>>. Tuerzo un poco el gesto, divertido. <<Yo no soy demasiado bueno, entonces nado con Massen, que me ayuda.>>

Termino por ir hacia la mesa, pidiendo que me siga con un gesto. La pizarra no es sostenible, y los gestos le cuestan. Lo mejor es una hoja. Tomo una, y la pluma, para escribir mejor.

"Estoy seguro de que nadar te vendrá bien para la espalda. Es un deporte muy bueno, creo. Además, queda poco tiempo de calor, así que habría que aprovechar. Aunque últimamente ha vuelto a llover, así que supongo que tampoco son los mejores días. Pero cuando despeje podría hacerse algo."

Le tiendo el papel, mirándola, expectante. La verdad es que me siento bastante animado ahora mismo, y no sé bien por qué. Es como una necesidad repentina de actividad. Iría a nadar ahora mismo, pero... Bueno, la última vez que salí con lluvia no me fue bien.

Duendes, unicornios y dragones. La miro, ladeando un poco la cabeza, y asiento de nuevo.

"A mí los dragones me gustan.", escribo bajo el otro texto, dejando un pequeño espacio entre ambos.

No sabría decir cuáles más. Todos ellos son bastante majestuosos, la verdad. Aunque creo que realmente dan algo de miedo. Nunca vi uno de cerca.

Se encogió de hombros.

—Tirando. Más o menos. —Sonrió. Cuando mencionó lo de nadar juntos, asintió, animada, contenta. Aquello sería divertido—. ¡Sí! Quiero decir, si quieres. Si queréis. —Bajó la vista. Volvió a encogerse de hombros—. No sé si Massen querrá... No hablo mucho con ella, no sé.

Siguió al claritas cuando este se acercó a una mesa, pensativa. Debería hablar más con Massen Dew. La piscis la había ayudado cuando había llegado, pero desde entonces no se habían vuelto a ver, y eso que la piscis parecía simpática. ¡Y a Jun le caía bien! Si a Jun le caía bien, entonces es que era simpática sin duda.

Leyó el papel que Jun le tendió, y asintió. Cuando dejase de llover lo intentaría.

—Cuando deje de llover probaré. —Le sonrió. Y luego, cuando dijo que también le gustaban los dragones, rió—. Los dragones son muy grandes y fuertes y molan porque echan fuego.

Asiento. No parece muy convencida. Siempre está con esa falta de confianza..., pero luego las cosas le salen bien. No sé bien qué hacer para subirle un poco los ánimos.
Me apresuro a coger la pluma de nuevo, escribiendo rápido.

"Massen también quería aprender a usar el arco, así que le he estado enseñando un poco, pero contigo hace mucho que no tiro. Podíamos quedar un día para practicar. Entrenar juntos es más divertido."

La miro, curioso, cuando habla. Ladeo un poco la cabeza. Termino por asentir, recuperando la sonrisa, dándole un suave toque en el hombro. Luego toca coger la pluma de nuevo. Si es que soy un lento.

"¿Por qué no iba a querer? Le hablo muchas veces de ti y diría que le caes bien. Además le encanta nadar. Estoy seguro de que no tendría ningún problema al respecto."

Entonces, cuando le he dado la hoja, pienso. La miro, pensando un momento antes e atreverme a mover las manos para formular la pregunta.

<<¿Y a ti te importa?>>

A lo mejor estoy aquí, optimista, y ella... No sé. Puede que Massen no le caiga muy bien. Al fin y al cabo, era la novia de Follow, y a Lluvia... Ay, no sé cómo he podido ser tan tonto. Dan ganas de darse golpes hasta perder el sentido, la verdad.

<<Podemos ir con otra persona, claro.>>

Cuando habla de los dragones no puedo evitar sonreír, y asiento un momento. A mí me llama la atención su inteligencia increíble y otras facultades, pero lo de echar fuego queda muy bien en historias, la verdad. Son unos villanos perfectos. Aunque no sean tan malos. La gente tiende a hacerse la imagen que no es debido a esos cuentos. Pero a ella le gustan, así que supongo que no será así exactamente.

Alzó un poco las cejas, sorprendida al escuchar lo de los entrenamientos de Jun. No sabía que estaba practicando con Massen, aunque no le sorprendía demasiado. Eran amigos, ¿no? Y pasaban mucho tiempo juntos, o eso parecía.
Parpadeó.

—Podemos entrenar juntos si quieres —murmuró.

Tomó asiento, apoyando luego los brazos en la mesa y la cabeza sobre los brazos, y escuchó al claritas en silencio. Iba a asentir, a responder a su comentario, cuando Jun empezó a añadir cosas al papel. Entonces Lluvia esperó, y cuando finalmente el claritas dejó de escribir, leyó el papel. Frunció un poco el ceño.

—No me importa ir con Massen —aseguró. Miró al claritas. Parpadeó—. ¿Por qué iba a importarme?

Asiento con entusiasmo. Entrenar con Lluvia siempre me ha gustado mucho. Y la idea de hacerlo pronto me hace cierta ilusión. Últimamente tengo la sensación de que apenas he estado con ella, y me da pena. Me gustaría que nos viésemos más a menudo.

A su pregunta alzo las cejas. Entonces no sabe lo de Follow... Bueno, no quiero hacer nada que vaya contra Massen, claro, pero Lluvia tiene derecho a ser feliz también. Y si no se entera de que fui yo el que... ¡No! Eso es ser un mentiroso. No me puedo meter en medio. Además, después de lo que me contó de esa otra amiga suya, daría hasta miedo.
Pongo, de todos modos, las manos en sus hombros, mirándola fijamente. "Ánimo." A ver si es capaz de leerlo en mis ojos, o así, y le llega el mensaje. Luego cojo la pluma.

"No lo sé. Es que nunca te he preguntado si ella te cae bien. Sois mis mejores amigas, pero no por ello tenéis que ser amigas entre vosotras, forzosamente."

Me gustaría porque Lluvia está siempre muy sola, pero bueno. No tiene que sentirse obligada.

"También está Ben, la chica caeruleus. La que te dije que tocaba muy bien. Parecía emocionada por conocerte."

Estoy seguro de que mucha más gente querría ser amiga de Lluvia. Alguno tiene que gustarle, de entre todos. Porque no sé qué hace cuando no está conmigo, ni si se siente sola...
Le sonrío, contento.

La aether alzó un poco las cejas cuando Jun la miró fijamente, con las manos sobre sus hombros, y parpadeó un segundo, sorprendida por el aparente entusiasmo del claritas. Sonrió un poco, y colocó sus manos en las muñecas de su amigo, aunque no tardó en soltarlas al ver que el claritas quería escribir.
Esperó entonces a que el muchacho terminase de escribir, observándolo en silencio.

Sonrió cuando terminó.

—Quiero ser amiga de tus amigos. Si son tus amigos, entonces es que son buenos. Aunque no sé si yo les gustaría —añadió, en un tono más bajo, desviando la mirada.

Volvió a mirar al claritas cuando este mencionó a Ben, la caeruleus. Lluvia sonrió ampliamente, emocionada. ¿De verdad había alguien emocionada por conocerla?

—¿En serio? —Alzó las cejas—. ¿De verdad quiere conocerme?

Lo miró, expectante.

FdR.: Pausado

La miro, curioso, con una sonrisa suave en los labios. ¿Quiere conocer a mis amigos de verdad? Bueno, tampoco es que sea muy difícil; no tengo demasiados. No tardo nada en asentir, con entusiasmo. Se me atropellan las palabras y no soy capaz de expresarlas todo lo rápido que querría. Es bastante frustrante.
Enseguida tomo la hoja de papel, la pluma y garabateé a toda prisa, esperando que no se me acabase la inspiración.

"Por supuesto que les gustarás. ¿Por qué no? Eres una chica dulce y encantadora. Seguro que gustas a todo el mundo, no digas esas cosas. También tú eres mi amiga, ¿no?"

La miro, asintiendo, reafirmando así mis palabras. Y vuelvo a asentir cuando pregunta por Ben, tomando una vez más la pluma.

"Dijo que le gustaría tocar contigo, y la verdad es que tengo bastantes ganas de escucharos. Seguro que es increíble."

La miro, expectante, con las manos apoyadas en las rodillas, risueño.

La aether no pudo evitar sonrojarse levemente, apenas un tono rojizo sobre las mejillas, al leer la respuesta de Jun. No tardó, sin embargo, en sonreír, encogiéndose un poco de hombros, tímida.

—No tengo muchos amigos... No sé —admitió, en voz baja, todavía con los labios algo curvados—. Me cuesta un poco hablar con alguna gente, a lo mejor no les gusto por eso, no sé.

Realmente no estaba segura de que los guerreros quisiesen ser sus amigos. ¿Por qué querrían? Ella no era fuerte, ni una gran maga, y le faltaba una ala y no podía volar. No les aportaría nada a su día día; más bien, lo contrario: seguro que solo molestaba con sus dudas y preguntas y todo.

La sonrisa se le ensanchó al leer el siguiente comentario del claritas. Y de nuevo, se encogió sobre sí misma, cohibida.

—Bueno, yo no soy tan buena... —Lo miró—. Pero seguro que la parte de Ben sí que es increíble.

Esbocé una sonrisa, negando, tomando una nueva hoja para responder.

"Sé que al principio se hace difícil. Yo cuando vine no tenía ni idea de cómo hablar con nadie. Mírame, ni siquiera puedo hablar de una forma normal. No obstante, con el tiempo me he dado cuenta de que no me tengo que preocupar por qué digo, exactamente. Es solo echarle ganas, arrojo y atreverse. Por lo que he podido comprobar, son simpáticos, por lo general. Seguro que la mayor parte de ellos te encontrarían simpática."

Valor. Suena más fácil de lo que es, claro. Yo mismo lo he experimentado... Y aún lo experimento, claro. Esa inseguridad... No sé cómo hacen los que son capaces de avanzar sin titubear. Pero, de todas formas.
Frunzo ligeramente el ceño a su respuesta, y vuelvo a negar, mirándola fijamente.

"¿Por qué dices eso? No la has escuchado."

Ni siquiera yo, apenas.

Lluvia permaneció unos segundos en silencio, releyendo las palabras del claritas, sin tener muy claro qué decir. Entendía lo que Jun quería decirle, pero seguía pensando en aquello como en algo complicado. Acercarse, hablar con los guerreros, tratarlos como iguales. Era difícil, lo era para ella, que no se consideraba ni guerrera ni de utilidad. En general solo se veía como una carga, y estaba convencida de que varios guerreros, tal vez hasta algún líder, la verían así.
Al final, no obstante, terminó por esbozar una pequeña sonrisa.

—Intentaré hablar con ellos, entonces... —murmuró, mirando al claritas un segundo. Luego, bajando de nuevo la vista, volviendo a encogerse de hombros, añadió, como respuesta a la pregunta de su amigo—. No sé. Supongo que es buena. No sé.

Tuerzo un momento el gesto, pensativo. A ver... Veamos...
¡No! Es que está mal. No puede ser así. No puede ponerse trabas ella misma. Claro que no...
Termino por negar rápido, algo reprobatorio, y le coloco una mano en el hombro, mirándola fijamente. Maldita sea no poder comunicarme...
Cojo la pluma, una vez más.

"Tú eres tan buena como cualquier otro. No pienses, ni por asomo, que no estás a la altura del resto. Todos tenemos algo que podemos hacer, todos tenemos puntos fuertes y cosas buenas, y no quiero que te pases el día pensando que eres peor que otras personas, o que no les caerás bien, porque no es así. Solo será así si tú te convences de ello.
Pero no debes hacerlo."

La miro con cierta severidad, entregándole la hoja, pero termino por sonreír. A ver... Tiene que haber una forma de que Lluvia suba esa autoestima...
A la que se le da bien pensar en esas cosas es a Massen... Yo soy más de dejarme llevar y acatar. No es que sea un experto en esto de animar...

Lluvia observaba al claritas sin saber qué decir, y esforzándose por no bajar la mirada, cohibida. Se sentía un poco incómoda hablando de ese tema, aunque entendía que no era culpa del claritas y que él solo lo decía por animarla. Sin embargo, le costaba aceptar aquellas cosas, y sabía que Jun se daba cuenta, y de que sabía que le costaba aceptarlo, y sabía que no la creería si ahora sonreía y le decía que sí, que tenía razón. Así que, la aether supuso, lo único que podía hacer era hablar, tratar el tema. Aunque no sabía cómo.

—Es que... —Empezó. Movía los dedos mientras pensaba, inquieta—. Yo... Es... —Parpadeó un par de veces. Sentía que los ojos se le humedecían, pero se esforzó por no empezar a llorar, porque aquello era lo que hacía siempre: llorar y llorar y llorar, y no quería, no ahora—. Es que no... No sé... Y...

Bajó la vista, e hipó. Boqueó. Y luego no hizo nada, ni añadió nada, porque no sabía qué decir, o cómo decirlo, y estaba convencida de que, si hablaba, terminaría llorando.

Poco a poco me doy cuenta de que la he presionado demasiado. A medida que su expresión cambia, también lo hace la mía. La sonrisa termina volviéndose preocupación, y niego un poco, viendo que los ojos comienzan a humedecerse. ¿De verdad lo hago tan mal? Entiendo que...
Me acerco un poco a ella, poniendo las manos en sus hombros, mirándola con las cejas alzadas. Miro a ambos lados, con agobio. Termino por levantarme para poder abrazarla, atrayendo su cabeza a mi pecho. De pie queda un poco a desnivel, pero...

¿Qué hago? Siempre...
Lo siento. No... No llores.
Prometí que evitaría que llorase, y consigo todo lo contrario. Soy un impresentable...

Lluvia se mordía el labio inferior, con la vista fija en las rodillas, notando los ojos húmedos y las mejillas también algo mojadas. Lloraba, pero no lloraba como otras veces, sino que lo hacía en silencio, porque siempre lloraba y no quería llorar siempre, y mucho menos delante de Jun, que siempre la animaba y no se merecía tener que soportarla en ese estado.

Al notar las manos de Jun sobre sus hombros, alzó un poco la vista, mirándolo un segundo, sin decir nada, pero cuando el claritas la abrazó comenzó a sollozar, triste.

Se sentía tan sola, a veces.
Tan inservible, siempre.

Cuando empieza a llorar, definitivamente, ya se me cae el alma a los pies. La atraigo con un poco más de fuerza, sin saber bien qué hacer. A veces, en estas situaciones, que tampoco es que se den demasiado, me alegro de ser mudo porque no me veo obligado a pensar qué debo decir y un solo abrazo basta. Pero ahora mismo me gustaría, realmente, tener palabras para... consolar, o algo. Porque escribir sería muy frío y... Los gestos no valen porque ella está llorando.

Me siento agobiado. Culpable. ¿Por qué no soy capaz de hacer bien las cosas? Yo quiero ayudarla, nada más... Me gustaría que fuese capaz de quererse sola, de hacer amigos..., de sonreír siempre.
No quiero que llore, pero aquí está, llorando.

Lluvia lloraba y lloraba, sollozando e hipando, contra el pecho del claritas, sin molestar en apartarse y sin preocuparse por el estado en el que quedaría la camisa de su amigo. Tampoco se preocupaba, ahora, del ruido que pudiese hacer, o de a quién pudiese molestar en la biblioteca, porque de pronto no le importaba. Ahora que había empezado solo quería llorar, desahogarse, aunque fuese lo que hiciese siempre. Algún día lo cambiaría, quería creer, pero hoy no era el día. Y probablemente tampoco fuese mañana, ni pasado, ni el día después de pasado el día.

Estuvo así un rato, largo, o al menos a ella le pareció largo, hasta que lentamente comenzó a calmarse, a respirar con normalidad.

No oso apartarme de ella, soltarla, relajar el abrazo, hasta que parece calmarse un poco. Entonces, suavemente, relajo un poco los brazos, dejando que se aparte para mirarla, escrutándola. "¿Estás bien?", intento preguntar con la mirada, que es lo único que tengo ahora mismo.
Bueno, no...

<<Lo siento>>. Muevo la derecha ante ella, adoptando una expresión acorde.

Soy demasiado torpe. Siempre acabo estropeándolo. Hoy parecía tan contenta cuando llegó, y ahora... Ahora llora.
Nunca sabré ayudarla. Puedo consolarla, pero no ayudarla. Siempre vuelve a llorar. Supongo que resulto bastante decepcionante. No estoy hecho para esto.

fdr. Pausado

Cuando el claritas la soltó, apartándose un poco, Lluvia alzó la vista y lo miró un segundo, todavía con los ojos húmedos y las mejillas mojadas, pero ya calmada. Curvó un poco los labios, un feo intento de sonrisa, y luego bajó la mirada, pasándose la mano por la cara, tratando de limpiarse.

Volvió a mirar a Jun pasados unos segundos, y leyó el gesto que hacía, negando luego suavemente. El claritas no tenía que disculparse; no era culpa suya. Ella, en cambio.

—No... Yo lo siento, siento llorar siempre —murmuró, triste.

No puedo evitar sentirme mal... Siempre hago lo mismo. Siempre llora, porque la hago llorar. Le digo cosas duras. Pero no tengo ningún permiso para hacerlo. No tengo permiso para obligarla a cambiar. Si ella no quiere es asunto suyo. Si no puede... Estoy siendo demasiado duro. Yo mismo siempre he sido... Y aún así, ¿cómo puedo exigirle nada?

La abrazo de nuevo, negando, sujetándola. Tras unos segundos, vuelvo a soltarla, mirándola de nuevo a los ojos. Con una mano, respondo.

<<Lloras por lo que dije. Lo siento. Siempre hago que llores.>>

No sé ayudarla. Me parece evidente... Me he obsesionado con su ala y tampoco puedo hacerla. Un abrazo no soluciona nada. Un lo siento tampoco. Solo consuela un momento, pero no arregla las cosas.

Lluvia dejó que la abrazase, pero no se movió, no apoyó la cabeza en el pecho del claritas ni lo rodeó con los brazos. Simplemente, dejó que la abrazase, observando el techo, notando durante un segundo cómo sus ojos se humedecían, reprimiendo al momento el llanto. Cuando la soltó y habló, la aether volvió a negar.
No era cierto que el claritas la hiciese llorar siempre. De hecho, era todo lo contrario. Cuando estaba con Jun se calmaba, por mucho que antes estuviese llorando con fuerza. Así había sido durante la misión, y así había sido aquella noche, con todo aquel revuelo.

—No siempre haces que llore. Al revés. Cuando te veo dejo de llorar.

Salvo ahora.
Pero no era culpa de él.
Era culpa de ella, que era demasiado debilucha, siempre.