Biblioteca

Su repentina devoción me hace sentir un tanto extraña, y acabo por reír, asintiendo.

-Creo que a todos se nos hace raro, al final -opiné, sonriendo-. Son tremendamente poderosos, ¿verdad? En todos los sentidos. Creo que nunca llegaré a acostumbrarme del todo, aunque sí, supongo que es distinto que en tu caso.

Asentí, seria.

-Yo creo que he tenido bastante suerte, para todo el tiempo que llevo aquí -comenté-. Pero no deja de ser duro cuando pasan esas cosas.

Su propuesta de hacerme una coraza me hizo alzar las cejas, sorprendida. Entonces sonreí, cayendo en la cuenta de algo.

-No estoy muy interesada en una coraza nueva -expliqué-. Pero quizás puedas ayudarme. Recibí una como recompensa en mi última misión, pero necesito alguien que la adapte a mis medidas. ¿Crees que podrías hacerlo?

Sonreí, contenta. La verdad era que, con el asunto de que necesitaba arreglos, había dejado la coraza de lado y no me había molestado mucho en ella. Lo cual no estaba bien, porque suponía una protección que podía llegar a ser importante. El hecho de encontrarme con Anna, por otra parte, daba un giro completo a la situación.

-¿De verdad? Pues muchas gracias -respondí-. La tengo en el baúl, así que ya te la pasaré. Cuando quieras, que tampoco quiero agobiarte. Si estás haciendo armaduras para todos, seguro que tienes mucho trabajo.

Por otro lado, aunque me apetecía probarla, no tenía especial prisa. Sería bastante injusto apremiarla, teniendo en cuenta lo poco que me había molestado en buscarle solución al asunto hasta aquel momento.

Alcé las cejas, dándome cuenta de pronto de que la estaba entreteniendo.

-¡Claro! -asentí, enérgica-. Perdona, te estoy molestado. Yo... -Volví la vista al libro que había cogido y suspiré- supongo que me llevaré esto, por la cosa de obligarme un poco a ello. Ahora mismo no me apetece demasiado...

Nunca me apetecía, ni demasiado ni demasiado poco.

Le sonreí.

-En fin, avísame cuando puedas echarle un vistazo. Estaré esperando. ¡Y gracias otra vez!

Dejé a un lado el material para escribir y, tomando el libro, me fui de la biblioteca. Nada, no había manera de que consiguiera convencerme a mí misma de sentarme a leer.

*Se va*

Mi vida se ha estancado en un estado de tranquilidad y estabilidad bastante agradable. Sin embargo, acostumbrado a la carga de trabajo que he tenido hasta la fecha, no soy capaz de no hacer nada, por lo que regreso a la biblioteca para dejar un tomo en la biblioteca.

Es tarde y la biblioteca no suele ser el lugar más popular. Sin embargo, una sonrisa se dibuja en mis labios y muevo mis babuchas hacia mi viejo y fiel amigo.

Le paso una mano por los hombros.- Heylel.- Le doy un abrazo por la espalda y luego un beso en la mejilla y me quedo abrazándole un par de segundos.- Demasiado tiempo.- Susurro, feliz.

Sin embargo, él parece afectado. Me separo y me quedo con las manos apoyadas en sus hombros, para luego apretárselos con suavidad un momento.- ¿Todo bien?- Sonrío.

Enseño los dientes enormemente mientras me llevo las manos a la nuca mientras río con orgullo.- Ya ves.- Río.- Parece que al final se ha sacado algo de provecho de mi.- Le echo la lengua.

Sin embargo parece que algo le nubla la alegría con intensidad.
Rápidamente me entero de lo ocurrido y me pongo serio, sentándome cerca. - ¿Está todo bien ahora? ¿Por qué alguien querría atacar a tu familia?- Pregunto más para mi que para él.

-¿Gabrielle y Masslow están bien? Quizá... deberían venir aquí. Si Efesto no va a la montaña... ya sabes el dicho.- Hablo con tono serio.

-Oh.. bueno... Tranquilo.- Le sonrío.- Gabrielle está bien cuidada y el muchachito no tardará en aparecer por aquí. Y aquí estaremos todos para evitar que ocurra nada. - Le sonrío apretando los labios.

-Ejeje no mucho, no te creas. He estado entrenando el Caligo y bueno, ahora estoy por aquí. - Me acuerdo de algo entonces.- Me... me he enterado que tuviste que volver "allí abajo" no hace mucho.- Aparto la vista.- Espero que todo haya salido bien.

Aren me mantiene informado de alguna actividad de palacio, pero... no de todo. No parece que quiera que me inmisculla mucho en ciertos terrenos y eso me molesta. Soy fuerte. Puede contarme cosas...

-Cuentame Heylel... ¿Qué ocurrió? ¿Le... los visteis?... A Flastio y a... su padre.- Se me rompe un poco la voz. me cuesta disimular el miedo.

- Mm... La mentira produce flores, pero no frutos.- Concluyo, rascándome la barbilla. - Le acabaríamos pillando tarde o temprano. Mejor que haya sido ayer y no mañana. ¿No crees? No le des más vueltas a eso.
Intento quitarle peso al asunto pero internamente estoy preocupado. Demasiados engaños tras estas paredes...

-Bueno, ¿qué te parece si nos vamos a tomar algo y a recuperar el tiempo perdido al comedor?- Intento animarle. - Tengo que contarte a las horas intempestivas a las que tenía que despertarme.- Me río.

Estoy precupado. Sin embargo: ahora no es el momento de estarlo.



*se van*

Hoy hace frío. Llevo incluso una bufanda porque me duele la garganta, y que no la use para hablar no significa que no tenga que cuidarla. La cosa es que entre la temperatura y lo rápido que cae el sol no me siento nada despejado. Es como si viviese en una especie de ambiente enrarecido que me incita al sueño. Y de todas formas, pese a eso, tomo notas callado sobre algún tema.

He estado toda la mañana trabajando en la sorpresa que le voy a dar a Massen y casi está acabada. Pero me he clavado algunas astillas y me duelen las manos. Espero que valga la pena, porque no apetece nada salir al taller con este tiempo, tampoco.
Me quedaría en cama, pero me da algo de cosa, porque todos los chicos se despiertan con tanta energía y son tan grandes y dispuestos que no sé...
Yo siempre he sido de madrugar, pero no de frío. Es que en Lumen las cosas son algo diferentes...

*se queda*

Cuando veo venir un grupo de libros tambaleándose estoy a punto de levantarme, pero no lo hago a tiempo y tampoco puedo hacer nada. De todas formas, solo caen sobre una mesa, y el golpe hace que me encoja un poco en la silla, alzando los hombros en un acto reflejo. No puede decirse, al menos, que no me haya despejado un poco.
Cuando descubro finalmente al que los portaba, un aether, le dedico una sonrisa algo tímida y niego un par de veces. No creo que hayan sufrido ningún daño, y él está bien, por lo que parece.

Busco en mi bolsillo derecho hasta dar con la pizarra y una tiza, y escribo para él.

"Yo también soy algo torpe.", le explico, con gesto tranquilo, curioso.

¿Visto antes? ¿Lo he visto y no me...?
Asiento de pronto, efusivo. ¡Es verdad! Una vez lo vi... ¿Dónde...? ¡Oh!

Borro las letras de tiza con el puño y vuelvo a escribir.

"En los pasillos hace tiempo." Y tras asegurarme de que lo ha leído, repito el proceso. "Soy Jun."

Me levanto entonces y le tiendo una mano, que ya no debería comportarme como un niño. El abuelo siempre me decía eso.

Asiento risueño. Supongo que podría decir lo mismo, porque me he llegad a caer bastantes veces resbalándome en el barro o tropezándome, pero a la hora de la verdad creo que soy bastante ágil a mi manera. Sería difícil de explicar. Quizás incluso un tema a estudiar. La capacidad contra los reflejos, sería, o algo así...

Le estrecho la mano, asintiendo, y entonces, al apartarla, me doy cuenta de que la tengo manchada de tiza. Con cierto apuro me limpio e la camiseta, aunque el mal ya está hecho. Podía haberme fijado antes... Si es que yo a veces no me entero...

Alzo las cejas cuando hace referencia a la pizarra, bajando la vista un momento. Esbozo una sonrisa, asintiendo, y entonces recojo la tiza que he dejado en la mesa para escribir y mostrarle un nuevo mensaje.

"Es que soy mudo.", explico.

A estas alturas a veces me siento incluso reticente a decirlo así, después de lo que al parecer ha pasado (yo no me acuerdo), pero sigue siendo la verdad con la que convivo a diario, de modo que no tiene otra forma de decirse.
De todos modos tampoco es que tenga un trauma o algo parecido. El Abuelo se encargó de enseñarme que todas las personas pueden ser igual de buenas aunque tengan algún defecto, y en la torre a nadie le importaba. De hecho, diría que aquí, en Brontë, tampoco nadie me ha mirado de forma extraña por eso.
La gente es bastante simpática, supongo.

Cuando se da cuenta de que por mi culpa se ha manchado enseguida siento una opresión desagradable en el estómago, pero por su reacción final, una risa, diría que se lo toma bien, y termino por sonreír yo también. Al fin y al cabo es solo tiza. Yo me he manchado continuamente, y mi piel sigue sin ser blanca, después de todo eso.

Echo un vistazo a su cara, a su él en general, y termino por negar con gesto satisfecho. Termino por alzar el pulgar, en señal de aprobación. No ha sido para tanto al final, supongo.

"Lo siento.", garabateo de todas formas. No está de mas disculparse, el Abuelo siempre lo decía, y es una cosa que comparto.

Niego de nuevo cuando vuelve a hablar. Como si hubiese sido culpa suya... Borro la pizarra y reescribo, volviéndola hacia él una vez he terminado.

"Siempre se me olvida decirlo." "O más bien creo que la gente" "se lo tomará como algo un poco violento."

Al final le dan ellos más importancia que yo. Yo, al fin y al cabo, estoy acostumbrado.

Río, silencioso, no causando mas ruido que el del aire al salir por la boca, a su comentario. No diría que idiota. Qué me va a hacer sentir mal de verdad.
Lo cierto es que es gracioso.

"¿Llevas mucho aquí?"

Me sorprende ver mi atrevimiento. Antes me costaba más sentirme seguro de mí mismo como para preguntar esas cosas.

Si fuese tinta tendríamos un problema, eso es cierto. Me he manchado con tinta muchas veces, y es difícil sacarla de la ropa. Pero también es incómodo escribir con tinta, porque no puede borrarse, y tendría que ir cargado todo el día de muchas más cosas, así que supongo que para este tipo de cosas la tiza no tiene queja.
Bueno, si no manchase sería ya perfecta.

"No me ofende.", aclaro, por si acaso, con una sonrisa tranquila, negando con suavidad. "Es un engorro para ti, creo." "Tardo más en hablar." "Pero está bien."

Realmente es un engorro para ambos, pero no es como para decir ese tipo de cosas. Al menos me he librado de escribir mucho con Massen y Lluvia, por ejemplo, y me siento bastante más cómodo.

Que lleve tan poco explica por que casi no lo he visto. Tampoco es que yo sea el más sociable de por aquí. Supongo que eso no me exime de no haberme fijado, porque se supone que dormimos en el mismo cuarto, aunque yo me encierro entre las cortinas y...

"Yo he llegado hace algo más de" "un año." Pienso un momento. Hay más historia. "Pero definitivamente en enero." "Estuve un tiempo fuera."

Esbozo una sonrisa, algo avergonzado. No diría yo que no soy interesante, aunque tampoco que lo sea. Supongo que depende de los intereses que tenga. Si le gusta la ciencia podemos hablar de muchas cosas, por ejemplo.
Por ejemplo.

Bueno, parece que me he explicado mal. Suele pasar. Estoy siendo bastante escueto. Quizás debería aprovechar que estoy en la biblioteca para serlo un poco menos, porque la pizarra para esas cosas es un engorro.
Dejo la pizarra a un lado, entonces, y tomo una hoja blanca y la pluma con la que estaba tomando notas. Con esto podré comunicarme mucho más a fondo. Tendrá que esperar más, pero no haré esas pausas tan pesadas entre que borro y escribo otra vez.

"No he sido guerrero siempre. De hecho, diría que aún no lo soy. Yo vine aquí porque me salvaron los guerreros, hace tiempo, y luego me fui a mi casa, a Lumen. Volví en enero con una guerrera, Massen, no sé si la conoces, y me dijeron que si quería quedarme debía aplicarme, así que estoy en ello aún ahora.

Voy a cumplir diecisiete en un par de semanas."

Contemplo el texto satisfecho y se lo paso. La verdad es que así está mejor.

Alzo las cejas a su última pregunta y me acomodo un poco la bufanda. No diría que tengo frío, pero tampoco que no tengo frío. Termino por encogerme de hombros.

"Es fácil que tenga frío, pero me he abrigado bien."