Biblioteca

Por lo visto, Jun no se iba a llevar ninguna reprimenda por aquello. Bueno, mejor. No tenía ni por qué enterarse, en lo que a mí respectaba.

En cuanto a Inger, lo que Rick me contaba me evocaba, sin poder evitarlo, mi situación con Follow. Hasta algunos detalles eran parecidos. Curioso, desde luego. Aunque, al menos hasta la última vez que habíamos hablado del tema, Follow no tenía ningún interés romántico. Y nuestra relación, pese a que no dejaba de parecer extraña, podía considerarse algo más fluida.

Y, curiosamente, Rick preguntó por aquello.

-¿Follow? -pregunté, para asegurarme-. Bueno, nos pasó algo parecido. Al final lo dejamos, pero estamos bien. Aunque no lo veo mucho.

La conversación, pese a la hora, seguía.

*Fin de escena*

Después del entrenamiento, el chrysos había pasado por las duchas y había vagado un rato sin saber muy bien qué hacer hasta que se le ocurrió acercarse a la biblioteca. Hacía mucho que no iba por ahí; recordaba que la última vez que había ido había buscado libros de medicina y que había terminado yéndose con tres que aún no había terminado de leer. Ahora, sin embargo, se encontraba en la sección de geografía, quieto en un pasillo, observando las estanterias con el mentón alzado y los ojos entrecerrados, tratando de leer todos los títulos perfectamente colocados frente a él. También recordaba la última vez que había estado en esa sección: entonces Dena estaba en Aqua y él buscaba toda la información posible para hacer algo que nunca supo realmente qué era, porque entonces no pensaba ir en su búsqueda, a pesar de todo. O eso creía. Lo cierto es que no recordaba si nunca había buscado irse a Aqua o si la petición de la chrysos había sido la que hizo que decidiese que no iría. Era extraño. Se preguntaba qué pasaría si le repitiesen la misma frase ahora. Qué haría, qué dejaría de hacer. Le resultaba complicado imaginarlo, quizá porque ahora Dena estaba de camino a una prisión. No estaba seguro.

El chrysos avanzó un par de pasos y rozó con las yemas de los dedos un título sobre Fulmen. Probablemente, pensaba, Dena estaría en una prisión en Fulmen, pero él no las conocía todas. Lyam parpadeó y movió el volumen, sacándolo unos centímetros de la estantería. Se detuvo, aún con los dedos sobre las páginas pegadas. Frunció el ceño y ladeó la cabeza. La duda resultaba evidente en su rostro. ¿Quería realmente aquello? Sabía que en la banda habían entrado en varias prisiones y que habían sacado a gente de ellas, pero. ¿Era eso lo que quería? ¿Realmente? Alzó un segundo la vista al techo. Siempre tenía la sensación de que los líderes y Madame estaban ahí arriba, con todos sus ojos puestos en ellos. Como eternos vigías, atentos a cualquier movimiento extraño. Pestañeó. Bajóde nuevo la vista. Luego, pasados unos segundos, con cuidado, empujó el volumen hacia dentro, colocándolo de nuevo en su sitio.

*fin de escena*

El chrysos descendió con cuidado por la escalera con dos volúmenes bajo el brazo. Había optado, finalmente, por dedicarse a la lectura mientras sus heridas no terminaban de sanar del todo, y tras finalizar de una maldita vez los libros que había cogido hacía ya tiempo sobre magia medicinal y pociones, se disponía ahora a volver a la geografía: Lumen y Fulmen, resultaba hasta graciosa la sutil diferencia de ambos nombres, de alguna forma, casi podía decirse que sería esperable que tuviesen algún tipo de relación aunque en el fondo apenas tuviesen un par de cosas en común.

Lyam, una vez en el suelo, releyó los títulos de ambos volúmenes una vez más, antes de salir de la estancia. Buscaba cosas diferentes en ambos. Esperaba encontrarlas.

*se va*

No hacía mucho que había estado en la biblioteca, pero aun así, ahí estaba de nuevo, avanzando por entre las estanterías que observaba con genuino interés, pergamino y lapiz, buscando entre los títulos algo que pudiese servirle. No había terminado aún los libros que había cogido hacía un par de días (de uno de ellos, de hecho, apenas había leído un par de líneas), pero había llegado a la conclusión de que necesitaba más cosas, entre ellas, quizá la más importante, un mapa, y eso era precisamente lo que buscaba ahora. No estaba seguro de si en la biblioteca había mapas realmente (nunca se lo había planteado, realmente; los mapas que había utilizado antes se los habían dado antes de los encargos, y además, él no había sido quien normalmente los llevaba), pero quizá sí había alguno, o quizá (y esto era lo que más probable veía) encontraba alguno como parte de un libro. O un atlas o así. De hecho, seguramente fuese más fácil encontrar un atlas, aunque cargar con un atlas se le antojaba un poco coñazo.

Al llegar a la sección de geografía, se detuvo a estudiar con mayor atención los títulos que lo rodeaban. Comenzó por los libros de la parte inferior, agachándose para poder leer bien. Al cabo de un rato, sin embargo, terminó por sentarse, en parte porque era más cómodo y en parte por las heridas. Tenía el lápiz entre los dientes y el pergamino sobre las piernas y leía con atención, anotando todos aquellos títulos donde, a pesar de no toparse con exactamente lo que buscaba, veía algo de interés. Para el futuro o algo. Uno nunca sabía, ¿no? Pues eso.

*fin de escena*

He venido a buscar algo de información sobre Aqua en esta época, aunque al final me ha servido de mucho más preguntarle a Massen directamente. De todas formas, no pierdo nada viendo algunas de las rutas posibles para acceder a la zona a la que vamos, y lo cierto es que estos días, si bien entreno como de costumbre, no tengo mucho con lo que ocupar mi tiempo libre.

Dedico  tiempo a contrastar mapas e ir trazando la tura que seguiremos. Cuando la tenga informaré a Jun. No espero que la mejore. Incluso diría que aceptará diga lo que diga siempre que no suene muy descabellado. Cuando se trata de iniciativa.

Cuando ya llevo un buen rato me doy cuenta de que me siento más cansada que de costumbre. Quizás tampoco era esto lo que me apetecía. Tengo un par de cosas en la cabeza estos días.

Al final, cuando me encuentro jugando un tres en raya sola, decido que es el momento de moverse de una vez. Termino comenzando una carta para Eve, a la que hace tiempo que no escribo.

*fin de escena*

Compones una mueca de disgusto. ¿Qué puedes hacer al respecto, después de todo? No es culpa tuya que lleve todo el día lloviendo. Tú solo querías disfrutar un poco del sol, del buen tiempo, del verano. No tenías intención de dejar que nadie, ni siquiera por casualidad, pudiera encintrarse con una mala cara tuya. ¡¿Cómo ibas a permitir algo así?!

El caso es que no es algo que puedas controlar. Ni siquiera una estrella como tú tiene ese poder. Por suerte, sí tienes el poder de sustituir ese sol que, tímido y dulce, ha tenido que esconderse.

Suspiras. Venga, una sonrisa. El mundo merece disfrutar de ella. Y más en un día que, sin ti, sería completamente gris.

*se queda*

No estoy tan cansada como para lograr dormir, por lo que me acerco a la biblioteca. Un buen libro puede entretenerte, y uno malo quizás me haga replantearme lo de irme a descansar de una vez. Sea lo que sea, ya estoy aquí.
Y no estoy sola. Mis ojos se cruzan enseguida con la aether, y, sin hacer un gesto demasiado exagerado, la saludo.

-Buenas noches -añado al suave movimiento de cabeza, adentrándome por completo en la sala-. ¿Tampoco conseguías dormir?

Una conversación puede servir para la misma finalidad que un libro. No la descarto, aunque sigo buscando títulos en mi cabeza que me puedan complacer si no se diese.

En cuanto se dirige a ti (por supuesto, no ha podido evitarlo), te vuelves y ka miras, reforzando esa sonrisa preciosa tuya que ya tenías preparada. Abres bien los ojos para que pueda apreciar el oro profundo que los caracteriza y te aseguras de mantener una postura correcta. Eso de dormir no será porque le has parecido cansada, ¿no? Eso sería horrible.

Pero no, claro que no. También sería imposible. Estás perfecta, como siempre. Entonces, ¿a qué ha venido ese comentario?

Oh, no. Se ha hecho tarde. Pero sería terrible que pensara que te has despistado. Pero bueno, después de todo, en un día tan tranquilo es difícil no perder la noción del tiempo.

-Todavía no me había decidido a retirarme -declaras finalmente, con tu melodiosa voz, incapaz de pasar desaparecida debido a su belleza-. ¿Es difícil para ti?

Quizás estuviera incómoda o preocupada por algo. Claro que, después de encontrarse contigo, tendrá al fin algo bello con que soñar toda la noche.

Una respuesta sencilla. No se extiende demasiado. Me gusta que la gente se comporte de esa forma, aunque su sonrisa no es la del que quiere pasar desapercibido. Ni tampoco el aspecto. Aunque supongo que podría decirse lo mismo de mí en muchas ocasiones, obviando lo de la sonrisa.
Es irrelevante, en todo caso. No sé mucho de ella, aunque hace tiempo que la veo en las habitaciones de vez en cuando.

-No estoy muy cansada hoy -le explico-. Quizás el entrenamiento no ha sido lo bastante duro. Venía a por un libro que me entretuviese-. La observo un segundo más, decidiendo si pararme definitivamente o hacer lo que acabo de anunciar-. Soy Alehyss Lester -termino por decir-. Te había visto antes, pero no sé tu nombre.

Es más difícil interesarse por los nuevos, y no la he visto hacer nada espectacular.

Venía a por un libro. Pero claro, nada más verte ha tenido que cambiar de planes. Es perfectamente comprensible. ¿Quién no lo habría hecho? Es evidente, incluso antes de acercarte, que vas a ser mucho más entretenida, y desde luego, mucho más interesante que cualquier libro. Ha sabido cómo reaccionar ante las opciones que tenía.

Y, evidentemente, está deseando conocer tu nombre. Sería muy cruel hacerse de rogar, y no es en absoluto tu estilo. Agitas sutilmente las alas, un gesto suave que le permite apreciarlas, y colocas ambas manos tras la espalda en un gesto adorable.

-Soy Curtis -le haces saber. Es probable que ya haya oído hablar de ti. Lo extraño es que no te hubiera asociado todavía a los elogios con los que te describen tus muchos admiradores-. Yo, en realidad, no he venido por nada en particular. Solo daba un paseo.

Uno de tus detalles a todos aquellos afortunados que te encuentran en su camino. Ser tan perfecta supone una gran responsabilidad, que tú siempre cumples con dedicación.

Curtis. Ese es el nombre que me da. No lo he oído antes. De nuevo, no parece que la precedan hazañas increíbles. Pero ha llegado hace poco. No sabría decir cuándo, pero supongo que entra dentro de lo normal.

Solo un pase. Quizás hoy estoy algo cáustica, porque tengo el impulso de enarcar una ceja y objetar, aludiendo que la biblioteca es un lugar algo extraño para un paseo. Al final me contengo, consciente de que estoy siendo quisquillosa. O más de lo normal, al menos.
Quizás es lo de siempre: pocas mujeres llaman mi atención.

-¿Qué tal tu estancia hasta ahora?-. Empezar por la cortesía es lo más apropiado-. Has llegado hace poco, ¿no?-. No está bien que haya dejado de fijarme en los recién llegados como antes. No es la primera vez que hay traiciones o similares-. Espero que te hayas acostumbrado a esto. Es duro para algunos.

Y ella parece más bien delicada. Aunque, como siempre, un prejuicio no siempre es acertado.

Podría hablar de sí misma, o incluso de algo ajeno a ambas, pero decide que prefiere hablar de ti, prrguntar, conocerte mejor. No la culpas, desde luego. No es ni mucho menos la primera, y no será ni mucho menos la última. Y tú siemore concedes esos pequeños caprichos que, sabes, dan satisfacción a aquellos que te admiran.

-Bueno, no hace demasiado -concedes. Sabes que todos ellos habrían querido tenerte allí mucho antes-. Pero me adapto, claro. Es un placer estar aquí -. Todos están de acuerdo en que es un placer que estés. Quizás ese comentario haya sido una obviedad-. Lo más duro es tener que alejarme para volar. Por suerte, me gusta acercarme al pueblo. Suelo ir allí a ejercitar las alas. Hay que mantenerse en condiciones.

Y, sobre todo, es un magnífico espectáculo para todos los que tienen la oportunidad de verte. Ante todo, eres considerada. Parpadeas, en un gesto casual pero que, sin poder evitarlo, dejaría embelesado a cualquiera.

No es una conversación muy profunda, pero de alguna forma eso la hace cómoda. Aunque, al mismo tiempo, hay algo en ella que no me encaja. Me recuerda, de alguna forma, a Anna, la chrysos. Aunque no se parece a ella en muchas otras cosas.
Quizás su comentario me parece algo frívolo, pero no sé hasta qué punto todos los recién llegados están mentalizados. Muchos de ellos parecen ver esto como una especie de juego. Luego el tiempo los curte o terminan por irse.

-Ah, lo de volar-. Asiento, cayendo en la cuenta cuando lo menciona-. Es cierto. Veis mermadas vuestras capacidades. Aunque eso os da la posibilidad de poder desarrollar otras facetas. De todos modos, es inteligente por tu parte el ir al pueblo-. Y satisfactorio. Creo recordar que el otro aether, Adain, también se había quejado, pero parecía menos dispuesto a ponerle remedio-. ¿Has participado ya en algún trabajo? -inquiero, por averiguar algo más de ella en la conversación.

Habilidades, experiencia... Es importante conocer a tus compañeros por si algún día es uno de ellos es que te cubre la espalda. Un buen guerrero debe saber a qué atenerse.

No puede evitar aprobarte. Y, de hecho, también está esperando a poder verte en acción. Todavía no ha tenido oportunidad, pero ya imagina hasta qué punto será todo un espectáculo. Quizás deberías empezar a plantearte que, por el amor a tus admiradores, debes empezar pronto. De todas formas, ya estás más que instalada, y esperas maravillarlos con tu papel en Brontë. Aunque bueno, no conviene olvidar que tu sola presencia los maravilla.

-Empezaré pronto -aseguras, manteniendo la más bonita de las sonrisas que existen sobre la faz de Mithos-. No he podido hacerlo antes, pero estoy esperando la oportunidad de ofrecer mis capacidades. Ya no tardará.

Nadie te negaría tu interés, después de todo. Basta con que te vean buscar (y, a fin de cuentas, no pueden evitar mirarte), y se presentarán específicamente para ofrecerte el mejor de los puestos. Es ley natural, no cosa tuya. Tú te limitas a ser realista, después de todo.

La charla continúa, pero no mucho más. Es evidente que ella intenta alargarla tanto como puede, pero, después de todo, dormir es necesario, o tu piel se resentirá. A ella también le compensará, después de verte, irse a descansar. Le esperan los sueños más hermosos, centrados en la mejor protagonista que pudiera imaginar. Desde luego, con el despiste de la hora le has hecho un favor enorme a esta Alehyss.

*Fin de escena*

Lluvia y más lluvia y silencio. En otras circunstancias me habría dado igual y estaría fuera. Pero, aunque en Brontë llovía mucho, allí podía ser más selectiva, y me acababa acomodando. Además, tenía cosas que hacer. Asuntos personales de esos a los que yo no solía dar importancia.

Cuando recibí la carta de Inwir, lo primero que había pensado era que sería de Allie. Pero no, por supuesto. Allie no había vuelto a dar señales de vida desde la última vez. Mi hermana, por otra parte, tampoco daba señales de vida muy a menudo, precisamente, así que tampoco era algo que pudiese esperar. En la carta me decía que fuera a verla, pero no daba muchos detalles.

En otras circunstancias, no me habría molestado ir, pero no me apetecía dejar Brontë en aquellas condiciones. Así que me tocaba explicarle que estaba de servicio y prometer que iría cuando estuviese libre, si le venía bien. Brontë me permitía dar buenas excusas, al menos. No tenía muchas ganas de verla, aunque viviese tan cerca del palacio.

*Se queda escribiendo*

Alcé la vista al oír a Follow, sobresaltándome un tanto. Parpadeé un momento al encontrarlo frente a mí, sorprendida, antes de reaccionar. Entonces esbocé una sonrisa suave. Hacía mucho que no lo veía, la verdad. Aunque ya me había acostumbrado a que era algo habitual.

-Djosseh, naing è -respondí, sin alzar mucho la voz-. Has estado fuera. ¿Entrenando?

Probablemente, siendo él. Aunque, como parecía que últimamente se empeñaba más en imitar al resto, quizás hubiera salido a hacer otra cosa. Aunque no había muchas cosas que la gente fuera a hacer en un día como hoy sin estar bajo techo.

-Hace mucho que no nos encontramos. ¿Has estado ocupado?

Asentí con suavidad, evitando una mueca divertida al imaginarlo. Sentía cierta admiración por esa habilidad suya de subirse adonde fuera con tanta soltura. Yo sería incapaz, y lo sabía. Me aferraba demasiado al suelo, y eso me limitaba. Aunque no tenía mucho remedio...

-Quizás puedas seguir escalando desde dentro -se me ocurrió-. Hay algunas zonas que no están mal para eso. Aunque seguro que lo sabes bastante mejor que yo.

Lo cual no era difícil, porque yo no tenía ni idea de esas cosas. Bajé la vista a mis papeles un momento cuando los mencionó.

-Mi hermana me ha enviado un mensaje -expliqué-. Quiere que vaya a verla, pero voy a responderle que no puedo ahora. Hay mucho que hacer aquí.

Ladeé la cabeza, mirándolo un poco más seria. Al final, cedí a una sonrisa suave.

-Sí, supongo que se enteraría todo el mundo -comenté-. No nos fue muy bien. O no tan bien como planeábamos, desde luego. Pero yo ya estoy bien, así que iré a otra misión en cuanto tenga permiso.

Había preguntado por Tristán después de salir de la enfermería, pero no había conseguido una respuesta clara de nadie. Al final, por la información que había obtenido, había deducido que estaba en manos de los líderes, y había dejado de insistir. Estuve a punto de mencionárselo a Follow, pero decidí dejarlo pasar.

Asentí, convencida. Sabía que él lo entendería. A otros tantos les costaba comprenderlo. Incluso a Alehyss. Pero Follow, en aquel sentido, era diferente.

-La lluvia es agradable -coincidí-. A mí suele hacerme sentir más motivada.

Sonreí y asentí, segura. Siempre había algo que hacer en Brontë. Y si no, yo misma podía encontrarlo.

-He solicitado una misión -expliqué-. Es la primera vez que lo hago, y estoy esperando a que me la confirmen como válida. Y, cuando así sea, saldré de nuevo a trabajar. Por eso no puedo ir a ver a mi hermana.

No tuve que dudar antes de asentir, con gesto grave.

-Mucho -remarqué-. Creo que nunca me había encontrado con enemigos tan poderosos en mi contra, o al menos no de forma tan directa. Necesitábamos ayuda, pero no teníamos forma de conseguirla. Y solo los que íbamos no podíamos con todo. Por eso no fue tan bien como debería, y por eso he pedido una nueva misión. Quiero encontrar la forma de evitar que los guerreros de Brontë vuelvan a encontrarse en esa situación.

Lo que dijo me sonó muy interesante. Sentí que por un momento se me iluminaban los ojos, y sonreí.

-Suena bien -respondí, entusiasta.

Me froté un momento la mejilla, algo más pensativa con respecto a la misión.

-Bueno, yo es la primera vez que lo hago -admití-. Pero Brontë se dedica a recopilar peticiones de gente para encargar a los guerreros. Pensé que nosotros servimos a la gente, pero también podemos ser servidos. O servirnos nosotros mismos, bueno. Y al final, lo que yo pido es para Brontë, así que supongo que está bien.

Su mención de la muerte me provocó un escalofrío, y sentí que me volvía algo más sombría. Tragué saliva, recordando cómo el cuerpo de Silvanus caía, separado de su cabeza. Busqué los ojos de Follow y lo miré fijamente, muy seria.

-No todos lo consiguieron -advertí-. Me alegra pensar que la muerte alcanzó a más enemigos que amigos, pero estaba al acecho de llevarse a tantos como pudiera.

Recordaba perfectamente a la única misión a la que habíamos ido juntos. Desde luego, si sus experiencias eran de ese tipo, podía comprender la desmotivación. Lo que no entendía era que los líderes le permitieran estar aquí si había renunciado a eso. Quizás, mientras entrenase y se mantuviese en forma, consideraban que no era un problema.

-No creo que haya problema en que vengas -acepté-. Aunque tendrías que hacérselo saber a los líderes. Al final, ellos son los encargados de organizarlo todo.

Dudé un momento cuando hizo su plegaria. Sin embargo, acabé por asentir. Al menos, por Silvanus. De mis enemigos no tenía nada que lamentar; ya habían causado demasiados problemas como para que yo honrase sus muertes. A no ser que ese camino que habían perdido girase en una dirección más adecuada, claro.

-No dejaré que me atrape.

No hasta que yo lo considerase adecuado.