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 Encargos de Madame: La daga de Corbin.

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MensajeTema: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyVie Mayo 16, 2014 5:36 pm

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Corbin

CALIGO

Pueblo Pesquero

Corbin desembarcó en un pueblo al noroeste del continente, situado en un cabo. La capital quedaba prácticamente en línea recta desde donde se encontraba, a más de una semana de camino, pero no era allí a donde si dirigía, sino a un lugar muy distinto: debía viajar al suroeste, buscando una población que se hallaba en las cercanías del bosque de Lilith, al sur, al otro lado del río Dorian. Quizás la forma más sencilla de comenzar su viaje por las tierras de la oscuridad sería, de todos modos, ir al sur, buscando susodicho río, siguiendo su cauce durante gran parte del trayecto, puesto que aquel lo llevaría prácticamente al bosque. No obstante, si bien era lo más sencillo, también era cierto que muchas poblaciones y carreteras se concentraban en los alrededores del río, lo que hallaría gran cantidad de población, comerciantes ambulantes y demás.

La noche era evidente, si bien la noche de Caligo era más abundante que la de los demás continentes, o quizás era más correcto decir que el día de Caligo escaseaba. Pese a todo, el viaje había sido largo e incómodo, en un pesquero en el que el claritas se había visto obligado a colaborar a cambio de un abaratamiento notable de los costes del transporte, facilitado de algún modo por Madame Desmarais, que sin haber sido mentada en ningún momento parecía haberle ido abriéndole el camino desde su partida.

El pueblo no era muy grande, pero sí activo, a causa de su actividad pesquera. Tenía, pues, en aquel momento, varias opciones por delante: descansar su entumecido cuerpo en alguna de las posadas del lugar, caminar hasta las afueras perdiéndose en el bosque que lo rodeaba, buscando cobijo en los árboles o alguna cueva o, simplemente, callejear para entretenerse un poco y explorar la zona, en la que los gritos de "pescado fresco" y otros reclamos semejantes no sobraban, dando al puerto y, por extensión, a las calles cercanas, un aspecto vivo que resultaba un contraste con respecto a la apagada luz, casi inexistente, que había en la zona.

No era extraña la presencia de claritas, aunque sí de otras razas, tanto en el lugar como en el barco en el que Corbin había viajado, e incluso parecía haber ciertas calles más iluminadas específicamente para ellos. Nadie lo miraba de forma extraña, pese a aquello; pasaba desapercibido.

Corbin había llegado a Caligo. A partir de allí, era realmente decisión suya cómo proseguir, qué dirección seguir, qué rumbo tomar y cómo proceder. Tenía un objetivo, pero la ruta trazada para hallarlo debería ser la suya, puesto que la mujer solo le había facilitado datos concretos de los últimos tramos, cuando ya se hallase cerca.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMiér Mayo 21, 2014 1:42 pm

Corbin, preparado y mentalizado para lo que podría encontrarse, había tomado la misión con mucho ánimo y no parecía dispuesto a dejarse avasallar fácilmente. Con su seriedad habitual, aceptó sin replicar todo aquello que le encargaron los marineros durante el viaje, mostrándose atento y eficiente cada vez que se reclamaba su colaboración.

Eso no quitaba, por supuesto, que el viaje se hubiera hecho largo al claritas, y su continuo interés por demostrar sus capacidades hicieron que, cuando llegó a puerto, se sintiera tanto cansado como aliviado. Corbin no dejaba de preferir el suelo firme bajo sus pies, después de todo.

Avanzó por el pueblecillo con aire curioso. Las poblaciones siempre llamaban su atención, tan llenas de estímulos a los que estaba muy poco acostumbrado. Alerta, recorría las calles, fijándose en tantos detalles como le era posible. Aunque, por supuesto, no se detendría allí; llevaba mucho tiempo esperando aquella misión como para pararse porque sí en un simple pueblo pesquero.

Corbin había trazado una ruta que seguir, estudiando los mapas de Caligo, y confiaba en no tener impedimentos. En general, su ruta se limitaba a caminos bastante transitados, y discurría junto al río, por lo que sería extraño que llegara a tener problemas para seguir el camino. Tras hacerse con las provisiones pertinentes, partió hacia el camino, poco dispuesto a descansar todavía. Aún podía adelantar algo de camino hasta que descansar fuera necesario.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMar Mayo 27, 2014 5:15 pm

Corbin decidió, pues, que el descanso todavía no era necesario. Tras conseguir en el pueblo los enseres necesarios para el comienzo de su viaje emprendió rumbo al río. Necesitaría varios días para alcanzarlo, y la oscuridad no era algo que fuese a facilitar su viaje, pero tampoco tenía un periodo de tiempo delimitado para cumplir su objetivo, de modo que podía tomárselo con la calma que considerase oportuna.

Cuando abandonó el pueblo, a Corbin lo recibieron caminos de piedra: aquel lugar, por ser un puerto pesquero importante por la zona, aunque no llegaba a ser un lugar especialmente grande, tenía unas buenas vías de comunicación. Aunque el guerrero llevaba mapas y notas, bastaría una pregunta para que cualquier mercader o viajante le explicase por dónde debía ir para dirigirse al río Dorian.


Tres jornadas de viaje transcurrieron antes de que Corbin hallase agua. Un afluente del río Dorian recorría la zona, descendiendo hacia el sur. No era un río demasiado ancho en aquella zona, y la poca pendiente hacía que el agua bajase suave y poco ruidosa, llenando el silencio con un agradable sonido relajante. Era un buen lugar en el que pescar, y por los árboles que rodeaban la zona boscosa en aquel punto, también la caza debía de darse bien.
En aquel momento, una luz suave flotaba en el ambiente, permitiendo mejor visibilidad al guerrero, para quien la oscuridad era un engorro mayor que para otros. Los viajantes, sin embargo, escaseaban, pues era temprano para los caeruleus, que preferían usar aquellas horas mínimamente iluminadas para dormir.

Corbin avanzaba sin detenerse. En medio de aquella calma, sin embargo, pronto escuchó un rugido potente, animal, fiero, sin embargo, que provenía de más al sur, de entre los árboles. A aquel rugido lo siguió una voz de hombre, que más que a temor sonaba a advertencia, a amenaza.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMiér Mayo 28, 2014 8:33 pm

Corbin, según su costumbre, llevaba equipaje ligero. Había cogido algunas provisiones básicas en el pueblo pesquero, pero era más dado a buscar su propio alimento. Y, en la zona del río, aquello resultaba sencillo. En su avance, iba explorando los terrenos, sin limitarse a los caminos. Llegó a entrar en el río en busca de pescado, y también cazaba. Cuando la noche se hacía demasiado densa y descansar se volvía imperativo, trepaba a algún árbol en el que acomodarse. Por otra parte, resultaba difícil perderse en vías tan transitadas, así que tenía la seguridad de estar siguiendo el camino correcto.

En general, su viaje transcurría con tranquilidad. Fue al tercer día, sin embargo, cuando topó con algo que llamó su atención. En principio, Corbin pensó en ignorar aquel sonido, pero sabía que le convenía saber qué había por la zona. Así pues, se aproximó, sigiloso, en dirección al sonido. No se acercaría demasiado. Lo justo para sacar algo de información al respecto que pudiera serle de utilidad.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMiér Mayo 28, 2014 8:53 pm

Corbin dudó un instante antes de reducir distancia con el lugar del que había venido el sonido. Según se acercaba, podía escuchar más de aquellos rugidos, y terminó por empezar a ver un resplandor rojizo colándose entre los árboles, iluminando sus cortezas, proyectando sombras hacia él. Por el movimiento ondulante de aquella luz, pronto pudo asegurar que no se trataba de otra cosa que de fuego. Y, cuando avanzo un poco más entre los árboles cada vez más tupidos, a medida que se separaba del camino, pudo entrever, al fin, lo que enseguida pudo identificar como el origen de la luz: un leanidus macho, enorme e impresionante, mostraba su ardiente melena, amenazante, a una sombra de estatura nada desdeñable, que parecía ser un hombre alto y ancho de hombros, y que portaba entre las manos una vara larga, de unos tres metros, plantando cara a la bestia sin temor alguno, respondiendo a los rugidos con sus propios gruñidos y voces.
Era extraño hallar en un lugar como aquel una bestia tan peligrosa, y especialmente tratándose de un animal de Ignis como aquel, que raras veces lograba verse fuera, y que, desde luego, no sería en Caligo donde aparecería de manera natural.

Corbin no podía diferenciar más rasgos que aquellos desde la distancia, de unos quince metros, que lo separaba tanto del animal como del hombre, debido a la luz, demasiado leve para que sus ojos lograsen acostumbrarse por completo.

El leanidus, agazapado, caminaba en semicírculo, de un lado a otro, cercando al otro individuo, que lo seguía con la mirada en todo momento, dando golpes con la vara en tierra cada poco tiempo, cada vez que el felino intentaba aproximarse un poco, haciéndolo recapacitar, pero nunca escapar.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyLun Jun 09, 2014 10:12 pm

Corbin se quedó bastante impresionado con lo que se presentaba ante él. Aunque se mantuvo pendiente del hombre, lo que más llamaba su atención era el enorme felino, tanto como para que se quedara a observarlo. Nunca antes había visto uno, y Caligo no era el lugar donde esperaba verlo. Todo lo que se le ocurría era que el animal se hubiera escapado de alguien que lo tuviera cautivo.

Desde la distancia no podía distinguir demasiado. Aún así, la curiosa escena había captado su atención lo suficiente como para que se quedase a observar. Por un lado, el poderoso animal resultaba fascinante; por otro, el hombre que le hacía frente resultaba de lo más curioso, tan seguro, aparentemente, ante la fiera.

Corbin decidió trepar a un árbol cercano, desde donde tuviera una vista algo mejor, pero sin acercarse mucho más. De aquello, probablemente, podría sacar algo de provecho.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyJue Jun 12, 2014 1:05 pm

El enfrentamiento entre el hombre y la bestia seguía su corso, aunque ninguno de los dos llegaba, en ningún momento, a lanzarse sobre el otro. De pronto, utilizando la misma vara que portaba, el hombre dio un golpe al suelo, gritando una sílaba extraña, y el leanidus se tumbó en el suelo, pegando las orejas a la nuca, apagando un poco el fuego de su melena, sometiéndose al humano que lo enfrentaba.

-Sube -dijo entonces el hombre.

Con la misma presteza que antes, a golpe de vara en el suelo, el animal se incorporó, y esta vez se alzó sobre sus patas traseras, enorme e imponente, pero al mismo tiempo obediente, menos amenazador de pronto.
Corbin tenía una visión perfecta, desde el árbol al que se había encaramado, para observar cómo durante un par de minutos el hombre hacía al animal hacer diversos trucos: tumbarse boca arriba, saltar en zig zag, dar vueltas sobre sí mismo... Al finalizar cada uno de ellos, lanzaba a la fiera un trozo de algo que llevaba en una riñonera, y luego proseguía.

De pronto, Corbin sintió algo sobre su hombro, y pronto una voz cantarina y femenina sonó cerca de su oído.

-¿A quién tenemos aquí? ¿Estaba acaso, señor, espiando nuestro nuevo número?

Lo que tenía en el hombro no era sino una mano, y a su espalda, al volverse, pudo ver a una joven extrañamente ataviada, con ropas tan coloridas que incluso resaltaban en la oscuridad, el rostro pintado de blanco con líneas negras cayendo de los ojos, como si fuesen lágrimas, y los labios rojos. Entre el vestido extraño y corto, bajo el cual asomaban unas mallas azules, el rostro blanco y el extraño y pequeño sombrero de copa enganchado a sus bucles anaranjados, Corbin podría haber pensado, por un instante, que lo que tenía frente a él no era más que una muñeca, encaramada al árbol como él lo estaba. Pero hablaba y se movía, y era evidentemente humana.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyJue Jun 12, 2014 2:07 pm

Corbin observaba el enfrentamiento con los ojos fijos, bien atento. Aquel extraño duelo llamaba su atención, aunque no acababa de comprender qué era lo que hacía el hombre. Hasta que, a base de observar, comprendió que no había enfrentamiento tal, sino una burda imitación, pues el animal ya parecía sometido desde un principio.

Corbin se sintió un tanto decepcionado. Ya dispuesto a abandonar su posición y seguir su camino, sintió de pronto una mano en la espalda. Raudo y agresivo, se volvió, sujetando aquella mano y retorciendo el brazo que la seguía. Se detuvo en seco cuando vio de qué se trataba, entre contenido y desconcertado. Acabó por soltar aquella mano, pero no perdió su expresión hostil.

-No era mi intención -murmuró, un tanto molesto por haberse dejado sorprender de una forma tan estúpida-. Ya me iba.

Y, sin más, procedió a descender del árbol, dispuesto a seguir su camino. Ya había perdido bastante tiempo.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyJue Jun 12, 2014 3:56 pm

La muchacha pareció sorprenderse al ver su mano atrapada. Sin embargo, el maquillaje hizo que su rostro pareciese algo más inexpresivo, y un segundo después había recobrado la sonrisa divertida.
Se frotó la muñeca con la mano contraria, al ser liberada, y siguió a Corbin con la mirada, curiosa, mientras este bajaba del árbol.

La escasa luz no lo ayudaba demasiado a ver, pero a Corbin le pareció que el suceso que ocurrió a continuación apenas había tenido lugar en el momento en el que él había parpadeado, solo por un instante. Sintió una leve caricia sobre la cabeza, y al abrir los ojos de nuevo solo pudo ver a la muchacha del árbol aterrizando a su espalda, tras una ágil acrobacia que apenas había podido percibir. Se llevó entonces las manos a la espalda, con una sonrisa tranquila, y se inclinó un poco hacia delante, mirándolo divertida.
Era notablemente más baja que él, poco más del metro cincuenta, pero no parecía, en absoluto, intimidada por el guerrero.

-¿Es usted un mercenario, señor? Tiene unos brazos rápidos como centellas -. La joven dio un par de ágiles pasos, desplazándose de manera aparentemente arbitraria, sin dejar de mirarlo. Con cada uno de ellos parecía flotar, liviana, elegante, de una forma inexplicable-. ¿No le gustan los espectáculos?¿Está viajando usted solo? ¿No le asusta un poco? -. Dejó ir una risa cantarina y delicada-. ¿Va quizás muy lejos? ¿O va cerca?

El hombre domador, por su parte, los observaba desde su posición, sin acercarse, pero tampoco continuando con su entrenamiento, con la bestia sentada a su lado, tranquila.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptySáb Jun 14, 2014 6:27 pm

Corbin, al verse perseguido, empezó a ponerse nervioso. No le gustaba el sigilo de aquella chica, ni su agilidad. Tampoco le gustaba su insistencia en hablarle. La miró de reojo, llevándose una mano al bolsillo, tomando uno de sus puños con aire un tanto molesto.

Corbin hizo una inclinación de cabeza, tan serio como siempre.

-Tengo prisa. Buenos días -habló, sin más.

Y, sin añadir más, se dio media vuelta y siguió su camino, apurando el paso.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyJue Jun 26, 2014 4:10 pm

La chica rió, cantarina, ante la respuesta de Corbin, y lanzó una fugaz mirada a su compañero, que seguía entre los árboles, escudriñando extrañado. Terminó por comenzar a acercarse a ella cuando el guerrero inició su alejamiento, pero la muchacha no parecía interesada en aguardarlo. Con las manos a la espada y el torso ligeramente inclinado hacia delante, lo persiguió, con pequeños y ágiles botes, dando un paso y luego otro, pero al mismo tiempo dando una sensación etérea de levitación, de vuelo. Terminó rodeándolo, de frente, retrocediendo mientras él avanzaba, cercándolo, a un metro de él, con una pícara mirada.

-Señor viajero, si es usted mercenario, si me permite la pregunta, ¿aceptaría un pequeño trabajo? Le ofreceríamos transporte y comida, si va hacia el este. Que eso parecía, viendo su rumbo. Aunque, si lo incomodo y no está interesado, me haré a un lado sin dudarlo. No soy de esas personas que no saben aceptar un no por respuesta, ¿sabe?

La chica dudó un instante, risueña, y terminó por sacar una de las dos manos que ocultaba tras la espalda, la diestra, que tendió a Corbin con ánimo y una gran sonrisa en su rostro maquillado, sin atisbo alguno de temor en sus ojos.

-Me llaman Violeta, señor, que sin presentarme quizás esté dando la imagen que no debo. Como el color, no como las flores.

El domador, por su parte, aguardaba apoyado contra un árbol cercano, a espaldas de Corbin, con los brazos cruzados y la bestia a sus pies, limpiándose una pata con la lengua.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyDom Jun 29, 2014 1:38 am

Corbin se sentía realmente molesto con la insistencia de la chica. O, al menos, de eso intentaba convencerse a sí mismo. Porque, conociéndolo un poco, cabía la pena especular que quizá no era tanto su insistencia como su rapidez y sigilo lo que molestaban al claritas. En cualquiera de los casos, en el momento en que ella lo adelantó y cercó por delante fue demasiado para él.

Tomando aire silenciosamente por la nariz, el hombre apretó el puño de acero en su mano y avanzó hacia ella, con intenciones claramente ofensivas. Tan solo las palabras de ella lo detuvieron, paralizando su movimiento. La mirada de Corbin, arisca, estaba fija en ella.

-¿Qué clase de trabajo? -preguntó entre dientes.

Por el rabillo del ojo, observó al domador y a su fiera, que bloqueaban su retaguardia. De nuevo, su mirada viajó hasta la chica, concretamente hacia su mano extendida. Con un soberano esfuerzo, Corbin bajó el puño de acero, lo guardó y extendió la mano hacia ella, estrechando la suya con fuerza bastante superior a la necesaria.

-Corbin -casi escupió, hostil.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMar Jul 01, 2014 1:51 am

La chica mantenía una sonrisa tan tranquila y ensoñado que llegaba a parecer que aquel maquillaje incluía la expresión, perenne. Dejó de parecerlo, sin embargo, cuando, al hacer su pregunta, Corbin, hizo que la sonrisa se ensanchase, y que la muchacha pasase a enseñar los dientes, tan blancos, que también parecían cubiertos de algún tipo de maquillaje extraño.

-¿Le interesan, pues, los trabajos? No somos una compañía muy grande, señor, y tenemos que hacer un largo viaje. No nos vendría mal un guardaespaldas, aunque no lo crea. Y, además... -. Se llevó las manos a la espalda, mordiéndose el labio inferior con expresión traviesa-. Teníamos un compañero que se ha ido, y nos ha dejado un número vacío. Y creo, señor, que encajaría tan bien en el perfil que hasta asusta. Es un trabajo fácil, pero a la vez no lo es, señor, y si cobra usted demasiado quizás deba retirar la petición, pero lo llevaremos y alimentaremos, si acepta, además de una pequeña remuneración. ¿Qué le parece?

El hombre, a su espalda, todavía cruzado de brazos, alzó ligeramente las cejas, curioso.

-Violeta tiene buen ojo para leer a la gente -comentó, como si llevase un buen rato hablando-. ¿No es, sin embargo, demasiado precipitado pedirlo a un desconocido de este modo?

-Claro que no -zanjó ella, con tono cantarín, mirando un instante a su compañero-. Tiene unos puños tan veloces como rayos. Solo él podría equipararse a Turk. ¿No es así, señor? ¿No es usted un guerrero consumado? ¿Qué me dice?
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyJue Jul 03, 2014 12:58 am

Corbin escuchó, tenso y atento, lo que la joven le proponía, y acabó por fruncir el ceño, poco convencido. Desde luego, le intrigaban las capacidades de aquella joven, pero no dejaban de parecerle un desperdicio utilizadas en un simple número circense.

Observó al domador y su fiera humillada con una mezcla de curiosidad y decepción. Al final, acabó por volverse hacia la mujer para responder a su propuesta.

-No me interesa el espectáculo -replicó, seco y seguro. Caviló un instante-. Pero no me importaría proporcionaros protección en el camino. Siempre y cuando vayáis en mi dirección.

Corbin no tenía, en realidad, el menor interés en proteger a nadie. Sin embargo, la idea de estar obligado no solo a preservar su integridad, sino también la de otros, le parecía un reto interesante. Además, la posibilidad de enfrentarse a algún posible atacante (uno que tratara de reducir a un grupo, y no a un único individuo) era verdaderamente tentadora.

Miró un instante al hombre, y de nuevo a la chica.

-Ya tengo un encargo entre manos, y no quiero retrasarlo -apuntó, reacio a ofrecer más detalles.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyJue Jul 03, 2014 1:55 am

La chica dejó ir una risa cantarina, entretenida, sin quitar los ojos de encima de Corbin ni un instante. Se balanceó adelante y atrás, sobre los pies, con aspecto juguetón, y no tardó en asentir con ánimo, como si aquello fuese exactamente lo que había esperado desde el principio.

-Con un mercenario como usted, señor, estoy seguro de que no tenemos nada que temer. ¿Y hacia dónde decía que iba? Si está dispuesto a acompañarnos, supongo, tendré que presentarle al resto de la troupe. Porque debería saber con quién viaja, señor, y ellos conocerlo a usted, si es que acepta, para lo mismo. Este es Ferox, por cierto, el más grande domador que jamás haya usted visto, y la fierecilla es Rayo, aunque sea de fuego.

-Un placer -dijo el hombre, sin más, con una sonrisa escueta pero agradable, acercándose para tenderle una mano.

Al verlo más de cerca, el hombre se delataba rápidamente como mestizo. Su complexión parecía flamma, por lo robusto, pero los ojos opacos denotaban algo de sangre chrysos, y sus rasgos mezclados dejaban difícil la elección. No obstante, no parecía emitir ninguna luz pese a la escasa de la zona, por lo que no era difícil imaginar a cuál pertenecía.

Corbin no tardó en ser guiado por ambos entre los árboles. Parecían estar seguros de a dónde se dirigían aunque, de hecho, serpenteaban entre los árboles de forma casi arbitraria, a la vez. Y, si bien llegaba a pensar que lo hacían para perderse, para burlarse, en menos de cinco minutos habían llegado a un claro en el que crepitaba un agradable fuego que no se había desvelado hasta estar a escasos metros, como si el muro de árboles fuese tan tupido como para tapar la luz. Aunque, de hecho, no lo era. Y en el medio, al lado de la hoguera, un carromato ajado tirado por dos karnikarsh, que parecía al mismo tiempo estropeado y en perfecto estado, recubierto con algunas telas y parches de colores, y con estrellas, lunas y otras figuras pintadas en algunos de los tablones.

-¡Traemos una visita! -exclamó Violeta, con tono cantarín, adelantándose-. ¿Eclipse?

Y, nada más pronunciar aquel nombre, una figura apareció junto a Corbin, sin perturbar siquiera el viento, envuelta en una capa y amparada por las sombras. Era un hombre, larguirucho, vestido de negro, y con la cara cubierta por las solapas de la capa. Un sombrero de pico, doblado poco antes de llegar a la punta, cubría con más sombras su rostro, debido al gran ala.

-¿Quién es este hombre? ¿Es acaso un bandido? -inquirió, con tono sombrío, pero un atisbo divertido en el fondo. Con un gesto teatral, sacó una baraja de algún lugar de su manga, y la extendió ante Corbin-. Coja una carta, caballero, pero no me la enseñe. Puede enseñársela al público, sin embargo, si así lo desea -comenzó a decir, animado, revelando un poco de la pálida piel de su rostro al alzar la cara.

Violeta dejó ir una risilla, desde su posición, y Ferox caminó hacia el carromato, seguido de su animal, entrando dentro. Asomó a cambio, de aquel mismo lugar, una mujer menuda de aspecto consumido, que parecía más joven cuanto más la mirabas, vestida con una túnica simple de color gris, con unas pequeñas gafas redondas, muy seria y silenciosa, que simplemente observaba.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMar Ago 05, 2014 3:15 am

Corbin miró al domador un instante, con una seriedad que ocultaba la ligera curiosidad que le inspiraban sus habilidades. A su saludo, se limitó a una muda inclinación de cabeza, tras lo cual se volvió a la locuaz joven, que parecía casi dispuesta a comprarle el alma.

-Me dirijo al este, siguiendo el curso del río -se limitó a decir.

Corbin siguió a la pareja sin contemplaciones, asegurándose de mantenerse a su altura en todo momento. No pudo evitar una aprobación interna cuando su campamento quedó por fin al descubierto, en el último momento. Sabían dónde asentarse, y eso decía mucho a su favor.

El claritas no pudo evitar recuperar una cierta hostilidad al sentir una figura junto a él, ante la que retrocedió un par de pasos, en guardia. Desde luego, aquella gente en sí misma podía suponer un entrenamiento interesante. Y cada vez estaba más convencido de que necesitaba encontrar el truco y aprender a descubrirlos.

Observó con desconfianza las cartas que el hombre ofrecía. Un mago, presumiblemente. Sería interesante descubrir hasta qué punto. Desvió un momento la vista de él para clavarla en la mujer que asomaba en la puerta de un carromato. De nuevo, se centró en el mago.

-Estoy más interesado en tu capacidad para ocultarte que en tus cartas -replicó, sin tomar ninguna.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMiér Ago 06, 2014 10:15 pm

Ya junto al carro, Corbin parecía encontrar cierta incomodidad en verse rodeado, repentinamente, de personajes tan pintorescos.
El mago, Eclipse, no borró la sonrisa ante las palabras del claritas. Con gesto teatral, sin embargo, se quitó el sombrero, haciendo una exagerada reverencia con este en la mano doblada sobre el plexo y la baraja cerrada en la contraria.

-Disculpe, caballero, pero un buen mago nunca revela sus trucos.

Y antes de que Corbin pudiese evitarlo, el hombre lanzó las cartas al aire. Estas se esparcieron, pero a medio camino en su ascenso estallaron, dando lugar a una densa humareda que se despejó en apenas un par de segundos. Para cuando pudo ver de nuevo, no había nadie frente a él. Sobre su cabeza cayó, lentamente, como si pesase lo que una pluma, el sombrero que el extraño hombre había llevado en la cabeza un momento atrás.
Una mano, a su espalda, se hizo con el sombrero, ágilmente. Al volverse, Corbin vería al mismo hombre larguirucho, vestido con ropas oscuras, y con una sonrisa burlona, que apenas había tenido frente a sí.

-Gracias por sostenérmelo -dijo este, realizando una nueva reverencia, y acomodándose el sombrero en la cabeza.

Ferox observaba la escena con una sonrisa ladeada, entretenido, apoyado contra el carromato con la bestia a sus pies, acomodada. Violeta, sin embargo, terminó por acercarse con movimientos veloces y aniñados y las manos a la espalda, colocándose ágilmente entre ambos, mirando a Corbin.

-Y aquí tienes a Incógnita. Es un caballero muy educado, señor Corbin. No se enfade con él -comentó, animada, dando un apretón suave en el brazo del hombre del sombrero. Luego, volviéndose hacia el carromato, la muchacha alzó un poco la voz-. Este caballero viaja siguiendo el río, como nosotros, ¿así que seamos hospitalarios, de acuerdo? -. Se volvió hacia él de nuevo, con una sonrisa afable, divertida-. Somos buena gente, señor Corbin. Pero, verá, nos falta un compañero en estos momentos, a parte del que le dije. Sería más correcto decir que nuestro director no se encuentra con nosotros ahora mismo. ¡Y es fácil darse cuenta de que una troupe sin director no llegará a ningún sitio! Así que, señor Corbin, nos separaremos del río por un par de días. ¡Ahorrará tiempo de todos modos! Simplemente es un pequeño rodeo. Pero lo informo de todos modos para que no piense, señor, que nosotros, los artistas ambulantes, somos mala gente. ¿Qué le parece? ¿Sigue el trato en pie?

Violeta lo miraba, risueña. Incógnita seguía a su espalda, con aspecto relajado. Ferox, por su parte, lo observaba desde el carro, junto a la muchacha de las gafas, y Corbin podía ver, si forzaba la vista un poco, la cabeza de un hombre idéntico a Incógnita saliendo del carro, asomada: Eclipse.
Todos lo observaban con curiosidad, cada uno a su manera, pero no parecía haber malas intenciones en ninguno de ellos.

La escueta luz del sol, la poca que podía verse allí, caía lentamente. Ya solo la hoguera alumbraba, en aquel instante.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptySáb Ago 23, 2014 6:21 pm

Aquel hombre, Eclipse, no le gustaba. Violeta tampoco le había inspirado ninguna simpatía, pero al menos ella no parecía guardar secretos. Simplemente, daba la sensación de que aquella era su forma natural de ser. Una forma que, sin poder evitarlo, Corbin envidiaba. Y, de hecho, estaba cada vez más convencido de que tenía que aprender lo que aquellos circenses practicaban. En cuanto al mago, el claritas tenía la sensación de que era mucho más artificioso, de que ocultaba algo conscientemente, y eso no le inspiraba confianza.

Los oídos permanecían atentos al conjunto, pero los ojos estaban fijos en Eclipse. Todo el cuerpo del claritas estaba en aquel estado de relajación aparente, ocultando la tensión con la que se mantenía preparado para lo que pudiera pasar. Por eso, su gesto no mudó cuando las cartas estallaron en el aire. Se limitó a buscar al mago con urgencia, y cuando sintió algo sobre su cabeza, se apresuró a agarrarlo.

Tarde. Eclipse, de pronto tras él, ya había recuperado su sombrero. El gesto de Corbin seguía inmutable, pero en su interior no podía evitar una cierta indignación, casi ira, con respecto a la facilidad con que el artista parecía estar jugando con sus sentidos.

Pero su ira aún fue mayor cuando comprendió lo simple del truco. Echó un rápido vistazo al hombre que tenía ante sí, tratando de encontrar algún rasgo distintivo en él, sin mover más que los ojos, estático.

Tardó incluso un momento en volverse hacia la chica cuando esta habló. Cuando lo hizo, su ceño no tardó en comenzar a fruncirse, como llevaba ya un tiempo pugnando por hacer. Escuchó su discurso al completo, y a continuación pasó una mirada en torno al campamento. Después de todo, era imposible no sentirse observado en aquellas condiciones. Sus ojos pasaron de Violeta al resto del grupo, escrutándolos en silencio uno por uno, antes de volver a la joven.

-No puedo perder el tiempo -habló por fin, con un suave murmullo, como le era habitual. Sin embargo, en su voz había cierta dureza-. Debo asegurarme de que todo tenga un valor personal. Y, si doy un rodeo, tendrá que ser en pos de una compensación. Si de verdad tenéis algo que ofrecerme, os seguiré en vuestra ruta. En caso contrario, la misión que me ha traído hasta aquí sigue incumplida.

Corbin seguía manteniendo todos sus sentidos alerta, pero de nuevo los ojos estaban quietos, al igual que todo él. Ni siquiera parecía respirar. Trataba, pese a la escasa luz, de encontrar todos los detalles en la silueta que tenía ante sí, como si temiera que, una vez más, se tratase de un simple truco.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyDom Ago 24, 2014 2:51 pm

Al descubrir que no eran otra cosa que gemelos, Corbin trató de buscar un rasgo diferente en Incógnita, pero era como estar mirando al otro hombre, incluso por las ropas. Este, sin embargo, no tardó demasiado en despedirse, con una reverencia entretenida, e ir junto a su hermano.

Frente a la respuesta de Corbin, dura, severa, Violeta solo pudo sonreír con una picardía especial, encantada, como si aquello fuese lo que llevaba queriendo oír desde siempre.

-Por supuesto, señor Corbin -canturreó, convencida, asintiendo-. ¿Cómo íbamos a no compensarlo? No vamos a contratarlo sin ofrecerle nada a cambio. ¿Qué le parece esto, señor? Si viene con nosotros, le enseñaré algún truco.


Los ojos esmeralda de la muchacha lo miraron, divertidos, con intensidad, pidiendo a gritos su respuesta. La sonrisa creció en su rostro blanco, en sus pequeños labios rojos, cuando Corbin, finalmente, asintió.

-Entonces suba al carro, señor -canturreó de nuevo, dando una vuelta y encarándose con sus compañeros-. ¡Partiremos enseguida!


Dos días viajarían lejos del río, al parecer, uno a la ida y otro a la vuelta, si todo iba bien, le explicó Ferox durante la noche, en el turno en el que ambos estaban juntos en el carromato, mientras Eclipse conducía. Incógnita leía en la penumbra, con una sonrisa suave en los labios, mostrándose más tranquilo, hasta el momento, que su hermano. Rayo, por su parte, se hallaba tumbado contra la pared opuesta, y se acicalaba, lamiéndose las patas delanteras y limpiándose el rostro con ellas como haría un gato gigante. Violeta, por su parte, se acurrucaba a unas mantas, casi pegada al leanidus, dándoles la espalda al resto, y más silenciosa de lo que había estado en todo el día.

-¿Me permite preguntarle de dónde viene? -inquirió Ferox, tendiendo a Corbin algo de carne seca y un trozo de pan-. En los caminos se encuentra a mucha gente con secretos, así que respetaré que no responda, por supuesto -aclaró, tranquilo, comiendo un poco él mismo.

La muchacha de las gafas, por su arte, también seguía despierta, y miraba al frente tranquila, como si estuviese apagada. No había dicho palabra ni hecho amago de ello desde que se habían juntado.

-¿Qué trucos desea aprender? -continuo Ferox, tras haber tragado-. No parece un hombre interesado en el espectáculo, si me lo permite, así que supongo que busca fuerza en ellos-. Negó un momento con la cabeza-. Disculpe si lo molesto. Quizás quiera dormir -se apresuró a decir, terminándose el pan.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMar Ago 26, 2014 6:20 pm

Una vez Corbin hubo aceptado el unirse al grupo, no tardaron mucho más en partir. Permaneció en el carromato, sentado junto a Ferox y algunos miembros más de la troupe, mientras el domador se dedicaba a darle conversación. Corbin no era un gran conversador, pero, escuetamente, respondía a lo que el hombre le decía. Rechazó, sin embargo, la comida que se le ofrecía, alegando que podía servirse con la propia.

-No guardo grandes secretos -lo corrigió el claritas cuando él lo comentó-. Provengo de Brontë. Sirvo en el ejército.

Y, tras esto, volvió al silencio. No tardó en hablar de nuevo, cuando una vez más, su acompañante preguntó.

-Estoy interesado en vuestras habilidades de discreción -indicó, más complacido por aquel tema de conversación, que seguía resultándole un punto sobre el que dar vueltas-. Sigilo, camuflaje. También en vuestra rapidez y capacidades de distracción. No me interesa el espectáculo, pero creo que son habilidades que siguen siendo útiles en batalla.

Negó con la cabeza.

-Prefiero seguir el horario nocturno si voy a estar acompañado -explicó-. Puedo controlar mejor la situación, y de día contaré siempre con una ventaja con respecto a los nativos si surge algún imprevisto.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMiér Ago 27, 2014 5:24 am

La conversación trascurría tranquila. Ferox se mostraba interesado por todo lo que Corbin quisiese contarle, haciendo alguna pregunta sobre Brontë, explicando lo que él mismo había oído al respecto, y lo que otros a los que conocía opinaban. No era una conversación demasiado profunda, y al final trataba más sobre saciar la curiosidad del hombre sobre un ejército como aquel y su funcionamiento que sobre la propia vida de Corbin.
También hablaron algo de las habilidades circenses: Ferox le explicó que todos ellos ensayaban, o entrenaban, mucho todos los días, y que cada uno contaba con habilidades propias, pero no llegó a dar ninguna pista sobre el funcionamiento de estas. Parecía un tema especialmente delicado. Al fin y al cabo, en el secreto residía el truco.

En algún momento la mujer de las gafas se movió, finalmente, rotando la cabeza hacia Corbin, como si se tratase de una figura articulada, y no de una persona. Despegó los labios, y de ellos salió una voz monocorde, tendiendo a aguda, que espaciaba las palabras de una forma extraña.

-Llegaremos al lugar en cuatro horas y treinta y dos minutos -dijo, y aunque mirase a Corbin no parecía que hablase con él en particular-. Debería dormir, señor. Le van a hacer falta fuerzas -añadió luego, con el mismo tono. Pero por mucho que pareciese hablar al aire, entonces sí que fue evidente que se dirigía a él.

La mujer calló, volviendo a mirar al aire. Sus ojos se perdieron entre los tablones de madera. Desde su rincón, Incógnita dejó ir una suave risa divertida.

-Yo escucharía lo que dice Fortuna -comentó, pasando distraído algunas páginas del libro, que terminó por cerrar, pasando a acomodarse tranquilamente contra la pared, cruzando los brazos tras la nuca y una pierna sobre la otra rodilla-. Raras vecesse equivoca -añadió, con tono misterioso, cerrando los ojos.

Ferox dejó ir una risa suave, negando un par de veces, y murmuró algo por lo bajo, entretenido. Fortuna se volvió de nuevo, sin embargo. Cada movimiento que hacía parecía tenso, repentino.

-Derecha, derecha, señor -murmuró, con voz apagada, con las pupilas clavadas en sus ojos-. Izquierda, derecha, abajo, izquierda, atrás. Solo así podrá hacerlo bien.

Y su vista volvió a perderse en algún punto del espacio, ausente de nuevo, como si aquella mujer no hubiese dicho nada durante toda su vida.

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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyMiér Ago 27, 2014 7:24 pm

Corbin respondía a las preguntas del domador, sin dar demasiada información al respecto. Se limitaba a rellenar los silencios que así lo pedían, en una conversación banal. Aunque, poco a poco, parecía hacer esfuerzos en añadir algo a la conversación. Sobre todo cuando esta comenzó a girar en torno a temas relacionados con los trucos circenses. El entrenamiento era algo que compartían, descubrió, pero Corbin seguía sin saber nada al respecto.

Cuando la extraña mujer, la que no parecía viva, habló, Corbin la observó con desconfianza. Ante la insistencia del personal, y a sabiendas de que, después de todo, había accedido a servirlos, Corbin acabó por acceder a dormir un rato. De todas formas, sabía de antemano que no iba a ser un sueño profundo, pues estaba demasiado alerta para ello. En cualquier caso, nunca era un sueño profundo.

Antes de llegar a disponerse a dormir, Corbin oyó lo último que Fortuna decía. La observó fijamente, sin entender pero dispuesto a memorizar lo que decía. Derecha, derecha, izquierda, derecha, abajo, izquierda, atrás. No tenía ningún sentido para él, pero el misterio con que actuaban aquellas extrañas gentes le hizo plantearse que, tal vez, cobrara un sentido más adelante.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyVie Ago 29, 2014 1:16 pm

Finalmente, Corbin decidió conciliar el sueño, aunque manteniéndose siempre alerta a todos los posibles problemas que sucediesen durante el viaje. Aunque la guarda no hubiese hecho falta: los caminos eran tranquilos y no hubo ningún incidente que, siquiera, lo hiciese despegar los ojos un instante. No, por lo menos, hasta algunas horas más tarde, cuando pudo sentir una presencia cerca de sí, y una caricia extraña. Al abrirlos pudo ver, cerca de su rostro, aunque respetando todavía su espacio, la maquillada cara de Violeta, que lo contemplaba con suma curiosidad y expresión concentrada. Sin duda, comprendió el guerrero, se habría acercado con aquellas habilidades suyas, y el roce que lo había despertado debía de haber sido una caricia de la ropa de la muchacha contra su cuerpo.

-Ah, ha despertado, señor -canturreó la muchacha, alejándose un poco, irguiéndose. El resto de los miembros de la trope estaba en sus sitios, sentados, y Ferox parecía dormir junto a Rayo-. Estamos a punto de llegar ya. Vi propicio avisarlo, si ello no le incomoda.

Se acercó varios pasos de él, aproximándose a la boca del carro, que mostraba un paisaje que cambiaba lentamente a medida que los animales tiraban. Sin embargo, no tardó ni dos minutos en detenerse.
Estaban en campo abierto, pero se escuchaba algo de jaleo. Cuando se asomaron, Corbin pudo ver un único edificio en una zona en la que se cruzaban varios caminos: una posada, y aunque poca luz brillaba en la zona, parecía llena.

Todos se apearon, dejando el carro a un lado, donde no estorbaba. Había algunos más por la zona.

-Nuestro director está aquí, o eso se dice. ¿Nos haría el favor de acompañarnos dentro? -pidió, con una sonrisa simpática, algo infantil.

Ferox ya le llevaba la delantera, y estaba a punto de entrar a la posada. Ella lo siguió con pasos largos y divertidos. El resto, según parecía, se quedaban vigilando el carro, y los observaban, sin más. Eclipse contemplaba a Corbin con una sonrisa de disfrute, casi.

Encargos de Madame: La daga de Corbin. Tabernacorbin

El revuelo en la posada era considerable, y las bebidas corrían de un lado para otro, como si fuesen gratis. Entre las personas que allí había, no estaba claro si los grupos estaban o no estaban diferenciados, pues la gente tenía a entremezclase y hablaban unos con otro. Parecían, en su mayoría, mercaderes, aunque otros, con aspecto más rudo, parecían mercenarios, o incluso bandidos.

Feroz y Violeta se acercaron a una figura que se situaba en una de las mesas del fondo. Estaba sola, imponente. Tenía varias cervezas en la mesa, sin embargo, como si estuviese acompañada. Corbin no tardó en comprobar, sin embargo, cuando la mujer bebió, que eran todas para sí.

Encargos de Madame: La daga de Corbin. Warrior_woman_by_eliz7-d4cldl2

-No me lo puedo creer -comentó, con una carcajada, dejando la jarra en la mesa y salpicando sobre esta-. ¡¿De verdad habéis vuelto?! No os cansáis nunca. ¡Muy bien! -exclamó, jocosa-. Os lo enseñé yo, al fin y al cabo-. Miró entonces a Corbin, con semblante anodino-. Soy Tormenta de Fuego, mercenaria y exdirectora de los artistas más patanes que jamás hayas visto. ¿Quién eres tú? ¿Eres el que viene a desafiarme y caer como el resto?

Se mostraba tranquila. Ferox y Violeta se habían echado a un lado, sin intervenir.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyVie Ago 29, 2014 2:19 pm

Corbin durmió de un tirón, aprovechando en condiciones su descanso hasta que un ligero roce lo despertó. Entonces, de golpe, tan hosco y huraño como solía, extrajo a toda velocidad uno de sus puños del bolsillo y lo puso ante su cara, dispuesto a atacar a quien quisiera que hiciera falta. Se encontró una cara maquillada que lo hizo fruncir el ceño. ¿Cómo había conseguido acercarse tanto? Era frustrante.

Sin mediar palabra, siguió a la chica hasta la boca del carro, asomándose y observando el exterior. Tal y como ella había dicho, no pasó mucho tiempo más antes de que el viaje llegara a su fin y el carromato se detuviera. Corbin observó con desconfianza la posada, aquel edificio solitario pero bien concurrido.

Sin entender muy bien qué interés tenía que él se acercase a conocer al jefe, y sin mucha confianza en la taberna en sí misma, Corbin siguió a los dos artistas con gesto algo sombrío. Sin decir una palabra, entró en la taberna siguiéndolos, y avanzó con ellos hasta una figura femenina que, solitaria, ocupaba una mesa repleta de bebida.

Corbin la escuchó mientras hablaba, y miró de reojo a sus acompañantes, preguntándose dónde lo habían metido. Entonces se volvió hacia la mujer que estaba sentada a la mesa, con aire algo arisco pero notable firmeza.

-No sé nada de ningún desafío -declaró-. Simplemente se me ha pedido que mejore la seguridad del grupo durante el tiempo que coincida nuestro viaje. Si hemos venido hasta aquí es porque ellos querían hablar contigo, no yo, así que es a ellos a quienes debes dirigirte.

Empezaba a ver por dónde iban los tiros, y una leve frustración empezaba a apoderarse de él. Nunca debió unirse al grupo. Volvería al camino y seguiría, para completar su misión. Sin retrasos ni interrupciones.

Dio un paso atrás, haciendo un gesto hacia sus temporales compañeros, como invitándolos a decir lo que tuvieran que decir. Él, por su parte, no tenía más que añadir a aquel encuentro.
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MensajeTema: Re: Encargos de Madame: La daga de Corbin.   Encargos de Madame: La daga de Corbin. EmptyDom Ago 31, 2014 8:19 pm

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Tormenta de Fuego contemplaba a Corbin con una sonrisa burlesca mientras este hablaba, llevándose a ratos la cerveza a los labios, sin interrumpirlo en ningún momento. Ferox y Violeta estaban muy serios, sin embargo. Fue la menuda chica la que intervino cuando el guerrero de Brontë le cedió el turno, dando un paso adelante, frunciendo el ceño, lo que daba un aspecto extraño a su rostro maquillado.

-Disculpa la insistencia, Directora -comenzó la muchacha con voz dura-. Este no es otro que un caballero que nos acompaña para protegernos de las fieras que osen atacarnos, o de los bandidos-. Sonaba fría, lo que contrastaba con su actitud habitual, y no despegaba los ojos de la flamma, que parecía muy entretenida con la situación. Esta, sin embargo, sí dedicó un breve vistazo al claritas, casi despectivo-. Y está en lo cierto, Directora. Hemos venido a recuperarla. Turk se ha marchado también, aludiendo a la humillación que usted le causó, buscando objetivos mayores. Quiero que se enmiende, señora.

La mujer se echó a reír enseguida, con unas carcajadas tan sonoras que muchos de los que montaban alboroto se callaron y volvieron hacia ellos curiosos por unos segundos. Golpeó la mesa con la palma abierta, haciendo caer una jarra de cerveza semivacía, e, inevitablemente, su líquido.
Ferox estaba muy tenso.

-Por favor, Violeta, cariño -dijo finalmente, cuando fue capaz de recuperar la compostura-. ¿De verdad vas a venirme con esas a estas alturas? Turk no era más que un patán con aires de grandeza que se creyó que podría superarme. Casi habéis ganado con perderlo, sinceramente -comentó, haciendo girar la jarra que todavía tenía en la mano-. Búscate un trabajo diferente. No voy a volver con vosotros. Y mucho menos si no habéis sido capaces de derrotarme. Lo recuerdas, ¿no? -. Miró a Corbin con intensidad mientras hablaba-. Si no sois capaces ni de tocarme, ¿cómo queréis ser dignos de que os dirija? -. Se acabó la jarra de un trago largo-. Sois unos verdaderos inútiles.

Violeta estaba enfadada. No había dicho nada, y simplemente fruncía el ceño con suavidad, pero era evidente en alguna especie de aura que la rodeaba.

-¡Yo me enfrentaré a ti, Tormenta de Fuego! -chilló, y su voz sonaba imponente pese a su menudez.

Ferox se tensó al instante, alarmado. La flamma rió con más ganas que antes, si aquello era posible.

-¿Tú? -inquirió, con desdén, mirando a la delicada Violeta, que no titubeaba-. Esto va a ser fácil -se burló, levantándose y tomando el hacha que llevaba desde el principio apoyada contra la pared-. Pero hoy será la última vez que responda a vuestras provocaciones, artistuchos de pueblo. Estoy harta de perder el tiempo con vosotros.

Caminó hacia la salida, pasando al lado de los tres. Violeta le fue detrás sin esperar demasiado. Ferox, sin embargo, detuvo a Corbin, muy serio.

-Señor, por favor. Sé que esto no es asunto suyo. Todos comprendemos que no lo es. Pero ahora que ha visto a nuestra exdirectora creo que comprenderá... Quiero pedirle un favor especial. ¿Cree que podría derrotarla? Esto será lo único que me vea pedirle jamás, y acepte o no lo haga, no le recriminaré nada. Aunque si vence, créame..., lo recompensaré-. Apretó los puños, bajando la vista un instante-. No me puedo creer que esta sea la última oportunidad -murmuró, para sí.

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