Encargos de Madame: La daga de Corbin.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin se encogió de hombros, con cierto desinterés.

-Iba en busca de amenazas potenciales -explicó-. Encontré una y la eliminé. Ahora ya está todo en orden, por lo que parece. Este sitio es de lo más tranquilo.

Frunció ligeramente el ceño. Lo cierto era que ni siquiera se lo había planteado. Aquella era, ya, otra misión más, una que cumplir hasta que llegase al mayor de los encargos. Negó con la cabeza.

-Tengo un trabajo que cumplir con vosotros -le recordó-. Y aún espero obtener algo a cambio. No veo ventaja en marcharme ahora. Tampoco parece que tengáis intención de seguir engañándome.

Corbin asintió, serio, mirándola.

-Deberíamos ir, entonces -dijo solamente.

Mensajes : 1439

Cuando Corbin mencionó la palabra "eliminar" la sonrisa de Violeta se extinguió con lentitud, aunque no por completo. Ella asintió suavemente, dejando que su mirada cayese al suelo un momento, con gesto algo apagado, pese a la curva dulce que no abandonaba sus labios jamás.

-Acostumbramos a seguir caminos tranquilos siempre que podemos, señor -le explicó, pausada-. No nos gustan los conflictos. Somos artistas, no guerreros.

No fue hasta las siguientes palabras del claritas que ella sonrió de nuevo, y un leve asentimiento meció su rostro, con calma.

-Por supuesto que lo tengo en cuenta, señor. De hecho, le estoy muy agradecida. De no ser por usted, Tormenta de Fuego no habría regresado. Quería darle las gracias personalmente, señor Corbin.

Sonreía, aunque de una forma extrañamente satisfecha. No obstante, esta cambió una vez más cuando él accedió a regresar.

-Oh, por supuesto, señor. No quiero entretenerlo. Disculpe. Y menos habiendo venido yo misma para ello.

Un halo extraño la rodeaba, difícil determinar. Una especie de nerviosismo sutil, o quizás cansancio. No obstante, al instante siguiente parecía como siempre, como si fuese, simplemente, más ligera que lo que la rodeaba.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin la escuchaba, y asintió en silencio. En aquel caso, entonces, no habían acertado del todo, pero las posibilidades de otras amenazas se reducían. En cualquier caso, igual que se habían equivocado aquella vez, podían volver a equivocarse, así que no pensaba bajar la guardia tan fácilmente.

-En cualquier caso, ahora hay un problema menos -resolvió-. Si de verdad el camino es tan tranquilo, será muy improbable que surja algún otro.

Corbin asintió de nuevo, mirándola fijamente.

-Fue un encuentro interesante -reconoció-. Aunque el hecho de que Fortuna me hubiera dado la respuesta desde el principio lo desencantó un poco. Tormenta tiene grandes habilidades, y es una lástima que se limite a utilizarlas así -. La contempló fijamente, preguntándose por qué ella misma no había podido llevar aquel asunto hasta el final. A fin de cuentas, si Fortuna había hablado con él, no había motivos para que ella no hubiera sabido desenvolverse de la misma forma. O mejor, incluso, ya que conocía a la flamma-. Tu forma de combate también era interesante. Nunca había visto a nadie luchar así. Tiene un aura particular. ¿Por qué pudo contigo tan rápido?

Con un par de pasos, Corbin se puso a su altura, iniciando así la marcha.

Mensajes : 1439

Mientras Corbin hablaba ambos avanzaban hacia el campamento, aunque Violeta no lo hacía demasiado rápido; sus pasos eran cortos, cuidados, escogidos, y retrasaban un poco la marcha. Terminó por detenerse, cabizbaja, cuando él preguntó.

-Tormenta también es una artista en su corazón, aunque ella quiera engañarse y se comporte así -discrepó, con tono algo sombrío-. Como yo lo soy. Si no puedo derrotarla es porque ella es mas poderosa que yo, y nunca me lo permitiría a mí.

La joven recorrió el oscuro suelo con la mirada, deteniéndose en algunas de las plantas que brotaban, o en los desniveles. No sonreía ya, entonces.

-Puede, señor Corbin, que usted piense que lo que hacemos nosotros es un desperdicio, que podríamos aprovecharlas combatiendo. Pero nosotros no queremos combatir. Y si hubiese que hacerlo, señor, si no quedase otra opción, supongo que todos acabaríamos cediendo-. Lo miró, arrugando suavemente las cejas-. Ni siquiera Tormenta lo desea -. La pequeña artista dibujó una nueva sonrisa algo apagada-, aunque ella crea que sí. O quiera creerlo, más bien. Dijo que venía con nosotros pese a su derrota, señor Corbin, porque usted le generaba curiosidad y quería conocerlo. Disculpe que le diga esto, porque no es que crea que usted no la haya impresionado, pero creo que esa mujer tan orgullosa solo necesitaba una excusa, ¿sabe? Las personas son complicadas e ilógicas, pero un artista debe saber comprenderlas para poder llegar a ellas-. Violeta suspiró, risueña, abatida-. Me gusta creer que yo la comprendo y que puedo alcanzarla, pero Tormenta cierra sus oídos y se niega a escuchar. ¡Pero somos una familia, señor! Y yo no voy a dejar que ella que huya de lo que realmente siente y se esconda tras esa identidad que no es la suya.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin avanzaba junto a Violeta, sin prisa, escuchando en silencio. Cuando la chica se detuvo, llegó a avanzar un paso más antes de girarse para mirarla. Se preguntó si estaría ofendida. Lo había parecido antes, y de nuevo mostraba una seriedad que no era habitual. O no era habitual en lo que Corbin había visto de ella que, pensaba el claritas, no era demasiado para concluir su actitud natural.

-Creo que no lo has entendido -respondió, con voz suave-. No creo que sea vuestra obligación dedicaros a la guerra. Incluso yo, que vivo de ello, no lo disfruto especialmente. Entiendo que existen otras inclinaciones. Considero que aquellos que son dignos de respetarse lo son porque demuestran su fortaleza, y me parece un requisito imprescindible en un guerrero. En vuestro caso, simplemente me parece llamativo que, teniendo las habilidades que tenéis, no os dediquéis a ello. Es una cuestión de aptitudes, no de correcto o incorrecto.

Guardó silencio un momento, pensativo.

-En el caso de Tormenta, supongo que la decisión no es más que suya -concluyó-. Es lo que sucede con todos.

Mensajes : 1439

Ante las palabras de Corbin ella sonrió, de una forma más suave, como si aquellas la hubiesen relajado. Se acercó a él, enfrentándolo, mirándolo, sin tocarlo pero sin respetar tampoco por completo la distancia que había normalmente entre dos personas. Parecía hacer aquello a menudo, entrar en el espacio personal de los demás, y casi, de alguna forma, era como si Violeta no fuese consciente de aquello.

-Dijo que le gustaba la literatura, señor. Se refería a leerla, a crearla... ¿o quizás a ambas? Podría decir que sí parece usted un hombre de libros, si me lo permite. A mí también me gustan los libros, aunque prefiero la música, ¿sabe?

Entonces le dio la espalda, aunque sin apartarse. Un viento pareció soplar especialmente para mecer un momento su cabello anaranjado. Y por un instante Corbin pudo haber tenido la repentina sensación de ver extraño que no hubiese sido ella arrastrada con aquel viento, tal parecía su ligereza.

-Quizás ella acabe odiándome por mi insistencia -. De nuevo parecía decaída, no obstante no se detuvo-. Pero es algo que he decidido hacer. No voy a dejar que ella, sin más, olvide lo que desea.

Dicho aquello, Violeta recuperó la marcha. No tardaron mucho más en llegar al claro, donde el grupo estaba. El olor a comida inundaba la zona.
Eclipse los recibió con inofensivas bromas, aunque su mirada entretenida hacia ambos revelaba otras que solo pensaba. Violeta, risueña, se asentó junto a Fortuna, a la que hablaba recibiendo escuetas respuestas tan bajas que si uno no veía a la muchacha de gafas diría que lo hacía sola. Ferox e Incógnita debatían sobre un número, y Tormenta de Fuego simplemente comía con una sonrisa, haciendo algún comentario mordaz de vez en cuando, cuando lo veía conveniente, evitando siempre mirar a Violeta, que hacía lo mismo. Solo que era tan sutil, tan casual, que si uno no se fijaba podría creer, simplemente, que no era deliberado.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin asintió, firme.

-Prefiero la lectura -explicó-, aunque también he intentado escribir alguna vez. Nada que valiera la pena, realmente.

Cuando ella se dio la vuelta, Corbin permaneció donde estaba, con un guardaespaldas, esperando a que iniciara la marcha. Tampoco respondió a sus palabras. Simplemente, la siguió cuando la joven echó a andar.

Corbin supo por el olor a comida cuándo estaban ya cerca del campamento. El primero en salir a recibirlos fue uno de los gemelos, y Corbin, sin prestar demasiada atención a sus bromas, respondía a sus palabras escuetamente, cuando lo veía conveniente. No tardó en sentarse junto al resto, en un extraño silencio, con más ánimo observador que participativo.

No dejaba de resultarle una situación de lo más extraña. Por una parte, el hecho de aceptar alimentos cuyo origen no conocía, aunque ya se había acostumbrado a hacerlo en Brontë, no dejaba de ser incómodo. No podía evitar contemplar con atención la comida, olerla, removerla, antes de decidirse a probarla. Por otro lado, aquel ánimo festivo a su alrededor, tanta charla, tanta interacción, llegaban a resultar abrumadoras.

Mensajes : 1439

Tras la cena el grupo se fue a descansar. Había guardias, aunque Violeta hubiese mencionado que elegían siempre sitios seguros para desplazarse, pero aquella noche no pasó nada, y al día siguiente reiniciaron la marcha.

Viajaban de aquella forma. Gran parte del día se desplazaban, continuamente, parando para comer, haciendo un par de breves pausas para el descanso de los animales, y por la noche, lo que en Caligo era noche, se dispersaban un poco, ensayaban, cenaban y luego descansaban. Violeta había decidido, además, que debía pagar a Corbin lo establecido, y le pidió el segundo día que fuese con ella, si así lo deseaba, para acompañarla en su entrenamiento, permitiéndole observarla e imitarla, o intentarlo al menos, aunque por mucho que mejorase parecía no poder aspirar a alcanzar lo que ella hacía. Si preguntaba se encontraría simplemente con una sonrisa y la frase "muchos años de práctica" canturreada con tono entretenido, divertido, pero no burlón.

Una noche se cruzaron con unos comerciantes por los caminos, y decidieron cenar juntos. Eclipse e Incógnita dieron un espectáculo lleno de bromas y magia que hacía reír a los comerciantes y a sus propios compañeros, y a cambio los hombres compartieron con ellos algunos de los alimentos exóticos que transportaban, amenizando la cena con algunas de sus historias.

Pasaron también por un pueblo pequeño, en el que se detuvieron a comprar, y a aquella tarde Eclipse se armó con un laúd y Violeta se atavió con un traje de colores vivos, aunque muy diferente al que Corbin le había visto la primera vez, con una falda vaporosa y pulseras doradas en las muñecas y los tobillos. También Ferox se había caracterizado, con un chaleco abierto de color verde y unos pantalones beige, abombados.

-Vamos a actuar para los niños en la plaza del pueblo -le dijo Violeta a Corbin, mientras colocaba grandes aros en sus orejas-. No es un gran espectáculo, pero será divertido. Si quiere venir hágalo, señor -lo animó, con una sonrisa.

-Es un cuento flamma -le explicó Eclipse, divertido-. Con una bestia como Rayo hacemos las delicias de niños y mayores, y con una pequeña flor como Violeta... -terminó, con un tono que incitaba a la suave burla.

También Fortuna iría, e Incógnita, pudo ver luego Corbin, y Eclipse solo tocaría. Tormenta, sin embargo, indicó que ella no haría más que ver.

Edad : 33 Mensajes : 1068

El viaje continuó con tranquilidad. Para Corbin, ganó especial interés a partir del momento en el que Violeta le ofreció la oportunidad de unirse a sus entrenamientos. La chica no daba grandes explicaciones, sino que se limitaba a dejarse observar. Corbin tampoco exigía. No a ella, al menos. Él se dedicaba a intentar imitarla, dejando de manifiesto su torpeza al hacerlo, aunque también una clara determinación. Incluso si el viaje de ellos, frente a los años de práctica de la chica, no eran suficientes para darle una formación, obtendría cuanto pudiera de la experiencia.

Cuando se detuvieron en un pueblo, preparándose para una función, Corbin no puso objeciones. Los observaba, tranquilo, manteniendo la atención en los detalles. Cuando ellos explicaron qué iban a hacer, aceptó la invitación de Violeta de asistir entre el público. Tenía curiosidad de ver hasta qué punto explotaban sus habilidades en escena, ya que tanto decían desvivirse por ello.

Permaneció, pues, junto a Tormenta.

Mensajes : 1439

El pueblo no los recibió porque no los esperaban, pero al llegar a la plaza los artistas se desenvolvieron como si hubiesen sido invitados, montando apenas un par de decorados tan simples que necesitaban de cierta imaginación y contexto para imaginar lo que eran.
Lo primero para ellos fue hacer un reclamo, aunque su aspecto pintoresco ya atraía miradas. Procedieron animados, sin embargo, atrayendo a la gente que pasaba. Algunos se detenían, curiosos, en torno a la troupe, contemplando con cierto interés los malabares de Eclipse, o participando con Incógnita en algunos juegos de cartas. Después, cuando ya se había reunido una buena cantidad de personas ociosas, que ya mostraban una actitud positiva hacia ellos, y un buen número de niños que reían en las primeras filas ante los juegos de los gemelos, Eclipse se apartó, tomando un laúd, y rasgó las cuerdas un par de veces, llamando la atención sobre él.
Carraspeó, teatral, con una sonrisa en los labios que reflejaba una gran satisfacción, y entonces comenzó a hablar con voz clara y expresiva, guiando al público por la historia con habilidad.

Era una historia simple, con romance, humor y el misterio justo para dejar a los niños boquiabiertos algunas veces. Violeta, una delicada bailarina ignita, era perseguida por el jefe de una tribu nómada del desierto, interpretado por un Incógnita muy cambiado debido al maquillaje y las ropas, que quería impresionarla con sus riquezas y hacerla suya, ganándose la antipatía del público con sus frases viles y sus acciones igual de malvadas, ayudándose de los trucos de una bruja, o Fortuna, cuyo diálogo, algo más extenso que en la vida real, seguía siendo escaso. Ferox, por su parte, en papel de héroe, trataba de proteger a la muchacha de sus males, enamorado de ella tras haberla visto danzar, y no parecía el único, si uno se fijaba en los rostros de aquellos que habían presenciado también los etéreos bailes que representaba la pequeña Violeta, con una delicadeza especial, y tan ajena al público que llegaba a parecer que de verdad se hallaba en Ignis, en medio del desierto, bailando, a tantos kilómetros de allí.
La actuación, sencilla y concisa, estaba plagada de bromas, tanto por las graciosas situaciones como por las intervenciones de Eclipse, en papel de narrador, que nunca evitaba hacer comentarios mordaces, con intenciones, que arrancaban carcajadas a grandes y niños. Además, los golpes de efecto que la troupe daba al espectáculo con trucos y artefactos llegaron a impresionar a más de uno.
Para culminar la historia, en último acto de maldad, el malvado jefe flamma obligó a la bruja a transformar a Ferox en una bestia. Muchos gemidos de impresión sonaron cuando Rayo, oculto hasta entonces, saltaba sobre la indefensa Violeta, sin que ella supiese que aquella bestia era de verdad su amado, creyendo que aquel ya estaba muerto. Y los niños negaban angustiados cuando ella pedía al jefe que por favor la salvase de aquella bestia, prometiendo que a cambio cedería, que se casaría con el, aunque fuese infeliz toda la vida.

Al final de la historia todo se solucionaba, por supuesto. La bruja, harta de los abusos del jefe, terminaba plantándole cara, y tras un impresionante enfrentamiento perfectamente coreografiado entre aquel y Ferox, el malvado hombre moría, arrancando aplausos.
Incluso Tormenta de Fuego aplaudía, con una sonrisa extraña, contemplando el espectáculo con gesto algo ausente, pero evidentemente contenta.

Después de aquello todavía se quedaron un rato más, jugando ya con los niños, permitiéndoles incluso acercarse y tocar a Rayo, a los más valientes. Violeta se aproximó a ellos, algo después, risueña.

-¿Qué le ha parecido, señor Corbin? -inquirió, mirándolo curiosa.

Tormenta, por su parte, esbozaba una sonrisa.

-Habéis mejorado en la interpretación -reconoció, dirigiéndose a Violeta por primera vez en días, si Corbin se lo planteaba.

La liviana muchacha la miró entonces, esbozando una sonrisa, y dejó ir un suspiro, encogiéndose de hombros con suma suavidad.

-Hemos estado trabajando -se limitó a decirle, con tono tranquilo, aunque no tan abierto como el que usaba con el resto de sus compañeros.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin, aunque por su puesto no expresaba sus impresiones como el resto del público, atendió a la obra con interés, disfrutándola a su manera. Se trataba, como le habían dicho, de un cuento ignita, una historia para niños de estructura simple y predecible. A Corbin no le molestaba; le recordaba a el tiempo en que había descubierto sus primeras lecturas de ficción, y la puesta en escena le parecía muy bien conseguida.

Y, pese a su habitual gesto anodino y falta de entusiasmo, aplaudió como el resto, satisfecho por dentro con la función.

Cuando Violeta se acercó, buscando su aprobación, asintió, y aunque su gesto no llegaba a mostrar una sonrisa, la expresión relajada de su boca podría interpretarse como un amago de la misma. Realmente le había gustado.

-Ha estado muy bien -respondió, seguro-. Vuestra forma de contar historias es muy interesante.

Después de todo, a Corbin le gustaban las historias. Aunque desconfiara, sin poder evitarlo, de los trucos de los artistas, el hecho de que los utilizaran para narrar cuentos y no simplemente como entretenimiento sí le parecía un buen uso.

Mensajes : 1439

Ante la respuesta de Corbin, la sonrisa de Violeta fue evidente, y la acompañó enseguida de una reverencia pronunciada, exagerada, muy teatral.

-Por supuesto, señor –comenzó explicando-, el teatro no es nuestro fuerte. Me gustaría que algún día pudiese vernos actuar seriamente, pero en un par de días alcanzaremos su destino, y no tenemos más pueblos de camino.

Tormenta, por su parte, simplemente escuchaba, con una sonrisa algo enigmática. Durante un momento algo en ella, en su expresión, hizo pensar que iba a hablar de pronto, y entonces no lo hizo, y aquel halo extraño desapareció.

Estuvieron un rato más por allí, interactuando con la gente, pero al final comenzaron a recoger las cosas, anunciando su partida, y el tumulto empezó a disolverse. Eclipse se acercó a Corbin, con una sonrisa divertida.

-Es mejor irse cuando quieren más que cuando ya han empezado a marcharse ellos –recitó, contento.

Cargando con lo que habían llevado allí y con una bolsa de monedas, que si bien no era exagerada , Incógnita mencionó en algún momento que para el volumen de gente que había en el lugar, y para su estilo de vida, era más que suficiente. Al fin y al cabo habían ido a dar con un pueblo sencillo.

Tras el espectáculo descansarían, por la hora que era, y continuarían la marcha a la jornada siguiente. Como había dicho Violeta, quedaban apenas dos días para que se separasen sus caminos.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin no estaba del todo convencido de que otra forma de espectáculo fuera a interesarle más que aquella que narraba una historia, pero no quiso discutir. Se limitó a asentir, en silencio. De todas formas, como la propia Violeta decía, no iba a tener oportunidad de comprobarlo. Aunque quisiera presenciar otro espectáculo, eso sería imposible salvo que el grupo actuara exclusivamente para él, y Corbin no iba a pedirlo.

Permaneció a la espera mientras los artistas seguían entreteniendo a su público, manteniéndose manifiestamente al margen de aquello, mirándolos en silencio desde una distancia prudencial. Pese a su desinterés por integrarse, sí se veía en su actitud una cierta curiosidad por aquella interacción. No dejaba de resultarte un tanto agobiante todo aquel jaleo. Había llegado a aceptar la presencia de mucha gente en Brontë, pero allí podía estar solo cuando quisiera. También se había acostumbrado un poco a estar con los artistas, pero no dejaban de ser un grupo pequeño; nada que ver con la población de un pueblo entero, por pequeño que este fuera.

Cuando Eclipse se acercó a hacer su apunte, Corbin asintió, llegando incluso a esbozar un amago de sonrisa, tan leve que podría haber pasado desapercibido. Le parecía un razonamiento lógico. Manejar la psicología de otros siempre daba ventajas, y eso era algo aplicable a muchos aspectos más allá del combate.

Una vez hubieron recogido las cosas, aprovecharon el lugar para descansar, antes de ponerse de nuevo en camino al día siguiente.

Mensajes : 1439

En general, la dinámica del día que siguió fue la habitual. Viajaron aprovechando las máximas horas posibles, cubriendo una gran distancia. Cuando por fin se detuvieron, al final del día, para descansar, Fortuna informó de que, efectivamente, al día siguiente alcanzarían el lugar que marcaría la separación del grupo, antes incluso del final de la jornada.

-Yo personalmente me siento muy honrado de haber viajado contigo -le dijo Ferox, con una sonrisa, dándole una palmada en el brazo, firme.

-No digas eso todavía -canturreó Eclipse, haciendo malabares con unas manzanas, pero sonriendo burlón si mirar su labor-. Que se va mañana. Los lloros para la despedida.

Y con la misma sonrisa burlona en los labios, mientras decía sus últimas palabras, deslizó su mirada suavemente, como quien no quería la cosa, por ellos dos, terminando notoriamente en Violeta, que algo alejada miraba hacia ellos en aquel momento. La saludó con un gesto, finalizando con su juego y dando un mordisco a la manzana más grande, ofreciendo las otras dos a Corbin y Ferox.

-Señor Corbin -llamó entonces la pequeña, con una sonrisa suave-. ¿Quiere que procedamos hoy con el último entrenamiento? ¿O prefiere descansar?

Tormenta se bajaba del carro en aquel preciso momento, con una sonrisa evidente, satisfecha. Se acercó a ellos con paso seguro, llevándose las manos a la nuca para estirarse un instante, aflojando el cuerpo.

-Si se marcha mañana yo creo que lo ideal es una fiesta. ¿O habéis olvidado ya la hospitalidad? No se os puede dejar solos.

-¡Fiesta! -exclamó Eclipse asintiendo, con la boca llena, arreglándoselas para no escupir manzana de alguna forma.

-Hace mucho que no celebramos nada -corroboró Incógnita, siempre más tranquilo que su hermano.

-Hace exactamente... -comenzó Fortuna, pero Tormenta la interrumpió, recuperando la palabra.

-¿Qué te parece una noche de celebración, guerrero?

Edad : 33 Mensajes : 1068

La jornada transcurrió con normalidad, como cualquier otra. Y, sin embargo, había una idea fija en la mente de sus acompañantes. Corbin lo veía en su comportamiento, pero también en sus temas de conversación que volvían cada vez más obviamente hacia aquella idea a medida que el día avanzaba. Corbin no estaba especialmente centrado en aquel tema, aunque no podía obviarlo, ya que sus compañeros no lo hacían. Pero él había asumido en su momento que se separarían. Y, aunque tenía ganas de continuar con su misión, no veía la necesidad de adelantar los acontecimientos. Precipitarse no era normalmente una buena idea. Corbin prefería vivir en el presente.

Le sorprendió un poco cuando Ferox se dirigió concretamente a él para despedirse, aunque pronto comprendió que no era más que una apreciación. Asintió, pues, sin más. Aceptó sin dudas la manzana de Eclipse. Extrañamente, había aprendido aquella clase de cosas de forma natural con el paso de los días, y tomaba la relación con los artistas de forma cada vez más natural.

Asintió con firmeza ante la propuesta de Violeta, y llegó a sentirse algo molesto cuando comprobó que todos los demás tenían otros planes.

-Quizá podamos celebrarlo más tarde -apuntó, reacio a abandonar la oportunidad de entrenar-. Me gustaría llevar a cabo antes ese entrenamiento, si es posible.

Mensajes : 1439

La determinación de la respuesta de Corbin arrancó algunas sonrisas, unas más discretas y otras menos, pero ninguno puso pegas al respecto. Al fin y al cabo, dijo Eclipse, la fiesta siempre apetecía, pero antes debía ensayar como cada día para no perder la rutina. ¡Y luego prepararla! Que improvisar estaba bien a veces y otras no, y él deseaba que aquella fuese una gran fiesta.
Así pues, Corbin no tardó en acompañar a Violeta a un lugar entre los árboles más despejado en el que poder practicar como cada día. La muchacha comenzó con un calentamiento suave, dejando ya desde el principio patentes sus cualidades: su agilidad sutil, su flexibilidad y aquel aura liviana que la hacía parecer tan frágil y ligera.

-Espero que haya aprendido en estos días, señor Corbin, algo de lo que quería aprender -le dijo mientras empezaba con los ejercicios que solía realizar al principio-. Me hubiese gustado disponer de más tiempo, le aseguro, porque aprende rápido, y se le ve un hombre con facultades -. Su sonrisa enigmática jamás abandonaba sus labios-, no obstante parece que no nos será posible. Así pues, me quedo con que haya aprendido todo lo posible y con que haya disfrutado.

Continuaron entonces con el entrenamiento, como cada día, ella tan callada como siempre, tan ausente de alguna forma, como si aquellos ejercicios la elevasen a un lugar más distante, desplazándose con el silencio de un felino, de una brisa. Y aunque Corbin no pudiese emularla, y aunque pareciese patoso y ruidoso frente a ella, mejoraba.
Duró lo mismo que siempre, que lo acostumbrado, y al acabar ella lo miró de nuevo, y sus ojos parecieron reconocerlo, como si aquel tiempo hubiese estado muy lejos de allí. Y frente a él, a unos tres metros de distancia, pronunció las primeras palabras en más de una hora, que marcaron el final del último de aquellos encuentros.

-Me hubiese gustado haber podido pasar más tiempo con usted, señor Corbin -declaró Violeta, con una sonrisa enigmática, algo triste de alguna forma.

RECOMPENSA:

Corbin ha aprendido la técnica "Pisada Ligera". Se permite su aprendizaje aunque no tenga los stats necesarios por tratarse de una recompensa de misión.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin se vio satisfecho por la aceptación de todos. Ni una protesta, nadie intentando torcer sus planes. Así pues, pronto seguía a Violeta por el bosque, esperando a que ella misma decidiera dónde detenerse a entrenar. Y cuando la chica comenzó, Corbin procedió a imitarla, como solía.

-Ha sido útil entrenar contigo -respondió a sus comentarios, con su habitual sinceridad manifiesta-. Yo también habría disfrutado con algo más de tiempo. De todas formas, trataré de seguir poniendo en práctica lo que me has enseñado por mi cuenta. No creo que sea tan útil sin tu supervisión, pero espero que sirva de algo.

El entrenamiento se desarrolló con normalidad. Corbin se sabía torpe ante ella, pero era lo suficientemente tozudo como para ignorar esa torpeza e intentar emularla. Trataba de seguir sus movimientos, de darles la forma adecuada a los suyos, de alcanzar aquella ligereza tan etérea que la caracterizaba. Y aunque no podía ponerse a su altura, Corbin era consciente de que había mejorado en el tiempo que había estado con ella.

Cuando la chica dio por finalizado el entrenamiento, el claritas lo aceptó, como siempre. Sentía que había sacado provecho a aquellos encuentros.

Cuando Violeta habló, Corbin se sintió algo extraño. No sabría dar un motivo para ello, pero tenía la sensación de que el tono en las palabras de ella tenía un matiz particular, y no estaba seguro de cómo responder. Tras un momento de silencio, habló, preguntándose si su respuesta era adecuada a las palabras de ella.

-Viajar con vosotros me ha servido de más de lo que esperaba -declaró-. Aunque no sabría decir qué exactamente, creo que he obtenido mucho de ello. Quizás volvamos a encontrarnos en otra ocasión.

Sí, era posible, pero ¿por qué lo había dicho?

Mensajes : 1439

Las palabras de Corbin hicieron que la sonrisa de Violeta se volviese algo más resuelta, como más tangible, escapando un momento de su halo normal y místico. Ladeó la cabeza con suma delicadeza, sin embargo, en contraposición a aquel gesto tan terrenal, y realizó un asentimiento sumamente leve, lento.

-Eso hace que me sienta tremendamente feliz, señor Corbin. No hay nada que nos guste más a los artistas que pensar que algo de nosotros ha llegado a los demás. Y si usted lo ha sentido, aunque sea muy poco y muy lejano, si usted se ha quedado con lo bueno de nosotros, entonces yo estoy contenta-. Tomó un par de pliegues de su vestido y realizó una reverencia, como las que realizaban los artistas al terminar un espectáculo, aunque pausada y solemne, más profunda-. Espero de corazón, señor Corbin, que nuestros caminos se crucen de nuevo alguna vez. Sin embargo este mundo es grande, ¿no lo cree?, y es muy probable que sin buscarlo no suceda. Estas cosas casi siempre quedan en deseos que se olvidan, o en intenciones sin actos, y créame cuando le digo que incluso así están bien. Me gusta más vivir el momento que atormentarme, ¿sabe? Así que esperaré de corazón que volvamos a encontrarnos, y si no sucede lo seguiré esperando, simplemente.

Después de aquello se irguió de nuevo, y lo examinó con una mirada curiosa, con cierta gracia. No obstante, no habló entonces, y volvió el rostro hacia donde se encontraba el campamento, aunque aquel no se veía desde donde estaban.

-Creo que hay más gente que desea despedirse de usted, señor, de modo que no acapararé más su atención. Ha sido un placer enseñarle.

Y dicho aquello se preparó para ponerse en marcha junto a él hacia el carromato de nuevo.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin correspondió a la reverencia de ella con una suave inclinación de cabeza.

-En un mundo como este y dedicándonos ambos a desplazarnos, creo que un reencuentro es perfectamente posible -remarcó con seguridad-. Puede, incluso, que por necesidad tengamos que buscarnos en un futuro. Recordad que Brontë está al servicio de aquellos que lo reclamen.

Corbin asintió a su invitación de volver con el resto.

-Ha sido un placer aprender de ti -apuntó.

Siguiendo los gestos de ella, procedió a volver al campamento. Se sentía un tanto extraño ante la idea de volver a viajar en solitario. Una parte de él lo añoraba, pero pese a su desconfianza, debía admitir que el viaje con los artistas le había aportado bastante.

Mensajes : 1439

La última sonrisa que Violeta le dedicó a Corbin cuando habló fue, sin duda, de plena satisfacción. Sin embargo, después de aquello ambos, simplemente, regresaron al campamento.
Ya cuando empezaban a acercarse escuchaban las voces más animadas de los artistas, y cuando ambos entraron en la zona que habían tomado para descansar aquella jornada vieron que la hoguera ya estaba hecha, y que flotaba en el aire el delicioso olor a estofado, cocinado por Ferox, y que Tormenta de Fuego, sentada contra un árbol, bebía ya de una botella de licor, tranquila y cómoda.

-¡Bienvenidos! -exclamó Eclipse, lanzando su sombrero al aire, que estalló y cayó formando confeti sobre ambos-. ¡Ahora es momento de celebrar! Hemos esperado pacientemente, pero cuando un compañero ser marcha hay que hacer una fiesta.

-Disculpe a mi hermano -dijo Incógnita, siempre el más calmado-. No sabe moderarse en según qué ocasiones.

-¡Incluso naciendo! -exclamó el otro, atacando de nuevo con entusiasmo-. ¡Me gustó tanto salir, señor mío, que lo hice dos veces!

-Y ni así te vino el sentido -comentó Tormenta, jactanciosa, desde su sitio. Miró entonces a Corbin-. ¿Compartirás algo de licor, guerrero? También tenemos cerveza. ¿O prefieres jugar con los niños?

-¡Pues no sé qué niños ves aquí, pero yo aceptaba de buena gana una jarra!

-Calla, Francis, que no hablaba contigo -repuso la flamma, con una sonrisa burlona.

Eclipse se llevó teatralmente las manos al pecho, como si hubiese sido alcanzado con una flecha, aunque no perdió la sonrisa burlona que siempre lo acompañaba.

-Te mereces el peor de los infiernos.

-Francis, deja de llorar y tráeme los cuencos -llamó Ferox, con una sonrisa mordaz que derrotó por completo al mago.

Aquel era entonces el plan de la noche que todos parecían haber escogido. Fortuna se mantenía más callada, como siempre, pero incluso ella bebía un vaso de vino con la cena, y no agua como acostumbraba. También Violeta estaba más callada, pero sonreía y no parecía incómoda.
Corbin, por su parte, solo debía decidir si deseaba formar parte de aquello, de su despedida, o prefería descansar mientras los demás festejaban.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin volvió con Violeta al campamento y encontró un ambiente tan similar al que había cuando se habían marchado que podría haber dicho, de no ser por la luz, que no habían pasado más de cinco minutos. Ya parecían estar empezando a celebrar, dejando claro que, independientemente de su decisión, ellos pensaban llevar aquel plan adelante.

En cualquier caso, Corbin aceptó la oferta, uniéndose al grupo como uno más. Pensaba moderar la ingesta de alcohol, ya que debía estar en plenas facultades al día siguiente (y tampoco quería perder el control de sí mismo en ningún momento), pero no había ningún mal en compartir a gusto de sus compañeros la última noche en grupo.

Así pues, con su habitual calma y silencio, decidió tomar parte, a su manera, de la celebración.

Mensajes : 1439

Primero fue la cena, y luego dio comienzo la fiesta, animada. Tormenta parecía tener una gran cantidad de diferentes botellas, que a veces compartía, y cuando, ya más avanzada la historia, su atención parecía disminuir, Eclipse lograba robárselas otro tanto de veces, repartiendo algunos tragos. Las risas llenaban el aire a cada poco, y los chistes y las anécdotas, y también unos malabares cada vez más torpes.

Los que más habían bebido después de Tormenta de Fuego, Eclipse y Ferox, fueron los primero en caer.

-¡Sois unos flojos! -bramó ella, que parecía resistir todo aquello que entrase por su garganta, fuese lo que fuese-. ¡No sois hombres de verdad!

-¡Pues tú sí que eres un hombre de verdad!

-¡Calla, Francis, y aprende de tu hermano! Él sí sabe comportarse.

-Eso le digo yo cada día -rió Incógnita-. Pero él era el ensayo para hacerme a mí. No todo puede salir bien.

Violeta, por su parte, si bien había bebido poco y despacio, ya presentaba por entonces un rubor evidente en las mejillas, y se mantenía algo callada y quieta, apoyada contra un árbol mientras Fortuna le contaba algo en voz baja, muy concentrada. Ni siquiera parecía estar escuchándola.

El sonido de una de las arcadas de Eclipse, el reencuentro con el delicioso estofado de Ferox, algo desmejorado, marcó el fin de la velada para todos. Incógnita acompañó a su hermano al carro, mientras este trataba de exclamar algo semejante a "mereció la pena".
Cada uno se dirigiría entonces al lugar en el que dormir. Con la fiesta terminada, solo quedaba aquello: descansar. Y al día siguiente Corbin se separaría de los artistas.

Pudo sentir, al rato de haberse acostado, cuando los ronquidos de la mayoría ya se escuchaban, una presencia acercarse a donde él estaba. Era liviana, aunque menos que de costumbre, como si una leve torpeza se hubiese adueñado de ella. Y de todos modos su presencia seguía siendo inconfundible en la oscuridad.

-Señor Corbin, ¿está usted despierto? -inquirió con suavidad y el tono algo ido.

Un ronquido grave, de Ferox, sonó más alto que el resto. Violeta se arrodilló entonces junto a Corbin, cayendo pesada. Un leve balanceo , desequilibrado, la afectó por un momento. Tanteó entonces el espacio con las manos, buscando el suelo para afianzarse, dando también con el cuerpo del claritas, que palpó un segundo, como asegurándose de que no era parte del paisaje.

-Señor Corbin, muchas gracias por haber viajado con nosotros -le dijo, tratando de enfocar su rostro sin demasiado éxito.

Después de aquello Violeta se acercó un poco más a él, buscando su boca en la oscuridad, e incluso en aquellos gestos parecía etérea y liviana, aunque los efectos del alcohol y el cansancio de la jornada la volviesen más física, como si pesase un poco más.
Quizás por aquello, pese a su habitual sutileza, parecía de pronto, en comparación, tan lenta y predecible al moverse.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin participó en la fiesta como uno más, aunque no podía decirse que fuera el que más animaba la celebración, precisamente. Tomó buena cuenta de la cena, ya a sabiendas de que no tenía nada que temer respecto a ella; quizá incluso con confianza.

En cuanto a la fiesta, se mantuvo la mayor parte del tiempo sentado, disfrutando de la charla y hasta del jaleo que, poco a poco, iba tomando más y más forma a su alrededor. Aunque con su habitual silencio y recato, aceptaba la bebida cuando llegaba a él, moderándola en la medida de lo posible.

Sin embargo, la fiesta se alargó lo suficiente como para que esta tuviera algún efecto en su cuerpo. Viendo la situación de algunos artistas, era evidente para Corbin que no era el que peor mantenía sus facultades. Su cuerpo, robusto a base de ejercicio, era resistente, ayudándole a controlar la acción del alcohol en su cuerpo. Jugaba en su contra, en cambio, la escasa frecuencia con que bebía, y el resultado fue que, aunque no llegó a exaltarse, sí fue consciente, poco a poco, de que su cabeza se nublaba un tanto, amortiguando las sensaciones en su entorno. Lo sintió especialmente cuando, terminada la fiesta, se levantó, dispuesto a retirarse, y su entorno pareció bailar un momento. Pese a todo, llegó hasta su esterilla sin mayores inconvenientes.

No había tenido tiempo de dormirse cuando algo lo alertó. Su primer pensamiento fue de remordimiento, pensando que no debía haber dejado que sus sentidos se nublasen. Se mantuvo vigilante, y en apenas un momento descubrió que el intruso no era otro que Violeta, lo que hizo que se tranquilizase un tanto.

-Violeta -murmuró, algo desconcertado, en respuesta a su llamada.

Trató de enfocar su sombra en la oscuridad, cuestión de lo más complicada. Cuando ella hizo amago de caer, trató de agarrarla con firmeza por el brazo, intentando aportarle algo de equilibrio. La dejó palpar a su alrededor y afianzar su posición, limitándose a asentir, en silencio, cuando ella habló, olvidando por un momento que era probable que ella no percibiese el gesto.

Él sí percibió, por otro lado, el acercamiento de ella, aunque no se sintió muy capaz de reaccionar. Su mente sacó a relucir una imagen similar vivida hacía ya tiempo, aunque en aquella ocasión había sido Alehyss quien había realizado el gesto. Como entonces, se mantuvo quieto, respondiendo a duras penas, atrapado entre la confusión y la sorpresa.

Quería preguntar algo, pero no sabía exactamente qué era.

Mensajes : 1439

El contacto fue suave, húmedo, lo suficientemente largo como para dejar constancia, pero no demasiado profundo. La torpeza de Corbin no recibió queja alguna, y para cuando se dio cuenta ella empujaba un poco hacia él, o más bien su peso, muerto.
Violeta no tardó en deslizarse suavemente hacia el suelo, con una exhalación cansada, como un jadeo de enfermo, y una vez hubo tocado el suelo no pareció tener intención de moverse en lo que la noche durase.

De repente Corbin pudo sentir una sensación nueva. Pese a la aparente tranquilidad, perturbada por los ronquidos y respiraciones de los que dormían, de pronto una sensación aguda lo hizo sentirse más alerta, aunque sus sentidos seguían opacados. Y buscando el origen de aquella sensación furtiva, de depredador al acecho, dio entonces con la mirada de Tormenta de Fuego, que parecía refulgir lo justo como para ser vista incluso en la noche.
Sonreía, sin embargo.

-Ha sido divertido -le dijo, con tranquilidad. Pese a las risotadas de apenas una hora antes, en aquel momento parecía perfectamente serena-. No solo la fiesta, también el viaje. Ya no recordaba, admito, lo que se sentía al vivir de esta forma.

Se acomodó un poco. Estaba sentada contra un tronco. Tendía a dormir de aquella forma, recibiendo a veces las burlas de Eclipse, sobre lo incómoda que era y las diversas relaciones de aquello con su mal humor.

-Gracias a ti ella parece más contenta. Es una chica muy frágil, necesita sentir el apoyo de alguien. Tú se lo diste, consciente o inconscientemente, y la ayudaste a traerme de vuelta. He de admitir que estaba reacia a volver, pero quería saber quién era ese hombre del que se había encaprichado mi pequeña Vi, y al volver acabé recordando por qué me gusta esto-. Se encogió de hombros un momento, dejando ir un resoplido, y alzó la vista al cielo oscuro-. He estado mucho tiempo ausente para ella, no fui su apoyo cuando debí serlo. Debo darte las gracias por haberla dejado apoyarse en ti. Pero ahora ya puedo encargarme yo-. Lo miró de nuevo. Debido a la poca luz, la expresión era indescifrable-. Así que quiero pedirte un favor, guerrero. Mañana, cuando te despidas, haz que no se sienta abandonada, pero tampoco le crees una ilusión en la que estarás pronto con ella de nuevo. Somos personas cuyos caminos se cruzan; no merece la pena torturarse pensando que deberíamos volver a encontrarnos cuando puede que nunca sea así. Y Vi es muy frágil a ese tipo de decepciones, a los abandonos y a la soledad.

De nuevo dejó ir un resoplido, una risa cansada, y se encogió de hombros, sin perderlo de vista.

-No pido que destruyas sus expectativas puestas en ti, su confianza generada a raíz de tus aciertos. Solo que, antes de irte, le recuerdes amablemente que habéis coincidido en un cruce de caminos, nada más.

Edad : 33 Mensajes : 1068

Corbin aún la mantenía sujeta cuando Violeta se desplomó, y se tomó el detalle de acomodarla, evitando que se golpease contra el suelo. Todavía sin entender muy bien lo que sucedía, Corbin la contempló un momento, serio, tratando de distinguir su sombra del suelo negro.

Cuando una nueva presencia llamó su atención, alzó la vista, buscándola, recordando por un instante que se había ofrecido como guardaespaldas de la troupe. Pero, de nuevo, no se trataba de una amenaza, sino simplemente de Tormenta de Fuego, que no se tomó la molestia de ocultarse.

Corbin la escuchó en silencio, aturdido, sin entender demasiado. Recordaba a Violeta hablándole de Tormenta de Fuego, y la situación, dada la vuelta, lo confundía y le causaba curiosidad al mismo tiempo.

No respondió, ni con gestos ni con palabras. Se limitó a verla alejarse, tratando de encontrar un orden a lo que le había dicho, un sentido que le permitiese cumplir aquella petición. Pero todo parecía demasiado nublado.

Al final, Corbin decidió encargarse de aquello que sí podía hacer. Tomó a Violeta en brazos, sin mayor esfuerzo, y la trasladó hasta su cama, en el interior del carromato. Debía dejarse de reflexiones y descansar el resto de la noche. Esperaba que el resto del grupo no fueran apareciendo, como sombras, a lo largo de la noche, aportando cada uno un detalle diferente, todos ellos igual de complejos.

» Ficha de Madame
» Ficha de Corbin
» Encargo de Madame: Acaba con él.
» Diario de Corbin ad Faldice